talvez encuentro predeterminado o no ( Valerye Kavner)

“Una noche te encontrará, tu iras por él y él por ti, y bajo el manto de un rey blanco, tu destino encontraras pereciendo en sus brazos. Estate atenta a las señales, ya que la ficha se mueve, ya es hora, de que muevas tú la tuya. No te resistas, como miel en tus labios caerá, la venganza al fin contigo será”

Hacia ya tres años, desde la profecía de la bruja, de la que tanto llegué a obsesionarme. Finalmente, en un clan de brujas, encontré mis ansiadas respuestas,y me di de lleno con un mundo de seres infernales, los inmortales caminaban a nuestro lado, en las sendas de los años. La profecía, me dijeron que se refería a uno de los primeros y mas antiguos, viles, vampiros que pisaron la tierra. No me dieron el nombre, solo que como el protagonista de las historias que leía de pequeña, llevaba una pieza de ajedrez, el rey blanco. Decidida a encontrarlo, lo busqué, le seguí el leve rastro que dejaba en la tierra, durante dos años, fui su sombra, pero nada sucedió. Lentamente dejé de buscarlo, y volví a París, el lugar donde empezó y debía empezar mi venganza. Lo primero era lo primordial, encontrar a los asesinos de mi familia, los que sin duda alguna, debían también buscarme para terminar el trabajo que dejaron in concluido.

Llegué a la noche a París, lo suficientemente tarde como para perder mi turno de la cena, en el hotel en que me alojaba, pero no lo suficiente, para que al saber de mi llegada, uno de mis conocidos, me invitara a una de sus fiestas, y me rogara acudir. Intenté escaquearme, pero allí me encontraba, tras una hora de arreglos, aparecí con un carruaje tirado por dos bellos, caballos blancos. Bajé, aceptando la mano, que me ayudó a tal tarea, y tras indicar al cochero que no hacia falta que me esperara, que llegaría antes del amanecer sana y salva, me encaminé a la entrada, del grande Palacio Royal. Los bellos jardines, eran una completa delicia, iluminados, por los grandes ventanales del palacio, se mostraban en su esplendor. A paso tranquilo, me encaminé a la entrada, mi dorado vestido se mecía seductoramente al melódico paso de mis pies, rebelando el relieve de mi esbelta figura. En esta ocasión, mi fino cabello, caía libremente en mi espalda y hombros.

Hacia tanto no acudía a fiestas de ese calibre, que esperaba no haber perdido el hábito, tras tantos años de inmersa locura, buscando a alguien, que quizás, no era mas que un banal cuento. Reí a la nada, pensando en lo ilógico, que parecía todo y lo absurdo que sonaría, si se lo contara a alguien, para todos los presentes, diría que me había encontrado con un gran malestar tras la defunción de mi familia y me había alejado, de los tantos recuerdos, que París me había dejado de ellos.

Tras pasar los jardines, subí las grandes escaleras, me dibujé una radiante sonrisa en mi rostro, y con mis grises ojos brillantes, entré al palacio.

La sala tenia una melodía muy tranquila y casi hipnotizarte pero aun no llegaba a tal punto decidí divertirme un poco caminando hacia las damas que se encontraban hablando entre ellas y parecían esperar a un caballero que les hiciera compañía, el objetivo se encontraba del otro lado de la sala así que elegantemente con mi copa en mis manos comencé a caminar esquivando algunas parejas que estaban entretenidas bailando y otras charlando de forma tranquila las mesas a la derecha no estaban llenas pero la gente de mayor de edad se encontraba en la mayoría de las mismas observando a los jóvenes que charlaban y bailaban, después de unos momentos me encontraba frente a las mesas de las damas solteras o así le apodaban los jóvenes de la época por que eran doncellas que no tenían pretendiente y sus padres andaban en busca de uno para que sus hijas tuvieran un futuro lleno de riquezas y lujos al detenerme delante de una de ellas una joven, de cabellos negros largos pero que en realidad no despertaba mi atención, sino que precisaba de alguien para distraerme y quizás alimentarme de ella acabando con el sueño de una joven familia.

