AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Alessandro Arnaldi
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Alessandro Arnaldi
Alessandro Arnaldi Wellesley
“LA FORTUNA ES EL COMPAÑERO DEL VALOR”
P E R F I L
♠Edad: 32 (22/Julio/1781) ♠Especie: Humano ♠Clase Social: Duque de Wellington, Príncipe de Waterloo, Duque de Ciudad Rodrigo, Vizconde de Talavera de la Reina y Grande de España ♠Orientación Sexual: Heterosexual. ♠Lugar de Origen: Inglaterra |
Descripción Física Durante su infancia tuvo tendencia a ser enfermizo, enclenque y el color de sus ojos era más bien de un tono límpido, más propio de la inocencia de un niño. Su piel era muy blanca y su cabello de color rubio. Conforme fue creciendo sus ojos se tornaron de un verde sombrío, su cabello tomo un color castaño claro, fue ganando músculo y no enfermaba más de lo que cualquier chico de su edad. Al entrar en la milicia dejo de ser piel y huesos, ahora podían apreciarse los frutos del ejercicio riguroso, mejoró mucho sus habilidades en armas y a la edad de 21 años alcanzo una altura de 188cm. Al dejar el servicio militar era un hombre hecho y derecho, de constitución robusta y fuerte. El pequeño niño pálido se había desvanecido y en su lugar había dejado a un guerrero. Descripción Psicológica Acababa de caer la noche y el viento gélido soplando podía sentirse a través de las paredes de la pequeña tienda. Colgados de los maderos que sostenían la tienda, podían verse amontonados un sin número de artículos extraños, frascos con ojos pequeños y grandes, ídolos tallados en hueso, miles de raíces y hierbas secas, veladoras de diferentes tamaños y colores, y muchas otras cosas que el joven Alessandro no alcanzaba a distinguir. Una débil luz oscilaba iluminando todo a medias, haciendo aparecer sombras horrorosas entre los objetos colgados en el techo de la carpa. -La curiosidad es innata en ti- se escuchó una voz joven y dulce que hizo sentir mejor a Alessandro a pesar de encontrarse en un lugar tan extraño. Él se encontraba sentado ante una pequeña mesa y frente a sí había una mujer, morena, de ojos obscuros, ataviada con un vestido del color de la sangre. Ella era tan hermosa que parecía irreal. Era una gitana o una bruja, quizá un poco de ambas. Alessandro no recordaba que loca idea le había llevado hasta allí y aunque una parte de sí deseaba irse, la otra... -Eres valiente, aunque te reservas el valor para tu conveniencia y eso es caer en el orgullo muchacho.- continuó la mujer, ajena a sus pensamientos. Sus manos del color de la canela barajeaban hábilmente un mazo de cartas conforme hablaba. La gitana sacó la primera carta y la colocó entre ambos. Sin embargo por más que Alessandro se esforzase, no lograba adivinar la figura en ella que la mujer estudiaba con afán. -Tienes demasiada confianza en ti mismo y muy poca en los demás, eres inteligente y astuto aunque a veces finges no darte por entendido, lo que te hace buen diplomático. En general eres buen estratega excepto a la hora en que tienes espada en mano... peleas con demasiada furia, demasiado ímpetu. El miedo a la muerte es algo saludable y tu careces de ello pero... la edad templará tu carácter, sí, sí... ¡Ah pero no te confíes! ten cuidado con esa ira tuya, sé que es difícil de provocar pero más difícil aún es de apaciguar y algún día a de llevarte a lugares sin retorno, a lugares que desearás no haber visitado...- Alessandro quería objetar a pesar de saber que la mujer tenía razón, no le gustaba la idea de que una desconocida supiera tanto sobre él. Más la sensación de que la gitana tenía algo importante que decirle, le hizo aguardar en silencio y permanecer atento a que terminara. -Muy bien, sabes guardar silencio aunque te corroa la impaciencia ¿no es así?