AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Kalevi Hailuotola
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Kalevi Hailuotola
DATOS BÁSICOS
-Nombre Original: Kuutuli
-Edad real: 685 años
-Edad aparente: 27 años
-Especie: Vampiro
-Tipo, Clase Social o Cargo: Extranjero / Clase Media
-Orientación Sexual: Bisexual
-Lugar de Origen: Hailuoto, Suomi (Finlandia)
-Habilidades innatas: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
-Atributos: Colmillos afilados, uñas afiladas, piel y cuerpo resistentes (aunque suave al tacto y a la vista), e inmortalidad.
-Poderes innatos: Sanación acelerada y percepción del aura.
-Poderes personales: Rastreo, Manipulación de la memoria, Hetmokinesis.
DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA
La primera impresión que suele dar Kalevi es que se trata de una persona civilizada y cordial que, aunque formal y algo reservada, demuestra amabilidad. Sabe apreciar tanto la soledad como la compañía, por lo que no ve motivos para ofender a nadie de buenas a primeras y es consciente de que, por las buenas, se suele conseguir mucho más que por las malas. Ahora bien, como ya se ha dicho, es bastante reservado y su historia la conoce no demasiada gente. No suele mentir sobre su origen — excepto ante los humanos por motivos obvios—, aunque suele omitir mencionar su edad para librarse de la tarea de relatar los cinco siglos que, en términos prácticos, no ha vivido.
Quizás lo más curioso de él sea que, pese a ser un vampiro, siga considerándose un humano. Desde su punto de vista, lo que le aflige es una especie de enfermedad, quizás compleja y quizás irreversible, pero una enfermedad al fin y al cabo. Sigue morando el mismo cuerpo y sigue siendo la misma persona, por mucho que ciertas cuestiones de su vida hayan variado. La condición humana no radica en el físico, sino en la mente o en la forma de ser de cada uno. Esa es la principal razón por la que intenta evitar alimentarse de humanos en la medida que le sea posible, fundamentando su dieta en sangre de animal, aunque bebiendo lo necesario de humanos a los que visita de noche, mientras duermen; si se despiertan, les borra la memoria. Desde hace un siglo se ha controlado y las únicas personas a las que ha matado ha sido a aquellas que sacrifica a sus dioses, de las cuales no prueba ni una gota. De esto se deriva que no cree en el Dios cristiano, sino que sigue las creencias de sus ancestros, por lo que la moral actual no tiene gran valor a sus ojos.
Entrando en cuestiones de sentimientos y sexualidad, se puede decir que tiene los mismos prejuicios que había en su cultura. Para ellos la procreación era un deber dentro de la tribu, pero Kalevi, ahora que es estéril, ha quedado exento de dicha responsabilidad, por lo que tiene vía libre para disfrutar de los placeres que le puede ofrecer uno u otro género. Sin embargo es alguien de poco contacto físico, por lo que no es dado al desenfreno y las parejas sexuales que ha tenido durante toda su vida —o no-vida— son más bien escasas. Tuvo una mujer y una familia, aunque ella y su hija murieron cuando él aún tenía una vida normal, pero no volvió a saber de su hijo después de aniquilar a su aldea —hecho del que no se siente cómodo hablando por arrepentirse terriblemente de ello—, aunque sabe que él no lo mató.
Tiene tres grandes pasiones: el saber, la música y la talla de madera. Kalevi está siempre abierto a nuevo conocimiento, así como generalmente está dispuesto a instruir a otros de lo que sabe —si es que considera que éstos lo merecen— y la afición de crear pequeñas figuras la adquirió siendo adolescente. En cuanto a la música se puede decir que disfruta tanto de escucharla como de interpretarla, sabiendo tocar el piano con una soltura un tanto más que aceptable.
