Nibor die Waise

por **Nibor** Mar Abr 01, 2014 6:59 am

DATOS BÁSICOS

NOMBRE DEL PERSONAJE

De pequeño era conocido como Waise (huérfano), pero la persona que en su infancia se preocupó más de él le puso el nombre de Kras Nibor, ya que le recordaba a su hermano pequeño, ya fallecido. Con el paso de los años empezó a ser conocido tan solo por Nibor. Al no conocer quién eran sus padres no sabe cuál es su apellido.

EDAD

Debido a que no sabemos con exactitud la fecha de su nacimiento y el gran castigo físico que ha sufrido su cuerpo, no podemos determinar su edad, solo podemos intuir que ésta se encuentra en torno a los 50 años. Habitualmente su apariencia física varía debido a su técnica de alteración.

ESPECIE

Humano. Brujo.

FACCIÓN A LA QUE PERTENECE

Inquisidor. Condenado. Tecnólogo.

TIPO, CLASE SOCIAL

Clase Media

ORIENTACIÓN SEXUAL

Heterosexual. Mujeriego.

LUGAR DE ORIGEN

Sus primeros recuerdos provienen de su infancia en Prusia

HABILIDADES/PODERES

Está considerado como uno de los grandes alquimistas e inventores de la época, a pesar de saber controlar la magia de los elementos, se centra más en la de su propia supervivencia, mediante ilusiones, cambios de apariencia y el conocimiento del futuro a corto y medio plazo. El hecho de poder leer el aura, ha hecho que pudiese evitar muchos conflictos o prepararse para combatirlos en el caso en el que sus premoniciones fuesen satisfactorias. Sus poderes son los siguientes:

► Hechicería
► Percepción del aura
► Premonición
► Alteración de la apariencia
► Creación de Ilusiones

A pesar de tener poder suficiente para acabar con vampiros neonatos y bestias heridas o debilitadas, su poder apenas afecta a los vampiros más longevos y a las criaturas en pleno apogeo de sus cualidades. Por lo tanto, suele usar hechizos de ilusión y evasión para poder escapar

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

La evolución del personaje ha estado marcada por los hechos acaecidos a lo largo de su vida. Podríamos decir que su inocencia fue arrebatada a una edad bastante temprana, viéndose forzado a sobrevivir por sus propios medios. De esta forma pasa a ser un joven astuto, de carácter fuerte que no se deja vencer frente a las adversidades.
El hecho de tener que combatir contra toda clase de criaturas desde su pubertad, hizo que sus sentidos se agudizaran y fuese cada vez más precavido, en situaciones pudiendo ser calificado como introvertido, tímido y antisocial.
Con la madurez adquirió la sabiduría que le aportó la experiencia y fue cuando perfeccionó sus conocimientos mágicos.
Siempre fue una persona extremadamente inteligente, frecuentemente infravalorada por los de su alrededor. Fría y distante con los desconocidos, pero al mismo tiempo sensible y generosa con sus allegados. No empezó a ser tomado en serio hasta llegar a una avanzada edad.
Nunca se ha considerado “un cobarde”, pero tiene la virtud de saber rehuir combates en los que su integridad física corre el riesgo de ser dañada. Prefiere vivir un día más antes de morir a manos de sus adversarios. En esta situación prefiere perder una batalla para poder seguir librando la guerra.
Aunque no tiene una ideología predefinida, lucha por lo que es justo y no tiene problemas en adoptar ningún tipo de creencia para poder subsistir. Su escepticismo le ha hecho cuestionarse si su magia reside en la naturaleza, es de carácter ancestral o simplemente ha sido una evolución del ser humano. No cree en Dios, aunque nunca lo ha negado públicamente, puesto que al ser Tecnólogo de la Inquisición, es conveniente que estos no conozcan su verdadera condición.

