AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El Reencuentro [Vampire Team]
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El Reencuentro [Vampire Team]
Había sido un largo viaje de vuelta al único país que consideraba mi hogar. Francia había cambiado mucho desde la ultima vez que lo vi... Ya habían pasado casi cuatrocientos años desde que junto a Nicollette decidimos partir para terminar con mi entrenamiento y conocer el mundo entero. No había un solo rincón en el planeta que no conociera. Había vivido todo lo que tenía que vivir. Y ahora era tiempo de descansar eternamente, pero no si antes despedirme de quien me había dado el divino don de la oscura vida eterna; Charles Baudelaire.
A diferencia de hace cuatrocientos años el cielo estrellado no se podía apreciar en lo absoluto con los millones de focos luminosos que contaminaban París. Sin embargo el gélido viento seguía siendo el mismo de hace cuatrocientos años.. Poca gente deambulaba por las calles a esas horas de la noche, mayoritariamente gente de clase baja y uno que otro señorito de la clase alta que frecuentaba uno de sus concurridos burdeles. La ciudad estaba cambiada, París ya no era lo que hace cuatrocientos años. Y así también parecía notarlo mi hermosa acompañante. Aquella mujer rubia, de ojos verdes avellana, pálida como el collar que colgaba entre sus firmes senos, el cual cuidaba más que a su propia vida, era la mujer que me había acompañado y guiado en ésta larga travesía; Nicolette Peltier. La contemplé un momento mientras caminábamos, aquella sonrisa me había cautivado por completo desde el primer día que la conocí hace más de 500 años. Yo por mi parte iba vestido como siempre, con mi chaqueta gris, camisa blanca y corbata negra, el cabello algo desordenado, debido al viento que había esa fría noche, y mi mirada fija en mi destino; La vieja Capilla Tremere, lugar donde pasé mis primeros años como vampiro, donde aprendí a ser humano bajo esa pálida piel. Tal como lo recordaba estaba ubicada en los limites del Centro de París, algo alejada de todo el bullicio de las noches parisinas. Por fin estábamos en casa...
Sonreí de lado al contemplar aquellos hermosos jardines que rodeaban la Capilla, donde solía pasar horas entrenando junto a Lyam, sobre todo en el jardín trasero, donde nos adiestraban para poder tener una vida relativamente más humana. Alcé la vista hasta la esquina más alejada del tercer piso. La luz estaba prendida. ¿Acaso mi maestro y Lyam ya estaban de vuelta también?. Observé a Nicolette algo confuso, sin embargo ella no parecía estarlo, en su mente todo siempre estaba fríamente calculo y de seguro sabía que el maestro había llegado. Sonreí ampliamente antes de correr de forma sobrehumana hasta la entrada, abriendo la puerta principal con mi vieja llave ya algo oxidada debido a los cientos de años sin uso.
-¡Maestro! -exclamé a penas la puerta se abrió-. ¡Maestro estamos de regreso! -informé entusiasta. Aquel lugar no había cambiado en los absoluto, giré en círculos para contemplarlo nuevamente. Miles y miles de recuerdos pasaron por mi cabeza más rápido de lo que podía correr. Los cuadros, las pinturas, los adornos, las cortinas, esos finos marcos que rodeaban aquellas ventanas que de día nos protegían de los infernales rayos solares, todo estaba tal y como Nicolette y yo lo habíamos dejado... Solo faltaba mi viejo amigo Lyam Kromer y mi admirado maestro Charles Baudelaire.
Vi entrar a Nicolette detrás de mi, quien contempló y apreció, al igual que yo, aquel hermoso lugar, sonrió cálidamente en el momento en que nuestras miradas se cruzaron, pero no tuve tiempo de retribuir a su sonrisa ya que mi agudos sentidos me alertaron que alguien más se aproximaba... Giré mi rostro y volteé para encontrarme con una delgada chica, de oscura y larga cabellera ondulante, la cual hacía resaltar su pálida piel, finos y carnosos labios que me hipnotizaron desde el primer momento junto con sus brillantes, grises-verdosos ojos.
-¿Quién eres? -pregunté desconfiado a la extraña-. ¿Dónde se encuentra Lyam y el maestro? -añadí acercándome a paso lento hasta ella, quien además de fina y delgada era bastante más baja que yo. Mi maestra solo se limitaba a observar el evento con su peculiar y hermosa sonrisa. Me quedé a unos pocos metros de la delgada chica esperando una respuesta o explicación.
A diferencia de hace cuatrocientos años el cielo estrellado no se podía apreciar en lo absoluto con los millones de focos luminosos que contaminaban París. Sin embargo el gélido viento seguía siendo el mismo de hace cuatrocientos años.. Poca gente deambulaba por las calles a esas horas de la noche, mayoritariamente gente de clase baja y uno que otro señorito de la clase alta que frecuentaba uno de sus concurridos burdeles. La ciudad estaba cambiada, París ya no era lo que hace cuatrocientos años. Y así también parecía notarlo mi hermosa acompañante. Aquella mujer rubia, de ojos verdes avellana, pálida como el collar que colgaba entre sus firmes senos, el cual cuidaba más que a su propia vida, era la mujer que me había acompañado y guiado en ésta larga travesía; Nicolette Peltier. La contemplé un momento mientras caminábamos, aquella sonrisa me había cautivado por completo desde el primer día que la conocí hace más de 500 años. Yo por mi parte iba vestido como siempre, con mi chaqueta gris, camisa blanca y corbata negra, el cabello algo desordenado, debido al viento que había esa fría noche, y mi mirada fija en mi destino; La vieja Capilla Tremere, lugar donde pasé mis primeros años como vampiro, donde aprendí a ser humano bajo esa pálida piel. Tal como lo recordaba estaba ubicada en los limites del Centro de París, algo alejada de todo el bullicio de las noches parisinas. Por fin estábamos en casa...
Sonreí de lado al contemplar aquellos hermosos jardines que rodeaban la Capilla, donde solía pasar horas entrenando junto a Lyam, sobre todo en el jardín trasero, donde nos adiestraban para poder tener una vida relativamente más humana. Alcé la vista hasta la esquina más alejada del tercer piso. La luz estaba prendida. ¿Acaso mi maestro y Lyam ya estaban de vuelta también?. Observé a Nicolette algo confuso, sin embargo ella no parecía estarlo, en su mente todo siempre estaba fríamente calculo y de seguro sabía que el maestro había llegado. Sonreí ampliamente antes de correr de forma sobrehumana hasta la entrada, abriendo la puerta principal con mi vieja llave ya algo oxidada debido a los cientos de años sin uso.
-¡Maestro! -exclamé a penas la puerta se abrió-. ¡Maestro estamos de regreso! -informé entusiasta. Aquel lugar no había cambiado en los absoluto, giré en círculos para contemplarlo nuevamente. Miles y miles de recuerdos pasaron por mi cabeza más rápido de lo que podía correr. Los cuadros, las pinturas, los adornos, las cortinas, esos finos marcos que rodeaban aquellas ventanas que de día nos protegían de los infernales rayos solares, todo estaba tal y como Nicolette y yo lo habíamos dejado... Solo faltaba mi viejo amigo Lyam Kromer y mi admirado maestro Charles Baudelaire.
Vi entrar a Nicolette detrás de mi, quien contempló y apreció, al igual que yo, aquel hermoso lugar, sonrió cálidamente en el momento en que nuestras miradas se cruzaron, pero no tuve tiempo de retribuir a su sonrisa ya que mi agudos sentidos me alertaron que alguien más se aproximaba... Giré mi rostro y volteé para encontrarme con una delgada chica, de oscura y larga cabellera ondulante, la cual hacía resaltar su pálida piel, finos y carnosos labios que me hipnotizaron desde el primer momento junto con sus brillantes, grises-verdosos ojos.
-¿Quién eres? -pregunté desconfiado a la extraña-. ¿Dónde se encuentra Lyam y el maestro? -añadí acercándome a paso lento hasta ella, quien además de fina y delgada era bastante más baja que yo. Mi maestra solo se limitaba a observar el evento con su peculiar y hermosa sonrisa. Me quedé a unos pocos metros de la delgada chica esperando una respuesta o explicación.
Última edición por Demian Resnick el Jue Ago 19, 2010 11:26 am, editado 1 vez
Demian L. Resnick- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 303
Fecha de inscripción : 17/08/2010
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: El Reencuentro [Vampire Team]
Nunca había estado tan segura de una decisión, como la que tomé la tarde en que decidí alejarme del grupo, alejarme de Charles y Lyam, llevando conmigo a Demian. No sé exactamente que me llevó a tomar esa decisión, supongo que fue el hecho de siempre sentirme la sombra de otros, primero con mi maestro, y luego con Charles. Pero yo quería vivir mi propia historia, tomar mi propio camino, demostrar que podía “vivir” en este mundo y pasar mis conocimientos a otros. Jamás me arrepentiría de haber seguido lo que yo quería, y mucho menos de haberle pedido a Demian que me acompañara. Pero este viaje ya había llegado a su fin, no había más cosas que aprender ni más lugares que conocer. Era hora de volver a casa, y no había un mejor momento que este.
El hecho de haberme ido antes del lado de Charles y Lyam, no significaba que no estuviera al tanto de ellos. Siempre usaba mis poderes telepáticos para saber de ellos, aunque desconocían ese hecho. Ahora por ejemplo, sabía que estaban también de regreso en Francia, también sabía que alguien más los acompañaba, seguramente un nuevo discípulo de Charles.
Si, definitivamente era momento de regresar. Claro que… no fue lo que me esperaba encontrar al llegar a aquella ciudad que yo tanto amaba. Los años habían hecho lo suyo en Paris, 400 años y ya nada era igual. Bueno, siempre eran notorios los cambios, en cada lugar al que íbamos, pero siempre había tenido la leve esperanza de que Paris siguiera siendo lo que fue hacia siglos. Me abrumó un poco ver en lo que se había convertido. Seguía siendo una ciudad hermosa, pero ya no quedaban rastros de lo bella que había sido en el pasado. Solo esperaba que nuestro hogar siguiera siendo el mismo.
Al menos me alegraba saber que Demian estaría feliz al ver a Charles y Lyam, un sentimiento que compartiríamos, porque yo los extrañaba tanto, que sería la vampiresa más feliz del mundo cuando los volviera a ver. Quería volver a ver a esos dos amigos que habíamos dejado hacia tantos, tantos años.
Mientras caminábamos por la ciudad, hacia nuestro hogar, contemplaba a Demian como siempre lo hacía. Estaba segura que si no le hubiera pedido a él que me acompañara en mi viaje, si hubiera estado sola, no hubiera resistido tanto tiempo alejada de los demás y de Paris. Si, su compañía había sido la mejor.
Al fin llegamos a ese lugar que nos había visto “crecer” en nuestra vida vampírica, aquel lugar donde había vivido tantos buenos recuerdos juntos a los demás, un lugar que siempre, en nuestro largo viaje, había añorado con todo mi ser, y al que sabia que alguna vez volvería, la Capilla Tremere.
Pude ver la cara de asombro y felicidad de Demian al notar que el lugar no estaba vacío, y una sonrisa se extendió por mi rostro al verlo correr a reencontrarse con su amigo y su maestro. Me quede durante unos segundos afuera, contemplando el lugar, y esperando que volviéramos a ser bien recibidos entre ellos.
Comencé a caminar a la entrada en el momento en que noté que el otro vampiros que se había unido al grupo de Charles, estaba en el lugar, y que comenzaba a caminar hasta la entrada, donde se encontraba Demian. Al entrar, mi mirada se vio completamente cautivada al ver que nuestro hogar no había cambiado en nada, estaba absolutamente igual a lo que había sido hacia 400 años. Miré a mi acompañante con una amplia sonrisa, aunque él en ese momento se vio alertado por esa nueva presencia.
Giré mi rostro hasta la oscuridad de donde sabía, venia la vampiresa, y sin quitar mi sonrisa, la contemple cuando al fin se mostró. Demian parecía desconcertado y curioso a la vez, cuando vio a la chica, que por cierto, era hermosa. Solo me dediqué a observarlos, esperando a escuchar la respuesta que esta vampira le daría a mi acompañante.
El hecho de haberme ido antes del lado de Charles y Lyam, no significaba que no estuviera al tanto de ellos. Siempre usaba mis poderes telepáticos para saber de ellos, aunque desconocían ese hecho. Ahora por ejemplo, sabía que estaban también de regreso en Francia, también sabía que alguien más los acompañaba, seguramente un nuevo discípulo de Charles.
Si, definitivamente era momento de regresar. Claro que… no fue lo que me esperaba encontrar al llegar a aquella ciudad que yo tanto amaba. Los años habían hecho lo suyo en Paris, 400 años y ya nada era igual. Bueno, siempre eran notorios los cambios, en cada lugar al que íbamos, pero siempre había tenido la leve esperanza de que Paris siguiera siendo lo que fue hacia siglos. Me abrumó un poco ver en lo que se había convertido. Seguía siendo una ciudad hermosa, pero ya no quedaban rastros de lo bella que había sido en el pasado. Solo esperaba que nuestro hogar siguiera siendo el mismo.
Al menos me alegraba saber que Demian estaría feliz al ver a Charles y Lyam, un sentimiento que compartiríamos, porque yo los extrañaba tanto, que sería la vampiresa más feliz del mundo cuando los volviera a ver. Quería volver a ver a esos dos amigos que habíamos dejado hacia tantos, tantos años.
Mientras caminábamos por la ciudad, hacia nuestro hogar, contemplaba a Demian como siempre lo hacía. Estaba segura que si no le hubiera pedido a él que me acompañara en mi viaje, si hubiera estado sola, no hubiera resistido tanto tiempo alejada de los demás y de Paris. Si, su compañía había sido la mejor.
Al fin llegamos a ese lugar que nos había visto “crecer” en nuestra vida vampírica, aquel lugar donde había vivido tantos buenos recuerdos juntos a los demás, un lugar que siempre, en nuestro largo viaje, había añorado con todo mi ser, y al que sabia que alguna vez volvería, la Capilla Tremere.
Pude ver la cara de asombro y felicidad de Demian al notar que el lugar no estaba vacío, y una sonrisa se extendió por mi rostro al verlo correr a reencontrarse con su amigo y su maestro. Me quede durante unos segundos afuera, contemplando el lugar, y esperando que volviéramos a ser bien recibidos entre ellos.
Comencé a caminar a la entrada en el momento en que noté que el otro vampiros que se había unido al grupo de Charles, estaba en el lugar, y que comenzaba a caminar hasta la entrada, donde se encontraba Demian. Al entrar, mi mirada se vio completamente cautivada al ver que nuestro hogar no había cambiado en nada, estaba absolutamente igual a lo que había sido hacia 400 años. Miré a mi acompañante con una amplia sonrisa, aunque él en ese momento se vio alertado por esa nueva presencia.
Giré mi rostro hasta la oscuridad de donde sabía, venia la vampiresa, y sin quitar mi sonrisa, la contemple cuando al fin se mostró. Demian parecía desconcertado y curioso a la vez, cuando vio a la chica, que por cierto, era hermosa. Solo me dediqué a observarlos, esperando a escuchar la respuesta que esta vampira le daría a mi acompañante.