- preguntó en tono burlón la mujer. Alessandro le fulminó con la mirada. No importaba que fuera tan hermosa como un ángel, le empezaba a desagradar su actitud. La gitana soltó una risita y entonces un viento helado cruzo la tienda y apagó la vela. Los objetos amarrados a los maderos del techo, entrechocaban haciendo ruidos extraños en una danza invisible y siniestra. Un escalofrió recorrió la espalda del joven quien se levantó de un salto. -Hay hambre en ti... hay ambición.- Se escuchó al viento gemir. La voz pastosa y lastimera de una anciana había suplido aquella melodiosa de un momento atrás. -Quieres ascender... muy alto- la voz rio como si le costara, como si se atragantara. -Cuidado... ¡o podrías terminar de pie sobre cráneos y huesos!- volvió a reír de una forma tan aterradora que Alessandro salió corriendo, tropezando con la silla en la que un momento atrás estuviera sentado y entonces, se despertó. |
H I S T O R I A
“Un zumbido en mis oídos hacía palpitar mi maldita cabeza como si estuviese a punto de estallar… la sensación me hizo recobrar a medias la consciencia, me hizo recordar el dolor y rechinar los dientes. Mis ojos se entre abrieron, intentando reconocer dónde estaba. El cielo era obscuro como boca de lobo, no se veía ninguna estrella o luz que me ayudara a saber dónde estaba. Intenté levantarme pero el endemoniado dolor me lo impidió, además mi cabeza daba vueltas probablemente a causa de un golpe… Eso me hizo pensar que tal vez estaba en campo abierto, vulnerable, probablemente en peligro y yo sin poder sobreponerme al maldito mareo… así que busqué con una mano la pistola en mi cinturón por si a algún idiota se le ocurría acercarse a intentar hacerse el héroe. La humedad que sentí repentinamente me hizo detenerme y llevarme los dedos a la altura de los ojos para cerciorarme de que el golpe en la cabeza no jugaba con mis sentidos. |
“Las yemas de mis dedos estaban manchados de un rojo obscuro, la sangre manaba a borbotones de mi abdomen y yo no lograba recordar en que estúpido momento había bajado la guardia y dejado que algún imbécil me hiriera, ni tampoco sabía cómo había llegado allí; tan sólo recordaba haber pensado que lo más importante era ganar costara lo que costara esa última batalla, enseñarles a esos amanerados franceses que no debían meterse con Inglaterra. Los revolucionarios no podían ganar, ése no podía ser el final.
Apenas fui capaz de terminar ése pensamiento y entonces todo se fue al demonio, la luz en mi mente se apagó.
¿Querías que te contara todo con lujo de detalles no? Entonces te diré, te lo contaré tal como pasó aunque te suene a que enloquecí a causa del dolor ¡diablos, quizá lo hice! Porque verás, la bruma en mis ojos se apartó y de pronto me vi transportó a otro lugar y tiempo. Yo era un mocoso otra vez, estaba sentado a la mesa contigo, padre; y creo que nos encontrábamos en tu biblioteca, en el Castillo de Dangan dónde nací… No pude ver muy bien los detalles, algo más llamaba mi atención. Un libro muy viejo, de hojas amarillas y con un peculiar olor a humedad -que me resultaba muy molesto-, se extendía delante nuestro.
-Tu bisabuelo y tu abuelo fueron barones hasta que me fue entregado el título de Conde de Mornington. Un día, si encuentras suficiente valor dentro de ti, la fortuna también te sonreirá de formas inesperadas.- Decías en mi visión con aquella voz solemne y llena de orgullo que solías usar cuando hablabas de la familia. Me ibas señalando los nombres de mi abuelo, mi bisabuelo, el tuyo, el de mi hermana y el mío en el árbol genealógico familiar mientras me narrabas por vigesimotercera vez la historia de los antepasados. No pude sino sonreír débilmente a tus palabras sintiéndome de nuevo cómo en aquél entonces, como el escuincle frágil que solía ser a los diez años. El futuro a veces asustaba a mi pequeño yo que encontraba mucho más interesantes los cuentos y las narraciones de aventuras, dónde no corría ningún peligro…
La escena se disolvió entonces como llevada pedazo a pedazo por una furiosa tempestad, dejándome cegado por un instante.
