AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Últimos temas
Lyssandro F. Pizzorulli | ID
2 participantes
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Lyssandro F. Pizzorulli | ID
▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲
Lyssandro Francesco Pizzorulli▲EDAD▲
25 años (400 años reales)▲ESPECIE▲
Vampiro▲FACCIÓN A LA QUE PERTENECE▲
---▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲
Clase alta▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲
Heterosexual▲LUGAR DE ORIGEN▲
Italia▲HABILIDADES/PODERES▲
→ Fortaleza: Capacidad de resistencia extrema al dolor físico.
→ Persuasión: Habilidad para controlar las acciones o el razonamiento de otra persona. Este poder logra que otras personas realicen acciones, sin que éstas puedan negarse o incluso darse cuenta, mediante palabras con entonación imperativa, es decir, ordenándolas.
→ Manipulación de la memoria: Concede la amnepatia y la recuperación mental, además ver los recuerdos de la gente y si se quiere proyectarlos en imágenes visibles para todos. También se puede aturdir a la gente mediante confusiones mentales dejándolos como "Enfermos mentales", pero solo temporalmente. Es muy difícil usar esta capacidad sin contacto ya que se requiere de mucha experiencia.
Lyssandro ha sido desde siempre un hombre dedicado a su trabajo. A veces, hasta un grado obsesivo-compulsivo. Es perfeccionista en todo lo que hace aunque pocas veces espera lo mismo de los demás, llegando a mostrar arrogancia al tener muy poca fe en los otros. Su frase característica es "Si quieres que algo salga, bien hazlo tú mismo". Tiene un carácter difícil si no se le tiene paciencia, pues a la larga puede mostrar facetas más accesibles.
Según la opinión de todos los que lo conocen, está "tocado". Muestra un desinterés anormal en el dinero y los títulos de poder, lo que parece contradecir su amor al arte y a la elegancia que predominaba en su época. Es muy distraído en paseos rutinarios y muy centrado en su trabajo; tiene muy mala memoria para recordar fechas exactas pero nunca olvida un rostro y el nombre de su respectivo dueño. Tiene un sentido del humor muy retorcido, pues a veces olvida que los humanos no están malditos como los vampiros.
Lyssandro posee ciertos matices de una persona bipolar, aunque no en un estado tan extremo. Puede alcanzar altos grados de psicosis dependiendo de su estrés emocional. Del lado contrario, aunque muy pocas veces en su existencia, se ha visto en profundas depresiones.
Es sumamente posesivo y puede llegar a matar si cree que está siendo amenazado de algún modo.
Cuando una persona le agrada y puede sentir cierta confianza hacia ella, se permite mostrarse un poco más relajado y optimista.
Según la opinión de todos los que lo conocen, está "tocado". Muestra un desinterés anormal en el dinero y los títulos de poder, lo que parece contradecir su amor al arte y a la elegancia que predominaba en su época. Es muy distraído en paseos rutinarios y muy centrado en su trabajo; tiene muy mala memoria para recordar fechas exactas pero nunca olvida un rostro y el nombre de su respectivo dueño. Tiene un sentido del humor muy retorcido, pues a veces olvida que los humanos no están malditos como los vampiros.
Lyssandro posee ciertos matices de una persona bipolar, aunque no en un estado tan extremo. Puede alcanzar altos grados de psicosis dependiendo de su estrés emocional. Del lado contrario, aunque muy pocas veces en su existencia, se ha visto en profundas depresiones.
Es sumamente posesivo y puede llegar a matar si cree que está siendo amenazado de algún modo.
Cuando una persona le agrada y puede sentir cierta confianza hacia ella, se permite mostrarse un poco más relajado y optimista.
