AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Últimos temas
··· Sjón ···
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··· Sjón ···
SJÓN
29 años | Clase media |
Ytterby, Suecia | Humano |
Heteroflexible | Detective |
Personalidad
Sjón es una sombra en la noche, un espectro errante que vaga libre, sin más ataduras que la vida pasada. Una losa inerte cae silenciosa sobre sus hombros, no le permite andar erguido. Un hombre sin apellidos.
La determinación se puede leer en sus ojos, no duda ni un instante de sí mismo; quizás porque no tiene sentido del bien ni del mal, quizás porque ha asumido que nada tiene tanta importancia al fin y al cabo si el destino siempre es el mismo. Es tenaz y en algunas ocasiones obsesivo con lo que se propone, se enfrasca tanto en un asunto que es capaz de olvidar que el mundo sigue girando, dejando de comer o de dormir hasta que lo da por concluido. Su elocuencia y sagacidad, unidas a su carisma particular, hacen que se abran ante él todas las puertas, y es muy consciente de sus habilidades. Mueve los hilos con una sutileza infernal y se desenvuelve con destreza en casi todos los ambientes, logrando sacar, así, la información que busca. Sus mentiras son infalibles, es un manipulador nato, con un sentido del humor agrio y cierto aire misterioso.
No es para menos. Nunca habla de su pasado y no deja que nadie conozca de él más que la fachada superficial, lo que los otros pueden ver. Los sentimientos quedan en un segundo plano, los considera el origen de todos sus males y es por ello que desprecia todo lo que implica relacionarse con los demás en un terreno más personal. Es reservado, siempre lo fue. Es prácticamente imposible saber qué pasa por su mente y nunca baja la guardia. Tiene un carácter fuerte y no dudará en poner su interés por encima de las necesidades del resto, después de todo, eso es lo que le llevó a estar donde está. Desconfía de la gente por sistema, aunque nunca emite juicios precipitados, sólo analiza al resto, como si fueran meros sujetos de experimentación. Sin embargo, a pesar de todo esto, sonríe a menudo, adora bromear, aunque su risa siempre tenga cierto toque amargo. No es más que el producto de toda la decadencia en la que se encuentra inmerso, una espiral, un túnel sin salida.
La determinación se puede leer en sus ojos, no duda ni un instante de sí mismo; quizás porque no tiene sentido del bien ni del mal, quizás porque ha asumido que nada tiene tanta importancia al fin y al cabo si el destino siempre es el mismo. Es tenaz y en algunas ocasiones obsesivo con lo que se propone, se enfrasca tanto en un asunto que es capaz de olvidar que el mundo sigue girando, dejando de comer o de dormir hasta que lo da por concluido. Su elocuencia y sagacidad, unidas a su carisma particular, hacen que se abran ante él todas las puertas, y es muy consciente de sus habilidades. Mueve los hilos con una sutileza infernal y se desenvuelve con destreza en casi todos los ambientes, logrando sacar, así, la información que busca. Sus mentiras son infalibles, es un manipulador nato, con un sentido del humor agrio y cierto aire misterioso.
No es para menos. Nunca habla de su pasado y no deja que nadie conozca de él más que la fachada superficial, lo que los otros pueden ver. Los sentimientos quedan en un segundo plano, los considera el origen de todos sus males y es por ello que desprecia todo lo que implica relacionarse con los demás en un terreno más personal. Es reservado, siempre lo fue. Es prácticamente imposible saber qué pasa por su mente y nunca baja la guardia. Tiene un carácter fuerte y no dudará en poner su interés por encima de las necesidades del resto, después de todo, eso es lo que le llevó a estar donde está. Desconfía de la gente por sistema, aunque nunca emite juicios precipitados, sólo analiza al resto, como si fueran meros sujetos de experimentación. Sin embargo, a pesar de todo esto, sonríe a menudo, adora bromear, aunque su risa siempre tenga cierto toque amargo. No es más que el producto de toda la decadencia en la que se encuentra inmerso, una espiral, un túnel sin salida.
Historia
- #1:
- 1782Sus pequeños pies se hundían en la nieve, y con ellos todo su cuerpo. Apenas había cruzado el umbral de la entrada y la tormenta golpeaba su rostro con tanta fuerza que su único deseo era regresar al calor del hogar. Echó la vista atrás, casi pidiendo clemencia. Entonces, la voz amenazante de su madre resonó en su cabeza, con su timbre titilante, eternamente frío: "Si no quieres que muramos congelados, ayuda a traer leña". Ni siquiera le miraba al hablar. Estaba demasiado ocupada despellejando una liebre para luego curtir la piel. La sangre caía sobre el suelo. Unos pequeños ojos de obsidiana lo observaban en la penumbra.