Luego de pronto estaba en casa con una mujer de tez blanca, cabellos negros y gestos nobles, era condenadamente hermosa y su mirada irradiaba fortaleza a pesar de que se asomaban las lágrimas en la comisura de sus ojos. Hacía mucho tiempo que ella se había resignado a que su hermano debía partir a una batalla tras otra, los líderes que apoyaban al Senado y la Cónsul eran fuertes pero se debilitaban día con día y no tardarían en caer como naipes en una torre de cartas. ¿Desde cuándo la base de un gobierno es una mujer? Era claro desde el principio que no duraría…
-¿Y nuestra madre, no vendrá a despedirme?- pregunté acariciando la mejilla pálida de mi hermana.
-Sabes que no soporta las despedidas desde que papá enfermó y… Por favor, asegúrate de volver… si te pasara algo… - replicó ella con voz entre cortada. Me limité a sonreírle. -Nada pasará hermanita, he luchado duramente para llegar hasta aquí y Dios está de nuestro lado- Le hice una reverencia, besé el dorso de su mano y me di media vuelta para marcharme. A mi dulce hermana aún le costaba trabajo asimilar que el muchacho nervioso e indeciso que entrara a la Academia militar hacía algunos años, antes de la revolución en Francia, fuera el mismo hombre que siendo ahora Comandante se despedía para ir luchar contra los enceguecidos perros falderos de la República.
Me encaminé entonces a la puerta principal, más al cruzar el umbral casi me deja ciego una luz blanquísima y entonces el dolor en mi abdomen reapareció, se hizo más agudo, casi insoportable como los dientes del mismo lucifer que se aferraban a mi carne y la masticaban. Tenía un sabor metálico en la lengua y sentía un frío de muerte que me calaba hasta los huesos. A lo lejos escuchaba las voces de mis hombres, llamándome… pero yo no encontraba mi boca para emitir queja alguna, mucho menos para poder responderles. Dolor era todo lo que sentía… hasta que llegó nuevamente la bendita obscuridad y se tragó todo.
Desperté en el hospital. Tuve que estar en cama varias semanas antes de poder levantarme de nuevo y mientras me las arreglé para soportar la mala comida y el olor a enfermedad y muerte. No es el mejor lugar en el que he estado pero bueno, al menos recobré mi cordura… Me quedó una cicatriz digna de una buena anécdota, lástima que el que me la hiciera ya no podría pagar. Los muertos sólo mueren una vez…
Me costó un tiempo recuperarme pero lo hice, volví padre. No dejé que la Doña me llevara, y cuando lo haga te aseguro que tendrá que llevarme a rastras, peleando y maldiciendo.”
Alessandro pasa la mano sobre el grabado de la cripta.
“En fin, ganamos no sólo esa endiablada batalla, sino la dichosa guerra y yo recibí el título de Duque de Wellington, un premio bien merecido por dejar mi sangre, fuerzas y casi la vida en el campo de batalla. Ahora ya en tiempos de paz me he retirado a la vida política para seguir engrandeciendo nuestro nombre… Es un tanto aburrido pero ¿qué se puede hacer? No se la puede pasar uno en refriegas toda la vida. Así que ya lo sabes, debes estar orgulloso dónde quiera que estés” hizo una pausa “Y ahora después todas las victorias obtenidas con puño de hierro en las sucesivas batallas de los últimos años, ahora que Dios le ha mostrado a Francia su lugar –muy lejos de Inglaterra- y que he traído tanto honor y gloria a nuestra familia, todavía hay algunos idiotas que se atreven a cuestionar mi decisión de hacer tratos con Isolda Di Sofrza y tomar a su hija como mi prometida. Pero tú me enseñaste a ver hacia futuro, y ciertamente veo muchas de mis ambiciones cumplidas con esa unión. Además Lidya es una perfecta dama, es joven, posee la belleza de un ángel encarnado, y el cuerpo de una bacante ¿Qué más se puede pedir a la vida? Estarías sumamente complacido con mi elección padre. Si tan sólo hubieses sido un poco más fuerte, habrías visto el mundo del nuevo siglo que tu hijo a ayudado a moldear.” suspiró “Te prometo que me aseguraré de que nuestro linaje continué y se vuelva una de las joyas más brillantes de la corona de Inglaterra” se inclinó sobre la cripta para poder susurrar sobre el mármol frío “Jamás olvidaré tus palabras acerca de que la fortuna, es el compañero del valor” El Duque de Wellington sonrió complacido consigo mismo y contemplando un momento más el lugar de descanso de su padre, se enderezó y salió del mausoleo sintiéndose más ligero que al entrar. Volvía a su hogar con la cabeza llena de planes y el corazón enchío de orgullo.