Invitado- Invitado
Re: El Reencuentro [Vampire Team]
Esa noche había empezado algo extraña a mi parecer; aunque pudiera oler la presencia de Charles en la mansión, no escuchaba ni el mínimo ruido que pudiera indicarme su presencia en esta. Figuré casi al instante que posiblemente Charles se encontraba en medio de alguna de esas 'misteriosas' investigaciones suyas, y tampoco tenía la menor intención de molestarle.
Deambule unos largos minutos por las tres plantas de la mansión buscando al rubio para darle las 'buenas noches' a mi manera, pero no había rastro de su presencia.
Fruncí levemente el ceño indignada ante la posibilidad de que se había vuelto a ir temprano a tomar su tentempié de siempre, en los callejones mas profundos de París.
Volví sobre mis pasos para dirigirme de nuevo a mi habitación cuando pude oler el efluvio de un par de inmortales desconocidos, situados demasiado cerca de la mansión. Descarté casi al acto la posibilidad de que fuera Lyam con vete tu a saber quién, y con curiosidad, volví a salir de mi dormitorio en dirección a las escaleras para llegar hasta la planta baja, y durante ese cortisimo trayecto, pude escuchar un estallido procedente de otro piso de la mansión, "seguramente será Charles" pensé.
Mientras bajaba por estas, oí el "clic" característico de la puerta de la mansión cuando se abría y eso me alarmó de cierto modo. ¿Amigos de Charles que tienen la llave de la mansión? Eso me olía algo mal así que apresuré mis pasos por las escaleras cuando escuché la voz de un hombre exclamar "¡Maestro estamos de regreso!" de forma muy entusiasta. ¿Se referiría a Charles?
La verdad es que desconocía bastantes cosas del pasado de mi querido mentor, antes de que este decidiera ocuparse de mi, pero era algo muy probable que con anterioridad alguien hubiera "ocupado mi puesto", para decirlo de cierta manera.
Al llegar a la entrada, vi a un chico que daba un par de vueltas en circulo, totalmente asombrado y entusiasta, mientras observaba el interior de la entrada, como si hiciera años, décadas o incluso mucho mas que no pisaba esa casa.
Me acerqué a este con tranquilidad, pero atenta a cualquier movimiento mientras observaba como entraba una rubia detrás de él, cual su expresión era muy similar a la del hombre.
Justo cuando el hombre se giró para encararse a la mujer con una sonrisa, noté como se alarmaba y giraba la cabeza hacia mi para observarme atentamente.
Me quedé a pocos metros de ellos, analizándolos con total cautivación. Ambos eran muy hermosos. ¿A caso no existían los vampiros feos?
Pose mis ojos sobre la mujer, que lucía una media melena de un rubio muy claro, incluso envidioso para mi, y unos ojos verdosos muy profundos que resultaban misteriosos, o incluso como dos espejos que demostraban lo mucho que ha llegado a ver y a vivir durante todos los años.
"¿Quién eres?" Preguntó el hombre desconfiado, lo cual me hizo mover los ojos hacia él.
Él era bastante alto, aunque para mi mucha gente me parecía muy alta por lo general, quizá un metro con ochenta y pocos centímetros. Lucía una melena corta, de un castaño muy oscuro y peinado de lado.
Vi como sus ojos azulosos estaban totalmente posados en mi, con dudas y curiosidades, seguramente lo mismo que podían demostrar los mios en ese instante.
"¿Dónde se encuentra Lyam y el maestro?" añadió este mientras se acercaba lentamente hacia mi, quedándose a pocos metros de distancia a la espera de una respuesta que no tardó en fluir de mi boca.
- Charles está arriba. - Comente con algo de incredulidad a ese desconocido. No acostumbraba a llamar a Charles por su nombre, pero quería asegurarme que a la persona que él denominaba 'maestro' era el que yo denominaba como 'padre'. - Y Lyam no se donde se puede haber metido. - puntualice sin quitarle ojo encima a los encantos que transmitía el hombre.
Di un par de pasos hacia un lado para contemplar mejor a los dos desconocidos hasta que decidí presentarme.
- Me llamo Aleera Hannover. - Sonreí algo desconfiada y me acerque a ellos. - ¿Vosotros sois...? - dije ladeando ligeramente la cabeza, pidiendo nombres y motivos de su presencia.
Deambule unos largos minutos por las tres plantas de la mansión buscando al rubio para darle las 'buenas noches' a mi manera, pero no había rastro de su presencia.
Fruncí levemente el ceño indignada ante la posibilidad de que se había vuelto a ir temprano a tomar su tentempié de siempre, en los callejones mas profundos de París.
Volví sobre mis pasos para dirigirme de nuevo a mi habitación cuando pude oler el efluvio de un par de inmortales desconocidos, situados demasiado cerca de la mansión. Descarté casi al acto la posibilidad de que fuera Lyam con vete tu a saber quién, y con curiosidad, volví a salir de mi dormitorio en dirección a las escaleras para llegar hasta la planta baja, y durante ese cortisimo trayecto, pude escuchar un estallido procedente de otro piso de la mansión, "seguramente será Charles" pensé.
Mientras bajaba por estas, oí el "clic" característico de la puerta de la mansión cuando se abría y eso me alarmó de cierto modo. ¿Amigos de Charles que tienen la llave de la mansión? Eso me olía algo mal así que apresuré mis pasos por las escaleras cuando escuché la voz de un hombre exclamar "¡Maestro estamos de regreso!" de forma muy entusiasta. ¿Se referiría a Charles?
La verdad es que desconocía bastantes cosas del pasado de mi querido mentor, antes de que este decidiera ocuparse de mi, pero era algo muy probable que con anterioridad alguien hubiera "ocupado mi puesto", para decirlo de cierta manera.
Al llegar a la entrada, vi a un chico que daba un par de vueltas en circulo, totalmente asombrado y entusiasta, mientras observaba el interior de la entrada, como si hiciera años, décadas o incluso mucho mas que no pisaba esa casa.
Me acerqué a este con tranquilidad, pero atenta a cualquier movimiento mientras observaba como entraba una rubia detrás de él, cual su expresión era muy similar a la del hombre.
Justo cuando el hombre se giró para encararse a la mujer con una sonrisa, noté como se alarmaba y giraba la cabeza hacia mi para observarme atentamente.
Me quedé a pocos metros de ellos, analizándolos con total cautivación. Ambos eran muy hermosos. ¿A caso no existían los vampiros feos?
Pose mis ojos sobre la mujer, que lucía una media melena de un rubio muy claro, incluso envidioso para mi, y unos ojos verdosos muy profundos que resultaban misteriosos, o incluso como dos espejos que demostraban lo mucho que ha llegado a ver y a vivir durante todos los años.
"¿Quién eres?" Preguntó el hombre desconfiado, lo cual me hizo mover los ojos hacia él.
Él era bastante alto, aunque para mi mucha gente me parecía muy alta por lo general, quizá un metro con ochenta y pocos centímetros. Lucía una melena corta, de un castaño muy oscuro y peinado de lado.
Vi como sus ojos azulosos estaban totalmente posados en mi, con dudas y curiosidades, seguramente lo mismo que podían demostrar los mios en ese instante.
"¿Dónde se encuentra Lyam y el maestro?" añadió este mientras se acercaba lentamente hacia mi, quedándose a pocos metros de distancia a la espera de una respuesta que no tardó en fluir de mi boca.
- Charles está arriba. - Comente con algo de incredulidad a ese desconocido. No acostumbraba a llamar a Charles por su nombre, pero quería asegurarme que a la persona que él denominaba 'maestro' era el que yo denominaba como 'padre'. - Y Lyam no se donde se puede haber metido. - puntualice sin quitarle ojo encima a los encantos que transmitía el hombre.
Di un par de pasos hacia un lado para contemplar mejor a los dos desconocidos hasta que decidí presentarme.
- Me llamo Aleera Hannover. - Sonreí algo desconfiada y me acerque a ellos. - ¿Vosotros sois...? - dije ladeando ligeramente la cabeza, pidiendo nombres y motivos de su presencia.
Invitado- Invitado
Re: El Reencuentro [Vampire Team]
Tras haber dado un ligero y rápido paseo por la ciudad, alimentarse con la sangre de uno de los criollos desembarcados en Francia -probando aquel sabor a libertad que tanto gustaba- y finalmente visitando a un amigo suyo para arreglar todo aquel asunto pendiente de la capilla regresó a su hogar.
Tras ver que Aleera se encontraba allí y comprobar que Lyam no se encontraba cerca de allí se dirigió a la amplia biblioteca donde tomó un manuscrito de Platón que había heredado de Íkaro y lo cogió entre sus manos, llevándolo consigo a su laboratorio.
Aquel lugar era completamente oscuro, con un salvaguardo interior en caso de ataque y con millones de estanterías cubiertas de probetas, algunas con contenido, otras vacías pero la mayoría de ellas con un tono rojizo brillante y luminoso que hacía de aquel lugar una delicia visual.
Dejó el manuscrito a salvo sobre una mesa de madera y caminó hacia una mesa metálica donde tenía un cuerpo humano en descomposición, completamente desnudo. Todavía no había hecho efecto el rigor mortis, se trataba de una víctima suya reciente.
Tomó un pequeño cuchillo con el que pretendía hacer una inserción en canal. Con cuidado supremo acercó el afilado utensilio hacia el pecho de su víctima y pronto sintió un efluvio cercano que le hizo estremecerse, haciendo que el cuchillo quedara clavado con fuerza e inexactitud en el cuerpo.
-No, no puede ser.- dijo desesperado, el efluvio de Demian se estaba haciendo cada vez más presente. Había vuelto, su hijo había vuelto junto a Nicolette seguramente. Su enfado y alegría hacían de su aspecto un cuadro psicológico.
Se encontraba enfadado como pocas veces lo había estado. Aquellos dos, que lo habían abandonado, sólo, criando a Lyam como pudo, habían vuelto a SU capilla, a SU ciudad y pretendían venir a saludarlo. Tomó la mesa que tenía el destrozado cadáver y la lanzó por los aires hasta estamparse con la única pared libre de estanterías.
Se adelantó unos pasos, yendo por las escaleras con fuertes golpes, sin ayuda de su bastón en absoluto. Nunca antes se había demostrado así con sus hijos, Lyam y Aleera; pero aquello había sido algo que no podía concebir.
Cuando escuchó el saludo de su primer hijo, aquel que lo había abandonado, aquel por el que lo había dado todo, que lo saludaba con aquella efusividad tan contradictoria para él su enfado creció más aún.
Su cabello estaba completamente despeinado por causa de una innata locura que había crecido en él y que ahora se obligaba a tomar con ambas manos de su cabello, tirando de este con incesante fuerza, sin llegar a arrancárselo.
Escuchó las preguntas desconfiadas que Demian lanzó a SU hija y aquello lo enfadó más.
Cuando escuchó las respuestas concisas de Aleera su velocidad tomó limites vertiginosos, apareciendo en una milésima de segundo justo en el centro del asombroso recibidor de su capilla, mostrando una mirada de furia como nunca la había mostrado delante de sus hijos.
-¿Qué hacéis aquí?- preguntó clavando su vista en aquellas dos personas que parecían alegres de volver, paradójicamente a los sentimientos tristes y amargos que inundaban el seco corazón de Baudelaire cuando los recordaba. Su porte no dejaba de ser elegante, serio.
"Lyam, tenemos agradable compañía en Tremere, ven aquí, ¡AHORA!" sus órdenes mentales fueron concisas, estaba completamente enfadado, nunca se había comportado así de brusco con Lyam nunca.
Sus ojos estaban cada vez más desorbitados y empapados por un líquido acuoso que no había salido de éstos desde hacía más de cuatro siglos. Lo único que debían evitar es que acabara gritando cual loco puesto que los cristales de la casa corrían grave peligro.
Tras ver que Aleera se encontraba allí y comprobar que Lyam no se encontraba cerca de allí se dirigió a la amplia biblioteca donde tomó un manuscrito de Platón que había heredado de Íkaro y lo cogió entre sus manos, llevándolo consigo a su laboratorio.
Aquel lugar era completamente oscuro, con un salvaguardo interior en caso de ataque y con millones de estanterías cubiertas de probetas, algunas con contenido, otras vacías pero la mayoría de ellas con un tono rojizo brillante y luminoso que hacía de aquel lugar una delicia visual.
Dejó el manuscrito a salvo sobre una mesa de madera y caminó hacia una mesa metálica donde tenía un cuerpo humano en descomposición, completamente desnudo. Todavía no había hecho efecto el rigor mortis, se trataba de una víctima suya reciente.
Tomó un pequeño cuchillo con el que pretendía hacer una inserción en canal. Con cuidado supremo acercó el afilado utensilio hacia el pecho de su víctima y pronto sintió un efluvio cercano que le hizo estremecerse, haciendo que el cuchillo quedara clavado con fuerza e inexactitud en el cuerpo.
-No, no puede ser.- dijo desesperado, el efluvio de Demian se estaba haciendo cada vez más presente. Había vuelto, su hijo había vuelto junto a Nicolette seguramente. Su enfado y alegría hacían de su aspecto un cuadro psicológico.
Se encontraba enfadado como pocas veces lo había estado. Aquellos dos, que lo habían abandonado, sólo, criando a Lyam como pudo, habían vuelto a SU capilla, a SU ciudad y pretendían venir a saludarlo. Tomó la mesa que tenía el destrozado cadáver y la lanzó por los aires hasta estamparse con la única pared libre de estanterías.
Se adelantó unos pasos, yendo por las escaleras con fuertes golpes, sin ayuda de su bastón en absoluto. Nunca antes se había demostrado así con sus hijos, Lyam y Aleera; pero aquello había sido algo que no podía concebir.
Cuando escuchó el saludo de su primer hijo, aquel que lo había abandonado, aquel por el que lo había dado todo, que lo saludaba con aquella efusividad tan contradictoria para él su enfado creció más aún.
Su cabello estaba completamente despeinado por causa de una innata locura que había crecido en él y que ahora se obligaba a tomar con ambas manos de su cabello, tirando de este con incesante fuerza, sin llegar a arrancárselo.
Escuchó las preguntas desconfiadas que Demian lanzó a SU hija y aquello lo enfadó más.
Cuando escuchó las respuestas concisas de Aleera su velocidad tomó limites vertiginosos, apareciendo en una milésima de segundo justo en el centro del asombroso recibidor de su capilla, mostrando una mirada de furia como nunca la había mostrado delante de sus hijos.
-¿Qué hacéis aquí?- preguntó clavando su vista en aquellas dos personas que parecían alegres de volver, paradójicamente a los sentimientos tristes y amargos que inundaban el seco corazón de Baudelaire cuando los recordaba. Su porte no dejaba de ser elegante, serio.
"Lyam, tenemos agradable compañía en Tremere, ven aquí, ¡AHORA!" sus órdenes mentales fueron concisas, estaba completamente enfadado, nunca se había comportado así de brusco con Lyam nunca.
Sus ojos estaban cada vez más desorbitados y empapados por un líquido acuoso que no había salido de éstos desde hacía más de cuatro siglos. Lo único que debían evitar es que acabara gritando cual loco puesto que los cristales de la casa corrían grave peligro.
