AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Salsa para todos.
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Salsa para todos.
Era media mañana, horas por las que generalmente solía despertarme. La noche anterior había arreglado con el tabernero que a cambio de limpiar el lugar y ordenar un poco, podía conseguirme una pieza y una cama. Ya estaba cansado de pasar las noches fuera de la ciudad en el bosque y caminar de un lugar al otro. Si conseguía un lugar fijo en la ciudad podía comenzar con mi propósito. Hacerme un conocido "prestador de servicios".
Habían tocado a mi puerta, por lo que supuse que era hora de dejar aquel lugar por el momento. Nelson, el tabernero, esperaba fuera. Estreché su mano y me sugirió ir camino a la taberna, había un cliente interesado en hablar conmigo. Me alegré de haber conocido al tipo, fue muy considerado de su parte recomendarme a un cliente después de unos pocos de días que apenas circulaba por allí. Debió haberle agradado como dejé el lugar, soy bastante meticuloso con todo lo que hago, se que eso genera buenas impresiones.
Al llegar a la taberna unas pocas personas tomaban un pequeño desayuno, varias por su parte, en soledad, alguna que otra en pareja. No era una taberna para cualquiera, Nelson tenía el lugar espantado de ebrios de tiempo completo, y busca pleitos. Sus precios eran algo elevados pero lo que servía era sumamente gustoso y cualquier adinerado sabría reconocerlo. Me señaló un tipo sentado a solas pegado a una de las ventanas a la calle y dijo que me acercara, que él me pondría al tanto de unas cuestiones.
- Buenos días -dije colocándome de lado a su mesa- ¿Puedo? -señalé el cómodo sillón.
- ¡Oh! ¡Por supuesto! -sacudió su ropa prolijándose- Mi nombre es Joseph, usted debe ser el señor Ykanji. Soy asesor y secretario de uno de los bancarios más importantes del sur de París, el señor Seanfred.
- Es un gusto Joseph -tuve una gran impresión por dentro al escuchar que estaba sentado frente a un tipo ligado al mundo bancario, no sabía con que cuestión podía salirme-. Puede decirme Isarato -hice una pequeña pausa como observando hacia afuera y me volví a Joseph-. Parece ser un bonito día para disfrutar al aire libre.
- Verdad que sí, espero que así continúe durante el día de mañana y por la noche. Un grupo de accionistas y prestamistas importantes llegarán de Roma, Italia, y tendrán una cena para celebrar futuros negocios con el señor Seanfred y sus socios. Como debes imaginar, estas son cenas en las que nada debe fallar, debe tener muchos lujos y detalles -dijo señalando apuntando hacia arriba con seriedad.
Me sorprendí al oír aquello último. No entendía bien por donde se encaminaba la conversación, y no me gustaba interrumpir ni preguntar antes de tiempo, pero Joseph hizo una pausa y se quedó mirándome esperando una devolución.
- Sí, sí, entiendo perfectamente. Debe ser una recepción con un ambiente cálido para tratar temas ásperos con suavidad, y poder estar relajados para hablar de negocios. ¿Pero que hay con eso?
- Verá usted. En una reunión con tanta gente importante, se corren riesgos. Tras grandes e importantes personas, siempre hay grandes e importantes sombras. Pero no queremos ser descorteces con la seguridad. Usted sabe, los italianos por lo general tienen sus hombres por lo que su protección estará cubierta de todos modos. Y nuestros hombres también son buenos, pero no queremos que esto parezca una especie de mafia ni desprestigiar la ciudad de París como si esta estuviera llena de terroristas o algo por el estilo. Por lo que pensamos dejar a nuestros hombres de lado.
- Claro, entiendo, es difícil pensar en hacer negocios con gente que tiene unos cuantos hombres de miradas desafiantes detrás -no dije más, se ponía interesante lo que Joseph explicaba y no quería adelantarme.
- Continuaré. Aún así, nosotros queremos estar preparados para cualquier eventualidad, pero con mucha discreción y sin que los Italianos se den cuenta. Por lo que pensé en contratar gente preparada en ese sentido, pero que cuente con otras habilidades como recepción de los invitados, servicio a la mesa, cocina, música... Nelson me dijo que usted debe ser un hombre muy capaz en esos sentidos, ¿Qué dice usted que podría hacer para ayudarme?
Interesante, muy interesante. Hacía tiempo esperaba tener como encargo una misión así. Me alegré de haber dado con Nelson la noche anterior. ¿Cuantas posibilidades había de que esa cena tuviera complicaciones? Solo tenía que ofrecerme como mesero, o recepcionista y tendría una buena cantidad de dinero en mis bolsillos. Pero yo solo no podía encargarme de todas esas tareas, tenía que encontrar gente que se encargara de lo demás y otras atenciones. Necesitaba un equipo capacitado en todo sentido.
- Verdaderamente, me gustaría ayudarlo, y si por mi fuera ya me alistaría para comenzar. Pero no puedo encargarme de todo eso yo solo, y debo encontrar gente con la capacidad para hacer esas tareas. ¿Cuando dijo que es la cena?