El cuerpo menudo de Sjón comenzaba a temblar. Con determinación, cerró su abrigo y echó a andar en la noche, perdiéndose en la oscuridad del bosque, una sombra entre tantas.
Los inviernos en Ytterby eran cada vez más duros, más oscuros y más largos.El dinero escaseaba y, con él, el alimento y el calor. Las tripas de Sjón rugían durante todo el día, pero sus labios no emitían la más mínima queja. En el más absoluto silencio realizaba todas las tareas que le eran encomendadas, día tras día, mes a mes. No recordaba un momento de su vida que no hubiese sido así.
- #2:
- 1783Una migaja y apenas cuatro pedazos de verdura cocida, insípida, cayeron sobre su plato. La misma ración que su madre, algo menos que la de su padre. Sabían que aquello no aplacaría el hambre, pero sí los nervios en la medida de los posible. Sólo había que sobrevivir hasta la llegada de la primavera, la época de cosecha, y lo peor habría pasado, aunque para ello hubiera que hacer sacrificios. Los ojos oscuros volvían a observarle como solían desde el otro lado de la mesa. La hermana pequeña de Sjón apenas tenía un cacho de pan que llevarse a la boca. Se decía que ella no saldría viva de aquel invierno. siempre había sido una niña flaca, enfermiza, de muerte anunciada, y puestos a racionar alimentos, ella llevaba las de perder. Abrió la boca para quejarse a causa del hambre que la corroía, pero Sjón logró interceptar su mirada. Llevó un dedo a sus propios labios, pidiendo que no hiciera ruido y, pedazo a pedazo, fue metiendo más de la mitad de su comida en un bolsillo cuando sus padres no miraban. Rato después, a la hora de dormir, abrió el bolsillo y le dio la comida a la pequeña. Ella esbozó una sonrisa de oreja a oreja y abrazó a su hermano. Comió con avidez y el alivio se dibujó en su rostro.
Sobrevivió un invierno más.
- #3:
- 1783Las gaviotas cantaban desde lo alto, sumergidas en un cielo tan azul como el mar. El horizonte se definía únicamente por el sol de poniente y la brisa arrastraba la sal y la arena hacia la aldea. Sjón recolectaba cereal junto a su padre cuando vislumbró un barco acercándose a la costa. Su madre y su hermana regresaban de la ciudad. Bastó una mirada a su padre, pidiendo permiso para que le permitiera acudir a su encuentro y tras una afirmación silenciosa, echó a correr. Las ventas habían ido bien aquel día, podía leerlo en los ojos de su progenitora. Su hermana, tras ella, arrastraba una de las cestas llenas de semillas nuevas. Sjón se dispuso a ayudarla, pero ella le detuvo y en apenas un susurro, dijo: —Espera, tengo algo para ti.— Rebuscó en uno de sus bolsillos con empeño y de él sacó un pequeño reloj de cadena.— Lo he robado, en la ciudad. No se lo digas a nadie. —Le contaba al oído. Él la miraba sorprendido. Antes de soltar ningún tipo de reprimenda lo abrió y pudo comprobar que no funcionaba, los minutos no pasaban por él, se había quedado parado. El niño rió.
— ¿Qué pasa? ¿No te gusta? —preguntó la pequeña preocupada.
— Me encanta. —Le revolvió el pelo con ternura.
Nunca llevó a reparar aquel reloj. Durante toda su existencia marcaría aquel instante.
- #4:
- 1784Se despertó antes del amanecer a causa de un mal sueño. Miró a su izquierda, pero allí, donde debería estar su hermana, no había nadie. Permaneció así unos instantes, tumbado en la penumbra, con el ceño fruncido. Tenía una mala sensación. No lograba adivinar si se debía a la pesadilla de la que acababa de despertar o si realmente estaba ocurriendo algo extraño. Todo estaba en silencio. La calma que precede a la tormenta. Se incorporó sobre el lecho y echó un vistazo alrededor. Las cosas no estaban en su lugar, la ropa de la pequeña, sus juguetes, habían desaparecido. Había pasado en cama las últimas semanas y en los días precedentes su salud no había hecho más que empeorar. Sjón se intentaba convencer de que simplemente se la habían llevado al médico, pero en el fondo de su ser, temía lo peor.
