Amari Minami Dismark ID

Peso: 55 kilogramos
Altura: 1.64 metros

La forma de su cara es ovalada, de cabellera castaña clara generalmente. Cuerpo rectangular, tez clara y sensible a los rayos del sol.

Sus pómulos se marcan a cada sonrisa que se dibuja en su rostro, resaltando siempre los labios color coral. Sobre las mejillas se presenta un suave tono rosado todo el tiempo, no producto del maquillaje; esté es característico de su linaje cambiante. Sus ojos son almendrados marcando su iris de color verde azulado. Las pestañas son de color negro, sus cejas son claras, rectas y descendientes que dan luz a su mirada, dejando así brillar más particularmente en su iris.

La cabellera es ondulada, larga hasta su cintura y cortada en varias capas, resaltando con ese corte los tonos cafés y rubios que se difumina en su cabello y que se aprecian mejor bajo los rayos del sol; comúnmente lo trenza u oculta, detesta llevarlo suelto. Cada que cambia de forma, ya sea un búho o colibrí al regresar a su forma humana su cabello se tiñe por un par de horas de un color diferente respectivamente. Del búho su cabello adquiere un color intenso, el escarlata y también se ondula más y más hasta formar pequeños y redondos caireles. Del colibrí por otro lado su cabellera se presenta rubia, más fina en cada hebra y con ligeras curvas en las puntas, liso el resto del cuerpo de las hebras.

Su figura es delicada, inofensiva ella por otro lado no lo es. Sus pies tiene un arco bien formado, posee una sonrisa perfecta, cada diente bien alineado y blanco. Las rodillas y el resto de sus piernas representan la vida de una corredora. Sobre el pecho izquierdo, justo dónde se abre al arco de separación de cada mama están presentes dos lunares equidistantes, a dos centímetros de separación no más de dos milímetros de diámetro cada uno. En la espalda, sobre la escapula derecha lleva una marca de nacimiento más peculiar; la forma de la luna en cuarto creciente alineada con tres planetas del mismo tamaño, cada uno con un anillo de diferente grosor. El lunar está inclinado cuarenta y cinco grados, cae en forma descendiente presentándose primero la luna y posteriormente los planetas. Dicha marca es atravesada por una línea y no pasa de los ocho centímetro de largo.

Cuando escapa del ojo vigilante de su actual familia viste de forma modesta y cómoda, un tanto masculina. Frecuenta los lugares donde predomina la naturaleza, estos son su segundo hogar. El resto del tiempo lleva puestos los ostentosos vestidos que su familia le impone a reserva de la cantidad de improperios que le gustaría regalarles.

Formas:

Su mirada es curiosa, su sonrisa es amble y tranquila. No ignora lo que ocurre al redor del mundo en el que se mueve, observa cada detalle; cada facción en el rostro de las personas, cada paso que da y las huellas que deja, cada mirada que recibe y cada reacción a los acontecimientos.

Es una persona serena, alegre, extrovertida y un tanto excéntrica que gusta de pasar el rato con sus seres queridos y amigos. Aislada y apartada del contacto con otros, no porque sea una marginada social, más bien porque no es comprendida ni confía fácilmente sus ideales y metas a cualquiera, comúnmente las personas se abruman cuando conocen a profundidad las ideas de Amari pero las primeras charlas con ella siempre abren la curiosidad. Esté dispuesta a una charla, a extender su mano o exponer sus ideas a aquel que las escuche, es leal con sus amigos, ideales y ha demostrado un carácter valiente y curioso a lo largo de su vida. Goza de la literatura, es muy diligente con sus estudios y siempre se exige más en cada libro que devora o suceso que estudia. El dibujo y la exploración de áreas desconocidas en la naturaleza son otros de sus pasatiempos.

Es muy liberal, cuando fue criada no se le enseñó de castas, clases sociales, esclavos o el valor del dinero como capital, para ella la propiedad privada es una invención vacía e inútil de un hombre que no sabe nada más que definirse por lo que posee. Respeta a aquellos que defienden y luchan por lo que creen, que no se contradicen en lo que hacen y dicen, sin importar que sus ideales puedan chocar, gusta de escuchar a las personas que ofrezcan una charla más allá de lo común o los que ven más allá de lo que vive su sociedad. Disfruta de las charlas con diferentes personas de diferentes clases sociales, no discrimina en eso y así ha adquirido la mayoría de conocimientos.

