AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Onira Dracstone
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Onira Dracstone
DATOS BÁSICOS
-Edad: 17.
-Especie: Bruja.
-Facción a la que pertenece: Neutral.
-Tipo, Clase Social o Cargo: Alta.
-Orientación Sexual: Heterosexual.
-Lugar de Origen: Praga.
-Habilidad/Poder:
→ HECHICERÍA: HABILIDAD PARA HACER QUE COSAS SUCEDAN, YA SEAN A FAVOR O EN CONTRA DE ALGUNA PERSONA, POR MEDIO DE CONJUROS, HIERBAS Y POCIONES. ESTO INCLUYE ALTOS CONOCIMIENTOS DE HERBOLARIA QUE LES PERMITEN HACER TAMBIÉN CURACIONES.
→ PERCEPCIÓN DEL AURA: HABILIDAD PARA VER LAS AURAS DE OTROS SERES, CUYOS COLORES INDICAN SU HUMOR, IDENTIDAD Y NIVEL DE HOSTILIDAD, DE ESTE MODO SABEN SI ESTÁN BAJO AMENAZA. ESTE PODER LES PERMITE RECONOCER A LICÁNTROPOS Y CAMBIAFORMAS CUANDO NO ESTÁN TRANSFORMADOS E IDENTIFICAR A LOS VAMPIROS GRACIAS A SU AURA PÁLIDA.
→ CREACIÓN DE ILUSIONES: HABILIDAD QUE LE PERMITE CREAR ILUSIONES A SU ALREDEDOR; IMITARÁ TEXTURAS, SONIDOS, OLORES, ETC., DESCONCERTANDO ASÍ A SU OPONENTE Y BRINDÁNDOLE UNA EXCELENTE ARMA DEFENSIVA. EL POSEEDOR DE ESTE DON SERÁ CAPAZ DE ENTRAR A LA MENTE DE SU ADVERSARIO CON SUS ILUSIONES.
→ POSESIÓN: PODER QUE DA LA CAPACIDAD AL MORTAL DE INTRODUCIR SU ALMA EN EL CUERPO DE UN INMORTAL Y TRATAR CARA A CARA CON SU ESENCIA INTERIOR.
→ ATMOKINESIS: HABILIDAD PARA CONTROLAR OCASIONAL Y RELATIVAMENTE EL CLIMA Y LOS SUCESOS METEOROLÓGICOS (RAYOS, TEMPESTADES...).
DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA
Ella sabía que nunca había sido una mala persona, su buena educación y la gran atención de su padre en los momentos clave, habían hecho de ella una joven adorable y bastante risueña. Solía mostrar la mejor de las caras a la gente que la rodeaba, sonreía aunque no tuviese motivos, pues en muchos momentos no entendía de donde podía sacar la fuerza suficiente cómo para seguir adelante o para sonreír ampliamente a esos que la rodeaban. No se consideraba infeliz, pero tampoco feliz del todo. Creía que su vida había sido planificada sin contar con ella, pero también sabía que ese era su deber cómo hija de un Duque ¿Por qué sufrir o llorar cuando se puede sonreír? Eso era lo que ella se decía una y otra vez cada noche, pero también era cierto que en alguna ocasión había preguntado a su institutriz el por qué de tener que entregarse a un hombre o el por qué tener que seguir con la posición que tenía. Ante falta de respuestas, ella se conformaba y empezaba otro día más cómo si fuera el último que viviría, pensando que algún día sería libre y podría hacer lo que gustase. Aunque eso solo fuese un sueño. Pero no deben dejarse engañar, después de todo, esa es la fachada que ella se creó para los demás. Una niña encantadoramente dulce y risueña. Pero cómo buena noble, en ciertas ocasiones es altanera y algo caprichosa.
Pero lejos de eso, cuando nadie la ve, se muestra una joven preocupada y sensible. No hay noche que no se desvele hasta las altas horas. A veces piensa en que podría acabar enloqueciendo como su madre, lo que la preocupa demasiado, por eso cada noche le reza a su dios para que nada malo caiga sobre ella o su familia. Normalmente esa cara de la moneda no la deja ver a nadie, es más nadie conoce de eso, ni siquiera a su padre o su maestro, quienes pasaron todos los malos momentos con ella y jamás la vieron llorar en público. Para ella es demasiado importante guardar las apariencias, esa misma razón es la que la hace tomar esa postura.
Pero lejos de eso, cuando nadie la ve, se muestra una joven preocupada y sensible. No hay noche que no se desvele hasta las altas horas. A veces piensa en que podría acabar enloqueciendo como su madre, lo que la preocupa demasiado, por eso cada noche le reza a su dios para que nada malo caiga sobre ella o su familia. Normalmente esa cara de la moneda no la deja ver a nadie, es más nadie conoce de eso, ni siquiera a su padre o su maestro, quienes pasaron todos los malos momentos con ella y jamás la vieron llorar en público. Para ella es demasiado importante guardar las apariencias, esa misma razón es la que la hace tomar esa postura.