Quizás lo más curioso de él sea que, pese a ser un vampiro, siga considerándose un humano. Desde su punto de vista, lo que le aflige es una especie de enfermedad, quizás compleja y quizás irreversible, pero una enfermedad al fin y al cabo. Sigue morando el mismo cuerpo y sigue siendo la misma persona, por mucho que ciertas cuestiones de su vida hayan variado. La condición humana no radica en el físico, sino en la mente o en la forma de ser de cada uno. Esa es la principal razón por la que intenta evitar alimentarse de humanos en la medida que le sea posible, fundamentando su dieta en sangre de animal, aunque bebiendo lo necesario de humanos a los que visita de noche, mientras duermen; si se despiertan, les borra la memoria. Desde hace un siglo se ha controlado y las únicas personas a las que ha matado ha sido a aquellas que sacrifica a sus dioses, de las cuales no prueba ni una gota. De esto se deriva que no cree en el Dios cristiano, sino que sigue las creencias de sus ancestros, por lo que la moral actual no tiene gran valor a sus ojos.
Entrando en cuestiones de sentimientos y sexualidad, se puede decir que tiene los mismos prejuicios que había en su cultura. Para ellos la procreación era un deber dentro de la tribu, pero Kalevi, ahora que es estéril, ha quedado exento de dicha responsabilidad, por lo que tiene vía libre para disfrutar de los placeres que le puede ofrecer uno u otro género. Sin embargo es alguien de poco contacto físico, por lo que no es dado al desenfreno y las parejas sexuales que ha tenido durante toda su vida —o no-vida— son más bien escasas. Tuvo una mujer y una familia, aunque ella y su hija murieron cuando él aún tenía una vida normal, pero no volvió a saber de su hijo después de aniquilar a su aldea —hecho del que no se siente cómodo hablando por arrepentirse terriblemente de ello—, aunque sabe que él no lo mató.
Tiene tres grandes pasiones: el saber, la música y la talla de madera. Kalevi está siempre abierto a nuevo conocimiento, así como generalmente está dispuesto a instruir a otros de lo que sabe —si es que considera que éstos lo merecen— y la afición de crear pequeñas figuras la adquirió siendo adolescente. En cuanto a la música se puede decir que disfruta tanto de escucharla como de interpretarla, sabiendo tocar el piano con una soltura un tanto más que aceptable.
HISTORIA
En un frío día de invierno de hace varios siglos nacería un niño de cabello y ojos claros al que llamarían Kuutuli en referencia a la luna roja que regía el cielo. En el calendario actual quedaría fechado como veintisiete de febrero del año mil ciento quince, pero esa forma de medición del tiempo no estaba en uso en aquella zona no cristianizada de Europa. El punto concreto era Hailuoto, una isla al norte del Golfo de Botnia y muy cerca de la masa principal de tierra de lo que hoy se conoce como Finlandia. Desde hacía más tiempo del que nadie podía recordar había estado habitada por una tribu que se hacía llamar narot.
La palabra narot significa sombra y fue obtenida y adoptada por la tribu por dos razones: por la fama de sigilosos e indetectables que tenían sus miembros y por adorar, principalmente, al panteón de los dioses de Tuonela, el mundo de los muertos. Eran, por lo tanto, paganos que seguían las tradiciones finesas, pero al ser un grupo relativamente cerrado, desarrollaron características propias. Al igual que los demás fineses tenían un gran respeto por la naturaleza y por los espíritus que habitaban en todos los animales, plantas e incluso lugares y objetos inanimados, pero sus creencias religiosas diferenciaban su actuación. Ellos se encontraban muy relacionados con la muerte y la noche, ya que rendían culto principalmente a Tuoni, Tuonetar, soberanos de Tuonela, y a sus hijas. Para ellos el alma de las personas tenía especial importancia, pues era su principal ofrenda a sus dioses, sacrificando humanos que secuestraban para el equinoccio de otoño y que asesinaban en el equinoccio de primavera.
Kuutuli fue criado en aquel contexto, ayudando en la vida diaria de la aldea en la medida que pudiese, como cualquier otro. Aprendió a pescar, a cocinar, talaba madera para leña o para fabricar enseres, etcétera. Le enseñaron, así mismo, las leyendas que conformaban su tradición y le formaron en las técnicas sagradas del sigilo, el secuestro y el asesinato, que, según ellos, les habían enseñado sus propios dioses tiempo atrás.