Invitado- Invitado
Re: El Reencuentro [Vampire Team]
Los últimos días desde que Charles regresó del Nuevo Mundo habían sido sufribles para mí, él veía a Aleera como una pequeña niña inocente y buena, pero no se daba cuenta en realidad de lo que esa niña era, una musa del demonio, una completa loca sanguinaría y berrinchuda caprichosa!!!! Como la odiaba!!!! Bueno... maldita, la amaba.
Pero ante todo amaba mi alimentación, me ponía de un humor peor que del de costumbre si no me alimentaba y últimamente tenía que salir apenas el crepúsculo se ponía en el horizonte o Aleera jugaba a no dejarme salir a saciar mi sed, cosa que en verdad odiaba y que ella amaba, ya casi se había convertido en una competencia de ver quien despertaba antes para salir a detener al otro o para que yo me escapara de ella. Aún apesar de eso Charles no se daba cuenta de que su niñita disfrutaba tremendamente el hacerme rabiarr y patalear, que tenía que salir de la casa a primera hora para poder alimentarme "No sé como esta tan cegado por ella". En serio me ponía fúrico. Pero aquella tarde me desperté antes que cualquiera en la capilla, esperé a que el sol se ocultara sentado en uno de los sillones de la estancia principal y sonreí satisfecho cuando no se percibía ni una fracción de sol en el horizonte. Escuché un pazo bailarín en la planta de arriba y antes de que cualquier cosa malévola, llamese Aleera, sucediera en mi noche salí a una velocidad sobrehumana de la capilla y tomé un paso normal humano cuando estuve cerca de los ojos curiosos de los humanos.
Decidí ir al Burdel, aquella noche quería saciarme en los excesos. Sólo me puse una camisa blanca abierta hasta la mitad del pecho con unos pantalones cafés y botas. Mi cabello alborotado como siempre era como la sensación que llamaba la atención de las mujeres humanas, todas ellas me amaban y no podía evitar darles un poco de mi amor. Había hecho de mis noches de burdel una visita a una cortesana que me gustaba en sobre manera por el brillo de sus ojos, Satine Lenoir, una cortesana con la que me entretenía y con la que perdía más dinero del que podía pensar, tenía una habilidad impresionante para vaciarme los bolsillos, pero valía la pena me hacía divertirme como pocas mujeres humanas lo lograban aunque la ÚNICA mujer que me hacía divertirme completamente no era ninguna humana.
Estuvimos bebiendo al rededor de una hora, Satine estaba sobre mi pecho, ahora desnudo, tirando chorritos de licor y bebiéndolo directamente de mi cuerpo, su lengua sobre mi piel fría era una sensación placentera ya que se sentía caliente como el fuego. Ella nunca preguntaba porque me encontraba tan frío, creo que ya le era común sentirme así. Amarró mis muñecas y mis tobillos con unas mascadas a los bordes de la cama, en la cabecera y a los pies para mantenerme quieto. En el momento que hubiese querido pude haberme soltado, pero me gustaba ver a una mujer que se sintiera fuerte aunque yo pudiera matarla con un mínimo parpadeo. Casi arrancó mis pantalones en medio de un gruñido bastante excitante y tras derramar más licor sobre mi pecho y ahora por encima de mi entre pierna desnuda comenzó a lamerlo de nuevo haciendo que mi cuerpo se estremeciera y se exitara ante el mínimo contacto de su lengua cálida en contraste con mi fría piel y la sensación de extremo frío que me otorgaba el alcohol al evaporarse. Las manos de Satine comenzaron a masajear mi entrepierna dejando al descubierto una poderosa erección de la cual ella se encargó de gozar y hacerme gozar pasando su lengua desde arriba hacia abajo en unas caricias muy lujuriosas que me hacían gemir de placer.
Mi mente estaba en blanco cuando ella se encontraba en aquella zona erógena de mi cuerpo dandome un placer insoportable, justo en ese momento, en el silencio de mi mente pude sentir un estremecimiento, y definitivamente no era placentero, el cuál me hizo abrir los ojos que se encontraban cerrados a causa de las caricias de la cortesana y una fracción de minuto después escuché claramente la voz de Charles en un tono completamente seco, podía sentir su enojo. "Lyam, tenemos agradable compañía en Tremere, ven aquí." Solté un respiro de frustración mezclado con resignación porque cuando Charles me daba una órden no podía dejar de cumplirla, aunque si me tardara unos minutos más no creía que le improtara. "¡AHORA!"seguro que sabía que podría tardarme unos segundos más haciendo lo que fuese estuviera haciendo y después de ese "AHORA" no podía retrasarme ni medio minuto más con Satine. -Satine debo irme.- que estúpido me escuchaba diciendole aquello a una mujer que me estaba haciendo gozar como pocas mujeres lo hacían justo unos momentos antes de llegar al clímax, maldita sea!!!!!! Ella se desconsertó pensando que estaba jugando y siguió en aquel jueguecito pero arranqué mis brazos y mis piernas de los amarres que tenía haciandola caer al suelo. Besé su frente y le guiñé un ojo. -Lo siento, nada personal... cuando termine mi asunto regresaré, extrañame.- tomé mi camisa mientras me subía los pantalones y metía los pies en las botas que ni siquiera me preocupé en amarrar.
Salí del burdel con la camisa en la mano, la gente aún caminaba por la calle, pero era ya tarde para los mrotales por lo que el flujo de gente era mínimo y nisiquiera se detuvieron a mirar que me encontraba apestando a alcohol con la camisa en la mano y las agujetas de las botas sin amarrar. De pronto una imagen horrible pasó por mi cabeza al ponerme ahora sí a pensar racionalmente cual sería el motivo de que Charles me hubiese llamado con tanta urgencia y enojo, no podía ser nada bueno. Mis pensamientos de inmediato se fueron hacia Aleera tirada en el suelo desangrada y destazada en partes en la mitad del vestíbulo por algún invasor de la propiedad y Charles acorralado sin nada que poder hacer por eso el "tenemos visitas" tal vez no pudo decirme nada más, me sentí como si estuviera muriendo, si alguien se atrevía a ponerle una mano encima a Aleera juraba por todos los Dioses de los mortales y de los inmortales que torturaría y destrozaría a quien se hubiera atervido a irrumpir el equilibrio de nuestras no-vidas.
Sin pensarmelo más y sin importarme que alguien me viera corrí a velocidad sobrehumana hasta la mansión a la que llegué en a lo mucho dos segundos después de mi salida del Burdel. Dos efluvios que estaban guardados en mi memoria me golpearon fuertemente cuando me acerqué a los límites de la propiedad y me impidieron no entrar a desgarrar cualquier ser que no fueran mi padre y mi hermana. Abri la puerta de un golpe tan fuerte que casi la derribo. Cuatro figuras de la noche estaban paradas delante de mí en medio del recibidor. Solté un fuerte suspiro al darme cuenta de que Aleera estaba bien, aunque después de reflexionar la escena me quedé atónito. Aleera estaba parada detrás de Charles como si éste la estuviera protegiendo de los dos seres que estaban parados frente a ellos. Aún no podía dar crédito a mis ojos, eran Demian y Nicolette que por fin habían regresado, una mezcla de sentimientos encontrados se peleaban dentro de mi pecho, cosa que hacía muchísimos siglos no sentía. Me quedé ahí estático aún con la camisa sujeta en la mano. El evidente enojo de Charles me hizo ponerme instintivamente en guardia, no tenía idea de si habían regresado en son de paz o no, pero dos cosas eran seguras. La primera era que Charles y Aleera eran mi UNICA familia desde que Demian y Nicoltte nos habían abandonado y no dudaría en exterminar al que se atreviera a molestarlos. La segunda era que no había conocido más hermano que Demian. ¿Aprietos? Esto apenas comenzaba....
Pero ante todo amaba mi alimentación, me ponía de un humor peor que del de costumbre si no me alimentaba y últimamente tenía que salir apenas el crepúsculo se ponía en el horizonte o Aleera jugaba a no dejarme salir a saciar mi sed, cosa que en verdad odiaba y que ella amaba, ya casi se había convertido en una competencia de ver quien despertaba antes para salir a detener al otro o para que yo me escapara de ella. Aún apesar de eso Charles no se daba cuenta de que su niñita disfrutaba tremendamente el hacerme rabiarr y patalear, que tenía que salir de la casa a primera hora para poder alimentarme "No sé como esta tan cegado por ella". En serio me ponía fúrico. Pero aquella tarde me desperté antes que cualquiera en la capilla, esperé a que el sol se ocultara sentado en uno de los sillones de la estancia principal y sonreí satisfecho cuando no se percibía ni una fracción de sol en el horizonte. Escuché un pazo bailarín en la planta de arriba y antes de que cualquier cosa malévola, llamese Aleera, sucediera en mi noche salí a una velocidad sobrehumana de la capilla y tomé un paso normal humano cuando estuve cerca de los ojos curiosos de los humanos.
Decidí ir al Burdel, aquella noche quería saciarme en los excesos. Sólo me puse una camisa blanca abierta hasta la mitad del pecho con unos pantalones cafés y botas. Mi cabello alborotado como siempre era como la sensación que llamaba la atención de las mujeres humanas, todas ellas me amaban y no podía evitar darles un poco de mi amor. Había hecho de mis noches de burdel una visita a una cortesana que me gustaba en sobre manera por el brillo de sus ojos, Satine Lenoir, una cortesana con la que me entretenía y con la que perdía más dinero del que podía pensar, tenía una habilidad impresionante para vaciarme los bolsillos, pero valía la pena me hacía divertirme como pocas mujeres humanas lo lograban aunque la ÚNICA mujer que me hacía divertirme completamente no era ninguna humana.
Estuvimos bebiendo al rededor de una hora, Satine estaba sobre mi pecho, ahora desnudo, tirando chorritos de licor y bebiéndolo directamente de mi cuerpo, su lengua sobre mi piel fría era una sensación placentera ya que se sentía caliente como el fuego. Ella nunca preguntaba porque me encontraba tan frío, creo que ya le era común sentirme así. Amarró mis muñecas y mis tobillos con unas mascadas a los bordes de la cama, en la cabecera y a los pies para mantenerme quieto. En el momento que hubiese querido pude haberme soltado, pero me gustaba ver a una mujer que se sintiera fuerte aunque yo pudiera matarla con un mínimo parpadeo. Casi arrancó mis pantalones en medio de un gruñido bastante excitante y tras derramar más licor sobre mi pecho y ahora por encima de mi entre pierna desnuda comenzó a lamerlo de nuevo haciendo que mi cuerpo se estremeciera y se exitara ante el mínimo contacto de su lengua cálida en contraste con mi fría piel y la sensación de extremo frío que me otorgaba el alcohol al evaporarse. Las manos de Satine comenzaron a masajear mi entrepierna dejando al descubierto una poderosa erección de la cual ella se encargó de gozar y hacerme gozar pasando su lengua desde arriba hacia abajo en unas caricias muy lujuriosas que me hacían gemir de placer.
Mi mente estaba en blanco cuando ella se encontraba en aquella zona erógena de mi cuerpo dandome un placer insoportable, justo en ese momento, en el silencio de mi mente pude sentir un estremecimiento, y definitivamente no era placentero, el cuál me hizo abrir los ojos que se encontraban cerrados a causa de las caricias de la cortesana y una fracción de minuto después escuché claramente la voz de Charles en un tono completamente seco, podía sentir su enojo. "Lyam, tenemos agradable compañía en Tremere, ven aquí." Solté un respiro de frustración mezclado con resignación porque cuando Charles me daba una órden no podía dejar de cumplirla, aunque si me tardara unos minutos más no creía que le improtara. "¡AHORA!"seguro que sabía que podría tardarme unos segundos más haciendo lo que fuese estuviera haciendo y después de ese "AHORA" no podía retrasarme ni medio minuto más con Satine. -Satine debo irme.- que estúpido me escuchaba diciendole aquello a una mujer que me estaba haciendo gozar como pocas mujeres lo hacían justo unos momentos antes de llegar al clímax, maldita sea!!!!!! Ella se desconsertó pensando que estaba jugando y siguió en aquel jueguecito pero arranqué mis brazos y mis piernas de los amarres que tenía haciandola caer al suelo. Besé su frente y le guiñé un ojo. -Lo siento, nada personal... cuando termine mi asunto regresaré, extrañame.- tomé mi camisa mientras me subía los pantalones y metía los pies en las botas que ni siquiera me preocupé en amarrar.
Salí del burdel con la camisa en la mano, la gente aún caminaba por la calle, pero era ya tarde para los mrotales por lo que el flujo de gente era mínimo y nisiquiera se detuvieron a mirar que me encontraba apestando a alcohol con la camisa en la mano y las agujetas de las botas sin amarrar. De pronto una imagen horrible pasó por mi cabeza al ponerme ahora sí a pensar racionalmente cual sería el motivo de que Charles me hubiese llamado con tanta urgencia y enojo, no podía ser nada bueno. Mis pensamientos de inmediato se fueron hacia Aleera tirada en el suelo desangrada y destazada en partes en la mitad del vestíbulo por algún invasor de la propiedad y Charles acorralado sin nada que poder hacer por eso el "tenemos visitas" tal vez no pudo decirme nada más, me sentí como si estuviera muriendo, si alguien se atrevía a ponerle una mano encima a Aleera juraba por todos los Dioses de los mortales y de los inmortales que torturaría y destrozaría a quien se hubiera atervido a irrumpir el equilibrio de nuestras no-vidas.
Sin pensarmelo más y sin importarme que alguien me viera corrí a velocidad sobrehumana hasta la mansión a la que llegué en a lo mucho dos segundos después de mi salida del Burdel. Dos efluvios que estaban guardados en mi memoria me golpearon fuertemente cuando me acerqué a los límites de la propiedad y me impidieron no entrar a desgarrar cualquier ser que no fueran mi padre y mi hermana. Abri la puerta de un golpe tan fuerte que casi la derribo. Cuatro figuras de la noche estaban paradas delante de mí en medio del recibidor. Solté un fuerte suspiro al darme cuenta de que Aleera estaba bien, aunque después de reflexionar la escena me quedé atónito. Aleera estaba parada detrás de Charles como si éste la estuviera protegiendo de los dos seres que estaban parados frente a ellos. Aún no podía dar crédito a mis ojos, eran Demian y Nicolette que por fin habían regresado, una mezcla de sentimientos encontrados se peleaban dentro de mi pecho, cosa que hacía muchísimos siglos no sentía. Me quedé ahí estático aún con la camisa sujeta en la mano. El evidente enojo de Charles me hizo ponerme instintivamente en guardia, no tenía idea de si habían regresado en son de paz o no, pero dos cosas eran seguras. La primera era que Charles y Aleera eran mi UNICA familia desde que Demian y Nicoltte nos habían abandonado y no dudaría en exterminar al que se atreviera a molestarlos. La segunda era que no había conocido más hermano que Demian. ¿Aprietos? Esto apenas comenzaba....