Es una persona muy deductiva, en sus deducciones trata de ser lo más fría posible, le gusta explorar cada camino antes de plantear una idea como fija, sobre los hechos basa sus conjeturas, cuando algo se acerca examina los caminos, desde la previa llegada del acontecimiento hasta los sucesos paralelos que ocurren con éste. Si tiene problemas no los comparte, le gusta salir adelante por sí misma pero no duda en tomar la mano de quien se la extienda si le conviene y no saldrá perdiendo a futuro y también siempre que sea realmente necesario. Cuando se sabe en peligro es muy cautelosa, reservada.

La mayoría del tiempo está feliz, su rostro tranquilo no lo demuestra pero así es, fugazmente regala sonrisas pero prefiere el encuentro con niños y animales. Hay un lado salvaje, más instintivo en ella que despierta y al cual da rienda suelta cada que pasa una noche en el bosque, cada que vive una tarde en la profundidad de una montaña o aprende de los animales salvajes que la adoptan en su mundo.

Cada que mira la violencia desmedida, el pase de largo y aprobación por actos como el recato con las mujeres, los chismes y la forma en la que subestiman y violentan a éstas su mirada se enciende, su palabras pueden ser duras, severas, críticas de quien las dice y todo en un tono tranquilo, difícilmente se le verá fuera de sus cabales o desesperada, la impulsividad no es definición o forma parte de Amari pero llega a serlo cuando se requiere.

Los rayos de luz entraban con un ángulo de inclinación de cuarenta y cinco grados y se abrían paso cayendo directamente sobre el sofá, los colores de éste se pintaban más oscuros por los primeros que atravesaban el cristal, ya era tarde (bastante), y pronto la noticia sería dada. El reloj central de la ciudad marcó las ocho de la noche, las campanadas resonaron y resonaron aún más en su cabeza. – Pronto - Se dijo el hombre de patillas negras y figura tosca que desde hacía bastante rato recorría la habitación de un lado a otro. El primogénito o la primogénita de su familia llegaría al mundo, esperaba la llegada del bebé se diera en condiciones de verlo sano y salvo, (a él o ella y su madre) esperaba escucharlo y recordarlo de llanto estruendoso, de patadas perdidas que se abrieran paso en el mundo; de pulmones tercos que inhalarían cada respiro y exhalarían lo mismo. Quería ve a su primer hijo dar los primeros pasos por el mundo, estaría ahí para él o ella, ya tenía todo planeado, su manera paro lo estaba; lo tomaría con sumo cuidado de las manos, le enseñaría a caminar, a cabalgar; juntos recorrerían una nueva vereda cada día, sin discriminaciones por el camino y con valentía; él, su amada esposa y su bebé, el primero de una larga descendencia. Abrazó en sus manos y con fuerza el rosario que llevaba, tomó asiento en el sofá por tercera vez.

Nada, desde hacía tres horas su mujer estaba a tres metros de distancia y la única barrera era una puerta de caoba oscura. Desde hacía tres horas que estaba a nada de meterse en la habitación contigua, él era un hombre impertinente, terco, astuto e impulsivo. ¿Cómo era posible que una simple puerta lo frenara? Él era fuerte, cargaba la mitad de su peso, derrumbar la puerta no era cosa del otro mundo, se reía de esa barrera física, las había tenido peores. Pero con todo y eso ahí estaba sentado, inútil e impaciente, desde hacía tres horas sus únicos compañeros eran su labrador, el silencio y la impaciencia. Se rió del nerviosismo que le recorría, de lo mucho que sudaba, se rió de ser tan inútil en ese momento que su familia lo necesitaba, en ese momento en que su familia crecería. El gran labrador negro que estaba acostado sobre el sofá recargó la cabeza sobre las piernas de su amo. – No te preocupes chaval, ella es fuerte.- Y cómo no iba a serlo si lo tenía a él por marido, un cambia formas y una gitana, de risa, esa mujer era más que fuerte. Gladiadora, de belleza amazónica. ¿Cómo sería su bebé? ¿Heredaría los negro y hermoso cabellos de su madre? ¿Heredaría los ojos tan peculiares de la mujer qué amaba? Esos que tenían un aire verde y otro azul. O quizá heredaría la melena clara de su padre, de ser un varón sería un hombre atractivo, le enseñaría toda lo que el en su vida había aprendido, el conocimiento de su linaje trascendería. No sabía nada de su primogénito o primogénita, nada, ni siquiera le tenían nombre pero ya lo amaba y daría la vida por esos dos que estaban a tres metros de distancia.

