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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Lissander C. Arcalucci Jue Oct 03, 2013 10:57 pm


- Día 1 - La esencia de la magia.

Ya pintaban las once de la noche, quizás más, quizás menos. Las cartas se echaron para ese día especial tan calmo en el cielo como en la tierra, se presentaron todas las oportunidades y ahí estaban, el doctor hechicero, con sus primeras dos estudiantes, una joven emparentada con él, y otra que trabajaba para él.  Esa noche sería su primera vez como maestro, y aquellas dos, como estudiantes. Y aunque las cosas en casa no estaban del todo naturales y fluidas, esperaba que el entrenamiento aplacara la tensión vivida. Es entendible que traer una extraña a casa, pusiese todo de cabeza, inclusive para aquella joven, pero no la abandonaría todavía, ahora es que comenzaban la verdadera aventura.

Se detendría entonces en un claro de rocas y arbustos, varios árboles rodeaban el lugar y un pequeño riachuelo cercano fluía infinito en su curso, él, se sentó en la roca y miró entonces todo el panorama, disfrutando de él, del aire puro nocturno, del sonido de los búhos que con su cantó anunciaban su presencia, de las ardillas en las copas de los árboles buscando donde acurrucarse, y de cualquier alimaña que estuviese paseando por ahí. Después de un momento de descanso por la caminata hacia ese lugar, volvió aquellos orbes hacia sus estudiantes, que esperaba que le hayan seguido el paso, porque este se concentró en explorar el bosque, que se olvidó por unos momentos de las dos que le seguían

- Muy bien, espero les guste el lugar que elegí para entrenar. Creo que es conveniente, los brujos tenemos conexión con la madre naturaleza. - Señala con un ademán de sus manos todo el entorno que tenían para los dos, volviendo a sentir cuan hermoso era todo aquello, y cuanto disfrutaba estar en conexión con el medio ambiente. - Según lo que sé de las dos, quieren ser sanadoras, y les explicaré entonces algo básico e imperceptible de la sanación mágica. - Aquel joven pasó todo el día estudiando aquellos viejos libros de hechizos de su madre, todo lo referente a la magia de sanación que pudo conseguir, todo lo había estudiado con la más cuidadosa precaución de darles el mejor entrenamiento a las dos jóvenes.

- La Vígoris, habilidad que tienen las dos, y el centro de la sanación mágica, es la transferencia de energía, de la propia al oponente, para hacer sanación en el cuerpo humano. Para ello se necesita crear un lazo entre las dos energías, la de tu paciente, y la tuya, y allí hacer lo que ustedes hacen. ¿Cuál es el detalle en esto? - Tomó un breve silencio para preguntarse a sí mismo, y tragar saliva. - Los sanadores deben tener grandes reservas de energía, deben ser buenos administradores de la misma, y deben ser expertos calculadores del uso de ella. Un mal gasto de energía, puede ser fatal. Puede quedar un paciente a mitad de sanación, o puede que solamente mueran por transferir toda lo que tienen disponible. - Ya habiendo explicado el primer paso teórico de aquella rama de la magia, pasaría entonces a sentarse, cruzando las piernas, colocando sus manos en las rodillas.

- Lo primero que haremos es un hechizo de conexión, deben conectarse con el paciente para eso, los pasos a seguir son: concentración, sentir la energía del paciente, y buscar atraerla con la suya para conectarse. ¿Bien? - Esa era toda la explicación que podía darles, él no era sanador, por tanto solamente podría dar aquella teoría, en todo caso, con sus pacientes era exactamente lo mismo, solo que de forma más humana, y menos mágica. Debía conectarse con ellos, porque a muchos les asustaba su propia salud, por ende, aplacar esas emociones de angustia, ayudaba mucho a su labor.

Ahora que había hecho aquello, el joven buscaría con sus ojos los utensilios que usarían, y allí estaban, dos búhos en una rama, por ello solamente dirigió su mano derecha hacia ellos, y pronunció: - Lähmen. - Y los búhos sentirían como algo desconocido les tomaba y no les dejaba moverse, estaban tiesos, como muertos, pero en realidad, solamente les había paralizado. Sus dedos se moverían y aquellos cuerpos estáticos se vendrían en su dirección y aterrizarían a los pies de cada una de ellas.


- Giselle, nuestros hechizos son en Alemán, precisamente porque nuestras raíces mágicas vienen de ese país, y es natural aprender nuestra hechicería de esa manera. Tu puedes hacerlo en la forma que quieras, el estilo lo llevas en tu sangre. - Cada brujo prácticaba la magia de una manera diferente, cada uno tenía su estilo propio, con palabras mágicas, rituales, pociones, y algunos hasta en oraciones o en silencio, era cuestión de cada quién como aplicaba su energía. - Los búhos están paralizados, necesito que se conecten con ellos, sientan su energía. - Mientras tanto, se acomodaría un poco el abrigo negro que llevaba encima, el frío no perdonaría esa noche, y si ellas más se tardaban en aprender, más rápido sentirían el peso del ambiente, haber escogido aquel lugar era preciso y concreto para aplicar cierta presión en ellas. Pero no conforme con eso, culminó con:

- Tienen dos minutos. -


Última edición por Lissander C. Arcalucci el Dom Oct 06, 2013 2:37 pm, editado 3 veces
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Mensaje por Eris Arcalucci Sáb Oct 05, 2013 3:04 pm

Las noches de invierno parisinas eran horriblemente frías. Aun enfundada en su nueva capa  de color vino con sutiles detalles bordados en gris, sentía el frió erizando su piel. Esta noche en especial la brisa del bosque que hacia bailar a las hojas de los arboles hasta hacerlas caer, también le hacia ondear su cabello suelto. Empezaba a cansarse de caminar hacia el interior del bosque, pero no quería quejarse. Su orgullo le decía que no debía hacerlo.

Llevaba cierto tiempo sin dirigirle la palabra a su hermano de no ser estrictamente necesario. Y todo empezó por culpa de la joven que los seguía a ambos de cerca. Había aparecido una noche de la nada y Lissander pretendía meterla en su casa y dejarla viviendo allí -¡Por todo lo que es santo! ¿No sabe que es peligroso tener a desconocidos tan cerca de la familia?-". Desde la llegada de Giselle, como se llamaba la chica, era un tema de discordia para los hermanos Arcalucci, en especial porque Eris no perdía oportunidad de empezar a discutir e incomodar tanto a su hermano como a la chica.

"-Seguro es que a Lissander le gusta. Sí, debe ser eso, es muy bonita. Y también es una bruja, aunque tan inexperta como yo, pero bruja al fin.-"  sacaba sus propias conclusiones, igual que siempre, asumiéndolas como la verdad absoluta. Sin embargo, con la otra chica no había cruzado mas de dos palabras, en un principio por que se sentía ofendida y enojada por tener que aceptar la imposición de su hermano y ya luego porque después de todo su escándalo no podía  acercarse a conocerla como si nada, la tomaría por loca.

Y ahora estaban allí, siguiendo a quien asumiría el trabajo de ser su maestro sin tener idea de a donde exactamente se dirigían y sin tener tampoco una idea de que era exactamente lo que harían en ese entrenamiento. El hilo de sus pensamientos se vio interrumpido por la voz de su hermano y  tropezó con la raíz sobresaliente de un árbol, perdiendo el equilibrio sin llegar a caer. Una vez que volviera a su posición observo el lugar señalado, su nueva "aula de clases".

Parte del discurso que escuchaba con atención le era conocido, había estado leyendo algunos viejos libros antes de venir a París, pero ninguno lo estudio con suficiente empeño. Lo gracioso es que la parte que sonaba mas complicada para ella era el concentrarse y mantenerse concentrada en lo que hacia, cualquier cosa podía distraerla, pero dado que en estos casos hablábamos de la vida de otro ser se esforzaría por hacer las cosas bien, incluso el mantenerse concentrada. Observo preocupada como unos búhos inertes flotaban hasta posarse frente a cada una de las jóvenes. -¿Los mataste?- No consentiría que asesinaran animales sin necesidad.

