AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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í d e m ~ p r i v a d o
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í d e m ~ p r i v a d o
Él se había presentado ante mí una tarde de lluvia. Ofrecí un par de conciertos en aquella carpa una semana más donde rápidamente me hice de un par de conocidos y aceptó dejarme trabajar por un plazos corto a cambio de nada, mi interés nunca había sido obtener dinero de esas exposiciones, mi objetivo más bien era un tanto egoísta pues necesitaba ausentarme de aquellas visiones y retazos de imágenes en blanco y negro que rondaban los pasillos de mi psiquis. Extrañamente con aquel chico coincidí en muchos puntos de vista, siempre había tratado con personas mayores que yo y el hecho de charlar con jóvenes de mi edad era algo aun nuevo para mí. Su nombre aun rondaba mis pensamientos y había sido hasta la fecha la única persona con quien me mostré tal como era.
Había solo un detalle que había omitido develar por razones obvias y necesitaba sincerarme en algún momento con él, quien a estas alturas se podía llamar un amigo, un compañero para charlar y reír de cosas comunes. Me alejé un periodo corto de aquel lugar por temor a seguir mintiendo en cierta forma. Fue una semana casi entera de reclusión nuevamente, donde me deje abatir por demonios que danzaban al ritmo lúgubre de la sonoridad del cello. Ese instrumento maldito que mostraba un lado mío que nunca había aceptado del todo, pero que tampoco podía rechazar. Toque, toque una y otra vez esas cuerdas para ahogarme en el vaivén de sus ritmos, me hundí en esa catarsis más de una vez.
Se acercaba el fin de semana y recuperado un poco más decidí tomar un baño para pasar el día entero en casa, justo antes de que el reloj marcara las cinco menos diez fui notificado por la servidumbre de nueva correspondencia. Supuse que alguien necesitaba de mis servicios como músico, yo estaba dispuesto a ir ahora que mi etapa de penumbras había cesado. Tomé aquella hoja y la firma al final de la misiva me tomo por sorpresa... Deverick Coupemachè. Sonreí apenas con desgano, pues su invitación había llegado en el momento oportuno, yo le había relatado antes de mis lapsos y recaídas, supuse de este modo que él había esperado a que yo estuviera repuesto para hablar nuevamente. Tomé mi abrigo y salí apresuradamente.
Camine por las calles observando a mi alrededor la magia que Paris encerraba en cada una de las personas que transitaban sus empolvadas calles, sobre mi cabeza la bóveda añil resaltaba con tenues matices rojizos, el crepúsculo anunciaba su llegada en poco tiempo, tan solo me detenía a contemplar esta visión por intervalos. Al llegar a mi destino pocas personas quedaban ya a las afuera del pabellón, me quedé de pie frente a ese espectáculo trayendo a mi viejos recuerdos de la primera vez que me había presentado ahí, en un momento de distracción me deje engullir por la atmosfera que imperaba en el lugar esperando encontrarle. Cerré los ojos y mantuve así por minutos, horas quizás. Soñador, ausente.
Última edición por Sören Schweinsteiger el Mar Sep 30, 2014 4:15 pm, editado 1 vez
Sören Leininger- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 44
Fecha de inscripción : 22/07/2014
Re: í d e m ~ p r i v a d o
Su caligrafía era perfecta. La pluma, humedecida su punta en tinta, se deslizaba con suavidad pero rapidez por el trozo de pergamino, explicando con palabras amistosas pero aun así educadas que su amigo Sören fuese al Circo aquella tarde. A su circo. Aún seguía sonando raro en su mente, pero sí, desde hacía varios años era el dueño de aquel espectáculo tan peculiar de París. Volvió a mojar la pluma en el tintero y firmó, sacando varias líneas circulares de la k rodeando tanto el nombre como el apellido, de manera estilizada y elegante.
La relación entre Deverick y Sören surgió de manera repentina, pero en poco tiempo se hicieron buenos amigos. Ahora ambos confían el uno en el otro, tanto que Sören le confesó algo casi inconfesable a Dev, y éste se propuso ayudarle en todo lo posible. Le ayudaría y le ayudará, de hecho, en todo lo que pueda. De igual modo, Sören sabe que la hechicería corre por las venas de Deverick, lo cual hace las cosas mucho más claras. Otra cosa que Deverick escondía era el pensamiento que tenía acerca de Sören en lo relativo a su belleza.
Exacto, le parecía alguien atractivo, pero en su vida no había cabida para el amor y menos aún en una amistad tan grande. Dejando a un lado la amistad y el cariño que sin duda Deverick sentía por él, tocaba el violín de manera magistral, y nada mejor que dicho instrumento para amenizar la espera entre espectáculo y espectáculo del circo.
Llevaba varios días sin acudir, y Deverick había comenzado a preocuparse con él tanto como “jefe” que como amigo. ¿Le habría fallado en algo, habría hecho algo mal para que los dos se distanciasen? Bueno, eran sólo días, la cosa no era tan grave como para hablar de distanciamiento. Dobló el pergamino y lo introdujo en un sobre que cerró con lacre y un sello que él mismo diseño, con un DC correspondiente a sus iniciales. Le indicó a uno de sus trabajadores que la llevase con rapidez al hogar de Sören y luego se acomodó en el asiento de su despacho, si es que podía recibir tal nombre. Era una carpa menor, más rígida que la del circo en sí, con una mesa y varias estanterías con libros junto a ella. No había nada más que un montón de papeles desordenados en el escritorio, donde llevaba el registro de actuaciones y personajes.
A media tarde decidió salir al exterior y apostillarse junto al vendedor de las entradas, es decir, junto a la abertura de la carpa principal. Sus ojos verdes, que parecían de cristal y piedras preciosas, se fijaban en todos y nadie. ¿Por qué eligió esa vida, cuando con sus poderes pudo haber aspirado más alto? Sin duda, el haber perfeccionado desde pequeño la técnica del encandilamiento hacía su vida mucho más fácil. Mirar a alguien a los ojos y al instante tenerle para lo que él quisiera... parecía ciencia ficción, pero era la pura realidad. Entonces le observó, le reconoció por su porte y su barba. Sonrió al verle con los ojos cerrados y se acercó a él, posando ambas manos en su hombro, esperando que no se asustase o alterase.