El renacimiento italiano no fue precisamente la cumbre de la medicina y la ciencia, como comprendió Lyssandro desde muy joven. Él era la clase de muchacho con relaciones banales y deseos espirituales demasiado elevados. Tenía fe en la religión y sus enseñanzas, en las virtudes de una vida de castidad y en la belleza de un arte puramente divino. La escasa familia que le quedaba después de la tormentosa Peste negra era la "prueba" de que Dios no le había abandonado. No fue sino hasta sus veinte años, sin embargo, que una serie de decepciones con obispos, párrocos y sacerdotes comunes lo llevaron a replantearse su vida y la de todos en el mundo terrenal.
Buscó sabiduría en el arte, pero tenía poco pensamiento creativo y en aquella época abundaban los genios de la pintura. Si bien, no abandonó su aprecio por las cosas bellas, desistió por algo más práctico. Pasó unos cuantos años en compañía de un médico anciano que era muy respetado en Venecia, a donde se mudó desde Milán. Se convirtió en su aprendiz y asistente, pues el viejo hombre sufría de temblores en las manos que le impedían hacer suturas apropiadas. No tardó en apasionarse con la medicina, con el cuerpo humano y sus funciones. En aquel tiempo pensaba en el cuerpo humano como una obra de arte de Dios, como su escultura personal. Sin embargo, afrontó fuertes debates consigo mismo por el inminente enfrentamiento entre su fe y su pasión por el conocimiento. Deseaba más que otra cosa conocer cada función de la anatomía, aunque ello significara robar cadáveres o asesinar y mutilar a otras personas.
Sólo se atrevió, en realidad, a la primera opción, aunque no le parecía mucho más honorable. Tenía pesadillas todas las noches con el infierno, el purgatorio y demonios que le arrancaban las extremidades. Su tiempo en la Venecia de 1423 fue, quizás, la época que marcó sus severos problemas psicológicos. Por las mañanas ayunaba para rezar frente al altar y por las noches abría los cadáveres de hombres, mujeres y niños.
A los veinticinco años acudió con poco dinero a Florencia, tras la muerte de su anciano maestro. A esas alturas podía defenderse por su cuenta por el conocimiento que había adquirido en Venecia, aunque ya para ese entonces la gente lo consideraba un muchacho sombrío por el tiempo que le dedicaba a su trabajo. Retomó relaciones con algunos obispos de la ciudad, esperanzado de que su alma no hubiese sido condenada todavía. Tras obtener cierta fama por la cantidad de pacientes que había rescatado, fue llevado nada más y nada menos que ante su Santidad, el Papa Giuliano della Rovere, quien le tomó cariño de inmediato. Lyssandro pasó semanas al lado del pobre anciano, intentando calmar sus dolores y reponer su deteriorada salud. Habló con él respecto a sus pesadillas, confiándole sus peores temores y la fragilidad de su fe. Su Santidad le había prometido expiarlo de sus pecados, porque había visto muy en el fondo de sus ojos, la bondad de un hombre que ama a Dios.
Esto, sin embargo, nunca sucedería. El Papa murió poco tiempo después, sin que Lyssandro pudiera hacer nada al respecto. El pobre hombre de Milán sentía que lo había perdido todo, hasta que una noche descubrió, para su absoluto terror y repugnancia, que un hombre entre las sombras no era humano. Las sospechas que enardecían su pecho crearon un odio inmediato hacia aquella raza, sin mencionar, por su puesto, al responsable de la muerte de Giuliano. No sabía que su conocimiento sobre tan terribles sucesos era, a la vez, sabidos por el asesino de su Santidad.
Oraba a ya altas horas de la noche en uno de los templos más queridos por el joven, con las manos muy juntas y las rodillas cansadas por las horas en tal posición. Entonces la sombra que había acosado sus sueños últimamente, le miró con ojos despiadados y le otorgó la última maldición que colmaría su vida de desgracias.
Enfrentarse a una eternidad sin alma casi acabó con Lyssandro, especialmente con la poca cordura que le quedaba. Los siguientes meses y años fueron los más violentos en toda su existencia, obligándose a sí mismo a soportar dolorosos ayunos, hasta que descubrió que la abstinencia de la sed era muchísimo peor cuando inevitablemente cedía a ella. Tras algunas décadas, calmó sus bajos instintos. Aunque odiara tener que acdmitirlo, esto se debió en gran medida a las enseñanzas de Edric della Rovere, el hombre que lo había creado y al que había odiado tanto tiempo. Nunca terminó de sentir rencor hacia él, pero aceptó a regañadientes su conocimiento de la naturaleza que ahora los condenaba a ambos.