HISTORIA
Era curioso, cómo todo podía cambiar, cómo su madre la había mantenido al margen de aquello, engañada. Pero no todo podía ser eterno, no siempre se podía esconder un secreto tanto tiempo, al final siempre se descubría y no de la forma más deseada o de la correcta.
Capítulo I
La cena.
Durante la cena, Valentine no había levantado en ningún momento la mirada hacia su marido, Marcus. Onira sabía que cuando eso pasaba, era que ellos habían discutido, con tan solo cinco años, ella había sufrido más peleas que muchos otros en un millón de años. Cada noche era igual, nunca cambiaba, al principio las disputas la asustaban tanto que se escondía dentro del armario esperando que todo pasase, pero después todo era rutinario por lo que su miedo desapareció casi por completo. Esa misma noche, después de la cena, Onira se bajó de su silla y corrió a los brazos de sus padres para darles las buenas noches, mientras tanto, la institutriz la esperaba en la puerta del gran salón para acostarla como cada día.- Buenas noches madre.-Susurró a la par que besaba su mejilla. Se acercó a su padre, imitando el gesto.- Padre… Buenas noches.-Con un gesto dulce, el hombre acarició la mejilla de ella.- Buenas noches, mi princesa.-Y la dejó ir con la mujer que la cuidaba desde el día de su nacimiento.
Una vez en su alcoba, se dejó arropar, mientras sus pequeños brazos abrazaban la muñeca de trapo.- ¡Claire! Espera..-La pequeña se sentó en la cama, mirando a su institutriz, cuando esta se paró para escucharla, Onira negó con la cabeza y volvió a meterse entre las sábanas.- Buenas noches, nana.-Susurró mientras se giraba, dando la espalda a la puerta. La mujer la miró, pero instantes después arrimó la puerta para dejar descansar a la pequeña. Todo parecía en calma para ella, creía que esa noche no habría voces corriendo por los pasillos, por lo que sus ojos se cerraron, sumiéndola en un profundo sueño. Habían pasado un par de horas, quizás menos cuando un estruendo la despertó sobresaltada, miró todo a su alrededor confusa, pero pronto supo lo que pasaba. Con suavidad, apartó las mantas de su cuerpo y dejó que su pequeño cuerpo se deslizase hasta hacerla quedar de pie, sus pies desnudos sintieron el frío que desprendía el mármol , pero no le preocupó, ni siquiera buscó su calzado bajo la mesita de noche que tenía le vela encendida. Caminó de forma lenta hacia la puerta, abriéndola algo más para pasar, después de eso, siguió el pasillo hasta estar enfrente a las puertas de los aposentos de sus padres. Posó una mano sobre la madera de la puerta y observó a través de la rendija hacia el interior. Sus cristalinos ojos danzaron de un lado para otro, hasta que encontraron un punto fijo.
Allí estaban, otra noche más discutían acaloradamente, Valentine caminaba de un lado a otro de la habitación cómo si se tratase de una leona encerrada mientras le gritaba a Marcus, en cambio él permanecía estático junto a la ventana, mientras dejaba que su mujer le echase en cara millones de cosas, de las cuales ni la mitad tenían sentido pues eran fruto de la imaginación de su amada. Valentine se paró frente a él, colocando su dedo índice sobre el pecho de él, mientras de sus ojos caían lágrimas de amargura, fue entonces cuando ella le soltó las más duras palabras, las cuales hicieron que el hombre terminase por explotar. Con fuerza agarró las muñecas de su esposa, mientras la miraba enfurecido a los ojos.- ¡Cómo osas decir eso! ¿Qué yo os engaño con otras mujeres? ¿Qué yo maté a vuestro padre? ¡Cuantas veces deberé aguantar tus berrinches! ¡Dime, cuantas más!.-Gritó él mientras la zanrandeaba suavemente contra él, sin apartar su mirada.- No sois la más indicada ¿Creéis que no sé toda la verdad? Esa niña a la que llamo hija, a la que le di mis apellidos y a la cual mantengo bajo mi techo ¡No es mía! Y tú osas decir que te engaño ¿Cuándo tenías pensado decírmelo? ¿Tal vez en mi lecho de muerte? Valentine, no tienes derecho a exigirme nada.-Se quedó en silencio, estaba apunto de decir algo más cuando sintió un chasquido al otro lado de la puerta, la pequeña había salido corriendo de allí en busca de un armario para esconderse, solo tenía cinco años y para ella las palabras que había escuchado, no eran más que aguijones impregnados en un mortífero veneno.
