Tick tock and all too soon you and I must die.

-¿Estas segura de ello? -Sus voz inconfundible, fue señal de su presencia caminando entre las sombras de aquella noche fría.

Habían pasado unos días desde que ambos se había conocido, y en aquellos días habían sucedidos cosas que estaban dando un poco un vuelvo a la vida del vampiro.

No vestía tan elegante como cuando había visitado el burdel, pero eso no le restaba una elegancia natura incorporada a sus movimientos. No llevaba abrigo alguno a pesar de que la noche se había vuelvo demasiado fría.
En su piel había palidez propia de un vampiro hambriento, pero no llegaba al extremo de un vampiro desnutrido. Sus ojos eran sobrenaturales en la oscuridad, no había disfraz de humanidad tal y como lo había conocido Lilith, ni tanta energía. Era como si estuviese cansado, preocupado por algo, era como si en aquellos días que había desaparecido de la presencia de la humana hubiese estado tan ocupado que no había tenido ni tiempo para beber un poco de sangre fresca.

-Baja a la calle y caminemos. -Su voz al principio parecía severa, y con cada palabra no había un vaho de calor humano, señal de su frialdad y de que no estaba tomando apenas aire en sus pulmones innecesarios. Su gesto serio cambio, por completo en cuanto una sonrisa maquiavélica curvo sus labios. Era como si su mente estuviese maquinando algo. -Vamos a divertirnos un poco, tengo hambre y de paso aprenderás una nueva lección. ¿Qué harías en mi situación si tu también estuvieses tan hambriento? ¿Su fueses un vampiro?

Su sonrisa se elevo, al escuchar su respuesta. Le pareció de repente tan predecible. Sabía de buena tinta que aquellos humanos que llevaban poco tiempo convertidos en vampiros, en su mayoría intentaban "escoger" víctimas que ellos consideraban como "malas" personas o no merecedores de la vida, se convertían en una clase de justicieros por llamarlo de algún modo en su modo de escoger. Y ser justicieros con el tiempo era un reflejo de su incapacidad para acabar con la vida humana, y con el tiempo aquello les pasaba factura. Era denotar que había pocos vampiros en el mundo milenarios como él, la mayoría pasados unos pocos siglos encontraban consuelo a la luz del Sol.
Lucciano se había movido en toda su vida con personas que podía considerarse mala o buena, ¿pero aquello no era un pensamiento subjetivo? ¿Había malo y buenos?

-¡Vaya! ¿Por qué no me sorprende? -Rió hablando más para él que para ella. En su caminar se detuvo y con pasos ligeros y amenazantes se acerco frente a ella de un modo acechador, situándose demasiado cerca de ella: parecía buscar la cierta privacidad que se encuentra al acercarse a alguien para contarle un secreto.  -¿Cómo podrías decidir quien es merecedor y quien no de la vida? ¿No somos todos merecedores de ella, a pesar de nuestras acciones? -Su sonrisa se había convertido en ironía y su voz era fría. Lucciano había tomado con aquellos dedos pálidos de la barbilla a Lilith, sus ojos feroces eran dos pupilas oscuras como pozo teñidas en el escarlata sobrenatural. -Y más cuando sientes tanta hambre que el juicio se nubla, y pierdes la poca humanidad que tiene en ti, porque el animal que todos tenemos solo piensa en engullir. -Por un instante tuvo se quedo en silencio, sus ojos la miraron como si el cuerpo de ella, como el latir de su sangre de repente fuese hipnótico y apetecible, era como si estuviese a punto de lanzarse sobre ella y devorarla peligrosamente. Suspiró con fuerza. -Todos olvidamos quienes somos, qué somos, nuestra humanidad, y quienes fueron ellos antes de que acabáramos con su vida: mujeres, hombres, niños... Cuando estamos ciegos...

Soltó su barbilla y camino unos pasos alejados, era como si estuviese conteniéndose. Como si crease un espacio de seguridad entre ambos.

