AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El que busca, encuentra [Sebastian]
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El que busca, encuentra [Sebastian]
La chica había comenzado a caminar las calles parisinas como quien no quiere la cosa, el sol cálido y abrazador le arropaba, provocando que al caminar aquella luz que antecede al crepúsculo proyectara largas sombras de su silueta con cada paso que daba. Sus pies descalzos, se estaban quemando un poco a causa de suelo caliente, pero estaba acostumbrada. Su falda pensada para ocultar su clase era color blanco y ocultaba de ojos curiosos su ausencia de zapatos, los cuales estaban resguardados en el bolsito coqueto que se colocaba de lado para no desgastarlos ya que era el único par que poseía.
Aquel día había salido temprano para ganar un poco de dinero extra, no se había quedado mucho tiempo en un lugar en específico de la capital, así que había caminado bastante ofreciendo aquellos shows de danza que tanta reputación le habían generado en tiempos anteriores – Aquí debo comenzar desde cero- era lo que se repetía a cada paso que daba, convirtiendo aquel pensamiento en palabras de consuelo ante el poco dinero que había recibido hasta ese momento.
Ya el sol le estaba dando la bienvenida al crepúsculo como un viejo amigo cuando Sarahí se dispuso a hacer su último baile del día, al ritmo de la pandereta comenzó a bailar animadamente con una sonrisa de coquetería pura en su rostro. Para suerte de ella, el resplandor que ofrecía el atardecer hizo brillar la pedrería de sus ropas, pedrería barata pero que ofrecía un espectacular brillo y color a su danza, gracias a ello varias personas se acercaron a mirar por lo que la gitana comenzó a bailar más animadamente, la música de su pandereta y su movimiento de caderas era lo único para lo que valía su concentración en ese momento, sabiendo que si lograba hacer que más gente se acercará no se acostaría esa noche con el estómago vacío. Una vez los últimos rayos de crepúsculo estaban por desaparecer dio el show por terminado haciendo una leve inclinación de agradecimiento por los aplausos.
Comenzó a caminar calle abajo, hasta que llegó a la panadería que estaba por cerrar – ¿Es muy tarde para pedir un pedazo de pan? – El panadero puso mala cara y la miro con suspicacia susurrando a baja voz que conocía a los de su clase. Sarahí giró los ojos y sacó varios Francos que había ganado en su último baile. – Agradece que no estoy robando, podría no ser tan amable la siguiente vez.- Dijo colocando el dinero en las manos de su interlocutor al tiempo que recibía de este su pedazo de pan, durante todo aquel conversatorio tuvo la sensación de que alguien la observaba pero no se detuvo a hacer mucho caso de ello. Al salir de la panadería, siguió con su camino calle abajo hasta entrar por un callejón y dar con un barril vacío que había sido abandonado por cualquiera y ahora servía de silla para los pobres. Luego de sentarse en aquel improvisado objeto, Sarahí comenzó a observar sus pies adoloridos pero, luego de volver a tener la sensación de que alguien la observaba los ocultó con sus falda y sacó un juego de cartas, ahora tenía la certeza de que alguien la observaba. – En mi pueblo me enseñaron que es de mala educación seguir a alguien sin presentarse.- Siguió barajando tranquilamente para luego sacar siete cartas del maso. – Las cartas ya están echadas para ti.-
Aquel día había salido temprano para ganar un poco de dinero extra, no se había quedado mucho tiempo en un lugar en específico de la capital, así que había caminado bastante ofreciendo aquellos shows de danza que tanta reputación le habían generado en tiempos anteriores – Aquí debo comenzar desde cero- era lo que se repetía a cada paso que daba, convirtiendo aquel pensamiento en palabras de consuelo ante el poco dinero que había recibido hasta ese momento.
Ya el sol le estaba dando la bienvenida al crepúsculo como un viejo amigo cuando Sarahí se dispuso a hacer su último baile del día, al ritmo de la pandereta comenzó a bailar animadamente con una sonrisa de coquetería pura en su rostro. Para suerte de ella, el resplandor que ofrecía el atardecer hizo brillar la pedrería de sus ropas, pedrería barata pero que ofrecía un espectacular brillo y color a su danza, gracias a ello varias personas se acercaron a mirar por lo que la gitana comenzó a bailar más animadamente, la música de su pandereta y su movimiento de caderas era lo único para lo que valía su concentración en ese momento, sabiendo que si lograba hacer que más gente se acercará no se acostaría esa noche con el estómago vacío. Una vez los últimos rayos de crepúsculo estaban por desaparecer dio el show por terminado haciendo una leve inclinación de agradecimiento por los aplausos.
Comenzó a caminar calle abajo, hasta que llegó a la panadería que estaba por cerrar – ¿Es muy tarde para pedir un pedazo de pan? – El panadero puso mala cara y la miro con suspicacia susurrando a baja voz que conocía a los de su clase. Sarahí giró los ojos y sacó varios Francos que había ganado en su último baile. – Agradece que no estoy robando, podría no ser tan amable la siguiente vez.- Dijo colocando el dinero en las manos de su interlocutor al tiempo que recibía de este su pedazo de pan, durante todo aquel conversatorio tuvo la sensación de que alguien la observaba pero no se detuvo a hacer mucho caso de ello. Al salir de la panadería, siguió con su camino calle abajo hasta entrar por un callejón y dar con un barril vacío que había sido abandonado por cualquiera y ahora servía de silla para los pobres. Luego de sentarse en aquel improvisado objeto, Sarahí comenzó a observar sus pies adoloridos pero, luego de volver a tener la sensación de que alguien la observaba los ocultó con sus falda y sacó un juego de cartas, ahora tenía la certeza de que alguien la observaba. – En mi pueblo me enseñaron que es de mala educación seguir a alguien sin presentarse.- Siguió barajando tranquilamente para luego sacar siete cartas del maso. – Las cartas ya están echadas para ti.-
Última edición por Sarahí L. Solis el Lun Dic 22, 2014 11:19 pm, editado 1 vez
Sarahí L. Solis- Gitano
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 17/12/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
-Tómalo como unas vacaciones.- fueron las últimas palabras que le dirigió su superior tras suspenderlo de sus labores en la infantería naval hace tres días. De haberse tratado del antiguo Sebastian este se habría dedicado a la reflexión pero de aquel no quedaba nada y el nuevo se sentía inundado de un humor altamente fluctuante exacerbado por sus sentidos altamente desarrollados y, sin ajustarse a ellos aún, se había entregado a los excesos. En lugar de regresar a casa con su hermana se perdió en los barrios bajos de Paris, entre prostíbulos y tabernas, habiendo despertado en uno de los primeros esa mañana cobijado por dos prostitutas y más tarde en una de las segundas adonde no faltó alguien que provocase su mal humor y le orillase una vez más a verse envuelto en una nueva trifulca.