Marcus conocía a su hija, pese a que nunca había pasado grandes momentos con ella, la conocía casi mejor que su propia madre. Dejando a Irina en la habitación, salió de allí con paso rápido.- ¡Claire!.-Gritó mientras bajaba las escaleras, apurada y aún acomodándose el albornoz, apareció por el pasillo opuesto.- Señor ¿Qué ocurre? ¿Por qué tanto grito?-Pregunto mientras intentaba poner un mechón de pelo detrás de la oreja.-Prepare dos tazas de leche caliente, pero déjela en las cocinas ¡Vete!-Gritó malhumorado. Tras eso salió de allí también, en busca de la niña, él conocía cada rincón del castillo y sobre todo, sabía donde solía esconderse la pequeña.
Capítulo II
Cuentos para no dormir.
Después de buscarla, finalmente la encontró escondida en el escobero, no era un lugar nuevo, varias veces la había encontrado allí dormida, por eso fue el primer lugar en el que buscó. Estando frente a ella, Marcus se agachó ofreciéndole la mano para que la cogiese. La pequeña dudó, pero su pequeña mano se afirmó sobre la de él, saliendo de allí.- ¿Te apetece tomar una taza de leche? Mientras la tomamos, podría contarte una larga historia ¿Qué te parece, mi reina mora?-Antes de que pudiese prepararse, la niña había casi saltado sobre él, mostrándole una pequeña sonrisa, la cual sorprendió al hombre pues no se la esperaba. Cómo le había dicho, él la tomó con firmeza, llevándola a las cocinas del castillo. Cómo había pedido, Claire había preparado dos grandes tazas de leche con unos pedazos de pan para acompañar, Con suavidad dejó a la niña sobre la silla y él se sentó junto a ella, antes de decir nada, se giró hacia la mujer.- Podéis iros a dormir, pasad buena noche.-Cuando ella se fue, el silencio se adueñó de la cocina durante unos minutos, de vez en cuando se sentían los sorbidos de Onira, cosa que finalmente hizo estallar en carcajadas a su padre.- Sin duda vos no entendéis de paciencia, tomadla con lentitud.-La niña dejó la taza, sentándose bien en la silla. Su gran camisón ocultó los pies de la pequeña y sus grandes ojos azules se fijaron en los de su padre.- ¿Me contaréis… Esa historia, padre?-Preguntó dudosa, cómo temiendo llamar así después de lo que había escuchado.
Él solo asintió con la cabeza mientras se echaba hacia atrás, dejando su cuerpo descansar sobre la silla.- Esta no es una historia para ser contada, puede llegar a ser espeluznante…-Empezó diciendo, antes de decir nada más, se acarició la barbilla con lentitud, cómo buscando las palabras idóneas.- Seis años han pasado, desde el primer momento en que la vi supe que sería todo para mí, esos cabellos rizados brillantes cómo la sangre, sus ojos nerviosos evitando los míos y esa sonrisa inocente que me invitaba a ir. Valentine era perfecta, una musa que daba sentido a mi mundo. Los primeros años fueron perfectos, ambos creíamos que habíamos hecho “Chin”, pero no era así, meses antes de la boda ella empezó a evitarme, siempre que iba a buscarla para pasear por los jardines, o para comer… Ella me decía que estaba enferma o que Catherine la había convencido para que la acompañase, fue entonces que nuestra relación se empezó a forjar a base de cartas llenas de palabras, palabras que carecían de sentido o emoción.-Tomó un sorbo de su taza, mientras miraba a Onira, que tenía los ojos muy abiertos, cómo sorprendida de lo que le contaba su padre. Mientras empezaba a hablar de nuevo, acarició los largos mechones rubios de su pequeña.- Lo que pasó después carece de sentido en esta historia, llegó el día de la boda y poco después naciste tú. Fue una sorpresa para todos, incluso para mí… Tus ojos azules cómo el agua buscaban en el lugar, cuando se posaron en los míos sentí algo tan intenso dentro de mí que no pude dejar de mirarte. Tus pequeñas manos buscaban el contacto de los dedos de tu madre, tus ojos curiosos paseaban de un lado para otro, pero lo que más me gustó de tu eran esas mejillas rosadas que adornaban tu perfecta y angelical carita.-Sonrió al recordarlo, eran de los mejores recuerdos que tenía junto a la pequeña, pero esa sonrisa desapareció casi instantes después.- El día de tu segundo cumpleaños, ese día lo descubrí. Esa mañana había visto discutir a Valentine con Catherine, la hermana menor de ella y la cual iba a ser mi prometida en un primer momento, pero tu abuelo había ofrecido a vuestra madre junto a unas cuantas tierras y títulos, que claramente mi familia no pudo negarse a aceptar. No entendía porque ellas discutían de esa manera, siempre había tenido entendido que ellas se habían llevado como uña y carne, por lo que me resultó extraño. Pero esas dudas desaparecieron horas después, cuando Catherine, temerosa entró en mi despacho para pedirme unos minutos, claramente yo no le negué eso, pues siempre me había parecido una muchacha realmente agradable y la cual portaba el don de la palabra.