Originile mele: Una criatura despechada, el inicio de mi vampirismo

por **Jenna Saltzman** Jue Dic 26, 2013 3:35 am

"Caminaba de un lado al otro por mi recamara, el atardecer se había ido, y mi cuerpo no se podía mantener quieto. Brandon llegaba tarde otra vez.
Era un hombre sin modales en cuanto a puntualidad, parecía ser la única a quien le importaba el asunto. Pero para ser sincera, en ese momento lo que menos deseaba era verle la cara. No solamente por el hecho de que sea un interesado sin escrúpulos, sino su reacción era lo que me preocupaba. Se trataba de alguien con poca serenidad, y más cuando se trataba de algo a lo que diciente, esto definitivamente iba a enfurecerlo.

Halagos, formalidades ante mis padres, consentimiento de protección… esas eran una de las cosas que lo caracterizaban cuando apenas lo conocí. Pero estaba claro que ciertas cualidades desaparecerían al cabo de un mes.
Mi familia poseía una gran fortuna, “reliquia” mantenida durante generaciones y generaciones. Hasta ese entonces, éramos una de las más codiciadas en Bucarest. Y para mi desgracia, el cretino de mi tío era amigo de sus padres. Su familia vivió entre los más altos durante unas décadas, y fue cuando todo su oro decayó, la razón de su supuesto interés amistoso hacia nosotros.
Desde ese entonces comenzaron los continuos acercamientos a nuestro hogar. Mis padres, sin saber su situación, fueron imposibles de deducir tal penosa táctica.
Todo, todo era excusa para reunirse; desde cenas hasta días de caza (los cuales yo odiaba por obvia razón). Quizás haya sido una señal el que me hayan presentado a Brandon durante una cacería. Siempre mantuve una pequeña intuición, pero no quise perseguirme demasiado, pensé que me dejaba llevar por la mala espina de mi anterior pretendiente, Henry.
Allí fue donde comenzó mi tortura.

Las primeras semanas todo se trataba de obsequios y cariños, nada parecía conducir a un porvenir indeseado. Siempre me hablaba del hermoso futuro que tendríamos juntos, pero nunca de sus afiladas advertencias.
Con el correr de las semanas todo se volvía más fastidioso. Su humor nunca llegaba a estabilizarse, y hasta algunas veces se presentaba con episodios violentos, los cuales quería disimular. Pero lo que más me llamaba la atención era cuando le quitaba la vista un instante para descubrir que se paseaba por la mansión en busca del paradero de la fortuna, le era difícil controlar su obsesión. Allí, una vez más, iniciaron mis sospechas.
Sus actitudes pedantes, su interés, y su temperamento hacían muy difíciles las cosas, tanto que en mi comportamiento no lo podía ocultar, y eso empezaba a molestarlo. Tenía miedo de perder sus lujos.

Transcurrieron tan sólo un par de días, tan sólo un par, cuando lo escuché hablando con su padre -quien venía de visita a inspeccionar como iba la treta de su hijo- en uno de los corredores, discutiendo acerca de modificar su asqueroso plan, a causa de haberme dado una idea del mismo. Antes que pudiera seguir escuchando más, subí escaleras arriba… pobres ilusos.
A los pocos minutos de despedir a su padre por la puerta, fue en busca de mí. Y habrá sido que mi paciencia de a poco se hartaba en mi tono de voz, que al parecer le comenzaron a invadir las dudas sobre si pude haber escuchado algo. Pero no tuvo una gran idea de cómo taparlo.

Su persona era muy poco apegada a las tradiciones en cuanto a las uniones en el hombre y la mujer durante el matrimonio, y parece ser que quería practicar su rebeldía conmigo.
Me habló de lo bello que era mi vestido, pero que le comenzaba a estorbar verme con el puesto. Quise prevenirle mi postura, pero antes que pudiera terminar la frase en mi cabeza ya lo tenía abalanzado sobre mí, tratando desesperadamente de quitarse su vestimenta, empezando por desabrochar su cinturón, mientras sostenía con una fortaleza increíble mi torso. Sabía que su musculatura le permitía ciertas cosas, pero jamás las de este tipo, me contenía con una firmeza que sobrepasaba los límites, hasta me parecía extraño.
Mis ojos ardían, pero no de placer, sino de miedo y sorpresa. Intente apartarlo de mi cuerpo, pero nada servía, hasta que tuve que recurrir a mis gritos.
Fue un alivio sentir los pasos por las escaleras, acción que alertó a quien tanto me solía cortejarme, ¿quién lo hubiera pensado?
Luego de prácticamente echarlo por la puerta, di comienzo a la búsqueda de liberación, no quería compartir mi vida con cosa tan semejante.

Insistí, rogué a mis padres por su aceptación narrándoles lo ocurrido, sin omitir detalles. Al principio no querían dar el brazo a torcer, pero luego habrá sido por mi mirada desesperada, que mi madre decidió emitir un voto de confianza, y resultó ser por el apoyo de ella, que terminé obteniendo el consentimiento de ambos.
Y heme aquí, luego de miedos y vueltas, estaba decidida a finalizar con esto.