-Esta noche quiero que experimentes el hambre, para suerte tuya, no te voy a convertir aun. Pero mi Sire me concedió un don que aprovecharé para que creemos una clase de "empatía" entre ambos. Mis pensamientos de hambre se colarán en tu mente convirtiéndose en pensamientos tuyos y en sentimientos.
>>Sentirán mi hambre, mi sed, mi necesidad... Y movida por ello, experimentarás lo difícil que es controlarse, y tu serás quien elijas a la víctima de la noche movida por este sentir... Esa es tu lección de hoy, y es algo que deberás aprender a asumir, puede que hoy no, pero más adelante, ya que será uno de los primeros obstáculos a los que te enfrentarás cuando seas una de los nuestros. ¡Ahí va!

Y así fue, de repente los pensamientos, sentimientos... Aquella hambre que Lucciano estaba experimentando se había conectado con la mente de Lilith, en aquella noche ella experimentaría una de las mayores desventajas de ser inmortal, es precio de ello.

Detenido allí en la distancia observo la reacción de la joven ante sus propios pensamientos reflejados en la mente de ella.

-Quieres tomar nuestro camino, y en nuestro camino la muerte es día a día, enlazada con un hambre que nos enloquece. -Le dijo con voz acelerada, era como si estuviese un sobresfuerzo, como si hubiese estado corriendo o estuviese haciendo un gran esfuerzo físico mientras pronunciaba aquellas palabras. -Si aprendes a soportarlo, si aprendes a dominarlo aun no siendo de los nuestros; tus primeros días como inmortal será más llevaderos, además... ¿No es más preferible que seas tu quien pueda elegir a tu víctima o prefieres perder el control por completo y que sea tu hambre quien la elija por ti?

Había vuelto a caminar hacia ella y de una forma poco educada tiro de su brazo y la obligo a agarrarse a su bracete, sus pasos eran ligeros y acelerados, no tuvo reparos en ningún momento en tirar de ella para que siguiese su ritmo a pesar de que ella ahora mismo debía de sentirse confusa, irritada e incluso agresiva.

-Aun no es el momento... -Le dijo sonriendo con aquella mirada de diablo, al notar que ella había percibido el olor fresco de la sangre cercana, una posible víctima, pero no. La lección no estaba hecha para ser aplicada en aquel lugar, aun quedaba noche por delante y palabras que intercambiar.

En cuanto penetraron por unas de las calles un olor agridulcemente férreo estallo en su paladar como un quemazón que producía un cierto mareo pero a la vez era tan atrayente que nublaba la razón. Estaba en unas de las calles de baja ralea donde la actividad en la nocturna era de las más fuerte, tanto que parecía que muchos de humanos que entraban en los distintos locales había olvidad la oscuridad de la noche.
Con cada paso más débil el cuerpo y la sed más profunda. Hasta que no llegaron al final de la calle la tortura no disminuyo.

De nuevo el vació y se detuvieron ante un enorme edificio de ladrillo "Orphelinat", pegó en la puerta y alguien le abrió en silencio y luego desapareció, era como si esa persona obedeciese ordenes en el aire dentro del hipnotismo al que Lucciano le había sometido.
Dentro estaba oscuro, y el mundo dormía en su serenidad y despreocupación.

-No puedes matar, no te vez capacitada para ello... Pero es nuestro modo de vida, somos depredadores, asesinos innatos, nuestro trucos para engañar a la sed, nuestro autocontrol nos permite elegir, nos permite buscar algunos medios que a veces no nos obliga a acabar con vidas, pero a veces no tenemos más remedio, a veces enloquecemos que no sabemos lo que hacemos y luego lamentamos nuestros actos. -Sus ojos eran rojos y brillantes en la oscuridad y su voz se tornaba irritada, Lucciano era un vampiro anciano, fuerte y muy hambriento, su hambre era un animal encerrado en una jaula corpórea que arañaba y mordía por un poco de sangre. Lucciano tiró del bracete de Lilith y la acerco a una puerta entreabierta, dentro había niños durmiendo.-Detrás de la puerta puedes imaginarte lo que hay, ¿qué harías? ¿Cómo te detendrías ante el limite que estas cruzando? Hay muchos, nadie los reclamará ni lamentarán que desaparezca, ¿cómo podrías resistirte? ¿Cómo pararía a esa fiera enfurecida que quiere que acabes con sus vidas? ¡¿Cómo me detendrías?! -Sus colmillos eran visibles, aquella presión era latente en el ambiente, pero era una lección extrema que debía ella aprender antes de que él le proporcionará otras opciones más cómodas, antes de acabar cn la vida humana.