Lyam Kromer- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 08/07/2010
Re: El Reencuentro [Vampire Team]
La mirada desafiante de aquella chica se posó en la mía, perpleja y desconfiada también. Pero mi aprensión se vio amortiguada un poco al oírle decir que mi maestro se encontraba en casa, pero... ¿Lo había llamado "Charles"? ¿Cómo se atrevía a llamar por su nombre a mi maestro? Y para variar Lyam ya andaba de parranda. Mi mirada desconfiada no se desvaneció por completo, la cual siguió el andar de la chica, quien se apartó un poco y nos observó con descaro, inspeccionándonos detalladamente, hasta que al fin se presentó, Aleera Hannover era su nombre. Fingió una sonrisa y se acercó a nosotros, esperando que nos presentáramos.
Me quedé pasmado y dudoso de darle a conocer mi nombre a aquella chica, sin embargo Nicolette se adelantó pasando por mi lado para presentarse a la chica cortésmente. La actitud de mi maestra y amiga me sosegó y tranquilizó un poco dándome la confianza para presentarme con la misma elegancia y presteza. Me acerqué lentamente a aquella chica mientras Nicolette se apartaba, y cogiendo su mano, suavemente, posé mis labios con la delicadeza que dedos tan finos como los de ella merecían.
-Demian Resnick -anuncié apartando mis labios de su mano, colgándome de su mirada. Con solo ver sus ojos pude ver que tenía al rededor de trecientos años. De seguro el maestro la había transformado luego de entrenar correctamente a Lyam. Erguí mi cuerpo lentamente para que mi porte quedara lo más estético posible. Me aparté de Aleera unos pasos y no tuve tiempo de articular ni una sola reacción al sentir a mi maestro cerca. La emoción por volver a verle me desbordó, volteé, y lo vi ahí, aparecer de la nada, seguía igual de rápido y elegante como siempre. Una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro, cuantos siglos sin verle... Sin embargo su pregunta, su voz fría, su mirada sería si es que no molesta, fueron uno de los tantos indicios que me insinuaron que ésta no sería una cálida bienvenida como la que esperaba. Mi sonrisa se desvaneció por completo mientras trataba de dar respuesta a su pregunta.
-Maestro yo... -No sabía que decir, la mirada llena de cólera de Charles me bloqueó por completo. Pero como siempre Nicolette le restó importancia a la actitud de mi maestro y trató de tranquilizarlo como solía hacerlo de antaño.
Me puse a la espalda de mi maestra, mientras Aleera hacía lo mismo junto a Charles, y me quedé observando a quien yo consideraba mi padre sin saber que decir. No pensé que mi decisión de recorrer el mundo junto a Nicolette le hubiera molestado tanto. Ella me lo pidió, me dio sus razones, las cuales consideré muy validas, y yo simplemente quise apoyarla. Mis pensamientos corrían a mil por minutos, y un fuerte suspiro salió desde mi pecho, hasta que sentí la presencia y ese aroma tan peculiar que solo mi amigo podía emanar aproximarse a toda velocidad a la Capilla. La puerta se abrió de golpe, y pude apreciar a mi viejo amigo, Lyam, con su cabellera larga y alborotada, esas botas tan características en él, y con la camisa en la mano. Ni siquiera el brillo en sus ojos había cambiado en lo absoluto. Él no había cambiado nada, él seguía siendo el mismo Lyam de siempre y de seguro estaría igual de feliz que yo de verme. Me acerqué a él con rapidez sobrehumana y lo abrasé con fuerza.
-¡Lyam, maldito infeliz! -exclamé mientras trataba de levantarlo entre mis brazos como solía hacerlo, pero esta vez me fue mucho más difícil apartarlo un par de milímetros del suelo-. Tenemos mucho que hablar -dije apartándome de él con una sonrisa efusiva ,que pocas veces había sentido en mi-, quiero ver que tanto has mejorado todos estos años. -añadí con una sonrisa de medio lado.
Volteé para encarar a mi maestro quien observaba el hecho con la misma cólera con la que nos había recibido. Me acerqué a él, firme, sin basilar, ya no era un vampirito de cien años que se aproblemaba por cualquier cosa. Tenía más de quinientos años y así debía demostrarlo.
-Padre -dije serio, sin quitar mi mirada de la suya, la cual a pesar de tantos años seguía atemorizándome-. Lamento haberme ido con Nicolette, pero al igual que ella quería buscar mi propia identidad. He vivido miles de nuevas experiencias gracias a sus enseñanzas, me ha servido de sobremanera viajar a su lado, y nunca he dudado en apoyarla -me acerqué a mi maestra y la rodeé con mi brazo derecho por la cintura sin apartar la mirada de Charles-, al igual como a ti te apoyé cada vez que me lo pediste -añadí esperando alguna reacción de mis viejos amigos. Si ellos decidían corrernos del único lugar al que he llamado hogar yo no me opondría a su decisión. Yo volví a Francia con la idea de descansar por la eternidad, tal como Íkaro lo había hecho. Charles ya no tenía nada que enseñarme ni yo nada más que aprender. Era un vampiro que podía valerme por mi mismo.
Me quedé pasmado y dudoso de darle a conocer mi nombre a aquella chica, sin embargo Nicolette se adelantó pasando por mi lado para presentarse a la chica cortésmente. La actitud de mi maestra y amiga me sosegó y tranquilizó un poco dándome la confianza para presentarme con la misma elegancia y presteza. Me acerqué lentamente a aquella chica mientras Nicolette se apartaba, y cogiendo su mano, suavemente, posé mis labios con la delicadeza que dedos tan finos como los de ella merecían.
-Demian Resnick -anuncié apartando mis labios de su mano, colgándome de su mirada. Con solo ver sus ojos pude ver que tenía al rededor de trecientos años. De seguro el maestro la había transformado luego de entrenar correctamente a Lyam. Erguí mi cuerpo lentamente para que mi porte quedara lo más estético posible. Me aparté de Aleera unos pasos y no tuve tiempo de articular ni una sola reacción al sentir a mi maestro cerca. La emoción por volver a verle me desbordó, volteé, y lo vi ahí, aparecer de la nada, seguía igual de rápido y elegante como siempre. Una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro, cuantos siglos sin verle... Sin embargo su pregunta, su voz fría, su mirada sería si es que no molesta, fueron uno de los tantos indicios que me insinuaron que ésta no sería una cálida bienvenida como la que esperaba. Mi sonrisa se desvaneció por completo mientras trataba de dar respuesta a su pregunta.
-Maestro yo... -No sabía que decir, la mirada llena de cólera de Charles me bloqueó por completo. Pero como siempre Nicolette le restó importancia a la actitud de mi maestro y trató de tranquilizarlo como solía hacerlo de antaño.
Me puse a la espalda de mi maestra, mientras Aleera hacía lo mismo junto a Charles, y me quedé observando a quien yo consideraba mi padre sin saber que decir. No pensé que mi decisión de recorrer el mundo junto a Nicolette le hubiera molestado tanto. Ella me lo pidió, me dio sus razones, las cuales consideré muy validas, y yo simplemente quise apoyarla. Mis pensamientos corrían a mil por minutos, y un fuerte suspiro salió desde mi pecho, hasta que sentí la presencia y ese aroma tan peculiar que solo mi amigo podía emanar aproximarse a toda velocidad a la Capilla. La puerta se abrió de golpe, y pude apreciar a mi viejo amigo, Lyam, con su cabellera larga y alborotada, esas botas tan características en él, y con la camisa en la mano. Ni siquiera el brillo en sus ojos había cambiado en lo absoluto. Él no había cambiado nada, él seguía siendo el mismo Lyam de siempre y de seguro estaría igual de feliz que yo de verme. Me acerqué a él con rapidez sobrehumana y lo abrasé con fuerza.
-¡Lyam, maldito infeliz! -exclamé mientras trataba de levantarlo entre mis brazos como solía hacerlo, pero esta vez me fue mucho más difícil apartarlo un par de milímetros del suelo-. Tenemos mucho que hablar -dije apartándome de él con una sonrisa efusiva ,que pocas veces había sentido en mi-, quiero ver que tanto has mejorado todos estos años. -añadí con una sonrisa de medio lado.
Volteé para encarar a mi maestro quien observaba el hecho con la misma cólera con la que nos había recibido. Me acerqué a él, firme, sin basilar, ya no era un vampirito de cien años que se aproblemaba por cualquier cosa. Tenía más de quinientos años y así debía demostrarlo.
-Padre -dije serio, sin quitar mi mirada de la suya, la cual a pesar de tantos años seguía atemorizándome-. Lamento haberme ido con Nicolette, pero al igual que ella quería buscar mi propia identidad. He vivido miles de nuevas experiencias gracias a sus enseñanzas, me ha servido de sobremanera viajar a su lado, y nunca he dudado en apoyarla -me acerqué a mi maestra y la rodeé con mi brazo derecho por la cintura sin apartar la mirada de Charles-, al igual como a ti te apoyé cada vez que me lo pediste -añadí esperando alguna reacción de mis viejos amigos. Si ellos decidían corrernos del único lugar al que he llamado hogar yo no me opondría a su decisión. Yo volví a Francia con la idea de descansar por la eternidad, tal como Íkaro lo había hecho. Charles ya no tenía nada que enseñarme ni yo nada más que aprender. Era un vampiro que podía valerme por mi mismo.
Demian L. Resnick- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 303
Fecha de inscripción : 17/08/2010
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: El Reencuentro [Vampire Team]
Era evidente la desconfianza y curiosidad que sentían mi querido Demian y aquella vampiresa. Y bueno, era algo lógico, él, apenas regresando a su hogar, después de tantos años, y encontrando a un nuevo vampiro viviendo ahí, una nueva discípula del que alguna vez fue su maestro. Y ella, encontrándose con dos desconocidos que irrumpen en su hogar, de una forma que cualquiera pensaría que vivían ahí. Una situación un tanto extraña.
Podía sentir cerca a Charles, y no solo eso, sentía la furia que se estaba apoderando de él, lo que significaba que ya se había dado cuenta de nuestra presencia. Iba a responder a la pregunta que hizo Demian, quería apresurar las presentaciones antes de que mi antiguo compañero y amigo llegara a…”descargar” su irá en nosotros, pero la vampiresa ahí presente se adelantó y le dijo donde se encontraba su maestro, y también respondió que desconocía el paradero de Lyam.
Ella dio unos pasos, alejándose de Demian y contemplándonos a ambos ahora, para luego presentarse al fin, recordando yo misma, que debía presentarme, antes de lo que se venía. Aleera Hannover, así se hacía llamar, y sin esperar por mas, me acerque a ella cuando pidió nuestros nombres, para también demostrarle a mi acompañante, que no debía desconfiar, seguramente esta mujer no era de peligro.
- Mucho gusto, mademoiselle Hannover – saludé haciendo un leve inclinación, para luego presentarme por mi nombre – yo soy Nicolette Peltier, y soy una vieja amiga de Charles – le expliqué por último, antes de darle paso a Demian para que se presentara como debía ser.
Segundos más tarde, cerré los ojos, dando un ligero suspiro, preparándome para lo que se avecinaba… “Demian, ven…” le pedí a él justo en el instante en que Charles hacia acto de presencia, mostrando su claro disgusto por nuestro regreso. Jamás me había esperado una cálida bienvenida, no después de tantos siglos de ausencia. Sabía que Charles se molestaría al vernos, me había preparado para ello, pero aun así sus frías palabras me clavaron hondo en el pecho. Claro que, no lo demostré. En los años en que había vivido con Íkaro y Charles, había aprendido a siempre mostrarme tranquila y relajada ante sus enojos, los cuales solían ser muy seguidos.
Durante esos 400 años, se había formado un tipo de conexión entre Demian y yo, por alguna razón, nuestros movimientos estaban “sincronizados” por llamarlo de alguna forma, por eso mismo, en el mismo instante ambos nos movimos, el retrocediendo unos pasos y yo avanzando, parándome entre él y Charles.
Mi mirada se posó completamente en Charles, y podía ver que tenia sentimientos encontrados, seguramente, aunque jamás lo reconociera, se alegraba, muy en el fondo, de vernos, en especial a Demian, a quien había considerado como a un hijo. Pero supongo que su rabia fue más grande, porque eso era lo que demostraba. Aun así no dejé de mostrar la alegría que me provocaba verlo, y no dejé de sonreír, aunque su mirada me lastimara un poco.
- Hola Charles – salude antes de responder a su pregunta – han pasado…muchos años, pensé que te alegraría vernos – dije a sabiendas de que quizás eso solo terminara por enfadarlo más – supongo que me equivoqué – era consciente de que su enfado era por haberme llevado a su hijo, lo más probable era que si me hubiera ido sola, no estaría tan molesto ahora, después de todo, yo siempre había sido su sombra, o al menos así me había sentido yo, motivo que me había arrastrado a irme de su lado.
“Por favor, no te desquites con Demian” le pedí traspasándole mis pensamientos “te extrañam… te extrañó durante todo este tiempo” por fuera me mostraba alegre, pero por dentro, estaba triste por el recibimiento, que, tenía muy claro, era el que me merecía, pero yo, no Demian “ódiame todo lo que quieras por sentirte abandonado por nosotros, pero no odies a Demian por eso, por favor” fue el ultimo pensamiento que le transmití, justo antes de sentir a quien venía llegando, Lyam.
Nuevamente el sentimiento de alegría se apoderó de mi, al ver a mi querido Lyam, aunque suponía que él se sentiría igual de furioso que Charles. Quise acercarme y darle un abrazo, como solía hacerlo cuando éramos una familia, pero Demian se me adelantó, lanzándose hacia él y saludándolo con una efusividad que me hizo sonreír, pero la cual se desvaneció rápidamente en el momento en que comenzó a acercarse a Charles, con esa mirada firme y decidida, a la que yo había aprendido hacia siglos a respetar. Sus palabras me hicieron ver, una vez más, que Demian ya no necesitaba de un maestro, ya no, y su fidelidad a mi me hizo sentir como siempre, feliz, satisfecha y segura. Segura de haber tomado la decisión correcta al pedirle que fuera conmigo.
Bese su mejilla con delicadeza en el momento en que me abrazó “mi querido y amado Demian, gracias” pensé transmitiéndole mis pensamientos, agradeciéndole por siempre apoyarme y estar a mi lado. Luego cambié mi mirada por una mas sería y la desvié hasta Charles. – Se que pasaron muchos años, y que nunca entendiste nuestras razones para irnos de tu lado, pero era algo que necesitábamos hacer – dije calmadamente y esperando que lo entendiera “ya no quería ser tu sombra y lo sabes muy bien” – quizás nuestro error fue no volver antes, eso lo reconozco, pero fue ahora el momento en que sentí que ya era hora de volver aquí, no antes – finalicé, esperando a sus respuestas, y estando preparada para cualquiera, el rechazo, o la bienvenida.
Podía sentir cerca a Charles, y no solo eso, sentía la furia que se estaba apoderando de él, lo que significaba que ya se había dado cuenta de nuestra presencia. Iba a responder a la pregunta que hizo Demian, quería apresurar las presentaciones antes de que mi antiguo compañero y amigo llegara a…”descargar” su irá en nosotros, pero la vampiresa ahí presente se adelantó y le dijo donde se encontraba su maestro, y también respondió que desconocía el paradero de Lyam.
Ella dio unos pasos, alejándose de Demian y contemplándonos a ambos ahora, para luego presentarse al fin, recordando yo misma, que debía presentarme, antes de lo que se venía. Aleera Hannover, así se hacía llamar, y sin esperar por mas, me acerque a ella cuando pidió nuestros nombres, para también demostrarle a mi acompañante, que no debía desconfiar, seguramente esta mujer no era de peligro.