Extendió su mano con los nudillos manchados de sangre, no la suya precisamente, y se detuvo en una esquina para limpiarse con un pañuelo. Era la entrada del crepúsculo, pero no una que le traería lagunas mentales, sino una más sosegada al parecer. Desde donde se encontraba observó a los peatones parisienses que caminaban con cierta prisa después de terminadas las labores del día y ávidos de regresar a sus hogares con sus cónyuges o sus amantes. Su mirada se detuvo un momento en un espacio al otro lado de la calle adonde se encontraba. Su mejorada visión era una de las primeras habilidades que había descubierto poseer después de la mordida, podía distinguir perfectamente todo lujo de detalles en la distancia y así fue como contempló a la morena que bailaba al ritmo de su pandereta bajo los últimos rayos solares.
La observó bailar y terminar con lo que hacía para recoger unos francos y al ver que abandonaba el lugar comenzó a seguirla impulsado por una idea. La joven andaba sola, sin ningún tipo de escolta que en las calles de Paris se consideraba obligatoria, independientemente de la clase a la que perteneciese. Ella quien sabe por qué, no tenía ninguna. Bien, eso simplemente le facilitaba lo que hacía aunque de vez en cuando la joven parecía mirar a su alrededor como si ya se hubiera percatado de su presencia.
Sonrió de medio lado con un cierto deje enigmático y se detuvo aguardando con paciencia a que saliera de la panadería para continuar el mismo proceso hasta que se decidió a detenerse en uno de los callejones, dando así un alto al pequeño juego del gato y el ratón en el cual parecían haberse enfrascado.
En tu pueblo te enseñaron bien, aunque al parecer andas muy lejos de el, y de todas maneras dicen que en la noche todos somos iguales, que más da un nombre.- respondió al serle dirigidas las palabras observando con detalle tanto a la joven como a las cartas que barajeaba.
Sebastian nunca había sido un hombre supersticioso y solía reirse de las charlatanerías pero dados los acontecimientos del último par de meses estaba dispuesto a barajear posibilidades. Dió un par de pasos al frente para abandonar las sombras y dejarse entrever por primera vez bajo los ojos de la morena. -¿Sabes leer las cartas?-
Extendió su mano con los nudillos manchados de sangre, no la suya precisamente, y se detuvo en una esquina para limpiarse con un pañuelo. Era la entrada del crepúsculo, pero no una que le traería lagunas mentales, sino una más sosegada al parecer. Desde donde se encontraba observó a los peatones parisienses que caminaban con cierta prisa después de terminadas las labores del día y ávidos de regresar a sus hogares con sus cónyuges o sus amantes. Su mirada se detuvo un momento en un espacio al otro lado de la calle adonde se encontraba. Su mejorada visión era una de las primeras habilidades que había descubierto poseer después de la mordida, podía distinguir perfectamente todo lujo de detalles en la distancia y así fue como contempló a la morena que bailaba al ritmo de su pandereta bajo los últimos rayos solares.
La observó bailar y terminar con lo que hacía para recoger unos francos y al ver que abandonaba el lugar comenzó a seguirla impulsado por una idea. La joven andaba sola, sin ningún tipo de escolta que en las calles de Paris se consideraba obligatoria, independientemente de la clase a la que perteneciese. Ella quien sabe por qué, no tenía ninguna. Bien, eso simplemente le facilitaba lo que hacía aunque de vez en cuando la joven parecía mirar a su alrededor como si ya se hubiera percatado de su presencia.
Sonrió de medio lado con un cierto deje enigmático y se detuvo aguardando con paciencia a que saliera de la panadería para continuar el mismo proceso hasta que se decidió a detenerse en uno de los callejones, dando así un alto al pequeño juego del gato y el ratón en el cual parecían haberse enfrascado.
En tu pueblo te enseñaron bien, aunque al parecer andas muy lejos de el, y de todas maneras dicen que en la noche todos somos iguales, que más da un nombre.- respondió al serle dirigidas las palabras observando con detalle tanto a la joven como a las cartas que barajeaba.
Sebastian nunca había sido un hombre supersticioso y solía reirse de las charlatanerías pero dados los acontecimientos del último par de meses estaba dispuesto a barajear posibilidades. Dió un par de pasos al frente para abandonar las sombras y dejarse entrever por primera vez bajo los ojos de la morena. -¿Sabes leer las cartas?-
Sebastian Delacour- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 27/11/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
Sarahí sonrió de lado ante las palabras de aquel hombre y es que aun cuando este no permitía mostrarse por completo, sus ojos podían apreciar el aura que lo envolvía gracias a aquellos poderes místicos que le habían sido otorgados desde su nacimiento, por lo que supo que no estaba en un peligro inminente con su presencia. Sin embargo, la peculiaridad de aquel color que resplandecía sin ningún tipo de pudor sobre la figura oculta le hizo saber que tampoco se encontraba frente un humano propiamente dicho. - ¿Todos somos iguales a luz de la noche mi señor? - Preguntó la chica con cierto aire de burla.- Eso depende de los ojos con lo que lo mire. – Puntualizó la gitana quien seguía barajando su maso de cartas al tiempo que desviaba su mirada hacia la luna sin percatarse de lo que hacía, con los años y después de muchos tarots leídos había terminado por aprender que las cartas elegían por si solas su destino. – Si conversa con la Luna, esta no puede decirle que todos somos iguales bajo su inmensidad.- Sacó una carta del maso y la misma mostró el A de reyes, luego sacó otra la cual figuró un cuatro de espadas así como posterior a ella su mano despojo del maso un siete de copas. – Para los Reyes y Lords la noche están llenas de placeres desmedidos, riquezas y conflictos de poder. – Bajó la mirada nuevamente observando atentamente el resplandor de su interlocutor, dedicándole una mirada que pudiese haberlo atravesado de no ser por aquella oscuridad. Volvió a sonreír tranquilamente para luego colocar tres cartas más de forma suave sobre sus piernas cruzadas. – Para las cortesanas la noche no es más que un nuevo día para hacer dinero, la oscuridad las arropa y la luna no es más que testigo de su sensualidad-. Esto último la chica lo comentó con voz de terciopelo, con cierto dejo de nostalgia.
Posterior a esto, volvió a barajar su maso para ahora bajarse del barril con gracia de gitana.-Para los pobres sin embargo, la noche no es más que miedo y hambre sin un techo o comida que los resguarde. –Dijo la morena ahora con un tono de voz bajo, sombrío, algo parecido a un susurro.- Muchos mortales no lo saben pero, la Luna también habla de criaturas extrañas de las que ha sido testigo durante su larga vida, ella dice que en las noches algunos van por las calles del mundo como si fuesen muertos en vida, otros le aúllan como si fuese una musa, venerándola y también comenta de criaturas que nunca se mantienen iguales que ha sido fiel observadora de sus diferentes transformaciones.- La chica levantó la mirada dejando escapar una sonrisa complacida cuando el hombre de las sombras decidió dejarse ver ante sus ojos, aparentemente atraído por el interés. – Incluso esta noche no somos iguales, usted es un cliente y yo la servidora o usted el perseguidor y yo la perseguida, como prefiera verlo.- Comentó encogiéndose de hombros y volviendo a barajar las cartas con gracia al tiempo que caminó lentamente hacia él-Por supuesto, solo si está preparado para escuchar lo que el futuro le aguarda.