El sonido de la puerta principal al abrirse le hizo levantarse de un salto. Corriendo, recorrió la casa entera en apenas unos segundos. Con el corazón en un puño, miró fijamente a sus padres, exigiendo una explicación. Ellos se miraron mutuamente y, pesadumbrosos, sencillamente negaron con la cabeza. Los ojos del niño se llenaron de lágrimas y pronto sintió que le costaba respirar. Como cada vez que se sentía compungido, tuvo la necesidad de abrazar el cuerpo pequeño de su hermanita, pero ella ya no estaba, no volvería a estar nunca más, no tenía a qué aferrarse. Algo en su interior se rompió en mil pedazos. Aquella mañana de Enero acabó para siempre su infancia.
- #5:
- 1787Su cuerpo se desarrollaba rápidamente y pronto se convirtió en un adolescente bastante más alto de lo que se esperaba. No había cumplido ni dieciseis años y su físico y carisma particular le ayudaron a tener más de una aventura con algunas muchachas de la isla. Pero, como era de esperar, su promiscuidad no pasaría en balde. Dejó encinta a una de las chicas. Los padres de ella, muy molestos con la situación, concertaron la boda antes de que físicamente se hiciera evidente que estaba embarazada, para mentener así su honor.
La relación de Sjón con sus progenitores se enfrió notablemente debido a este suceso. Ellos se sentían enormemente decepcionados con su hijo, lo que no contemplaban era que el sentimiento fuese recíproco. Durante los próximos meses, apenas cruzaron palabra. La boda tuvo lugar en primavera y, antes de que naciera su hijo, la pareja decidió mudarse a la capital, Estocolmo, lejos de la decadencia campesina.
- #6:
- 1789Los primeros años fueron duros. Ellos apenas sabían más que cosechar trigo y cereales, estaban desubicados en la gran ciudad, donde todo era asfalto, edificios, humo. La gente les despreciaba con la mirada, sabían de dónde procedían y no aprobaban su estancia allí. Aprendieron a hacer caso omiso a todas esas miradas de aprensión.
Sjón empezó trabajando en la industria siderúrgica. Necesitaba el dinero, por poco fuera, para mantener a su esposa y a su hijo. El pequeño no hacía más que enfermar a causa del frío y la falta de alimento. Su esposa se encargaba de cuidarle en casa como malamente podía. Mientras tanto, siempre que le era posible, acudía a casa de un burgués a limpiar su casa a cambio de una monedas. Éste la obligaba a mantener relaciones sexuales con él y volvió a quedar encinta. Sin embargo, debido a las precarias condiciones y a la complicación en el parto, murió tratando de dar a luz a un hijo que ninguno de los dos deseaba, impuesto a la fuerza. El niño tampoco sobrevivió.
- #7:
- 1790Un día, la fábrica en la que trabajaba amaneció cerrada. Los trabajadores, hartos de ser explotados, destruyeron las máquinas en una protesta ludita. Arruinaron al jefe y todos fueron despedidos. Solo, con su hijo, tuvieron que vender su antigua casa y alquilar una pensión destartalada a las afueras. A partir de entonces todos fueron trabajos temporales, generalmente de carga y descarga o en la construcción. Entre tanto y tanto, ahogaba sus penas entre las piernas de alguna mujer. Sin darse cuenta, fue cayendo en la red de una joven llamada Jóhanna y, poco a poco, se obsesionó con ella de un modo que jamás le había ocurrido con nadie más. La energía que desprendía era muy distinta a todo lo que había conocido. Le fascinaba. Comenzó a espiarla, a deshojar lentamente su pasado. Estaba casada, su marido la maltrataba y él no podía soportarlo. Descubrió que era un alto cargo de la mafia local y sólo tuvo que tirar de unos cuantos hilos del bando contrario para conseguir que lo asesinaran.
— Sabía que lo lograrías —le susurró ella al oído.— Necesitaba librarme de él, pero ya lo has hecho por mí. Gracias. —Depositó un beso en su mejilla y desapareció para siempre. Trató de seguirle el rastro, pero nunco logró saber nada más de ella.
- #8:
- 1790Llamaron a la puerta. Sjón dormía junto a su hijo, era muy temprano en la mañana. Llamaron otra vez. Se despertó. Fue a abrir y, frente a él, encontró a un hombre rechoncho, aunque imponente, vestido de negro, con un cigarro en la boca.
— ¿Sjón?
— Así me llaman. ¿Quién es usted? ¿Qué quiere?