- Mucho gusto, mademoiselle Hannover – saludé haciendo un leve inclinación, para luego presentarme por mi nombre – yo soy Nicolette Peltier, y soy una vieja amiga de Charles – le expliqué por último, antes de darle paso a Demian para que se presentara como debía ser.
Segundos más tarde, cerré los ojos, dando un ligero suspiro, preparándome para lo que se avecinaba… “Demian, ven…” le pedí a él justo en el instante en que Charles hacia acto de presencia, mostrando su claro disgusto por nuestro regreso. Jamás me había esperado una cálida bienvenida, no después de tantos siglos de ausencia. Sabía que Charles se molestaría al vernos, me había preparado para ello, pero aun así sus frías palabras me clavaron hondo en el pecho. Claro que, no lo demostré. En los años en que había vivido con Íkaro y Charles, había aprendido a siempre mostrarme tranquila y relajada ante sus enojos, los cuales solían ser muy seguidos.
Durante esos 400 años, se había formado un tipo de conexión entre Demian y yo, por alguna razón, nuestros movimientos estaban “sincronizados” por llamarlo de alguna forma, por eso mismo, en el mismo instante ambos nos movimos, el retrocediendo unos pasos y yo avanzando, parándome entre él y Charles.
Mi mirada se posó completamente en Charles, y podía ver que tenia sentimientos encontrados, seguramente, aunque jamás lo reconociera, se alegraba, muy en el fondo, de vernos, en especial a Demian, a quien había considerado como a un hijo. Pero supongo que su rabia fue más grande, porque eso era lo que demostraba. Aun así no dejé de mostrar la alegría que me provocaba verlo, y no dejé de sonreír, aunque su mirada me lastimara un poco.
- Hola Charles – salude antes de responder a su pregunta – han pasado…muchos años, pensé que te alegraría vernos – dije a sabiendas de que quizás eso solo terminara por enfadarlo más – supongo que me equivoqué – era consciente de que su enfado era por haberme llevado a su hijo, lo más probable era que si me hubiera ido sola, no estaría tan molesto ahora, después de todo, yo siempre había sido su sombra, o al menos así me había sentido yo, motivo que me había arrastrado a irme de su lado.
“Por favor, no te desquites con Demian” le pedí traspasándole mis pensamientos “te extrañam… te extrañó durante todo este tiempo” por fuera me mostraba alegre, pero por dentro, estaba triste por el recibimiento, que, tenía muy claro, era el que me merecía, pero yo, no Demian “ódiame todo lo que quieras por sentirte abandonado por nosotros, pero no odies a Demian por eso, por favor” fue el ultimo pensamiento que le transmití, justo antes de sentir a quien venía llegando, Lyam.
Nuevamente el sentimiento de alegría se apoderó de mi, al ver a mi querido Lyam, aunque suponía que él se sentiría igual de furioso que Charles. Quise acercarme y darle un abrazo, como solía hacerlo cuando éramos una familia, pero Demian se me adelantó, lanzándose hacia él y saludándolo con una efusividad que me hizo sonreír, pero la cual se desvaneció rápidamente en el momento en que comenzó a acercarse a Charles, con esa mirada firme y decidida, a la que yo había aprendido hacia siglos a respetar. Sus palabras me hicieron ver, una vez más, que Demian ya no necesitaba de un maestro, ya no, y su fidelidad a mi me hizo sentir como siempre, feliz, satisfecha y segura. Segura de haber tomado la decisión correcta al pedirle que fuera conmigo.
Bese su mejilla con delicadeza en el momento en que me abrazó “mi querido y amado Demian, gracias” pensé transmitiéndole mis pensamientos, agradeciéndole por siempre apoyarme y estar a mi lado. Luego cambié mi mirada por una mas sería y la desvié hasta Charles. – Se que pasaron muchos años, y que nunca entendiste nuestras razones para irnos de tu lado, pero era algo que necesitábamos hacer – dije calmadamente y esperando que lo entendiera “ya no quería ser tu sombra y lo sabes muy bien” – quizás nuestro error fue no volver antes, eso lo reconozco, pero fue ahora el momento en que sentí que ya era hora de volver aquí, no antes – finalicé, esperando a sus respuestas, y estando preparada para cualquiera, el rechazo, o la bienvenida.
Última edición por Nicolette Peltier el Vie Ago 20, 2010 2:35 pm, editado 2 veces
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Re: El Reencuentro [Vampire Team]
La hermosa rubia desconocida fue la que dio el primer paso de ambos, y se acercó a mi con un andar muy grácil y educadamente me desveló su nombre. Nicolette Peltier, aclarando ser una vieja amiga de Charles.
Después, esta dejó paso al hombre mientras este se acercaba lentamente y cogía mi mano con suavidad, posando sus labios con delicadeza en mis dedos. Dijo llamarse Demian Resnick mientras sus labios se apartaban de mi mano, sosteniendo con interés mi mirada.
Oí como unos pasos bajaban a una velocidad vertiginosa por las escaleras procedentes del piso de arriba, y escasos instantes después, una figura se poso entre mi y la pareja de vampiros, haciendo notar una gran furia a su alrededor.
"¿Qué hacéis aquí?" dijo Charles totalmente rígido y en un tono seco y furioso. No pude evitar arquear ambas cejas de la sorpresa, ya que nunca había visto a Charles comportarse de tal forma.
Me moví ligeramente hacia la derecha para observar la escena, y contemplé como Demian se quedaba totalmente sorprendido y bloqueado por la fúrica mirada que retransmitían los ojos de Charles.
Finalmente Nicolette avanzo un par de pasos adelantándose a Demian, haciendo que este quedara justo detrás de ella, tal y como yo estaba con Charles.
La rubia decidió hablar haciendo caso omiso a la pregunta de Charles, fué entonces cuando sentí un fuerte efluvio procedente del otro lado de la puerta, justo antes de que esa se abriera, mostrando a Lyam recién llegado a la casa.
Por la cara que puso, supe que Charles le había avisado mentalmente, aunque podía ver como no sabía que era lo que ocurría ahí. Sus ojos parecían algo neguitosos y tras encontrarse con los mios, posó la mirada hacia los dos 'desconocidos'.
"¡Lyam, maldito infeliz!" exclamó Demian tras voltearse hacia la puerta, mientras trataba de levantarlo entre sus brazos.
Se conocían y demasiado bien. Eso solo significa que ese hombre, Demian, una vez estuvo bajo la educación de Charles, justo antes de que yo estuviera. Pero nunca supe nada de él, ni de la rubia. De echo, incluso desconocía sus existencias y eso me creaba una gran curiosidad.
Después de ese enérgico saludo hacia Lyam, Demian se volteó hacia Charles, y con una voz firme y seria, le pidió disculpas por haberse ido con Nicolette para vivir su propia 'aventura', dando a entender que ya no necesitaba las enseñanzas de nadie y que podía valerse por si mismo.
Nicolette también desvió su mirada hacia Charles, después de haberla puesto sobre Lyam, disculpándose también por las acciones que habían cometido.
Decidí apartarme de detrás de Charles para poder apreciar más la respuesta de este ante las disculpas que esos dos le mostraban.
Después, esta dejó paso al hombre mientras este se acercaba lentamente y cogía mi mano con suavidad, posando sus labios con delicadeza en mis dedos. Dijo llamarse Demian Resnick mientras sus labios se apartaban de mi mano, sosteniendo con interés mi mirada.
Oí como unos pasos bajaban a una velocidad vertiginosa por las escaleras procedentes del piso de arriba, y escasos instantes después, una figura se poso entre mi y la pareja de vampiros, haciendo notar una gran furia a su alrededor.
"¿Qué hacéis aquí?" dijo Charles totalmente rígido y en un tono seco y furioso. No pude evitar arquear ambas cejas de la sorpresa, ya que nunca había visto a Charles comportarse de tal forma.
Me moví ligeramente hacia la derecha para observar la escena, y contemplé como Demian se quedaba totalmente sorprendido y bloqueado por la fúrica mirada que retransmitían los ojos de Charles.
Finalmente Nicolette avanzo un par de pasos adelantándose a Demian, haciendo que este quedara justo detrás de ella, tal y como yo estaba con Charles.
La rubia decidió hablar haciendo caso omiso a la pregunta de Charles, fué entonces cuando sentí un fuerte efluvio procedente del otro lado de la puerta, justo antes de que esa se abriera, mostrando a Lyam recién llegado a la casa.
Por la cara que puso, supe que Charles le había avisado mentalmente, aunque podía ver como no sabía que era lo que ocurría ahí. Sus ojos parecían algo neguitosos y tras encontrarse con los mios, posó la mirada hacia los dos 'desconocidos'.
"¡Lyam, maldito infeliz!" exclamó Demian tras voltearse hacia la puerta, mientras trataba de levantarlo entre sus brazos.
Se conocían y demasiado bien. Eso solo significa que ese hombre, Demian, una vez estuvo bajo la educación de Charles, justo antes de que yo estuviera. Pero nunca supe nada de él, ni de la rubia. De echo, incluso desconocía sus existencias y eso me creaba una gran curiosidad.
Después de ese enérgico saludo hacia Lyam, Demian se volteó hacia Charles, y con una voz firme y seria, le pidió disculpas por haberse ido con Nicolette para vivir su propia 'aventura', dando a entender que ya no necesitaba las enseñanzas de nadie y que podía valerse por si mismo.
Nicolette también desvió su mirada hacia Charles, después de haberla puesto sobre Lyam, disculpándose también por las acciones que habían cometido.
Decidí apartarme de detrás de Charles para poder apreciar más la respuesta de este ante las disculpas que esos dos le mostraban.
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Re: El Reencuentro [Vampire Team]
Hizo caso omiso al bloqueo que tuvo su primer hijo, al cual había echado de menos durante la eterna cifra de cuatrocientos años, así como también a Nicolette que se encontraba por fín y para su enfado e irónica alegría con ellos.
Nicolette se adelantó unos pasos, aceptando finalmente contestar a la pregunta que Charles había cuestionado con toda aquella rabia amontonada a lo largo de los siglos, sabiendo dónde evidentemente se encontraba su hijo, pero sin intención alguna de ir en su búsqueda por el mero hecho de que él había decidido abandonar su lado.
Pero siquiera respondió, simplemente se dedicó a saludarlo y finalmente dar a conocer su pensamiento, esperaba un recibimiento mejor por parte del ahora frenético ser de la noche. Soltó una carcajada histérica, masculina, al borde de romper con aquel sonido los cristales cercanos a los cuatro vampiros.
-¡¿ALEGRARME?!- preguntó con sus pupilas completamente dilatadas, las venas de su cuello como sogas, tensas era decir poco. - Me abandonásteis, me dejásteis aquí, escaso tiempo después de que Íkaro terminara con su vida.- informó. -No sabes el dolor y la impotencia que corrió por mis inmortales venas durante muchísimo tiempo.- aclaró mientras no dejaba que las lágrimas se apoderaran de sus mejillas finalmente. Aquel día, el día que Demian y Nicolette dejaron atrás a su familia, prometió que no dejaría a Lyam pasar por aquello, no se alejaría nunca de él si es que no se lo pedía y mismamente aquello se prometió con la llegada de su querida Aleera.
En su mente apareció una voz que resonó con fuerza en sus oídos, haciendo que por pura impotencia cerrara ambos ojos con fuerza, tapándose los oídos en un fallido intento de acallar las palabras de Nicolette.
¿Demian lo había echado de menos? ¿Cuatrocientos años, una eternidad, con propiedades vampíricas y siquiera se había intentado comunicar con su creador? Aquello a Charles no le pareció nada lógico, así que dejó pasar aquellas palabras que cesaron en su mente.
Entonces un olor a alcohol muy fuerte se apoderó de sus fosas nasales, así como también sentía el efluvio de su hijo ya en casa.
Siquiera entró Demian lo abrazó y le dedicó unas palabras amistosas que decantaban demasiado con la tensa situación vivida en aquellos momentos. Por un momento estuvo a punto de ordenarle a su hijo que tomara lugar junto a su hermana detrás de él, protegiéndolos de aquellas ideas de abandono.
De nuevo escuchó la voz de su primogénito pidiéndole perdón por haberlo abandonado de aquella manera. Hizo caso omiso, simplemente por el hecho de que conocía lo que sucedería si se decidía a hablar, las palabras le fallarían y el llanto surgiría con rapidez, devastando el tranquilo temperamento del vampiro.
Observó a Nicolette que abrazada a Demian habló con firmeza, tal como siempre lo había hecho, o como recordaba Charles que solía hacer. Sus palabras lo enfadaron más puesto que para él Nicolette siempre había sido un modelo a seguir, para nada la consideraba como su sombra.
-¿Y ahora qué pretendéis?- preguntó con frialdad. -¿Quedaros aquí durante un tiempo y reanudar un día cualquiera vuestro viaje, dejándome de nuevo con aquel sentimiento amargo?- continuó.
-Nuestra familia se desmoronó, Lyam y yo quedamos solos aquí en Tremere.- recalcó algo evidente. -¿Queréis dar ideas a mis dos queridos hijos para que se vayan lejos?- preguntó al borde de la completa locura.
-Son todo lo que tengo, y los amo tal y como os amé o quizás sigo amandoos en el fondo de mi ser.- terminó finalmente, recordando cual sería su depresión si es que al final quedaba de nuevo solo.
Si la soledad inundaba su corazón sabía que tarde o temprano tomaría el destino de su padre Íkaro.
Nicolette se adelantó unos pasos, aceptando finalmente contestar a la pregunta que Charles había cuestionado con toda aquella rabia amontonada a lo largo de los siglos, sabiendo dónde evidentemente se encontraba su hijo, pero sin intención alguna de ir en su búsqueda por el mero hecho de que él había decidido abandonar su lado.
Pero siquiera respondió, simplemente se dedicó a saludarlo y finalmente dar a conocer su pensamiento, esperaba un recibimiento mejor por parte del ahora frenético ser de la noche. Soltó una carcajada histérica, masculina, al borde de romper con aquel sonido los cristales cercanos a los cuatro vampiros.
-¡¿ALEGRARME?!- preguntó con sus pupilas completamente dilatadas, las venas de su cuello como sogas, tensas era decir poco. - Me abandonásteis, me dejásteis aquí, escaso tiempo después de que Íkaro terminara con su vida.- informó. -No sabes el dolor y la impotencia que corrió por mis inmortales venas durante muchísimo tiempo.- aclaró mientras no dejaba que las lágrimas se apoderaran de sus mejillas finalmente. Aquel día, el día que Demian y Nicolette dejaron atrás a su familia, prometió que no dejaría a Lyam pasar por aquello, no se alejaría nunca de él si es que no se lo pedía y mismamente aquello se prometió con la llegada de su querida Aleera.
En su mente apareció una voz que resonó con fuerza en sus oídos, haciendo que por pura impotencia cerrara ambos ojos con fuerza, tapándose los oídos en un fallido intento de acallar las palabras de Nicolette.
¿Demian lo había echado de menos? ¿Cuatrocientos años, una eternidad, con propiedades vampíricas y siquiera se había intentado comunicar con su creador? Aquello a Charles no le pareció nada lógico, así que dejó pasar aquellas palabras que cesaron en su mente.