HISTORIA

Su nacimiento es un misterio, tan grande como el de su procedencia. Su historia se remonta a cuando era un simple crío, en el Ducado de Varsovia, cerca del rio Elba. Era una época difícil para un niño que no tenía padres que cuidasen de él. Prusia había sido derrotada por Napoleón y se había visto forzada a unirse al Bloqueo Continental.
Aunque el pobre huérfano habitualmente pasase hambre, no pudiese vestir más que unos harapos que él mismo tuvo que coserse a su temprana edad, tenía un sitio donde poderse cobijar los días de tormenta. Una anciana, conocida por el nombre de Anna, le dejaba dormir en los establos en los que su marido trabajaba, siempre y cuando éste ni ningún otro sirviente del feudo se percatase de su presencia. Se alimentaba de lo que le daban de comer a los caballos y algún que otro mendrugo de pan que le traía la anciana. En agradecimiento, le ayudaba con los menesteres del hogar cuando su marido no se encontraba en casa e iba a buscar agua al río Era cada vez que ella la necesitaba.
Así fueron pasando los años, hasta que una noche soñó que su protectora, la única persona que velaba por él, enfermaba. A la mañana siguiente pudo comprobar que lo que había soñado se había hecho realidad. Por muchos ungüentos, mejunjes y brebajes que le administraron a la anciana, ésta falleció a los dos días.
Después del desafortunado acontecimiento acaecido, el niño fue dando tumbos de un lado al otro, pero esta vez siguiendo y observando al boticario y con el sentimiento culpa de no haber podido salvar a la pobre Anna.
En los meses siguientes, ya era capaz de identificar una serie de hierbas y sabía como tratar los malestares más comunes. Llegó un día cuando tan solo tenía 11 años los soldados irrumpieron en el pueblo y se lo llevaron al frente junto con la mayoría de hombres capaces de sostener un arma.
Le asignaron al Tercer Cuerpo del ejército del Mariscal Blücher, a las órdenes del Teniente Barón Johann Adolf von Thielmann. A pesar de que le dieron ropa y comía más cantidad y con más frecuencia que cuando se encontraba en el pueblo, el joven huérfano tenía miedo y quería que todo eso acabase lo antes posible.
Gracias a sus conocimientos médicos fue trasladado a la retaguardia para cuidar de sus compañeros heridos en la Campaña de Waterloo. Día tras día los cuerpos se iban amontonando, no daban abasto con la cantidad de heridos que llegaban. Hubo un caso de un joven que llegó prácticamente destrozado, con marcas de arañazos y mordiscos, como si un animal le hubiese atacado, pero milagrosamente sus heridas empezaron a sanar, a tal velocidad que en menos de dos días ya no tenía ni cicatrices. Este extraño caso llamo la atención del joven, que empezó a ver la oscuridad que ocultaba dentro el soldado, no le inspiraba confianza.
La noche siguiente fue fría, la oscuridad solo era interrumpida por la luz que emanaba de la luna, redonda y majestuosa, en pleno esplendor. Fue entonces cuando uno aullido, agudo y terrorífico rompió el silencio de la noche y despertó al joven brujo. Al aproximarse para investigar pudo ver como una criatura de ojos rojos, garras y colmillos arrancaba los corazones a los pobres soldados moribundos sin que estos pudiesen hacer nada para evitarlo.
De pronto, la bestia se giró, tenía el rostro cubierto de sangre brillante, debido a la luz de la luna. Inmóvil, el joven quería echarse a correr, pero sus piernas no le respondían, contemplaba su final paralizado ante tan terrorífico engendro.
Cerró los ojos. Oyó un disparo. Algo grande había sido derribado. Al cabo de unos segundos, abrió los ojos de nuevo y pudo ver a la bestia, tumbada en el suelo. Al lado suyo, un hombre desaliñado de extraña indumentaria sostenía en sus manos un fusil todavía humeante. Así fue como el hombre misterioso, le explico que era un Cazador y le explico algunos de los peligros que oculta la noche.
El resto de la Campaña terminó sin ningún otro incidente sobrenatural. Después de lo ocurrido la curiosidad le concomía, así que sin dejar de lado su afán por conocer más remedios para tratar enfermedades, inició su viaje por Europa en busca de algún otro Cazador o alguien que pudiese calmar sus inquietudes.