-El reloj del vestíbulo marcó las doce de la noche, lo que a la niña le pareció raro, pues su padre no se preocupó, al contrario siguió hablando. Onira se acomodó contra la mesa mientras sus ojos permanecían clavados en la figura del hombre que tan apasionadamente hablaba, contando una historia que sin duda la tocaba a ella totalmente.- Mediante la mujer hablaba, yo sentía cómo mi sangre hervía en mi interior, la niña que me había cautivado y la cual tenía mi apellido, no era más que una bastarda, Catherine me contó que eras la hija de la aventura que tu madre me había escondido. El joven en especial, se llamaba Anthony y trabajaba para la familia desde había años. No entiendo cómo lo aguanté, quizás las lágrimas de miedo junto a las súplicas hicieron que yo no echase a Irina del lugar. Catherine me suplicó por ti, una niña bastarda sería mal vista en la sociedad que vivíamos, y jamás nadie querría nada de ti, por eso mismo me hizo jurar que jamás contaría nada de aquello, debía protegerte de las malas lenguas, pues de no ser así, acabarías en los barrios bajos, trabajando como una puta… Pues nadie querría desposarse con la hija de un noble de sangre bastarda.-Le hizo un gesto para que tomase su leche, mientras él hacía lo mismo, ella no dudó dio un largo sorbo ya que la leche estaba tibia.- Los primeros días no quería acercarme a ti, pero cuanto más me alejaba más te echaba de menos, fue por eso que escondí esta verdad incluso a tu madre, haciéndola creer que no sabía nada, pero las discusiones con ella fueron continuas, acusaciones falsas que terminaron por hacerme decir todo eso. Mi pequeña princesa, tú jamás serás diferente… No tienes mi sangre, pero sí mi apellido y nadie deberá saber de esto pues ante el mundo eres la hija del Duque.-Onira no parecía del todo convencida, es más parecía confundida pues no entendía como su madre había mentido durante tanto tiempo. Para tener cinco años nada más, la madurez de la niña era mayor de lo normal.- Onira, sé que esto no supondrá un problema para ti. Desde la primera vez que esos ojos se posaron en mí, supe que tenías mucha agua en ellos, que cualquier cosa que se te interpusiese en tu camino podrías superarla cómo hace el agua.-Él se levantó, tomándola en brazos suavemente, ella lo miró sonriente y asintió mientras apoyaba su cabeza sobre el brazo de su padre.- ¿Os quedaréis a dormir conmigo? Por favor…-Susurró ella mientras se abrazaba al cuello del hombre, él solo acarició sus cabellos, para después salir de allí.
Capítulo III
Días venideros.
Tras aquella historia, la vida de Onira fue muy distinta a lo que se hubiera pensado en un principio para todos. Todo lo que ella hacía era gracias a su padre, puesValentine empezó a rechazarla tanto a ella cómo a su amado Marcus. Ni ella ni su padre supieron cómo pasó aquello, pero la salud mental de la mujer empeoró por momentos, hasta el punto de enloquecerla completamente. Cada noche en el lugar eran multitud de gritos y llantos, Valentine recorría los pasillos como alma en pena mientras entre lágrimas gritaba el nombre de Anthony y el de Onira, la cual solía esconderse asustada en su habitación, evitando que su madre la viese.
Fue entonces cuando Marcus creyó necesario el que su pequeña saliese de allí durante unos años, la decisión no había sido fácil, ni tampoco de su agrado. Pero al ver cómo su mujer avanzaba en su locura no le quedó más remedio. Había cumplido once años cuando finalmente su padre encontró lo que buscaba, después de muchas cartas al alto cargo del clero, consiguió que se permitiese el pase de su hija en un gran convento ¿La finalidad? Cómo hija de un Duque, creía que la educación de su hija era necesaria, pero el llevar unos tutores al castillo era prácticamente imposible, los gritos de su esposa habían espantado a la mitad de la servidumbre y de las institutrices que se habían hecho cargo de la niña durante esos años, lo que había ralentizado el aprendizaje de la niña.
La decisión de su padre no había sido la mejor de todas, pero él tampoco creía que fuese la peor para ella, antes de enviarla, había mandado arreglar una pequeña pero acogedora casa para que la niña pudiese vivir junto a la compañía de Claire, la cual años después había vuelto para cuidar de ella en ese lugar.