Posterior a esto, volvió a barajar su maso para ahora bajarse del barril con gracia de gitana.-Para los pobres sin embargo, la noche no es más que miedo y hambre sin un techo o comida que los resguarde. –Dijo la morena ahora con un tono de voz bajo, sombrío, algo parecido a un susurro.- Muchos mortales no lo saben pero, la Luna también habla de criaturas extrañas de las que ha sido testigo durante su larga vida, ella dice que en las noches algunos van por las calles del mundo como si fuesen muertos en vida, otros le aúllan como si fuese una musa, venerándola y también comenta de criaturas que nunca se mantienen iguales que ha sido fiel observadora de sus diferentes transformaciones.- La chica levantó la mirada dejando escapar una sonrisa complacida cuando el hombre de las sombras decidió dejarse ver ante sus ojos, aparentemente atraído por el interés. – Incluso esta noche no somos iguales, usted es un cliente y yo la servidora o usted el perseguidor y yo la perseguida, como prefiera verlo.- Comentó encogiéndose de hombros y volviendo a barajar las cartas con gracia al tiempo que caminó lentamente hacia él-Por supuesto, solo si está preparado para escuchar lo que el futuro le aguarda.
Sarahí L. Solis- Gitano
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 17/12/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
El licántropo observó en silencio a la morena sin perder detalle de los movimientos que realizaba, incluyendo la manera en que manipulaba el maso de cartas. Apoyó su espalda despreocupadamente en la pared cruzándose de brazos, aún por discernir si realmente sabía de lo que hablaba y dominaba lo que hacía o era una más de las estafadoras que nunca hacían falta en los barrios bajos de Paris.
Alzó una ceja cuando escuchó su tono burlón y sus ojos adquirieron un matiz más oscuro cuando mencionó a la luna. Siguió con la mirada el movimiento de sus manos sobre las cartas y le escuchó mencionar a las clases sociales cuyo destino en realidad no le importaba en lo absoluto. Reyes, pobres, cortesanas, a Sebastian todo le daba igual, podían morirse los reyes, podían reinar las prostitutas, lo único que le interesaba era comprender que diablos sucedía con él. Aunque ya conocía la respuesta, no pensaba resignarse con lo que había encontrado al respecto en libros y mucho menos en historias baratas que repetían los incautos de boca en boca y que no eran más que leyendas urbanas.
¿Entonces a que fin querer conocer su futuro? Probablemente porque parte de él se aferraba aún al antiguo Sebastian aunque a la otra le pareciera una estupidez. El nuevo podía experimentar con sus sentidos sensaciones que el antiguo únicamente habría soñado, ¿que importaba entonces que tuviera que pagar el precio de sus lagunas mentales únicamente en noche de luna llena si a cambio podía realizar cosas inimaginables el resto del tiempo?
Su rostro se endureció y sus oscuros ojos se tornaron gélidos. Ciertamente la joven no era una charlatana y parecía saber perfectamente lo que era él y sin embargo actuaba como si no sintiera el menor temor y él fuera algún conocido en lugar de un completo extraño que podía si quería aprovecharse de la oscuridad de la noche y de la falta de testigos.
Al acercarse la joven la tomó de la muñeca, reparando en los latidos del pequeño corazón, observó sus oscuros ojos y el rostro atractivo que en ese momento parecían una incitación para la bestia que no siempre dormitaba adentro de él. -Nunca me han gustado las insinuaciones ni las palabras a medias.- La contempló un momento sin tomarse la molestia de soltarla hasta que finalmente reparó en que probablemente la estaba lastimando y aflojó el agarre de su mano separándose de ella.
-Dime algo muchacha, esas criaturas de las que hablas, las que según tú sienten una extraña afinidad con la luna, ¿Has visto una alguna vez? ¿O simplemente hablas de cosas que no conoces?- La chica tenía un punto a su favor, le había sorprendido con su pequeña descripción pero de allí a que tuviera la menor idea de lo que hablaba era otra cosa.
-No necesito el tarot para vislumbrar mi futuro y percatarme de que es oscuro.- Sonrió de medio lado sin intentar disimular la carga de ironía. -Pero adelante, dime que es lo que ves en el y de paso si este te indica que tanto soy un perseguidor y que tanto te permites ser la perseguida.-
Alzó una ceja cuando escuchó su tono burlón y sus ojos adquirieron un matiz más oscuro cuando mencionó a la luna. Siguió con la mirada el movimiento de sus manos sobre las cartas y le escuchó mencionar a las clases sociales cuyo destino en realidad no le importaba en lo absoluto. Reyes, pobres, cortesanas, a Sebastian todo le daba igual, podían morirse los reyes, podían reinar las prostitutas, lo único que le interesaba era comprender que diablos sucedía con él. Aunque ya conocía la respuesta, no pensaba resignarse con lo que había encontrado al respecto en libros y mucho menos en historias baratas que repetían los incautos de boca en boca y que no eran más que leyendas urbanas.
¿Entonces a que fin querer conocer su futuro? Probablemente porque parte de él se aferraba aún al antiguo Sebastian aunque a la otra le pareciera una estupidez. El nuevo podía experimentar con sus sentidos sensaciones que el antiguo únicamente habría soñado, ¿que importaba entonces que tuviera que pagar el precio de sus lagunas mentales únicamente en noche de luna llena si a cambio podía realizar cosas inimaginables el resto del tiempo?
Su rostro se endureció y sus oscuros ojos se tornaron gélidos. Ciertamente la joven no era una charlatana y parecía saber perfectamente lo que era él y sin embargo actuaba como si no sintiera el menor temor y él fuera algún conocido en lugar de un completo extraño que podía si quería aprovecharse de la oscuridad de la noche y de la falta de testigos.
Al acercarse la joven la tomó de la muñeca, reparando en los latidos del pequeño corazón, observó sus oscuros ojos y el rostro atractivo que en ese momento parecían una incitación para la bestia que no siempre dormitaba adentro de él. -Nunca me han gustado las insinuaciones ni las palabras a medias.- La contempló un momento sin tomarse la molestia de soltarla hasta que finalmente reparó en que probablemente la estaba lastimando y aflojó el agarre de su mano separándose de ella.
-Dime algo muchacha, esas criaturas de las que hablas, las que según tú sienten una extraña afinidad con la luna, ¿Has visto una alguna vez? ¿O simplemente hablas de cosas que no conoces?- La chica tenía un punto a su favor, le había sorprendido con su pequeña descripción pero de allí a que tuviera la menor idea de lo que hablaba era otra cosa.
-No necesito el tarot para vislumbrar mi futuro y percatarme de que es oscuro.- Sonrió de medio lado sin intentar disimular la carga de ironía. -Pero adelante, dime que es lo que ves en el y de paso si este te indica que tanto soy un perseguidor y que tanto te permites ser la perseguida.-
Sebastian Delacour- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 27/11/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
Aquel hombre con personalidad misteriosa y facciones que dejaban entrever un rostro preocupado y perdido aferró sin ningún tipo de aviso la muñeca de la gitana, sus ojos oscuros se clavaron en los de ella, provocando así una sonrisa de medio lado en los labios de la morena. – No son insinuaciones, son historias. – dijo con un tono suave y tranquilo a pesar de que el agarre de su interlocutor comenzaba a trancarle la circulación.