Pero ese era el menor de los problemas realmente, una vez aclarada la situación de los búhos, fijo su vista en el que tenia delante de ella y se arrodillo para observarlo de cerca mientras analizaba la situación. La verdad no recordaba como lo había hecho las veces anteriores, y la parte de conectarse con la energía del búho sonaba difícil, y si le sumaban la presión del limite de tiempo impuesto era peor.

Fijo sus ojos en los del ave, que seguramente estaría mas asustado que ella "-¿Y ahora que hago?-"
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Mensaje por Ragna Dárkova Dom Oct 06, 2013 7:29 am



La situación no había sido fácil para nadie, y menos para Giselle, quien de buenas a primeras se sintió rechazada por la joven hermana del brujo, bruja también como él y ella. Al entrar en esa casa, la hermana había aclamado a los cuatro vientos su negación a compartir techo bajo una desconocida. A Giselle aquello no le resultaba nuevo, cuando había sido aclamada por loca y separada del resto del orfanato de pequeña, nadie tras aquello había querido estar a su lado, evitándola cada momento, creciendo solo, encerrado en aquella habitación. Y tras su libertad, aquello los primeros meses poco había cambiado, teniendo que recurrir en ocasiones a usar ilusión en ella misma, e imaginarse así que dormía bajo una casita, en una buena cama y no que dormía en medio de un bosque, con solo unas pocas hojas y ramas de cama. Su vida no había sido fácil, en ningún momento, solo había mejorado un poco a los meses, cuando empezó a encontrar faenas y algunos días podía permitirse una vieja habitación donde poder descansar.

Tras aquellos inicios, había pensado en marcharse, pero Lissander le había dicho que esperara unos días a que su hermana  se acostumbrará a ella, y ella a ellos, antes de tomar una decisión como volver a la calle, de donde la había rescatado. Finalmente asintió, sorprendida de la protección que aquel joven brujo y medico le tenía.

Así pasaron los días, en que lentamente fue ayudando en pequeñas cosas a Lissander, ya que con su hermana aún no podía tratar, se había cerrado en banda para con ella. Quería caerle bien, ayudarle, pero no sabía cómo, lo único que podía hacer sin que se dieran cuenta era a veces rebajar el estado de ánimo de la hermana, calmándola. Su estomago ya no rugía, algo increíble viniendo de ella, que solía comer una vez al día y normalmente fruta que encontraba por los bosques. Lissander la cuidaba y como si sintiera que aún no se encontraba del todo bien tras su pérdida de control, en donde perdió mucho sus fuerzas, le hacía comer tres veces al día, junto a ellos. Finalmente los días pasaron y cuando Lissander la vio con más animo, se la llevó junto a la hermana a la primera lección de magia. Primero aprenderían a sanar, usando vigoris, poder que ambas jóvenes compartían.


***

La noche se presentaba fría, y el abrigo fino no la calentaba del todo, aún así no se quejó estaba acostumbrada, por lo que escuchó atentamente al joven mago, quien seria su maestro en aquellas lecciones y observó al búho que fingiendo estar muerto, pero que en verdad ella intuía que solo se encontraba dormido, bajó hasta su regazo esperando ser sanado. Se encontraban en medio de un bosque frondoso con un pequeño riachuelo. Era un bello lugar, un lugar creado precisamente para el origen de la magia.

—No me hacen falta las palabras. —dijo ella ante lo del idioma de los hechizos. Nadie le había enseñado los hechizos, la mayoría de ellos habían salido a su conocimiento por necesidad, descontrol o por una habilidad innata. Por lo que su magia era silenciosa, no le hacían falta las palabras para crearla.

Sonriendo cuando Lissander les impuso el tiempo, empezó a concentrarse sintiendo rápidamente la magia venir a su encuentro. Su problema no residía en no saber usar sus poderes, si no en que en ocasiones de hostilidad o miedo, para protegerla, su magia superaba el control de su mente y se hacía cargo de la situación. Enseguida notó como se creaba la conexión pero antes de que se conectaran, se fijó en la joven hermana que parecía perdida, sin saber qué hacer.

Quizás aquel era su momento por hacer buenas migas con ella.

Dejando el búho, se apresuró y se fue al lado de Eris, tomando sus manos con suavidad sin querer asustarla y dejándolas justo en contacto con el animal. —Sé que no soy de tu agrado…. Pero fíate de mí, es más fácil de lo que crees encontrar la conexión con tu paciente. Y más si es un animal —añadió sonriéndole. — Primero debes inspirar y relajarte, poner la mente en blanco y sentir el cuerpo del animal… ¿Sientes su corazón latiendo? Concéntrate en él —susurró con voz suave — ¿Lo sientes? Ahora solo debes acercarte más a él, sentir como te conectas y lentamente su corazón y el tuyo serán uno —fue diciendo sintiendo como lentamente la joven se iba conectando con el búho.

No debía instruirla ella, lo sabía, pero no había podido resistir el impulso de ayudarla, intentando así mejorar la imagen que la joven bruja tenia de ella.
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Mensaje por Lissander C. Arcalucci Dom Oct 06, 2013 4:03 pm

Lissander se había sentado en un pedazo de tronco seco, estaba observando con muchísimo detenimiento la situación, sabía que Eris era una mal educada y que había desconfiado a totalidad de la joven que él llevó a la casa, sabía que su hermana se ponía histérica por casi todo y que siempre buscaba las maneras de hacer sentir incomoda a Giselle, lo sabía porque la conocía, pero él trataba de ignorarla, no iba a cambiar de opinión, no tenía razones de peso. A pesar de que la lógica de Eris siempre buscaba darle algunas, las esquivaba porque estaban más inspiradas en celos idiotas, a un pensamiento racional y conciso.

Mantuvo los búhos paralizados en todo momento, los mantenía allí al frente de ellas, y pudo notar que la joven Giselle si logró conectarse, el flujo de energía alcanzó a tocar el suyo, percibía el contacto de las auras, pero en cambio Eris, no había hecho ni siquiera el más mínimo intento, y confesando acá este humilde relator, aquel doctor se molesto bastante por ello. Su mente rápidamente ideo un plan, uno un tanto perverso, pero que sabía que al final daría los frutos necesarios para el primer día de entrenamiento. - Se acabó el tiempo. - Dijo en seco aquel muchacho, se notaba algo en su voz, seguramente Giselle podría leer sus emociones y sentir la poca rabia que tenía, misma que intentó calmar con suspiro, él no era de dejarse llevar por sus emociones.

- El ejercicio no estuvo completo, bien dije que tenían dos minutos para completar la conexión con el animal, y no lo hicieron. - Cerró sus ojos, murmurando una corta frase que ninguna oiría, ahora centraba su energía en todo su cuerpo, tal como lo hacía cada vez que preparaba un hechizo*. - Brandwunde. - Y aquellos dos pobres animalitos comenzarían a consumirse en unas abrazadoras llamas, el baile naranja y amarillento, y el humo de carne quemada sería capaz de ser sentido por ellas, fue rápido, certero, fuerte y eficaz, el esqueleto de los dos inocentes seres fue echado hacia un lado, botado por el ademán de su mano que usaba un hechizo de telequinesia en ellos. No miraría el rostro de ninguna, sus orbes color hielo más bien buscarían en la cercanía dos nuevas víctimas, dos pequeñas ardillas que serían seleccionadas por él, y colocadas en el mismo lugar que los búhos. -  Lähmen. - Fue el hechizo que dictaría para paralizar las ardillas, tal cual la última vez con las aves.