Cuando tenía dieciséis años se le permitió acompañar por primera vez a otros miembros de la tribu en una expedición que tenía como fin conseguir rehenes que sacrificar en el siguiente equinoccio de otoño. Se adentraron en el continente y viajaron cincuenta leguas al sur para atrapar a cuatro individuos que cumplieran determinadas características. Debían de ser dos hombres y dos mujeres, dos de cabello claro y dos de cabello oscuro, dos de ojos azules y dos de ojos marrones, dos jóvenes y dos en la vejez. Tras atraparlos, los llevarían de vuelta a su aldea, donde el chamán realizaría el ritual oportuno y les degollaría para ofrecer sus almas a sus dioses y que éstos los bendijesen, les protegiesen de todo mal e hicieran que el invierno no fuese muy crudo.
Cuatro años después de esta expedición, Kuutuli escogería a una joven llamada Vesa como compañera para formar una familia, pues, como en otras culturas escandinavas, la orientación sexual no tenía gran importancia al ser la procreación un deber dentro de la comunidad. No tardaría demasiado en tener su primer hijo, Kettu, y poco después a una hija que moriría a la semana a causa de las bajas temperaturas. Su mujer sufriría el mismo destino al cumplir él los veintitrés.
Sin embargo, la gran tragedia de su vida se daría a raíz de la incursión al sur realizada en el verano del año mil ciento cuarenta y dos. Tras rondar las cercanías del lago Kallavesi, le fue encomendada a Kuutuli la misión de secuestrar a una muchacha de unos diecisiete años para ser sacrificada de vuelta en Hailuoto. El hombre hizo un trabajo perfecto, como se esperaba de él, pero nadie contaba con un imprevisto que estaba fuera de sus enseñanzas y del que no se darían cuenta hasta que fuera demasiado tarde. Meses después, Kuutuli sería asaltado por un extraño hombre de fuerza desmedida que le retendría contra la pared exterior de su vivienda y que drenaría toda la sangre de su cuerpo. Luego le escondería en un sencillo refugio bajo tierra que él mismo había construido y derramó sangre de su muñeca cortada directamente sobre los labios del cadáver aún caliente. Al despertar, a la noche siguiente, Kuutuli estaría solo y desorientado, débil por la transformación que, sin saberlo, estaba experimentando. Intentó salir de la improvisada cueva, pero la salida estaba firmemente cerrada. Luego gritó, pero la única respuesta que recibió era que volvería a la superficie cuando llegase el momento. Así pasó tres jornadas más. A la cuarta noche, se encontró la entrada desbloqueada, pero, para entonces, ya era demasiado tarde. Él no era el humano que se había formado durante casi tres décadas; él era el animal que se había instalado en él desde el cuerpo del otro hombre y en ese instante le dominaba. Tenía hambre, mucha pues se hallaba famélico y desnutrido, y, sin saber por qué, el aroma de los humanos le atraía. Tambaleándose cual borracho se acercó de vuelta a su aldea, donde los centinelas, reconociéndole, acudieron en su ayuda. Con esa acción sentenciaron el destino de todos. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, el animal los atacó y bebió de su sangre hasta saciarse, recuperando sus fuerzas, pero no su cordura. Se encontraba desatado, ebrio de poder y locura, por lo que comenzó a atacar las demás viviendas, una a una, sin recordar que aquellos habían sido su familia durante toda su vida. Casi había acabado con toda la aldea cuando, al fin, llegó a la que era habitada por el chamán. Él le estaba esperando:
- ¿Y ahora qué, Kuutuli? ¿No has causado suficiente mal ya a tu gente? ¿Qué te han hecho para que te vuelvas en contra de nosotros? – le preguntó él – Vuelve en ti antes de masacrar a los que quedamos o sufre las consecuencias de Tuoni.