Sarahí se sometió al escrutinio del muchacho antes de que este la liberara, pudiendo observar en aquel lapso corto de tiempo como su aura cambiaba en varias ocasiones de intensidad delatando el desorden emocional casi adolescente que se ocurría dentro de él, a su vez pudo entrever la duda reflejada en sus ojos gélidos. – Dudas de mis palabras, pero sin embargo no te marchas.- comentó sin perder aquella sonrisa enigmática al tiempo que el joven soltaba su brazo permitiéndole volver a tener el control propio de él.
La morena volvió a su tarea habitual de barajar cartas cuando escuchó la pregunta de aquel temperamental hombre. – Los he oído en las noches cuando el frío de la estación no me permite dormir, también he escuchado historias de las madres de sus victimarios, una vez escuche a una mujer llorar desconsoladamente en una taberna porque su hijo había muerto por el ataque de una criatura de la luna…- Levantó la mirada observando atentamente a su oyente para luego sacar una carta y observarla distraídamente. – Por supuesto, nadie le creyó y no paso mucho para que terminara en un psiquiátrico. – Sarahí se encogió de hombros con indiferencia y luego volvió a levantar la mirada para observar los ojos del muchacho, disfrutando de su escrutinio intimidarte. – Me parece haber visto el aura de varios de ellos incluso en París, es diferente a la de los humanos. –
Continuó con el habitual barajeo de cartas pero, colocándose ahora detrás del barril para utilizarlo como mesa improvisada.- Acércate, las cartas están echadas para ti. – Le dijo clavando ahora sus ojos en los suyos al tiempo que colocaba siete cartas de su maso en aquella superficie plana, luego de eso, escuchó las palabras del joven y sonrió con diversión nada disimulada.- Disfruto aún más leer el futuro de quienes se auguran una vida desastrosa. – Sarahí levantó las primeras cartas pudiendo escuchar solamente la respiración de su cliente.- Te espera un camino empinado, difícil, muchos obstáculos para logar lo que quieres. Estas solo y veo sangre él, muchas discusiones y heridos bajo tu mano, debes controlar tu temperamento si quieres que eso cambie.- La gitana continuó levantando cartas que por propia voluntad se habían escogido para adentrarse en la vida de su interlocutor. – Tienes una profunda capacidad de amar, tienes hermanas y te preocupas por ellas, las dejaste bien acomodadas pero tu vida es un desastre, ellas podrían salvarte pero, no te interesa volver a casa por un problema que te atormenta, temes por ellas.- La chica sonrío de lado nuevamente ante la visualización de la próxima carta. – Te entregaste a los excesos, pero te encantan, un par de prostitutas es lo único que alivia tus tormentos en las noches. –
La morena recogió las cartas del barril y volvió a lanzar algunas más luego de barajar su próxima lanzada. Sarahí levantó una de sus cejas de forma enigmática ante la siguiente revelación.- Volverás a buscarme, tus necesidades harán que me mantenga en tu camino pero, no siempre serás el que sigue.- La gitana, intrigada volvió a levantar otra de sus cartas y luego clavó su mirada en el hombre. – Vaya, vaya….-
Sarahí se sometió al escrutinio del muchacho antes de que este la liberara, pudiendo observar en aquel lapso corto de tiempo como su aura cambiaba en varias ocasiones de intensidad delatando el desorden emocional casi adolescente que se ocurría dentro de él, a su vez pudo entrever la duda reflejada en sus ojos gélidos. – Dudas de mis palabras, pero sin embargo no te marchas.- comentó sin perder aquella sonrisa enigmática al tiempo que el joven soltaba su brazo permitiéndole volver a tener el control propio de él.
La morena volvió a su tarea habitual de barajar cartas cuando escuchó la pregunta de aquel temperamental hombre. – Los he oído en las noches cuando el frío de la estación no me permite dormir, también he escuchado historias de las madres de sus victimarios, una vez escuche a una mujer llorar desconsoladamente en una taberna porque su hijo había muerto por el ataque de una criatura de la luna…- Levantó la mirada observando atentamente a su oyente para luego sacar una carta y observarla distraídamente. – Por supuesto, nadie le creyó y no paso mucho para que terminara en un psiquiátrico. – Sarahí se encogió de hombros con indiferencia y luego volvió a levantar la mirada para observar los ojos del muchacho, disfrutando de su escrutinio intimidarte. – Me parece haber visto el aura de varios de ellos incluso en París, es diferente a la de los humanos. –
Continuó con el habitual barajeo de cartas pero, colocándose ahora detrás del barril para utilizarlo como mesa improvisada.- Acércate, las cartas están echadas para ti. – Le dijo clavando ahora sus ojos en los suyos al tiempo que colocaba siete cartas de su maso en aquella superficie plana, luego de eso, escuchó las palabras del joven y sonrió con diversión nada disimulada.- Disfruto aún más leer el futuro de quienes se auguran una vida desastrosa. – Sarahí levantó las primeras cartas pudiendo escuchar solamente la respiración de su cliente.- Te espera un camino empinado, difícil, muchos obstáculos para logar lo que quieres. Estas solo y veo sangre él, muchas discusiones y heridos bajo tu mano, debes controlar tu temperamento si quieres que eso cambie.- La gitana continuó levantando cartas que por propia voluntad se habían escogido para adentrarse en la vida de su interlocutor. – Tienes una profunda capacidad de amar, tienes hermanas y te preocupas por ellas, las dejaste bien acomodadas pero tu vida es un desastre, ellas podrían salvarte pero, no te interesa volver a casa por un problema que te atormenta, temes por ellas.- La chica sonrío de lado nuevamente ante la visualización de la próxima carta. – Te entregaste a los excesos, pero te encantan, un par de prostitutas es lo único que alivia tus tormentos en las noches. –
La morena recogió las cartas del barril y volvió a lanzar algunas más luego de barajar su próxima lanzada. Sarahí levantó una de sus cejas de forma enigmática ante la siguiente revelación.- Volverás a buscarme, tus necesidades harán que me mantenga en tu camino pero, no siempre serás el que sigue.- La gitana, intrigada volvió a levantar otra de sus cartas y luego clavó su mirada en el hombre. – Vaya, vaya….-
Sarahí L. Solis- Gitano
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Fecha de inscripción : 17/12/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
Comenzó a sentirse un tanto incómodo al escuchar la descripción de las madres llorando por sus hijos victimizados. Especialmente porque le traía memorias muy recientes de ocasiones en las que se había despertado después de una noche de luna llena, sin poder recordar nada de lo acontecido en las pasadas horas. Siempre era lo mismo, despertaba echado en algún lado, completamente desnudo, desorientado. Inmediatamente el olor a sangre fresca golpeaba su nariz, se observaba a si mismo bañado en sangre y sin tener la menor idea de a quien pertenecía.