- Disculpen. - Comenzaría diciendo, ahora sí, dirigiendo sus ojos hacia ellas. - No les dije que hay una regla especial, si ninguna de las dos logra el ejercicio, el ejercicio no estará completo, son un equipo, somos un equipo, así que trabajen como tal. - Volvería a centrarse en sus pensamientos y en mantener el hechizo de parálisis continuo, lo cual requería un gasto de energía constante, no obstante, como eran cuerpos pequeños, no era casi nada. - Es el ejercicio más simple, solo deben conectarse al animal, y no quiero transferencia de energía aun, ellos no necesitan ser sanados. - Les diría, observando principalmente a Giselle, que al usar la transferencia podría empezar de nuevo a drenar su energía sin ningún control, por ende, solamente buscaba ir dándole la habilidad de controlar pacientemente cada paso de sus habilidades.

- Tienen dos minutos nuevamente. - Les diría en un tono seco, mirándolas fijamente sin contestar nada, ignoraría cualquier reclamo acerca de lo que hizo, así como también cualquier comentario o cualquier grito, en lo referente a Eris, Lissander no estaba para complacerlas, estaba para enseñarles, y de ser necesario, recurriría a medidas un tanto drásticas, pero que estaba seguro, obtendrían placenteros resultados.


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Mensaje por Eris Arcalucci Jue Oct 10, 2013 11:02 pm

El tiempo corría y ella no hacia mas que observar a la pequeña ave de plumaje oscuro que permanecía inmóvil frente a ella. Sentía cierta empatía con él en este momento -No eres el único asustado aquí ¿sabes? Yo tampoco puedo moverme, no sé que hacer- le habló suave como si esperara que la entendiera. Era un extraño habito que tenia desde niña, le gustaba hablarle a los animales y a veces hasta a las plantas. Recordó entonces las palabras de su hermano, sobre la conexión de los brujos con la naturaleza, pero no creía que se refiriera a eso.

De pronto se sobresalto al sentir la presencia de la otra bruja tan cerca. La estaba tomando de la manos y le guiaba dictando paso a paso lo que debía hacer para lograr la conexión, Eris se quedo viéndola con un poco de duda pero finalmente asintió y susurro un leve -Gracias- mientras que se relajaba y atendía a todo lo que le decía Giselle. Empezaba a sentir la energía fluir en su ser y de alguna manera también sentía la del ave como buscándose la una a la otra para finalmente conectarse entre si. No recordaba esa sensación en la veces anteriores que utilizó vigoris para sanar, tal vez porque el miedo de no saber lo que hacia eclipsó el resto de las sensaciones en aquellas oportunidades, no estaba segura.  

El tiempo ya se había acabado, según indicaba su hermano y decidió romper la conexión mientras se ponía de pie a la espera de que evaluaran su trabajo, pensó que le corregiría detalles, pero al contrario de eso Lissander afirmaba que el ejercicio no se realizo correctamente por ninguna, entonces volvió la mirada con una clara expresión interrogante a la otra bruja, ni si quiera se había dado cuenta si ella había hecho se ejercicio antes de ayudarle. Justo cuando se volvió a su hermano para empezar a discutir y contradecirle se quedo con la boca abierta y totalmente escandalizada. Lo que hace tanto solo unos momentos eran un par de búhos inmóviles en el suelo ahora eran los restos de ellos, consumidos por intensas llamas frente a ella. Solo los vio morir sin poder reaccionar para detener a su hermano, quien ahora hablaba de una regla no mencionada antes y volvía a tomar dos nuevas vidas, unas desafortunadas ardillas en esta ocasión, les repetía lo que debían hacer con ellas y les daba nuevamente dos minutos para terminar.

Pero Eris no se quedaría con eso -Eres un estúpido desalmado, Lissander ¿Que derecho tienes de quitarle la vida a esos animales? Son criaturas inocentes  ¿Que clase de hijo de la... -dio una gran inhalación y detuvo así sus gritos que eran acompañados por gestos exaltados y continuo con voz calmada pero igual de molesta -No te digo algo más porque tu madre es la misma que la mía. Pero me niego rotundamente a permitir que dañes a algún otro ser vivo- Estaba determinada, intentaría hacer la conexión con la ardilla y observaría que Giselle lo hiciera también, pero de no resultar bien inmediatamente pondría una barrera a los animales mientras que buscaba un hechizo que les liberara. Sí, tenia un plan. En su mente sonaba bastante bien pero Lissander era mas fuerte y hábil que ella, así solo le quedaba esperar no tener usarlo.

Se puso de nuevo de rodillas y observo con preocupación a el animal -Estarás bien, no temas- susurró mientras se ponía nuevamente de rodillas y se relajaba para intentar conectar las energías.
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Mensaje por Ragna Dárkova Mar Oct 15, 2013 4:10 pm

Alegre observó como poco a poco la hermana de Lissander lo iba consiguiendo, hasta conectarse con el búho. Una gran sonrisa se formó en su rostro al verla así con el animalillo dormido, cuando tras la interrupción de Lissander, cortándoles el tiempo, bajo una mirada alegre que se formó en el rostro de Giselle satisfecha de haber sido de ayuda y quizás haber limado las diferencias con su hermana, murmuró un hechizo y los dos búhos empezaron a consumirse ante las sorprendidas miradas de las dos brujas. – ¡Si que hemos conectado cada uno con nuestros búhos! – Replicó mirándole fríamente. ¡Habian conectado ambas con sus buhos! – No puedes jugar así con las vidas de los demás, Lissander!- Le acusó– Rezo, por que todo sea una de tus ilusiones o te juro que hare pagarte cada llama y sufrimiento de los dos búhos.

Su mirada por completo fría se clavaba en su maestro, empezando a pensar que se había equivocado al aceptar aquella proposición de ayudarles a cambio de ella aprender a controlar y a usar la magia correctamente. Si debía de aprender con trucos así, más le valía no aprender nada más y matarse por sí sola en algún inusual momento de debilidad, cuando su magia obraba por ella sola, dominando su mente. No pensaba arriesgar vida alguna más, más que la propia. – Eres medico, no puedes quedarte inexpresivo ante tal acto cruel – espetó de nuevo frunciendo el ceño. Su empatía le era de ayuda a la hora de entender, comprender y facilitar información de cómo se encontraba la otra persona, y en el caso de Lissander solo atinó a adivinar algo de rabia que sentía, pero la que rápidamente calmó, volviendo a ser el serio y tranquilo medico de siempre. Lo que hacía arder de rabia a Giselle.

–  Dinos que todo es una ilusión Lissander – Volvió a decir, intentándole sonsacar la verdad. Le era imposible conceder tal aberración a la naturaleza como tal muerte innecesaria de los dos búhos que alegres se habían posado en la rama equivocada en un muy mal momento.

Ambos magos eran ilusionadores, bien podía ser toda una ilusión ¿no? Por lo poco que conocía a Lissander podía asegurar que no haría daño a nadie, no obstante, tampoco metería la mano al fuego por él todavía. Era demasiado pronto para decir que le conocía de verdad. Ahora mismo su pose seria y despreocupada, con aquella voz solo la desconcertaban. ¿Dónde estaba el Lissander de verdad? Miró a Eris y viéndole concentrada y también meditabunda por las palabras de su hermano, decidió atender también, dejando por unos momentos que aquella furia solo quemara en sus adentros.

Finalmente los cuerpos de unas ardillas, ocuparon el lugar que antaño ocuparon los búhos. Negó con la cabeza ante aquello, todo y así al ver como Eris se concentraba en la ardilla y teniendo de nuevo las palabras de Lissander que si no lo hacían correctamente en dos minutos volvería a hacer volatizar los cuerpos de las pequeñas ardillas, se centró tras una larga mirada al brujo y acariciando con una de las manos el cuerpo menudo del animal, cerró los ojos dejando que su mente encontrará aquella conexión mágica.

