Amaestrar [Inna]

por **Eskol1** Sáb Nov 08, 2014 1:56 pm

-¡Cuidado! ¡Detrás de ti!- una cara conocida me empujo contra el suelo húmedo de la cubierta de madera del barco. Intente levantarme pero el balanceo y el caos lo revolvían todo, alguien me sujeto del brazo y me tiro hacia el castillo de popa, me sujete como pude y subí las escaleras. Tenía sangre en los ojos y apenas podía ver, la espada me pesaba demasiado pero aun así no era capaz de soltarla.

-¡Claude! ¡Mi Señor!- alguien gritaba a lo lejos sin cesar, quería responder, contestar a su llamado pero sentía que mi voz no tenia letras, solo sonidos extraños. No entendía muy bien que pasaba, solo fui capaz de abrir los ojos por completo cuando sentí un frio metalizado atravesar mi costado. Pude ver sus ojos. Negros, sin pupila, ávidos de muerte y venganza, su sonrisa era de satisfacción y plagada de colmillos. Mi espada cayó por la borda aun prisionera de mi mano.

Mi cuerpo entero sintió el golpe frío y salado del mar, una ola me devoro sin demora. Sentía como bebía y respiraba ese elemento liquido que no ayudaba a mis pulmones a bombear sangre. La oscuridad. El dolor de órganos revueltos. Sangre.

Me desperté sobre saltado, pidiendo aire como si llevase toda la noche sin respirar. Tosí y salí de la cama con torpeza. Camine tambaleándome hasta el cubo de agua que me miraba desde el otro lado de la habitación. Metí mi cabeza dentro, me sentía arder, bebí y estuvo a punto de ahogarme otra vez.
Me puse en pie y me eche el cabello hacia atrás, aun tenía la respiración agitada pero poco a poco sentía que mi corazón se iba tranquilizando. Vi mi reflejo en la ventana que tenía a mi izquierda, parpadee sin dejar de mirarme unos segundos y cogí la primera camisa y los primeros pantalones que encontré.

Con un par de monedas en el bolsillo salí en busca de una copa, la necesitaba con urgencia y me daba igual su calidad.
Era noche cerrada y no había locales “decentes” abiertos, me metí en el primer tugurio que encontré con luz. No estaba muy lleno y sin embargo apestaba a alcohol barato.
Me senté en la barra pegajosa- Pone un whisky – el camarero saco una copa medio limpia, aunque decir esto casi podría ser un eufemismo, saco una botella transparente sin marca a la vista y echo un chorro- que sea doble…el primer trago será para desinfectar el vaso- echó más pero con miseria- deja la botella amigo- le dije y la tome entre mis manos, serví mi copa casi hasta el borde

por **Inna** Mar Nov 18, 2014 7:46 pm

Más que despertar... Resucité después de haber dormido 20 horas y 17 minutos. Sí, cuando duermo después de cinco días de desenfreno, me gusta cronometrarme; entra dentro de mi simpleza. Por la ventana de mi habitación pude ver que ya era de noche otra vez, y me estiré bajo las sábanas como si fuese un gato, resistiéndome a abandonar el calor. Entonces, recordé aquel asunto del centro de París, en aquel inmueble de telas, aquella catástrofe o lo que fuese de la que había escapado como una campeona. Yo sí pero... ¿Y el resto? No estaba segura de volver a tener noticias suyas muy pronto, porque... quizás no hubieran salido de aquel incendio. Hasta que me desperté hoy- viernes 3- por la tarde, con el horario descontrolado, como siempre. Por mi mente cruzó la vaga idea de ir a indagar, pero lo deseché por completo. Mi amante por su parte, no estaba en la ciudad, así que tenia demasiado tiempo libre y muchas ganas de portarme mal.

Salté de la cama para meterme de cabeza en la tina, y por primera vez en mucho tiempo me puse ropa catalogable como “normal”: Un vestido que dejaba apreciar algunas marcas y tatuajes en mis brazos. Sí, raro en mi, pero es que cuando hay prisa no estoy para alardes. Tomé una mochila, metí deprisa todo lo que siempre necesitaba. Tras echar un vistazo en el espejo, me dirigí a aquella vieja taberna a la que suelo ir. Es viernes, si estaba bien, mi "informante" estaría trabajando allí como todas las noches.

Tuve algunos problemas para llegar porque algunas calles del cuadrante sur estaban cerradas por aquel misterioso incendio, claro que cuando tienes una envidiable pericia como la mía, pasas por un hueco entre las vallas y listo. Los socabones que daban fe de que aquella locura de accidente cortaban el paso, sin embargo, eran más complicados de sortear, así que tampoco pude ir demasiado rápido. Al llegar, me precipité al interior del local como una histérica. Y entonces lo vi. Vi a aquel hombre detrás de la barra. Suspiré aliviada, seguía con vida.