Aún recordaba la primera vez que le había sucedido, la agitación y el pánico al intentar recordar y encontrarse con una barrera en su mente que le impedía localizar cualquier tipo de memoria. Al levantarse y caminar en medio de los sembradíos en los que se encontraba había percibido el olor de la sangre aumentando paso a paso hasta encontrarse con una visión que lo paralizó. Una docena de hombres y mujeres mutilados, los cuerpos expuestos al sol, con los buitres picoteando sus restos y alzando el vuelo espantados al acercarse. Algunas de las víctimas tenían las entrañas de fuera, otros habían perdido sus extremidades, o partes vitales, y todos descubrían una forma grotesca al haber sido devorados. Recordaba como se dobló en dos y vomitó y que al hacerlo el mismo contenido de su vomito le había horrorizado.
Y luego, en alguna otra ocasión se había encontrado con algún familiar de las víctimas. Un hombre con algunas canas en su cabello oscuro que anunciaba su edad algo avanzada y que buscaba a sus hijos. Se había topado frente a frente con Sebastian en el peor de los momentos, cuando él aún desnudo y con el cuerpo teñído de rojo caminaba por un sendero intentando definir su localización. Un intercambio de miradas, la mirada sorprendida y alerta del sujeto y luego un solo vistazo a su alrededor que le permitió ver a los cadáveres en prematura descomposición. El que el hombre mirase de vuelta aterrorizado a Sebastian y la serie de gritos que se mezclaron en el lugar aislado una vez que el licántropo se decidió a no dejar ningún cabo suelto que pudiera incriminarle.
No le agradaban los cabos sueltos, pensó, volviendo al presente y recorriendo con la mirada a la joven de cabello oscuro que hablaba de distinguir las auras y que de estar diciendo la verdad se convertía en uno ya que nadie hasta la fecha sabía lo que era y se sentía muy a gusto con ello.
Se acercó cuando la gitana se lo indicó, tomando asiento sobre uno de los barriles. Volvió a sonreir de medio lado, entre interesado, atento, y con bastante sorna al escucharse descrito como un hombre capaz de amar profundamente. Entre los recovecos de su mente recordó a sus hermanas, a Amelié, la más pequeña de todas, y pensó en su amabilidad y en su inocencia y en que seguramente habría notado ya su ausencia.
-A veces un cuerpo bien caliente ayuda a aliviar las tensiones y aligerar el humor ¿no crees?- le preguntó al escuchar su comentario sobre las prostitutas que le hizo reir entre dientes. Repasó con la mirada el joven cuerpo de la gitana que a pesar de ser fino y delgado seguramente no carecería de encantos. Siempre le habían gustado las morenas de brillante cabello negro y si además tenían ojos insolentes y lengua afilada se volvían más interesantes.
Se cruzó de brazos con diversión al escuchar que no siempre sería el perseguidor. -Sería un cambio bienvenido.- La observó un momento mientras notaba como le clavaba la mirada. -Permíteme adivinar, viste algo sumamente revelador.- dijo, esta vez siendo él quien utilizara el tono burlón.
Aún recordaba la primera vez que le había sucedido, la agitación y el pánico al intentar recordar y encontrarse con una barrera en su mente que le impedía localizar cualquier tipo de memoria. Al levantarse y caminar en medio de los sembradíos en los que se encontraba había percibido el olor de la sangre aumentando paso a paso hasta encontrarse con una visión que lo paralizó. Una docena de hombres y mujeres mutilados, los cuerpos expuestos al sol, con los buitres picoteando sus restos y alzando el vuelo espantados al acercarse. Algunas de las víctimas tenían las entrañas de fuera, otros habían perdido sus extremidades, o partes vitales, y todos descubrían una forma grotesca al haber sido devorados. Recordaba como se dobló en dos y vomitó y que al hacerlo el mismo contenido de su vomito le había horrorizado.
Y luego, en alguna otra ocasión se había encontrado con algún familiar de las víctimas. Un hombre con algunas canas en su cabello oscuro que anunciaba su edad algo avanzada y que buscaba a sus hijos. Se había topado frente a frente con Sebastian en el peor de los momentos, cuando él aún desnudo y con el cuerpo teñído de rojo caminaba por un sendero intentando definir su localización. Un intercambio de miradas, la mirada sorprendida y alerta del sujeto y luego un solo vistazo a su alrededor que le permitió ver a los cadáveres en prematura descomposición. El que el hombre mirase de vuelta aterrorizado a Sebastian y la serie de gritos que se mezclaron en el lugar aislado una vez que el licántropo se decidió a no dejar ningún cabo suelto que pudiera incriminarle.
No le agradaban los cabos sueltos, pensó, volviendo al presente y recorriendo con la mirada a la joven de cabello oscuro que hablaba de distinguir las auras y que de estar diciendo la verdad se convertía en uno ya que nadie hasta la fecha sabía lo que era y se sentía muy a gusto con ello.
Se acercó cuando la gitana se lo indicó, tomando asiento sobre uno de los barriles. Volvió a sonreir de medio lado, entre interesado, atento, y con bastante sorna al escucharse descrito como un hombre capaz de amar profundamente. Entre los recovecos de su mente recordó a sus hermanas, a Amelié, la más pequeña de todas, y pensó en su amabilidad y en su inocencia y en que seguramente habría notado ya su ausencia.
-A veces un cuerpo bien caliente ayuda a aliviar las tensiones y aligerar el humor ¿no crees?- le preguntó al escuchar su comentario sobre las prostitutas que le hizo reir entre dientes. Repasó con la mirada el joven cuerpo de la gitana que a pesar de ser fino y delgado seguramente no carecería de encantos. Siempre le habían gustado las morenas de brillante cabello negro y si además tenían ojos insolentes y lengua afilada se volvían más interesantes.
Se cruzó de brazos con diversión al escuchar que no siempre sería el perseguidor. -Sería un cambio bienvenido.- La observó un momento mientras notaba como le clavaba la mirada. -Permíteme adivinar, viste algo sumamente revelador.- dijo, esta vez siendo él quien utilizara el tono burlón.
Sebastian Delacour- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/11/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
El hombre mantenía ante Sarahí una postura y un tono de burla que le daban un aire pícaro y bravucón. Sin embargo, la gitana en lugar de ofenderse se sintió divertida ante la actitud del sujeto, sus revelaciones eran ciertas y aunque en el momento las personas pudiesen mostrarse escépticas lo que había sido predicho por sus cartas al final tarde o temprano sucedía. – Por supuesto que sí, pero aun pienso que puedes cambiar tu futuro.-
Sarahí mantuvo la última carta alzada ante sus ojos, la revelación era interesante para ella porque le había respondido quien era su cliente, a pesar de las historias, debía admitir, que nunca había tenido la oportunidad de tener contacto directo con una criatura de su tipo. El tono burlón del joven le hizo sonreír de lado manteniendo aquella sonrisa enigmática que tanto la caracterizaba.- Déjame preguntarte algo, tú… muchacho. – La morena se inclinó sobre el barril acercando su rostro al de él de una forma bastante aproximada, al punto que invadía hasta de forma imprudente el espacio personal de ambos. – ¿Qué te trajo hasta aquí?, nada sucede por casualidad.- la chica se mantuvo aun cerca sin alejarse siquiera o desviar la mirada, lo miraba directamente a los ojos como si pudiese dar escrutinio a su alma.- No puedo darte la salvación de tu espiritu, pero si los consejos para que tu condición sea más llevadera.- esto último lo dijo en un susurro casi imperceptible pero por la proximidad que mantenía con el sobrenatural supo que este pudo escucharlo con la mayor claridad posible, posteriormente a esto se alejó, volviendo a su posición original tras el barril. – Se lo que eres, y déjame decirte que seguirás matando, incluso podrías matar a alguien importante para ti.-
La gitana siguió con su labor de revelar cartas permitiendo ahora que su interlocutor las viese sobre el barril.- La muerte te asecha, directa e indirectamente ¡Ten cuidado con eso! Los cazadores también asechan.- Clava su mirada en el joven muchacho quien tenía un rostro atractivo e interesante. A continuación, escucha lo que dice sobre las prostitutas desviando por un momento la mirada de sus cartas para clavar sus ojos oscuros sobre los de él al tiempo que se permitía otra media sonrisa. – Por supuesto, el calor de otro cuerpo siempre es bien recibido para disipar las penas por un rato, una silueta desnuda, unas caderas moviéndose rítmicamente al compás del placer deben bastar para olvidar tus muertos y disipar ese temperamento ¿O no? Lobito.- dijo en un tono de voz bajo, casi parecido a un ronroneo sabiendo que jugaba con su suerte.