El hombre pegó una calada larga a su cigarrillo, sin apartar la vista de él.
— Detective Åke C. Bergström. ¿Me permite pasar?
Sjón le dedicó una mirada indecisa, sopesando si era buena idea dejarle entrar. Finalmente, con un gesto, le invitó a introducirse en el pequeño salón de la casa. Se caía a cachos.
— Vengo porque he descubierto que fue usted quien se quitó de en medio a Elof Axelsson, el alto cargo de la mafia, ¿me equivoco? —dijo, girándose para mirarle. Guardó silencio. Sjón no dijo absolutamente nada, esperaba que prosiguiera.— Hmmm... Bien, llevaba años siguiéndole la pista y parece que usted, ¿le importa que le tutée?, que tú te has deshecho de él en apenas unos meses. —Pegó otra calada al cigarrillo.— ¿Cómo mierdas lo hiciste? Y sin siquiera mancharte las manos, sorprendente.
— ¿Qué quieres de mí? —inquirió Sjón, con gravedad.
— Ofrecerte trabajo. —Echó un vistazo a su alrededor y añadió— esta casa, un día de estos, se te caerá encima. A ti y a tu hijo. Lo cual sería una pena. Verás, tú necesitas el dinero y yo necesito tu talento. Creo que podemos llegar a un acuerdo, ¿qué me dices?
— ¿De cuánto estamos hablando?
— Lo suficiente para salir de este antro, de momento.— Dejó el cigarro sobre sus labios una vez más y le tendió la mano, expectante. Sjón le observaba, serio, impenetrable. En su mente, ordenaba los pros y los contras a un ritmo vertiginoso y pronto se dio cuenta de que no tenía nada que perder. Estrechó la mano con cierto recelo.— Así me gusta. Me vendrá bien tu juventud, yo ya estoy un poco mayor para patearme estas calles heladas. Ten —le extendió una tarjeta de visita. En ella estaba impresa la dirección de su despacho.— Te veré mañana a las diez. No me decepciones.
Desde ese día, aquél se convirtió en su trabajo. Tal y como le fue prometido, no tardó en escapar de la pensión y comprar una nueva casa, mucho mejor que todas en las que había vivido hasta el momento. Parecían haber logrado huir de toda la miseria. Sin embargo, para entonces su hijo ya estaba demasiado enfermo y débil.
- #9:
- 1792El cielo lloraba la injusta pérdida. El pequeño había contraído tuberculosis y, aunque por momentos parecía remontar, finalmente murió una mañana de otoño. Ni siquiera había cumplido los cinco años. Su padre se desmoronaba sobre la tierra y apoyaba la cabeza en la pequeña lápida. Como todo en su vida, perecía lo único que le quedaba, su alegría y sus ganas de seguir luchando. Al parecer, ése era el cruel destino de aquellos que nacen sin nada: no tener nada nunca. Vivir solos. Morir a oscuras. Depositó unas rosas sobre la tumba y, arropado por su jefe y amigo, regresaron a casa. Nada sería lo mismo después de aquello.
- #10:
- 1795Åke y Sjón trabajaban codo con codo durante largas horas. Por lo general, se repartían los casos, excepto los más complicados, que los desarrollaban juntos. Sjón aprendía rápido de su maestro, era el que se encargaba de la acción, de salir a la calle a recopilar información a raíz de la cual continuar investigando.
Estaban inmersos en esos momentos en un caso de robo de niños a pobres para vendérselos a los ricos. El orfanato de Ytterby parecía ser uno de los primeros responsables, por lo que regresó a su isla natal a investigar acerca del tema. Aprovechó la caída de la noche para colarse en el despacho del gerente. Allí guardaban todos los expedientes de los niños que habían pasado por dicho orfanato en los últimos diez años. Cuál fue su sorpresa cuando, rebuscando entre todos, leyéndolos uno a uno, se encontró con el nombre de su hermana. Toda la información respecto a ella correspondía con el año en el que sus padres dijeron que había muerto. Al principio, experimentó algún tipo de euforia, eso significaba que aún estaba viva. No conseguía salir de su asombro y, poco a poco, la rabia se apoderaba de su ser. Cogió todos aquellos papeles y regresó a su hogar, a la casa de sus padres.