La música se detuvo por unos segundos y pude notar como varios jóvenes y doncellas miraban hacia la entrada a lo que por censo común desvié a la entrada una bella doncella vestida de dorado junto con sus cabellos del mismo color la música hasta se detuvo para observar a la joven que ingresada parecía alguien que se esperara o que había sido visto hacia mucho tiempo yo regrese mi atención a mi nueva victima la cual me sonrió y devolvió mi atención ignorando a la joven extendí mi mano para invitarla salir de allí y caminar hacia el otro extremo del gran salón y quizás bailar con ella aunque la joven ya parecía caída en mi encanto algo que no me causaba mucho interés pero era divertido jugar con la mente de esas personas tan débiles y con gente sin ganas de pensar sino simplemente sobrevivir a un mundo donde pocos ponen las reglas y yo estaba dentro de ese numero hace muchos milenios.

A mi entrada, el palacio entero me miró sorprendido, los bailes cesaron en la gran mayoría y hasta la música, entono una diferente melodía, más floja, mas melódica…dejando que un silencio expectante reinara en el aire.Tras ese segundo, de expectación al verme aparecer, el palacio reanudo sus esplendorosos bailes, los coqueteos y galanterías, entremezclándose entre sí, vestidos y trajes de todos los colores, en una alegre estampa, en donde, el vino corría como la fluidez de un rio.

Sonreí y al momento, me encontré con muchas caras conocidas, hablándome, echándose encima de mí. En su mayoría las damas, eran las que mas melancólicas me saludaban y contentas celebraban mi vuelta, mientras los educados caballeros, entre ellos, mi mejor amigo de la Infancia, Sir Erik de Lokthor, esperaban el turno para los efusivos saludos.- ¡Valerye, valerye!… ¡nos tenias preocupados!, al enterarnos de la mala suerte de los tuyos, tu también desapareciste. ¡Nos temíamos lo peor querida!- me regañaba Elisabeth, una de mis amigas de la infancia, sonreí dulcemente ante su preocupación- Al fin regresaste, celebramos mucho tu vuelta querida amiga- dijo abrazándome Marie, una de las primas de Elisabeth, conocida mía. Les sonreí con afecto- me tuve que alejar… no tuve tiempo de anuncios y formalidades… espero que lo entiendan- les miré con una sonrisa triste. Elisabeth hizo ademan de seguir, pero Marie, la paró – Lo entendemos…y seguro que más adelante, nos puedes narrar tus sin duda aventuras, que habrás vivido estos tres años- miró a los chicos, me abrazó suavemente y me sonrió- Los caballeros le esperan, bienvenida de nuevo a nuestro mundo- se alejó con Elisabeth.

Rrespiré tranquila al fin, y me volví hacia los dos caballeros que esperaban tener mi completa atención. Les sonreí y abrace a uno de ellos- Queridos…¡os eché de menos!-

Los dos jóvenes caballeros, Sir Erik y Thomas, mis compañeros de juego y de travesuras, como mis confidentes del sexo contrario, me abrazaron y entre risas, me contaron todo lo sucedido desde mi marcha, hasta mi inesperada vuelta. Mientras hablaban, cada uno a mi lado, la gente con la que me cruzaba, me saludaba efusivamente, todos con sus deseos, de que volviera de nuevo con mi fresca presencia, y mi vuelta fuera definitiva. A todos les sonreí complaciente y acepté las condolencias por la muerte de mi familia. Todo y que habría deseado que no me recordaran ese oscuro capitulo de mi vida, en mi fuero interno, siempre supe, que una vez aceptara entrar en el palacio, todos se me acercarían, unos tristes, otros solos para recalcar y asumir finalmente la muerte de mi familia y otros curiosos, por mi vuelta . No me dejaron tranquila, ni un solo momento. Al final, tuve que hacer servir mis dotes, y escaquearme tanto de mis dos caballerosos amigos, como de la gente, que no dejaba de seguirme. Por nada del mundo, había extrañado el comportamiento de los falsos nobles, mucha de esta gente realmente no se encontraba ni sentía la muerte de mis familiares, solo se acercaban sedientos de cotilleos y unos pocos, de quedar bien ante los demás. En este envidiado y brillante mundo de riquezas que vivía la clase alta, todo se basaba en la apariencia ante los demás. Escondida entre la gente, conseguí despistar a todos, sonriendo a la gente, empecé a buscar al joven caballero, creador de la bella fiesta, y lo vi, contemplándome absorto, en el segundo piso, arriba de las escaleras. Subí las escaleras de mármol, que daban al segundo piso, con una bonita sonrisa en mi rostro, contemplando al caballero, acercándome cada vez más a él.

-Un placer volverte a verte Valerye- me dijo al llegar a su lado. Asentí levemente con la cabeza, mirándole pícaramente – el placer es mío Monsieur. Una fiesta muy bella- lo alabé.