Sarahí mantuvo la última carta alzada ante sus ojos, la revelación era interesante para ella porque le había respondido quien era su cliente, a pesar de las historias, debía admitir, que nunca había tenido la oportunidad de tener contacto directo con una criatura de su tipo. El tono burlón del joven le hizo sonreír de lado manteniendo aquella sonrisa enigmática que tanto la caracterizaba.- Déjame preguntarte algo, tú… muchacho. – La morena se inclinó sobre el barril acercando su rostro al de él de una forma bastante aproximada, al punto que invadía hasta de forma imprudente el espacio personal de ambos. – ¿Qué te trajo hasta aquí?, nada sucede por casualidad.- la chica se mantuvo aun cerca sin alejarse siquiera o desviar la mirada, lo miraba directamente a los ojos como si pudiese dar escrutinio a su alma.- No puedo darte la salvación de tu espiritu, pero si los consejos para que tu condición sea más llevadera.- esto último lo dijo en un susurro casi imperceptible pero por la proximidad que mantenía con el sobrenatural supo que este pudo escucharlo con la mayor claridad posible, posteriormente a esto se alejó, volviendo a su posición original tras el barril. – Se lo que eres, y déjame decirte que seguirás matando, incluso podrías matar a alguien importante para ti.-
La gitana siguió con su labor de revelar cartas permitiendo ahora que su interlocutor las viese sobre el barril.- La muerte te asecha, directa e indirectamente ¡Ten cuidado con eso! Los cazadores también asechan.- Clava su mirada en el joven muchacho quien tenía un rostro atractivo e interesante. A continuación, escucha lo que dice sobre las prostitutas desviando por un momento la mirada de sus cartas para clavar sus ojos oscuros sobre los de él al tiempo que se permitía otra media sonrisa. – Por supuesto, el calor de otro cuerpo siempre es bien recibido para disipar las penas por un rato, una silueta desnuda, unas caderas moviéndose rítmicamente al compás del placer deben bastar para olvidar tus muertos y disipar ese temperamento ¿O no? Lobito.- dijo en un tono de voz bajo, casi parecido a un ronroneo sabiendo que jugaba con su suerte.
Sarahí L. Solis- Gitano
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Fecha de inscripción : 17/12/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
El que aún estuviera escuchando las palabras de la gitana tenía que ver más con lo entretenido que le parecía el suspender su innata incredulidad para detenerse por un momento a pretender que el futuro podía ser predicho, antes que realmente encontrar respuestas. La joven tenía algún tipo de poder adivinatorio al parecer, había atinado en algunas cosas sobre él. -Por supuesto, el futuro depende de lo que queramos hacer con este. Ir contra la corriente o dejarnos llevar simplemente por ella.- Se cruzó de brazos y sonrió con sorna nuevamente. ¿En qué momento había pedido dejar de ser un simple ser humano para transformarse en lo qué ahora era? Veamos... nunca. No lo había determinado él, ni tomó decisión alguna sobre lo acontecido.
El tono que usaba la gitana para reaccionar y dirigirse a él le divertía, especialmente cuando le llamó muchacho, claro que había ignorado su petición de una presentación más formal y había omitido revelarle su nombre así que muchas alternativas no le había dado. Permaneció tranquilo en su lugar cuando se acerco tanto a él que le resultó muy fácil inhalar su perfume y sostener la mirada de sus ojos oscuros, era como si la morena quisiera leerle el pensamiento.
Soltó una leve risa al escuchar su pregunta acerca de que le había llevado hasta allí y se encogió de hombros sin prestarle demasiada importancia a sus motivaciones. -Te vi bailar.- Le dijo algo serio y por primera vez en ese breve intercambio de palabras lo dijo sin el menor asomo de sarcasmo. Aunque la gitana no era muy prudente, se acercaba demasiado a él y con los sentidos tan exacerbados como los tenía últimamente cualquier sencillo estímulo bastaba para que hiciera cosas que hasta unos meses atrás no habría ni tan siquiera considerado hacer. No es que las pensara tampoco en el presente simplemente actuaba antes de darse cuenta realmente de lo que hacía. Su mente recordó la escena de hace unos minutos atrás, cuando ella bailaba en la calle al son de su pandereta y se le veía tan absorta en su danza, como si nada más en el mundo tuviera relevancia.
Su mirada recorrió el rostro de la chica y bajo lentamente por su cuello observando la piel tersa, imaginándose que seguramente esta era muy suave al tacto y seguramente el cuello era igualmente frágil. Se mordió el labio inferior y se recostó contra la pared en cuanto la joven volvió a su posición original. -No dudo que exista el riesgo de que mate a quien sea.- Su mirada recorrió los alrededores del callejón al decirlo. -Afortunadamente no considero a nadie como importante.- Su mirada regresó a la de ella. Los lazos afectuosos que le ataban hasta hace unos meses los había roto al decidir marcharse de su anterior hogar y a la vez le habían suspendido del único trabajo que para él tenía sentido, en realidad ya nada le importaba, ni siquiera los cazadores que mencionaba, podían venir por él si querían o al menos intentarlo.
En cuanto escuchó sus últimas palabras se avalanzó hacia la morena con la rapidez sobrenatural que poseía, sujetándola fuertemente de los brazos e inclinándose sobre su pequeño cuerpo de manera que no pudiera moverse. -Ya que sabes perfectamente lo que soy, ¿qué hacemos con eso?- Soltó una leve risa nada alegre. El licántropo la olfateaba y recorría insolentemente con la mirada las curvas de su cuerpo antes de regresar a su rostro. -Para ser alguien tan joven y de aspecto inocente hablas como si supieras mucho de la vida y del calor de los cuerpos. ¿Tu negocio es nada más leer la fortuna o por el precio correcto también gimes y mueves tus caderas contra el cliente que te pague bien?-
El tono que usaba la gitana para reaccionar y dirigirse a él le divertía, especialmente cuando le llamó muchacho, claro que había ignorado su petición de una presentación más formal y había omitido revelarle su nombre así que muchas alternativas no le había dado. Permaneció tranquilo en su lugar cuando se acerco tanto a él que le resultó muy fácil inhalar su perfume y sostener la mirada de sus ojos oscuros, era como si la morena quisiera leerle el pensamiento.