—Sören, cuánto tiempo —dijo, evidentemente exagerando, y se lanzó a darle un abrazo amistoso. No se avergonzaba de qué pudiesen pensar los demás, al fin y al cabo no era tan extraño abrazar a un hombre que encima era amigo tuyo—. Si quieres, podemos pasar a mi... ¿despacho? —rió divertido—, o conversar mientras vemos el espectáculo. Seguro, segurísimo que tienes cosas que contarme.
La relación entre Deverick y Sören surgió de manera repentina, pero en poco tiempo se hicieron buenos amigos. Ahora ambos confían el uno en el otro, tanto que Sören le confesó algo casi inconfesable a Dev, y éste se propuso ayudarle en todo lo posible. Le ayudaría y le ayudará, de hecho, en todo lo que pueda. De igual modo, Sören sabe que la hechicería corre por las venas de Deverick, lo cual hace las cosas mucho más claras. Otra cosa que Deverick escondía era el pensamiento que tenía acerca de Sören en lo relativo a su belleza.
Exacto, le parecía alguien atractivo, pero en su vida no había cabida para el amor y menos aún en una amistad tan grande. Dejando a un lado la amistad y el cariño que sin duda Deverick sentía por él, tocaba el violín de manera magistral, y nada mejor que dicho instrumento para amenizar la espera entre espectáculo y espectáculo del circo.
Llevaba varios días sin acudir, y Deverick había comenzado a preocuparse con él tanto como “jefe” que como amigo. ¿Le habría fallado en algo, habría hecho algo mal para que los dos se distanciasen? Bueno, eran sólo días, la cosa no era tan grave como para hablar de distanciamiento. Dobló el pergamino y lo introdujo en un sobre que cerró con lacre y un sello que él mismo diseño, con un DC correspondiente a sus iniciales. Le indicó a uno de sus trabajadores que la llevase con rapidez al hogar de Sören y luego se acomodó en el asiento de su despacho, si es que podía recibir tal nombre. Era una carpa menor, más rígida que la del circo en sí, con una mesa y varias estanterías con libros junto a ella. No había nada más que un montón de papeles desordenados en el escritorio, donde llevaba el registro de actuaciones y personajes.
A media tarde decidió salir al exterior y apostillarse junto al vendedor de las entradas, es decir, junto a la abertura de la carpa principal. Sus ojos verdes, que parecían de cristal y piedras preciosas, se fijaban en todos y nadie. ¿Por qué eligió esa vida, cuando con sus poderes pudo haber aspirado más alto? Sin duda, el haber perfeccionado desde pequeño la técnica del encandilamiento hacía su vida mucho más fácil. Mirar a alguien a los ojos y al instante tenerle para lo que él quisiera... parecía ciencia ficción, pero era la pura realidad. Entonces le observó, le reconoció por su porte y su barba. Sonrió al verle con los ojos cerrados y se acercó a él, posando ambas manos en su hombro, esperando que no se asustase o alterase.
—Sören, cuánto tiempo —dijo, evidentemente exagerando, y se lanzó a darle un abrazo amistoso. No se avergonzaba de qué pudiesen pensar los demás, al fin y al cabo no era tan extraño abrazar a un hombre que encima era amigo tuyo—. Si quieres, podemos pasar a mi... ¿despacho? —rió divertido—, o conversar mientras vemos el espectáculo. Seguro, segurísimo que tienes cosas que contarme.
Deverick Coupemachè- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/09/2014
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Re: í d e m ~ p r i v a d o
Estaba tan absorto en mis propias conjeturas y espejismos que ni siquiera le escuché aproximarse, el roce de sus manos me tomó por sorpresa y el abrazo imprevisto que respondí efusivamente rompió esa corta distancia entre ambos. Una línea se dibujó en mis labios al verle una vez más, respondí al gesto y mi diestra enguantada estrechó la suya. Reí después de escuchar la primera oración después de un par de días de mi alejamiento.
-Deverick, ¿Cómo estás? Ciertamente…mucho tiempo.- sonreí.
Casi olvidaba el vigor en Deverick, esa fachada un tanto despreocupada que contrastaba con mi austeridad y es que durante el transcurso de mi adolescencia en Berlín me había topado con muchas clases de personas, pero en él existía ese aire de misticismo que me mantenía un tanto inquieto, aun sabiendo que poseía dones sobrenaturales intuía que había algo más tras esa mirada diáfana.
La penumbra de la noche pronto caería y esta sería la última función por el día de hoy, tenía que hablarle sobre mí, sobre este peso que a veces era un tanto difícil de soportar y que había sido el principal motivo de ausencia. Así mismo disculparme con él ya que quizás había causado problemas por desaparecer sin notificarle y dejar ese espacio de mis participaciones con el instrumento.
-En efecto, tengo un par de cosas que contarte.- respondí.
Titubeé por unos instantes, si aceptaba la invitación al espectáculo lo pasaría increíble, pues sería la primera vez que disfrutaría del show como espectador, pero una parte mía necesitaba ese acercamiento con él nuevamente.
-¿Tu despacho?- Reí abiertamente. -Claro, tu despacho estará bien.-
Mientras me dirigía hacia el costado de la carpa principal, respondí al saludo vigoroso del boletero agitando mi mano al aire. Era una sensación extraña, convivir con esas personas me había regalado de cierto modo un sentimiento de familiaridad, en un par de días les había llegado apreciar. Ingresé de inmediato y la visión de los estantes con libros y papeles me remontó a la biblioteca de mi abuelo, visiones fragmentadas de él leyendo a mi lado y mi padre con una pipa recargado en la sala, con las manos en el periódico o sumergido en sus investigaciones paranormales, cuanto tiempo había pasado ya. Sacudí la cabeza alejando esas memorias, no las necesitaba ahora.
-Vaya que tienes trabajo por hacer.- Le dije mientras observaba la pila de documentos, de mi bolsillo saqué posteriormente la carta que me había enviado.
