Jillian Thatcher

Personalidad

Toda una chica de mal carácter, poca paciencia y un tanto agresiva con quienes se burlen de ella. El impulso hecho persona. Otros tienen que controlarla para que no haga daño a policías y también para que no se meta en problemas, pero es bastante pedir. Una marimacho al pié de la letra. ¿Y de qué le sirve ser una señorita con vestido cuando está al fondo de la cadena alimenticia? Los hombres se llevan lo mejor y no lo entregarán por la buena, así que la única manera de hacerse un lugar es quitárselo. Es normal verla dando puñetazos y patadas por ahí como un matón. No necesita mucha provocación para estallar.

A nadie dice de su raza, pero tampoco lo oculta. Si alguien lo ve, lo ve y mala suerte. Dice no tener miedo de nada, pero no es una semidiosa. También siente miedo y dan ganas de huir, pero no huye aunque le castañeen los dientes de pavor. Es demasiado orgullosa como para admitir que hay adversarios que no puede vencer. "¡No te tengo miedo!" es su frase favorita, así como "Te voy a hacer pedazos" y "¿Te estás burlando de mí, hijo de perra?" De más está decir que no cuida ni las palabras que emplea. De ser por ella tampoco usaría vestido, pero si lo usase la llevarían a prisión junto con las demás mujeres, así que cuando usa pantalones lo hace disfrazada de hombre, tapando sus pechos pequeños y ocultando la rubia cabellera bajo alguna gorra.

Tiene gustos de todo tipo en cuento a lo amoroso, pero tiene muchas barreras para abrirse. Detesta enamorarse, pero le ocurre como a todo ser con capacidad emocional. Se pone de muy mal humor cuando está encaprichada con alguien, se dice que es tonta. Le han atraído personas de todo tipo: hombres, mujeres, travestis, absolutamente nada escapa a sus gustos físicos. Jillian asegura que se enamora de almas, no de cuerpos. Que eso de elegir por apariencias no es más que una patraña. Si alguien le plantea el tema del amor, ella arruga la nariz y dice "No me hables de cursilerías de niñata de papá"

No le gusta confiar, pero cuando termina confiando, es muy protectora como si se tratara de su propio pellejo. Problemas no tendrá para romperle la nariz a alguien que toque a los suyos. Después de todo, le fascina pelear.

Historia

En los suburbios de Irlanda la hija de una prostituta fue abandonada en el bosque. Era una de muchas que era relegada al olvido para tener uno de dos destinos: o ser devorada por los animales salvajes o ser “rescatada” por alguien interesado en sacarle provecho a la criatura. Jillian tuvo el segundo camino. La recogió un hombre encargado de uno de los tantos orfanatos de mala muerte de Dublín. Él recibía dinero por cada bebé, sobretodo si era recién nacido, así que no dudó en tomar a la niña. Y cuando se acabara el dinero, siempre podía prostituirla por allí a alguien que quisiera darse una vuelta por su lugar de trabajo.

Desde luego que tuvo problemas. Aquella no era una estancia para darle a los niños lo que necesitaran para ser adoptados; era una cárcel de niños. Tenía lo esencial para darle esa connotación: hacinamiento, cuartos bajo llave, peleas entre los prisioneros, comida que no la comían ni los cerdos, y abuso de los más fuertes. Jillian, así la llamaron, era una niña flacucha, desnutrida y sin nada que hacer frente a los matones gordos que habían ahí. Los hombres se llevaban la comida y a ella le tocaba lamer cosas que parecían huesos con carne, al igual que a otros que estaban enfermos que con suerte llegarían a los cinco años. Aunque un buen día consiguió una porción decente de comida para alimentarse, pero cuando llevaba el tercer bocado, un chico le quitó su sustento y comenzó a tragar como un monstruo. A Jillian le dio tanto coraje que sin darse cuenta de lo que hacía, se lanzó encima del pequeño ladrón y logró sacarle un diente. Desde ese día ganó respeto en el orfanato y nunca más volvieron a molestarla. Aprendió que esa era la manera de hacerse un lugar, no solamente en esas circunstancias, sino que en cualquier otra. Era realista y no tendría un futuro muy brillante saliendo de allí, lo sabía.

Pero cuando cumplió ocho años, una noche en que apenas conseguía dormir, fue testigo de cómo se llevaban a un chico del orfanato. Algo le decía que no se trataba de alguien que lo adoptase y tuvo razón; al otro día volvió y con sus pantaloncillos ensangrentados. No hablaba, ni siquiera luchaba por comer. Se dio cuenta de la horrible realidad: que el orfanato era el burdel infantil por excelencia. No esperó a que le pasara a ella, así que se dio a la fuga atrevidamente por las pestilente alcantarillas. Se coló en la carga del primer barco que encontró y llegó a Francia en medio de costales de trigo y ratones.

