Crépuscule totale

por **Kellen von Rosenkreuz** Vie Jul 11, 2014 9:46 pm

état crépusculaire

Noche de Primavera• Habitación de suburbios

La noche cae, silente y fría. Las calles se visten de luto, las ánimas emergen de lo siniestro.
Observo por la ventana como un espectro cataléptico. Afuera llueve, las lágrimas de Dios me inquietan. ¿Por qué llora Dios?
Las gotas contra la ventana terminan su famélico recorrido. Una existencia tenue y tétrica, sin significativo como lo es la mía propia.
La luna se presenta roja escarlata. Sangrienta, en un maléfico teñir de muertes carmesíes.
¿Por qué reina el demonio en las calles?

Cada noche del año reflexiono sobre esto. Desnuda es la luna y pienso que me es sincera. Tantos años deposité mi confianza en su majestuosa omnipresencia para, a estas alturas, darme cuenta que siempre me ha burlado traicionera pues no es mi única y lo es de muchos.
Cada noche, estoy de pie como un pálido cadáver frente a esta roñosa ventana. Preguntándome sobre la eternidad y los infiernos. Sobre un edén y lo efímero de la existencia terrenal. La muerte, ¿Desde cuando dejé de temerle? Quizá desde aquel día que deje de huir de ella y pacté con ella un trato de compañía. Siempre estaremos juntos, mi alma le pertenece. Todos le pertenecemos.
Olvidé si alguna vez añoré luz en mi vida. Más bien, quiero olvidarlo pues su sólo recuerdo me hace sentir un pusilánime. Busqué, oh, busqué tantas veces y nada encontré más que los infortunios de virtudes en los rostros de los hijos del mundo.

Y es que me di cuenta que la esperanza es la aferración más masoquista que los seres pueden tener. Intento desligarme de toda esperanza en esta vida y, sí, lo consigo. ¡Pero demasiada luz me desespera! Necesito quemarme en vida, necesito sentir el dolor que me hace recordar que estoy vivo, que soy un ser humano. ¡Un hijo de Dios! Una repulsiva y dramática polilla de alas roídas que busca constantemente la luz que le quema en vida. Que le expía. Llamas que le enloquecen, que le hace recordar que el infierno existe y no está lejos.
He aquí los días que un hombre desprecia, he aquí la vida que lleva un errático que no agradece a su Dios vivir un día más cada día. He aquí ese malagradecido que no merece más que el desprecio de todos. Lo entiendo, lo entiendo tan bien. Lo acepto, lo acepto tan bien. Como la ostia de todos los días para mí se ha convertido el desprecio de los demás hacia mí. Es lo correcto, es lo que espero. Alguien que no se aprecia no puede tan siquiera aspirar a que los demás sientan misericordia por él. Debo ser sancionado, castigado, mutilado, despedazado y destripado. Lo sueño en las noches cuando puedo conciliar el sueño, lo concibo como una premoción. Seré desollado por los verdugos caníbales que hacen de nosotros, los infames, su carnicería festiva.
Nosotros, quienes navegamos en la nave de los locos, aberraciones incoherentes y brillantes, dignas de las comedias del teatro, hacemos de la tortura un goce personal. En el fondo, no queremos escapar por mucho que apelemos a lo contrario. ¿Qué es de un infame sin sus delirios? Tan vacío queda como un poeta sin absenta, sin la hermosa hada verde que vuela y seduce con su baile luminoso.

¿Qué son mis días? Cotidianos presagios de una mente poco sensata. Un día conozco a una persona, al otro día conozco a la misma persona. Un día retrato a la dueña de un burdel de mala muerte y al otro día sumerjo a su gato ¨Fifi¨en la tina cuando la Madame se descuida. Le sumerjo a esa bestia hasta que deja de arañarme. Salgo de su burdel aguantando la risa y es en la calle que dejo que las carcajadas se liberen. Oh, pobre y pequeña criatura, no eres más que una víctima.
Madame, creo que no le veré más. No veré más su rostro exageradamente pintado ni sentiré más su varilla golpeándome la mano maestra para apurarme en sus mil y un retratos. No sentiré más esa incómoda sensación de sentir sus pechos en mi espalda, ni sus manos invadiéndome sin permiso. Ni sus burlas hirientes cuando le rechazo una y otra vez, Mujer egocéntrica y vanidosa. No le veré más ni a usted ni a su estúpido gato endemoniado. El felino tenía un demonio habitando su cuerpo, nos estaba engañando a todos pues su intención era asesinarnos y comer nuestras almas desdichadas. Os he hecho un favor, vieja estúpida. Ése gato murmuraba cosas tan nefastas que no podía permitirle hablar más.

Es así como aniquilé mi pobre sustento económico. Mañana tendré que salir a buscar a quien desee ser retratado o quien tenga avideces menos presuntuosos y prefiera un paisaje templado.
Esta noche de melancolía e infamias, estoy tan solo y despiadado pero creo que un halo de calma sosiega mi alma. Pero presiento que ése gato, cuyo cuerpo alberga demontre, está cerca de mí. No en vida, pero sí su cadáver iracundo asechando en la penumbra para atacarme. Espero que ¨Fifi¨no guarde rencores… Y hasta podría charlar con el felino, después de todo… Es aburrido hablar solo todo el tiempo. ¿Querrá una taza de té?

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