- Mañana por la noche. No se preocupe, le daré algo de dinero como adelanto para que pueda tratar con algo de beber de por medio con las personas que usted crea necesarias -dijo buscando dinero en su lujoso saco.
- No es necesario, verdaderamente, confíe en mi. Puede dejar en mis manos este compromiso. Aceptaré su paga con gusto cuando el trabajo haya terminado -apretaba los dientes, puesto que sabía que trataba con gente importante pero a su vez que contaba con matones. Si fallaba en algo o ponía en riesgo sus negocios iba a tener problemas, por lo que prefería no ensuciarme las manos con dinero todavía.
- Muy cortés de su parte señor Ykanji, espero no equivocarme, usted parece un hombre fiable. Le dejo unos papeles que deberán completar con sus datos aquellos que quieran estar presentes para ayudarle mañana por la noche. Le pediré puntualidad y presencia.
Despedí a Joseph con unas últimas palabras y halagos, disponiéndome a comenzar cuanto antes a encontrar mi equipo de trabajo para tan importante fiesta. No conocía mucha gente por allí, así que traté con Nelson el asunto y le pedí que me otorgara una mesa grande para hablar en grupo, así como su recomendación de otras que él mismo conociera y creyera capaces de sumarse a la misión.
Esperé sentado entonces con una botella de agua fría, la llegada de otras 7 personas.
_______________________________________________________________________________________________________________________________
**OFF: Cabe destacar que no será una partida que represente un armisticio ni nada parecido. Simplemente se tratará de cumplir con la organización de la fiesta, y quizás haya algunos altercados pero nada de matar gente ni ponerse violento. Quiero una partida que no lleve mas de 15 posts a cada uno.
Espero que les agrade la trama!! Cualquier consulta por MP.**
Habían tocado a mi puerta, por lo que supuse que era hora de dejar aquel lugar por el momento. Nelson, el tabernero, esperaba fuera. Estreché su mano y me sugirió ir camino a la taberna, había un cliente interesado en hablar conmigo. Me alegré de haber conocido al tipo, fue muy considerado de su parte recomendarme a un cliente después de unos pocos de días que apenas circulaba por allí. Debió haberle agradado como dejé el lugar, soy bastante meticuloso con todo lo que hago, se que eso genera buenas impresiones.
Al llegar a la taberna unas pocas personas tomaban un pequeño desayuno, varias por su parte, en soledad, alguna que otra en pareja. No era una taberna para cualquiera, Nelson tenía el lugar espantado de ebrios de tiempo completo, y busca pleitos. Sus precios eran algo elevados pero lo que servía era sumamente gustoso y cualquier adinerado sabría reconocerlo. Me señaló un tipo sentado a solas pegado a una de las ventanas a la calle y dijo que me acercara, que él me pondría al tanto de unas cuestiones.
- Buenos días -dije colocándome de lado a su mesa- ¿Puedo? -señalé el cómodo sillón.
- ¡Oh! ¡Por supuesto! -sacudió su ropa prolijándose- Mi nombre es Joseph, usted debe ser el señor Ykanji. Soy asesor y secretario de uno de los bancarios más importantes del sur de París, el señor Seanfred.
- Es un gusto Joseph -tuve una gran impresión por dentro al escuchar que estaba sentado frente a un tipo ligado al mundo bancario, no sabía con que cuestión podía salirme-. Puede decirme Isarato -hice una pequeña pausa como observando hacia afuera y me volví a Joseph-. Parece ser un bonito día para disfrutar al aire libre.
- Verdad que sí, espero que así continúe durante el día de mañana y por la noche. Un grupo de accionistas y prestamistas importantes llegarán de Roma, Italia, y tendrán una cena para celebrar futuros negocios con el señor Seanfred y sus socios. Como debes imaginar, estas son cenas en las que nada debe fallar, debe tener muchos lujos y detalles -dijo señalando apuntando hacia arriba con seriedad.
Me sorprendí al oír aquello último. No entendía bien por donde se encaminaba la conversación, y no me gustaba interrumpir ni preguntar antes de tiempo, pero Joseph hizo una pausa y se quedó mirándome esperando una devolución.
- Sí, sí, entiendo perfectamente. Debe ser una recepción con un ambiente cálido para tratar temas ásperos con suavidad, y poder estar relajados para hablar de negocios. ¿Pero que hay con eso?
- Verá usted. En una reunión con tanta gente importante, se corren riesgos. Tras grandes e importantes personas, siempre hay grandes e importantes sombras. Pero no queremos ser descorteces con la seguridad. Usted sabe, los italianos por lo general tienen sus hombres por lo que su protección estará cubierta de todos modos. Y nuestros hombres también son buenos, pero no queremos que esto parezca una especie de mafia ni desprestigiar la ciudad de París como si esta estuviera llena de terroristas o algo por el estilo. Por lo que pensamos dejar a nuestros hombres de lado.