Empezando apenas a hablar,una joven dama, vino, interrumpiendonos y requirió su presencia, alegando que le debía un baile y le urgia. El joven, disculpándose, se alejó con la dama, tras asegurarme, que volvería de nuevo. Asentí en una sonrisa, pero dentro de mí me sentía fuera de lugar, pese a que mi dulce sonrisa, y mis maneras, indicaran lo contrario. Tras conocer lo oscuro de la vida, lo menos que me apetecía era alardear en una fiesta, mi belleza, como de antaño, lucí en mi juventud. Volví la mirada al salón de baile, que bajo de mí, lucia glorioso, todos bailaban al son magistral de la música.

Las parejas, bajo de mí, no dejaban de en círculos lucir sus mas elegantes vestidos y trajes en un mar de colores. Reí en silencio, recordando cuando hacia no más de tres años, como me lucia, bailando hasta el cese de la música. Muchos jóvenes, rápidamente caían en la extenuación, mientras yo, coqueta de mi, me dirigía hacia otro joven, esperando encontrar a mi pareja de baile perfecta, la que nunca encontré. Y esta noche, no creía encontrarla, el rumor y mi persona habían creado tal expectación, y viles habladurías que no creía que ningún noble joven, se atrevería a pedirme un baile o más. Sonreí pensándolo, ahora mismo tampoco me importunaba el hecho de no encontrar pareja, aún era entrada la noche, las bellas damas, por lo poco que había observado, escaseaban en esta placida noche, solo esperaba, que el caballero que viniera, supiera bailar, tanto como yo.

Me terminé de beber la copa, que tomaba en mi mano, en un largo sorbo, cuando una voz a mis espaldas, interrumpió mis pensamientos. ¿Ya había vuelto, para intentar coquetear conmigo? Pensé al reconocer su timbre de voz, divertida, dejé la copa en una mesilla, y me giré sonriéndole, mostrando mi mejor y seductora de las sonrisas. – Monsieur…- mis palabras fueron silenciadas, tras encontrarme con un cambio en el guión. Quien tenia ante mi, no era el joven caballero de la fiesta, si no un joven llamado Sir Clapton, pude deducir, por el apellido y las gracias que le concedía, que era un importante magnate en esta fiesta. Debía de tener locas a todas las pobres chicas. Miré al señor Clapton, quien inclinándose levemente ante mí, me extendía la mano cortésmente. Le tomé la mano, acercándome mas a él, inclinándome respetuosamente también – Es un placer Sir Clapton, espero que le este resultando agradable, la velada- dije con voz dulce, alzando la mirada hacia él.

Alejado de nosotros, el joven no dejaba de contemplarnos, y por mis conocimientos y efímera amistad con él, no podía querer otra cosa, que ser participe y el maestro, del rumor del año: la aparecida hija de los Kavners, en matrimonio con el venerado e ilustrísimo Sir Clapton, si… sin duda, ese era su estilo.

Le ignoré, y me centré en sir Clapton, que coincidiendo, nos miramos en el mismo instante, en que bajo nuestro, un baile cesaba. Fruncí el ceño, y mi sonrisa desapareció de mi rostro, ante mí tenia el fantasma de mis historias ¿Podría ser él? Él que vi hacia unos años en una fiesta, y tanto me recordó a mi soñada obsesión de jovencita… Observé más atentamente, pero en ningún lugar pude vislumbrar, entre sus ropajes, la pieza distintiva, del caballero de mis sueños, el galante general y del milenario vampiro, que busqué estos últimos tres años, sin tregua.

-Lo siento Sir Clapton, creí haberlo confundido con otra persona- me disculpé, tras observar su mirada, y pensar en lo extraño que le habría resultado mi comportamiento, sonreí, clavando mis grises ojos en su enigmática mirada- Valerye Kavner- me presenté, apretándole la mano suavemente en un cordial saludo. Seguí mirándole, comparándolo con aquel joven que vi en esa fiesta, hacia ya tiempo, y bajo mi asombro…¡se parecían tanto!

