Graham Jill Novotny | ID

Graham Jill Novotny

► Nombre completo: Graham Edward Jill Novotny
► Sobrenombres: Jill, Blue
► Edad: 38 años
► Nacionalidad: Holandés establecido en Francia.
► Orientación sexual: Heterosexual
► Estado Civil: Casado
► Raza: Humano
► Clase Social: Alta
► Habilidades: Inteligencia, Astucia, Incorruptibilidad, Sinceridad, Agilidad, Potencia muscular...
► Enfermedades: Ninguna
► Ocupación: Director del Departamento de Antropología en el Museo del Louvre.

Descripción psicológica

Terco. Sincero. Agradable. Nunca podrás convencerle de algo de lo que no está seguro y es prácticamente imposible cambiar su opinión sin motivos coherentes. Medita mil veces las cosas antes de actuar, así que si no tienes una base sólida acerca de por qué tienes la razón y él se equivoca, puedes dar la lucha por perdida. No parará hasta abrirte los ojos y que veas que la razón la tiene él. Siempre desde la diplomacia, claro, porque tiene muy arraigados los modales y concede a la educación una notable importancia en su escala de valores. Puedes no estar de acuerdo con algo o alguien, pero eso no te da derecho a tratarlo de forma hostil. Si se encuentra en medio de una afrenta, lo más probable es que actúe de mediador a fin de que las cosas se calmen entre los que discutían. Porque no le gusta que las personas que lo rodeen se encuentren mal, y hará todo lo posible porque esto cambie.

Agradable al trato, aunque algo brusco cuando se trata de decir la verdad. No le importa que duela, porque sabe perfectamente que un golpe a tiempo favorece a una pronta recuperación. Y no te preocupes, él te ayudará a superarlo. Graham es la persona que siempre te ofrece la mano para levantarte, o un hombro en el que llorar. No espera que le digas nada, no espera que le des las gracias, con lograr que salgas del bache se da por satisfecho. Aquel que será tu amigo por toda la vida, aunque no os veáis nunca. Aquel con el que puedes contar, el que nunca defrauda, el que sabe guardar un secreto... No quedan muchos como él, y lo sabe, por eso trata de educar a sus hijos con estos mismos valores, para que sean buenas personas. Porque aunque las buenas personas no lo tienen fácil, ellas sí logran ser felices con poco. Divertido. Puede ser el mejor anfitrión de una velada, el más bromista o el más civilizado... Todo dependerá de la situación y de las personas que estén a su alrededor. Buen padre, amante y marido... Aunque haya cometido errores de los que se sigue arrepintiendo. Realista. No adorna la realidad pese a tener claro que todo podría ser peor. Te dirá lo que hay sin pelos en la lengua, pero no sin antes ofrecerte opciones para afrontarlo. No deja a ningún ser querido en la estacada.

Protector, valiente, leal. Da todo por los suyos sin esperar lo mismo a cambio. El paladín que lucha por la igualdad y la justicia, por la paz por encima de todo. Poco materialista. Comparte todo cuanto tiene con los más desfavorecidos. Sus "sirvientes" son también miembros de la familia. No discrimina a nadie. Amante de los animales, de la naturaleza y de la vida. Sus cicatrices de guerra son muchas, pero no por ello se queja. Sabe que una vida dura significa más fuerza para continuar. Y no hay nada más importante que eso. Afable aunque temible si logras enfadarle. Aunque parezca tranquilo casi todo el tiempo, basta con que intentes lastimar a alguno de sus seres queridos para que logres a un peligroso enemigo. Te destruirá, a menos que te rindas a tiempo. En este punto hay que decir que no guardará rencor por lo ocurrido. Acepta las disculpas del mismo modo que no teme arrepentirse. Taciturno, calmado, reflexivo. Vive en su cabeza, aunque sin olvidarse de los demás. Cuando está solo no existe. Graham existe por y para los demás.

► Gustos: La lectura, la música, estar en compañía de su familia, la naturaleza...
► Disgustos: La injusticia en general, y las desigualdades en particular.
► Manías: Escribir en los márgenes de los libros.
► Fobias y Debilidades: Su mayor debilidad, y su mayor fortaleza es, al mismo tiempo, su familia. Sólo puedes hacerle daño haciéndoles daños a ellos, y a la vez, el hecho de que les dañes lo hace pelear duramente en tu contra.