Los primero años habían sido los peores de todos, el monje que se encargaba de la educación de la niña pedía demasiado para lo que ella sabía, pero mediante castigos y broncas que desembocaban en lágrimas, había conseguido que la niña que poco a poco se iba convirtiendo en una educada muchacha, aprendiese a escribir y leer perfectamente. Incluso después de sus años de estudios, ella siguió yendo al lugar. Ahora ya no era la niña de 11 años que había llegado con los ojos bañados en lágrimas, no, ahora era una jovencita de 17 años que mostraba un aura encantador e inocente y que su sola presencia contagiaba una alegría de la que carecía el lugar.
Todas las tardes cuando el sol empezaba a esconderse, Onira se acercaba al convento en busca de su maestro, el cual también esperaba con ansia la aparición de esa criatura, cómo él la llamaba. Durante un par de horas, caminaban por los interiores del convento a la sombra y cómo final de ese paseo se sentaban en el banco para hablar de lo que habían hecho durante el día. El la escuchaba con atención, mientras ella hablaba y hablaba con gran entusiasmo.
Capítulo IV
Un desenlace y un nuevo capítulo.
Todo había cambiado, el amor por su madre era ahora algo tan distinto que ni ella se reconocía, pero eso cambió cuando recibió una carta de la casa Dracstone, cuando sus ojos paseaban por las líneas escritas por Marcus, las manos de Onira se volvieron temblorosas y pequeñas gotas empezaron a caer sobre el papel, haciendo que la tinta se corriese, haciendo manchones indescifrables. Lentamente se sentó sobre la silla, tirando la carta al suelo, mientras cubría su rostro con las manos, llorando.- Por qué a ella... Nunca hice nada, tampoco te pedí nada... Y te la llevas.-Musitó entre lágrimas. La carta informaba que Valentine la pasada noche había sucumbido y su último suspiro había sido extinguido tras varios meses de sufrimiento. La tuberculosis había acabado con ella, pero cómo su padre escribía, había sido el mejos final.
El día de la despedida llegó, Onira estaba de pie junto a su padre, pero de sus ojos ya no caían lágrimas pese a que por dentro estaba muriendo lentamente. Un par de personas se acercaron a ellos para darles el pésame por lo ocurrido, pero la joven no era capaz de responder nada, deseaba que aquello llegase a su fin para poder salir de allí. Ese mismo día, su padre había ordenado el viaje de su hija a París, allí le esperaría Claire.
Capítulo I
La cena.
Durante la cena, Valentine no había levantado en ningún momento la mirada hacia su marido, Marcus. Onira sabía que cuando eso pasaba, era que ellos habían discutido, con tan solo cinco años, ella había sufrido más peleas que muchos otros en un millón de años. Cada noche era igual, nunca cambiaba, al principio las disputas la asustaban tanto que se escondía dentro del armario esperando que todo pasase, pero después todo era rutinario por lo que su miedo desapareció casi por completo. Esa misma noche, después de la cena, Onira se bajó de su silla y corrió a los brazos de sus padres para darles las buenas noches, mientras tanto, la institutriz la esperaba en la puerta del gran salón para acostarla como cada día.- Buenas noches madre.-Susurró a la par que besaba su mejilla. Se acercó a su padre, imitando el gesto.- Padre… Buenas noches.-Con un gesto dulce, el hombre acarició la mejilla de ella.- Buenas noches, mi princesa.-Y la dejó ir con la mujer que la cuidaba desde el día de su nacimiento.
Una vez en su alcoba, se dejó arropar, mientras sus pequeños brazos abrazaban la muñeca de trapo.- ¡Claire! Espera..-La pequeña se sentó en la cama, mirando a su institutriz, cuando esta se paró para escucharla, Onira negó con la cabeza y volvió a meterse entre las sábanas.- Buenas noches, nana.-Susurró mientras se giraba, dando la espalda a la puerta. La mujer la miró, pero instantes después arrimó la puerta para dejar descansar a la pequeña. Todo parecía en calma para ella, creía que esa noche no habría voces corriendo por los pasillos, por lo que sus ojos se cerraron, sumiéndola en un profundo sueño. Habían pasado un par de horas, quizás menos cuando un estruendo la despertó sobresaltada, miró todo a su alrededor confusa, pero pronto supo lo que pasaba. Con suavidad, apartó las mantas de su cuerpo y dejó que su pequeño cuerpo se deslizase hasta hacerla quedar de pie, sus pies desnudos sintieron el frío que desprendía el mármol , pero no le preocupó, ni siquiera buscó su calzado bajo la mesita de noche que tenía le vela encendida. Caminó de forma lenta hacia la puerta, abriéndola algo más para pasar, después de eso, siguió el pasillo hasta estar enfrente a las puertas de los aposentos de sus padres. Posó una mano sobre la madera de la puerta y observó a través de la rendija hacia el interior. Sus cristalinos ojos danzaron de un lado para otro, hasta que encontraron un punto fijo.