-Deverick, yo… quiero agradecerte la invitación.- Sonreí. -Pero… también quiero pedirte una disculpa, por retirarme así como así, espero no haberte causado mayores complicaciones al dejar ese hueco en tus números.-
La fama de ese circo había aumentado considerablemente desde que él tomó el mando, a veces en mis momentos de soledad, reflexionaba como un hombre de su categoría había decidido quedarse en Paris como administrador principal teniendo muchas otras oportunidades en puerta con su potencial y genio. Era algo que no me había atrevido a preguntarle, ni siquiera tenía el valor de saludarle sin la protección de los guantes, no tenía ningún derecho a invadir su privacidad y su pasado. El silencio se posesionó de la escena mientras esperaba su respuesta y me mantuve de pie admirando cada rincón del lugar, eran muchas las horas que habíamos conversado y sin embargo era la primera vez que me encontraba en el interior de un lugar tan sagrado y privado para Deverick.
Sören Leininger- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/07/2014
Re: í d e m ~ p r i v a d o
Le guió hasta su despacho, la carpa pequeña adosada a la principal y sin duda separadas por una especie de pared resistente que lo insonorizaba. Algo bastante extraño. Una montaña de papeles en el escritorio además de las ya mencionadas estanterías les recibieron. Sonrió suavemente ante lo que mencionó del trabajo, negando con la cabeza suavemente. —Estúpido papeleo, nada más, no te preocupes —la sonrisa se borró de su rostro con sus siguientes palabras, y dirigió a Sören a la silla que antes había estado ocupando él, tirando muy suavemente de sus hombros hacia abajo para que se sentase. Él apoyó la rabadilla en el escritorio y se cruzó de brazos, rodando suavemente los ojos.
—Sören, no te preocupes. Creo que ambos tenemos la confianza suficiente como para saber que no pasa nada. Es cierto... es cierto que me gustaría que me avisases con más tiempo la próxima vez, o que al menos me avisases al día siguiente, pero es igual. Los malabares con fuego son casi tan buenos como tú con tu instrumento, así que supe encontrarte un sustituto —bromeó moviendo una mano para quitarle importancia y soltando una suave carcajada antes de volver a cruzar los brazos. Realmente no le importaba demasiado que faltase varios días para amenizar la espera entre espectáculo y espectáculo. Eran amigos, Deverick confiaba en él. Sin embargo, sabía que su falta tenía algún motivo que sin duda conocería antes de que la noche cayese sobre ellos, aunque tuviese que sacarlo a fuego de Sören.
Se dirigió a un armarito que había junto a las estanterías y sacó dos vasos de cristal, así como una botella que protegía con un tapón de corcho medio litro de whisky. Llevó los dos vasos al escritorio y los llenó algo más de la mitad, para no tener que estar yendo y viniendo a por la botella, principalmente. Volvió a guardar ésta en el armarito y le ofreció uno de los vasos a Sören, chocándolo con el suyo cuando el susodicho lo cogió, en una especie de brindis.
—¿Qué pasa por tu mente, Sören? ¿Hay algo que debas contarme? Sabes que puedes hacerlo. Es más, sabes que quiero que lo hagas. —. Le dio un pequeño sorbo al whisky, mientras sus ojos claros, esos que contrastaban con su piel morena, se clavaban en Sören. Podría utilizar su habilidad de encandilamiento para conseguir que le contase la verdad, pero no había necesidad de hacerlo. Sabía que su amigo tenía demasiadas cosas en la cabeza; lo último que quería era obligarle a nada. Sin embargo, estaba mostrando cuán buen amigo era. Le prometió ayuda una vez, y siempre se la prometería y ofrecería.
—Sören, no te preocupes. Creo que ambos tenemos la confianza suficiente como para saber que no pasa nada. Es cierto... es cierto que me gustaría que me avisases con más tiempo la próxima vez, o que al menos me avisases al día siguiente, pero es igual. Los malabares con fuego son casi tan buenos como tú con tu instrumento, así que supe encontrarte un sustituto —bromeó moviendo una mano para quitarle importancia y soltando una suave carcajada antes de volver a cruzar los brazos. Realmente no le importaba demasiado que faltase varios días para amenizar la espera entre espectáculo y espectáculo. Eran amigos, Deverick confiaba en él. Sin embargo, sabía que su falta tenía algún motivo que sin duda conocería antes de que la noche cayese sobre ellos, aunque tuviese que sacarlo a fuego de Sören.
Se dirigió a un armarito que había junto a las estanterías y sacó dos vasos de cristal, así como una botella que protegía con un tapón de corcho medio litro de whisky. Llevó los dos vasos al escritorio y los llenó algo más de la mitad, para no tener que estar yendo y viniendo a por la botella, principalmente. Volvió a guardar ésta en el armarito y le ofreció uno de los vasos a Sören, chocándolo con el suyo cuando el susodicho lo cogió, en una especie de brindis.
—¿Qué pasa por tu mente, Sören? ¿Hay algo que debas contarme? Sabes que puedes hacerlo. Es más, sabes que quiero que lo hagas. —. Le dio un pequeño sorbo al whisky, mientras sus ojos claros, esos que contrastaban con su piel morena, se clavaban en Sören. Podría utilizar su habilidad de encandilamiento para conseguir que le contase la verdad, pero no había necesidad de hacerlo. Sabía que su amigo tenía demasiadas cosas en la cabeza; lo último que quería era obligarle a nada. Sin embargo, estaba mostrando cuán buen amigo era. Le prometió ayuda una vez, y siempre se la prometería y ofrecería.
Deverick Coupemachè- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/09/2014
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Re: í d e m ~ p r i v a d o
Sobre mis hombros estaba el tacto nuevamente de sus manos. No opuse resistencia alguna y apoyé todo mi peso sobre la silla, sonreí ligeramente y mis manos enguantadas acariciaron los extremos del mueble, como intentando adaptarme en una posición que no me pertenecía. Levanté mis ojos y ladeé la cabeza al notarle tan seguro frente a mí, sin apartar un segundo mi mirada de la suya. Escuché con detenimiento todas y cada una de las palabras que proferían sus labios, él estaba en lo cierto, teníamos la suficiente confianza para no callar nuestros pensamientos. Aun así, yo me estaba comportando como un extraño ocultándome en mi claustro de memorias sin y dilemas sin resolver.