- #11:
- 1795Llamó a la puerta antes incluso de que saliera el sol. No le importó insistir, por muy familia suya que fueran, no merecían su compasión. Se oyeron pasos al otro lado y la luz de la vela prendida bailoteaba tras la ventana. Su madre, encorvada y con el rostro totalmente demacrado, abrió levemente la puerta. Entrecerró los ojos, tratando de reconocerle. Él la miraba con gravedad, frío, impasible.
— Eres... ¿Sjón? ¡Sjón, ¿eres tú?! — exclamó, abriendo la puerta de golpe, dejando salir todo el aire cálido del hogar y el aroma dulzón de lo viejo. Esbozó una sonrisa que, aunque cansada, estaba cargada de gratitud.— ¿Dónde has estado todo este tiempo? Pasa, hijo, pasa, por favor.
La anciana caminaba despacio, midiendo cada paso. No podía apartar los ojos de su hijo. Él se adentró en el salón, con los papeles aún bajo el brazo. Ni siquiera el reencuentro y la alegría de su madre lograron calmar ni un ápice el huracán de sentimientos encontrados que se abría paso en su interior. Mantenía las distancias. Su seriedad no tardó en hacerle ver que algo no iba bien. Se hizo un silencio denso, tan intenso que casi podía escuchar el fluir de su propia sangre.
— Me mentisteis —le espetó, abriendo la trinchera.— Me mentisteis, mi hermana no está muerta. Nunca lo estuvo. ¿Cómo fuisteis capaces? ¿Por qué? ¿Por qué la abandonasteis? ¿Por qué me engañasteis? Han pasado muchos años, muchos, y no habéis sido capaces de decirme nada al respecto en todo este tiempo, ¡nada! —Su voz se elevaba sin siquiera pretenderlo. Dejó los papeles sobre la mesa, donde su progenitora pudiera verlos.— ¿La disteis en adopción y me dijisteis que estaba muerta? ¿Por qué haríais tal cosa? ¿Qué lograbais haciéndonos tanto daño? —Los rasgos antiguos de su madre se deformaban en una mueca de espanto. Llevaba una mano a su pecho, nunca pensó que aquello ocurriría. Sjón respiró hondo un segundo, tratando de tranquilizarse. Cerró los ojos, y a media voz prosiguió— Por favor, no me mientas ahora, ¿dónde está ella?
Su madre tardó en reaccionar. Los ojos se le llenaban de lágrimas.
— No... No lo sé. Ojalá lo supiera. Sjón, yo no quería... —trataba de disculparse con su voz temblorosa. La profundidad de sus ojos revelaban el más auténtico arrepentimiento, pero él no quería verlo.
— ¿Dónde está padre? —cortó, al tiempo que se abría paso hacia su cuarto. La tos agonizante de su progenitor marcaba el camino.
— No. No, Sjón, ¡no! Tu padre está muy enfermo. No lo hagas, por favor —lloraba, desesperada, tras él.
Postrado en la cama, con la piel totalmente pálida y los labios enmarcados en la sangre que salía de sus pulmones, su padre le miraba a lo lejos con sus ojos hundidos. Se moría, y en su rostro se podía ver cuán asumido tenía su final, sereno, firme.
— No digas nada, lo he oído todo —pedía en apenas un hilo de voz. Sonrió con las pocas fuerzas que le quedaban y trató de extender una mano hacia su hijo.— Me alegro tanto de verte, hijo mío; esto es lo último que le pedí a Dios. —Tosía de nuevo. La garganta se le quedaba seca; la voz, rasposa— Sé que lo que hicimos no tiene perdón y ahora pago con este final todos nuestros pecados. Nunca podrás ver cuánto hemos sufrido cada elección que hicimos y no puedo decir que todo este dolor no sea bien merecido, pero necesito que entiendas por qué. —Volvía a toser.— Tu hermana... tu hermana no hubiera sobrevivido a nuestro lado, bien lo sabes. No teníamos qué darle de comer y por ello no hacía más que enfermar. Dime, ¿qué otra opción teníamos? ¿Verla morir a nuestro lado? Ésa era su única oportunidad... La única... ¿Qué hubieras hecho tú? ¿Qué podríamos haber hecho? Nunca quisimos veros sufrir de este modo, Sjón, teníamos que dejaros marchar. Era la única alternativa, no podíamos hacer más. Desearía volver... volver atrás para cambiarlo todo y daros una vida mejor. Sois lo mejor que nos ha pasado. Desearía que nunca te hubieras marchado. Pero ahora has vuelto. Y me alegro... me alegro tanto. Me alegro tanto de volver a verte. Me alegro tanto... —En un último estertor, manchó de sangre toda la ropa de cama. El aliento escapó de su boca y su mirada se quedo para siempre vacía. Su madre corrió hacia él como pudo. Le abrazó en un llanto pasmódico, pero silencioso. Sabía que se había quedado sola, y ésa era ahora su condena.
