Tabú [Priv - Ricardo / Madison -]

por **Annette/Ricardo Pêre-Lach** Lun Feb 24, 2014 12:44 pm

Había pasado varios días desde que tenía a su hermana encerrada en la mansión debido a que estaba viendo o visitando demasiadas veces a aquel tipo llamado Aleksandro di Piero, la estaba volviendo alguien que ella no era en realidad y eso le estaba mosqueando demasiado. En las guerras le dieron un tiempo de barbecho pero no estuvo quieto, simplemente volvió al camino de Dios y empezó a dedicar su tiempo a la oración, a planear tácticas de combate en los estudios de la catedral para el clan de los Colmillos Blancos, aunque ahora estaba bastante dispersado del clan. Estaba bastante distraído con lo que hacía que en uno de los mapas, puso un bosque en lugar de un elenco de montañas. Se desconcentraba con facilidad si no era por una mujer que había conocido hace poco cuando estaba sentándose en uno de los bancos de la catedral.

Se había sentado en aquellos bancos de madera para comenzar a orar, pero ella se colocó a su lado mostrando todo aquel encaje negro, aquel velo sobre ese rostro para ocultar sus penas que parecían comerla por dentro. Aquella mañana Ricardo espero a que terminara de orar para así poder terminar hablándole lentamente. No hablaron por mucho tiempo y parecía que Ricardo compartía su pena, pero su amada, no murió, sino que lo dejo por alguien parece ser, más valiente que él. Aquello no le importo en absoluto ya que aquí cada cual es valiente a su modo. Él lo era en la palabra y en el tiro con arco, en la espada y se defendía bastante bien en la cocina aunque debería de estar cocinando siempre su hermana. Pero hacia dos días que no comía correctamente y volvía pronto a casa para cuidar de ella y de su salud.

ACTUALMENTE…..
Catedral de Notre Dame…

Varias personas se habían reunido esa tarde para conmemorar a un ser querido, a una persona que ya dejaba este mundo para no regresar entre los vivos. Ricardo entraba en aquella catedral empapado por el mal tiempo y la lluvia que caía a torrenciales, no había traído paraguas aunque en eso era algo bastante primitivo. Pasando entre los invitados de ese funeral, llegó al lado de su camarada Brian D’Orell quien le había servido fielmente bajo sus órdenes -….Tráeme vino chico…-murmuro a Brian en una sola orden, metiéndose dentro de los confesionarios y de ahí tirar de una manecilla que abría un pasadizo secreto hasta que finalmente se encontró en su oficina, de nuevo para volver a escribir o re-dibujar mapas de numerosos lugares que se encontraban siendo conquistados o mismamente siendo borrados del mapa.

Como fondo tenia los cantos rutinarios de la iglesia.

El coro cantando aquel canto gregoriano que solía escuchar y que en parte le ponía nervioso aunque si se concentraba, aquellas voces desaparecían de inmediato, dejándole en completo silencio. Otra cosa que odiaba era cuando estaba en esa sala a solas y en días antes de la fase lunar. Había habido veces en las que se encontró solo, sin nadie alrededor y justo en esa sala, terminaba por transformarse, destruyéndolo todo –hasta sus mapas- Por eso, de lo que había encontrado en remotos lugares, se construyó un especie de baúl a tamaño de ataúd en el que se metía, Brian le encerraba con cadenas alrededor y ahí se quedaba hasta el día siguiente. No había ocurrido muchas veces desde que usaba aquella manera de torturarse a sí mismo, pero cuando le pasaba tenía que pensar en cómo solucionar el tener que romper ataúdes por no aguantar el estar dentro. No le saldría bien tener ataúdes, debería de probar otro tipo de cosas.

por **Madison Gilmerië** Lun Feb 24, 2014 1:48 pm

Su mente solo era capaz de encontrar paz en aquel lugar, la catedral de Notre Dame había sido el lugar en el que su unión se llevo a cabo con un hombre a quien amo más que a su propia vida pero ese hombre había seguido sus ideales, la guerra le había apartado de su lado y entonces la felicidad y los días llenos de gloria se esfumaron dejando en su lugar únicamente incertidumbre, después únicamente dolor. No existió cuerpo al cual velar, ni tumba a la cual ir a llorar, solo tenía aquella catedral junto a sus recuerdos. Ni siquiera tenía ahora a su cuñado que fue quien le dio la terrible noticia, había cortado comunicación con todo aquel que le recordara a su esposo fallecido pero aún así deseaba recordarle.