Le observé atentamente, se parecía tanto, volvía a repetirme en mi mente. No creía mucho en las casualidades, y esta ocasión, parecía requerir esa palabra y sentido. Solo le faltaba la pieza, de rey blanco para completar el enigma, que su persona me suponía. Le escuche, como si fuera su voz la mas bella y mágica, que había escuchado en la vida, y sentí una necesidad, surgida de por sí, de contestarle con la verdad. ¿Cómo decirle, que se parecía a un vampiro que buscaba? Que había perseguido como una sombra, persigue a los viandantes de las calles en la oscuridad? ¿Cómo el gato al ratón?...creería que estaba loca, o¡ algo peor! Me mordí la lengua, sintiendo en mi mente el deseo de decir las palabras-

-Sir Clapton, quizás mis palabras le extrañen, como a mi, llegar a decirle a un desconocido esto, pero se parece mucho a un joven caballero, que de pequeña conocí en un lejano baile. Estaría segura de que seria usted, si no fuera por el hecho de que si así fuera, tendría unos años mas, rozaría los treinta y muchos y usted, no parece tener tantos.

Me exigí callar y no seguir con las habladurías, ya que lo próximo que le iba a soltar era el personaje, y finalmente lo del vampiro. Allí si que me cogeria y me encerraría en algún lugar, de donde no pudiese salir jamás. Mis pensamientos quedaron silenciados, por la fuerte música que volvía a sonar en el salón de abajo, cuando de un momento a otro, me ví cogida del brazo del joven caballero, que me llevaba, hacia la pista de baile, donde algunos bailarines, nos dejaron espacio. Entramos en la pista y muy suavemente me atrajo hacia él, su tacto parecía frió, o eso sentía a través de sus manos, que en mi cintura yacían, pegándola a él, moviéndola, sincronizados. La música resonaba en mis oídos, envolviéndonos, de forma suave y lenta, empezamos a movernos por el lugar, parecíamos los reyes del baile, ya que a nuestro paso, las demás parejas se alejaban o dejaban sitio que ocupar. Sonreí contra el hombro de Sir Clapton, pensando en que pasaría, si fuera a aquel que andaba buscando desde bien pequeña… mi guerrero.

-Baila muy bien, Sir Clapton- le alabé en un susurro, esperando que llegara a sus oídos pese a lo fuerte de la música- Donde aprendió? Parece extraordinaria vuestra forma de moveros, cualquier diría, que le gusta siempre tener el mando en todo, Sir…- me mordí los labios ante este ultimo comentario, el que se me escapó sin intención alguna o con toda.

Él llevaba totalmente el paso y el ritmo en la sangre, llevando la inicitiva en nuestros cuerpos, un baile sin igual.

Sonrei apenas visible cuando ella menciono sobre alguien en su pasado, me habría cruzado con ella sin querer en algún momento de mi eterna vida, quizás cuando fuera mas joven como la joven acepto mi baile seria la mejor forma de saber que misterios escondía y a quien buscaba con tanto afán, cuando nuestros cuerpos se rozaban en el baile el contacto con sus manos me sirvió para cerrar los ojos y mientras nos movíamos yo indagaba en su pasado, observe un baile cuando era mas joven un baile en el que ella me vio a mi siendo una niña prácticamente hacia ya algunos años así que ella me había visto debía tener cuidado con la misma o jugar con su mente para que no me reconocería, pero mientras hacia una mirada rápida en sus recuerdos pude ver como su mente se turbaba en la oscuridad, ocurrió una masacre que acabo con todo su mundo dorado algo que le hizo desear conocer a un ser inmortal, ese ser era yo interesante ella me había estado siguiendo durante tres años casi intentando encontrarme usando la magia de lagunas brujas para que le dijeran quien era yo, pero cuando iba a averiguar mas algo me distrajo regresan dome a al baile.

Esa fue la voz de la dama elogiando me, de forma pronunciada por mi baile y cuando aprendí a bailar de esta forma, la aleje de mi cuerpo haciendo que ella diera una vuelta en el aire, ahora mi mirada era mas seria y misteriosa que escondía esta joven, su deseo de venganza era muy oscuro sonreí pegándola a mi cuerpo y continuando a bailar para luego responder a su interesante pregunta.

-En Inglaterra, aprendemos a bailar primero que a andar my lady es normal que sepa este tipo de música y así es lady aprendemos los caballeros ingleses a ser cuidadosos con nuestros movimiento.

Mencione alejándome de ella y inclinando levemente para dejar el baile y marchar a tomar alguna cosa sin invitarla, quera ver hasta que punto había despertado el interés de la joven doncella, al punto de vigilar me o seguirme.