Antecedentes Históricos

Antaño, convertirse en un hombre significaba luchar por tu patria, por conquistar otros territorios, otros países de los cuales antes ni siquiera conocías su nombre. A mi, como a otros muchos muchachos de mi misma edad, me mandaron al fuerte cuando tenía tan solo quince años. Ni todo el dinero de mi padre ni los llantos de mi madre aplacaron el siempre arraigado orgullo patriótico que caracterizaba a los holandeses por aquella época. De hecho, mi padre me amenazó incluso con desheredarme si no conseguía hacerlo sentir orgulloso en el frente. ¿Y sabéis qué? No me hubiese importado. Mi infancia, pese a pertenecer a una familia de la élite, bien ubicada en las altas esferas del país, no fue, lo que se dice, agradable. Teniendo a un padre anclado en la mentalidad del medievo, una madre harto sumisa y unos doce hermanos -todos de diferente madre- correteando por la casa, no era de extrañar que los varones estuviésemos más ansiosos por ir a la guerra que por quedarnos en casa viendo pasar el tiempo y el ir y venir de prostitutas de la alcoba de nuestro progenitor.

En mi caso, siendo el mayor de ellos, me tocó partir en solitario... Lo cual agradecí enormemente. Al principio, cuando te alistabas -o te alistaban, mejor dicho, porque siempre era a la fuerza-, los primeros meses todo consistía en un minucioso entrenamiento en todas aquellas capacidades que, según el estado, sus militares debían poseer. Inteligencia, astucia, fuerza mental y física y resistencia. Yo, que siempre había sido un muchacho flacucho y poco dado a hacer deporte -los nobles sólo comían, bailaban y reían, o eso es lo que siempre había visto-, pude comprobar como con apenas cinco meses de madrugones, dieta especializada y un exhaustivo entrenamiento físico, mi cuerpo pasaba de convertirse en apenas un "palo" sin forma, al de un muchacho alto, musculado y, en cierta forma, apuesto. Estuve listo para partir mucho antes que mis otros compañeros, y es que siempre fui experto en hacer lo que me decían sin pensármelo dos veces. ¿Para qué? Si mientras antes lo hiciera antes me dejarían en paz... Acabé por echar de menos el caos tranquilo de mi hogar, el rostro cansado de mi madre y los chillidos de mis hermanas. Pero no tuve demasiado tiempo para pensar en ello.

En cuanto estuve listo me mandaron al frente -a uno de los muchos frentes abiertos que había por la Europa central en aquellos momentos- y por suertes o desdichas del destino fui a parar a una de las trincheras de Eslovenia, donde pasé los siguientes dos años como un militar más de otros tantos. Dormíamos como mendigos, y comíamos como ratas. No puedo decir que fuesen unos momentos demasiado agradables, pero en la adversidad se hacen grandes amigos. Conocí a gente de todos los países que, como yo, acudían a una guerra en territorio ajeno a fin de ensalzar la gloria de un país que nada tenía que ver en aquella lucha civil. La verdad es que, incluso ahora, me resulta irónica la facilidad que tenemos las personas de inmiscuirnos en problemas ajenos a fin de que su solución nos beneficie de aquella forma. Los eslovacos luchaban entre ellos para organizar su territorio de otra forma, y personas venidas de países muy lejanos nos metíamos en el medio para que no "discutieran" con el propósito oculto de sacar tajada. Lo que al principio era un conflicto de intereses entre "familiares", se convertía en una lucha a gran escala por conquistar un nuevo territorio. Y claro, nadie les preguntaba a esos ciudadanos si les apetecía que gente ajena a su conflicto viniese a tocarles las narices.

Con el paso de los meses, y de los años, me di cuenta de que nunca volvería a casa siendo el mismo... Si es que volvía en algún momento. Al principio de mi estancia en "territorio enemigo", los militares actuábamos como intrusos que hacían poco menos que espiar mientras otros se peleaban. Pero poco a poco, el conflicto interno de los habitantes del país que habíamos ocupado, se fue solucionando y nosotros nos convertimos en un enemigo al que abatir. ¿Dónde estaba entonces nuestra patria? Nadie acudió a nuestras llamadas de auxilio, y se pretendió que luchásemos por una causa que no nos incumbía. Muchos sucumbieron en el fragor de la batalla, y otros, más listos, escaparon antes de recibir un simple golpe. Mis cicatrices demuestran cuál fue mi elección. No por falta de inteligencia, que conste. Simplemente porque necesitaba averiguar para qué narices había ido allí. Y hasta el momento en que abatieron a uno de mis amigos, no me di cuenta del motivo. Siempre quise proteger a los que eran más débiles que yo. Y aunque desde fuera hubiese considerado que los débiles eran los eslovacos, a quienes estaban masacrando eran a los nuestros. Y nunca me perdoné no conseguir salvar a todo mi pelotón en la última de nuestras batallas. El intento me valió una larga estancia en el hospital, el fin del conflicto y la posterior medalla -la cual tiré al mar en cuanto tuve oportunidad-... Pero, lo más importante fue que me permitió conocerla. A ella.