No únicamente existían recuerdos y tristezas en aquel lugar, la paz que le invadía al estar escuchando los rezos y las misas era indescriptible. Todo en ese lugar simbolizaba un lugar al cual sujetarse, como un naufrago se aferra a las maderas en busca de supervivencia. También descubrió a otras mujeres y madres que compartían su dolor, sus seres queridos habían partido y nunca más regresado y la vida sin ellos al igual que la suya, cambio de manera radical. En las ultimas semanas no había ido en busca de paz sino de fuerzas, deseaba ser capaz de sonreír y poner la mejor cara posible ante su familia, eso era lo que merecía su prima. Una Gilmerië que se casaba y a la cual Madison le deseaba enormes dichas y ningún dolor como el que ella sufría siempre en silencio. Con sus oraciones pedía poder tener una buena cara y disfrutar de la dicha de su prima como si fuera la suya, pero por más que fuera a aquel lugar, nada parecía cambiar o se lo pareció hasta un día que casualmente se topo con un hombre que parecía entenderle demasiado bien y con el cual, tuvo una de las charlas más sinceras desde que su esposo falleciera. La platica duro lo que debía y después de separarse no le había visto más.

Actualidad, Catedral de Notre Dame

Sus pasos formaban un pequeño eco que se extendía por la catedral pero que era acallado por el sonido de los cantos que siempre se realizaban en aquel lugar. Madison acudía como siempre a buscar la fuerza necesaria para seguir adelante, con su traje negro, siempre mostrando el luto eterno que mantendría a su esposo. Con su andar elegante y pausado llego hasta una banca cercana al confesionario. Llegó hasta ella y se arrodillo en la banca, comenzando con sus plegarias, esas que diariamente eran las mismas y que de verdad esperaba que dios escuchara en algún momento porque si le oía, debía saber que Madison necesitaba algo que le sacara de las garras de la muerte puesto que ella aún estaba viva.

Miraba a las imágenes que se encontraban en la catedral, rezando y pidiendo a cada una de ellas hasta que su mente se sintió agotada de hacer lo mismo una y otra vez - Por favor, necesito ayuda. No importa que sea o a dónde vaya a llevarme esa ayuda. Dame una luz y le seguiré - estaba desesperada y destrozada, realmente estaba dispuesta a seguir aquello que le brindara un poco de luz, aquello que le permitiera sonreír sinceramente una vez más.

por **Annette/Ricardo Pêre-Lach** Sáb Mar 22, 2014 5:42 pm

Ricardo salió después de varias horas de su sala privada para ir a hacer su búsqueda de siempre, en ir en busca de su hermana para su vuelta matutina y de que volvieran a intentar hablarse el uno al otro porque desde que la tenía encerrada, apenas ya se hablaban. Él lo hacía por su bien, el que no viera a ese desgraciado de Piero, que no le caía bien en absoluto. Ella difería en sus opiniones mientras que el hacía caso omiso. Parecía que se hacía lo que Ricardo dictaba y así se haría por siempre. Cuando salía de la catedral, alguien reconoció entre los que estaban sentados en el banco mientras decían sus oraciones. Se fijó en una mujer la cual recordó en pocos segundos de donde la había visto. Ya hace un tiempo. Creyó que se llamaba Madison.

Con pasos lentos y seguro fue dirigiéndose por detrás hasta la figura de aquella mujer que al parecer aun cubría luto por algún ser querido. Él le respetaba aquello pues había perdido en el pasado a seres queridos muy importantes, como a su hermano pequeño y a su padre. De su madre apenas se acordaba –Disculpe Madame…-murmuro mirándola fijamente a los ojos, que estaban llenos de pena-…..No entristezca….¿Se acuerda de mí? Ha pasado mucho tiempo desde la última vez….-Esperaba que le recordara, quería sentirse aclamado por los recuerdos de cuando él le vino dando consejos a ella, pero podrían no haber servido de mucho.