Comenzó a vivir de trabajos inestables como encomendera, pero lo que más hacía era subirse a los techos para reparar goteras y reforzar las casas en épocas de ventiscas. Fue así que adquirió el apellido Thatcher (techadora). De a poco le alcanzó para alquilar cuartuchos donde ni siquiera había cama o mueble alguno. Dormía en el piso. Sólo necesitaba comer y un techo donde no se aprovecharan de ella de alguna manera. ¿El resto? Ya lo vería.

Pero estaba harta de huir. Quería romperle la nariz a quienes se aprovechaban de gente como ella. Pasar por las calles cuando atrás suyo molían a golpes a un hombre no la hacía feliz. Le daba rabia, impotencia ser esa chica que apenas sí tenía carne. Quería cambiar su suerte, fuera como fuera.

Así fue que a sus catorce años fue testigo de algo asombroso. Se le había hecho tarde para volver a su cuarto cuando escuchó los gemidos de dolor de un sujeto. Siguiendo el sonido llegó a ese varón y fue testigo de cómo este se transformaba en una bestia. Parecía un lobo, pero no podía serlo; esos músculos y esa figura bípeda no podía ser un animal del mundo ordinario. Le vio trepar muros y destruir barriles a su alrededor hasta perderse en la espesura de la vegetación. ¡Era un poder inmenso! Aunque también incontrolable. Un licántropo era aquel. Había oído historias sobre ellos en el orfanato, pero no lo había creído hasta ahora. Allí decidió que obtendría ese poder fuera como fuera. Sólo así sería lo suficientemente fuerte.

Como era de esperarse, volvió a ver a esa personas circular por los mismos caminos día tras día para acudir a su trabajo. Lo siguió por semanas hasta que por fin llegó la luna llena, pero esta vez, en vez de esconderse como una cobarde, lanzó piedras para atraerlo hacia ella. Sabía que estaba arriesgando su vida, pero o se hacía fuerte o moría. No viviría siendo una niña indefensa. La persecución duró poco, considerando la velocidad superior del lupino, pero Jillian tenía un plan. Había preparado una trampa para que el ser cayera a un agujero oculto por ramas y tierra. Así fue. Tenía la criatura donde quería. La joven sabía lo que quería y no titubeó en estirar su mano a la improvisada prisión. “Toma mi debilidad” fue lo último que dijo antes de recibir bendición que otros en contra de su voluntad se convirtió en maldición.

Al ver la cicatriz en su mano al día siguiente, Jillian sintió orgullo de inmediato. Nadie se burlaría de ella, y el que lo hiciera, se arrepentiría. De esa manera comenzó a ganar dinero en peleas, además de sus reparaciones de tejados. No es mucho lo que gana, pero esta energía que la ha renovado goza siendo liberada. ¿Para qué gastarla en modales si no tiene nada que temer?

Poderes/Habilidades:
→ Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
→ Atributos: Garras afiladas, dentadura afiliada, rasgos lobunos (en su forma transformada) y longevidad.

→ Transformación: Habilidad de cambiar de forma humana a animal y viceversa. Cuando el licántropo está en su forma transformada aumenta un 50% su potencia física.
→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento; si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros licántropos cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida y su característico olor.

→ Fortaleza: Capacidad de resistencia extrema al dolor físico.
→ Adherencia: Capacidad para pegarse a las paredes. Esta habilidad le permite trepar grandes edificios.
→ Aullido: Habilidad para aturdir y dejar paralizado, por algunos instantes, a sus enemigos por medio de un aullido ensordecedor. En ese momento, el sonido golpea fuertemente el oído del enemigo y en ocasiones puede llegar a destrozarle los tímpanos o incluso causarle algunas lesiones cerebrales. El aullido también sirve para llamar otros de su misma raza.

Otros Datos:
• Su comida favorita son las manzanas. Tiene una manía por ellas.
• Es muy orgullosa para admitir que le atrae alguien. Incluso, se comporta más agresiva con ese que le guste.
• A veces duerme con la boca abierta y ronca sonoramente.
• Le gusta dejar entrar a perros callejeros a su cuarto para dormir abrigada.
• Suele saludar a la gente saltando encima o golpeando el hombro.
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OBSERVACIONES

- TU FICHA ES CORRECTA, SIN EMBARGO NO VEO LAS HABILIDADES/PODERES DE TU CRIATURA SOBRENATURAL, CORRIGE ESO POR FAVOR

POSTEA A CONTINUACIÓN CUANDO TERMINES TU FICHA PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF
PASE A REVISARLA Y TE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN. GRACIAS.