Su magia era silenciosa y poco tardó su consciencia en avisarle de la conexión con el animal. Enseguida Giselle se adentró en la conexión, respirando pausadamente, controlando en todo momento su magia y el control. No le iba a dar el gusto a Lissander de equivocarse y hacer aquello que justamente había dicho no hacer. “No hacer transferencia alguna” repetía en su mente incesantemente. Todo y que parecía que no le costaba, con aquella sensación de que el animal no despertaba, su magia quería obrar ayudando a las pequeñas ardillas, pero su impoluta concentración alejaba todo lo que fuera dañino para sí misma, alejando así también toda posibilidad de que su magia se descontrolará, cayendo en la trampa del brujo.

Por el rabillo del ojo observó a su compañera de equipo, sonriendo ligeramente cuando vio como lentamente se iba formando el vínculo, el contacto. Volviéndose a concentrar, manteniendo en todo momento el contacot con la ardilla y la conexion sin transferir su magia. Una vez cercionada de ello, se volvió hacia Lissander esperando por que diera terminada aquella sesión y liberará las ardillas, pues lo habían conseguido, o aquello esperaba.
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Mensaje por Lissander C. Arcalucci Jue Oct 17, 2013 9:47 am

Una sonrisa.

Las cosas habían funcionado, las presionó, las obligo a ayudarse, a estar pendiente una de la otra, a defender sus ideales, y a unirse en equipo con el firme de propósito de enfrentarse a él, para defender dos vidas en peligro. Es por aquello, que Lissander sonreía, después de todo no era mal maestro, y ellas tampoco eran una causa perdida. Por ello el joven se levantó de su asiento y a medida que avanzaba hasta las dos, deshizo el hechizo en las ardillas, las cuales despavoridas dejaron el regazo de cada una de aquellas brujas, él caminaría hasta separarse de ellas por uno dos metros, y las vería fijamente a los ojos, con aquella sonrisa, una que tenía satisfacción, malicia, y hasta un poco de picardía. Pensaba que se iba a divertir mucho con aquello.

- Les diré una sola cosa, a las dos. - Comenzaría cruzándose de brazos. - Confíen más en mí, y no confíen tanto al mismo tiempo. - Sonaba complejo y enigmático, ese era el punto. - Miren a su izquierda, en la rama de aquel árbol. - Voltearía su rostro hacia la dirección que marcaba, y es allí donde precisamente estaban los dos búhos, muy tranquilos, acurrucados uno del otro, haciendo aquel trinar suyo, y moviendo la cabeza de lado a lado, tal como cuando los consiguió. - Si, era ilusión Giselle, y no Eris, no tengo derecho a quitarles la vida, pero las dos deben estar preparadas para cualquier cosa y deben nublar la rabia por perdidas menores, si un inquisidor, vampiro, o licántropo, sabe de qué les molesta perder a un animalito inocente, entonces serán presas de su propia ira. - Les quería explicar que las emociones podrían traerle consecuencias graves a las dos, defender sus ideales estaba bien, pero caer en esa protesta, puede ser peor. - Giselle se que puedes leer mis emociones, y si te pudiste dar cuenta, no deje que mi impotencia al no completar el hechizo a la primera me cegara y las castigará por ello, más bien, me calme. Eso lo deben dominar las dos, sobre todo tú, Eris. - Vería a su hermana con cierta seriedad, porque él conocía el gran defecto de Eris: su histeria.

- Deben ser siempre lógicas y pensantes, debieron darse cuenta que era una ilusión porque el fuego mágico no deja de ser fuego normal, y consumir el cuerpo de cualquier ser toma más tiempo del esperado, yo lo hice en dos segundos. Allí estaba el blanco fácil de mi ilusión, pero una se dejo llevar por ella, y la otra solamente se excusaba en la esperanza de que así fuese. - Su voz sonaba seria, sin tono de regaño o molestia, simplemente empezaba a formarlas en un pensamiento lógico, aunque eran brujas y desafiaban lo sobrenatural, debían siempre mantener los pies en el piso, “nada es lo que parece”, podría citarles aquella verdad, pero ya estaba seguro de que ellas habían entendido el punto de todo. Se apartaría un poco de ellas, hacia el tronco donde se había sentado, esta vez, solo recostándose del mismo, guardando silencio unos dos segundos con los ojos cerrados, meditando lo que seguía, centrando con toda calma su energía. Abriría entonces aquellos dos azules orbes.

- El siguiente ejercicio es uno de los más primordiales para su habilidad. - Daría una breve introducción de lo que quería que hicieran, antes de ponerlas a hacerlo, además de advertirles las consecuencias del mismo, porque, era más divertido así y se obtenían resultados más rápidos. - No pueden ir desparramando la energía sin control en el cuerpo a sanar, deben aplicarla en el punto exacto para ello, si la herida es superficial, bien, allí la tienen fácil, pero ¿Y si no lo es? ¿Cómo harían? Es entonces cuando deberán ver en el cuerpo del paciente la parte interna de su organismo, siempre donde está la herida hay una baja de energía o concentración de ella, depende de cada paciente y su estado, por ello deben sentir hacia donde iniciar la curación. Es entonces que enviarán una onda mínima de su energía para sondear el organismo del paciente y esto les dará una imagen en su mente sobre qué hacer y a qué atenerse. - Tragaría saliva, y fijaría su mirada en ellas para ver si todo estaba bien explicado.

- En mi cuerpo tengo dos heridas, una en lado izquierdo, y otra en el lado derecho, vengan y escojan un lado, sondeen mi cuerpo como explique y sanen las heridas, ya que no puedo usar animales, entonces, yo seré el paciente. - Entonces se quedaría allí de brazos cruzado, mientras trataba de aguantar el ardor de las dos cortadas que se hizo, una en el lado izquierdo, y la otra en el derecho, tal como dijo. Pero la pregunta importante aquí era: ¿Cuándo se hizo esas cortadas si todo el tiempo estuvo hablando con ellas?

Fácil de responder para un ilusionista, aunque tal como un mago, no le gustase revelar sus secretos*.


*:
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Mensaje por Eris Arcalucci Dom Nov 10, 2013 8:25 pm

Es curioso como las emociones suelen nublar la razón y la lógica de algunas personas. Pero definitivamente, es más curioso como hay personas que estando totalmente consientes de este hecho, siguen sin hacer el más mínimo intento de controlar dichas emociones en diversas situaciones. Puede que les sea realmente inevitable y se les escape de sus manos cambiarlo. Y finalmente, llegado el momento de evaluar las acciones suelen darse cuenta de que tal vez lo que en su momento fue un acto espontaneo, puede ser también un acto de estupidez. Al menos así le pasaba a lo joven Arcalucci.

Su hermano por milésima le decía que debía ser más lógica y racional, términos que conocía pero no ejercía en su vida. De verdad odiaba que él jugara con su mente utilizando sus ilusiones, pero en este caso parecía necesario, aunque no lo admitiría, jugaría con su cabello con expresión un tanto distraída mientras que escuchaba con cuidado una a una las palabras y recomendaciones del maestro. Solo echo de vez en cuando un pequeño vistazo a su compañera de clases, considerando la posibilidad de conocerla dado que de verdad parecía agradable. El problema es que si lo hacia y se encariñaba sería alguien mas a quien podría perder, alguien más que podría hacerla sufrir cuando faltara. Desecho las ideas, pensaría en eso luego. Volvería la vista a su hermano quien caminaba por el lugar a la par que daba su sermón, que por esta vez no era solo para ella y eso le agradaba.


Una vez recostado aquel tronco se dedico a hablarles un poco sobre el próximo ejercicio.  Siempre supo que su hermano era un caso especial, pero ver hasta donde era capaz de llegar para enseñarles a utilizar su poder le asustaba un poco. Después que haría ¿Se podría de blanco humano para enseñarles a atacar? – Estas demente. Prefiero a que utilices animales ¿Qué pasa si fallamos o hacemos algo mal y te dejamos peor? – Sus palabras no eran ni reclamo, ni regaño, ni producto de la histeria. Eran solo el reflejo de la preocupación y el miedo que le daba no poder sanar a su hermano o cumplir sus expectativas.  Luego estaba el hecho de que seguía jugando con mente. Tenía que ser eso o de verdad estaba demasiado distraída durante toda su estadía en el lugar de entrenamiento, y dados sus antecedentes era muy posible.