Me mecía como todo un experto, y lo era, podía asegurar. Sus manos me llevaban a un baile elegante y bello, en que ambos cuerpos se movían a la perfección, iguales, idénticos, dos pájaros volando al mismo son. En mi cabeza  escondida entre su hombro y pecho, poco podía contemplar su rostro y observar atentamente las singularidades entre él y el joven que conocí, hacia años en esa fiesta. La curiosidad me llenaba, hasta no dejar nada más. La música entonces cambió, mas fuerte, mas rápida...empezamos a coger mas ritmo, hasta terminar alejándome de su cuerpo para que diera una vuelta en el aire. Sonreí  y en ese eterno instante pude ver en su rostro una seria mirada, que no me quitaba los ojos de encima, pero pronto, de nuevo en su abrazo, poco pude seguir investigando en su mirada y los motivos de esta.

Cuando el ritmo, fue cediendo, dando el fin al bello baile, tras dirigirme sus palabras, contestando a mi anterior pregunta, inclinándose levemente, alejándose de mi, se fue, dejándome parada en medio de la pista, confundida, sin saber el por qué de su rechazo, tan contundente. Me moví para no parecer tonta, y me salí de la pista, siguiéndole con los ojos cada paso que daba. Se encontraba en la mesa donde estaban los diferentes cavas y finos vinos. Cogiendo fuerza, fui hacia allí. Nunca me habían dejado de esa manera en un baile, y menos todavía, cuando en el baile, habíamos sido una pareja tan perfecta. Ambos cuerpos se amoldaban a la perfección, y su ritmo y el mío, dos gotas de agua parecían...entonces ¿Por qué negarlo?

Me encontraba a unos pocos pasos de mí, cuando el joven maestre de la fiesta, pasó por mi lado y cogiéndome del brazo me arrastró de vuelta al baile, donde habían empezado a tocar una canción lenta. Intenté separarme de él, no obstante, al sentir las miradas de todo el mundo, tuve que dejarme ir por su agarre y seguirle. No podía faltarle a su hospitalidad, negándome a un baile con él. Al llegar a la pista, me agarró y empezamos a movernos lentamente. Esta vez fui yo la que llevaba la batuta del baile, recordándome, lo bien que me había sentido bailando con Sir Clapton y lo tonta que me sentía bailando con mi joven amigo.

-Y decidme querida, ¿ya le habéis echado el lazo a nuestro querido ilustre Sir Clapton?- me preguntó en una sonrisa grosera. Le sonreí y le fuertemente le pisé, disimulando un error en mis cálculos, en una sonrisa inocente- Lo siento, calculé mal, y claro que no! Todavía no le eché el guante y desearía añadir, que estaba a punto de cometer una estupidez, antes de que usted me arrastrara de vuelta al baile señor. Quizás me salvó de un rechazo innegable o una vida de casamentera, solitaria...- pensé que diciendo eso, me dejaría diciéndome que lo intentara, pero el muy innoble caballero, quería lucirse en ese baile en que la estrella tenía que ser yo y no él. Él siguió preguntándome por Sir Clapton, pero apenas le di más que dos palabras en cada pregunta. Al girar sobre mí, le buscaba con la mirada, pero ya no le encontré, Sir Clapton, ya no se encontraba en el puesto de las bebidas...miré hacia la pista de baile, y no le vi entre la gente.


Luego le buscaré...Pensé volviéndome hacia el joven caballero, tras dar una vuelta sobre mi eje, y deseando con todas mis fuerzas, el cese de ese ridículo baile.

La música se reía de mí, el baile me inducía a bailar con mi desventurada pareja, que poco entendía de movimientos y sensualidad. Tuve que seguir hasta que el cese de la música, al fin, dio a su toque, y en una reverencia a mi joven acompañante- deseando no volver a bailar con él de nuevo en toda la noche- me deshice de él y me aleje lo más apresurada de la pista de baile. Algunos jóvenes al verme sola de nuevo, lo intentaron pero al verme- no se si por la cara que llevaba, mis aceleradas formas- me dejaron, seguramente pensando en venirme de nuevo en otro momento, en que yaciera mas calmada.
 
Una vez me vi a salvo, subí las escaleras hasta el segundo piso, y empecé a buscar al chico, con el que había tenido la suerte de conocer y bailar tan agradablemente, el Sir Clapton, pero no había señales de él. Suspiré, quizás lo he perdido de nuevo…pensé. Ese joven que tanto se parecía al caballero que una vez vi, hacia ya años. Era imposible que fuera él, pero.. ¿Por qué no? Si podían existir los vampiros, y los brujos, y vete tu a saber que criaturas mas se esconden.. ¿Por qué no podía ser él, el guerrero? Reí ante tal estupidez, desde mi vuelta de las búsquedas sin fruto alguno, mi mente solo se podía centrar en la venganza, y me encontraba en una de las fiestas en donde todo noble asistía, tenia que sacar partido de mis dotes.
 