–Descuida, no volveré a desaparecer así como así. Lo prometo– dije en un intento por disculparme nuevamente.
Suspiré y escuché sus pasos dirigirse al fondo del lugar, acepté gustoso el trago y brindé con él ¿La razón? No podía haber una mejor que encontrarme nuevamente con él, la única persona que hasta ahora se había ganado un espacio en mí, puesto que confiaba ciegamente en él y esta no sería la excepción, si quería empezar a tener cierto control sobre este don debía apoyarme en alguien y ese alguien era Deverick, nadie más.
–La verdad es que– Me detuve unos instantes, no estaba del todo seguro como iniciar a desgranar las palabras.
–Como bien sabes durante un tiempo me refugie en la calma momentánea que el efecto del alcohol brinda creyendo haber encontrado una salida, después de mi incidente el cual ya conoces, he tenido que lidiar con esta maldición que cae sobre mis hombros, día a día tengo que hallar la forma de bloquear esas imágenes, esos pensamientos que giran alrededor de cada individuo que saludo. Lo intento ¿Sabes? Realmente intento encontrar un motivo por el cual fui marcado con esta habilidad sobrenatural, honestamente no sé cómo puedes soportar esa empatía– Moví la cabeza con desgano manteniendo la cabeza ligeramente agachada, sonreí y le mire de nuevo para proseguir en mi confesión.
–Estos días de ausencia, son algo a lo que llamo un encuentro con mi otro yo, como bien sabes amo tocar el violín, pero así mismo, poseo la habilidad de ejecutar el cello, aunque únicamente lo hago en momentos depresivos, momentos oscuros que debo combatir para sobrellevar la búsqueda de mi padre. Sé bien sé que no es excusa, pero en ocasiones siento que esto me sobrepasa–
Ahí estaba yo en un intento por revelar los últimos detalles de mi pasado que hasta el día de hoy había mantenido ocultos celosamente. Con Deverick no había necesidad de usar máscaras, él sabría si yo estaba mintiendo de cualquier modo. Saboreé de un sorbo mi bebida hasta dejar el vaso casi vació, giré el mismo en mi mano cubierta por los guantes oscuros de piel jugando con el líquido imitando círculos. Esa sensación describía mi estado de ánimo actual, me sentía corriendo en la misma dirección sin hallar una salida.
Sören Leininger- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/07/2014
Re: í d e m ~ p r i v a d o
Le escuchó atentamente, llevando de vez en cuando el vaso de vidrio a sus labios para darle un trago al licor. Quería abrazarle, consolarle, hacerle ver que tenía un amigo para lo que necesitase, pero tocar su piel era peligroso. Tocar sus manos lo era aún más, a pesar de que las llevaba enguantadas y no ocurriría nada. Se acercó a él, frotando y acariciando uno de sus hombros cubiertos por la ropa, amistosamente. —No te preocupes. Sabes que, siendo tú, es decir, conociendo lo que te ocurre, puedes ausentarte lo que quieras. —. Sólo le fastidió que no le avisase, nada más; por lo demás, no tenía molestia alguna. No debía ser fácil tener el don que tenía Sören mientras, además, buscaba a su padre.
Suspiró dándole otro sorbo al licor, haciéndose con una silla plegable que había en aquella especie de despacho y sentándose junto a él, pero de lado, para poder estar cara a cara. —Avísame cada vez que te sobrepase. Quizá no haga demasiado... pero aquí estoy. Soy tu amigo antes que tu jefe, Sören, que lo sepas, ¿sí? —le dio una patada muy suave en un pie, para que alzase los ojos. Le animaría antes de que el sol se escondiese tras el horizonte más lejano de París, y Deverick lo sabía. Se fijó entonces en algo que no había notificado hasta ahora. Su aura.
Tenía un color gris bastante apagado que a Deverick no le gustaba. No era tan experto como sus padres en el ámbito de la hechicería, pero sabía que Sören no estaba pasando por un buen momento. La última vez que le vio tocando el violín ante el público del circo tenía un aura de tonalidades verdes, que dejaba claro que disfrutaba con lo que hacía, que se sentía bien con el violín inundando la gran carpa con sus notas. Pero el gris era casi tan negativo como el negro. Recordó entonces aquel poder tan negativo que también tenía su madre, la nigromancia.
Si el padre de Sören estaba muerto —el susodicho no lo creía, por eso le buscaba—, podría llegar a comunicarse con él. Sería difícil, llevaría horas de espera y sufrimiento para Deverick... ¿pero y si lo conseguía? Por otro lado, podría usar la reminiscencia y bucear por el pasado más reciente de Sören. ¿Hasta qué punto podría considerarse aquello un ataque a su privacidad? No, no, era su amigo, no debía hacer tales cosas sin su permiso. Así que se echó un poco hacia delante en su asiento y le picó una rodilla, atrayendo así su completa atención. —Créeme cuando te digo que puedo ayudarte. Quizá navegando en tus recuerdos encuentre algo de relevancia.
Si se lo negaba, usaría el encandilamiento... Por enésima vez, ¡no!, pensó; a veces parecía que su cerebro era totalmente independiente del resto de su cuerpo, que pensaba para otro ser más racional que el moreno Deverick.
Suspiró dándole otro sorbo al licor, haciéndose con una silla plegable que había en aquella especie de despacho y sentándose junto a él, pero de lado, para poder estar cara a cara. —Avísame cada vez que te sobrepase. Quizá no haga demasiado... pero aquí estoy. Soy tu amigo antes que tu jefe, Sören, que lo sepas, ¿sí? —le dio una patada muy suave en un pie, para que alzase los ojos. Le animaría antes de que el sol se escondiese tras el horizonte más lejano de París, y Deverick lo sabía. Se fijó entonces en algo que no había notificado hasta ahora. Su aura.