Aunque Lyssandro no dejó de creer en Dios, cambió radicalmente su forma de ver el mundo humano y espiritual. Consideraba que criaturas como él y Edric no podían tener cabida en el cielo, que Dios apenas podía ignorarlos independientemente de su buena conducta o vida virtuosa. Dejó de asistir a la Iglesia y abandonó las oraciones, centrando toda su atención en su trabajo.
Pasaron un par de siglos y, cansado del vigor que se sentía en Italia, decidió marcharse al norte del continente. En estos años aprendió idiomas como el inglés, el francés y el español, pero siempre con un marcado acento toscano. Vivía más tranquilamente en Hampshire, Inglaterra, en las costas sur donde los barcos atracaban durante semanas a la espera de un cargamento grande. Últimamente los comercios con América aumentaban, y eso convertía a la ciudad costera en una caja de sorpresas. Podía encontrase de todo. Incluso una joven herida a la que llevaron una tarde, cuando el sol había caído (cabe destacar que entonces todas sus consultas eran nocturnas). La muchacha, excepcionalmente bella, se encontraba en un estado crítico por múltiples heridas en su cuerpo. A simple vista, el médico supo que ella no podría sobrevivir por mucho más tiempo.
Hablaba con ella a menudo, cuando tenía suficientes fuerzas para mantener una conversación. Nunca tuvo la intención de encariñarse con ella, pero de pronto las pesadillas se difuminaban en extraños sueños dorados donde ella era la protagonista. Como una revelación, acudía a ella cada noche sólo con la intención de mirarla, de oír su voz, de saber cómo había llegado a semejante situación. Le desesperaba la idea de verla morir lentamente, de saber que incluso si vivía otro mes (cosa imposible), al cabo de unas décadas se marchitaría como una flor tras ser arrancada de su lecho. La noche en que una gota de sangre escurrió por la nariz de la joven, supo que no podía dejarla ir. Deseaba aferrarla a él con todas sus fuerzas. Dejarla sin respiración, pero con la oportunidad de existir más tiempo.
Le dio el beso de la muerte, extasiado con el sabor de la sangre que le quedaba. Faltó poco para matarla, pues su deseo superaba a cualquier pasión que en su juventud lo hubiese atormentado. Se rindió a sus pies al poco tiempo de transformarla, atento a cualquier necesidad de la joven, embriagado y demente. Pero al cabo de dos años, más o menos, tiempo suficiente para enseñarle lo más básico de su existencia, la culpa volvió a él y con más fuerza que nunca. ¡Vil demonio del infierno! Se repetía constantemente, creyendo que había perdido su alma y que tal abandono lo había convertido en una criatura cruel, egoísta y malvada.
A partir de entonces huyó lejos de su pequeña Beltaine. No quiso volver a Italia, aunque mantuvo contacto con Edric muy a su pesar, así que viajó por toda Francia en 1624. Cuando hubiese acumulado suficiente dinero para vivir cómodamente, se instaló en París a finales del siglo XVIII. Si bien, Lyssandro no le daba mucha importancia, la relación (aunque espinosa) con Edric le había permitido evadir a la Inquisición, figurando en los registros con falsos árboles genealógicos.