Un orfanato un lugar de almas inocentes, la puerta cerrada tras ellos y la mujer que les había recibido alejada en una de las habitaciones.
Lilith al principio parecía no comprender, pero cuando vio la realidad de la situación fue como un bofetón que por un momento la despertó de aquella irrefrenable sed, llevándola a la desesperación.

Lucciano camino entre las camas ocultándose entre las sombras. De repente todo pensamiento transmitido, toda razón nublada dejo de reflejarse en la mente de su acompañante humana liberándola del enlace que había creado y devolviéndola a la normalidad. Pero eso no significaba que él no siguiese estando hambriento.

-Somos muerte Lilith, no siempre belleza o poder... Nosotros somos amantes de ella, es nuestro modo de vida. -Comenzó a susurro con voz gélida suave mientra se sentaba al pie de una de las camas. -Cuando renazcas ni sus inocentes caras te detendrán en su insaciable sed, porque esto es un don o una maldición dependiendo de como lo tomes... Te arrepentirás de muchas de las decisiones que pudiste tomar llevada por la razón o fuera de ella. Somos moradores de la noche, demonios... A veces tendremos que hacer cosas que no deseamos, y lo mejor es olvidar nuestra más profundad humanidad o... en todo caso aferrarnos a ella con desesperación, pero siempre es poca.

Entre sueños infantiles se dibujaba una luna terrorífica escena: muchas figuras infantiles con rostro insomne se levantaban de sus camitas llevadas por algún tipo de hechizo hipnótico creado por el vampiro, quietos en los pies de la cama en el pasillo principal había creado dos filas paralelas y, sus bracitos extendidos y desnudos mostraban pequeñas mordedoras cicatrizadas y no tanto.
Lucciano con aquellos ojos rojos de diablo, paladeaba y con paso lento y elegante examinaba a cada niño. Ya había otro ser de la noche que al parecer había jugado al mismo juego.
El silencio parecía hacerse eterno y angustioso en aquella tensión, el vampiro era impredecible en aquel estado de salvajismo.

Justo a las espaldas de uno de los niños se agacho, posando sus manos pálidas en los pequeños hombros y desde el lugar una mirada enigmática para Lilith, y ahí estaba, la sonrisa del monstruo que no tardo apenas unos segundos en hundir sus colmillos en el blanco cuello del niño.

El resto de niños cayeron al suelo, como si hubiesen sidos inducidos a un profundo sueño. El niño que luchaba entre los brazos del vampiro gritaba retorciéndose, la sangre emanaba abundante pero algo extraño ocurría, no había miedo en el rostro del niño, no lloraba o gimoteaba, luchaba con rabia, arañaba y con aquellos ojos rojos como los de Vecchio intentaba hincar sus largos colmillos de no-muerto: Un niño inmortal.

-Podemos crear monstruos... Pero quienes lo hacen nunca debería desatar uno, deberían aprender a controlarlos y que ellos se controlen... Los niños son los más difíciles de controlar, es una aberración condenar un alma infantil. No tenemos leyes entre los nuestros, pero hay cosas que nunca debemos de hacer. Puede que no comprendas por que hago lo que hago, pero tu quieres que cree de ti un monstruo como yo, y antes de hacerlo o de liberarte cuando seas uno, me asegurare de que seas perfecta. No seras una aberración, serás mejor que lo ahora nace día a día en este siglo, porque llegará a comprender en profundidad que es ser inmortal, nuestro poder, y secretos que solo los más ancianos conocemos.