Apenas fui capaz de terminar ése pensamiento y entonces todo se fue al demonio, la luz en mi mente se apagó.
¿Querías que te contara todo con lujo de detalles no? Entonces te diré, te lo contaré tal como pasó aunque te suene a que enloquecí a causa del dolor ¡diablos, quizá lo hice! Porque verás, la bruma en mis ojos se apartó y de pronto me vi transportó a otro lugar y tiempo. Yo era un mocoso otra vez, estaba sentado a la mesa contigo, padre; y creo que nos encontrábamos en tu biblioteca, en el Castillo de Dangan dónde nací… No pude ver muy bien los detalles, algo más llamaba mi atención. Un libro muy viejo, de hojas amarillas y con un peculiar olor a humedad -que me resultaba muy molesto-, se extendía delante nuestro.
-Tu bisabuelo y tu abuelo fueron barones hasta que me fue entregado el título de Conde de Mornington. Un día, si encuentras suficiente valor dentro de ti, la fortuna también te sonreirá de formas inesperadas.- Decías en mi visión con aquella voz solemne y llena de orgullo que solías usar cuando hablabas de la familia. Me ibas señalando los nombres de mi abuelo, mi bisabuelo, el tuyo, el de mi hermana y el mío en el árbol genealógico familiar mientras me narrabas por vigesimotercera vez la historia de los antepasados. No pude sino sonreír débilmente a tus palabras sintiéndome de nuevo cómo en aquél entonces, como el escuincle frágil que solía ser a los diez años. El futuro a veces asustaba a mi pequeño yo que encontraba mucho más interesantes los cuentos y las narraciones de aventuras, dónde no corría ningún peligro…
La escena se disolvió entonces como llevada pedazo a pedazo por una furiosa tempestad, dejándome cegado por un instante.
Luego de pronto estaba en casa con una mujer de tez blanca, cabellos negros y gestos nobles, era condenadamente hermosa y su mirada irradiaba fortaleza a pesar de que se asomaban las lágrimas en la comisura de sus ojos. Hacía mucho tiempo que ella se había resignado a que su hermano debía partir a una batalla tras otra, los líderes que apoyaban al Senado y la Cónsul eran fuertes pero se debilitaban día con día y no tardarían en caer como naipes en una torre de cartas. ¿Desde cuándo la base de un gobierno es una mujer? Era claro desde el principio que no duraría…
-¿Y nuestra madre, no vendrá a despedirme?- pregunté acariciando la mejilla pálida de mi hermana.
-Sabes que no soporta las despedidas desde que papá enfermó y… Por favor, asegúrate de volver… si te pasara algo… - replicó ella con voz entre cortada. Me limité a sonreírle. -Nada pasará hermanita, he luchado duramente para llegar hasta aquí y Dios está de nuestro lado- Le hice una reverencia, besé el dorso de su mano y me di media vuelta para marcharme. A mi dulce hermana aún le costaba trabajo asimilar que el muchacho nervioso e indeciso que entrara a la Academia militar hacía algunos años, antes de la revolución en Francia, fuera el mismo hombre que siendo ahora Comandante se despedía para ir luchar contra los enceguecidos perros falderos de la República.
Me encaminé entonces a la puerta principal, más al cruzar el umbral casi me deja ciego una luz blanquísima y entonces el dolor en mi abdomen reapareció, se hizo más agudo, casi insoportable como los dientes del mismo lucifer que se aferraban a mi carne y la masticaban. Tenía un sabor metálico en la lengua y sentía un frío de muerte que me calaba hasta los huesos. A lo lejos escuchaba las voces de mis hombres, llamándome… pero yo no encontraba mi boca para emitir queja alguna, mucho menos para poder responderles. Dolor era todo lo que sentía… hasta que llegó nuevamente la bendita obscuridad y se tragó todo.