Alžběta era eslovaca, y aunque desde el inicio lo observó como un intruso en su antes pacífica tierra, ambos reconocimos más tarde que el flechazo fue tal que ni las cicatrices me habían dolido tanto. Apenas unos meses después de conocernos, y cuando ella tan sólo tenía diecisiete años y yo acababa de cumplir dieciocho, nos casamos, ignorando la oposición de lnuestras familias, de la sociedad, y de todos cuanto se nos pusieron por delante. Tuvimos pronto a nuestros primeros dos hijos, los mellizos, que me hicieron retirarme del ejército y tomar una nueva profesión, miles de kilómetros lejos de aquella tierra que nos había encontrado, en el museo Louvre de París. Pese a que muchas cosas han pasado desde entonces, mi puesto sigue siendo el mismo. Mi mujer se volvió a quedar embarazada poco tiempo después, cuando finalmente nos habíamos establecido en Francia... Y he de decir que no ha habido una etapa más feliz en mi vida. Y dudo que la haya. Con el dinero ahorrado del ejército, compramos una enorme casa a las afueras de la ciudad, con un gran jardín donde planeamos pasar toda la vida juntos, ver crecer a nuestros hijos corriendo por el césped y bañándose en la laguna... Y aunque por suerte yo he conseguido verlo, Alžběta no tuvo tanta suerte. A los cinco años de matrimonio, cuando apenas si acababa de cumplir los veintidós años, falleció a causa de la peste, tras meses de aislamiento en un hospital para infectados. Me dejó solo, a cargo de los mellizos que apenas tenían tres años, y a la aún pequeña Lucie, que nunca llegaría a recordarla.

No voy a negar que lo pasé francamente mal tras su partida. Ella fue, y siempre será, el amor de mi vida, y su recuerdo aún sigue persiguiéndome tras todo este tiempo... Pero el crecimiento de los niños me ayudó muchísimo a afrontarlo con más optimismo... Dos años después de su muerte, y convencido de que una "madre" ayudaría a esos hijos huérfanos de una a superar la infancia con mucha más alegría, volví a casarme con una mujer a la que conocí en el museo para el que trabajaba desde hacía años. No puedo decir que esté enamorado de ella, ciertamente, aunque me arrepiento de haberla engañado en dos ocasiones... Fuimos felices durante un tiempo, aunque ni de lejos lo mismo que lo fui con mi fallecida Alžběta, pero la suerte, de nuevo, me fue esquiva al arrebatarme a mi amada Lucie a la edad de cinco años a causa de una mal curada tuberculosis. A partir de ahí, todo empeoró. Ni siquiera Chantal, la primera hija que tuve con Alexandrine consiguió sacarme del pozo en que me sumí por algún tiempo... Luego vinieron los gemelos y puede decirse que remonté. Y aquí seguimos, casados tras doce años de matrimonio y pese a nuestras idas y venidas creo -creo-, que estamos consiguiendo algo parecido a la felicidad.

► Familiares:
♠ Alžběta G. Novotny † - Fallecida a los 22 años, tras cinco años de matrimonio. Fue la primera esposa y amor de Graham. De origen eslovaco, ambos se conocieron en Polonia, donde ella ejercía de enfermera para militares. Lo cuidó cuando lo hirieron, se enamoraron y se casaron en tiempo récord.
♠ Cecílie M. Novotny - 19 años. La mayor de sus hijas, y también su favorita. Melliza de Pavel.
♠ Pavel J. Novotny - 19 años. El mayor de sus hijos y con el que más problemas tiene. Mellizo de Cecílie.
♠ Lucie S. Novotny † - Fallecida a la edad de cinco años por tuberculosis.
♠ Alexandrine S. Novotny - Segunda (y actual) esposa de Graham. Se casó con ella dos años después de la muerte de su mujer. De origen francés. Desconoce que es bruja y que odia a sus hijos mayores.
♠ Chantal T. Novotny - 12 años. Primera hija de su segundo matrimonio. Desconoce que es bruja como su madre. La adora, aunque siente que le oculta muchas cosas de su madre.
♠ Anaïs & Evžen Novotny - 2 años. Son gemelos.

ﻬ "Mischa" - La primera mujer con la que engañó a su segunda esposa, al poco tiempo de casarse... Lo que no sabe es que en realidad se trata de una vampiresa... Y que en realidad es Alžběta.
ﻬ Jamila - Prostituta con la que engañó a su actual esposa. Dice estar embarazada.

Otros Datos

► Datos extra:
♠ Se prometió a sí mismo que siempre querría a Alžběta... Y lo está cumpliendo.
♠ No recuerda la infidelidad con Mischa, aunque a veces sueña con una mujer parecida a su primera mujer...
♠ Tiene pesadillas recurrentes de su etapa en la guerra.
♠ Su cuerpo posee múltiples cicatrices causadas en aquella época. Algunas siguen doliendo.
♠ Su pertenencia más preciada es un cuadro de él y su primera mujer, dibujado antes de su matrimonio. Lo tiene bien escondido en la mansión, como un recuerdo de la época más feliz de su vida.

Creado por Frozen •