Recuento de bajas: Cero por el momento. Bien. Bien, maldita sea, bien.

Me dejé caer en uno de los taburetes de la barra y le pedí una cerveza, me la merecía después de la tensión y la carrera hasta allí. Hablé un poco con él, ya tranquila, y entonces vino el típico pesado a ver si le podía vender "algo" para calmar su ansiedad. Había conseguido bastante pasta en aquella incursión una semana atrás, pero para que me dejase tranquila al final accedí, y salí un momento para coger las pociones que tenía guardadas en la mochila. Bueno, mi cerveza me esperaba dentro.

Regresé a la barra. Lo cierto es que el ambiente estaba un poco cargado. Algunos hablaban del accidente, otros no pero la sensación de que algo muy extraño había pasado lo inundaba todo. Después de dar un sorbo a la cerveza, me di cuenta de que todos miraban a alguien, y giré en el taburete para descubrir que era un sujeto al cuál jamás había visto nunca, pero que su aura me revelaba claramente que era como yo. Le recorrí de arriba abajo como una auténtica zorra Tenía pintas de ser forastero, así que miré a mi informante y empecé a bromear sobre si apostaba a que me lo levantaba esa misma noche. Al final, me piqué y decidí que iría a conseguirme una cita con él, sólo por hacer el payaso un poco. Le pedí a Jean Piere que nos sirviese dos whiskys para luego, acercarme a su mesa y sentarme frente a él.

- Hola forastero- ¡qué teatrera soy! Paris no deja de ser un pueblo grande y todos nos conocemos. Si él fuese de allí, yo ya tendría su rostro fichado, así que era un viajero, o alguien de paso o... un nuevo habitante. De todas formas, por cotillear un poco no pasaba nada. Podía decirle muchas cosas, hablarle de cualquier cosa, decirle que pensaba robarle la cartera o preguntarle si sabía que se había metido en un bar donde alternan licántropos con vampiros, pero primero, quería verle la cara, porque si era feo no pensaba ponérselo en bandeja, así que con toda la cara del mundo, estiré mi mano girando su rostro hacia mí, dejando mi silla apoyada en las dos patas traseras, y lo miré:

-¿Pero qué...?

Mi cerebro tuvo un cortocircuito, en serio. Sé que me puse blanca como una pared encalada, dejé de respirar, mis latidos se hicieron intensos dejando que sintiese mi pulso con claridad, golpeando mis venas, resonando en mis oídos. Me quedé petrificada, y de la impresión, casi pierdo el equilibrio y me caigo hacia atrás en la silla. Parecía que había visto a un fantasma.

Jean Piere colocó los vasos y los llenó. Cogí el mío y lo bebí de un trago.

-Deja la botella, luego te la pago- dije con voz rota, temblorosa como lo estaba todo mi cuerpo. Jean lo hizo, y yo la iba a necesitar. Tenía ante mi a la versión madura de un antiguo amante. Más mayor, pero fuerte; pero el parecido daba miedo. Eran sus ojos, sus labios... ¿el mundo se había propuesto vacilarme? Intenté serenarme, cogí un cigarrillo con manos temblorosas y lo encendí, rellené el vaso y le di un sorbo más tranquilo que el anterior. Di una larga calada, y me atreví a mirarle de nuevo.

-¿Quién demonios eres?- pregunté entrecerrando los ojos, con un tono de voz tenue y confuso.

por **Eskol1** Dom Feb 22, 2015 10:04 am

Me concentre en mi copa de whisky, de todas formas las conversaciones de aquel antro no tenia mayor interés para mi, hablaban de un incendio o algo parecido, bah, no me interesaba. Mi cabeza no paraba de darle vueltas al sueño, habían pasado más de treinta años desde aquella noche de tormenta y seguía rememorándola como si nunca hubiese acabado, como si aun estuviese presente en el tiempo.

Un cuerpo menudo entraba y salía del bar a su antojo, era lo único que percibía pues se movía constantemente y además…era la única chica de todo el lugar, no le era fácil pasar desapercibida. Sonreí de lado al volver a verla entrar, pero mi sonrisa se quito cuando se sentó frente a mí, no tenía intenciones de hablar con nadie, aquella noche tenía un humor de perros y no me apetecía seguirle el juego a una niña.