- Claro, entiendo, es difícil pensar en hacer negocios con gente que tiene unos cuantos hombres de miradas desafiantes detrás -no dije más, se ponía interesante lo que Joseph explicaba y no quería adelantarme.
- Continuaré. Aún así, nosotros queremos estar preparados para cualquier eventualidad, pero con mucha discreción y sin que los Italianos se den cuenta. Por lo que pensé en contratar gente preparada en ese sentido, pero que cuente con otras habilidades como recepción de los invitados, servicio a la mesa, cocina, música... Nelson me dijo que usted debe ser un hombre muy capaz en esos sentidos, ¿Qué dice usted que podría hacer para ayudarme?
Interesante, muy interesante. Hacía tiempo esperaba tener como encargo una misión así. Me alegré de haber dado con Nelson la noche anterior. ¿Cuantas posibilidades había de que esa cena tuviera complicaciones? Solo tenía que ofrecerme como mesero, o recepcionista y tendría una buena cantidad de dinero en mis bolsillos. Pero yo solo no podía encargarme de todas esas tareas, tenía que encontrar gente que se encargara de lo demás y otras atenciones. Necesitaba un equipo capacitado en todo sentido.
- Verdaderamente, me gustaría ayudarlo, y si por mi fuera ya me alistaría para comenzar. Pero no puedo encargarme de todo eso yo solo, y debo encontrar gente con la capacidad para hacer esas tareas. ¿Cuando dijo que es la cena?
- Mañana por la noche. No se preocupe, le daré algo de dinero como adelanto para que pueda tratar con algo de beber de por medio con las personas que usted crea necesarias -dijo buscando dinero en su lujoso saco.
- No es necesario, verdaderamente, confíe en mi. Puede dejar en mis manos este compromiso. Aceptaré su paga con gusto cuando el trabajo haya terminado -apretaba los dientes, puesto que sabía que trataba con gente importante pero a su vez que contaba con matones. Si fallaba en algo o ponía en riesgo sus negocios iba a tener problemas, por lo que prefería no ensuciarme las manos con dinero todavía.
- Muy cortés de su parte señor Ykanji, espero no equivocarme, usted parece un hombre fiable. Le dejo unos papeles que deberán completar con sus datos aquellos que quieran estar presentes para ayudarle mañana por la noche. Le pediré puntualidad y presencia.
Despedí a Joseph con unas últimas palabras y halagos, disponiéndome a comenzar cuanto antes a encontrar mi equipo de trabajo para tan importante fiesta. No conocía mucha gente por allí, así que traté con Nelson el asunto y le pedí que me otorgara una mesa grande para hablar en grupo, así como su recomendación de otras que él mismo conociera y creyera capaces de sumarse a la misión.
Esperé sentado entonces con una botella de agua fría, la llegada de otras 7 personas.
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**OFF: Cabe destacar que no será una partida que represente un armisticio ni nada parecido. Simplemente se tratará de cumplir con la organización de la fiesta, y quizás haya algunos altercados pero nada de matar gente ni ponerse violento. Quiero una partida que no lleve mas de 15 posts a cada uno.
Espero que les agrade la trama!! Cualquier consulta por MP.**
Última edición por Isarato Ykanji el Vie Ago 02, 2013 11:18 pm, editado 2 veces
Isarato Ykanji- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 25/07/2013
Edad : 32
Localización : Buenos Aires
Re: Salsa para todos.
No había salido demasiado durante los últimos dias, al menos no por el día. Desde que fui a despedirme a Fabian, estaba más alicaída y pensativa que nunca. Si salía, era siempre por la noche, cómo lo hacían los vampiros, y escapándome de casa. No sabía cómo lograba arreglármelas, pero de hecho lo hacía, y siempre para perderme en lugares alejados del resto del mundo. No tenía ganas de ver a nadie. Lo único que quería era alejarme del resto de los mortales, pensar, no dejar que nada interrumpiera éste viaje. Cómo si pudiera acompañarle, esperar que en algún momento el susurro de su espíritu comenzara a contarme cosas, decirme que estaba bien...para así poder seguir adelante con más rapidez...
A veces incluso le daba vueltas a la cabeza a las palabras de aquella mujer...ése era gran parte del motivo por el que lograba levantarme y hacer lo que debía hacer. La vida siempre avanza, no se detiene en ningún instante, sigue dando vueltas y por ese mismo motivo le sigo el ritmo, con cuidado. Tenía además la certeza de que algún día dejaría de sentirme tan mal ante los amaneceres. Y aquel día era igual. Por primera vez en mucho tiempo, saldría de casa siendo de día. Pero no por propia voluntad. Cómo siempre, fue mi hermana la que me arrastró. Mi gemela Eva había decidido que estaba más que harta de que estuviera en casa y me obligó a salir. Por lo visto tenía que unirse a un equipo para preparar una especie de fiesta, y tenía un plan que a mí me parecía absurdo, total y completamente absurdo, pero que no tendría más remedio que llevar a cabo porque sino...habría problemas. Y no estaba de humor para esos problemas.