A pesar de todo esto y a sabiendas de que si no lo intentaba seguro Lissander intentaría algo peor, dio un suspiro y asintió en dirección a la otra bruja que le acompañaba en su posición de aprendiz, quería indicarle que avanzaran juntas hacia él, a fin de cuentas le acababan de indicar que no confiaran tanto. Ella tomaría el lado izquierdo y dudaría un poco ante de colocar las manos sobre el hombro de su hermano sin hacer nada por el momento. Quería observar de cerca su rostro, sin ningún tipo de disimulo,  para encontrar algún gesto de incomodidad o dolor que le indicara que las heridas eran reales y no otra de sus ilusiones.  

Luego de no encontrar mucho en el rostro de su hermano, dio un leve suspiro y afianzando su toque sobre él centro su mente en la tarea encomendada. Se le hizo un poco más difícil que la vez anterior hacer una conexión entre la energía propia y la del joven voluntario, sentía de nuevo esa especie de torrente recorrer su ser como si supiera lo que debía hacer.  A partir de allí una pequeña corriente de energía se adentro y desplazó por aquel cuerpo masculino, encontrando  dos fugas de energía –¡Bingo!- Exclamó triunfante, a la vez que dibujaba una sonrisa. Ahora solo quedaba abocar su energía a la herida izquierda, la que le correspondía.

Cerro los ojos para solo sentir y dejar fluir su energía,  la llevo  hasta el lugar donde se encontraba la herida, muy cerca de las costillas. Era extraño como sentía cierto cambio en el interior de Lissander una vez que de a poco cumplía su misión. Una vez que sintió que era suficiente se concentro es desconectarse de la energía del otro, se sentía algo cansada y expectante por saber si lo había hecho bien -¿Qué tal lo hice? ¿Estas mejor?  ¿Puedes levantarte la camisa para ver como quedo?- Mas que preguntar, puede decirse que exigía respuestas, mientras que lo soltaba de aquel agarre firme que ejercía sobre él y se situaba frente a su maestro esperando su calificación.
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Mensaje por Ragna Dárkova Dom Nov 24, 2013 5:49 am

Se sentía engañada, cruelmente engañada y además había usado su mismo poder, el de la ilusión en ellas y tan ciega de sí misma que no vio las señales. Solo deseaba que así fuera, como bien le había regañado Lissander.  Ante sus ojos aquellos búhos seguían en la rama moviendo sus cabezas de forma graciosa. Giselle terminó sonriéndoles a ellos, hasta girarse de nuevo a Lissander realmente  molesta. A su lado Eris jugueteaba con su cabello, distrayéndose, pero bien podía sentir también la molestia que le causaba aquella situación. Que jugaran con tu cabeza nunca era nada agradable y menos si era tu hermano.

Le escuchó atentamente preparando para dar su próximo golpe. Porque esta vez no iba a quedarse con los brazos cruzados y al contrario que su hermana que le reprendía por usarse a sí mismo como conejito de indias, Giselle lo aceptó sin más replicas. Él solo se estaba metiendo en la boca del lobo por su mano.

Observó la sangre y suspiró desconfiada. Podía ser una ilusión o no ser más que la realidad y que de verdad estuviera tan demente como para ponerse en manos de dos inexpertas brujas.

—Vamos allá. —Dijo mirando a Eris, sonriéndole dándole ánimos y así juntas fueron hacia él, llegando cada una a un costado diferente. Eris fue la primera en llegar y poner las manos sobre la herida del hombro que lucía en el lado izquierdo, tras la que observar a su hermano, empezó a concentrarse para sanar la herida. Giselle se quedó quieta y esperó para ver que acontecía, viendo como la herida empezaba a sanar, hasta que finalmente Eris, lo consiguió.

Sonriendo entonces fue hacia el lado derecho, a la herida, que apenas no era mas que un pequeño rasguño que tenía en el muslo y puso las manos. Miró una vez a Eris que le miraba preocupada por el estado de su hermano y tras mirar a Lissander procedió a concentrarse con su energía en la herida.

Buscó en su interior como siempre, aquella esencia que parecía fluir de ella de forma innata, encontrándola. Tras encontrar esa conexión con su magia, solo necesitó un segundo para conectarse con la herida, pero algo iba mal. A la hora de sanarle, sucedía todo lo contrario, la herida se abría. Frunciendo el ceño volvió a intentarlo, cayendo en la cuenta que su magia se le estaba sobrepasando y salía sin control alguno de sus manos. — Que demonios… ¿Qué ocurre? —Preguntó alarmada a Lissander concentrándose en la herida, intentando hacer cesar la sangre que empezaba a salirle y sanarle como correspondía. — ¡No puedo controlarla!— Dijo alarmada, viendo como la heridaleve se hacía más amplia entre sus manos, sin poder detenerla.— ¡Lissander! ¿Qué hago? La magia me absorbe. Es como el día en que me encontraste! Liss dime algo, ¡despierta! Qué hago? —La voz asustada y desesperada de Giselle fue en alza, parecía encontrarse sumida en el trance de la magia, sin poderse mover de su lado y con unos ojos completamente confundidos y aterrorizados miró a Lissander esperando que él le dijera que hacer.

Tras unos instantes de desesperación, Giselle mirando a Lissander cambió de expresión, dejando de lado los ojos llorosos y asustados, por la de unos sonrientes ojos divertidos... — ¿Qué tal lo hice?— Preguntó apartándose de su lado, deshaciendo la ilusión que había creado en la mente de él, revelando la verdadera escena del momento.

Eris que en todo momento lo unico que habia visto era a Giselle concentrada, sanando la herida, seguía a su lado, esperando por que Liss le dijera algo, sin saber lo que hacía segundos escasos había pasado en la mente de su hermano. Tenía ambas heridas sanadas, la del muslo poco había tardado en sanarla, aún así se había concentrado mucho para que él no pudiera notar aquello, concentrándolo en su ilusión, manteniendo desde la primera vez que le miró a los ojos, la ilusión en su mente y sentidos. —Parece que sanaste correctamente tus heridas…—Susurró apartándose y sonriendo a Eris con inocencia.

La ilusión era su legado familiar, desde pequeña era el poder que tenía más desarrollado, y nadie le buscaba las cosquillas en aquel sentido. A ver si así decides no meterte tanto en mi mente, pensó ahora volviendo la mirada a él, esperando para que siguiera la función.


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Mensaje por Lissander C. Arcalucci Jue Dic 05, 2013 9:36 pm


La situación era siempre analizada, siempre controlada, siempre a sus límites, dispuesta por y para él, era el maestro esa noche, ¿no es así? Bueno, eso era lo que creía y pensaba. Tener un control sobre sus alumnas, era una cosa, pero demostrarlo, era otra totalmente diferente y que debió consentir como peligrosa y arriesgada. Pero vamos, aquel brujo no conocía de esas actitudes vengativas del sexo femenino, y menos de una bruja que acababa de conocer en la calle mientras trataba de revivir a un niño rellenándolo de toda la energía que tenía, a punto de llevarse a sí misma a la muerte. Era inexperta, tanto o más que Eris, pero lo era. Y eso la hacía volátil, pero bueno, no lo sabía, y eso era su culpa, el asumir que Giselle estaría todo el tiempo como un perrito faldero detrás de él, fue un completo e inútil error.

La primera en pasar fue su hermana biológica, que efectivamente chistó todo, le regaño, y luego hizo lo que pidió, la herida fue sanada a la perfección, pudo sentir como ese sublime corte era cerrado por el don de aquella bruja, era buena, y sería mejor a un futuro, tenía muchísimas aspiraciones con sus poderes, de todos modos, su expresión no mostró la sonrisa que quiso mostrar, no era bueno darle incentivos aprobatorios aun, una sonrisa podría decirles que lo que hizo estaba bien, podría darle confianza y no, no iba a darle confianza, quería darle ganas de mejorar, de superarse, de superarlo a él. Por ello, se limitó a ser totalmente serio y seco, y ni un vocablo simple se formó en sus labios, o siquiera expresión alguna. Lissander era un poema de silencio. Eso, hasta que sucedió aquel pequeño “incidente”.