Kuutuli sólo sonrió, pues su parte humana había perdido la fe en aquellos dioses que le habían abandonado ante aquella bestia. Ese sería el último error que cometería en siglos, pues, cuando el alma del chamán abandonó su cuerpo, él cayó al suelo incapaz de moverse. Antes de perder la conciencia escuchó unas palabras que le dijo una voz desconocida: “Hijo de mi hijo, al despertar cruza el mar helado hasta la ciudad de Estocolmo. Allí te estaré esperando en un cisne de oro. En tu travesía no dejes que nadie te vea, bebe sangre humana y huye de Paiva, pues es tu peor enemigo. Acude cuando estés preparado”. Después, la oscuridad.
Exactamente cinco siglos pasaron antes de que Kuutuli pudiera volver a abrir los ojos. Pero no vio nada, porque se encontraba bajo tierra, así que, a tientas, buscó la salida. Estaba ciertamente asustado y, al ver la luna brillar sobre él, pudo respirar con algo de alivio. Pero seguía confuso y necesitaba respuestas y, aunque le resultara arriesgado seguir lo que había escuchado en su delirio, era su única pista. Recordaba todas y cada una de las palabras, pues, en su largo letargo se había aferrado a ello, quizás sólo para intentar no recordar todo lo que había sucedido instantes antes de que fueran pronunciadas. Tal y como le dijeron, evitó a Paiva, el sol, asaltó a un par de hombres para llenar su estómago y atravesó el mar Báltico helado. Rehuía de las personas en la medida que le era posible, sólo buscándolas para preguntar indicaciones. Al final, llegó a Estocolmo.
La ciudad era el asentamiento más grande que había visto en su vida, aunque vería lugares más poblados en los años venideros. La capital de los suecos era un centro importante en el mundo nórdico en aquel año de 1643. Ciertamente su vestimenta desentonaba en aquel lugar civilizado, pues era la que usaba mientras pertenecía a los narot, pero consiguió las reseñas para localizar el Cisne Dorado, el cual resultó ser una posada. Mientras estaba sentado en una solitaria mesa, observando fijamente un caldo de sopa que a él le resultaba harto repulsivo, alguien se sentó frente a él. Sus miradas se cruzaron un instante y todas sus preguntas mudas fueron acalladas por una ajena: “La sangre es mucho más apetecible, ¿verdad? Por fin has venido, hijo de mi hijo”. Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, se pudo relajar.
En los meses siguientes le explicaron muchas cuestiones, empezando por su nueva condición de vampiro y todo lo que ello acarreaba. Además, le fue contado lo que había sucedido varios siglos atrás. La joven a la que había secuestrado para sacrificar era la protegida de un vampiro convertido por aquel que le estaba esperando en la taberna, por lo que, por decirlo de alguna manera, era una especie de nieto para él. Su “padre” se había enterado del suceso meses después y les había seguido el rastro, aunque ya era demasiado tarde para la mujer, por lo que elaboró un plan para vengarse, el cual culminaría en, después de que Kuutuli asesinara a toda su aldea, atarle a una estaca para que recibiera un baño de sol. Con lo que no contaba, por supuesto, era con la maldición del chamán y con la intervención del otro vampiro, que conocía el conjuro que había realizado. Se enteró de que su padre le odiaba, pero él, su abuelo, sentía cierta responsabilidad para con él por ser, de alguna forma, familia. También, durante ese tiempo, sufrió un cambio estético, pues se adecuó a vestir más acorde a los tiempos, así como personal, pues su nombre no era propio de aquella era. A partir de entonces se llamaría Kalevi, nombre que tomó de una lápida. Pero a lo que no renunció fueron sus creencias. Cierto que debía reformularse ciertas cuestiones, pero recuperó la fe en el panteón de Tuonela y, arrepentido por la matanza, pidió perdón a sus antepasados, haciendo la promesa de que seguiría con sus tradiciones, continuando las ofrendas a sus dioses. Diez años después, él y su abuelo, Aleksi, abandonarían Estocolmo para dirigirse a tierras más cálidas, aunque haciendo una parada antes en su antigua aldea para recuperar una de las reliquias de su tribu: un medallón que aún portaba el esqueleto del chamán y que, según la tradición, recogía a las almas que sacrificaban para que Tuoni y Tuonetar pudieran utilizarlas cuando las necesitaran. Después, se encaminaron a tierras germanas.