-Señor Walter- me dirigí hacia uno de los nobles mas ricos de París, había sido uno de nuestros mejores clientes, hasta que hacia unos años, nos negamos a entrar en un negocio oscuro, en donde no quisimos ser cómplices. Quizás él, podría saber algo del ataque contra mis padres, si no es que resultaba que era él, el que los envió. El señor me miró y me sonrío – Querida, cuanto tiempo! Sin menospreciarla, pero le ha sentado bien, un cambio de aires, ahora esta mas bonita. ¿Qué hace aquí que no baila con jóvenes de su edad, madame?- no parecía fingir nada, él siempre conmigo había sido así…le sonreí- Estoy buscando a mi pareja predilecta del baile, la que ha desparecido, y ando buscando.
-¡Mala suerte la nuestra! Yo también he perdido a mi esposa, entre tantos galantes, debe de estar bailando, deleitándose con los compases de los mas jóvenes- río ligeramente y yo también reí – No se preocupe, su devota esposa, volverá a buscarle- sonreí, recordando su enamorada esposa, que literalmente moría por pisar la sombra de su marido. Desaprobaba ese enfermizo amor, que te hacia renegar de una misma, para volcarte en el otro. En el amor, tenia que ser igualitario- De mientras por que no me cuenta lo acontecido estos tres años… ¿Qué me he perdido, de nuestro alegre París?- Le miré y como buscaba, empezó a contarme todo lo acontecido en mi ausencia, empezando por lo que pasó tras el funeral y mi partida…alguien intentó quemar la joyería que había pasado a otras manos, tras mi partida.
 
Tras terminar la conversación, cuando obtuve lo suficiente como para darle vueltas a la cabeza, olvidándome del joven caballero Sir Clapton, me dirigí hacia uno de los balcones del segundo piso. Al salir, la música dejó de retumbar mis finos oídos, y me recosté contra el muro, observando las sombras del jardín.
 
¿Por qué intentar quemar la joyería, una vez yo partí?
 
La suave brisa acariciaba mi rostro y jugaba con las hebras de mi fino cabello, revolviéndolo levemente.

El nerviosismo de ella me causo mucha gracia me divertía ver como la joven niña se puso nerviosa por estar allí con ella y por lo que le acaba de decir su temperatura corporal se había elevado de una forma considerable dejando sus mejillas bien coloradas a lo que ella intento por instinto cubrirlo a lo que no la deje extendiendo mi mano y tomando su mejilla dulcemente mientras la observaba mi mano fría causo una cierta cantidad de revoluciones en su cuerpo haciendo que se pusiera mas nerviosa y tocara mi mano, parecía una mascota  rozando  su rostro con mi mano le había gustado aquella sensación a lo que le respondí para tranquilizarla.

-No os preocupéis madam, por poneros nerviosa las damas en su estado natural son mas bellas que cuando aparentan mas cosas.

Ella no sabia donde meterse ni menos que hacer instintivamente llevo sus manos a mi cuello para quedar mirándome a los ojos mientras se recostaba en el balcón para mirarme mejor viendo como yo parecía un Dios delante de ella pobre mortales eran tan fáciles de impresionar y manipular hice a un lado sus cabellos exponiendo su cuello de una forma  bastante apetecible me alimentaria había muchos humanos y el ardor en mi garganta se había despertado bastante así que tenia sed deseo de consumir el carmesí de la vida de un mortal agotando si existencia me lamí los labios. 

-La joven chica no me intereso en ningún momento ellos son muy llamativas en cambio vos sois muy agradable madam.

Mencione mientras acariciaba su cuello ella casi se derrite frente a esta acción sus ojos brillaban como dos diamantes podía ver como estaba quedando ahora emocionada por mi  trato apenas podía respirar apurad amente, era el suceso de su vida y también seria el ultimo me aproxime a su cuello y se lo bese dulcemente ella casi llegando al extasi pude sentir como sonrió emocionada ladeando mas el cuello abrazándome por la cintura queriendo mas y me lo dijo que la hiciera mía me reí y seria mía pero su sangre no ella, se extinguiría para yo obtener lo que deseaba.