-¿Por qué me llevas a ésta taberna? Ya sabes lo que pienso yo de las tabernas...suéltame. Quiero irme a casa, Eva. O a cualquier otro lado, menos allí. Me da igual dónde...¡qué me sueltes, maldita!-forcejeé cuando nos bajamos del carruaje. Ésto era siempre lo que sucedía todos los días...mi hermana y yo siempre nos terminábamos peleando por cualquier chorrada, y ella estaba más que a acostumbrada a mis desplantes, por lo que se echó a reír alegremente mientras me seguía arrastrando a ese lugar. Pensaba que me hacía falta unas cuantas fiestas para animarme. Pero lo hacía para fastidiarme, eso lo sabía demasiado bien. Eva siempre trataba de fastidiarme, y si hubiera estado de mejor humor el otro día habría sido capaz de sacarme a rastras de la iglesia el día que yo estaba hablando con aquella mujer...pero esa mujer imponía respeto...
Mientras entrábamos en la taberna deseé con todas mis fuerzas que mi hermana se casara pronto y dejara la casa, así estaría tranquila de una buena vez. No tendría que contarle a mis padres lo que hacía...las fiestas que preparaba cuando no estaban en casa, cuando echaba a todo el mundo e invitaba a ciertos caballeros a su casa...no, no penséis mal...no es una perdida. Simplemente les encanta torturarlos para dejarlos con la miel en los labios, por algo son caballeros...pensaba en ésto mientras entrábamos en la taberna...que estaba mucho más limpia de lo normal. Ésto hizo que soltara un suspiro de alivio. Siempre me había imaginado las tabernas cómo lugares escuchimizados, llenos de suciedad y de gente borracha que se pelea...de éstos probablemente hubiera unos cuantos...Eva pareció adivinar lo que estaba pensando y se echó a reír...burlándose de mí. Mi hermana gemela me dijo que estaba siendo ridícula. Cualquiera que nos viera veía una escena extraña. Dos mujeres iguales, una riéndose de la otra, Eva con ese vestido de tafetán ceñido que se ceñía tan bien a sus curvas y yo con un vestido parecido...pero en negro.
-Lucinda...harás un trabajo maravilloso...tocas bien el piano, serás de gran ayuda en la fiesta...con tu música y mis encantos haremos un trabajo maravilloso...mira, allí está el caballero esperándonos en la mesa grande...vamos...-se dispuso a volver a cogerme del brazo para arrastrarme pero yo solté una palabra muy poco propia en boca de una dama y me alejé de ella, acercándome a esa mesa con toda la dignidad del mundo, casi parecida a la que había tenido el otro día en la iglesia. Tenía razón, de todos modos. Eva, aunque fuera odiosa, de vez en cuando intentaba ayudarme, aunque sus métodos fueran poco ortodoxos, y éste era uno de ellos, pero no podía negar que tenía razón. Si tocaba buena música podría...sí, es cierto. Me había traído aquí para que me encargase de la música. Ella probablemente se exhibiría. Se lo había dicho antes, pero se había reído antes ésto.
-¡Bonjour! Espero que no le hayamos hecho esperar mucho, monsieur...-dijo Eva haciendo un elegante saludo y sentándose cerca de él en la mesa. Yo me senté al lado de Eva y rodé los ojos, pero luego suspiré y pensé que quizás aquello no fuera tan malo después de todo. Quizás me distrajera, de todos modos. Ayudar a organizar una fiesta de éstas no puede ser tan difícil. Nada podía salir mal...no por algo padre nos había dejado ir a mi y a Eva solas, y todo el mundo sabe que mi padre piensa que Eva no es muy sensata. Pero para éstas cosas...meneé la cabeza de un lado para otro para esquivar mis pensamientos y le dirigí una agradable sonrisa al caballero.-¿Hemos llegado demasiado pronto?¿O hemos...llegado tarde? Hay mucho de lo que hablar.
A veces incluso le daba vueltas a la cabeza a las palabras de aquella mujer...ése era gran parte del motivo por el que lograba levantarme y hacer lo que debía hacer. La vida siempre avanza, no se detiene en ningún instante, sigue dando vueltas y por ese mismo motivo le sigo el ritmo, con cuidado. Tenía además la certeza de que algún día dejaría de sentirme tan mal ante los amaneceres. Y aquel día era igual. Por primera vez en mucho tiempo, saldría de casa siendo de día. Pero no por propia voluntad. Cómo siempre, fue mi hermana la que me arrastró. Mi gemela Eva había decidido que estaba más que harta de que estuviera en casa y me obligó a salir. Por lo visto tenía que unirse a un equipo para preparar una especie de fiesta, y tenía un plan que a mí me parecía absurdo, total y completamente absurdo, pero que no tendría más remedio que llevar a cabo porque sino...habría problemas. Y no estaba de humor para esos problemas.