Buscó sabiduría en el arte, pero tenía poco pensamiento creativo y en aquella época abundaban los genios de la pintura. Si bien, no abandonó su aprecio por las cosas bellas, desistió por algo más práctico. Pasó unos cuantos años en compañía de un médico anciano que era muy respetado en Venecia, a donde se mudó desde Milán. Se convirtió en su aprendiz y asistente, pues el viejo hombre sufría de temblores en las manos que le impedían hacer suturas apropiadas. No tardó en apasionarse con la medicina, con el cuerpo humano y sus funciones. En aquel tiempo pensaba en el cuerpo humano como una obra de arte de Dios, como su escultura personal. Sin embargo, afrontó fuertes debates consigo mismo por el inminente enfrentamiento entre su fe y su pasión por el conocimiento. Deseaba más que otra cosa conocer cada función de la anatomía, aunque ello significara robar cadáveres o asesinar y mutilar a otras personas.
Sólo se atrevió, en realidad, a la primera opción, aunque no le parecía mucho más honorable. Tenía pesadillas todas las noches con el infierno, el purgatorio y demonios que le arrancaban las extremidades. Su tiempo en la Venecia de 1423 fue, quizás, la época que marcó sus severos problemas psicológicos. Por las mañanas ayunaba para rezar frente al altar y por las noches abría los cadáveres de hombres, mujeres y niños.
A los veinticinco años acudió con poco dinero a Florencia, tras la muerte de su anciano maestro. A esas alturas podía defenderse por su cuenta por el conocimiento que había adquirido en Venecia, aunque ya para ese entonces la gente lo consideraba un muchacho sombrío por el tiempo que le dedicaba a su trabajo. Retomó relaciones con algunos obispos de la ciudad, esperanzado de que su alma no hubiese sido condenada todavía. Tras obtener cierta fama por la cantidad de pacientes que había rescatado, fue llevado nada más y nada menos que ante su Santidad, el Papa Giuliano della Rovere, quien le tomó cariño de inmediato. Lyssandro pasó semanas al lado del pobre anciano, intentando calmar sus dolores y reponer su deteriorada salud. Habló con él respecto a sus pesadillas, confiándole sus peores temores y la fragilidad de su fe. Su Santidad le había prometido expiarlo de sus pecados, porque había visto muy en el fondo de sus ojos, la bondad de un hombre que ama a Dios.
Esto, sin embargo, nunca sucedería. El Papa murió poco tiempo después, sin que Lyssandro pudiera hacer nada al respecto. El pobre hombre de Milán sentía que lo había perdido todo, hasta que una noche descubrió, para su absoluto terror y repugnancia, que un hombre entre las sombras no era humano. Las sospechas que enardecían su pecho crearon un odio inmediato hacia aquella raza, sin mencionar, por su puesto, al responsable de la muerte de Giuliano. No sabía que su conocimiento sobre tan terribles sucesos era, a la vez, sabidos por el asesino de su Santidad.
Oraba a ya altas horas de la noche en uno de los templos más queridos por el joven, con las manos muy juntas y las rodillas cansadas por las horas en tal posición. Entonces la sombra que había acosado sus sueños últimamente, le miró con ojos despiadados y le otorgó la última maldición que colmaría su vida de desgracias.
Enfrentarse a una eternidad sin alma casi acabó con Lyssandro, especialmente con la poca cordura que le quedaba. Los siguientes meses y años fueron los más violentos en toda su existencia, obligándose a sí mismo a soportar dolorosos ayunos, hasta que descubrió que la abstinencia de la sed era muchísimo peor cuando inevitablemente cedía a ella. Tras algunas décadas, calmó sus bajos instintos. Aunque odiara tener que acdmitirlo, esto se debió en gran medida a las enseñanzas de Edric della Rovere, el hombre que lo había creado y al que había odiado tanto tiempo. Nunca terminó de sentir rencor hacia él, pero aceptó a regañadientes su conocimiento de la naturaleza que ahora los condenaba a ambos.
Aunque Lyssandro no dejó de creer en Dios, cambió radicalmente su forma de ver el mundo humano y espiritual. Consideraba que criaturas como él y Edric no podían tener cabida en el cielo, que Dios apenas podía ignorarlos independientemente de su buena conducta o vida virtuosa. Dejó de asistir a la Iglesia y abandonó las oraciones, centrando toda su atención en su trabajo.