Centroeuropa se encontraba devastada por la Guerra de los Treinta años, por lo que no visitaron la región en su mejor momento. Comenzaron su ruta en Kiel, tras haber cruzado Dinamarca, y fueron mudando de ciudad en ciudad, en cada una de las cuales solían residir un par de meses. En su ruta, poco a poco, fue ganando la disciplina necesaria como para controlarse mientras bebía de un otro ser humano — otro porque él mismo se consideraba como tal, un humano enfermo o maldito, pero humano al fin y al cabo — ya que su moral le obligaba a no matar a ninguno a causa de esto; es más, intentó reducir su dieta de sangre humana al máximo y comenzó a alimentarse lo más que pudiere de animales.
En 1659 llegan a Viena, donde tenían planeado residir durante mayor tiempo, ya que su mayor población e importancia les podría hacer más fácil el pasar desapercibidos así como otorgarles mejores entretenimientos. Por aquel entonces, Aleksi decidió que era momento de enseñarle a usar la Hemokinesis, por lo que debió escoger a alguien para esclavizar. El afortunado -o desgraciado- fue un bibliotecario de la Biblioteca Imperial de los Habsburgo, Dennis, que no tardó en desaparecer para irse a vivir con ellos y adoptar su estilo de vida nocturno. En un principio había escogido a aquel hombre para garantizarse el acceso a los numerosos tomos que él cuidaba, pues Kalevi había dejado de ser analfabeto en los años precedentes, pero terminó siendo el maestro del vampiro a cambio de su sangre. Al vampiro no le parecía mal trato.
La llegada del nuevo siglo debió hacer que se cansaran de la ciudad, pues se apresuraron en abandonarla y cambiarla por varias ciudades dentro de la República de Venecia, aunque, principalmente, su capital. Fueron varias veces las que visitaron la ciudad de los canales, en la que se hicieron con un viejo Palacio, valiéndose de la capacidad que tenía Dennis de salir a la luz del sol. También sería allí donde moriría el vienés, por aquel año de 1708. De su estancia en Italia hay un evento por destacar, que sucedería en agosto de 1735 en Florencia cuando, por primera vez, Kalevi se encontrara carnalmente con otro hombre, un prostituto, confirmando con el acto su sexualidad ambigua. Tendría otros amantes, no más de los que podría contar con la palma de una mano, de los cuales solía alimentarse. Sin embargo, a pesar de que la palabra ya mencionado lo pudiera sugerir, jamás amó a ninguno, al menos no con todo lo que conlleva ese verbo.
Actualmente se encuentra en París, a donde ha llegado recientemente. Se encuentra sin la compañía de su abuelo, pues éste prefirió desviarse hacia el sur, hasta España, mientras él se encaminó a la capital francesa. Sus motivos no eran de gran importancia: la amplia población de la urbe y el ser el epicentro cultural europeo del momento.
La palabra narot significa sombra y fue obtenida y adoptada por la tribu por dos razones: por la fama de sigilosos e indetectables que tenían sus miembros y por adorar, principalmente, al panteón de los dioses de Tuonela, el mundo de los muertos. Eran, por lo tanto, paganos que seguían las tradiciones finesas, pero al ser un grupo relativamente cerrado, desarrollaron características propias. Al igual que los demás fineses tenían un gran respeto por la naturaleza y por los espíritus que habitaban en todos los animales, plantas e incluso lugares y objetos inanimados, pero sus creencias religiosas diferenciaban su actuación. Ellos se encontraban muy relacionados con la muerte y la noche, ya que rendían culto principalmente a Tuoni, Tuonetar, soberanos de Tuonela, y a sus hijas. Para ellos el alma de las personas tenía especial importancia, pues era su principal ofrenda a sus dioses, sacrificando humanos que secuestraban para el equinoccio de otoño y que asesinaban en el equinoccio de primavera.
Kuutuli fue criado en aquel contexto, ayudando en la vida diaria de la aldea en la medida que pudiese, como cualquier otro. Aprendió a pescar, a cocinar, talaba madera para leña o para fabricar enseres, etcétera. Le enseñaron, así mismo, las leyendas que conformaban su tradición y le formaron en las técnicas sagradas del sigilo, el secuestro y el asesinato, que, según ellos, les habían enseñado sus propios dioses tiempo atrás.