Sjón se quedó clavado en el sitio, con la mirada fija en el rostro de piedra de su padre, en shock. No era capaz de moverse, no era capaz de pensar. Todo aquello parecía fuera de lugar, extraño, irreal, no estaba ocurriendo.
Una lágrima sutil resbalaba por su rostro sin siquiera ser consciente.
- #12:
- 1796Dejó los expedientes sobre la mesa de su despacho en Estocolmo. Toda la información relevante acerca del caso estaba allí, no sólo la de Ytterby. Se había encargado de hacer bien su último trabajo, aquello era un adiós. Los últimos acontecimientos le habían sobrepasado con creces y no era capaz de encajar con destreza la nueva situación. Pasaba el día pensativo, absorto en sus cosas. Y ni Åke, su viejo amigo, fue capaz de sonsacarle más que cuatro palabras de despedida. Tampoco le hacía falta mucho más para comprender qué es lo que había ocurrido, su instinto detectivesco dictaba el resto.
Así fue como hizo su maleta siguiendo el rastro de su hermana desaparecida, comenzando por Estocolmo hasta recorrerse media Europa. Muchas de las pistas que le proporcionaban eran falsas, en más de una ocasión le tocó volver a empezar de cero, muchas veces malviviendo como podía en países desconocidos. Pese a todo, jamás se dio por vencido.
- Nu:
- PRESENTEEl fuego se consume en el tabaco, el humo sale de la pipa, como cada día, como cada noche. La sombra de siempre, recortada sobre la pared de madera, se recuesta sobre el respaldo de la silla. No tiene reparo de poner los pies sobre la mesa de su propio despacho. Es un lugar céntrico, una calle cualquiera de la capital francesa. Desde la ventana, puede ver el jolgorio que arman los borrachos desde la taberna y piensa que, probablemente, mañana ellos pertenecerán a una hermosa escena del crimen. Más trabajo. En París no falta, lo cual es bastante bueno para él, no tanto para los muertos. Entre calada y calada, un sorbito de whisky, la forma corriente de pasar las madrugadas, si no es con alguna bella dama. La obsesión por encontrar a su hermana le llevó hasta allí, pero, por alguna razón, llegó a un punto muerto, un callejón sin salida. Su cuerpo empieza a acusar el cansacio de vagar de un lado para otro, sin rumbo, a trompicones. La vida de este modo es más sencilla, asentado en un sitio, viendo los días pasar, sin remordimientos, sin preocupaciones. La resignación apacigua el alma, pero algo en su interior sigue en ebullición. La estúpida sensación de que algo está a punto de pasar.
extras
♦ Fumador compulsivo.
♦ Aún guarda el reloj que le regaló su hermana.
♦ Ella sigue viva, en alguna parte. Sjón la está buscando.
♦ Padece insomnio.
♦ Le encantan los insectos. Tiene una amplia colección de mariposas.
♦ Es adicto al opio y otras drogas, aunque procura no malgastar mucho dinero en ello.
♦ Tiene una cicatriz en el abdomen. Se la causaron en uno de sus primeros casos.
♦ Aún guarda el reloj que le regaló su hermana.
♦ Ella sigue viva, en alguna parte. Sjón la está buscando.
♦ Padece insomnio.
♦ Le encantan los insectos. Tiene una amplia colección de mariposas.
♦ Es adicto al opio y otras drogas, aunque procura no malgastar mucho dinero en ello.
♦ Tiene una cicatriz en el abdomen. Se la causaron en uno de sus primeros casos.
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Última edición por Sjón el Jue Ene 02, 2014 7:53 pm, editado 2 veces
Sjón- Humano Clase Media
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Re: ··· Sjón ···
FICHA EN PROCESO
POSTEA A CONTINUACIÓN CUANDO TERMINES TU FICHA PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF
PASE A REVISARLA Y TE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN. GRACIAS.
POSTEA A CONTINUACIÓN CUANDO TERMINES TU FICHA PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF
PASE A REVISARLA Y TE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN. GRACIAS.
Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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Re: ··· Sjón ···
Terminado.
Sjón- Humano Clase Media
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Re: ··· Sjón ···
FICHA APROBADA
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADA DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
QUE TE DIVIERTAS.
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADA DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
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