Los bracitos dejaron de agitarse violentamente para dejarse caer en leves y violentos espasmos de muerte. Lucciano había acabado con el último aliento que quedaba de vida del pequeño. Depositándolo en el suelo, éste se irguió limpiándose la boca de la sangre, su ojos aun eran escarlatas y con pupilas excitadas cuando se dirigieron a ella. De repente su piel se había tornado de un rubor demasiado humano; era ese tipo de hechizo que conseguía con tan solo beber una vida vampírice, si se hubiese dado el caso que debiera de conseguirlo a través de humanos serían muchas vidas las que debían de ser cercenadas bajo sus colmillos.

-Cercano a su instinto más animal, al no tener un nivel madurativo adecuado. Un niño inmortal es impulsivo e incontrolable… Y con el tiempo es demasiado débil de por sí, y más para poder cuidarse por sí mismo, es una aberración crearlos, ya que solo pueden ser en un futuro títeres o seres insatisfechos de no ver su cuerpo crecer nunca. Nadie debería condenar a un alma inocente, nunca. –Su voz sonó rotunda, firme e incluso era como si el hecho que había afirmado le indignara de cierta manera.

El silencio era sepulcral en aquella habitación donde durante el día resonaban risas infantiles y por la noche el mundo se había convertido en pesadilla tras la aparición de aquel pequeño monstruo que les atormentaba, pero el monstruo ahora yacía muerto en el suelo, y con ello la esperanza de que las pesadillas se tornasen en sueños inocentes y felices de los infantes.

-Ven, acércate. Quiero enseñarte algo… - Lucciano camino entre el pasillo que las camas creaban, rodeado de pequeñas figuras infantiles que yacían dormidas en el suelo. –Además tengo un regalo para ti.

Agachándose junto uno de los cuerpos dormidos, Lucciano rasgo el dorso de su mano con sus colmillos y vertió su sangre inmortal sobre una de las mordeduras de una niña pequeña. Milagrosamente la herida se cerró.

-Debes de aprender esto, una pequeña dosis de la sangre de vampiro puede curar heridas, y algunas enfermedades. Recuérdalo para el futuro, y recuerda usar éste conocimiento con sabiduría.

Una y otra vez fue repitiendo el proceso con cada uno de los niños, mientras lo hacía distraído, la mujer encargada del orfanato entro en la habitación con pasos automáticos y ojos hieráticos por algún tipo de trance que el vampiro estaba usando con ella. Deteniéndose sobre el cadáver yaciente, ésta lo tomo en brazos y luego volvió sus pasos hasta detenerse frente a Lucciano, esperando algún tipo de orden.

-Ha sido una tragedia, la curiosidad del niño pudo con él y escapo en la noche; lo has encontrado cerca de la puerta y un animal ha acabado desgraciadamente con su vida, tendrás más cuidado con el resto. –El vampiro dio la orden y la falsa historia para el mundo.

-Ha sido una tragedia, la curiosidad del niño pudo con él y escapo en la noche; lo he encontrado cerca de la puerta y un animal ha acabado desgraciadamente con su vida, tendré más cuidado con el resto, yo seré como su madre. –Repitió la mujer mientras se marchaba de la sala.