Cuando tenía dieciséis años se le permitió acompañar por primera vez a otros miembros de la tribu en una expedición que tenía como fin conseguir rehenes que sacrificar en el siguiente equinoccio de otoño. Se adentraron en el continente y viajaron cincuenta leguas al sur para atrapar a cuatro individuos que cumplieran determinadas características. Debían de ser dos hombres y dos mujeres, dos de cabello claro y dos de cabello oscuro, dos de ojos azules y dos de ojos marrones, dos jóvenes y dos en la vejez. Tras atraparlos, los llevarían de vuelta a su aldea, donde el chamán realizaría el ritual oportuno y les degollaría para ofrecer sus almas a sus dioses y que éstos los bendijesen, les protegiesen de todo mal e hicieran que el invierno no fuese muy crudo.
Cuatro años después de esta expedición, Kuutuli escogería a una joven llamada Vesa como compañera para formar una familia, pues, como en otras culturas escandinavas, la orientación sexual no tenía gran importancia al ser la procreación un deber dentro de la comunidad. No tardaría demasiado en tener su primer hijo, Kettu, y poco después a una hija que moriría a la semana a causa de las bajas temperaturas. Su mujer sufriría el mismo destino al cumplir él los veintitrés.
Sin embargo, la gran tragedia de su vida se daría a raíz de la incursión al sur realizada en el verano del año mil ciento cuarenta y dos. Tras rondar las cercanías del lago Kallavesi, le fue encomendada a Kuutuli la misión de secuestrar a una muchacha de unos diecisiete años para ser sacrificada de vuelta en Hailuoto. El hombre hizo un trabajo perfecto, como se esperaba de él, pero nadie contaba con un imprevisto que estaba fuera de sus enseñanzas y del que no se darían cuenta hasta que fuera demasiado tarde. Meses después, Kuutuli sería asaltado por un extraño hombre de fuerza desmedida que le retendría contra la pared exterior de su vivienda y que drenaría toda la sangre de su cuerpo. Luego le escondería en un sencillo refugio bajo tierra que él mismo había construido y derramó sangre de su muñeca cortada directamente sobre los labios del cadáver aún caliente. Al despertar, a la noche siguiente, Kuutuli estaría solo y desorientado, débil por la transformación que, sin saberlo, estaba experimentando. Intentó salir de la improvisada cueva, pero la salida estaba firmemente cerrada. Luego gritó, pero la única respuesta que recibió era que volvería a la superficie cuando llegase el momento. Así pasó tres jornadas más. A la cuarta noche, se encontró la entrada desbloqueada, pero, para entonces, ya era demasiado tarde. Él no era el humano que se había formado durante casi tres décadas; él era el animal que se había instalado en él desde el cuerpo del otro hombre y en ese instante le dominaba. Tenía hambre, mucha pues se hallaba famélico y desnutrido, y, sin saber por qué, el aroma de los humanos le atraía. Tambaleándose cual borracho se acercó de vuelta a su aldea, donde los centinelas, reconociéndole, acudieron en su ayuda. Con esa acción sentenciaron el destino de todos. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, el animal los atacó y bebió de su sangre hasta saciarse, recuperando sus fuerzas, pero no su cordura. Se encontraba desatado, ebrio de poder y locura, por lo que comenzó a atacar las demás viviendas, una a una, sin recordar que aquellos habían sido su familia durante toda su vida. Casi había acabado con toda la aldea cuando, al fin, llegó a la que era habitada por el chamán. Él le estaba esperando:
- ¿Y ahora qué, Kuutuli? ¿No has causado suficiente mal ya a tu gente? ¿Qué te han hecho para que te vuelvas en contra de nosotros? – le preguntó él – Vuelve en ti antes de masacrar a los que quedamos o sufre las consecuencias de Tuoni.