-¿Por qué me llevas a ésta taberna? Ya sabes lo que pienso yo de las tabernas...suéltame. Quiero irme a casa, Eva. O a cualquier otro lado, menos allí. Me da igual dónde...¡qué me sueltes, maldita!-forcejeé cuando nos bajamos del carruaje. Ésto era siempre lo que sucedía todos los días...mi hermana y yo siempre nos terminábamos peleando por cualquier chorrada, y ella estaba más que a acostumbrada a mis desplantes, por lo que se echó a reír alegremente mientras me seguía arrastrando a ese lugar. Pensaba que me hacía falta unas cuantas fiestas para animarme. Pero lo hacía para fastidiarme, eso lo sabía demasiado bien. Eva siempre trataba de fastidiarme, y si hubiera estado de mejor humor el otro día habría sido capaz de sacarme a rastras de la iglesia el día que yo estaba hablando con aquella mujer...pero esa mujer imponía respeto...
Mientras entrábamos en la taberna deseé con todas mis fuerzas que mi hermana se casara pronto y dejara la casa, así estaría tranquila de una buena vez. No tendría que contarle a mis padres lo que hacía...las fiestas que preparaba cuando no estaban en casa, cuando echaba a todo el mundo e invitaba a ciertos caballeros a su casa...no, no penséis mal...no es una perdida. Simplemente les encanta torturarlos para dejarlos con la miel en los labios, por algo son caballeros...pensaba en ésto mientras entrábamos en la taberna...que estaba mucho más limpia de lo normal. Ésto hizo que soltara un suspiro de alivio. Siempre me había imaginado las tabernas cómo lugares escuchimizados, llenos de suciedad y de gente borracha que se pelea...de éstos probablemente hubiera unos cuantos...Eva pareció adivinar lo que estaba pensando y se echó a reír...burlándose de mí. Mi hermana gemela me dijo que estaba siendo ridícula. Cualquiera que nos viera veía una escena extraña. Dos mujeres iguales, una riéndose de la otra, Eva con ese vestido de tafetán ceñido que se ceñía tan bien a sus curvas y yo con un vestido parecido...pero en negro.
-Lucinda...harás un trabajo maravilloso...tocas bien el piano, serás de gran ayuda en la fiesta...con tu música y mis encantos haremos un trabajo maravilloso...mira, allí está el caballero esperándonos en la mesa grande...vamos...-se dispuso a volver a cogerme del brazo para arrastrarme pero yo solté una palabra muy poco propia en boca de una dama y me alejé de ella, acercándome a esa mesa con toda la dignidad del mundo, casi parecida a la que había tenido el otro día en la iglesia. Tenía razón, de todos modos. Eva, aunque fuera odiosa, de vez en cuando intentaba ayudarme, aunque sus métodos fueran poco ortodoxos, y éste era uno de ellos, pero no podía negar que tenía razón. Si tocaba buena música podría...sí, es cierto. Me había traído aquí para que me encargase de la música. Ella probablemente se exhibiría. Se lo había dicho antes, pero se había reído antes ésto.
-¡Bonjour! Espero que no le hayamos hecho esperar mucho, monsieur...-dijo Eva haciendo un elegante saludo y sentándose cerca de él en la mesa. Yo me senté al lado de Eva y rodé los ojos, pero luego suspiré y pensé que quizás aquello no fuera tan malo después de todo. Quizás me distrajera, de todos modos. Ayudar a organizar una fiesta de éstas no puede ser tan difícil. Nada podía salir mal...no por algo padre nos había dejado ir a mi y a Eva solas, y todo el mundo sabe que mi padre piensa que Eva no es muy sensata. Pero para éstas cosas...meneé la cabeza de un lado para otro para esquivar mis pensamientos y le dirigí una agradable sonrisa al caballero.-¿Hemos llegado demasiado pronto?¿O hemos...llegado tarde? Hay mucho de lo que hablar.
Lucinda Gregory- Humano Clase Media
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: Salsa para todos.
Aun se encontraba insegura y confusa por todo lo que había sucedido en esos días. Una tarde de manera repentina se había acercado un desconocido diciendo conocerla y aunque en un principio dudo en hacerle caso alguno al desconocido con su sonrisa amable y con un idioma que conocía a la perfección, Nastya acepto a darle unos minutos de su atención; minutos que le llevarían parte de su pasado de nuevo hasta ella.
Aquel hombre se presento como Isarato y de inmediato la cambiaformas sintió que en si nombre existía algo sumamente familiar, pero cuando el hablo del orfanato de su infancia y de ella en una versión mas joven y menos preocupada de las cosas su mirada se ilumino como en mucho tiempo no le pasaba.
Isarato... Aquel que poseía algo extraño y que siempre parecía cuidarla aunque no lo necesitara, él entraba de nuevo en su vida. En el pasado no se había dado la oportunidad de tratar con él, pero bueno en ese entonces era solo una niña que no sabia de la vida tanto como en esos momentos conocía.
La confusión en la mente de la joven no era por otra cosa que el deseo de volver a rememorar sus días de juventud y claro compartir historias con alguien que le entendería, por otro lado mantener relación con alguien del orfanato le haría pensar de manera mas continua en aquel terrible incidente que le llevo en un primer lugar a alejarse del lugar que tanto amaba y de las personas que consideraba su familia.