-Siempre tenemos que borrar nuestro rastro, tanto colmillos en pieles ajenas, como alterar recuerdos para esconder nuestra presencia.  Cazadores e inquisidores son muy perspicaces con cualquier caso extraño, que nos descubran puede suponer nuestra destrucción completa. –Vecchio se acercó a Lilith, sus labios contuvieron de repente una curva que producía sonrisa al mirarla de arriba abajo, sus dedos se deslizaron por la mejilla de ella, y la curva se completó con una discreta sonrisa, al igual que el recorrido de sus dedos por su cuello, que extrañamente eran tan calientes como los de un vivo. –Mi regalo. –Ambas manos apartaron el cabello de ella, y en su nuca sonó el click de un collar cerrarse. –Parece una simple joya, que lo es, pero es un frasco hechizado. Contiene mi sangre, la suficiente para curar cualquier herida, pero no para resucitarte ante la inmortalidad. Si alguna vez me necesitas, podrás llamarme con ella y yo sabré donde estas;  si un vampiro joven intenta acercarse a ti, su olor les alentará de que estas marcada por un anciano y que no podrán tocarte sin conocer unas consecuencias. –Su voz había sido suave, y calma, al igual que su mirada fija en sus ojos. –Y ahora marchémonos, la lección de hoy ha terminado y queda noche para que nos “divirtamos”, ¿qué recomienda?  Porque yo creo que voy necesitando un ojo nuevo. –Y cierto se hacía de notar en que una de sus pupilas oscuras parecía perder matiz y brillo.

Por un momento de modo coqueto aquella mano cálida de vida se deslizo por el rostro del vampiro, Lucciano por un momento pudo aspirar aquel aroma que en la boca se le hacía agridulce. Sin quererlo la miro extrañado, ya que no la veía aun capaz de tal atrevimiento, más hacía unos instantes ella había estada aterrorizada del monstruo que él era, y siendo sinceros Lucciano prefería que todos le temieran así creando aquella línea trazada y que dejaba oculta la poca humanidad que en él moraba. Un lugar pequeño, y que consideraba que lo hacía más débil.

-¿Encerrada? -Sonrió, tras ya sentir en su rostro la frialdad de la noche vacía. Sus pasos comenzaban a hacerse eco en el silencio solitario. -Pronto remediaste el no estarlo... Si unos pocos días te parecieron una tortura, no hubieses sobrevivido a unos cuantos siglos enterrado en una tumba de plata.

Él sonreía, pero por dentro aun recordaba la tortura a la que había estado sometido dentro de aquel encierro por culpa de los inquisidores, y por culpa de aquella traición.
No había luz... No había sangre, y la garganta era un dolor insoportable, no había movimientos en aquella caja estrecha... Solo sus tortuosos gritos, ni una voz que le respondiese y luego... La oscuridad, la debilidad, la putrefacción, y la muerte en vida con su letargo, finalmente... La nada.

Parte del camino había estado por unos breves minutos meditabundo, luego la aparición en su regreso de personas que caminaban por la calle le devolvieron a la realidad. Tampoco es que fuese muy hablador con las mujeres, ya que sus palabras se había limitado tras su vuelta al mundo de los vivos a negocios e intrigas para conseguir poder e información, disponiendo todo para su venganza. Palabras para las mujeres, pocas, más bien acciones desenfrenadas y diversión.

De repente se vieron en una de esas calles que bullían vida solo por la nocturna, una de esas calles donde se comerciaba con el vicio. Unos ojos que se cruzaron con los del vampiro, rápidamente agacho los ojos... Un inquisidor... Un verdugo o condenado, así antes lo llamaban.
Pudo reconocerlo, aquel vampiro traidor a los de su especie estaba en aquella cripta, cuando él escapo de su encierro. Por un momento hubo un cierto temor y rabia, ¿sería capaz de reconocerlo? No, no era posible. Su aspecto en aquel momento era más, el de una especie de momia-cadáver putrefacto al del humano normal y corriente.
Lucciano por un momento pensó en descartar la idea de renovar aquel ojo que solo le duraría unos pocos días más, ahora al menos sabía donde se movían algunos de sus "amigos" buscando caza. Por un momento pensó en seguirlo, en sacarle información, por otro con Lilith a su lado, era demasiado arriesgado y solo había ingerido sangre de aquel pequeño monstruo. No era prudente, otra vez seria.

Lucciano se detuvo, tomo de la mano a Lilith y tras estrecharla contra su cuerpo la hizo girar como en una especie de baile, luego poso su mano por su nuca, la llevo por el contorno de sus labios y mirando sus labios como si tuviese sed de ellos, los acaricio con el pulgar.