Kuutuli sólo sonrió, pues su parte humana había perdido la fe en aquellos dioses que le habían abandonado ante aquella bestia. Ese sería el último error que cometería en siglos, pues, cuando el alma del chamán abandonó su cuerpo, él cayó al suelo incapaz de moverse. Antes de perder la conciencia escuchó unas palabras que le dijo una voz desconocida: “Hijo de mi hijo, al despertar cruza el mar helado hasta la ciudad de Estocolmo. Allí te estaré esperando en un cisne de oro. En tu travesía no dejes que nadie te vea, bebe sangre humana y huye de Paiva, pues es tu peor enemigo. Acude cuando estés preparado”. Después, la oscuridad.
Exactamente cinco siglos pasaron antes de que Kuutuli pudiera volver a abrir los ojos. Pero no vio nada, porque se encontraba bajo tierra, así que, a tientas, buscó la salida. Estaba ciertamente asustado y, al ver la luna brillar sobre él, pudo respirar con algo de alivio. Pero seguía confuso y necesitaba respuestas y, aunque le resultara arriesgado seguir lo que había escuchado en su delirio, era su única pista. Recordaba todas y cada una de las palabras, pues, en su largo letargo se había aferrado a ello, quizás sólo para intentar no recordar todo lo que había sucedido instantes antes de que fueran pronunciadas. Tal y como le dijeron, evitó a Paiva, el sol, asaltó a un par de hombres para llenar su estómago y atravesó el mar Báltico helado. Rehuía de las personas en la medida que le era posible, sólo buscándolas para preguntar indicaciones. Al final, llegó a Estocolmo.
La ciudad era el asentamiento más grande que había visto en su vida, aunque vería lugares más poblados en los años venideros. La capital de los suecos era un centro importante en el mundo nórdico en aquel año de 1643. Ciertamente su vestimenta desentonaba en aquel lugar civilizado, pues era la que usaba mientras pertenecía a los narot, pero consiguió las reseñas para localizar el Cisne Dorado, el cual resultó ser una posada. Mientras estaba sentado en una solitaria mesa, observando fijamente un caldo de sopa que a él le resultaba harto repulsivo, alguien se sentó frente a él. Sus miradas se cruzaron un instante y todas sus preguntas mudas fueron acalladas por una ajena: “La sangre es mucho más apetecible, ¿verdad? Por fin has venido, hijo de mi hijo”. Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, se pudo relajar.
En los meses siguientes le explicaron muchas cuestiones, empezando por su nueva condición de vampiro y todo lo que ello acarreaba. Además, le fue contado lo que había sucedido varios siglos atrás. La joven a la que había secuestrado para sacrificar era la protegida de un vampiro convertido por aquel que le estaba esperando en la taberna, por lo que, por decirlo de alguna manera, era una especie de nieto para él. Su “padre” se había enterado del suceso meses después y les había seguido el rastro, aunque ya era demasiado tarde para la mujer, por lo que elaboró un plan para vengarse, el cual culminaría en, después de que Kuutuli asesinara a toda su aldea, atarle a una estaca para que recibiera un baño de sol. Con lo que no contaba, por supuesto, era con la maldición del chamán y con la intervención del otro vampiro, que conocía el conjuro que había realizado. Se enteró de que su padre le odiaba, pero él, su abuelo, sentía cierta responsabilidad para con él por ser, de alguna forma, familia. También, durante ese tiempo, sufrió un cambio estético, pues se adecuó a vestir más acorde a los tiempos, así como personal, pues su nombre no era propio de aquella era. A partir de entonces se llamaría Kalevi, nombre que tomó de una lápida. Pero a lo que no renunció fueron sus creencias. Cierto que debía reformularse ciertas cuestiones, pero recuperó la fe en el panteón de Tuonela y, arrepentido por la matanza, pidió perdón a sus antepasados, haciendo la promesa de que seguiría con sus tradiciones, continuando las ofrendas a sus dioses. Diez años después, él y su abuelo, Aleksi, abandonarían Estocolmo para dirigirse a tierras más cálidas, aunque haciendo una parada antes en su antigua aldea para recuperar una de las reliquias de su tribu: un medallón que aún portaba el esqueleto del chamán y que, según la tradición, recogía a las almas que sacrificaban para que Tuoni y Tuonetar pudieran utilizarlas cuando las necesitaran. Después, se encaminaron a tierras germanas.