Entonces un olor a alcohol muy fuerte se apoderó de sus fosas nasales, así como también sentía el efluvio de su hijo ya en casa.
Siquiera entró Demian lo abrazó y le dedicó unas palabras amistosas que decantaban demasiado con la tensa situación vivida en aquellos momentos. Por un momento estuvo a punto de ordenarle a su hijo que tomara lugar junto a su hermana detrás de él, protegiéndolos de aquellas ideas de abandono.
De nuevo escuchó la voz de su primogénito pidiéndole perdón por haberlo abandonado de aquella manera. Hizo caso omiso, simplemente por el hecho de que conocía lo que sucedería si se decidía a hablar, las palabras le fallarían y el llanto surgiría con rapidez, devastando el tranquilo temperamento del vampiro.
Observó a Nicolette que abrazada a Demian habló con firmeza, tal como siempre lo había hecho, o como recordaba Charles que solía hacer. Sus palabras lo enfadaron más puesto que para él Nicolette siempre había sido un modelo a seguir, para nada la consideraba como su sombra.
-¿Y ahora qué pretendéis?- preguntó con frialdad. -¿Quedaros aquí durante un tiempo y reanudar un día cualquiera vuestro viaje, dejándome de nuevo con aquel sentimiento amargo?- continuó.
-Nuestra familia se desmoronó, Lyam y yo quedamos solos aquí en Tremere.- recalcó algo evidente. -¿Queréis dar ideas a mis dos queridos hijos para que se vayan lejos?- preguntó al borde de la completa locura.
-Son todo lo que tengo, y los amo tal y como os amé o quizás sigo amandoos en el fondo de mi ser.- terminó finalmente, recordando cual sería su depresión si es que al final quedaba de nuevo solo.
Si la soledad inundaba su corazón sabía que tarde o temprano tomaría el destino de su padre Íkaro.
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Re: El Reencuentro [Vampire Team]
La escena era ya bastante clara luego de pocos segundos de observarla. Demian y Nick habían regresado de su largo viaje de 400 años sin una nota de como les estaba llendo. Charles a diferencia de como se comportaba cotidianamente, en ese momento estaba fúrico como una manada de leonas de cacería y a decir verdad por como lo conocía me daba miedo acercarme a él, era capaz de matarnos a todos con un parpadeo.
El momento de mi cavilación interna termino cuando Demian saltó de su lugar hasta mí "¡Lyam, maldito infeliz!"exclamó él y me abrazo con tanta fuerza que si hubiera sido mortal seguramente me hubiese partido a la mitad y trató de cargarme. Estaba completamente impactado por aquello, hacía tan solo un par de días que había decidido irme de la capilla para buscarlos y ahora estaban en el vestíbulo dandonos aquella sorpresa. Mi mente se quedó en blanco, en verdad que no supe que decír y el ver a Charles en aquella situación tan tensa me hizo dudar de responderle el abrazo a Demian, en donde solo pude poner mis brazos rodeando su espalda para devovlerle el abrazo, pero de una manera muy poco emotiva a comparación de la emoción que él estaba sintiendo de volver a vernos.
Cuando me soltó y se dirigió a Nicolette mi mirada se fué directo al rostro del motivo de mi cotidiana tortura, Aleera, quien miraba la escena y decidió dar un par de pasos hacia atrás observando todo. Supe que Nicolette estaba teniendo un diálogo mental con Charles por aquel silencio seguido de la mirada iracunda de mi Creador. Me mantuve a la distancia aunque por dentro estaba explotando.
Hacía muchos muchos ayeres cuando cometí uno de los errores más grandes de mi existencia, seguramente el más grande de todos, el que me hizo sentir dolor y pena por casi 4 siglos en los que pensé que ellos dos se habían ido por mi culpa.
Remontándome a hace mas de 400 años recordaré cuando todavía era un vampiro mucho muy joven que no se preocupaba por las acciones que hacía y en las consecuencias que estas provocaban. Yo estaba conciente de que Nicolette estaba enamorada de Charles o eso parecía; aquella fatídica noche en la que los dos fuimos presa de nuestros instintos fue la que destruyó el hogar que Charles había cuidado desde que su maestro decidió dejar la inmortalidad. Nicolette y yo decidimos dejarnos llevar por nuestras más bajas pasiones y días después nos notificó que se iba de la mansión dejándo el corazón de Charles completamente desolado por muchos años. lo que yo no sabía era que en ese entonces Nick y Demian tenían una relación clandestina y la traición que hizo que yo cometiera fué lo que la llevó a dejar la capilla y llevárselo con ella. Aunque de eso nunca me enteré y por siglos pensé que por mi culpa mi maestro había sufrido tanto.
En ese momento ni siquiera pude ver a Nick a la cara, me centré en Aleera para no pensar ni decir nada que pudiera comprometer aquel discurso que le estaban dando a Charles para que su ira bajara de nivel. Estaba tan feliz de ver a mi mejor amigo de regreso, me sentí como en un sueño. Al mismo tiempo me sentí muy extraño de volver a ver a Nicolette que parecía demasiado cariñosa con Demian, seguramente sus años de compañía habían surtido efecto en ellos. Si mi padre quería que ellos se largasen de la casa no me pondría a defenderlos pero estaba seguro de que me marcharía a su lado como estaba pensando en hacer desde hacía unas semanas para acá.
El momento de mi cavilación interna termino cuando Demian saltó de su lugar hasta mí "¡Lyam, maldito infeliz!"exclamó él y me abrazo con tanta fuerza que si hubiera sido mortal seguramente me hubiese partido a la mitad y trató de cargarme. Estaba completamente impactado por aquello, hacía tan solo un par de días que había decidido irme de la capilla para buscarlos y ahora estaban en el vestíbulo dandonos aquella sorpresa. Mi mente se quedó en blanco, en verdad que no supe que decír y el ver a Charles en aquella situación tan tensa me hizo dudar de responderle el abrazo a Demian, en donde solo pude poner mis brazos rodeando su espalda para devovlerle el abrazo, pero de una manera muy poco emotiva a comparación de la emoción que él estaba sintiendo de volver a vernos.
Cuando me soltó y se dirigió a Nicolette mi mirada se fué directo al rostro del motivo de mi cotidiana tortura, Aleera, quien miraba la escena y decidió dar un par de pasos hacia atrás observando todo. Supe que Nicolette estaba teniendo un diálogo mental con Charles por aquel silencio seguido de la mirada iracunda de mi Creador. Me mantuve a la distancia aunque por dentro estaba explotando.
Hacía muchos muchos ayeres cuando cometí uno de los errores más grandes de mi existencia, seguramente el más grande de todos, el que me hizo sentir dolor y pena por casi 4 siglos en los que pensé que ellos dos se habían ido por mi culpa.
Remontándome a hace mas de 400 años recordaré cuando todavía era un vampiro mucho muy joven que no se preocupaba por las acciones que hacía y en las consecuencias que estas provocaban. Yo estaba conciente de que Nicolette estaba enamorada de Charles o eso parecía; aquella fatídica noche en la que los dos fuimos presa de nuestros instintos fue la que destruyó el hogar que Charles había cuidado desde que su maestro decidió dejar la inmortalidad. Nicolette y yo decidimos dejarnos llevar por nuestras más bajas pasiones y días después nos notificó que se iba de la mansión dejándo el corazón de Charles completamente desolado por muchos años. lo que yo no sabía era que en ese entonces Nick y Demian tenían una relación clandestina y la traición que hizo que yo cometiera fué lo que la llevó a dejar la capilla y llevárselo con ella. Aunque de eso nunca me enteré y por siglos pensé que por mi culpa mi maestro había sufrido tanto.
En ese momento ni siquiera pude ver a Nick a la cara, me centré en Aleera para no pensar ni decir nada que pudiera comprometer aquel discurso que le estaban dando a Charles para que su ira bajara de nivel. Estaba tan feliz de ver a mi mejor amigo de regreso, me sentí como en un sueño. Al mismo tiempo me sentí muy extraño de volver a ver a Nicolette que parecía demasiado cariñosa con Demian, seguramente sus años de compañía habían surtido efecto en ellos. Si mi padre quería que ellos se largasen de la casa no me pondría a defenderlos pero estaba seguro de que me marcharía a su lado como estaba pensando en hacer desde hacía unas semanas para acá.
Lyam Kromer- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 08/07/2010
Re: El Reencuentro [Vampire Team]
Mi padre no hacía más que ignorarme. Al verme pasó de mi y se concentró solo en Nicolette. Su indiferencia rompía mi muerto corazón, y más aún su forma sarcástica de tratar con nosotros. Fue por eso que me alegró tanto ver a Lyam entrar por esa puerta. Mi amigo nunca me daría la espalda, de eso estaba seguro.
Esa sensación agridulce provocada por el reencuentro con mi maestro me incomodaba de forma descomunal, me sentí muy mal después de levantarle la voz a quien me había criado como un hijo. Pero los pensamientos que Nicolette me transmitía me daban la calma que necesitaba. Pasé décadas extrañándolo, y necesitando de algún consejo suyo a momentos, pero cada vez que trataba de comunicarme mentalmente con él me lo impedía a mi mismo, tratando de ser fuerte y buscar las respuestas por mi mismo, si hubiera sido de otra manera jamás hubiera podido madurar de la forma que lo había hecho.
Escuché sin interrumpir las palabras de mi padre, quien hablaba sin siquiera mirarme. Desde que había entrado a la mansión él no se había dignado a dirigirme la palabra directamente. Sus alocadas preguntas me irritaron en exceso, ¿Ese era el mismo Charles al que yo admiraba y loaba? ¿O es que simplemente la ira lo cegaba y no lo dejaba articular preguntas coherentes?. Desamarré bruscamente mi corbata y la lancé al suelo con fuerza.
-¿Eso es todo lo que dirás, Charles? -pregunté arrugando la nariz, con el ceño notoriamente fruncido, molesto, furioso quizás, avanzando un par de pasos, encarando a mi maestro -.¡Ni siquiera me miras al hablarme! -exclamé, deteniendo mis pasos a pocos metros de él, al borde de las lagrimas, por la cruel indiferencia que mi padre me entregaba.
Fue entonces cuando por primera vez pude volver a contemplar esos verdes ojos que tanta paz y sabiduría me inspiraban de antaño. Hoy en día solo confusión, porque decepción, jamás.
-¿Cómo puedes pensar tanta incoherencia junta? -murmuré esta vez cabizbajo.
El silencio se apoderó nuevamente del despacho. De seguro una nueva conversación mental de mis maestros, la cual respeté en el mismo silencio, mientras una lágrima se deslizaba por mi mejilla, la cual limpié con la palma de mi mano tratando de que nadie la notara.
-De todos modos yo... -rompí el silencio- Yo no vine hasta Francia a buscar a Lyam para llevármelo -respondí a su insensata y ridícula pregunta- Yo solo vine a despedirme de ustedes, antes de dar fin a mi eterna vida. Quiero seguir los pasos del abuelo Íkaro -anuncié alzando el mentón, orgulloso de seguir los pasos del más grande Tremere que había conocido.
Esa sensación agridulce provocada por el reencuentro con mi maestro me incomodaba de forma descomunal, me sentí muy mal después de levantarle la voz a quien me había criado como un hijo. Pero los pensamientos que Nicolette me transmitía me daban la calma que necesitaba. Pasé décadas extrañándolo, y necesitando de algún consejo suyo a momentos, pero cada vez que trataba de comunicarme mentalmente con él me lo impedía a mi mismo, tratando de ser fuerte y buscar las respuestas por mi mismo, si hubiera sido de otra manera jamás hubiera podido madurar de la forma que lo había hecho.
Escuché sin interrumpir las palabras de mi padre, quien hablaba sin siquiera mirarme. Desde que había entrado a la mansión él no se había dignado a dirigirme la palabra directamente. Sus alocadas preguntas me irritaron en exceso, ¿Ese era el mismo Charles al que yo admiraba y loaba? ¿O es que simplemente la ira lo cegaba y no lo dejaba articular preguntas coherentes?. Desamarré bruscamente mi corbata y la lancé al suelo con fuerza.
-¿Eso es todo lo que dirás, Charles? -pregunté arrugando la nariz, con el ceño notoriamente fruncido, molesto, furioso quizás, avanzando un par de pasos, encarando a mi maestro -.¡Ni siquiera me miras al hablarme! -exclamé, deteniendo mis pasos a pocos metros de él, al borde de las lagrimas, por la cruel indiferencia que mi padre me entregaba.
Fue entonces cuando por primera vez pude volver a contemplar esos verdes ojos que tanta paz y sabiduría me inspiraban de antaño. Hoy en día solo confusión, porque decepción, jamás.
-¿Cómo puedes pensar tanta incoherencia junta? -murmuré esta vez cabizbajo.
El silencio se apoderó nuevamente del despacho. De seguro una nueva conversación mental de mis maestros, la cual respeté en el mismo silencio, mientras una lágrima se deslizaba por mi mejilla, la cual limpié con la palma de mi mano tratando de que nadie la notara.
-De todos modos yo... -rompí el silencio- Yo no vine hasta Francia a buscar a Lyam para llevármelo -respondí a su insensata y ridícula pregunta- Yo solo vine a despedirme de ustedes, antes de dar fin a mi eterna vida. Quiero seguir los pasos del abuelo Íkaro -anuncié alzando el mentón, orgulloso de seguir los pasos del más grande Tremere que había conocido.
Demian L. Resnick- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 303
Fecha de inscripción : 17/08/2010
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Datos de interés:
Re: El Reencuentro [Vampire Team]
Lo primero que había pensado el día en que decidí volver, fue en el dolor que probablemente le causaríamos a Charles, era consciente de lo mucho que él había sufrido con nuestra partida, un sufrimiento que compartíamos. Para mí no había sido fácil, para nada. Era cierto que quería seguir mi propio camino, pero ese no era el único motivo de mi partida. Todo fue un sinfín de miedos lo que me había motivado a irme, todo por un error, el más grande que había cometido en mis siglos de existencia.
Miedo… el maldito y destructivo miedo. Mi mayor temor había sido que Demian se alejara de mí, si se enteraba de lo que Lyam y yo habíamos hecho. Tenía miedo también de que Charles se enterara, y me odiara por estar entre sus dos hijos, y que solo fuera por una noche de descontrol. Temía que lo ocurrido entre Lyam y yo se volviera a repetir, y eso era algo que no quería, pero siempre éramos presa de nuestras pasiones e instintos, por eso debía evitarlo, aunque eso significara irme de ahí. Debía alejarme y llevar a Demian, no podía permitirme perder al único ser con el que lograba olvidar a Charles. Porque si, en ese entonces yo amaba a Charles, pero él no me veía, no de la misma forma, o al menos eso creía yo, y eso me hacia sufrir. Un sufrimiento que acabo el día en que había llegado Demian a nuestras vidas. Había quedado tan cautivaba por todo en él.