Giselle surcó el espacio que les separaba y se dispuso a hacer lo mismo que Eris, sondear, sanar, todo era sencillo. Pero ella no era de las personas que lo hacía sencillo. Sus manos tocaron su herida, llegó hasta ella por encima de su ropa, era buena y rápida para detectar, lo fue más que Eris, pero no, ella no se limitó a sanar. La joven hizo que la herida se ampliará, su energía se descontroló, y el hilo de sangre que apenas se asomaba por la pequeña abertura de su costado fue totalmente aumentado en creces, era un pequeño derrame, una herida abierta en su piel. Su ceño se frunció y su expresión se tornó sorprendida, incluso hasta molesta, fue su mano diestra la que se lanzó contra el muslo donde estaba el resultado de la torpeza de Giselle, e hizo lo correspondiente, tapar la herida con su mano a pesar del dolor y el desgano que podía sentir por la cantidad de sangre que estaba perdiendo. Hizo presión sobre el pantalón, con la humedad y lo baboso, lo hizo para tapar aquello, pudo avistar y escuchar como aquella joven gritaba y pedía “auxilio” al herido, cosa que después le causaría risa, ¿Era en serio? ¿La cagaba y pretendía que Liss le dijese que hacer para no seguir embarrando el error? Con la mano libre la aparto porque sus emociones incompetentes no iban a ser de ayuda y fue cuando aquella mujer reveló con una sonrisa lo que estaba sucediendo, y así lo entendió, cerró sus ojos y se enderezó, aparte, se cruzó de brazos, eso sí le había sacado una sonrisa. Pero no una buena…

- Las dos lo hicieron excelente, la sanación fue perfecta en ambas. - Dijo, abriendo sus ojos para observar a las dos brujas, desapareciendo su sonrisa por una expresión que hasta aquella que era su hermana sin ser empata podría sentir como estaba él. - Pero por si no les quedo claro, el ejercicio era sencillo, sondear, sanar, retirarse, no pedí nada más. Las dos fallaron. - Sus palabras sonarían fuertes y claras, la seguridad se brotaba en ellas. - Lämen. - Diría y las vería a las dos, enviando su energía a cada una, de manera tal que provocaría una parálisis motora en las jovenes, detener sus cuerpos en seco, sus músculos, todo, estaban quietas a raíz de un hechizo producto de su enojo. - Giselle, no te pases de lista conmigo, no me gustan las bromas. Si no te gusto la manera en la que enseñe a hacer una correcta sanación, entonces es tu problema, pero deben manejar la presión. Este mundo no va a esperar porque ustedes se recuperen al ver morir a cualquiera, van a tomar su vida si tienen la oportunidad, dejen de pensar como dos niñas malcriadas, la brujería está penada con la muerte en la hoguera. Este entrenamiento es en serio, y no vine aquí para reírme de sus estupideces. ¿Acaso quieren morir en la hoguera? ¿O pretenden jugar con un paciente exagerando su herida? ¿Sabes que puedes matar a alguien por un susto y crearle un shock emocional que produzca un paro cardíaco? - Pregunto caminando alrededor de ellas sin siquiera alzar la voz o gritarles, pero si mostrando la verdadera realidad tras un juego, no hablaba por él, no le asustaban las heridas, pero estaba enseñandoles algo valioso: La magia no era un juego. No le importaba si querían pelearle, estaba muy concentrado en regañarlas y en mantener su hechizo funcionando tan fuerte que apenas podrían respirar, parpadear y balbucear, porque el hablar, no estaba permitido. - Otra insubordinación como esa y van a tener que sanar a todas las aves de este bosque. Y ya no será una ilusión. - Su enojo era tan claro en esas frases, estaba verdaderamente rabioso, decepcionado de la inquilina por usar una ilusión contra él, y como había dicho en un principio, si una fallaba, las dos fallaban. Las entrenaría como un equipo, quisieran, o no.

- El siguiente ejercicio iba a ser fácil, pero ustedes no lo quisieron así. - Se detuvo en frente de ellas otra vez, y su mano diestra se extendió junto con su brazo en dirección a unos árboles. - Schild. - Diría esta vez, para luego con un movimiento de sus dedos, muy lentamente ir atrayendo a un pequeño ciervo encerrado en una cúpula de color azul brillante. Lo colocaría detrás de él, susurraría algunas palabras que ellas no oirían y el pobre animal cayó al suelo vuelto una estatua, tanto como ellas, luego tomó el cuchillo con que hizo sus heridas y rasgo la piel del animal por todo el cuerpecillo, heridas superficiales, alrededor de diez, o doce, no las contó, no le importaba a él precisamente, era a ellas que debía importarle el numero. Y posteriormente, la cereza del pastel, clavo el cuchillo cerca del muslo derecho, lo sacó, secó, y guardo, luego volteo a verlas. - Este es su último paciente por esta noche. A él si puedes hacerle todas las ilusiones que quieras, Giselle. Nos vemos en la casa. - Las vio fijamente a las dos, justo antes de desaparecer ante sus ojos en una completa nube de pájaros que saldrían volando hasta perderse en el cielo, deshaciendo el hechizo en ellas, dejándolas completamente al servicio del ciervo, su última labor por esa noche.

Se iría de allí caminando aunque no lo verían, no lo necesitaban más por esa noche. Las dos estaban lo suficientemente preparadas para salvar al pobre animalillo, sobre todo con la última herida, la más complicada de sanar y que preferiblemente deberían hacerlo las dos, después de todo, sanar una herida profunda requiere un poco más de tiempo y energía. ¿Lo lograrían? Esperaba que si, o si no, ellas habrían asesinado a un pobre ciervo, porque Liss causó las heridas en lugares precisos de no desangrarlo, y la última, con cuidado de no tocar ningún órgano, pero ellas no lo verían, no sabían de anatomía como él, y no sabían que había estudiado al pobre animal el día anterior justamente para no matarlo. Digamos que aquel joven de ojos azules como cielo solamente confió en ellas desde el inicio, sabiendo que ellas no lo harían en él y que los problemas morales vendrían, pero la enseñanza, aunque dura, estaba llegando a sus mentes y convirtiéndolas en dos poderosas brujas. Por esa noche, se sentía orgulloso, todo había comenzado muy bien.


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Mensaje por Eris Arcalucci Jue Dic 19, 2013 10:13 pm

Las cosas parecían marchar tan estupendamente bien, que realmente pensó que se iría a casa pronto.  Solo quedaría que Giselle terminara de sanar la herida en su hermano, no se veía ni un poco insegura, por el contrarío parecía mas confiada que ella de lograrlo sin errores. Una vez mas ideas llegaron a ella sobre el porque Giselle estaba allí, no parecía tener muchos problemas con su poder, según había visto.  Solo cuando su compañera acabo su tarea con Lissander  y le regalo esa sonrisa a ella pensó seriamente la posibilidad de conocerla y hacer una amistad, no tan profunda, solo lo suficiente.

La voz del maestro la llevo a redirigir su atención hacia él, olvidando por un momento su idea anterior. Las palabras de este y su expresión no eran coherentes, parecía más enojado que cuando no había logrado hacer nada. Algo iba mal, aunque parecía que hicieron hecho todo bien. –Pero hicimos el ejercicio tal cual lo dijiste, Lissander. ¿De que estas hablando?- No estaba dispuesta a permitir que el abusara de su autoridad si ella estaba segura de lo que había hecho, se giro a buscar apoyo o alguna explicación en la otra bruja.  Hasta ese momento solo estaba enojada y confundida, y al sentir  la energía que solo podía ser de su hermano aprisionándola y casi ahogándola, empezó a desesperarse notoriamente, ahora entendía como se sentían los búhos y las ardillas con las que practicó hace unos momentos atrás, era horrible.  La incomodidad no era nada en comparación a la angustia de no poder ser dueña de su cuerpo, en algún momento cuando su hermano hablaba, intento suplicar con su mirada, pero el ni si quiera la miro directamente.  