El labrador saltó del sofá y se aventuró a la puerta, comenzó a raspar sobre ésta con sus garras cada vez más ansioso. -¿Ya?- Se arrojó a la puerta y antes de siquiera toar el picaporte una anciana mujer abrió la puerta, pasó de largo ante la anciana y los vio; madre e hijo, su belleza amazónica estaba bien, cansada y agotada pero bien, por otro lado ahí estaba el bebé envuelto en sabanas y recostado al lado de su madre.- Ha sido largo pero ahí está, felicidades. - La anciana se retiró, unas lágrimas recorrieron sus ojos y antes de salir acarició la cabeza del animal. ¿Dónde estaba el llanto? ¿Dónde estaban esos pulmones llenos de vida? Silenciosamente se acercó al bebé y a su amada, la mujer indico con una inclinación de cabeza que estrechara al bebé sus manos. Era pequeño, frágil y él era tosco. Quitó de su cabecita las sabanas y lo escuchó.- Tiene tus pulmones - Ese era un llanto, ese era el llanto de su bebé, era justo lo que quería recordar. Lo observó con detalle, era rosado, su frente estaba roja y en la espalda tenía la misma marca de nacimiento que cada cambia formas en su familia. Lo observo con más detalle y descubrió que en sus manos tenía una niña.- Es hermosa cariño, es hermosa- acarició la cabeza de su bebé con sumo cuidado, temía romperla.- Se llamará Amari, lo he decidido.- Eso era todo, si ese era deseo de la mujer que amaba no se lo iba a negar.

Su madre fue una mujer gitana de origen francés, inmigrante ilegal en tierra inglesa que siempre le enseñó de la sencillez, de la belleza de las personas, del poder de sus ojos que le había heredado que servían para ver más allá que el físico y la piel de las personas, para ver más allá de lo que llevaban encima. Ojos que le alertaron de peligro, de ciertas características de los que tenía enfrente, ojos también  que a veces le mostraban un poco más de lo que aún no pasaba. Su padre por otro lado era un hombre grande, inmenso y literalmente un oso de diferente colores, cada que tenía frío él era su cobija, él era su puente a un mundo diferente, entre lo animal y lo humano. Poco después aprendió que el puente no era tan marcado, no entre especie y especia. Sabía de animales más civilizados que los hombres y de hombres más salvajes que los animales. Creció entre la sencillez, con diferentes hermanos, entre la inmensa biblioteca oculta de sus abuelos, entre hospitales, entre diferentes ciudades, entre circos, entre bosques y montañas, entre el frío invernal y el calor del desierto.


En el invierno de sus trece años la inquisición capturó a su madre y padre por la naturaleza tan “satánica” del masculino y la labor “de brujería” de la femenina, ambos murieron en la hoguera pero no se fueron sin dejar bien resguardada a su pequeña.

Cada veinte de cada mes un acomodado y amable amigo de la familia visitaba a ésta y se embaucaba con ellos en un aventura, ya sea que juntos recorrieran la playa o abrieran un libro él empezó a formar parte del tan cerrado núcleo.Era un hombre solitario, de edad algo avanzada y con una nieta en el extranjero que recientemente había perdido la vida, la pequeña de su sangre era un secreto para todo vecino y amigo no muy íntimo pero incluso para los más cercanos y allegados era desconocido su fallecimiento, a pesar de saber de su existencia. Amari con los suaves rizos y su peculiaridad le recordaba a su nieta, pronto para ella él era un abuelo y para él ella su segunda hija.

Ocultaron con el señor y conde Lord. Carlos Minami Dirmask al fruto de su amor y dejaron así bien acomodada a su pequeña; segura y en brazos amoroso, tan amorosos como los de ellos. Habían escapado de la inquisición por mucho tiempo, una vida entera, quizá dos y los habían acorralado. Escapar era dejar a su pequeña vulnerable, expuesta con constancia de su existencia, no se iban a arriesgar.

Depositaron ambos un beso en la frente de su hija, ella comprendió y con lágrimas en los ojos los vio partir, total, la muerte para ellos juntos era otra aventura, ahora a ella le tocaba vivir la propia y los haría sentir orgullosos.

Extras