Allí estaban, otra noche más discutían acaloradamente, Valentine caminaba de un lado a otro de la habitación cómo si se tratase de una leona encerrada mientras le gritaba a Marcus, en cambio él permanecía estático junto a la ventana, mientras dejaba que su mujer le echase en cara millones de cosas, de las cuales ni la mitad tenían sentido pues eran fruto de la imaginación de su amada. Valentine se paró frente a él, colocando su dedo índice sobre el pecho de él, mientras de sus ojos caían lágrimas de amargura, fue entonces cuando ella le soltó las más duras palabras, las cuales hicieron que el hombre terminase por explotar. Con fuerza agarró las muñecas de su esposa, mientras la miraba enfurecido a los ojos.- ¡Cómo osas decir eso! ¿Qué yo os engaño con otras mujeres? ¿Qué yo maté a vuestro padre? ¡Cuantas veces deberé aguantar tus berrinches! ¡Dime, cuantas más!.-Gritó él mientras la zanrandeaba suavemente contra él, sin apartar su mirada.- No sois la más indicada ¿Creéis que no sé toda la verdad? Esa niña a la que llamo hija, a la que le di mis apellidos y a la cual mantengo bajo mi techo ¡No es mía! Y tú osas decir que te engaño ¿Cuándo tenías pensado decírmelo? ¿Tal vez en mi lecho de muerte? Valentine, no tienes derecho a exigirme nada.-Se quedó en silencio, estaba apunto de decir algo más cuando sintió un chasquido al otro lado de la puerta, la pequeña había salido corriendo de allí en busca de un armario para esconderse, solo tenía cinco años y para ella las palabras que había escuchado, no eran más que aguijones impregnados en un mortífero veneno.
Marcus conocía a su hija, pese a que nunca había pasado grandes momentos con ella, la conocía casi mejor que su propia madre. Dejando a Irina en la habitación, salió de allí con paso rápido.- ¡Claire!.-Gritó mientras bajaba las escaleras, apurada y aún acomodándose el albornoz, apareció por el pasillo opuesto.- Señor ¿Qué ocurre? ¿Por qué tanto grito?-Pregunto mientras intentaba poner un mechón de pelo detrás de la oreja.-Prepare dos tazas de leche caliente, pero déjela en las cocinas ¡Vete!-Gritó malhumorado. Tras eso salió de allí también, en busca de la niña, él conocía cada rincón del castillo y sobre todo, sabía donde solía esconderse la pequeña.
Capítulo II
Cuentos para no dormir.
Después de buscarla, finalmente la encontró escondida en el escobero, no era un lugar nuevo, varias veces la había encontrado allí dormida, por eso fue el primer lugar en el que buscó. Estando frente a ella, Marcus se agachó ofreciéndole la mano para que la cogiese. La pequeña dudó, pero su pequeña mano se afirmó sobre la de él, saliendo de allí.- ¿Te apetece tomar una taza de leche? Mientras la tomamos, podría contarte una larga historia ¿Qué te parece, mi reina mora?-Antes de que pudiese prepararse, la niña había casi saltado sobre él, mostrándole una pequeña sonrisa, la cual sorprendió al hombre pues no se la esperaba. Cómo le había dicho, él la tomó con firmeza, llevándola a las cocinas del castillo. Cómo había pedido, Claire había preparado dos grandes tazas de leche con unos pedazos de pan para acompañar, Con suavidad dejó a la niña sobre la silla y él se sentó junto a ella, antes de decir nada, se giró hacia la mujer.- Podéis iros a dormir, pasad buena noche.-Cuando ella se fue, el silencio se adueñó de la cocina durante unos minutos, de vez en cuando se sentían los sorbidos de Onira, cosa que finalmente hizo estallar en carcajadas a su padre.- Sin duda vos no entendéis de paciencia, tomadla con lentitud.-La niña dejó la taza, sentándose bien en la silla. Su gran camisón ocultó los pies de la pequeña y sus grandes ojos azules se fijaron en los de su padre.- ¿Me contaréis… Esa historia, padre?-Preguntó dudosa, cómo temiendo llamar así después de lo que había escuchado.