Como si fuera casualidad, los oradores detrás de los bancos fueron levantándose de sus posiciones para dejar intimidad o al menos un poco de habitación para que ambos pudieran estar a solas. Se sentó lentamente al lado de Madison, donde cogió su mano para posar un leve beso en el dorso -…Es un placer volver a verla….-Murmuro volviendo a dejar la mano sobre la pierna ajena -…Espero que todo esté yéndole bien…y que por fin…sea feliz como le dije que buscara….desde nuestro último encuentro…-Dijo con tranquilidad y franqueza, aunque hiciera a veces un poco de consejero de la iglesia, tenía limitaciones y no podía abalanzarse sobre hermosas solteronas que necesitaran apoyo o un hombro en el que llorar….por mucho tiempo.

Ricardo estaba más que nada para dar el espectáculo en combate y cuando estaba retirado para dar consejos y seguir con sus antiguos mapas, pintando y rellenando huecos en la iglesia. A veces daba alguna que otra ceremonia sagrada como las bodas o alguna comunión, pero nada más – Si me lo permite…Yo he estado un poco alejado de lo que ha sido las oraciones y demás…-Murmuro confidente a Madison -….No hace ni una semana que volví de las guerras….-Sonrió un poco. Los recuerdos llegaban a su mente como flashes imposibles de evadir pero al mirar la mirada atenta de Madison todo cambio.

por **Madison Gilmerië** Sáb Abr 05, 2014 10:05 pm

Después de haber dicho aquellas palabras suspiro triste y termino sentada en la banca de la iglesia, ya no oraba más sino que pensaba en Xavier. En como habían sido unidos y separados de manera tan repentina. El pecho le dolía cuando recordaba la ultima vez que le vio, justo cuando el partía a las guerras y le hacía promesas de que volvería pronto a ella, al tiempo que Madison prometía aguardarle siempre. Ahora que guardaba luto a su difunto esposo realmente parecía que le estaba esperando, ningún hombre lograba sacarle de los recuerdos por más que su familia buscase quien eliminara la tristeza del rostro femenino que se notaba cansado ya de llorar y sufrir en silencio.

Estuvo en silencio, sumergida en los recuerdos de su amado cuando una voz que reconoció le llevo de nuevo al presente. Parpadeo un par de veces para notarle frente a ella, mirándole de una manera fija que parecía estar entrando en su alma. Solo necesito verle para recordar el nombre de aquel amable y bien parecido hombre, Ricardo. Una sonrisa se extendió por su rostro, pero la alegría del momento no le ilumino la mirada como solía sucederle antaño - Le recuerdo claro, como olvidar a alguien que fue tan amable al escucharme y hacerme compañía siendo que solo platicaba cosas tristes - le miro de manera fija - Efectivamente caballero, ha pasado algo de tiempo desde nuestra charla ¿Cómo se encuentra? - siempre era lo más educada posible, sin importar la situación en la que se encontrara. La única vez que fue algo más ruda de lo normal, fue cuando hablo por ultima vez con su cuñado Quinn, cuando le pidió que se alejara de ella, que no quería verle a él ni saber nunca más nada del clan.

Le dejo un espacio más adecuado a su lado mientras que notaba como el caballero depositaba un beso sobre su mano, lo que provoco de manera nada intencional que Madison se sonrojara un poco pues había pasado bastante desde que un hombre había tomado la iniciativa de tomar de esa manera su mano, eso por un lado y por el otro, Ricardo había dejado una sensación de calidez en su dorso que le lleno de calma - El placer es todo mío, pocas veces tengo la oportunidad de toparme con personas tan agradables como usted - suspiro y desvió su mirada, notando que se habían quedado completamente solos en la enorme Catedral, lo que le hizo volver su mirada hasta él y comenzar a hablar nuevamente - Estoy tratando de ser feliz tal como le dije que lo haría, pero es muy complicado… sigo sin encontrar aquello que me saque del foso en que siento que caigo y en el cual solo me hundo más y más - movió la cabeza en negativa con una sonrisa pesarosa en su rostro - incluso he terminado por más que rezar, implorar por una salvación a esta tristeza aunque eso terminara llevándome a un camino inesperado - le miro - ¿puede creerlo? me encuentro desesperada…

