Dunkle Markt [Priv.Zayra]

Cerré los ojos un instante y deje que la mezcla de olores del mercado llegase hasta mi nariz, inundándola por completo, provocando que una alegre sonrisa iluminase mi rostro. Adoraba el mercado, el bullicio y el ajetreo que lo acompañan. Muchos pensarían que me gustaba porque era un buen lugar para realizar mi "oficio" pero no era del todo cierto; es decir, allí realizaba algunas de mis actividades pues era un buen lugar para ello, pero me gustaba le mercado por la vida que mostraba a cada paso que se daba.

Desde donde estaba podía ver gran cantidad de los puestos donde vendían todo tipo de productos. Estaban los vendedores extranjeros cargados con sedas y otras telas, los aromas de especies exóticas utilizadas para la cocina o, posiblemente, para algunos brebajes que algunos pensaban podrían ser útiles en su vida. No era lo único que había, por supuesto, también se encontraban los productos que se producían en la ciudad. Había vendedores de pan, verduras, telas menos inusuales, joyería, zapatos,.. incluso había algún vendedor de pequeños animales como gallinas pues algunas familias seguían prefiriendo matarlos en casa que comprarlos en carnicería.

Pero lo que a mí me interesaba era la cantidad de personas que iban despistadas de un puesto a otro. Había todo tipo de personas; sirvientes que compraban para las casas de sus Señores, personas de clase media y baja en busca de algo económico que puedan comer, damas y caballeros recorriendo los puestos de joyería o de productos exóticos. Froté mis manos examinando desde la distancia a todos ellos, tenía claro que no iba a robar a los pobres, ya tenían bastante poco como para que yo se lo quitase. Alguna vez lo había hecho, pero solo cuando la necesidad era superior a sus principios; aunque por lo general evitaba hacer algo así pues luego cargaba con esas culpas en su conciencia.

Pasé las manos por el vestido para eliminar las arrugas que pudieran haberse formado. Necesitaba dar buena impresión, la suficiente para que, aun sabiendo que no pertenecía a la clase alta y/o noble, no fueran a alejarse asustadas de mí. Era esencial que no me considerasen una amenaza, al igual que debía ser tan mundana como para que no me recordasen una vez me hubiera alejado. Me levanté del banco en el que estaba sentada y me encaminé hacia los puestos de joyería y telas, más propio de las clases altas. Admiré algunas piezas en los puestos pero mi atención se centraba más en las damas y los caballeros que se acercaban a comprar. En cuanto prestaban demasiada atención a lo que querían comprar, mis ágiles dedos corrían veloces para retirar un par de monedas de sus bolsillos. Lo justo para que ellos no lo notasen inicialmente pero que a mí me permitiera vivir unos días.

Continué mi camino por entre los puestos manteniendo el ritmo de mis dedos. Bromeaba pensando que lo hacía como una buena vecina, simplemente aligeraba sus bolsillos para que no tuvieran problemas por cargar con tanto peso. Deberían estarme agradecidos, si mis acciones solo se debían a la preocupación por su salud.

Al considerar que había tomado lo suficiente, pues no robaba por avaricia sólo para poder vivir, decidí que era el momento de tomar un descanso y me encaminé a alguno de los puestos de comida. Un bollo aún caliente sonaba delicioso para mi estómago, quizás incluso más de uno. Metí la mano en uno de los bolsillos del vestido para contar las monedas que había sacado, había aprendido a diferenciarlas con los dedos para saber cuales debía coger de los bolsillos ajenos. Estaba tan concentrada en contar y mi mente estaba tan distraída pensando en lo que iba a comprar que no me fije en el hombre que se acercaba hacia mí hasta que fue demasiado tarde y tropecé con él, resbalando por la humedad del suelo en un día tan frío. Me agarré como pude a él con la mano libre pues la otra estaba envolviendo las monedas para que no cayeran al suelo y las perdiese o lo que era peor, dieran a entender que las había robado y me detuvieran por ello.

A pesar de agarrarme a la ropa de ese desconocido, caí al suelo tirando de él precisamente por ese asimiento. - Auch! - No me había hecho nada grave pero dolía caer, tanto por el golpe en sí como por la caída tan tonta en público. Intenté ponerme en pie pero con la caída se nos habían reliado un poco los pies. - Lo lamento, emmm ¿señor? - No tenía claro su status vista su ropa y el ir comiendo por la calle. Tras un nuevo intento conseguí levantarme - ¿Le he hecho daño? Déjeme que le invite a otro bollito de esos - añadí en un intento por disculparme mientras confirmaba que aún retenía las monedas y no habían caído por el suelo.

Off:

Me resultaba algo vergonzoso pensar en esa caída tan tonta que acabábamos de sufrir. No era precisamente una forma agradable de entablar una conversación, tampoco era algo que hubiera ocurrido a propósito pero, dado lo resbaladizo que estaba el suelo, parecía algo lógico y previsible. A eso había que añadir que, al menos yo, estaba distraída o habría hecho algo por evitar ese porrazo.

Sonreí débilmente observando a aquel hombre. No parecía excesivamente mayor, sino más bien cercano a mi edad. Sí había algo que me llamaba la atención en él. La mayoría de los que estaban a nuestro alrededor tenían un motivo concreto para estar allí. Estaban los dueños de los distintos puestos, los que iban de uno a otro realizando las compras, los pilluelos que como yo iban aligerando bolsillos ajenos,... Pero este muchacho parecía que iba por allí simplemente paseando, disfrutando del día como si no tuviera más nada que hacer, lo cual resultaba extraño en si mismo ¿acaso no trabajaba? No tenía precisamente aspecto de ser un gran duque como para suponer que no necesitase trabajar y verle recoger el bollo del suelo confirmaba esa teoría, así que ¿por qué estaría paseando tan tranquilamente en vez de emplear su tiempo en algo productivo?

Sacudí el vestido suavemente. No estaba sucio, al menos no de forma clara, pero se había mojado un poco y posiblemente dejaría una mancha cuando se secase. El mayor riesgo era pillar un resfriado pero no le había dado tiempo a que la tela se humedeciera tanto por lo que no debería suponer un problema realmente - Sí, me encuentro bien, no ha sido un gran golpe. - aseguré sonriendo un poco - Apenas ha sido un pequeño resbalón, nada preocupante y el vestido no será la primera vez que se ensucia ni la última - dije esto último con un leve encogimiento de hombros, era consciente de mi propia realidad, de mi falta de recursos,.. pero no me avergonzaba por ello, sabía que siempre se podía estar peor de lo que ya estaba.

- No puedo permitir que se coma eso. - afirmé mirando el bollo, no tenía demasiado mal aspecto pero había estado en el suelo en contacto con la nieve y a saber qué más; de no haber sacado una buena cantidad de dinero en el robo no podría hacer nada pero mi bolsillo cargaba con lo suficiente como para invitarle a otro. - Bueno, claro que puede comérselo, no voy a impedirlo, pero estaba disfrutando de un bollo calentito y sabroso, y por mi culpa ahora debe estar frío y no creo que esté igual de bueno ni saludable. Déjeme que le compre otro, para compensar la caída, por favor. - sonreí amablemente e hice un gesto rápido con la cabeza hacia el puestecillo donde vendían ese tipo de bollos. - Entonces, ¿Hará el honor de acompañarme? - pregunté con voz esperanzada.