Árpad de Almos, el principe magyar

DATOS BÁSICOS

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

"-Mi existencia siempre giró en torno al campo de batalla. Para los magyar, ser un buen gobernante equivalía a ser un guerrero apto, así que los convidados de la signora Maggiora no se equivocaron al tacharme de salvaje. Lo fui. Quiero decir, lo soy.
(...) En contraste con los afeminados burgueses que regían Europa, Árpad era el recuerdo tangible de un pasado más noble en que el poderío estaba definido por la sangre, el honor y la valentía."
Justo y noble hasta donde alcanzan sus facultades, aunque un completo salvaje imprudente según las costumbres de la nueva Europa. Odió la idea de matar a alguien cuando estaba vivo, no se sentía capaz de cometer un acto semejante, y aun muerto la idea del asesinato se le antoja repulsiva.
Es risueño y bromista cuando la situación lo amerita, pero cuando surge un tema serio su semblante se transforma en una mascara que pretende demostrar tranquilidad pero deja entrever sus verdaderos pensamientos sobre el asunto en cuestión.
Fue muy hábil cuando estaba vivo, tanto física como mentalmente, y tras su muerte conservó aquella agudeza mental. Habido de nuevo conocimiento y conservador de algunas de sus costumbres magyares. Carece de ciertas características que definían a un buen líder de su época, pues es compasivo y "demasiado tierno", como decía su madre.
Protector a sobremanera y fiel creyente de todo lo que sea aun más "espiritual" que él.
Disfruta hacerle bromas a los mortales, pero tiene entendido que si algo debe hacer en la tierra es guiar los pasos y proteger a la criatura destinada  a salvar su alma. Las jugarretas... son solo distracciones ocasionales que lo sacan de su mundo de libros y paseos por la opera y los teatros.

DESCRIPCIÓN FÍSICA

Más que parecido a su padre, o al menos, eso decía su progenitora. Un guerrero en contextura, muy alto, algo flacucho, y sin muchos músculos pero con la fuerza suficiente para atacar a sus enemigos y resistir dicho ataque e, incluso, derrotarlos.
Sus cabellos rubios no eran cortados con frecuencia cuando estaba vivo, así que el día de su muerte los mismos caían sobre sus hombros, ondulados y despeinados, y así se mantienen hasta ahora. Este, su cabello, y sus ojos verde balcánico son sus rasgos más distintivos; estos últimos suelen oscurecerse de forma notable cuando se encuentra enfadado o preocupado.
Por otro lado, le distinguen de los seres de la época actual sus rasgos faciales que le hacen ver como todo un extranjero a regla; sus pómulos son altos, sus labios llenos al igual que sus cejas, y su rostro algo cuadrado. No posee, pues, los rasgos más suaves característicos de los parisinos, ni siquiera logra verse como los actuales húngaros que descienden de su grupo étnico.  

Árpad:

HISTORIA

"El turúl es un ser mitológico, en cierto modo similar al ave Fénix. Es el espirítu guía del pueblo magyar y toda su descendencia. Podría decirse que el turúl es el mensajero del destino."
Emese, la abuela de Árpad, fue visitada por el turúl en sueños durante su embarazo; este le dijo que daría a luz a un gran líder cuyos descendientes llevarían a su pueblo a una tierra fértil donde al fin se asentarían. Al nacer su hijo, Emese decidió llamarlo "Almos", que significa "anunciado en un sueño". En aquel entonces los magyares estaban conformados por siete tribus, y el esposo de Emese era el líder de una; pero todas ellas clamaban por un líder que las representase a todas, y al cumplir Almos la mayoría de edad fue nombrado por los jefes de las tribus como líder absoluto de las mismas. Además de ello, la aparición del turúl en los sueños de Emese le concedía el honor de ser el sacerdote del pueblo (ser con facultad para comunicarse con los espíritus ancestrales para guiar al pueblo de acuerdo con la voluntad de los primeros) y fue uno de los pocos instruidos en la escritura por esta razón.
Su poder hizo que uno de los hermanos de un líder sintiese celos de él y de su hermano, y con un pacto con el diablo jurase matar a los líderes de las tribus. Su nombre era Domán, y Almos y su esposa, Écska, concibieron a su primer hijo el mismo día del juramento. Cuando Domán se enteró del embarazo decidió retrasar el cumplimiento del juramento hasta que el nuevo príncipe sucediera a su padre tras cumplir la mayoría de edad, puesto que si mataba al padre antes el príncipe bien podría tomar su lugar; pues matar a la madre era una idea pésima, puesto que Almos la cuidaba como a nadie y si era descubierto su crimen sería pagado con una muerte ejemplar.
Al igual que Emese, la madre del nuevo príncipe fue visitada en sueños por el turúl, el cual le dejó una de sus plumas para que todos supieran que el sueño había sido cierto; pluma con la cual se iba siempre a dormir. Cuando el niño nació decidieron nombrarlo Árpad de Almos.
Cuando Árpad cumplió dos años, una noche, sintió la imperiosa necesidad de dejar la tienda en la noche y esconderse en los árboles; desde allí vio a Domán escribir algo en la entrada de la tienda con una rama. Cuando Domán se fue, el niño corrió a la tienda para despertar a sus padres; la madre había soñado con el turúl, quien le dijo que el destino de su hijo iba a ser truncado por un hombre maldito; en oposición, el padre soñó que Árpad llevaría al pueblo a la tierra anunciada. El niño arrastró a los padrea fuera para que viesen lo que estaba allí escrito; el padre le miró gravemente y preguntó quien había escrito aquello, a lo cual respondió de inmediato "Domán". Aquellas rovás simbolizaban la muerte del único heredero.
Domán negó haber dibujado las rovás, y como no había sido instruido en la tribu en magyar rovásírás, el pueblo decidió que era inocente aunque Almos hubiese querido expulsarlo de la tribu.
Después de unos años Árpad comenzó a demostrar unos dones dados por los espíritus, como ejemplo de los mismos, el niño sanó a una pequeña de una herida cuando posó las manos sobre ella. Desde aquel momento el turúl comenzó a visitarlo en sueños con mucha frecuencia. Un día, el ave le dijo que algún día viviría en su corazón; y mientras Árpad más se acercaba al turúl, más se empeñaba su padre en darle un entrenamiento militar.
Árpad, sin embargo, quería abandonar la lucha y el principado y dedicarse a sanar a los enfermos y ser el nuevo sacerdote, pero aquello no le fue permitido; lo cual le obligó a fingirse torpe con el arco y la flecha en público, aunque no lo fuese; además, práctico varías técnicas en batalla para solo dejar heridos a sus enemigos, no matarlos, aunque parecían cadáveres cuando alguien se acercaba.
Cuando el joven terminó de instruirse y demostrarle a su padre que era un valiente guerrero, el mismo decidió concederle la mayoría de edad, aunque un tanto tarde. La mayoría de edad de los magyar solía darse a los 17, si eran dignos, pero Árpad la logró a los 21 años, edad en la que su padre decidió buscarle una esposa, aunque el turúl no daba ninguna señal clara sobre que muchacha debía ser su esposa.
A pesar de ser presionado para elegir una esposa, Árpad tuvo que partir por dos años a la guerra. Durante la celebración tras ganar la guerra, después de castigar a Domán por los malos tratos para con su esposa, Árpad conoció a una mujer que lo hechizo, en el sentido más explicitó de la palabra, para que se enamorara de ella. Su nombre era Boróka, quien se empeñó en servirle con viva amabilidad durante el festejo y Árpad terminó por creer, al día siguiente, que era a quien quería como esposa.

"-Seré tu esposa hasta que te lleve la muerte, pero yo continuaré siendo princesa."