Resultaba sencillo decir todo aquello a Ricardo, no entendía la razón pero la verdad es que poco le importaba cual fuera; mientras él estuviese escuchándole no se detendría de hablar - Todos nos alejamos cierto tiempo de las oraciones, yo lo hice mientras fui feliz con mi difunto marido - confeso con algo de culpa, pues solo acudió a la presencia divina en busca de un motivo por el cual seguir adelante. Aquella charla le resultaba tranquilizadora o se lo pareció hasta que de la boca ajena surgió la palabra guerra y Madison le miro fijamente, tratando de respirar profundo porque aquella era una palabra que le traía solo más dolor. Sus ojos se nublaron al pensar en que aquel hombre también podría morir al igual que Xavier y guiada por el dolor que se acumulaba en su corazón se lanzo a los brazos de Ricardo, aferranda a él para comenzar a dejar fluir aquellas lagrimas - …no vayas… - susurró como si agraves de Ricardo pudiera decirle aquello que deseo siempre pronunciar para Xavier, pero que jamás pudo decir realmente - … a las guerras no… - sollozaba amargamente - … quédate… quédate conmigo… - se encontraba seriamente afectada, las guerras la ponían mal así como saber de ellas y eso era algo que no podía controlar aunque después pareciera incorrecta su manera de actuar.

por **Annette/Ricardo Pêre-Lach** Miér Abr 23, 2014 12:15 pm

La escuchaba con atención y sin quitarle los ojos de encima, termino por abrazarla contra su pecho y termina por abrir los labios y besarle la frente y susurrar que todo estaría bien - ….El tiempo solo hace que el amor crezca, pero la muerte solo lo destruye…-Termino por levantarse de aquel banco, separándose de Madison y terminar por cogerla de la mano -….Ven conmigo Madison….te llevaré a un lugar en el que podamos hablar...-Ignorando a las caras curiosas del interior de la catedral que los miraban, Ricardo arrastro consigo a Madison tras una puerta de madera que llevaba a un pequeño estudio en donde cerró la puerta de este después, para ir hacia un armario y mover un libro que hizo que la estantería de libros terminara por abrirse, mostrando su verdadero lugar de estudio.

-….No tengas miedo…me gusta la soledad….-Suspiro lentamente levantando su mano para coger la de Madison, arrastrándola hacia él, rodeándole la cintura-…Aquí podremos hablar con tranquilidad y sin necesidad de miradas curiosas….-Termino por entrar él primero dentro de su estudio o de su lugar personal de soledad, como le gustaba llamarlo hasta que invito a Madison con un movimiento con la mano-…Adelante…no debes de preocuparte….-Termino por observar el cuerpo de Madison, pero enseguida aparto su mirada de ella. Era evidente que era hermosa, MUY hermosa y que con tan solo verla quería ponerla sobre la mesa del escritorio y hacerla suya, ella era una tentación para él así que se mantendría frio mientras estuvieran dentro de la catedral -…..Por...favor...si…siéntate en la cama, digo en la silla….-Suspiro exasperado dándole la espalda a Madison -…..Discúlpame… ¿deseas beber algo? ¿Agua tal vez? –se quedó mirándola con una mirada tranquila y manteniendo las manos hacia atrás sobre la base de su espalda.

La verdad es que no quería asustarla de ningún modo. Era la primera vez que volvía a estar cerca de una mujer. Hubo una mujer, sí, pero no llego a nada ya que desapareció sin dejar apenas un rastro para que el pudiera oler o seguir. Después de la guerra se encontró a su hermana estando a punto de ser violada y el cadáver de su hermano pequeño degollado sobre el suelo. Aquello hizo que sin más se sentara sobre el sillón que había detrás de su escritorio, una especie de trona adornado con motivos eclesiásticos -…dios…-Aquellas imágenes le vinieron de repente a su mente, intento tranquilizarse pues comenzó a hiperventilar, a sujetarse del nudo de la corbata que parecía molestarle con gran pesar, se agarró del brazo del sillón con la mano derecha mientras que intentaba tranquilizarse -…..Yo...yo…-Quería disculparse por su comportamiento reciente, no supo porque de repente se puso asi.