Su rostro no demoro en cambiar, ahora estaba aterrada y asustada no podía gritar por que no la deje  mis colmillos se habían clavado en su cuello y estaba extrayendo la sangre de su cuerpo sin ensuciarme digamos que varios milenios alimentándome me habían ayudado a llegar a la perfección aquel liquido cálido y carmesí estaba invadiendo mis labios me sentía vivo de nuevo y mis ojos destellaban de una forma lujuriosa, el terror de ella se sentía en la sangre mezclada con excitación y placer .

Su cuerpo comenzó a quedar tan blanco como el mio me sacie cuando devore la ultima gota de su sangre no había dejado nada de sangre en su cuerpo estaba totalmente pálida y una sonrisa diabólica en mi rostro tome de su escote y lo raje hacia abajo haciéndola quedar desnuda y la arroje del balcón para abajo, este balcón permitía ver una gran caída lo que haría que recién de la encontraran.

Mi ansias de sed se habían calmado mi cuerpo  estaba satisfecho saque un pañuelo y me limpiaba los labios mientras caminaba por el lado de afuera de los balcones cuando vi una pareja pero no le preste importancia mis ojos aun destellaban de forma rojiza termine de sacar las ultimas gotas de sangre de mis labios y entre a la fiesta cerrando los ojos y al abrirlo ellos se habían humanizado de nuevo regresando a ver a las personas que aun estaba festejando y bailando.

Las dudas me reconcomían por dentro, solo había la posibilidad, que los que intentaron quemar la joyería, no supieran ya de mi ida acelerada, hacia un nuevo destino. Si así fuera, o quemar la joyería, pensando que yacía yo dentro, o al contrario, servirse de quemar el comercio, para así que yo volviera de nuevo, y poder terminar con la faena, que de seguro les riñeron, al no terminar con todo el asunto de raíz.

Y todo esto por qué? Porque mi padre era un jugador, y les debía? O como me temía, que no fuera más que una riña, porque mi padre se negara a algún oscuro comercio, como un noble, un mes anterior a la defunción de mi familia, nos vino a proponer, y al que mi padre, por completo se negó en redondo. Me encontraba en una encrucijada, y ahora que había vuelto y me había presentado en sociedad, poco les faltaba para averiguar de mi vuelta, a los asesinos. Por lo que tenía que estar preparada, y sin ese vampiro que busqué, no podía hacer mucho, o ir a la policía de París, quien intentaría hacer algo, pero no lograrían mucho, o esperarlos en una trampa, en la que al final, los muertos que enterrar fueran ellos, y no mi cabeza. 

Suspiré, y tras coger un soplo de fresco aire, me volví de nuevo a la fiesta, a la que muchos seguramente, echarían de menos mi presencia.
Me dirigí de nuevo sobre mis pasos. Los grandes balcones, tenían una salida en común, un corredor que llevaba de nuevo al primer piso, a la fiesta, sin tomarse muchas innecesarias vueltas. Fui hacia allí, respirando hondo, relajando mis facciones, dulcificándolas, cuando me encontré al salir de mi balcón, los ojos de Sir Clapton, quien coincidiendo con la mirada, helándome por un segundo, al ver su extraña mirada, pasó a menos de dos metros de mí y bajó con aplomo, hacia la fiesta.

-¡Sir Clapton!- le llamé alzando la voz. Me apresuré hasta bajar las escaleras y seguirle la pista. Una vez estuviese de nuevo en la pista de baile, podría perderle, y cada vez, algo en mí, me decía que era el caballero que vi cuando era pequeña...el mismo de mis historias, el mismo, quizás, que yo andaba buscando, pero sin seguridad alguna. – Sir Clapton... ¿se despide ya, de la fiesta?- pregunté a sus espaldas, agarrándolo a tiempo de que no entrara a la fiesta. Le observé su ancha espalda, esperando que se girara y así fijarme en sus ojos de nuevo.
Esperaba que aún no fuese tiempo de marcharse.

Caminaba de forma majestuosa mientras llevaba mi mano al bolsillo para ver que podía, hacer estaba saciado no tenia mas intención de permanecer aquí, no encontraba motivo para seguir aquí ya había hecho lo que quería los mortales me habían visto y mi sed de sangre se había calmado por aquella ilusa niña que no pudo mas que entregar su mas preciado sustento de vida, pero un ruido me llamo la atención era la voz de aquella chica que nos habíamos cruzado en el baile, por insistencia del anfitrión gire los ojos un poco molesto quizás ella hubiera sido mi alimento y me libraba de alguien tan pesada como me estaba resultando esta chica, desvié la cabeza de lado para confirmar que era ella pero sin voltearme solo dejarle ver la mitad de mi rostro su voz resonó en mi cabeza y suspire.