Soltó una leve risa al escuchar su pregunta acerca de que le había llevado hasta allí y se encogió de hombros sin prestarle demasiada importancia a sus motivaciones. -Te vi bailar.- Le dijo algo serio y por primera vez en ese breve intercambio de palabras lo dijo sin el menor asomo de sarcasmo. Aunque la gitana no era muy prudente, se acercaba demasiado a él y con los sentidos tan exacerbados como los tenía últimamente cualquier sencillo estímulo bastaba para que hiciera cosas que hasta unos meses atrás no habría ni tan siquiera considerado hacer. No es que las pensara tampoco en el presente simplemente actuaba antes de darse cuenta realmente de lo que hacía. Su mente recordó la escena de hace unos minutos atrás, cuando ella bailaba en la calle al son de su pandereta y se le veía tan absorta en su danza, como si nada más en el mundo tuviera relevancia.
Su mirada recorrió el rostro de la chica y bajo lentamente por su cuello observando la piel tersa, imaginándose que seguramente esta era muy suave al tacto y seguramente el cuello era igualmente frágil. Se mordió el labio inferior y se recostó contra la pared en cuanto la joven volvió a su posición original. -No dudo que exista el riesgo de que mate a quien sea.- Su mirada recorrió los alrededores del callejón al decirlo. -Afortunadamente no considero a nadie como importante.- Su mirada regresó a la de ella. Los lazos afectuosos que le ataban hasta hace unos meses los había roto al decidir marcharse de su anterior hogar y a la vez le habían suspendido del único trabajo que para él tenía sentido, en realidad ya nada le importaba, ni siquiera los cazadores que mencionaba, podían venir por él si querían o al menos intentarlo.
En cuanto escuchó sus últimas palabras se avalanzó hacia la morena con la rapidez sobrenatural que poseía, sujetándola fuertemente de los brazos e inclinándose sobre su pequeño cuerpo de manera que no pudiera moverse. -Ya que sabes perfectamente lo que soy, ¿qué hacemos con eso?- Soltó una leve risa nada alegre. El licántropo la olfateaba y recorría insolentemente con la mirada las curvas de su cuerpo antes de regresar a su rostro. -Para ser alguien tan joven y de aspecto inocente hablas como si supieras mucho de la vida y del calor de los cuerpos. ¿Tu negocio es nada más leer la fortuna o por el precio correcto también gimes y mueves tus caderas contra el cliente que te pague bien?-
Sebastian Delacour- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/11/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
La gitana escuchó con atención al joven licántropo al tiempo que miraba distraídamente una de sus cartas, le divertía la actitud fría e impenetrable del sujeto, pero le resultaba aún más entretenido e interesante lo poco que coincidían sus palabras con sus acciones.- Por supuesto, eso ambos lo tenemos claro.- respondió la morena ante sus palabras al tiempo que recogía finalmente sus cartas de aquella mesa improvisada sin borrar en ningún momento esa sonrisa que rayaba fácilmente en lo insolente en su juvenil rostro. – Sin embargo, hay cosas a las que sencillamente se les llama destino.- lo dijo como si sus infructuosos intentos de leerle el pensamiento hubiesen dado frutos y pudiese responder al hilo claro que sabía que en ese momento pasaba por la mente del sobrenatural, aquel pensamiento que había descifrado no por algún don o premonición sino por su innata de habilidad de observar más allá de lo que sucedía en sus narices.
Aun se mantenía inclinada cerca de aquel “misterioso” hombre cuando recibió respuesta a su pregunta, la gitana sonrío de medio lado complacida ante tanta sinceridad y notó como los ojos voraces de su interlocutor parecían comérsela viva detallando muy bien sus facciones. Sarahí, era fiel creyente de que los ojos eran las puertas del alma y para quien pudiese ser testigo silencioso de aquel momento, en aquel callejón podría notar fácilmente que los ojos del licántropo reflejaban como si tuviesen vida propia los instintos de su condición sobrenatural. – No entiendo como aún hay gente que no se da cuenta de lo que sucede a su alrededor.- la morena levantó la ceja aun sin perder la sonrisa y no aparto la mirada a pesar de aquel escrutinio que podría resultar intimidarte para cualquier mujer, su orgullo no se lo permitía.
Solis continuó escuchando las palabras del muchacho y rió con diversión nada disimulada ante la última confesión.- Vaya, hay algo en lo que nos parecemos quien lo diría.- aún mantenía aquella sonrisa burlona producto de la risa que había producido su voz hace pocos segundos mientras daba pasos ligeros rodeándolo al tiempo que lo observaba.- Eres apuesto y no tienes pinta de imbécil, no hables de que nadie te importa cuando no sabes realmente lo que es no tener a nadie.- Sarahí se detuvo nuevamente cerca del muchacho observándolo de arriba abajo.- Sería realmente interesante entones pedir puesto en primera fila el día que alguien te importe, son los primeros que se desangran por el ser amado.-
Lo que sucedió a continuación tomo por sorpresa a la gitana dejándola sin aliento y contra la fría pared de aquel desolado callejón, la fiereza con la que aquel sujeto la había sujetado como si fuese suya y en aquel momento la observaba le había encendido rápidamente hasta el último rincón de su cuerpo.- Tus suposiciones no me ofenden, digamos que tuve una introducción a la realidad de la vida de una forma un poco más dura que la tuya.- le respondió la morena con la respiración ligeramente agitada por la cercanía del cuerpo masculino.- Leer la fortuna y mitigar la soledad de hombres como tú, es la única forma de no morir de hambre.- la chica lo miro a los ojos al tiempo que decía aquellas palabras y sonrió de medio lado aprovechando aquel pequeño espacio que el licántropo le había permitido inconscientemente al observar su cuerpo, para mover las caderas de una forma parecida a aquella que realizaba durante sus tardes de danza, todo con la finalidad de que su feminidad rozara eventualmente contra la virilidad del joven. –Entonces sí, también gimo y muevo mis caderas para aquel que sabe pagar bien.-
Aun se mantenía inclinada cerca de aquel “misterioso” hombre cuando recibió respuesta a su pregunta, la gitana sonrío de medio lado complacida ante tanta sinceridad y notó como los ojos voraces de su interlocutor parecían comérsela viva detallando muy bien sus facciones. Sarahí, era fiel creyente de que los ojos eran las puertas del alma y para quien pudiese ser testigo silencioso de aquel momento, en aquel callejón podría notar fácilmente que los ojos del licántropo reflejaban como si tuviesen vida propia los instintos de su condición sobrenatural. – No entiendo como aún hay gente que no se da cuenta de lo que sucede a su alrededor.- la morena levantó la ceja aun sin perder la sonrisa y no aparto la mirada a pesar de aquel escrutinio que podría resultar intimidarte para cualquier mujer, su orgullo no se lo permitía.