por **Madison Gilmerië** Sáb Mayo 03, 2014 1:50 pm

La muerte de Xavier no había destruido su amor por él, solo logro destruir a Madison, su corazón y sus esperanzas. Aún estando en aquel estado tan deplorable, permitiendo que la tristeza se la llevara nuevamente no pensaba en nada más que el dolor y que deseaba que unos brazos como los que ahora le rodeaban se llevaran todas las penas para transformarlas nuevamente en sueños hermosos. Siguió a Ricardo, no reparo ni un instante en las pocas caras que les seguían después del aparente escandalo que había causado con su llanto. Se encontraba llorosa y solo podía dejarse guiar hasta aquel cuartito en donde ahora solo estaban ellos dos, pero cuando la estantería dio paso a un nuevo lugar Madison miro a Ricardo.

Asintió a las palabras tranquilizadoras de aquel hombre, a pesar de que su cercanía le ponía algo nerviosa y en algunos momentos tenía la arrebatadora idea de besarlo. Ella misma movió la cabeza en negativa porque era una completa locura esperar poder besar a un hombre como él que estaba sirviendo a Dios y que de una manera tan amable se ofrecía a escucharle y ayudarle a estar un poco más en paz - Gracias, eres muy amable en traerme hasta aquí después de haber ocasionado una vergüenza afuera pero es que me ha sido imposible controlarme al oír lo que has dicho - acepto la debilidad de su alma, pero eso no le aliviaba en nada las penas. Entro en aquel pequeño estudio, tal y como él le indicaba que lo hiciera. Le miro un tanto extrañada al escuchar la palabra cama, pero lo atribuyo solamente a la confusión o a que seguramente él estaba cansado. Con la gracia que le caracterizaba tomo asiento en aquella silla y le miro - No gracias, me encuentro bien así - suspiro, observando todo a su alrededor y llevando su mirada de vez en cuando hasta Ricardo que permanecía con los ojos fijos en ella y le provocaba un estremecimiento interno.

En uno de aquellos momentos que sus ojos cayeron en Ricardo pudo notar la manera en la que estaba respirando y enseguida se dio cuenta de que algo no estaba bien - Ri… Ricardo… - la manera en que respiraba y como trataba de liberarse de la corbata que llevaba le hizo recordar que algunas veces cuando se sufría por algún recuerdo las cosas podían tornarse serias. Sin aguardar mucho se levanto de la silla donde estaba sentada y se acerco hasta él, le tomo del mentón y le hizo levantar la cabeza - Respira… tranquilo que todo esta bien… - todo eso lo hacía por mero instinto, por el deseo de ayudar a aquel que le estaba brindando la oportunidad de dejar su dolor a un lado y abrirse a un nuevo mundo - Concentrate en algo… algo como… - ¿Qué iba a decir a alguien que conocía tan poco? Debía concentrarle en algo que no fueran los recuerdo o el mal que le aquejaba y así, sin más, se inclino hasta que sus labios fueron a dar a los ajenos y comenzó a besarle. Esa era la única forma que se le ocurría de desviar la atención, aunque fuera de una manera inesperada e incorrecta para él.

por **Annette/Ricardo Pêre-Lach** Dom Jun 22, 2014 5:59 pm

Aquel beso le hizo temblar de arriba hacia abajo. Su cuerpo tembló con la sensación de mil espadas clavándose en su cuerpo de una manera satisfactoria. Estando preparado para todo lo que le viniera en la vida, siempre tendría mucho que aprender de las mujeres. Ahora separo de el a Madison que seguramente se preguntaría el porqué de aquello. Solo no podía controlarse demasiado tiempo frente a una mujer.

Estaba absolutamente distraído con la reacción de aquel beso -….Madison….-Murmuro su nombre como si hubiera susurrado a un muerto que nunca despertaría. Seguía mirándola detenidamente a los ojos, pero volvió a atraparla de su rostro con ambas manos, atrayéndola para volver a besarla nuevamente y dejar su cuerpo sobre el de ella para dejarse llevar con sus manos por todo su cuerpo…hasta que se dio cuenta de lo que estaba haciendo.