Forastero me llamo, he de reconocer que me hizo gracia. En cierta medida porque tenía razón, era un forastero en aquel bar, en aquel tiempo, en aquella ciudad…Iba a contestar pero la forma en que me miraba me hizo fruncir el ceño y aguardar.
Se había quedado completamente pálida mirándome como si me reconociese, lo cierto es que a mí no me sonaba de nada, sus rasgos aniñados y sus ojos negros me resultaban completamente nuevos.

Con una voz sorprendida me pregunto quién era, me reí entre dientes sin poder evitarlo.

-Esta noche no soy nadie- no me había dado cuenta de que el camarero nos dejo otra botella de whisky sobre la mesa, aparte de la que yo había pedido. Eso era lo que necesitaba aquella noche, dos botellas de Whisky. Levante el vaso que ella me había invitado, o eso interpretaba y lo alce- salud y gracias- me lo bebí hasta la mitad, tampoco quería que se acabase demasiado pronto. La mire de arriba abajo, tenía algo extraño que no sabía nombrar o identificar…algo que la rodeaba y me hacía sentir familiaridad por ella.
-¿Cómo te llamas preciosa?

por **Inna** Lun Mar 02, 2015 12:44 pm

Finalmente logro recuperar la compostura, y reponerme del shock inicial por el increíble parecido con alguien con quien me acosté meses atrás, pero sigo muy sosprendida. ¿Me estaré volviendo loca? Beberme el whisky de un trago y fumar con ansiedad y manos temblorosas resulta más efectivo que ese estúpido mantra. Estaba claro. Le pregunto quién es, con una voz rota que ahora lo recuerdo y me da vergüenza, y me sale con que "no es nadie". Enarco una ceja preguntándome si sabe que, para muchos de los que están a nuestro alrededor, él entra dentro del Menú.

- ¿Quién soy yo? la más guapa de este sitio; pero te he preguntado: ¿quién eres?- respondo muy seria y mirándole fijamente a los ojos-. Tu nombre- me doy cuenta de que estoy siendo una borde y comportándome como una auténtica tarada. Sin darme cuenta, he cruzado los brazos y las piernas, como si fuese una niña en pleno berrinche. ¿Pero qué demonios me esta pasando, puede saberse?

Resoplo medio cabreada, no con aquel hombre, claro, además parece algo aburrido. Normal, teniendo en cuenta que estoy interpretando el papel de reina de los locos. Necesito liberar tensiones, eso necesito. Miro alrededor buscando alguien que me sirva en ese momento de cabeza de turco, y veo a un par de jóvenes en la mesa de al lado que están susurrando. Me doy por aludida, bebo el vaso que me he vuelto a llenar de un trago gracias a la nueva botella que nos han traído y les dedico una mirada psicópata hasta que reparan en mi.

-Un solo secretito más al oído más, idiotas, y todo París va a parecer insuficiente para esconderse de mi, subnormales. ¿Quedó claro?- ahora los pálidos son ellos dos. Desgraciadamente mi oído de cambiaformas es demasiado sensible.

Se levantan, toman sus cosas y se van. Y yo vuelvo a sentirme como siempre: Grande, poderosa, capaz de hacerme con la situación. ¡Mucho mejor! Miro de nuevo al forastero y lo examino mientras le doy una nueva calada al cigarrillo.

- Deberías comer algo, tienes pinta de famélico- sonrío simpática, ya tranquila. ¡Bah! En realidad no se parece tanto a aquel hombre, pensándolo bien, me habré montado una historia en la cabeza por culpa de beber whisky en ayunas, seguramente será eso-. Yo invito a lo que quieras pedir, a cambio de la exclusiva por supuesto- lo miro para ver si se da cuenta a qué me refiero con “la exclusiva”, y ante la duda, decido explicárselo de todos modos-. Sí, ya sabes, todas esas preguntas que se le hace a la gente que aparece en tu ciudad por primera vez. Tales como: ¿Ron o cerveza? ¿a dónde vas? ¿cuántos años tienes? antecedentes, talla de zapatos, ¿a qué te dedicas? ¿qué te ha traído aquí? ¿vas a quedarte mucho tiempo? ¿tienes novia? ¿te van los hombres? ¿prefieres licántropos o vampiros?

A ver, es que me siento culpable por haber sido tan ruda; las cosas como son, y el hombre no parece mala gente, y mejor que me quede con él antes de que cualquier listo lo lleve fuera del ahí para convertirlo en su cena. Pero claro, si no hay repuestas a mis preguntas, no le voy a pagar la comida, que aquí nadie regala nada. Así, de paso, también como yo algo, que por el ruido que me empiezan a hacer las tripas, parece que tengo dentro un león. Si el forastero decide contestar mis preguntas le diré mi nombre, de lo contrario...

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