¿Qué era lo que debía hacer? Llevaba cuestionándose a si misma días, pero aun no podía decidir que hacer, por lo que finalmente termino optando por volver a encontrarse con Isarato pues creía que la manera en como se sintiera cerca de él seria la clave para saber de que manera actuar en un final.
Si no se equivocaba le habían dicho que Isarato trabajaba en una taberna de gente rica, al menos mas rica que la mayoría pues pocas personas asistían y nunca había problemas. Eso era lo que se había enterado en esos últimos días pues aunque no se volvieron a encontrar; ella se dio a la tarea de indagar tanto como pudiera de aquel viejo compañero de vida.
Armandose de valor fue como se dirigió al lugar donde se suponía le encontraría y ya cuando se encontraba cerca del lugar pudo escuchar a unas personas sobre la búsqueda de trabajo por parte de la taberna en la que tenia entendido trabajaba Isarato. Una sonrisa victoriosa apareció en sus labios; no existía mejor forma de ver como se sentía que trabajando un poco a su lado.
Aumentando la velocidad de sus pasos termino llegando a la taberna y sin pensarlo dos veces ingreso en ella; con su mirada busco aquel rostro conocido y cuando le diviso en una mesa donde también se encontraban otras personas camino hasta ella.
- Hola - su mirada se enfoco en Isarato - supe que necesitaban ayuda por aquí y he venido para ver si puedo servir para algo - sonrió cual perro contento que espera que den un premio por su comportamiento o en el caso de la mujer, trabajo.
Aquel hombre se presento como Isarato y de inmediato la cambiaformas sintió que en si nombre existía algo sumamente familiar, pero cuando el hablo del orfanato de su infancia y de ella en una versión mas joven y menos preocupada de las cosas su mirada se ilumino como en mucho tiempo no le pasaba.
Isarato... Aquel que poseía algo extraño y que siempre parecía cuidarla aunque no lo necesitara, él entraba de nuevo en su vida. En el pasado no se había dado la oportunidad de tratar con él, pero bueno en ese entonces era solo una niña que no sabia de la vida tanto como en esos momentos conocía.
La confusión en la mente de la joven no era por otra cosa que el deseo de volver a rememorar sus días de juventud y claro compartir historias con alguien que le entendería, por otro lado mantener relación con alguien del orfanato le haría pensar de manera mas continua en aquel terrible incidente que le llevo en un primer lugar a alejarse del lugar que tanto amaba y de las personas que consideraba su familia.
¿Qué era lo que debía hacer? Llevaba cuestionándose a si misma días, pero aun no podía decidir que hacer, por lo que finalmente termino optando por volver a encontrarse con Isarato pues creía que la manera en como se sintiera cerca de él seria la clave para saber de que manera actuar en un final.
Si no se equivocaba le habían dicho que Isarato trabajaba en una taberna de gente rica, al menos mas rica que la mayoría pues pocas personas asistían y nunca había problemas. Eso era lo que se había enterado en esos últimos días pues aunque no se volvieron a encontrar; ella se dio a la tarea de indagar tanto como pudiera de aquel viejo compañero de vida.
Armandose de valor fue como se dirigió al lugar donde se suponía le encontraría y ya cuando se encontraba cerca del lugar pudo escuchar a unas personas sobre la búsqueda de trabajo por parte de la taberna en la que tenia entendido trabajaba Isarato. Una sonrisa victoriosa apareció en sus labios; no existía mejor forma de ver como se sentía que trabajando un poco a su lado.
Aumentando la velocidad de sus pasos termino llegando a la taberna y sin pensarlo dos veces ingreso en ella; con su mirada busco aquel rostro conocido y cuando le diviso en una mesa donde también se encontraban otras personas camino hasta ella.
- Hola - su mirada se enfoco en Isarato - supe que necesitaban ayuda por aquí y he venido para ver si puedo servir para algo - sonrió cual perro contento que espera que den un premio por su comportamiento o en el caso de la mujer, trabajo.
Eliot Lorenzetti- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 05/05/2013
Re: Salsa para todos.
Allí sentado frente a esa mesa blanca de brillosa piedra, con las manos en la frente, meditaba los pormenores que le buscaría a los ofrecidos para este trabajo. Eran tareas varias, e iba a necesitar un personal variado, tanto de hombres como de mujeres para tener tacto con algunos detalles como la decoración y desviar la atención de la gente también hacia lo sensual y no tanto en el trabajo.
Luego de esperar cerca de media hora, cuando comenzaba a ponerme nervioso de tanto acomodar los papeles de registro que debían completar los contratados, aparecieron dos jóvenes mujeres. No lo podía negar, sus parecidos me impresionaban, al punto de preguntarme si estaba viendo doble. Sin embargo, sus modos eran bastante distintos y parecía que tenían la necesidad de hacer notar que una no congeniaba con la otra. Llegaron vestidas muy elegantemente, era posible que fueran gente de buen poder adquisitivo, ¿Con qué necesidad se meterían en este embrollo? Mientras pudieran tomarlo en serio, y tuvieran buenos dones para la música o la cocina, no me interesaría en que mal gastaran su tiempo. Ya habrá tiempo para ver con qué salen estas niñas pensaba, mientras las observaba acomodarse en la mesa.