Se fijó, se alejó de ella mostrándose arrepentido de lo que había hecho – Lo siento Madison…-murmuro lentamente mientras seguía alejándose de ella arrepentido por lo que hizo, chocando con otra mesa y tirando al suelo copas de oro y marcos de plata y finalmente, él con aquellas pertenencias. No era porque temiera de ella, sino que solamente no quería tener nada que ver con su pasado, con aquella vez que una vez una mujer se le acercó para enamorarle y después tener que dejarlo por una vida mucho más silenciosa.

Él desea revivir el deseo por una mujer pero han pasado demasiadas primaveras para olvidar lo que paso, una noche oscura en el campo de batalla. Habían traído a muchos heridos esa noche, la mayoría licántropos dispuestos a morir por varias balas de plata pero esa vez él estaba a cargo de una manada, de la manada de los colmillos blancos. Aquellos muchachos no tenían experiencia pero su valor y coraje les superaba su prematura edad. Era acogedor ver a jóvenes que se ofrecían pronto ante la muerte, pero contra quienes luchaban, habían infiltrado aliados mucho más poderosos que ellos, gente con una fuente ilimitada de magia oscura, harían lo que fuera por ganar la batalla. Ellos utilizaban en ingenio y la astucia mientras que los licántropos usaban el poder que la tierra les ofrecía.

Pero algunos podían usar encantamientos en una escoba que volara y entonces su manada estuvieran al descubierto, y cuando Ricardo fue herido en batalla, por la gracia de Dios, fue rescatado, fue dado por desaparecido aunque muchos sabían que no estaba muerto. Desde aquella noche fue cuidado por la mujer que quiso que fuera su esposa pero que jamás llego a ser debido a una trampa del enemigo. Ahora él estaba solo en el mundo pero había noches que recordaba el momento que descubrió como su amada era asesinada, después recordaba como su hermana estaba a punto de ser violada por un mercenario.

Ahora tendría que cambiarlo todo. Tendría que cambiarse a sí mismo para así poder tener en cuenta lo importante que era volver a amar de nuevo.

por **Madison Gilmerië** Dom Ago 24, 2014 12:55 am

Noto como el cuerpo ajeno se tranquilizaba y creyó entonces que su misión se había cumplido. Esas ideas de ayudar y servir habían nacido del tiempo en que cuido del clan, allá en los tiempos que tuvo que aprender de todo, incluso de enfermería para poder cuidar a los heridos y en algunas otras ocasiones de aquel hombre que era su esposo y al cual amaba tanto. En aquellos momentos en que Xavier caía herido siempre creía que se le detendría el corazón, pero a pesar de todo, él siempre había salido vivo, hasta que se alejo de ella y la muerte le recogió. Ahora, se encontraba ayudando a otro hombre de una manee muy poco convencional.

Se separaron y ella le miro con tranquilidad, con la seguridad de quien ha hecho algo bien -¿Te encuentras mejor?- pregunto de manera tranquila antes de ser besada nuevamente, con una intensidad diferente a la anterior, con una idea bastante lejana a la de salvar a alguien. Notaba aquel deseo en el beso y su cuerpo se estremeció bajo el cuerpo de aquel hombre que velozmente se aparto de ella con la vergüenza de quien ha cometido un pecado y se arrepiente de ello -No… ha sido mi culpa por… no debí besarte aunque no sabía que hacer para tranquilizarte- se llevo una mano hasta sus labios y con uno de sus dedos los acaricio. Escucho entonces como es que Ricardo terminaba por caer al suelo después de tirar un montón de cosas y se acerco nuevamente a él - Perdón, todo esto es culpa de mi imprudencia… lo mejor creo que será que me retire de aquí, solo causo molestias- era una tonta por estar pensando cosas que no debería, por haber besado a un servidor del señor y continuar en un lugar donde solo causaba molestias. Lo mejor era que se alejara y continuara tratando de aliviar las penas de su corazón por su cuenta, sin meter a nadie más en aquel asunto que era únicamente suyo.