Todo era culpa de la otra, la bruja que les acompañaba, ahora tenía su respuesta, había venido a joderle todo, su noche, su entrenamiento y hasta su vida de calma con su hermano “-Estúpida, solo a ella se le ocurriría jugar así que el energúmeno de Lissander.  Me las pagaran ambos, ella por idiota y el por injusto -” La desesperación daba paso a la ira mientras que la explicación de porque estaba en esa situación. La pequeña Arcalucci se sentía decepcionada de que no se fijara en su trabajo. Ella si se tomaba en serio el entrenamiento, ella si cumplió el ejercicio, ella no tenía porque pagar las estupideces de otra, ella quería ser una mejor bruja y no quería morir, por el contrario, quería aprender para protegerse a sí misma y a su familia.  Ni si quiera presto atención a la última amenaza de quien le enseñaría, por las buenas o las malas a ser una mejor bruja.

El ultimo “ejercicio” fue presentado y explicado.  Observó a su hermano y maestro, ahora le parecía su verdugo. De sus ojos caían algunas lágrimas silenciosas, no por ella o por su frustración, mas bien por lo que él había hecho sin escrúpulo alguno con aquel animal indefenso.  ¿Dónde quedo todo aquello que les fue enseñado a ambos? El respeto por la naturaleza y por la vida de cualquier especie. Cuando desapareció en medio de  una ilusión, exagerada y con el fin de presumir, según ella, se sintió libre no solo de el poder que la mantenía inmóvil, también de poder decir lo que quisiera a la intrusa ahora que Lissander no estaba para defenderla, de desahogarse, de insultarla con todo lo que tenia por dentro. –Eres una maldita estúpida. ¿Cómo se te ocurre jugar con Lissander?  Por tu culpa yo también estoy aquí y ni si quiera hice algo para merecerlo. ¿a que viniste? Esto es una maldita injusticia– Dejo de gritar por falta de aire. Respiro profundo, pero volvió la vista al pobre venado, se veía realmente mal, por un momento hasta pensó que no seria posible salvarlo – Hasta este animal tuvo que pagar por tu culpa. Mas nos vale salvarlo, y no por lo que diga el Dr. Perfección, ya estoy aburrida de sus sermones y castigos. Pero no podría con la culpa, que de paso ni si quiera es mía, es tuya- No le importaba si se defendía o no. Ella se conformaría con decir o gritar todo lo que quería y sentía.  

Tras suspiros, resoplido, maldiciones y otros insultos dirigidos a su hermano y a su compañera se dirigió al animal y  se arrodilló frente a este, observando sus heridas, solo por él se tragaría lo que le faltaba decir y se concentraría en su misión. Ni si quiera se molesto en volver la vista a la otra bruja, cada una sabia lo que haría. Respiro profundo y posó sus manos alrededor de la primera herida, y empezó a conectar su energía con la del animal, era realmente débil,  volvía a cuestionarse si podrían lograrlo. –Son 11- susurró para sí, luego de contar las heridas. Una vez sanó aquella se enfocó en otra más cercana, repitiendo la operación: conecto su energía con la del animal, y luego se dedico a conducir su energía a que sanara. De esta manera continuo con otras tres, no eran muy grandes, pero en conjunto habían hecho bastante daño. En algún momento decidió darle ánimos al venadito –Calma, pequeño. Estarás mejor-   le acariciaba la cabeza mientras lo arrullaba.  
-Estoy cansada y esa se ve muy fea.– Suspiro resignada, lo que menos quería era hablarle y pedirle ayuda, pero por el bien de la criatura debía hacerlo –Tal vez esa deberíamos sanarla ambas- Realmente no esperaba una respuesta negativa, pero solo por si acaso, tenia preparado otro discurso con la idea de hacerla sentir la persona mas culpable y miserable de la historia de París. Finalmente no parecía necesario. Pero un nuevo plan había llegado hasta ella, quizás la idea que Lissander tenía sobre ellas trabajando en equipo no era tan mala.

Sin dejar  su labor de sanar, esbozo una sonrisa muy parecida a la de su hermano antes de paralizarlas. -¿Así que, eres buena ilusionista? ¿Lo suficiente para hacer invisible a Rot durante todo el camino a casa?- Señalo al animal a la vez que mencionaba el nombre que se le acababa de ocurrir para él. –Pensé que tal vez, el insoportable Dr. Perfección querrá una prueba de que logramos salvarlo. ¿Me sigues?- Había terminado su parte y ahora solo sonreía y acariciaba la cabeza de Rot, a la espera de que se terminaran de recuperar todos, él de su estado de estatua y ellas del cansancio por la energía que usaron –Además, siempre quise una mascota-  Susurró con inocencia.

El plan parecía realmente sencillo. Y tenía solo una frase que la salvaría de cualquier castigo o represalia por “-Él dijo que soy la señora de la casa. Pues la señora dice que Rot se quedara-”
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Mensaje por Ragna Dárkova Dom Dic 29, 2013 5:40 pm

La sonrisa que vio en Lissander, desde un buen principio supo que bien no podía deparar nada bueno para ella. Lo que no esperaba era que castigara tambien a su propia hermana por su osadía, cuando no era más que una bruja recién encontrada y sacada de la calle. ¿Por qué la castigas a ella? ¿A la sangre de tu sangre? Pensaba mirándole con desagrado y completa sorpresa, encontrándose tras un aviso de su mente del humor del brujo, encadenada a un hechizo, cual no le dejaba apenas respirar y menos hablar. Intentó gritar de rabia, nada le gustaba sentirse así, con la mala suerte de que cuando intentaba hablar el hechizo la ahogaba. Por unos instantes todo ello le recordó a cuando de pequeña, tras descubrir que era una niña extraña, el santo párroco del orfanato la atará a la cama, dejándola inmovilizada unos días, intentando así que el demonio saliera de su cuerpo. Por esos entonces no tendría más que ocho años, y siempre habia sido muy inocente, por lo que no habia podido más que resistir y llorar, preguntándose el porque sus padres la habían abandonado a su suerte y como habia terminado a manos de ese loco, que hizo que desde esa temprana edad hasta su salida del lugar, fuera un infierno cada segundo de su vida.

Y ahora así, se volvía a sentir vulnerable, perdida y asustada, por más que la mirada que le dirigía al mago no era más que molesta y con reproches. Si fuera un buen empático, sabría que sentía y como le horrorizaba sentirse atada, sin control alguno de sus movimientos.

Escuchándole, resopló. Por el momento todas las lecciones habían sido fáciles de superar. Su problema erradicaba en que cuando la situación se ponía más peliaguda, su magia actuara por instinto, pero con calma y tranquilidad, podía hacer todo y más de lo que se proponía. Todo y no saber palabras mágicas, nunca le habían hecho faltas, lo poco que habría aprendido lo hacía mentalmente, en su cabeza y su magia obedecía ciegamente. Lo que de verdad le molestaba, era que condenara tambien junto a ella su propia hermana. ¿Para que querría que fueran un equipo, si apenas se conocían y hablaban? Solo llevaba dos días con ellos, y nadie estaba habituado a la nueva situación.