Él solo asintió con la cabeza mientras se echaba hacia atrás, dejando su cuerpo descansar sobre la silla.- Esta no es una historia para ser contada, puede llegar a ser espeluznante…-Empezó diciendo, antes de decir nada más, se acarició la barbilla con lentitud, cómo buscando las palabras idóneas.- Seis años han pasado, desde el primer momento en que la vi supe que sería todo para mí, esos cabellos rizados brillantes cómo la sangre, sus ojos nerviosos evitando los míos y esa sonrisa inocente que me invitaba a ir. Valentine era perfecta, una musa que daba sentido a mi mundo. Los primeros años fueron perfectos, ambos creíamos que habíamos hecho “Chin”, pero no era así, meses antes de la boda ella empezó a evitarme, siempre que iba a buscarla para pasear por los jardines, o para comer… Ella me decía que estaba enferma o que Catherine la había convencido para que la acompañase, fue entonces que nuestra relación se empezó a forjar a base de cartas llenas de palabras, palabras que carecían de sentido o emoción.-Tomó un sorbo de su taza, mientras miraba a Onira, que tenía los ojos muy abiertos, cómo sorprendida de lo que le contaba su padre. Mientras empezaba a hablar de nuevo, acarició los largos mechones rubios de su pequeña.- Lo que pasó después carece de sentido en esta historia, llegó el día de la boda y poco después naciste tú. Fue una sorpresa para todos, incluso para mí… Tus ojos azules cómo el agua buscaban en el lugar, cuando se posaron en los míos sentí algo tan intenso dentro de mí que no pude dejar de mirarte. Tus pequeñas manos buscaban el contacto de los dedos de tu madre, tus ojos curiosos paseaban de un lado para otro, pero lo que más me gustó de tu eran esas mejillas rosadas que adornaban tu perfecta y angelical carita.-Sonrió al recordarlo, eran de los mejores recuerdos que tenía junto a la pequeña, pero esa sonrisa desapareció casi instantes después.- El día de tu segundo cumpleaños, ese día lo descubrí. Esa mañana había visto discutir a Valentine con Catherine, la hermana menor de ella y la cual iba a ser mi prometida en un primer momento, pero tu abuelo había ofrecido a vuestra madre junto a unas cuantas tierras y títulos, que claramente mi familia no pudo negarse a aceptar. No entendía porque ellas discutían de esa manera, siempre había tenido entendido que ellas se habían llevado como uña y carne, por lo que me resultó extraño. Pero esas dudas desaparecieron horas después, cuando Catherine, temerosa entró en mi despacho para pedirme unos minutos, claramente yo no le negué eso, pues siempre me había parecido una muchacha realmente agradable y la cual portaba el don de la palabra.-El reloj del vestíbulo marcó las doce de la noche, lo que a la niña le pareció raro, pues su padre no se preocupó, al contrario siguió hablando. Onira se acomodó contra la mesa mientras sus ojos permanecían clavados en la figura del hombre que tan apasionadamente hablaba, contando una historia que sin duda la tocaba a ella totalmente.- Mediante la mujer hablaba, yo sentía cómo mi sangre hervía en mi interior, la niña que me había cautivado y la cual tenía mi apellido, no era más que una bastarda, Catherine me contó que eras la hija de la aventura que tu madre me había escondido. El joven en especial, se llamaba Anthony y trabajaba para la familia desde había años. No entiendo cómo lo aguanté, quizás las lágrimas de miedo junto a las súplicas hicieron que yo no echase a Irina del lugar. Catherine me suplicó por ti, una niña bastarda sería mal vista en la sociedad que vivíamos, y jamás nadie querría nada de ti, por eso mismo me hizo jurar que jamás contaría nada de aquello, debía protegerte de las malas lenguas, pues de no ser así, acabarías en los barrios bajos, trabajando como una puta… Pues nadie querría desposarse con la hija de un noble de sangre bastarda.-Le hizo un gesto para que tomase su leche, mientras él hacía lo mismo, ella no dudó dio un largo sorbo ya que la leche estaba tibia.- Los primeros días no quería acercarme a ti, pero cuanto más me alejaba más te echaba de menos, fue por eso que escondí esta verdad incluso a tu madre, haciéndola creer que no sabía nada, pero las discusiones con ella fueron continuas, acusaciones falsas que terminaron por hacerme decir todo eso. Mi pequeña princesa, tú jamás serás diferente… No tienes mi sangre, pero sí mi apellido y nadie deberá saber de esto pues ante el mundo eres la hija del Duque.-Onira no parecía del todo convencida, es más parecía confundida pues no entendía como su madre había mentido durante tanto tiempo. Para tener cinco años nada más, la madurez de la niña era mayor de lo normal.- Onira, sé que esto no supondrá un problema para ti. Desde la primera vez que esos ojos se posaron en mí, supe que tenías mucha agua en ellos, que cualquier cosa que se te interpusiese en tu camino podrías superarla cómo hace el agua.-Él se levantó, tomándola en brazos suavemente, ella lo miró sonriente y asintió mientras apoyaba su cabeza sobre el brazo de su padre.- ¿Os quedaréis a dormir conmigo? Por favor…-Susurró ella mientras se abrazaba al cuello del hombre, él solo acarició sus cabellos, para después salir de allí.
