A Charlotte le caes bien [Fiore Dal Monte]

Siempre pasaba, siempre, cuando sufría alguna crisis en casa de su protector éste lo acababa mandando a la calle. Esta vez se había cargado varios jarrones de una finísima porcelana china y claro… eso no se lo perdonaba. ¿Cómo se le había pasado la crisis? Una de las sirvientas, con ayuda de varias, le habría encerrado en el cuarto de escobas con el violín.  Él tocó hasta que todo pasó. Pero no le gustaba la oscuridad por lo que salió todavía algo alterado del armario. Finalmente lo pusieron en la calle para que hiciera lo que le diera la gana. Las últimas palabras del hombre fue: “Loco”

Había escuchado muchas veces aquella palabra pero no sabía su significado. La gente le había llamado loco desde que era muy pequeño. Pero ¿y ellos? ¿Qué eran? Todos se comportaban de una manera que él no llegaba a entender.

Miró la gente de la calle y le recorrió un escalofrío por el cuerpo. Todos tenían los ojos negros y le estaban observando. Tragó saliva y empezó a caminar todo lo deprisa que puso. Su médico le había dicho muchas veces que aquello eran visiones que tenía. Pero aquello no eran ilusiones, era demasiado real. Aferro con fuerza su violín y siguió caminando con la cabeza agacha. Sentía el frío suelo bajo sus pies descalzos. El otoño era frío en Paris. No le gustaba el frío porque se ponía malo si andaba descalzo.

Llegó a una gran plaza, era bonita y estaba animada. Demasiada gente. Demasiada gente para él. Y todos le estaban mirando, con esos ojos negros.- Charlotte- susurró y siguió andando. Sus pasos eran acelerados y empezó a correr. Su corazón le latía demasiado rápido. Entonces chocó con alguien. Charlotte salió volando y no cayó muy lejos de él. Las posaderas de Mitya chocaron contra el suelo. Miró a ver con qué había chocado. Una mujer y… no tenía los ojos oscuros. Eran ojos azules, preciosos y vivos. Mitya se levantó rápidamente. Buscando a Charlotte, y entonces vio su estuche tirado en el suelo. Empezó a temblar de pies a cabeza y casi se tira a por él. Estaba bien, Charlotte estaba bien.

“Tienes que ser educado”- recordó la voz de su protector.

Mitya se levantó y caminó hasta la chica.- Lo siento señorita.- estaba algo nervioso porque algunos curiosos miraban.- ¿Esta bien?

Habia estado mucho tiempo encerrada y no tenia ni idea de lo que podia ofrecerme la ciudad, ahora mismo estaba como descubriendo un nuevo mundo del cual podia tocar con la yema de mis dedos,por una parte no quería saber nada mas de lo que me pasaría si llegaran a encontrarme mi amo, estaba huyendo del lugar donde me había tenido tanto tiempo incomunicada del mundo dando lugar a mi ignorancia de todo lo que me rodeaba pero por otra parte me ayudo el que me enseñara algunas cosas de la vida. Muchas de las ventajas que estaban en el hecho de seguir siendo ambos seres sobrenaturales algo que la naturaleza otorgaba de forma especial a mi condición. Ser una mascota de un ser de la noche no era algo que me gustara demasiado sobretodo cuando me tomaba por sorpresa hasta el punto de tener miedo de lo que me pudiera pasar en todo momento. Veia a personas caminando de un lugar hacia el otro comprando, hablando… algo que yo nunca tendría o era lo que veía de esa forma tan lejana. Sentia una dicha que era imposible de describir pero estaba perdiéndome totalmente  dando lugar a sentir un vacio o una presión en el pecho de los nervios que mantenía.

 
Daba vueltas sobre si misma a ver si conseguia localizar donde me encontraba. Estaba totalmente perdida sin saber que hacia en algunos lugares que hasta miraba a todos lados con la esperanza de que alguien pudiera ayudarme pero preferia no hablar con nadie por si me hacían daño. Queria volver a mi lugar siendo una cachorrita y asi nadie se meteria conmigo, sabia lo peligroso que era transformarme delante de los seres humanos por eso me controlaba a pesar de estar muy asustada y las lagrimas amenazaban con salir de mis ojos por ello. Mi respiración se agito hasta le punto de todo lo veía de forma demasiado rápido como si estuvieran corriendo por mis lados sin dejarme ver nada. Fue una mala pasada que me estaba jugando mi mente hasta que poco a poco me consegui tranquilizar bajando un poco la exaltación de mi miedo. Llegue a una plaza que daba a ver muchas calles diferentes. No sabia bien si ese lugar era el centro o si había caminado demasiado ya que no estaba acostumbrada a las distancias.
 
Lleve un dedo a mis labios mordiendo la uña con los ojos bien abiertos miraba aunque a decir verdad caminaba y no miraba por donde iba, por un momento avance a un paso mas rápido pero de repente choque contra algo o alguien… Era lo que me faltaba que alguien se hiciera daño por mi culpa. Sentia que estaba algo aturdida llevando la mano a mi cabeza pero abri los jos viendo al joven frente a mi que me ofrecia ayudarme para levantarme, me quede algo confusa en si aceptar o no su ofrecimiento. Estaba siendo educado y eso debería de tenerlo en cuenta.- Yo… yo… lo siento… estaba despistada y…- tome su mano poniéndome en pie para dar frente a frente con sus ojos pero tome un poco de distancia.- Lamento haberle tirado, estaba algo perdida.- acabe confesando aunque no sabia si iba para bien o para mal que supiera que no sabia ni donde estaba.- Esta usted bien?.- Lo mire atentamente para saber si lo estaba o no. Me di cuenta que se le habia caido el maletín y fui a tomarlo para entregarselo.- Creo que esto es suyo... le pido mil disculpas por ello.- comente en baja voz extendiendo las manos con el maletin en ellas hacia él.

Sintió una alarma recorrer todo su cuerpo al ver como aquella chica cogía a Charlotte sin saber de su valor y se la entregaba a él. Sus brazos dueron rápidamente a abrazar aquel preciado estuche. Miró a su alrededor, el rostro de la gente seguía siendo negro como el azabache y lo miraban. Unas sonrisas retorcidas dibujaban sus rostros. Tembló y cogió la manga del vestido de la chica y empezó a correr llevándosela con él.

Ella no tenía cara de monstruo y había dicho que estaba perdida no podía dejarla con aqullas bestias. La podían coger y hacerle cualquier cosa. No se conocía París a la perfección pero todos los caminos siempre llevaban al mismo lugar. Lo había comprobado muchas veces. Tiraba de la chica sin hacer que corriera más de lo que ella podía.

Mitya no paró de correr hasta que llegó a un callejón. Hacía un poco de frío ya que el otoño iba a llegar pronto a su fin. Soltó a la chica, no le había gustado agarrarla pero al menos no había tocado su piel. Se apoyó contra la pared y se deslizó hasta llegar al suelo. Le daba igual que sus ropas de marrón claro se manñaran. Estaba cansado de correr. Abrazó feurtemente el violín antes de volver a mirar a la chica. Había dicho que estaba perdida.

-¿Quieres volver a casa? Yo te llevo si quieres a un lugar que te sea fácil llegar al fin y al cabo todos los caminos llevan al mismo sitio.- Intentaba tranquilizarse a si mismo. Tenía una sonrisa nerviosa.

Se levantó esperando la respuesta de la chica cuando se acordó de que no sabía su nombre.- ¡Oh! Lo siento, Soy Mitya Mulov ¿y usted?