No sé cuantos segundos habré estado pensando en los motivos de mi abandono, solo sé que en el momento en que resonaron las últimas palabras de Charles dijo, volví a la realidad, al presente. Pensé en todo lo que dijo mientras yo había estado haciendo un rápido viaje a mis recuerdos del pasado. Charles tenía tanta razón. Había sido malo de mi parte haberme ido al poco tiempo de haber perdido a Íkaro, pero que podía yo hacer, el miedo se había apoderado completamente de mí. Sabía que el irme era mucho mejor que haber permanecido ahí. Eso solo hubiera complicado la relación entre Lyam y yo, y todo por el error que habíamos cometido. Nuestra familia se hubiera perdido, y jamás hubiéramos podido ser lo que éramos. Al menos alejándome y llevando a Demian conmigo, luego tendríamos la oportunidad de volver, y que ese error cometido solo se convirtiera en un recuerdo, enterrado y olvidado.
Con cada palabra de Charles, más me sentía hundir. Había causado mucho dolor en él y en Lyam, como también en Demian, a pesar de que él se había ido voluntariamente conmigo. Todo por una noche en la que me deje llevar por mis más bajos instintos. Todo por una noche que había deseado con todas mis fuerzas deshacer.
“Me abandonasteis, me dejasteis aquí, escaso tiempo después de que Íkaro terminara con su vida. No sabes el dolor y la impotencia que corrió por mis inmortales venas durante muchísimo tiempo” sus palabras resonaban con fuerza en mi cabeza. Claro que sabía de ese dolor, uno que yo misma había sentido. “Realmente crees que no lo sé? Piensas que no sufrí yo también?” pensé, hablándole mentalmente. No quería que los demás escucharan y solo se confundieran mas. No me mostraría débil ante todos, no dejaría de verme firme, aunque por dentro me sintiera morir, me sintiera culpable de haber causado tanto dolor “Si tan solo entendieras mis motivos” apreté con fuerza los puños, evitando hacer algo que jamás, jamás había hecho frente a nadie, llorar. “Eh estado del todo consciente del sufrimiento que les causé a ti y a Lyam, alejando a Demian de ustedes” por segundos olvidé que no estábamos solos, y me acerqué a él, posando delicadamente mi mano sobre su mejilla, como solía hacer en el pasado, cada vez que quería pedirle algo “Quisiera tanto que me perdonaras Charles, tanto” decirlo todo mentalmente me ayudaba mas a no romper en lagrimas “Se que no debí abandonarte cuando más me necesitabas, se que fue duro para ti quedarte solo con Lyam” baje la mirada y mi mano de su rostro “se que quizás me odias porque te separé de Demian” volví a levantar la mirada, firme – No puedo deshacer el pasado Charles – sentencié mirándole directamente a los ojos y retrocediendo los mismos pasos que inconscientemente había avanzado para acercarme a él – pero si puedo pedir perdón – perdón por el sufrimiento causado – no te diré que me arrepiento de mi viaje con Demian – negué, tratando de que me entendieran – pero de lo que si me arrepiento, es de los motivos que me llevaron a tomar aquella decisión, motivos que están, enterrados y que no pretendo revivir – mi mirada se fue inevitablemente hacia Lyam, pero rápidamente volví a clavar mis ojos en los de Charles.
*¿Y ahora qué pretendéis? ¿Quedaros aquí durante un tiempo y reanudar un día cualquiera vuestro viaje, dejándome de nuevo con aquel sentimiento amargo? Nuestra familia se desmoronó, Lyam y yo quedamos solos aquí en Tremere. ¿Queréis dar ideas a mis dos queridos hijos para que se vayan lejos? Son todo lo que tengo, y los amo tal y como os amé o quizás sigo amándoos en el fondo de mi ser* Sus palabras seguían haciendo eco en mi cabeza – Jamas me llevaría a tus hijos, Charles, no podría. Y sé que quizás suene tonto, porque lo hice ya una vez, me lleve a Demian, pero el se fue porque quiso, se lo propuse sí, pero jamás lo obligue. El caso es, que no podría causarte tal daño nuevamente, no de nuevo – fui sincera con mis palabras, esperando que él confiara en mi aunque solo fuera una última vez.
Iba a continuar hablando, cuando de pronto Demian pareció enfadarse por lo que decía Charles. Mi primer impulso fue hacerlo callar, como hacía antes, cuando era mi discípulo, y cometía alguna falta de respeto contra mí o Charles, pero él ya no lo era, así que simplemente dejé hablar, dejé que se descargará, esperando que las cosas no se complicaran más de lo que ya estaban. Me quedé vagando en algunos recuerdos, hasta que escuche sus últimas palabras. “Yo solo vine a despedirme de ustedes, antes de dar fin a mi eterna vida. Quiero seguir los pasos del abuelo Íkaro” y nuevamente la angustia volvió a mí.
Era algo que venía matándome de dolor desde que lo había escuchado hacia meses ya atrás. Esa no era una decisión que hubiera tomado a la ligera. Hacía mucho que él ya se lo había planteado, y era algo que yo quería evitar a como diera lugar. No podía permitir que Demian corriera por el mismo destino que mi padre, no podía. Pero de algo si estaba segura, era que si no había forma de que él cambiara de opinión, yo lo seguiría, no me imaginaba un mundo sin mi querido Demian.
“No lo permitas” pensé pidiéndole y mirando angustiada a Charles, y por primera vez haciendo algo que jamás había hecho en público, soltar unas lagrimas “no dejes que se valla, Charles, por favor” yo sabía que Demian lo escucharía si se lo pedía, Charles podía impedirlo, estaba segura.
Miedo… el maldito y destructivo miedo. Mi mayor temor había sido que Demian se alejara de mí, si se enteraba de lo que Lyam y yo habíamos hecho. Tenía miedo también de que Charles se enterara, y me odiara por estar entre sus dos hijos, y que solo fuera por una noche de descontrol. Temía que lo ocurrido entre Lyam y yo se volviera a repetir, y eso era algo que no quería, pero siempre éramos presa de nuestras pasiones e instintos, por eso debía evitarlo, aunque eso significara irme de ahí. Debía alejarme y llevar a Demian, no podía permitirme perder al único ser con el que lograba olvidar a Charles. Porque si, en ese entonces yo amaba a Charles, pero él no me veía, no de la misma forma, o al menos eso creía yo, y eso me hacia sufrir. Un sufrimiento que acabo el día en que había llegado Demian a nuestras vidas. Había quedado tan cautivaba por todo en él.
No sé cuantos segundos habré estado pensando en los motivos de mi abandono, solo sé que en el momento en que resonaron las últimas palabras de Charles dijo, volví a la realidad, al presente. Pensé en todo lo que dijo mientras yo había estado haciendo un rápido viaje a mis recuerdos del pasado. Charles tenía tanta razón. Había sido malo de mi parte haberme ido al poco tiempo de haber perdido a Íkaro, pero que podía yo hacer, el miedo se había apoderado completamente de mí. Sabía que el irme era mucho mejor que haber permanecido ahí. Eso solo hubiera complicado la relación entre Lyam y yo, y todo por el error que habíamos cometido. Nuestra familia se hubiera perdido, y jamás hubiéramos podido ser lo que éramos. Al menos alejándome y llevando a Demian conmigo, luego tendríamos la oportunidad de volver, y que ese error cometido solo se convirtiera en un recuerdo, enterrado y olvidado.
Con cada palabra de Charles, más me sentía hundir. Había causado mucho dolor en él y en Lyam, como también en Demian, a pesar de que él se había ido voluntariamente conmigo. Todo por una noche en la que me deje llevar por mis más bajos instintos. Todo por una noche que había deseado con todas mis fuerzas deshacer.
“Me abandonasteis, me dejasteis aquí, escaso tiempo después de que Íkaro terminara con su vida. No sabes el dolor y la impotencia que corrió por mis inmortales venas durante muchísimo tiempo” sus palabras resonaban con fuerza en mi cabeza. Claro que sabía de ese dolor, uno que yo misma había sentido. “Realmente crees que no lo sé? Piensas que no sufrí yo también?” pensé, hablándole mentalmente. No quería que los demás escucharan y solo se confundieran mas. No me mostraría débil ante todos, no dejaría de verme firme, aunque por dentro me sintiera morir, me sintiera culpable de haber causado tanto dolor “Si tan solo entendieras mis motivos” apreté con fuerza los puños, evitando hacer algo que jamás, jamás había hecho frente a nadie, llorar. “Eh estado del todo consciente del sufrimiento que les causé a ti y a Lyam, alejando a Demian de ustedes” por segundos olvidé que no estábamos solos, y me acerqué a él, posando delicadamente mi mano sobre su mejilla, como solía hacer en el pasado, cada vez que quería pedirle algo “Quisiera tanto que me perdonaras Charles, tanto” decirlo todo mentalmente me ayudaba mas a no romper en lagrimas “Se que no debí abandonarte cuando más me necesitabas, se que fue duro para ti quedarte solo con Lyam” baje la mirada y mi mano de su rostro “se que quizás me odias porque te separé de Demian” volví a levantar la mirada, firme – No puedo deshacer el pasado Charles – sentencié mirándole directamente a los ojos y retrocediendo los mismos pasos que inconscientemente había avanzado para acercarme a él – pero si puedo pedir perdón – perdón por el sufrimiento causado – no te diré que me arrepiento de mi viaje con Demian – negué, tratando de que me entendieran – pero de lo que si me arrepiento, es de los motivos que me llevaron a tomar aquella decisión, motivos que están, enterrados y que no pretendo revivir – mi mirada se fue inevitablemente hacia Lyam, pero rápidamente volví a clavar mis ojos en los de Charles.
*¿Y ahora qué pretendéis? ¿Quedaros aquí durante un tiempo y reanudar un día cualquiera vuestro viaje, dejándome de nuevo con aquel sentimiento amargo? Nuestra familia se desmoronó, Lyam y yo quedamos solos aquí en Tremere. ¿Queréis dar ideas a mis dos queridos hijos para que se vayan lejos? Son todo lo que tengo, y los amo tal y como os amé o quizás sigo amándoos en el fondo de mi ser* Sus palabras seguían haciendo eco en mi cabeza – Jamas me llevaría a tus hijos, Charles, no podría. Y sé que quizás suene tonto, porque lo hice ya una vez, me lleve a Demian, pero el se fue porque quiso, se lo propuse sí, pero jamás lo obligue. El caso es, que no podría causarte tal daño nuevamente, no de nuevo – fui sincera con mis palabras, esperando que él confiara en mi aunque solo fuera una última vez.
Iba a continuar hablando, cuando de pronto Demian pareció enfadarse por lo que decía Charles. Mi primer impulso fue hacerlo callar, como hacía antes, cuando era mi discípulo, y cometía alguna falta de respeto contra mí o Charles, pero él ya no lo era, así que simplemente dejé hablar, dejé que se descargará, esperando que las cosas no se complicaran más de lo que ya estaban. Me quedé vagando en algunos recuerdos, hasta que escuche sus últimas palabras. “Yo solo vine a despedirme de ustedes, antes de dar fin a mi eterna vida. Quiero seguir los pasos del abuelo Íkaro” y nuevamente la angustia volvió a mí.
Era algo que venía matándome de dolor desde que lo había escuchado hacia meses ya atrás. Esa no era una decisión que hubiera tomado a la ligera. Hacía mucho que él ya se lo había planteado, y era algo que yo quería evitar a como diera lugar. No podía permitir que Demian corriera por el mismo destino que mi padre, no podía. Pero de algo si estaba segura, era que si no había forma de que él cambiara de opinión, yo lo seguiría, no me imaginaba un mundo sin mi querido Demian.
“No lo permitas” pensé pidiéndole y mirando angustiada a Charles, y por primera vez haciendo algo que jamás había hecho en público, soltar unas lagrimas “no dejes que se valla, Charles, por favor” yo sabía que Demian lo escucharía si se lo pedía, Charles podía impedirlo, estaba segura.
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Re: El Reencuentro [Vampire Team]
Esperé de forma paciente mientras escuchaba las palabras enfurecidas que fluían de la boca de Charles y la seriedad de Nicolette y Demian.
Esa situación se me hacía totalmente extraña, empezando por el punto de que nunca había visto a Charles gritar de esa forma y que nunca había conocido la existencia de ese par de vampiros que habían irrumpido en el lugar, revolucionándolo de mala manera.
Como mas les escuchaba mas preguntas se amontonaban en mi mente, las cuales me retenía por educción y dado que no era el momento mas oportuno de meterme en la conversación.
Tras arquear ligeramente las cejas por la preocupación que sentía hacia Charles en ese preciso momento, me volteé hacia Lyam, viendo como este me observaba, seguramente intentando también no hacer ningún comentario o pregunta que los interrumpiera.
Me dirigí hacia Lyam dando un pequeño rodeo para mantenerme apartada de la rubia y su compañero, hasta llegar al rubio y quedarme a su lado mientras cruzaba mis brazos y me volvía de nuevo a observar el frío reencuentro "familiar".
Ese moreno volvió a hablar interrumpiendo ese incomodo silencio que de repente se había apoderado de la gran entrada, revelando el motivo de su visita. ¿Quien era el abuelo Íkaro? Charles antes también lo mencionó, pero a mi me resultaba totalmente desconocido. Con cada palabra que escuchaba me daba cuenta de lo poco que realmente llegaba a conocer a Charles y seguramente a Lyam, y me volteé hasta este último con cara de interrogación por el nombre que acababa de mencionar Demian.
Esa situación se me hacía totalmente extraña, empezando por el punto de que nunca había visto a Charles gritar de esa forma y que nunca había conocido la existencia de ese par de vampiros que habían irrumpido en el lugar, revolucionándolo de mala manera.
Como mas les escuchaba mas preguntas se amontonaban en mi mente, las cuales me retenía por educción y dado que no era el momento mas oportuno de meterme en la conversación.
Tras arquear ligeramente las cejas por la preocupación que sentía hacia Charles en ese preciso momento, me volteé hacia Lyam, viendo como este me observaba, seguramente intentando también no hacer ningún comentario o pregunta que los interrumpiera.
Me dirigí hacia Lyam dando un pequeño rodeo para mantenerme apartada de la rubia y su compañero, hasta llegar al rubio y quedarme a su lado mientras cruzaba mis brazos y me volvía de nuevo a observar el frío reencuentro "familiar".
Ese moreno volvió a hablar interrumpiendo ese incomodo silencio que de repente se había apoderado de la gran entrada, revelando el motivo de su visita. ¿Quien era el abuelo Íkaro? Charles antes también lo mencionó, pero a mi me resultaba totalmente desconocido. Con cada palabra que escuchaba me daba cuenta de lo poco que realmente llegaba a conocer a Charles y seguramente a Lyam, y me volteé hasta este último con cara de interrogación por el nombre que acababa de mencionar Demian.
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Re: El Reencuentro [Vampire Team]
Charles actualmente era un peligro, con cada palabra que aquellos indeseables-deseables le otorgaban estaba más cerca de estallar en toda su furia, cosa que nunca había sucedido, desde que ambos se fueron.
Aquella noche, tras descubrir su ida acabó ocasionando grandes disturbios en el extra-radio de París, acabando con un poblado entero de campesinos. La muerte de Íkaro no había ayudado demasiado con todo aquello. Recordaba aquellos días oscuros, en los que no había visto salida y de los que había escapado por pura suerte.
Las palabras de Nicolette intentando pedir perdón por llevarse a Demian del lado del vampiro quedaron en segundo plano, cuando su primer hijo informó de que quería seguir los pasos de Íkaro, conocer finalmente el sol y acabar con aquella vida.