- ¡Bonjour! Espero no le hayamos hecho esperar mucho, monsieur... -dijo la que aparentemente era más sociable, más simpática, como remarcando el contraste con su hermana. Mientras que la segunda ignorando el pequeño mal trato añadió - ¿Hemos llegado demasiado pronto? ¿O hemos... llegado tarde? Hay mucho de lo que hablar.
- Por supuesto que no madame, han llegado en el momento indicado, les pido que aguarden a que se haya reunido la cantidad necesaria para explicarles de que trata.
¿Quién iba a decirlo? Todo sucedería tan rápido, sin quererlo ni buscarlo, en pocos minutos, las campanas de arriba de la puerta de la taberna sonaron, la puerta se abrió, dirigí la mirada en esa dirección y allí se presentó. Una mujer de rasgos familiares, alguien que buscaba hace tiempo. Por lo visto, no estaba equivocado cuando decidí emprender mi camino a París. ¿Era ella definitivamente? No podía reconocerla sin que antes se presentase como tal. Sin dudas tenía que mantenerla cerca de mi, y esperar al momento indicado para hablar sobre lo que ella me recordaba.
A paso firme se acercó a la mesa con sencillez.
- Hola, supe que necesitaban ayuda por aquí y he venido para ver si puedo servir para algo.
La miré con una pequeña sonrisa y con suavidad respondí:
- Puede tomar asiento, de seguro encontraremos algo en lo que usted pueda ayudarme.
Unos minutos después un joven de cabello largo y rizado, de contextura delgada, y con un semblante divertido, junto a su padre, un hombre también de aspecto agradable, de buena contextura, bigote y calvicie en lo alto de su cabeza, se presentaron también como voluntarios para hacer cualquier labor. El nombre del joven era Adam, y su padre Charles. Tenían un acento inglés, pero manejaban bastante bien el francés.
Proseguí por presentarme, sentado desde mi lugar con las manos sobre la mesa y los dedos entrecruzados:
- Mi nombre es Isarato Ykanji, probablemente ya lo sepan –hablaba mirando a uno y otro-, como les han informado, tengo a cargo la organización de una importante cena de bancarios, hombres de negocios millonarios. Necesitaré compromiso y seriedad por sus partes para que la misma se realice correctamente. Quien nos contrata es el señor Joseph, secretario, o mano derecha del señor Seanfred. El propósito de todo esto es servir de apoyo al señor Seanfred, pero dudo que nos toque interceder. De ser así, señoritas, contaré incluso con ustedes. Esto no será necesario siempre y cuando hagamos nuestras tareas bien hechas y actuemos inteligentemente. Quisiera ir conociendo sus habilidades en general para saber que tareas asignarles –concluí abriendo paso a una puntual charla.
Por suerte las capacidades de las tres muchachas bien se complementaban con las del joven, su padre y yo. Así como se los veía al calvo y ese flacucho casi adolescente, eran muy buenos en esgrima. Por su parte Adam, tenía una afinidad innata para tocar la trompeta, que complementada con un piano que podría tocar Lucinda, daría un perfecto contraste. El señor Charles tenía conocimiento sobre cocina italiana solo necesitaba una mano femenina en la cocina que le daría su toque especial, allí entraría Eva. Finalmente, la restante señorita, no me había equivocado cuando la observé entrar a la taberna. Nastya, Nastya Vasíliev. Era ella, pero no sabía por que habría de encontrarme allí. No sabía sobre la enfermedad de Franquey. No sabía que yo tenía ese especial don en común con ella de cambiar de forma. Seguramente haría buen equipo con ella encargándonos de la recepción y el servicio a la mesa.
- Con esto quedará concluida esta reunión. Rellenarán como una formalidad estos papeles con sus respectivos datos, como una formalidad que debo presentarle al señor Seanfred de que no somos gente de mala calaña. Ahora les daré un broche de estos que deberán llevar en su ropa –metí mi mano en un bolsillo del pantalón para sacar los broches- para ser identificados como parte del personal cuando lleguen a la residencia en la que se hará la cena. Nos volveremos a ver aquí nuevamente, mañana cuando empiece a caer el Sol. Tendremos una ardua labor.
Finalicé para reunir los papeles completados por mis compañeros y retirarme a hacer unas tareas pendientes por las calles.
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**OFF: Les pediré que posteen hasta su salida del lugar y que si incluyen el diálogo sobre las labores que harán, que concuerde con lo que les he repartido. Espero que les haya gustado el post!! Suerte niñas!!**
Luego de esperar cerca de media hora, cuando comenzaba a ponerme nervioso de tanto acomodar los papeles de registro que debían completar los contratados, aparecieron dos jóvenes mujeres. No lo podía negar, sus parecidos me impresionaban, al punto de preguntarme si estaba viendo doble. Sin embargo, sus modos eran bastante distintos y parecía que tenían la necesidad de hacer notar que una no congeniaba con la otra. Llegaron vestidas muy elegantemente, era posible que fueran gente de buen poder adquisitivo, ¿Con qué necesidad se meterían en este embrollo? Mientras pudieran tomarlo en serio, y tuvieran buenos dones para la música o la cocina, no me interesaría en que mal gastaran su tiempo. Ya habrá tiempo para ver con qué salen estas niñas pensaba, mientras las observaba acomodarse en la mesa.