Desperté en el hospital. Tuve que estar en cama varias semanas antes de poder levantarme de nuevo y mientras me las arreglé para soportar la mala comida y el olor a enfermedad y muerte. No es el mejor lugar en el que he estado pero bueno, al menos recobré mi cordura… Me quedó una cicatriz digna de una buena anécdota, lástima que el que me la hiciera ya no podría pagar. Los muertos sólo mueren una vez…
Me costó un tiempo recuperarme pero lo hice, volví padre. No dejé que la Doña me llevara, y cuando lo haga te aseguro que tendrá que llevarme a rastras, peleando y maldiciendo.”
Alessandro pasa la mano sobre el grabado de la cripta.
“En fin, ganamos no sólo esa endiablada batalla, sino la dichosa guerra y yo recibí el título de Duque de Wellington, un premio bien merecido por dejar mi sangre, fuerzas y casi la vida en el campo de batalla. Ahora ya en tiempos de paz me he retirado a la vida política para seguir engrandeciendo nuestro nombre… Es un tanto aburrido pero ¿qué se puede hacer? No se la puede pasar uno en refriegas toda la vida. Así que ya lo sabes, debes estar orgulloso dónde quiera que estés” hizo una pausa “Y ahora después todas las victorias obtenidas con puño de hierro en las sucesivas batallas de los últimos años, ahora que Dios le ha mostrado a Francia su lugar –muy lejos de Inglaterra- y que he traído tanto honor y gloria a nuestra familia, todavía hay algunos idiotas que se atreven a cuestionar mi decisión de hacer tratos con Isolda Di Sofrza y tomar a su hija como mi prometida. Pero tú me enseñaste a ver hacia futuro, y ciertamente veo muchas de mis ambiciones cumplidas con esa unión. Además Lidya es una perfecta dama, es joven, posee la belleza de un ángel encarnado, y el cuerpo de una bacante ¿Qué más se puede pedir a la vida? Estarías sumamente complacido con mi elección padre. Si tan sólo hubieses sido un poco más fuerte, habrías visto el mundo del nuevo siglo que tu hijo a ayudado a moldear.” suspiró “Te prometo que me aseguraré de que nuestro linaje continué y se vuelva una de las joyas más brillantes de la corona de Inglaterra” se inclinó sobre la cripta para poder susurrar sobre el mármol frío “Jamás olvidaré tus palabras acerca de que la fortuna, es el compañero del valor” El Duque de Wellington sonrió complacido consigo mismo y contemplando un momento más el lugar de descanso de su padre, se enderezó y salió del mausoleo sintiéndose más ligero que al entrar. Volvía a su hogar con la cabeza llena de planes y el corazón enchío de orgullo.
Datos Extra ♠Pese a que conserva numerosos títulos dentro de la armada Inglesa, ahora que está sumergido en la vida política rara vez hace alarde de ellos. ♠Posee muchos tesoros y obras de arte invaluables acumulados durante sus días en batalla, empero destaca uno en su galería privada de la célebre Élisabeth Vigée Le Brun: un retrato de la otrora princesa de Francia, Dominique Fontaine, que Alessandro logró recuperar en el mercado negro durante una campaña en Waterloo. ♠Tiene una manada de sabuesos para la cacería, su preferido entre ellos es el macho alfa que obedece al nombre de Darcy. |
C r e d i t o s - H. B e t a n c o u r t
Henry Birdwhistle- Hechicero/Realeza
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Re: Alessandro Arnaldi
OBSERVACIONES:
TODO EN LA FICHA ESTA CORRECTA PERO OLVIDASTE REGISTRAR EL AVATAR LO CUAL ES NECESARIO, CUANDO LO HAGAS POSTEA DE NUEVO AVISANDO PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF APRUEBE TU FICHA. GRACIAS.
Asagi Dunkelheit- Vampiro Clase Alta
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Re: Alessandro Arnaldi
Avatar solicitado, gracias.
Henry Birdwhistle- Hechicero/Realeza
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Re: Alessandro Arnaldi
FICHA APROBADA
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES.
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES.
Asagi Dunkelheit- Vampiro Clase Alta
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