Sólo comprendemos aquellas preguntas que podemos responder. || Hannes

por **Anne-Louise Delacroix** Mar Jul 23, 2013 8:54 pm

Durante todo el día su cabeza estuvo en blanco y sus manos se enfocaron en realizar la labor que tenía asignada. Cada rincón de esa casa está ahora limpio, pulido y encerado por ella e incluso han sido puestas algunas flores en ciertos lugares que antes jamás vieron algo como eso. Que el señor no pueda salir a la luz del sol no quiere decir que no pueda disfrutar de las bondades que la naturaleza entrega y además necesita agradecer de algún modo todo lo que él ha hecho por ella. Cuando llegó hace un par de semanas apenas le quedaban unos pocos ahorros para sobrevivir, no tenía un techo fijo y tampoco un trabajo y fue él quien le dio todo eso e incluso un poco más. Ahora puede cultivar su pequeña huerta, puede plantar las nuevas semillas que ha encontrado en el mercado y puede también disponer de los sectores de la casa que le corresponden del modo en que quiera.

Todo aquello es lo que cualquier persona en su condición querría. Pero pese a que la felicidad amenaza con estar presente, la herida de su alma sigue abierta y sólo las respuestas podrán curarla cuando estas lleguen. Un susurro que fácilmente podría confundirse con el viento le indica que su patrón está cerca. Si bien al comienzo se vio intimidada por ese rostro serio y las palabras secas, de a poco ha aprendido a comprenderlo y a dejar de hacerse esas preguntas que por ahora no es capaz de entender. Sólo es mejor agachar la cabeza y seguir en lo suyo en vez de mirar su pálida piel o insistir por qué no quiere comer de lo que ella prepara. Cuando se gira está justo ahí, tal como todos los días, siempre es del mismo modo y aunque las primeras veces soltó un pequeño grito por la sorpresa, ahora apenas siente un nudo en su estómago que rápidamente se deshace.

— ¿Desea…? ¿Desea algo? — pese a que la voz le salgo algo quebrada, una sonrisa amable en su rostro es siempre el mecanismo para evitar que él note lo nerviosa que está en su presencia. No pretende lucir asustada, sólo es respeto o quizás inquietud lo que ahora la llena. Abre los ojos, respira, todo lo que tiene está ahí. ¿Por qué entonces sigue sintiéndose vacía? Suspira y cuando lo hace se siente un poco fracasada, como si el hecho de ser una mujer adulta que debería tener claras sus propiedades se esfumara con el aire que se escapa de sus pulmones. Su vida está incompleta y aunque siga buscando, difícilmente encontrará lo que necesita mientras no se atreva un poco más.