Tenía un color gris bastante apagado que a Deverick no le gustaba. No era tan experto como sus padres en el ámbito de la hechicería, pero sabía que Sören no estaba pasando por un buen momento. La última vez que le vio tocando el violín ante el público del circo tenía un aura de tonalidades verdes, que dejaba claro que disfrutaba con lo que hacía, que se sentía bien con el violín inundando la gran carpa con sus notas. Pero el gris era casi tan negativo como el negro. Recordó entonces aquel poder tan negativo que también tenía su madre, la nigromancia.
Si el padre de Sören estaba muerto —el susodicho no lo creía, por eso le buscaba—, podría llegar a comunicarse con él. Sería difícil, llevaría horas de espera y sufrimiento para Deverick... ¿pero y si lo conseguía? Por otro lado, podría usar la reminiscencia y bucear por el pasado más reciente de Sören. ¿Hasta qué punto podría considerarse aquello un ataque a su privacidad? No, no, era su amigo, no debía hacer tales cosas sin su permiso. Así que se echó un poco hacia delante en su asiento y le picó una rodilla, atrayendo así su completa atención. —Créeme cuando te digo que puedo ayudarte. Quizá navegando en tus recuerdos encuentre algo de relevancia.
Si se lo negaba, usaría el encandilamiento... Por enésima vez, ¡no!, pensó; a veces parecía que su cerebro era totalmente independiente del resto de su cuerpo, que pensaba para otro ser más racional que el moreno Deverick.
Deverick Coupemachè- Hechicero Clase Alta
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Re: í d e m ~ p r i v a d o
Había estado encubriendo todas estas crónicas dentro de mí, luchando con ellas para poder sobrevivir después del incidente. Mientras tanto el mundo a mi alrededor seguía su curso de forma habitual, no me estaba percatando de lo que realmente importaba, el aquí y él ahora se estaban esfumando entre mis dedos mientras yo mantenía una postura “cómoda” sufriendo y lamentándome por no poder comprender lo que sucedía conmigo.
Sentí esa cercanía y la forma en que Deverick estaba luchando por atravesar esa barrera que yo mismo había colocado por ¿Seguridad? ¿Temor? ¿Cobardía? De cualquier modo, no estaba siendo justo con él.
–No tengo como agradecerte, primero me aceptas en tu circo y ahora esto– Sonreí ampliamente, no lo hacía muy a menudo estos días pero necesitaba romper con esto.
Asentí al escucharle nuevamente. Con mi mano libre alcancé su hombro y devolví el gesto de amabilidad sabiendo que el guante evitaría entrometerme en sus remembranzas.
Estaba completamente advertido de sus habilidades, tenía un ligero conocimiento de lo que podía ocurrir si yo aceptaba que las usara en mí. De acuerdo a un pequeño tratado que redactó mi padre a uno de sus colegas, descubrí que algunos brujos poseían el don de navegar hacia el pasado de las personas por medio de un simple roce, otros incluso podían dominar la voluntad del otro sin que este se percatara. Como todo en este mundo una dualidad siempre se encuentra presente, coexistiendo dentro de nosotros. ¿Qué tipo de habilidad poseía Deverick entonces? Le miré fijamente perdiéndome momentáneamente en el reflejo de sus ojos claros. En todo este tiempo no había reparado en la belleza de los mismos.
Necesitaba confiar en él, ahora más que nunca, necesitaba respuestas o terminará volviéndome loco si no lo estaba ya. Un ligero suspiro escapó de entre mis labios, mismos que saborearon el último sorbo de licor. Coloqué el vaso sobre el escritorio y volví a mirarle.
–De acuerdo, hazlo, sabes que no permitiría a nadie más hacer esto– me detuve un par de segundos –Confío en ti, ciegamente lo sabes, solo… no vayas demasiado atrás ¿De acuerdo?– Reí ampliamente.
No estaba seguro de que era lo que él encontraría, si bien tuve la dicha de vivir una infancia y adolescencia plagada de atenciones por parte de mi abuelo y la servidumbre, una parte en mí aún seguía siendo un misterio. De cierto modo, aún me apenaba mostrar ese lado frágil, las noches de conciertos en la mansión, las ausencias constantes de mi padre y mis sentimientos contrariados hacia las personas del mismo sexo, todo estaba ahí comprimido en razonamientos ilógicos que habían declinado la balanza hacia un estado de aparente ausencia mental.
El proceso exacto no lo conocía, así que decidí descubrirme ante él. Poco a poco retire ambos guantes dejando mis manos libres. Era la primera vez que realizaba este ritual fuera de la rutina póstuma a ejecutar alguno de mis instrumentos. Cerré los ojos pensando que esto sería algo parecido. Noté la fragancia de Deverick, un aroma inconfundible, a lo lejos me parecía escuchar el inicio del show.
Sören Leininger- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/07/2014
Re: í d e m ~ p r i v a d o
Sonrió al escuchar que aceptó, y negó divertido con la cabeza cuando le dijo que no fuese muy atrás. Lo intentaría. Estaba nervioso, pero no por observar los recuerdos de Sören... sino por lo que éste pudiese observar de él. Al fin y al cabo, iba a tocar sus manos, él vería el pasado de Deverick, ¿o no? Aun así, éste nunca lo sabría. Estaría concentrado en navegar, con permiso, por el pasado de su amigo violinista. Quería, pero a la vez no. Suspiró y se acercó a él, observando sus manos. Estilizadas y elegantes, pero masculinas. ¿Por qué narices se fijaba en aquello? Rodó los ojos para sí mismo y luego carraspeó.
—Sören... necesito verte los ojos —su madre, de quien lo aprendió todo, lo hacía así. También preparaba una poción para que los recuerdos se viesen con más nitidez, pero Deverick lo veía más que innecesario. Iba a investigar, no a estudiarse de memoria el pasado de su amigo—. Vamos, no soy tan feo. —. Bromeó divertido, intentando calmar un poco la tensión que, al menos por parte del moreno, se había formado tan de repente. Cuando los abrió, los ojos claros de Deverick escudriñaron los de Sören, y perdiéndose en ellos, su boca susurró unas palabras... que quizá no eran necesarias, pero que siempre decía.