El turúl intento advertirle antes de que tuviese que irse a guerra por otro año más, pero como este no habló, el joven no supo de que se trataba y terminó por casarse con la mujer que solo le servía con licor que ella misma había destilado; incluso después de que la esposa de Domán le gritara a viva voz que la boda estaba maldita con la pluma del turúl en mano, algo que se vio arruinado después de que Domán dijese que la pluma había sido robada (ella, empero, no mentía al decir que la pluma era suya y que el turúl se le había presentado).
Árpad castigó a la esposa de Domán, guiado por el embrujo que Boróka había puesto sobre él gracias a los bebedizos que le suministraba y que le mantenía ciego y le impedía comunicarse con sus ancestros y el turúl.
Boróka era, pues, aliada de Domán; lo consideraba su maestro y este la cubría en joyas puesto que ya había albergado a dos hijos de él en su vientre, a los cuales había matado antes de nacer para ofrecerlos a Moloch.
Boróka arregló la habitación para la noche de bodas como dictaban sus macabros propósitos, y durante la misma Boróka dibujó el Jabulón en un espejo (el ojo que todo lo ve) y Domán hizo que Árpad perdiera sus fuerzas. Lo arrastraron a la que hubiese sido la cama donde ya habían sacrificado a un niño; Domán ató su mano a la de Boróka y comenzó con un ritual que atraía a varios espiritual del mal. Tras entregar su cuerpo a Baphomet, Boróka recibió a Domán desnudo sobre ella y se transfiguró poco a poco hasta que su cabeza tomó la forma de una cabra barbada mientras cuantiosas sombras danzaban alrededor. Cuando Domán se retiró la cabeza de Boróka volvió a ser la de antes; Domán tomó una daga y una pluma de turúl y enterró la primera en el vientre de Boróka y bebió la sangre de la herida, aunque la mujer le preguntaba qué había hecho.

"-Ya tomé el derecho del novio. También di muerte a la princesa y bebí su sangre, amo. ¡Tu ojo es mi testigo! Recibe ahora la sangre del principe novio y ata su alma en vida para que yo sea inmortal. (...) Cómo tú traicionaste a tu Rey, oh amo de las tinieblas, yo traiciono al mío. Cumple tu promesa y hazme monarca de las sombras en la Tierra como lo eres tú en el Hades."

Después de pronunciar aquellas palabras y una despedida, Domán enterró la daga en el pecho de Árpad y el último pudo ver al turúl por última vez, llorando su muestre en un trino que decía "desde ahora viviré en tu corazón"; y entró en su pecho.
Domán se inclinó sobre él para beber su sangre, y antes de entregar su alma a la muerte y cerrar sus ojos por última vez, Árpad le vio transformarse en un ser de largos colmillos.
Cuando los cuerpos fueron encontrados al día siguiente se dedujo de inmediato que el asesino era Domán, pero este no fue hallado para pagar por su crimen.
Días después, Écska y Almos anunciaron que la primera estaba en cinta; el nuevo hijo fue llamado, a su vez, Árpad de Almos, en honor al primogenito muerto, y fue este Árpad el que llevó al pueblo magyar a la tierra prometida llamada, ahora, Hungría.
Para evitar que el alma de Árpad fuese liberada, Domán robó su cuerpo en la noche del sepulcro y la puso en un lugar que solo él conocía, una torre en Turín donde se presume está resguardado el manto con el que fue cubierto el rostro de Jesús.
Árpad vagó diez siglos en aquel lugar que no era nada y llamaban "muerte" hasta que una jovencita no nacida le prometió ayudarle a liberar su alma cuando naciera sin importar el tormento por el que tuviese que pasar. Árpad esperó a la misma hasta que en Lyon, Francia, fue concebida y pudo reconocerla cuando Domán, quien ahora se hacía llamar Hywel Halstead, bebió de ella y la marcó. Aquello hizo que Árpad dejase "la muerte" y volviese a la tierra en forma de espectro.

DATOS EXTRA

-Su idioma de escritura original se basaba en un alfabeto húngaro antiguo conocido como székely-magyar rovás.
-Conoce y domina múltiples idiomas, incluso algunos muy complicados, pues se ha dedicado a estudiar durante los siglos que ha pasado en la tierra como fantasma.
-No le gustan los trajes ni vestiduras "modernas", pues en su época y cultura los hombres usaban túnicas y, según él, estás son sinónimo de masculinidad.
-Sus restos reposan en Turín, la llamada "ciudad del diablo" o "ciudad del olvido"

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