Capítulo III
Días venideros.
Tras aquella historia, la vida de Onira fue muy distinta a lo que se hubiera pensado en un principio para todos. Todo lo que ella hacía era gracias a su padre, puesValentine empezó a rechazarla tanto a ella cómo a su amado Marcus. Ni ella ni su padre supieron cómo pasó aquello, pero la salud mental de la mujer empeoró por momentos, hasta el punto de enloquecerla completamente. Cada noche en el lugar eran multitud de gritos y llantos, Valentine recorría los pasillos como alma en pena mientras entre lágrimas gritaba el nombre de Anthony y el de Onira, la cual solía esconderse asustada en su habitación, evitando que su madre la viese.
Fue entonces cuando Marcus creyó necesario el que su pequeña saliese de allí durante unos años, la decisión no había sido fácil, ni tampoco de su agrado. Pero al ver cómo su mujer avanzaba en su locura no le quedó más remedio. Había cumplido once años cuando finalmente su padre encontró lo que buscaba, después de muchas cartas al alto cargo del clero, consiguió que se permitiese el pase de su hija en un gran convento ¿La finalidad? Cómo hija de un Duque, creía que la educación de su hija era necesaria, pero el llevar unos tutores al castillo era prácticamente imposible, los gritos de su esposa habían espantado a la mitad de la servidumbre y de las institutrices que se habían hecho cargo de la niña durante esos años, lo que había ralentizado el aprendizaje de la niña.
La decisión de su padre no había sido la mejor de todas, pero él tampoco creía que fuese la peor para ella, antes de enviarla, había mandado arreglar una pequeña pero acogedora casa para que la niña pudiese vivir junto a la compañía de Claire, la cual años después había vuelto para cuidar de ella en ese lugar.
Los primero años habían sido los peores de todos, el monje que se encargaba de la educación de la niña pedía demasiado para lo que ella sabía, pero mediante castigos y broncas que desembocaban en lágrimas, había conseguido que la niña que poco a poco se iba convirtiendo en una educada muchacha, aprendiese a escribir y leer perfectamente. Incluso después de sus años de estudios, ella siguió yendo al lugar. Ahora ya no era la niña de 11 años que había llegado con los ojos bañados en lágrimas, no, ahora era una jovencita de 17 años que mostraba un aura encantador e inocente y que su sola presencia contagiaba una alegría de la que carecía el lugar.
Todas las tardes cuando el sol empezaba a esconderse, Onira se acercaba al convento en busca de su maestro, el cual también esperaba con ansia la aparición de esa criatura, cómo él la llamaba. Durante un par de horas, caminaban por los interiores del convento a la sombra y cómo final de ese paseo se sentaban en el banco para hablar de lo que habían hecho durante el día. El la escuchaba con atención, mientras ella hablaba y hablaba con gran entusiasmo.
Capítulo IV
Un desenlace y un nuevo capítulo.
Todo había cambiado, el amor por su madre era ahora algo tan distinto que ni ella se reconocía, pero eso cambió cuando recibió una carta de la casa Dracstone, cuando sus ojos paseaban por las líneas escritas por Marcus, las manos de Onira se volvieron temblorosas y pequeñas gotas empezaron a caer sobre el papel, haciendo que la tinta se corriese, haciendo manchones indescifrables. Lentamente se sentó sobre la silla, tirando la carta al suelo, mientras cubría su rostro con las manos, llorando.- Por qué a ella... Nunca hice nada, tampoco te pedí nada... Y te la llevas.-Musitó entre lágrimas. La carta informaba que Valentine la pasada noche había sucumbido y su último suspiro había sido extinguido tras varios meses de sufrimiento. La tuberculosis había acabado con ella, pero cómo su padre escribía, había sido el mejos final.
El día de la despedida llegó, Onira estaba de pie junto a su padre, pero de sus ojos ya no caían lágrimas pese a que por dentro estaba muriendo lentamente. Un par de personas se acercaron a ellos para darles el pésame por lo ocurrido, pero la joven no era capaz de responder nada, deseaba que aquello llegase a su fin para poder salir de allí. Ese mismo día, su padre había ordenado el viaje de su hija a París, allí le esperaría Claire.
DATOS EXTRA
·Es una experta pianista.
·Es hija de una aventura.
·Está en París, buscando al verdadero amor de su madre.
·Es hija de una aventura.
·Está en París, buscando al verdadero amor de su madre.
gracias a αgusτınα• de sourcecode
Onira Dracstone- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 4
Fecha de inscripción : 13/10/2013
Re: Onira Dracstone
FICHA APROBADA
BIENVENIDA A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADA DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
QUE TE DIVIERTAS.
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Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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