Le asustaba que Sören, al tocarle, pudiese ver cómo mató al anterior dueño del circo mientras practicaba sexo con él habiendo usado su poder de seducción. Le asustaba que Sören, al tocarle, pudiese ver aquella épica bronca de sus padres porque el chico odiaba su manera de tratar la hechicería, a pesar de que su madre era su educadora. Tragó saliva, agarrando las manos de Sören y sintiendo un cosquilleo que navegó con rapidez a su corazón y a su cerebro, como si fuesen descargas eléctricas. Descargas eléctricas traducidas en imágenes.
Las cosas pasaban rápido, pero Deverick observó con claridad cómo su padre se iba. Cómo aprendía a tocar el violín. También acudió a su primer concierto, aunque fuese por apenas unos cuantos segundos. Observó la muerte de su abuelo. Y observó cómo bebía hasta caer inconsciente al agua. Y sin quererlo, observó cómo su padre se despedía de su amigo, y con un gran esfuerzo, se soltó de los dedos de Sören, negando con la cabeza. No podía ver eso, aunque al menos ya conocía qué rostro tenía la persona a la que su amigo buscaba. Sus ojos brillaban, así que parpadeó varias veces para evitar llorar si seguían humedeciéndose.
—Nada... —tragó saliva, incapaz de mirarle a los ojos. No había dado resultado—. He estado mirando muy poco... pero no quería llegar a ese momento... y llegué. Lo siento, Sören. Pero no me suena haber visto ese rostro por París. Aunque han pasado, ¿cuánto, veinte años?, y es posible que haya cambiado. Ahora tengo otra pregunta... ¿has visto algo tú, al tocarme?
Le miró fijamente, y ardió en deseos de volver a agarrar sus manos. Aun no habiéndole gustado lo que había visto, la despedida de su padre, estaba deseando saber más de su pasado.
—Sören... necesito verte los ojos —su madre, de quien lo aprendió todo, lo hacía así. También preparaba una poción para que los recuerdos se viesen con más nitidez, pero Deverick lo veía más que innecesario. Iba a investigar, no a estudiarse de memoria el pasado de su amigo—. Vamos, no soy tan feo. —. Bromeó divertido, intentando calmar un poco la tensión que, al menos por parte del moreno, se había formado tan de repente. Cuando los abrió, los ojos claros de Deverick escudriñaron los de Sören, y perdiéndose en ellos, su boca susurró unas palabras... que quizá no eran necesarias, pero que siempre decía.
Le asustaba que Sören, al tocarle, pudiese ver cómo mató al anterior dueño del circo mientras practicaba sexo con él habiendo usado su poder de seducción. Le asustaba que Sören, al tocarle, pudiese ver aquella épica bronca de sus padres porque el chico odiaba su manera de tratar la hechicería, a pesar de que su madre era su educadora. Tragó saliva, agarrando las manos de Sören y sintiendo un cosquilleo que navegó con rapidez a su corazón y a su cerebro, como si fuesen descargas eléctricas. Descargas eléctricas traducidas en imágenes.
Las cosas pasaban rápido, pero Deverick observó con claridad cómo su padre se iba. Cómo aprendía a tocar el violín. También acudió a su primer concierto, aunque fuese por apenas unos cuantos segundos. Observó la muerte de su abuelo. Y observó cómo bebía hasta caer inconsciente al agua. Y sin quererlo, observó cómo su padre se despedía de su amigo, y con un gran esfuerzo, se soltó de los dedos de Sören, negando con la cabeza. No podía ver eso, aunque al menos ya conocía qué rostro tenía la persona a la que su amigo buscaba. Sus ojos brillaban, así que parpadeó varias veces para evitar llorar si seguían humedeciéndose.
—Nada... —tragó saliva, incapaz de mirarle a los ojos. No había dado resultado—. He estado mirando muy poco... pero no quería llegar a ese momento... y llegué. Lo siento, Sören. Pero no me suena haber visto ese rostro por París. Aunque han pasado, ¿cuánto, veinte años?, y es posible que haya cambiado. Ahora tengo otra pregunta... ¿has visto algo tú, al tocarme?
Le miró fijamente, y ardió en deseos de volver a agarrar sus manos. Aun no habiéndole gustado lo que había visto, la despedida de su padre, estaba deseando saber más de su pasado.
Deverick Coupemachè- Hechicero Clase Alta
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Re: í d e m ~ p r i v a d o
Escuché la instrucción y derribando aquel último velo que aún me protegía de sus habilidades asentí. No solo estaba abriendo los ojos, del mismo modo estaba abriendo una ventana en retrospectiva. En ese instante el tiempo se detuvo, mis latidos extrañamente acelerados me estaban demostrando de muy por encima de ser mi amigo, no dejaba de ser un chico y sumamente apuesto. Curiosamente él hizo una mención similar y no pude evitar reír como tonto ¿Habría sido capaz de leer mi mente? El roce de sus manos era cálido, evité apretarlas con fuerza y dejé que fuera él quien llevara el control de la situación. Fue un lapso en el cual mi mente se mantuvo en blanco, estaba un tanto nervioso y ansioso a la vez, necesitaba saber que estaba pasando conmigo.
Hasta este momento no me había puesto a pensar que al tener contacto directo con él sería viable profundizar en parte de sus memorias también, siendo honesto nunca pensé algo así llegara a suceder. Fue imprevisto el modo en el cual poco a poco las pinceladas en blanco y negro arribaron a mi mente, una habitación alumbrada apenas por candiles, dos siluetas entregándose a un acto tan mundano, arquee una de mis cejas al notar que una de ellas caía sin vida ya. ¿Qué estaba pasando? La siguiente proyección llegó más fuerte aun restándome tiempo para detenerme a analizar lo anterior. Una figura femenina muy hermosa a lado de un joven Deverick, su madre o institutriz seguramente, todo era tan volátil que se difuminó de la misma forma en que había llegado.
Se había soltado de mí perdiendo toda conexión física, pero existía un enlace aún más fuerte, uno que encontró bases sólidas desde el primer día que le vi.
—Así es Deverick, poco más de veinte años, no te preocupes— dije al mismo tiempo que llevaba mi diestra a mi sien.