- ¡Bonjour! Espero no le hayamos hecho esperar mucho, monsieur... -dijo la que aparentemente era más sociable, más simpática, como remarcando el contraste con su hermana. Mientras que la segunda ignorando el pequeño mal trato añadió - ¿Hemos llegado demasiado pronto? ¿O hemos... llegado tarde? Hay mucho de lo que hablar.
- Por supuesto que no madame, han llegado en el momento indicado, les pido que aguarden a que se haya reunido la cantidad necesaria para explicarles de que trata.
¿Quién iba a decirlo? Todo sucedería tan rápido, sin quererlo ni buscarlo, en pocos minutos, las campanas de arriba de la puerta de la taberna sonaron, la puerta se abrió, dirigí la mirada en esa dirección y allí se presentó. Una mujer de rasgos familiares, alguien que buscaba hace tiempo. Por lo visto, no estaba equivocado cuando decidí emprender mi camino a París. ¿Era ella definitivamente? No podía reconocerla sin que antes se presentase como tal. Sin dudas tenía que mantenerla cerca de mi, y esperar al momento indicado para hablar sobre lo que ella me recordaba.
A paso firme se acercó a la mesa con sencillez.
- Hola, supe que necesitaban ayuda por aquí y he venido para ver si puedo servir para algo.
La miré con una pequeña sonrisa y con suavidad respondí:
- Puede tomar asiento, de seguro encontraremos algo en lo que usted pueda ayudarme.
Unos minutos después un joven de cabello largo y rizado, de contextura delgada, y con un semblante divertido, junto a su padre, un hombre también de aspecto agradable, de buena contextura, bigote y calvicie en lo alto de su cabeza, se presentaron también como voluntarios para hacer cualquier labor. El nombre del joven era Adam, y su padre Charles. Tenían un acento inglés, pero manejaban bastante bien el francés.
Proseguí por presentarme, sentado desde mi lugar con las manos sobre la mesa y los dedos entrecruzados:
- Mi nombre es Isarato Ykanji, probablemente ya lo sepan –hablaba mirando a uno y otro-, como les han informado, tengo a cargo la organización de una importante cena de bancarios, hombres de negocios millonarios. Necesitaré compromiso y seriedad por sus partes para que la misma se realice correctamente. Quien nos contrata es el señor Joseph, secretario, o mano derecha del señor Seanfred. El propósito de todo esto es servir de apoyo al señor Seanfred, pero dudo que nos toque interceder. De ser así, señoritas, contaré incluso con ustedes. Esto no será necesario siempre y cuando hagamos nuestras tareas bien hechas y actuemos inteligentemente. Quisiera ir conociendo sus habilidades en general para saber que tareas asignarles –concluí abriendo paso a una puntual charla.
Por suerte las capacidades de las tres muchachas bien se complementaban con las del joven, su padre y yo. Así como se los veía al calvo y ese flacucho casi adolescente, eran muy buenos en esgrima. Por su parte Adam, tenía una afinidad innata para tocar la trompeta, que complementada con un piano que podría tocar Lucinda, daría un perfecto contraste. El señor Charles tenía conocimiento sobre cocina italiana solo necesitaba una mano femenina en la cocina que le daría su toque especial, allí entraría Eva. Finalmente, la restante señorita, no me había equivocado cuando la observé entrar a la taberna. Nastya, Nastya Vasíliev. Era ella, pero no sabía por que habría de encontrarme allí. No sabía sobre la enfermedad de Franquey. No sabía que yo tenía ese especial don en común con ella de cambiar de forma. Seguramente haría buen equipo con ella encargándonos de la recepción y el servicio a la mesa.
- Con esto quedará concluida esta reunión. Rellenarán como una formalidad estos papeles con sus respectivos datos, como una formalidad que debo presentarle al señor Seanfred de que no somos gente de mala calaña. Ahora les daré un broche de estos que deberán llevar en su ropa –metí mi mano en un bolsillo del pantalón para sacar los broches- para ser identificados como parte del personal cuando lleguen a la residencia en la que se hará la cena. Nos volveremos a ver aquí nuevamente, mañana cuando empiece a caer el Sol. Tendremos una ardua labor.
Finalicé para reunir los papeles completados por mis compañeros y retirarme a hacer unas tareas pendientes por las calles.
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**OFF: Les pediré que posteen hasta su salida del lugar y que si incluyen el diálogo sobre las labores que harán, que concuerde con lo que les he repartido. Espero que les haya gustado el post!! Suerte niñas!!**
Isarato Ykanji- Cambiante Clase Baja
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