Con los ojos fijos en el mago, observó como llamaba al ciervo y le hacia los cortes. En su mente le dijo de todo lo que se le ocurrió. Dañar tanto a un inocente animal, aún siendo estas heridas superficiales, no mostraba más que el poco amor hacia la sabia naturaleza y madre de todas las cosas. La que ella misma adoraba. Suspirando cuando Lissander se fue y al fin se liberó del hechizo se encontró con las replicas y el regaño de la otra joven maga. —Tienes razón, ¡pero él jugó con nosotras mucho antes! Y además de ser un gran ilusionista, él mismo se habría dado cuenta enseguida de lo que ocurría. Solo le hice probar de su propia medicina. Lo que no se me ocurrió era de que pudiera tambien perjudicarte a ti tambien. Creí que solo yo saldría regañada por él y no que sería capaz de regañar a su hermana tambien por el fallo de una desconocida bruja, como lo soy yo…y siempre seré. —Se quedó callada tras lo último, decidiendo morderse la lengua antes de confesar más de sus temores. Pues uno de ellos, era que nunca pudiera encontrar algo como una familia, o unos allegados a los que poder proteger y amar. Siempre habia estado sola, soñando con lo que sería que su madre se la hubiese quedado, y su padre tambien y pudiera despertarlos cada mañana echándose en la cama de ambos entre risas y los primeros rayos de sol.

Con un andar indeciso, insegura se acercó al animal sobre el que Eris ya se encontraba sanándole las primeras heridas. — No quise… Lo siento. — Se disculpó sin mirarle, para que no viera su pena y  finalmente poniendo la mano sobre la primera herida que tenía más a mano, empezó a obrar su magia en él.

La magia fluía de su mano. Se sentía un poco agotada, pero tenía fuerzas para mucho más, por lo que cuando Eris le dijo que tenía que sanar la herida juntas, asintió y puso la mano junto a la de ella sobre el pobre animalillo indefenso.

Sanando la herida, la voz de la joven interrumpo por un momento su flujo de energía. Aquella voz con la que antes se habia dirigido a ella, parecía ser diferente y poco le hizo falta para saber que algo tramaba. — Sí, soy una ilusionista. Creo que provengo de brujos ilusionistas… y si, podría hacerlo desaparecer, todo y que veo más inteligente el convertirlo en perro a los ojos de los demás. — Al principio muy bien no entendía por donde iba, o que buscaba con ello, hasta que lo entendió y tambien sonrío divertida. — Te sigo, y tambien creo que Dr. Insoportable perfección querrá pruebas de que pasó con el animal. Nuestra nueva mascota. —Añadió al oír cómo se dirigía Eris al ciervo. Acarició con una mano el pelaje del animal y tras unos minutos se levantó, si debían de llevarlo hacia casa, era mejor apresurarse antes de que se hiciera más tarde de lo que ya era.

— Convertiré a nuestro nuevo amigo en un bonito perro, mientras lo sacamos de aquí. —Susurró cuando la joven aceptó su mano y se levantó del suelo. — Vamos, estará impaciente. Pero la sorpresa se la contaras tu…Creo que a mí me odiará por el resto de sus días. —Río suavemente, negando luego con su cabeza por la sarta de tonterías que murmuraba esa noche y así, enfocada en hacer que la poca gente con la que se cruzaban vieran en el ciervo un perro, salieron del bosque internándose por las calles de París, hasta llegar a casa de los hermanos Arcalucci.
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Mensaje por Lissander C. Arcalucci Lun Ene 06, 2014 8:19 pm

- Día 2 - La defensiva es la mejor ofensiva.


Era otra noche en el bosque, la siguiente después de lo ocurrido, y donde continuaría el entrenamiento que había comenzado el día anterior. Ya para el momento, aquel doctor había obviado por completo lo que sucedió la primera clase, la convivencia en casa fue incomoda por obvias razones, las chicas estuvieron muy molestas por lo ocurrido, pero no habían entendido el punto de todo aquello, y mucho menos el punto de la enseñanza. Tampoco iba a explicarles, pero, lo mejor era lo que pasaba. Recorrió el camino primero que las jóvenes para estar primero en el lugar acordado, debía preparar la clase que iba ahora, una de defensa mágica, pues ya habían aprendido lo básico de la curación, el don que compartían las jóvenes brujas, lo más que él podía enseñarles considerando que no era ningún sanador. Esa noche iba a ser importante, enseñarles a defenderse era parte del entrenamiento desde un principio, usar la magia de modo defensivo les podía otorgar un buen escape, evasión o hasta una buena ofensiva. En una ciudad como Paris, donde el peligro asecha a la vuelta de la esquina, saber defenderse de cualquier cosa es primordial.

- Buenas noches. - Les diría cuando llegasen, él yacía sentado en el tronco viejo donde estuvo la vez pasada, sus piernas cruzadas cubiertas de aquel pantalón negro contrastando con la camisa blanca que cubría su torso, eran las vestiduras que el primogénito Arcalucci portaba para la ocasión. El abrigo descansaba a un lado, y su cabello, siempre tan perfectamente alborotado, se dejaba llevar por la brisa invernal. - Esta noche veremos una clase de defensa mágica, Eris, deberá usar sus dones de esta manera, las barreras y la limpieza mágica, y Giselle, la empatía y el ilusionismo. Les enseñaré por esta noche a usarlos de manera defensiva, presten atención, porque esta clase es importante. - Entró directo en el tema, no iba a dar rodeos, aunque no estaba molesto en lo absoluto, un leve resentimiento podía asomarse en su mirada, él quería ser un buen maestro, quería esforzarse, y esos eran sus métodos, aunque rudos y extremistas, eran los métodos con que quería hacerles ver la realidad a la que se encontraban para la fecha.

- Para las defensas mágicas se debe tener en claro como es el ataque, para ubicar una correcta defensa. Hay muchos tipos, una defensa puede ser una evasión, un desvío, un contra-ataque, una ofensa y una defensa, valga la redundancia. - Comenzaba explicando la teoría tal cual como la clase pasada, pensaba que la misma era primordial para entender cómo protegerse en un encuentro real. - Según sus dones, deben comprender como defenderse. Giselle no puede crear una barrera ante un movimiento directo, por tanto hacer un escudo solido no es una opción, pero en cambio tiene más posibilidades de evadir que Eris, que no tiene la capacidad de crear ilusiones. - Las comparaba porque debían ver que las enseñanzas eran individuales, lastimosamente, no podía darles la capacidad a las dos de crear todos los tipos de defensas, aunque haría lo posible por refrescarle cada uno, cosa de que al menos los supieran hacer. - Tal cual en la primera clase, el ahorro de energía es lo primero que deben tener en cuenta. No necesitan crear una barrera como un domo si el ataque es frontal, es un exceso de energía. Y Giselle no debe crear una ilusión de campo, si lo que necesita es evadir. - Les daba a las dos correcciones incluso antes de empezar, siempre buscando explicarles que debían ahorrar energía, una barrera plana era muy buena defensa ante un ataque frontal, y una ilusión al cuerpo era muy efectiva para una evasión directa.

- Muy bien, empecemos. Eris, defiende. Giselle, evade. - Dijo totalmente claro, para esa noche, no había condiciones, ni castigos, supuso que con la noche anterior fue suficiente para que entendieran la seriedad del asunto y lo que implicaba que Lissander fuese su maestro. Sus brazos se extenderían al frente de su cuerpo, y sus manos se extenderían para una mejor concentración de la energía por su cuerpo, justo luego su boca pronunciaría: - Feuer-Ball - Y en sus manos dos llamas nacerían, se condensarían en unas esferas de no más grande que unas pelotas de beisbol de nuestra actualidad. Luego las vería fijamente a cada una y dirigiría sus palmas hacia cada una y las lanzaría con la potencia de su brazo en dirección predeterminada. Una a Giselle y al mismo tiempo, una a Eris.

Luego cruzaría sus brazos y se concentraría en el momento, necesitaba ver que eran capaces delante de un ataque frontal, era lo más básico por los momentos. Esperaba que la misma creatividad que mostraron a la hora de defender a un ciervo pudieran aplicarla al entrenamiento mágico que les estaba impartiendo. Seguramente una sorpresa se iba a llevar, Giselle hizo una excelente ilusión y Eris controlaba muy bien sus barreras, pero, ¿Podrían lograrlo?
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