-Creo que la fiesta ya ha acabado para mi lady, no suelo encontrar como gran pasa tiempo estas fiestas perdonadme.

Mencione, terminando de bajar las escaleras levemente, cuando me acomode el cabello una vieja costumbra que tenia y saque de mi bolsillo el rey blanco lo mire y sonreí, y arroje hacia atrás en sus manos dejando que cayera en su escote la pieza de ajedrez, mi mira era milenaria y recordando lo que ella había visto me causo gracia tentarla a ver hasta donde llegaba su curiosidad por mi lo había demostrado todo este tiempo .

-volveré por el cuidarlo, mientras tanto lady.

Mencione indica dando que nos volveréis a ver en muy poco tiempo, en el cual yo buscaría la pieza de ajedrez era divertido jugar con la mente de los mortales y torturarles, jugar con las mentes mortales era mas divertido de lo que parecía y siempre podía despertar dudas y curiosidades en ellos me fascinaba esta forma de ser del humano, le temen a lo desconocido pero también se dejan llevar por aquello que es misterioso sin darse cuenta que pueden terminar en el mismo infierno por hacerlo.

Que mas daba esto seguiría en otro momento y quizás fuera mas divertido del o que es ahora, caminando con elegancia me mezcle entre la gente y desaparecí usando la velocidad vampirica al pasar entre un grupo de personas que hacían que ya no me viera ni la chica ni nadie mas estos personajes se encontraban entretenidos entre ellos mismos para notarme.

Al oír mi voz desvió la cabeza, sin voltearse ni siquiera solo dejándome ver su perfil. Suspiró y me presentó sus disculpas, no le gustaban las fiestas como esas y debía partir. Avancé unos pasos, bajé unas cuatro escaleras. Algo me impulsó a ir hacia él, a negarme su ausencia, en mi mente seguían los recuerdos y aquel joven caballero, aquel señor era demasiado parecido al vampiro que buscaba. Vampiro! Esa palabra aún me hacia gracia... cuantos humanos serian conocedores de aquella verdad, de aquella realidad, caminábamos entre los depredadores…nos cazaban, y nosotros caíamos sin control en sus garras y hechizos. Poco me habían hablado las brujas de los poderes de aquellas criaturas, pero si aquel joven que tenia delante era quien me temía…no tenia rival en esta tierra.

-Solo acaba de comenzar... señor Clapton- mormuré. De ser él quien creía... me estaría metiendo en la boca del lobo? Llevaba tres años siguiéndole sus pasos, cada vez más y más cerca hasta llegar aquí. Me estaría sobrepasando yendo detrás de lo misterioso de la vida? Negué en mis pensamientos, total que podía perder… mi vida? La vida la perdería cuando esos delincuentes se encontraran con que la hija desaparecida había vuelto y tras aquel baile, las habladurías sobre mi persona solo haría que extender mi vuelta a la ciudad. O desaparecía de nuevo o me mataban… era así de simple.

El joven hizo oídos sordos, y siguió bajando hasta llegar abajo. Le miré sin saber que hacer, cuando sin apenas ver el movimiento, me lanzó un objeto que terminó cayendo en mi escote. Lo cogí entre una de mis manos, y me quedé helada. Una figura de un rey blanco, la misma que poseía el vampiro que seguía. Apenas escuché sus palabras, sorprendida por el objeto. Lo miré sorprendida, con una mente llena de líos y contrariedades. ¿Había dicho que volvería a por él?

-Kenner!- Lo llamé yendo detrás de él al verlo desaparecerse entre la gente de la fiesta. Rápidamente bajé las escaleras perdiéndome tras él, hasta perderle el rastro por completo. Me subí a la segunda planta y desde allí le busqué, sin encontrarlo. En mi mano seguía el rey blanco, al que sujetaba con fuerza, la miré y sonreí. De pequeña siempre había soñado con aquella pieza, con encontrármelo, con revivir aquellos tiempos y quizás encontrármelo y como si mis ruegos hubiesen sido escuchados, parecía haberlo encontrado finalmente, eso o que me hacia una broma muy mala.

Tras un suspiro al no encontrarlo en la fiesta ya, me paseé, hable un poco mas y me fundí entre las sombras, yéndome, dando por terminado la velada, con el misterio y la amenaza de que aquel joven volvería a por su reliquia, que ahora se encontraba en mi poder.