-Con su permiso…- hablo antes de que Ricardo dijese algo o incluso tuviera la oportunidad de reincorporarse y asegurar con la bondad de su voz que esas cosas pasaban y que no tenían nada de malo; Madison lo veía como un buen hombre, pero era algo prohibido para cualquiera y ella ya lo había besado. Después de haber dado la resolución de dejar ese cuarto, dio un paso hacía atrás pisando accidentalmente una de las copas que segundos antes fueron a parar al suelo, provocando que perdiera el equilibro - ¡Ah!…- cerró los ojos antes de sentir como se estrellaba contra el piso, pero eso no paso, sino que termino cayendo exactamente sobre Ricardo. Al abrir los ojos vio demasiado cerca el rostro de aquel siervo del señor y se sonrojo de manera inevitable -Yo… soy demasiado torpe… perdone - trato de incorporarse porque esa pose era demasiado comprometedora, pero le resulto imposible ya que el pie con que piso antes la copa, le dolía demasiado haciendo que cuando tratara de moverlo soltara un quejido.

por **Annette/Ricardo Pêre-Lach** Sáb Sep 13, 2014 3:55 pm

Estando ocupado con sus pensamientos por cinco segundos tenía a Madison sobre su cuerpo. Él se había acercado para detenerla pero por la torpeza de ambos ahora ella estaba herida. Todo por su culpa. Se culpó por el mal que le hacía a Madison por estar cerca de él. Sinceramente no sabía porque seguía ahí con ella, en el suelo y no estar ayudándola como debería de estar haciendo – Maldita sea….todo por mi culpa…-Se culpó a si mismo por ver a Madison de esa manera, la tomó en brazos para poder tenerla entre sus brazos, besarle la frente como disculpa por su torpeza, demostrando que había sido por su culpa y que ahora no sabía cómo hacer para que ella pudiera recuperar el andar con normalidad - ¿Cómo tienes el tobillo? –Pregunto con curiosidad mientras la dejaba sobre su escritorio, le levanto la parte de la falda de la pierna en donde se lastimo y entonces fue a por un botiquín básico y con algunos instrumentos de medicina.

-A ver…-Tomo el pie de Madison sabiendo que le dolería un poco – Puede doler…-Fue tocando el ligamento del tobillo pero no encontró nada roto, cerró los ojos y se centró en las vías vitales de su sistema nervioso, de su sistema muscular y óseo. No vio nada pero si una pequeña fisura –deberías de estar gritando…-suspira para sacar una tablilla y unas vendas ajustables al pequeño pie de Madison. Una crema también necesito para extenderla con un suave masaje en el pie, cubriendo el pie con la venda y casi en las últimas vueltas coloco la tablilla para que estuviera recto el pie – Debes estar así una semana sin moverte apenas…-Termino riendo, le beso la parte frontal de la pantorrilla y le bajo finalmente la falda. Sabía él mismo que le encantaba ser un pervertido con las mujeres, Madison pudo no ser excepción pero sentía hacia ella el sentimiento protector que le salía con su hermana o con alguna otra doncella en apuros.

-Me siento afortunado con haber hecho esto…-acaricio lentamente su pie lastimado con cuidado – La crema es hecha a mano, tendrás que echártela todos los días antes de ir a dormir y después de levantarte…aunque…no puedas andar durante la semana….De todas maneras, si me permites ir a ver…a verte como andas con el pie, quizás poder ver el proceso de…curación del pie…-Lo que quería de verdad era poder tener la excusa de ir a ver su rostro, su belleza y disfrutar de su compañía. Ahora mismo sentía como el reloj de arena se bajaba cada vez más y más dejando un hueco en el espacio tiempo. Cogió el zapato que se había caído al curarla y se lo puso pero no se lo ató. Las tablillas atadas con vendas abultaban el espacio y no era posible terminar arreglándole estéticamente hablando el pie.

- Eres de tobillos flojos –rio con tranquilidad – Deberías fortalecer después de que estés curada del todo. Te vendría bien ya que las mujeres soléis sacrificaros demasiado por estar hermosas ….-se sentó en la silla que había delante de ella y se cruzó de brazos - ¿estás bien? ¿Sientes alguna mejoría? Perdón, no te pregunté antes de sentarme –Lo había hecho un montón de veces, pero siempre era tan despistado.

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