Centroeuropa se encontraba devastada por la Guerra de los Treinta años, por lo que no visitaron la región en su mejor momento. Comenzaron su ruta en Kiel, tras haber cruzado Dinamarca, y fueron mudando de ciudad en ciudad, en cada una de las cuales solían residir un par de meses. En su ruta, poco a poco, fue ganando la disciplina necesaria como para controlarse mientras bebía de un otro ser humano — otro porque él mismo se consideraba como tal, un humano enfermo o maldito, pero humano al fin y al cabo — ya que su moral le obligaba a no matar a ninguno a causa de esto; es más, intentó reducir su dieta de sangre humana al máximo y comenzó a alimentarse lo más que pudiere de animales.
En 1659 llegan a Viena, donde tenían planeado residir durante mayor tiempo, ya que su mayor población e importancia les podría hacer más fácil el pasar desapercibidos así como otorgarles mejores entretenimientos. Por aquel entonces, Aleksi decidió que era momento de enseñarle a usar la Hemokinesis, por lo que debió escoger a alguien para esclavizar. El afortunado -o desgraciado- fue un bibliotecario de la Biblioteca Imperial de los Habsburgo, Dennis, que no tardó en desaparecer para irse a vivir con ellos y adoptar su estilo de vida nocturno. En un principio había escogido a aquel hombre para garantizarse el acceso a los numerosos tomos que él cuidaba, pues Kalevi había dejado de ser analfabeto en los años precedentes, pero terminó siendo el maestro del vampiro a cambio de su sangre. Al vampiro no le parecía mal trato.
La llegada del nuevo siglo debió hacer que se cansaran de la ciudad, pues se apresuraron en abandonarla y cambiarla por varias ciudades dentro de la República de Venecia, aunque, principalmente, su capital. Fueron varias veces las que visitaron la ciudad de los canales, en la que se hicieron con un viejo Palacio, valiéndose de la capacidad que tenía Dennis de salir a la luz del sol. También sería allí donde moriría el vienés, por aquel año de 1708. De su estancia en Italia hay un evento por destacar, que sucedería en agosto de 1735 en Florencia cuando, por primera vez, Kalevi se encontrara carnalmente con otro hombre, un prostituto, confirmando con el acto su sexualidad ambigua. Tendría otros amantes, no más de los que podría contar con la palma de una mano, de los cuales solía alimentarse. Sin embargo, a pesar de que la palabra ya mencionado lo pudiera sugerir, jamás amó a ninguno, al menos no con todo lo que conlleva ese verbo.
Actualmente se encuentra en París, a donde ha llegado recientemente. Se encuentra sin la compañía de su abuelo, pues éste prefirió desviarse hacia el sur, hasta España, mientras él se encaminó a la capital francesa. Sus motivos no eran de gran importancia: la amplia población de la urbe y el ser el epicentro cultural europeo del momento.
DATOS EXTRA
Escribe aquí los datos extra de tu personaje.
gracias a αgusτınα• de sourcecode
Última edición por Kalevi Hailuotola el Dom Ago 18, 2013 9:04 am, editado 1 vez
Kalevi Hailuotola- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: Kalevi Hailuotola
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TU FICHA ESTÁ CORRECTA, SOLAMENTE TE PIDO QUE AÑADAS LA CLASE SOCIAL A LA QUE PERTENECERÁ TU PERSONAJE EN DONDE DICE "TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO" Y ENSEGUIDA TE DAREMOS LA APROBACIÓN. GRACIAS.
TU FICHA ESTÁ CORRECTA, SOLAMENTE TE PIDO QUE AÑADAS LA CLASE SOCIAL A LA QUE PERTENECERÁ TU PERSONAJE EN DONDE DICE "TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO" Y ENSEGUIDA TE DAREMOS LA APROBACIÓN. GRACIAS.
Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Kalevi Hailuotola
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Kalevi Hailuotola- Vampiro Clase Media
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