–Señorita Saltzman, su pretendiente… Sir Laurent, ha venido a visitarla. ¿Le digo que espere a su encuentro? –me advirtió la criada de la familia.
Doreen había sido huérfana de pequeña, mi padre en ese entonces quiso darle reparo. Era alguien en quien yo confiaba desde niña. Ya sabía acerca de todo, y no le gustaba nada tampoco.
–Sí. Gracias Doreen.
Asintió y se fue.
Mientras sentía sus pies bajando los escalones, inspiré aire para relajarme y convencerme de que esto era lo correcto. No existía otra salida, era inevitable.
Salí del cuarto, ahora era mi turno de bajar. Algo me decía que cada paso que daba era uno en falso, pero como antes, tomé el camino erróneo al ignorar mis instintos y seguir con ello.

–Mi preciosa doncella, Jenna. –dijo siendo el más caballero, deseando persuadirme- ¿Qué puedo hacer por su merced?
–Brandon.
Quedé dubitativa unos segundos
–¿Me acompañas afuera? Realmente necesito hablarte. -anuncié al fin con mi mayor sinceridad.
Extendió delicadamente su mano en dirección el jardín. Acto seguido me apresuré en salir, necesitaba terminar con esto.

Luego de varios pasos en silencio por parte de ambos, llegamos a la parte trasera de la gran glorieta que decoraba el prado. Nuestras figuras terminaron por perderse de vista desde la residencia, debido a los arbustos y árboles que la rodeaban. Ya parados allí, quedó mirándome con los ojos en blanco, a la espera de algo.
–Mira… –empecé a jugar con mi dije, no sabía como continuar, no podía ser directo con él– Sabes que te aprecio ¿no?
Su cara empezó a transformarse, sabría lo que vendría. Y a medida que mis palabras salían, me retraía más. Ahora me observada en posición de defensa, apoyando uno de sus brazos sobre la baranda de la glorieta.
–Sí, bueno, la cuestión es que te aprecio mucho. Pero esto no puede seguir así. He estado considerando todo esto, y no me siento preparada. Quizás luego de un tiempo lo vuelvo a considerar, eso te lo prometo. No obstante es necesario que finalicemos con esto al menos ahora, nos está afectando a los dos.
–¿Por qué simplemente no me dices “no te quiero ver más"? ¿Acaso te doy miedo? –exclamó con una sonrisa. Y sí, definitivamente le tenía miedo.
–No, simplemente no soy grosera, y además tienes que considerar mi aprecio.
–Ja, en serio ¿eh? Sabes que conmigo no hacen falta las formalidades, eso déjamelo a mí. ¿Pero sabes qué?, yo sé bien que planeabas esto desde hace tiempo, es que sólo me hacía el tarado. Mira, soy alguien muy condescendiente, y sí, te entiendo, claramente esto nos está afectando a ambos. Te acepto todo el tiempo que quieras, después de todo estaremos a mano.
–Ah, ¿sí? –Ahora sonaba un poco más tranquila, hasta mostraba una sonrisa, era un peso menos.
–Sí, por supuesto. Te lo explico muy sencillo: tú me arrebatas mi dinero, ahora yo te arrebato la vida
¿A qué se estaba refiriendo? Mi cuerpo nuevamente se mostraba en situación de pánico, no le entendía al principio, pero la realidad era que estaba siendo muy claro.

Me tomó del cabello con fuerza para acercarme de nuevo a su cuerpo, no quedaban dudas, estaba espantada. Ahora sus ojos parecían llamas, se intensificaron de una manera increíble mientras yo debilitaba los míos.
–A ver si ahora te atreves a finalizar la oración, ¿puedes? ¡Dime que necesitas tu tiempo! –Comenzaron sus gritos y los míos a la par. Nadie podía oírnos, nos encontrábamos muy apartados. Apenas pude lograr lanzar mi primer pedido de ayuda, aunque de nada serviría, ya que tapó mi habla con su mano. –No, ¡no puedes! –Aparecieron así sus colmillos a la vista, luchaban por mostrarse gloriosos de poder demostrando que sería sus víctimas. Sin embargo no lograba entender de qué se trataba, sólo era terror ante su impotencia.
–Yo realmente te quise, algo que nunca quisiste entender. Ahora di adiós.
Clavó así sus demonios en mí, vaciando de a poco la sangre de mi ser. Su succionar me mantenía quieta, como si fuera una orden, no podía hacer nada al respecto. Al principio sentí un dolor incomparable, y luego todo de diluyó en mi pérdida de consciencia. Pero antes de ello pude llegar a escuchar mi nombre cada vez más cerca… era mi madre buscándome.
Posteriormente todo se volvió negro, y hasta allí, todo terminaría.

Finalmente desperté al día siguiente en mi cama con el cantar de los pájaros. Me sentía molesta, creí tener fiebre, hasta que recordé mi anterior noche.
Aún no entendía nada, no entendía que mi vida se había terminado, y estaba comenzando otra."

El haberte conocido, fue un real suicidio.