Cerré los ojos tratando de recuperarme, las visiones iban y venían siempre pero había algo tóxico en estas, había algo más allá de la fachada de Deverick, algo oculto de lo cual apenas logré ser testigo.
—Descuida... apenas pude vislumbrar parte de tus recuerdos, aunque si te soy sincero hay un par de cosas que desconocía—
Ya reestablecido me quedé de pie frente a él ¿Cómo iba a ser yo capas de cuestionarle el hecho de haber asesinado? ¿Cómo? Pero al mismo tiempo necesitaba saber si en algo podía yo ayudarle para que eso no volviera a suceder, no estoy por juzgar pero me costaba quizás admitir que él me empezaba a importar. Traté de pensar menos y me tomé un par de segundos antes de abordarlo.
—¿Por qué Deverick? ¿Qué te obligó a cometer aquel acto?— y llevé mi mano izquierda hacia su pecho tratando de encontrar algo ahí, una razón que justificara lo que había presenciado momentos previos.
—No soy quien para preguntártelo lo sé, pero… temo que algún día se pudiera repetir y siendo honesto no me gustaría ver eso nuevamente—
Esa parte oscura en Deverick se manifestó por sobre todo lo que pude haber visto, de igual modo él cargaba con un pasado igual o más tortuoso que el mío.
Sören Leininger- Hechicero Clase Alta
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Re: í d e m ~ p r i v a d o
Así que sí, lo había visto. Se frotó la frente y las sienes antes de caminar inquieto por aquel despacho, de un lado a otro. No estaba en el circo. Ya no. Ahora se encontraba cayendo en un pozo que aparentemente no tenía fondo, pero que en realidad sí lo tenía. Aun así, Deverick dudaba de cuál sería ese fondo. ¿Dejaría Sören de confiar en él? ¿Dejaría de acudir al circo a tocar? ¿Dejarían de ser amigos? Deverick esperaba que no. Confiaba en el moreno demasiado. Sus ojos brillaban de rabia, rojos, mientras se inundaban de un líquido especial. Sí, lágrimas.
Deverick le dio la espalda a Sören y hundió la cara en una de sus manos, donde lloró en silencio, mientras negaba con la cabeza y hacía acopio de todas sus fuerzas para hablar. Se había dado cuenta tarde de que era un monstruo. —Estaba desesperado... llegué de Lyon con el dinero de mis padres, pero no quería vivir de las rentas siempre...
Se había calmado, pero no se atrevía a mirar a su amigo. Si lo hacía, se sentiría despreciable. Recobró la compostura, poniéndose recto y moviendo un poco los hombros, para luego cruzarse de brazos y relamerse los labios con suavidad, mirando el suelo asfaltado sobre el cual había puesto antaño su carpa. —No sabía dónde trabajar. Me sentía fatal viviendo en los lujos de los que me rodeaba sin tener un origen de tales lujos. El caso es que busqué y busqué empleo, sin llegar a ninguno que me gustase. Y el circo... siempre me pareció exótico, así que pensé, ¿por qué no ser el dueño?
Se giró lentamente, comprobando que su amigo seguía allí. Le miró fijamente, mordiéndose con fuerza el labio inferior antes de seguir hablando. —Pero claro, ya estaba cogido ese puesto. Hice uso de ese poder que ya sabes que tengo, el de seducción... y cuando estábamos, ya sabes... en la cama, le maté. Y ahora, en estos instantes, me odio por ello.
Se acercó a él, alzando las manos y posándolas en los hombros de Sören. Tras mirarle fijamente durante varios segundos con sus ojos tan característicamente claros, le atrajo hacia sí y le dio un abrazo, sin importarle lo que el otro pudiese llegar a pensar. Le palmeó con cariño la espalda durante unos instantes y luego suspiró, negando con el rostro. —Siento que hayas tenido que ver eso...
Deverick le dio la espalda a Sören y hundió la cara en una de sus manos, donde lloró en silencio, mientras negaba con la cabeza y hacía acopio de todas sus fuerzas para hablar. Se había dado cuenta tarde de que era un monstruo. —Estaba desesperado... llegué de Lyon con el dinero de mis padres, pero no quería vivir de las rentas siempre...
Se había calmado, pero no se atrevía a mirar a su amigo. Si lo hacía, se sentiría despreciable. Recobró la compostura, poniéndose recto y moviendo un poco los hombros, para luego cruzarse de brazos y relamerse los labios con suavidad, mirando el suelo asfaltado sobre el cual había puesto antaño su carpa. —No sabía dónde trabajar. Me sentía fatal viviendo en los lujos de los que me rodeaba sin tener un origen de tales lujos. El caso es que busqué y busqué empleo, sin llegar a ninguno que me gustase. Y el circo... siempre me pareció exótico, así que pensé, ¿por qué no ser el dueño?
Se giró lentamente, comprobando que su amigo seguía allí. Le miró fijamente, mordiéndose con fuerza el labio inferior antes de seguir hablando. —Pero claro, ya estaba cogido ese puesto. Hice uso de ese poder que ya sabes que tengo, el de seducción... y cuando estábamos, ya sabes... en la cama, le maté. Y ahora, en estos instantes, me odio por ello.
Se acercó a él, alzando las manos y posándolas en los hombros de Sören. Tras mirarle fijamente durante varios segundos con sus ojos tan característicamente claros, le atrajo hacia sí y le dio un abrazo, sin importarle lo que el otro pudiese llegar a pensar. Le palmeó con cariño la espalda durante unos instantes y luego suspiró, negando con el rostro. —Siento que hayas tenido que ver eso...
Deverick Coupemachè- Hechicero Clase Alta
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Re: í d e m ~ p r i v a d o
Mi intención nunca había sido el de juzgarle. Lejos de todas las opiniones que yo pude haber forjado respecto a lo que vi, me sentí un poco impotente, incapaz de poder hacer algo por el ahora que conocía un poco más a fondo parte de su pasado. Todo ese dolor y culpabilidad sobre sus hombros durante este tiempo. En mi mente las imágenes del asesinato estaban claras aún, sin embargo frente a mi tenia a un hombre destrozado y con muchos sueños en los bolsillos, con muchos ánimos de continuar pese a las venialidades que pudo haber concebido anteriormente. Negué con la cabeza cuando Deverick me mostró la espalda, no podía dar crédito, era algo imposible de asimilar en primera instancia.