Las palabras de Nicolette en su cabeza le hicieron perder el control, comenzando a llorar con lentitud, en silencio, completamente amargo. No sólo habían venido allí después de tanto tiempo desaparecidos sino que lo habían hecho para que Demian acabara con su vida.
Las piernas le fallaron y acabó cayendo arrodillado al suelo de la capilla, llorando ahora rompiendo su silencio, cabizbajo. Así quedó cual niño indefenso, recordando todo lo que había pasado con su hijo, toda la historia que lo rodeaba y el hecho de que quería dar fin a aquello, a aquel don que Charles en algún momento le había otorgado con toda su buena intención y amor.
- No puedes hacerlo, no, no.- dijo con los ojos nublados por lágrimas y con su voz viril más dura y amarga que nunca. Sus pensamientos dieron con el recuerdo del dolor que sintió tras la muerte de Íkaro, tan fuerte casi como el hecho de que los hubieran abandonado. Y ahora que Demian iba a tomar el mismo camino Charles sabía que no podría continuar bien, sabía que durante mucho tiempo quedaría estático en el tiempo, siendo un punto negro, un peligro, volviendo a sus raíces más salvajes y animales.
-No puedo dejar que lo hagas Demian, no puedo, no... debo, no... quiero.- aquello era un lío para Charles, no podía soportarlo, le era imposible aceptar el hecho de que desaparecería. Observó a su familia, a Aleera, a Lyam y luego posó sus ojos en ellos dos, observando como Nicolette también se encontraba apenada por la prematura muerte de Demian.
OFF: Siento el post caca este, pero inspiración nula -.-'
Aquella noche, tras descubrir su ida acabó ocasionando grandes disturbios en el extra-radio de París, acabando con un poblado entero de campesinos. La muerte de Íkaro no había ayudado demasiado con todo aquello. Recordaba aquellos días oscuros, en los que no había visto salida y de los que había escapado por pura suerte.
Las palabras de Nicolette intentando pedir perdón por llevarse a Demian del lado del vampiro quedaron en segundo plano, cuando su primer hijo informó de que quería seguir los pasos de Íkaro, conocer finalmente el sol y acabar con aquella vida.
Las palabras de Nicolette en su cabeza le hicieron perder el control, comenzando a llorar con lentitud, en silencio, completamente amargo. No sólo habían venido allí después de tanto tiempo desaparecidos sino que lo habían hecho para que Demian acabara con su vida.
Las piernas le fallaron y acabó cayendo arrodillado al suelo de la capilla, llorando ahora rompiendo su silencio, cabizbajo. Así quedó cual niño indefenso, recordando todo lo que había pasado con su hijo, toda la historia que lo rodeaba y el hecho de que quería dar fin a aquello, a aquel don que Charles en algún momento le había otorgado con toda su buena intención y amor.
- No puedes hacerlo, no, no.- dijo con los ojos nublados por lágrimas y con su voz viril más dura y amarga que nunca. Sus pensamientos dieron con el recuerdo del dolor que sintió tras la muerte de Íkaro, tan fuerte casi como el hecho de que los hubieran abandonado. Y ahora que Demian iba a tomar el mismo camino Charles sabía que no podría continuar bien, sabía que durante mucho tiempo quedaría estático en el tiempo, siendo un punto negro, un peligro, volviendo a sus raíces más salvajes y animales.
-No puedo dejar que lo hagas Demian, no puedo, no... debo, no... quiero.- aquello era un lío para Charles, no podía soportarlo, le era imposible aceptar el hecho de que desaparecería. Observó a su familia, a Aleera, a Lyam y luego posó sus ojos en ellos dos, observando como Nicolette también se encontraba apenada por la prematura muerte de Demian.
OFF: Siento el post caca este, pero inspiración nula -.-'
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Re: El Reencuentro [Vampire Team]
Hasta ese momento me había quedado estático dejando que Nicolette, Demian y Charles arreglaran aquella situación que nada mas les competía a ellos, Aleera y yo hasta ese momento eramos simplemente dos testigos de como nuestros padre estaba perdiendo la cabeza por culpa de aquellos sentimientos que a diferencia de mí, que los dejé en el aire siempre, él primero explotó, debastó y desoló todo lo que estaba a su paso, para luego esconder lo que quedaba de aquel sentimiento y ahora se desbordaba.
Demian pronunció aquellas palabras como si se tratara de una salida a comer palomitas de maiz al cine. Me llené de furia en ese instante ¿Cómo se atrevía a regresar y decir que se expondría a la muerte después de haber abandonado a su familia 400 años atrás? No podía entenderlo, apreté los puños con mucha fuerza y nisiquiera me fijé en que Nicolette estaba llorando. Miré a Demian con toda la furia y rabia con la que jamás lo había visto. Sencillamente aquel era el acto de mayor egoismo, Charles ya estaba tranquilo sin la necesidad de saber de ellos, y ahora regresaban sólo para decirle que morirían? Era increíble de pensar.
Aleera se acercó hasta donde yo estaba y me miró con una cara de interrogación queriendo entender a que iba todo aquello pero no era el momento de darle explicaciones, me sentí tan herido y con tanto odio hacia mi hermano mayor que sin fijarme en lo que hacía aparté a Aleera de mi camino de un empujón con el brazo sin importarme si la lastimaba o no. Mi padre cayó de rodillas al suelo con lágrimas en los ojos que comenzaban a humedecer su rostro y decía aquellas palabras llenas de dolor, lo único que la escena logró en mí fué que la poca serenidad que aún me quedaba se desvocara de mí y perdiera la cabeza.
Me coloqué en medio de Charles y Demian, fulminando a este último con la mirada y luego apretando los puños le comencé a gritar. -¿QUÉ TIENES EN LA CABEZA DEMIAN? LÁRGATE DE MI CASA, NO ERES BIENVENIDO MÁS AQUÍ!!!! SI SÓLO HAS REGRESADO PARA INFRINGIR EL MAYOR DE LOS DOLORES EN MI PADRE DE UNA VEZ TE DIGO QUE TE LARGUES Y NO REGRESES JAMÁS, NO NOS INTERESA LO QUE HAGAS CON TU PATÉTICA EXISTENCIA, PERO UNA COSA SI TE DIGO, HAZLO LEJOS, EN DONDE MI PADRE... -resalté las palabras "mi padre" para darle a entender que era solo mío, en aquel momento lo renegaba de hermano -NO SE ENTERE, LARGATE DE AQUI A MENOS QUE QUIERAS QUE YO MISMO TE HAGA ENCONTRAR TU DESTINO- Lo miré con tanto odio y me puse en posición de atacarlo, si no se largaba o intentaba dar un paso hacia Charles le arrancaría la cabeza en ese momento. En un segundo miré a Nicolette indicándole que ambos se fueran, no me detendría en el afán de que mi padre olvidara aquello. Sabía que no era más fuerte ni poderoso que Charles, pero tenía siglos de perfeccionar mis técnicas de dominación mental y si tenía que hacer que olvidara aquella trágica noche, con gusto lo iba a intentar después de que ellos se largaran.
Demian pronunció aquellas palabras como si se tratara de una salida a comer palomitas de maiz al cine. Me llené de furia en ese instante ¿Cómo se atrevía a regresar y decir que se expondría a la muerte después de haber abandonado a su familia 400 años atrás? No podía entenderlo, apreté los puños con mucha fuerza y nisiquiera me fijé en que Nicolette estaba llorando. Miré a Demian con toda la furia y rabia con la que jamás lo había visto. Sencillamente aquel era el acto de mayor egoismo, Charles ya estaba tranquilo sin la necesidad de saber de ellos, y ahora regresaban sólo para decirle que morirían? Era increíble de pensar.
Aleera se acercó hasta donde yo estaba y me miró con una cara de interrogación queriendo entender a que iba todo aquello pero no era el momento de darle explicaciones, me sentí tan herido y con tanto odio hacia mi hermano mayor que sin fijarme en lo que hacía aparté a Aleera de mi camino de un empujón con el brazo sin importarme si la lastimaba o no. Mi padre cayó de rodillas al suelo con lágrimas en los ojos que comenzaban a humedecer su rostro y decía aquellas palabras llenas de dolor, lo único que la escena logró en mí fué que la poca serenidad que aún me quedaba se desvocara de mí y perdiera la cabeza.
Me coloqué en medio de Charles y Demian, fulminando a este último con la mirada y luego apretando los puños le comencé a gritar. -¿QUÉ TIENES EN LA CABEZA DEMIAN? LÁRGATE DE MI CASA, NO ERES BIENVENIDO MÁS AQUÍ!!!! SI SÓLO HAS REGRESADO PARA INFRINGIR EL MAYOR DE LOS DOLORES EN MI PADRE DE UNA VEZ TE DIGO QUE TE LARGUES Y NO REGRESES JAMÁS, NO NOS INTERESA LO QUE HAGAS CON TU PATÉTICA EXISTENCIA, PERO UNA COSA SI TE DIGO, HAZLO LEJOS, EN DONDE MI PADRE... -resalté las palabras "mi padre" para darle a entender que era solo mío, en aquel momento lo renegaba de hermano -NO SE ENTERE, LARGATE DE AQUI A MENOS QUE QUIERAS QUE YO MISMO TE HAGA ENCONTRAR TU DESTINO- Lo miré con tanto odio y me puse en posición de atacarlo, si no se largaba o intentaba dar un paso hacia Charles le arrancaría la cabeza en ese momento. En un segundo miré a Nicolette indicándole que ambos se fueran, no me detendría en el afán de que mi padre olvidara aquello. Sabía que no era más fuerte ni poderoso que Charles, pero tenía siglos de perfeccionar mis técnicas de dominación mental y si tenía que hacer que olvidara aquella trágica noche, con gusto lo iba a intentar después de que ellos se largaran.
Lyam Kromer- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 08/07/2010
Re: El Reencuentro [Vampire Team]
Charles cayo al suelo, notoriamente desgastado por la situación, cabizbajo e indefenso, como nunca en mi no-vida le había visto. Sus palabras resonaron en mis tímpanos como un eco de campanas en el vacío. "No puedo dejar que lo hagas Demian, no puedo, no... debo, no... quiero". Oírle decir esas ultimas palabras me descolocaron por completo, boquiabierto observaba la escena sin saber quú decir o qué hacer. Volteé a ver a Nicolette, y pude percibir a través de su resplandeciente mirada la tristeza que también la invadía por dentro.
"¿Por qué no habías dicho nada, Nicolette?" -le pregunté transmitiéndole mis pensamientos. Recién ahí pude comprender que ella tampoco lo quería, sin embargo, nunca me lo había dado a conocer, seguramente respetando mi decisión y confiando en mi criterio y madurez. Quizás hace cuatrocientos años no me lo hubiera permitido, pero ella había estado conmigo en todo éste proceso y sabía que mi decisión no fue una que hubiera tomado de un día para otro.
Salí de mis pensamientos al sentir la presencia de Lyam acercarse a un ritmo trepidante. Lo vi ahí, a mi hermano, parado en frente mio, con esa mirada que pocas veces, si es que nunca, había visto en él; odio puro desprendían de sus brillosos ojos, en esa posición amenazante y seria. Sus gritos retumbaron en todo el castillo, pude apreciar como el gran candelabro del vestíbulo comenzó a vibrar y mecerse de un lado a otro.
La escena estaba clara, nadie nos quería en aquel lugar. Sin decir una sola palabra me incliné para recoger la corbata que había lanzado al piso y desabroché el botón del cuello de mi camisa que parecía estrangularme con más fuerza que nunca, colgando la corbata en mi hombro.
- Si es así como piensas, Lyam - murmuré tratando de no quebrar mi voz, tragando saliva - No tenemos nada más que hacer aquí - dije esta vez observando a mi padre en el piso.
Avancé y pasé de Lyam, para luego inclinarme al lado de mi padre, dándole un beso en la mejilla.
"Los has criado muy bien, padre" - le dije con mis pensamientos - "Debes estar orgulloso".
Recobré compostura y volteé mi rostro hasta Lyam, quien estaba dispuesto a atacarme de ver cualquier movimiento que significara una amenaza o algún tipo de daño contra Charles.
- Me alegró haberlos visto - anuncié con una tenue sonrisa casi imperceptible -, lastima que no tuvimos tiempo de conversar... Aún así, estoy muy orgulloso de ver como has madurado, Lyam -. Dirigí mis vista hasta Nicolette y le hice un gesto con la cabeza, apuntando hacia la puerta principal dándole a entender que era hora de marchar.
Cabizbajo dejé que mi sombrero ocultara bajo su sombra mis ojos y las lagrimas que rebosaban sus cuencas. Y les di la espalda a los presentes dispuesto a salir de aquella Mansión en la que había pasado los mejores años de mi no-vida.
"¿Por qué no habías dicho nada, Nicolette?" -le pregunté transmitiéndole mis pensamientos. Recién ahí pude comprender que ella tampoco lo quería, sin embargo, nunca me lo había dado a conocer, seguramente respetando mi decisión y confiando en mi criterio y madurez. Quizás hace cuatrocientos años no me lo hubiera permitido, pero ella había estado conmigo en todo éste proceso y sabía que mi decisión no fue una que hubiera tomado de un día para otro.
Salí de mis pensamientos al sentir la presencia de Lyam acercarse a un ritmo trepidante. Lo vi ahí, a mi hermano, parado en frente mio, con esa mirada que pocas veces, si es que nunca, había visto en él; odio puro desprendían de sus brillosos ojos, en esa posición amenazante y seria. Sus gritos retumbaron en todo el castillo, pude apreciar como el gran candelabro del vestíbulo comenzó a vibrar y mecerse de un lado a otro.
La escena estaba clara, nadie nos quería en aquel lugar. Sin decir una sola palabra me incliné para recoger la corbata que había lanzado al piso y desabroché el botón del cuello de mi camisa que parecía estrangularme con más fuerza que nunca, colgando la corbata en mi hombro.
- Si es así como piensas, Lyam - murmuré tratando de no quebrar mi voz, tragando saliva - No tenemos nada más que hacer aquí - dije esta vez observando a mi padre en el piso.
Avancé y pasé de Lyam, para luego inclinarme al lado de mi padre, dándole un beso en la mejilla.
"Los has criado muy bien, padre" - le dije con mis pensamientos - "Debes estar orgulloso".
Recobré compostura y volteé mi rostro hasta Lyam, quien estaba dispuesto a atacarme de ver cualquier movimiento que significara una amenaza o algún tipo de daño contra Charles.
- Me alegró haberlos visto - anuncié con una tenue sonrisa casi imperceptible -, lastima que no tuvimos tiempo de conversar... Aún así, estoy muy orgulloso de ver como has madurado, Lyam -. Dirigí mis vista hasta Nicolette y le hice un gesto con la cabeza, apuntando hacia la puerta principal dándole a entender que era hora de marchar.
Cabizbajo dejé que mi sombrero ocultara bajo su sombra mis ojos y las lagrimas que rebosaban sus cuencas. Y les di la espalda a los presentes dispuesto a salir de aquella Mansión en la que había pasado los mejores años de mi no-vida.
Demian L. Resnick- Vampiro Clase Alta
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