-Olvidemos las lecciones y mi ojo, estoy cansado por esta noche... -Su voz tenía un deje seductor, y ronroneante. Cerca de ellos se detuvo una carroza, ya había tenido la precaución de hacerla acudir con su mente, siempre procuraba tener algún coche cerca por si acaso el sol se le adelantaba. -¿Por qué regresamos mejor cómodamente, nos conocemos y jugamos un rato en casa? -La soltó y Lucciano lamió chupo rápidamente el pulgar con el que había acariciado los labios de Lilith, como si se llevase a la boca de manera tan efímera la nata dulce de algún tipo de pastel.

La invitó a subir dentro del coche de caballos, y dentro acomodados le pregunto.

-Empecemos con preguntas, di las que quieras y evitaré decir mentiras. Por curiosidad, ¿cómo terminaste en ese lugar donde te encontré?

La carroza continuaba su paso sin pausa entre las calles empedradas y nocturnas, alguna vez se encontraba algún bache que perturbaba la paz en su tranquilo movimiento.

-Creo que no lamentaré para nada lo del reloj, puedo conseguir otro igual de caro si lo deseo y llega un momento que solo hay pocas cosas materiales que tienen valor. Te prometo que el próximo reloj será silencioso, aunque es difícil. Puede que algún día los inventen sin cuerda, ¿no crees? -Le sonrió pasándole el brazo sobre los hombros y enredando sus dedos en los cabellos de ella distraído. -Te encerré simplemente, para tenerte vigilada, para que comenzases a aprender que quien lleva las riendas en nuestro trato. -Para nada Lucciano sujeto su lengua, era como si no tuviese un filtro para sus palabras. Le gustaba poner bien claro sus "negocios" y por así decirlo, expresarle quien llevaba la batuta en el trato, sin él no existía inmortalidad. -He de admitir, que me gusta ese carácter tuyo, tan indómito. Pero se precavida a la hora de soltarlo. -Su tono divertido junto con su mirada se torno en una peligrosa advertencia, sus pupilas el color de sus ojos por un momento parecieron oscurecerse, y la curva de sus labios le dieron un aspecto de depredador de un modo efímero.

Luego vino la pregunta y Lucciano calló por unos segundo que parecieron eternos.
Miro a través de la ventana del carruaje pensativo, dejando el balanceo de a misma carroza que los meciese, desatando aquel brazo que había rodeado a Lilith.
Por un momento recordó lo que había pasado en aquellos días, demasiadas cosas que asimilar en tan poco tiempo, demasiados frentes abierto contra los que enfrentarse. Todo parecía ir demasiado rápido, más de lo que había previsto. Él que había ganado una increíble paciencia, le parecía el mundo presente vertiginoso, y a pesar de ello, se moría de impaciencia por hincarle el diente a aquellos que le traicionaron.

-Digamos que he estado muy ocupado por negocios, llevo demasiado tiempo enterrado y tengo que hacerme rápido con esta ciudad dentro de mi mundo y parte del vuestro... Puede que también tardase porque me encontré con alguien que no veía en siglos... -Su voz sonó extraña. Por un momento recordó el teatro, el pequeño y breve encuentro con su Sire, su premoniciones... "Recuerda: Una vida por miles.... Ella será tuya y tu serás suyo... Una mujer mortal te llevará a la perdición" Había dicho, y recordarlo le hizo estremecerse. ¿Él perderse por un mortal? El mundo debía de estar loco al pensar que un vampiro que se creía de una raza superior, se rebajase a ello. Un vampiro sin corazón ni alma. Tenía más de depredador que humanidad. -Yo no me olvido nunca de los compromisos más importantes. -La miro a los ojos con tranquilidad. Hacía referencia a ella. La carroza se detuvo y él le dio un golpecito en la barbilla y la miro con cierto deje de deseo. -Divirtámonos,y conozcamosnos más profundamente.