Sus oraciones a veces quebrantadas me dejaron entrever que sea cual fuese el motivo estaba sumamente arrepentido. Nadie es perfecto y claramente estaba que yo no sería quien le señalaría. Un torrente de sentimientos se arremolinó en mí, sentí deseos de sanar ese daño. ¿Pero cómo? ¿Que podría hacer un simple humano como yo con escasas habilidades psíquicas? E
Entonces él se volvió y el rastro de lágrimas en su mirada cristalina derrumbo cualquier juicio, cualquier opinión que yo pudiera haber formulado se desvaneció al instante al verle en dicho estado de fragilidad. Aquel hombre que alguna vez me tendió la mano me necesitaba, necesitaba ese amigo que yo había prometido algún día ser para él.
No razoné ninguno de mis movimientos posteriores. Dejé que el fuera quien encontrara ese remanso de sosiego en aquel abrazo que me estaba robando. Por un par de segundos mis latidos se aceleraron considerablemente ¿Qué estaba pasando conmigo? Cerré los ojos y mis brazos respondieron al gesto sujetándole suavemente contra mí, hundí mi rostro en su hombro y mis manos recorrieron su espalda y el silencio cayó sobre nosotros apenas irrumpidos por los aplausos y exclamaciones que decoraban la última gala de esta noche. A lo lejos un par de murmullos se hicieron escuchar, sinceramente no presté mucha importancia a que alguien fuera a interrumpir este reencuentro, estaba de cierto modo hipnotizado por su presencia.
–No tienes por qué disculparte, no vine aquí para juzgarte– Murmuré apenas en su oído.
Me separé ligeramente sin dejar de mirarle, yo había acudido de forma egoísta quizás para descargar mis pesares y sin pensarlo ahora yo estaba tomando el papel de oyente. Sonreí ampliamente al verle frente a mí, sonreí tal vez creyendo que en medio de ese inmenso oleaje de culpabilidades y secretos algo mejor estaba por venir, alguna razón de peso que nos colocaba en el mismo camino una vez más.
–¿Entonces dime, que puedo hacer por ti? Y esta vez tienes prohibido decir no– Reí y dejé mi diestra desnuda sobre su hombro esperando su respuesta.
Sören Leininger- Hechicero Clase Alta
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Re: í d e m ~ p r i v a d o
Nunca antes había apreciado como era debido la amistad de Sören. Ahora, abrazado a él, la valoraba más que nunca. Aunque también era peligroso. Lo que acababa de ver, la manera en que Deverick mató en pleno acto sexual al antiguo dueño del circo, era algo que ya no sólo sabía él. Y aunque confiaba plenamente en Sören, los rumores y noticias corrían como la pólvora. Tenía que asegurarse de que su amigo le diese la palabra de no decirle aquello a nadie. Podría ser su ruina. Se separó de él cuando vio que Sören cortaba el abrazo, al fin y al cabo era el primero que se daban y tampoco era adecuado, por confortable que fuese, abusar de sus brazos rodeándole.
—Oh, vamos, no hace falta que hagas nada. El pasado es pasado, aunque... ya ves que sigue flotando por ahí —se refería a la memoria, claro. Le sonrió amistosamente y le agarró la mano que tenía en su hombro, aunque apenas fueron segundos en los que no dio tiempo siquiera a que la conexión entre ambos volviese a ocurrir. Luego la soltó, dejándola de nuevo donde estaba—Eres mi mejor amigo, Sören —dijo, sin mentir en una sola palabra de su confesión; nunca antes se lo había mencionado—, pero no quiero atormentarte con estas cosas. Yo te estaba ayudando a ti, y no es necesario que ahora, en estos instantes, la cosa sea recíproca. Aun así, aunque confío horrores en ti... asegúrame que nadie sabrá eso jamás.
Le penetró con su clara mirada, algo llorosa, y le sonrió para que sus palabras no sonasen tan duras. Esa sería la última intención con que las dijo. Deverick era tan humano como Sören, tenía derecho a guardarse secretos tan íntimos como aquel, ¿o no? Quería disculparse, aunque ya lo hizo. Se sentía algo miserable, sentía algo que nunca había sentido antes y por ende no sabía explicarlo. Pero sentía vergüenza si miraba a los ojos a su amigo. ¿Qué pensaría ahora de él? Sintió sus piernas flaquear, así que se sentó en una de las sillas que ambos ocupaban antes, suspirando.
—Oh, vamos, no hace falta que hagas nada. El pasado es pasado, aunque... ya ves que sigue flotando por ahí —se refería a la memoria, claro. Le sonrió amistosamente y le agarró la mano que tenía en su hombro, aunque apenas fueron segundos en los que no dio tiempo siquiera a que la conexión entre ambos volviese a ocurrir. Luego la soltó, dejándola de nuevo donde estaba—Eres mi mejor amigo, Sören —dijo, sin mentir en una sola palabra de su confesión; nunca antes se lo había mencionado—, pero no quiero atormentarte con estas cosas. Yo te estaba ayudando a ti, y no es necesario que ahora, en estos instantes, la cosa sea recíproca. Aun así, aunque confío horrores en ti... asegúrame que nadie sabrá eso jamás.
Le penetró con su clara mirada, algo llorosa, y le sonrió para que sus palabras no sonasen tan duras. Esa sería la última intención con que las dijo. Deverick era tan humano como Sören, tenía derecho a guardarse secretos tan íntimos como aquel, ¿o no? Quería disculparse, aunque ya lo hizo. Se sentía algo miserable, sentía algo que nunca había sentido antes y por ende no sabía explicarlo. Pero sentía vergüenza si miraba a los ojos a su amigo. ¿Qué pensaría ahora de él? Sintió sus piernas flaquear, así que se sentó en una de las sillas que ambos ocupaban antes, suspirando.
Deverick Coupemachè- Hechicero Clase Alta
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