En los años venideros, fue recopilando información acerca de seres sobrenaturales, aunque no consiguió ver ninguno con sus propios ojos. Fue entonces, cuando en Potsdam encontró a una bella joven, tenía algo distinto a las demás, era todo lo contrario a lo que había estado buscando años atrás. El joven de unos veintipocos años se acercó a la joven, no mucho mayor que él. La chica, al verle no tardó en reconocer su aura, aunque era débi, no cabía duda de que se trataba de un brujo, al igual que ella. Su nombre era Irene de Pfuel, nieta de la alquimista Madame de Pfuel, famosa por haber trabajado para Federico II y haber gozado de su protección.
Irene le explicó todo lo que sabía acerca de los brujos, le enseñó alguno de sus grimorios y le acogió en su casa. Al principio, el joven no podía dar crédito a lo que le estaban contando, pero una cosa estaba clara, era algo a lo que se sentía atraído.
Su relación fue a más, hasta el punto de que a las pocas semanas de estar en la ciudad había dado comienzo un romance que cada vez iba a más. Irene fue enseñándole conjuros, empezando por lo más básico y aumentando progresivamente el nivel de dificultad. Pero eso no era todo, también estaba aprendiendo a hacer pociones y elixires de los que nunca había oído hablar pero actuaban como si de un milagro se tratara a la hora de sanar a los enfermos.
Gracias a su amada, pudo conocer a otros Brujos e incluso a Cazadores y Gitanos, cada vez iba recopilando más información acerca de las clases y razas que para él eran desconocidas y tanto ansiaba conocer. El resto de engendros, tales como los Vampiros, Licántropos, Cambiaformas y Fantasmas ya no eran simples mitos, había podido estudiar las armas que se usaban para darles caza y alguna que otra parte de su anatomía previamente disecadas, que los más pudientes exhibían como trofeos, debidos a su alto coste y rareza.
Mientras Nibor iba adquiriendo cada vez más poder y conocimiento, su ya por aquel entonces esposa le comunicó que se encontraba en cinta. Pero había algo que le perturbaba, eran una serie de sueños donde podía ver como algo trágico se acercaba.
A los nueve meses Irene alumbró a su primogénita. Decidieron llamarla Anna, en honor a la anciana, por lo bien que se había portado la difunta mujer cuando Nibor solo era un crio. La familia era feliz pero el aprendiz de brujo no dejaba de tener los mismos sueños una y otra vez, aunque decidía ignorarlos a la mañana siguiente. Y así día tras día.
Sobre 1830 el cólera estaba haciendo estragos en Europa, pero gracias a los remedios de hierbas y la ayuda de la magia eran capaces de evitar ser contagiados e incluso sanar a los que se encontrasen en su primera fase. Lamentablemente la enfermedad se extendía mucho mas rápido de lo que ellos daban abasto. Los vampiros, cada vez más hambrientos, viendo como su ganado moría y el preferir evitar alimentarse de los enfermos, puesto que aunque no podían contagiarse el sabor d la sangre de éstos era nefasta, se peleaban por atacar a los que aún estaban sanos.
Una noche, cuando el alquimista, ya entrado en la treintena salió a suministrar un remedio a su vecino, ya que esté había caído en las garras de la epidemia, un grupo de vampiros irrumpieron en su casa y acabaron con la vida de su esposa y su hija.
La impotencia de no haberlas podido salvar y la culpa por no haber hecho caso a sus sueños le atormentaban. Después de darles sepultura cogió sus bártulos y partió en busca de venganza.
Durante su camino acabó con varias de las bestias, pero él sabía que la única manera efectiva para poder hacerles daño era uniéndose a la Inquisición, ya que su magia era más débil que su intelecto y él solo solo podía acabar con las criaturas más débiles.
Y así lo hizo, se unió a la Inquisición, al principio ocultando sus poderes y fingiendo amor por Dios. Nada más verle, le asignaron a los Tecnólogos, dónde pudo diseñar artilugios para cazar a esos seres, pócimas para sanar a los aliados o infligir dolor a sus enemigos. No fue hasta un tiempo después cundo se dió cuanta de que una facción oculta dentro de la Inquisición estaba compuesta por la misma clase de seres a los que detestaba, pero por lo visto habían renegado de su especie y ahora luchaban en su contra. Así fue como entro a formar parte de la facción conocida como Los Condenados

por **Asagi Dunkelheit** Mar Abr 01, 2014 6:19 pm

FICHA APROBADA
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES.

Nibor die Waise

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Re: Nibor die Waise