Dieciocho... |+18 |

por **Týr Von Streigner** Miér Feb 12, 2014 4:48 am

Noche oscura del cementerio en donde observaba Jean-Pierre la tumba de sus antepasados. Una piedra oscura adornaba la placa en donde estaban grabados los nombres de sus padres. Ahora, teniendo en cuenta que muchas cosas habían pasado, podría estar en libertad con su hermana, reencontrarse con su hermano y poder sentirse satisfecho en encontrar la paz sabiendo que Valentina se había vuelto a encontrar con Brice. Esperaba a su hermana quien le propuso un picnic en el cementerio, junto con sus padres –literalmente- ya que ambos estaban muertos. En donde estaba sentado, se trataba de una piedra que antes era una figura angelical. Dándose cuenta de que aún estaba a solas pensó en cómo había burlado a la muerte aunque esta misma posibilidad pudiera darse que no la hubiera burlado del todo. Y ahí estaba el, haciéndose ideas comprometidas, filosóficas o irracionales para comprobarlo, pero seguramente su hermana carecería de la misma manera de pensar que él.

Gemma sabia de su amor hacia él aparte del fraternal. Las palabras dulces de su hermana le ablandaban las ganas de matarla por lo tonta que a veces se ponía o lo independiente que era su hermano. Antaño, habían pertenecido a un clan de vampiros que desapareció –casi desapareció-por culpa de los inquisidores y del descuido de su Sire, de aquel quien convirtió a sus antecesores y sus antecesores buscaron la forma de hacer más interesante su “familia” la cual llego a elevarse rápidamente el número de miembros del clan hasta que a mediados del siglo XIII aquellos que se hacían llamar templarios se divirtieron dando caza a sus más allegados y con ellos sus padres. Tenía en cuenta que los Neveu eran importantes y que el mayor de todos le tocaba llevar la carga si algún día este decidiera revivir el clan.

-tuturu tu…-Murmuraba lentamente mientras aun esperaba con la cesta de picnic a un lado. Esperaba impacientemente hasta que volvió a hablar hacia la tumba de sus padres que era en donde estaba situado -…Y Bueno…Brice…espero que sea razonable y haya decidido seguir viviendo ya que no se lo perdonaría…-murmuraba como si tuviera la esperanza de que iba a recibir una respuesta. Tenía la certeza de que lo harían, pero no podría esperarse mucho de unas personas que están muertas, prácticamente, convertidos en ceniza. Simplemente le hubiera gustado que no hubieran tenido esa mala suerte, esa desdicha. Y aun no sabían quién dio el chivatazo del clan, quien los había delatado y quien posiblemente le hubiera contado de todo.

Los Aminatirë suenan como una triple amenaza para el mundo, como si fuera a desaparecer la tierra con solo pronunciar el nombre de dicho clan. Los Aminatirë, merecedores de todo lujo, creadores de los siete pecados capitales de los cuales, siete son sus señores, y siete reglas o como algunos le llaman “directrices” siempre son acotadas. Cierto nombre se creyó estar relacionado con actos satánicos, de brujería, herejía, pero nunca nadie supo que en raras ocasiones nadie salía vivo de las siete pruebas de acceso a dicho clan, pues se relataba que eran quiméricos de realizar.

-Gemma...-murmuro impaciente. ¿Donde estaba su hermana?