Pasaron un par de siglos y, cansado del vigor que se sentía en Italia, decidió marcharse al norte del continente. En estos años aprendió idiomas como el inglés, el francés y el español, pero siempre con un marcado acento toscano. Vivía más tranquilamente en Hampshire, Inglaterra, en las costas sur donde los barcos atracaban durante semanas a la espera de un cargamento grande. Últimamente los comercios con América aumentaban, y eso convertía a la ciudad costera en una caja de sorpresas. Podía encontrase de todo. Incluso una joven herida a la que llevaron una tarde, cuando el sol había caído (cabe destacar que entonces todas sus consultas eran nocturnas). La muchacha, excepcionalmente bella, se encontraba en un estado crítico por múltiples heridas en su cuerpo. A simple vista, el médico supo que ella no podría sobrevivir por mucho más tiempo.
Hablaba con ella a menudo, cuando tenía suficientes fuerzas para mantener una conversación. Nunca tuvo la intención de encariñarse con ella, pero de pronto las pesadillas se difuminaban en extraños sueños dorados donde ella era la protagonista. Como una revelación, acudía a ella cada noche sólo con la intención de mirarla, de oír su voz, de saber cómo había llegado a semejante situación. Le desesperaba la idea de verla morir lentamente, de saber que incluso si vivía otro mes (cosa imposible), al cabo de unas décadas se marchitaría como una flor tras ser arrancada de su lecho. La noche en que una gota de sangre escurrió por la nariz de la joven, supo que no podía dejarla ir. Deseaba aferrarla a él con todas sus fuerzas. Dejarla sin respiración, pero con la oportunidad de existir más tiempo.
Le dio el beso de la muerte, extasiado con el sabor de la sangre que le quedaba. Faltó poco para matarla, pues su deseo superaba a cualquier pasión que en su juventud lo hubiese atormentado. Se rindió a sus pies al poco tiempo de transformarla, atento a cualquier necesidad de la joven, embriagado y demente. Pero al cabo de dos años, más o menos, tiempo suficiente para enseñarle lo más básico de su existencia, la culpa volvió a él y con más fuerza que nunca. ¡Vil demonio del infierno! Se repetía constantemente, creyendo que había perdido su alma y que tal abandono lo había convertido en una criatura cruel, egoísta y malvada.
A partir de entonces huyó lejos de su pequeña Beltaine. No quiso volver a Italia, aunque mantuvo contacto con Edric muy a su pesar, así que viajó por toda Francia en 1624. Cuando hubiese acumulado suficiente dinero para vivir cómodamente, se instaló en París a finales del siglo XVIII. Si bien, Lyssandro no le daba mucha importancia, la relación (aunque espinosa) con Edric le había permitido evadir a la Inquisición, figurando en los registros con falsos árboles genealógicos.
Hoy en día un psiquiatra podría diagnosticar a Lyssandro como "Bipolar" con ligeros casos de ansiedad y paranoia.
Detesta a los Licántropos más que a cualquier otra raza, aunque tampoco se fía de los gitanos ni de los hechiceros. Sólo ve con buenos ojos a los humanos e, incluso así, cree que todos pueden corromperse.
Habla en total cinco idiomas.
Recientemente se ha desarrollado en él la habilidad de manipular la memoria, por lo cual aún no la domina ni la conoce bien.
Detesta a los Licántropos más que a cualquier otra raza, aunque tampoco se fía de los gitanos ni de los hechiceros. Sólo ve con buenos ojos a los humanos e, incluso así, cree que todos pueden corromperse.
Habla en total cinco idiomas.
Recientemente se ha desarrollado en él la habilidad de manipular la memoria, por lo cual aún no la domina ni la conoce bien.
Lyssandro F. Pizzorulli- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 15/09/2014
Edad : 29
Re: Lyssandro F. Pizzorulli | ID
FICHA APROBADA
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
QUE TE DIVIERTAS.
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
QUE TE DIVIERTAS.
Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
- Mensajes : 10717
Fecha de inscripción : 11/01/2010
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