Solis continuó escuchando las palabras del muchacho y rió con diversión nada disimulada ante la última confesión.- Vaya, hay algo en lo que nos parecemos quien lo diría.- aún mantenía aquella sonrisa burlona producto de la risa que había producido su voz hace pocos segundos mientras daba pasos ligeros rodeándolo al tiempo que lo observaba.- Eres apuesto y no tienes pinta de imbécil, no hables de que nadie te importa cuando no sabes realmente lo que es no tener a nadie.- Sarahí se detuvo nuevamente cerca del muchacho observándolo de arriba abajo.- Sería realmente interesante entones pedir puesto en primera fila el día que alguien te importe, son los primeros que se desangran por el ser amado.-
Lo que sucedió a continuación tomo por sorpresa a la gitana dejándola sin aliento y contra la fría pared de aquel desolado callejón, la fiereza con la que aquel sujeto la había sujetado como si fuese suya y en aquel momento la observaba le había encendido rápidamente hasta el último rincón de su cuerpo.- Tus suposiciones no me ofenden, digamos que tuve una introducción a la realidad de la vida de una forma un poco más dura que la tuya.- le respondió la morena con la respiración ligeramente agitada por la cercanía del cuerpo masculino.- Leer la fortuna y mitigar la soledad de hombres como tú, es la única forma de no morir de hambre.- la chica lo miro a los ojos al tiempo que decía aquellas palabras y sonrió de medio lado aprovechando aquel pequeño espacio que el licántropo le había permitido inconscientemente al observar su cuerpo, para mover las caderas de una forma parecida a aquella que realizaba durante sus tardes de danza, todo con la finalidad de que su feminidad rozara eventualmente contra la virilidad del joven. –Entonces sí, también gimo y muevo mis caderas para aquel que sabe pagar bien.-
Sarahí L. Solis- Gitano
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Fecha de inscripción : 17/12/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
Mantuvo el fuerte agarre de los brazos de la gitana colocándolos arriba contra la pared, a ambos lados del rostro enmarcado por el brillante cabello oscuro. -Para ser alguien que lee el destino de los demás, o incluso pequeños detalles de su vida, ya me has dado a conocer varios de la tuya.- Dibujó en sus labios una media sonrisa, sin que el licántropo en él perdiera detalle de las reacciones de la joven que para nada parecía asustada ante la idea de estar frente a alguien de su especie. O tenía una inocente confianza en él o no se percataba del todo de la situación en la que se encontraba.
-Algo de cerebro tendré, pero pareciera que en lugar de hablar de mi hablaras de ti misma al mencionar el no tener a nadie.- Movió sus manos de manera que una sola sostuviera ambas muñecas mientras con la otra sus dedos recorrían la delgada cintura que se movía al igual que sus caderas femeninas, logrando que chocaran con las de él e incitando los instintos del licántropo al rozar de esa manera su virilidad. Su mano entonces bajo por la tela de la falda de la muchacha, llegando a su extremo adonde comenzó a tirar suavemente descubriendo con su tacto la suave pierna cuya piel repasó con el dorso de sus dedos, subiendo por el contorneado y suave muslo.
-Si no vuelves a casa nadie te echará de menos ¿o si?- Sus ojos observaron a la joven cuyo pecho se encontraba tan cerca del suyo que le permitía apreciar la curvatura de sus senos marcados por su blusa de gitana mientras estos subían y bajaban suavemente al ritmo de la respiración que podía percibir como agitada al apretarse contra él por el poco espacio existente entre los dos. Sus dedos subieron por el interior del muslo hasta alcanzar su feminidad adonde se detuvo y comenzó a frotar por encima de la tela, notando los temblores que le provocaba de esa manera. -Todos tenemos que sobrevivir de alguna forma.-
La mirada de Sebastian cambió nuevamente, por un momento fue la del hombre y no la del licántropo la que reparó en los negros ojos y de esa forma por un breve espacio de tiempo recordó los de sus hermanas. Sus manos entonces dejaron de tocarla y se separó lentamente de ella. -Supongamos que quiero contratarte para ese tipo de servicios, pero no aquí.- Cambió nuevamente su mirada por una insondable y le indicó que se acomodara la falda. La suerte estaba echada de una forma o de otra, no pensaba dejarle ir, con demasiada facilidad podría delatarle con cualquiera, y por otro lado le encendía la sangre y no pensaba desahogarse en ella en el oscuro callejón. Algo de raciocinio aún le quedaba, aunque aún no terminaba de discernir que haría con ella.
-Algo de cerebro tendré, pero pareciera que en lugar de hablar de mi hablaras de ti misma al mencionar el no tener a nadie.- Movió sus manos de manera que una sola sostuviera ambas muñecas mientras con la otra sus dedos recorrían la delgada cintura que se movía al igual que sus caderas femeninas, logrando que chocaran con las de él e incitando los instintos del licántropo al rozar de esa manera su virilidad. Su mano entonces bajo por la tela de la falda de la muchacha, llegando a su extremo adonde comenzó a tirar suavemente descubriendo con su tacto la suave pierna cuya piel repasó con el dorso de sus dedos, subiendo por el contorneado y suave muslo.
-Si no vuelves a casa nadie te echará de menos ¿o si?- Sus ojos observaron a la joven cuyo pecho se encontraba tan cerca del suyo que le permitía apreciar la curvatura de sus senos marcados por su blusa de gitana mientras estos subían y bajaban suavemente al ritmo de la respiración que podía percibir como agitada al apretarse contra él por el poco espacio existente entre los dos. Sus dedos subieron por el interior del muslo hasta alcanzar su feminidad adonde se detuvo y comenzó a frotar por encima de la tela, notando los temblores que le provocaba de esa manera. -Todos tenemos que sobrevivir de alguna forma.-
La mirada de Sebastian cambió nuevamente, por un momento fue la del hombre y no la del licántropo la que reparó en los negros ojos y de esa forma por un breve espacio de tiempo recordó los de sus hermanas. Sus manos entonces dejaron de tocarla y se separó lentamente de ella. -Supongamos que quiero contratarte para ese tipo de servicios, pero no aquí.- Cambió nuevamente su mirada por una insondable y le indicó que se acomodara la falda. La suerte estaba echada de una forma o de otra, no pensaba dejarle ir, con demasiada facilidad podría delatarle con cualquiera, y por otro lado le encendía la sangre y no pensaba desahogarse en ella en el oscuro callejón. Algo de raciocinio aún le quedaba, aunque aún no terminaba de discernir que haría con ella.
Sebastian Delacour- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 27/11/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
La gitana no pudo evitar soltar una sonrisa que expresaba diversión cuando escuchó las palabras del licántropo, le causaba cierta diversión aquel comentario más no le generaba malestar alguno, sabía muy bien cómo, cuándo y dónde manejar sus palabras así como también cuando debía cerrar el pico. A pesar de tener sus brazos atrapados por el fuerte agarre del sobrenatural se las arregló para con uno de sus dedos hacer una señal juguetona de negación.- No miras más allá, es una lástima.- La gitana esbozo una sonrisa aún más pronunciada que la anterior provocando que la misma rayara casi en la burla.- Además, a diferencia de ti, no necesito tanto misterio en mi vida.-
Sarahí estaba en su elemento, algo en aquel joven la hacía comportarse de esa forma, que aunque estaba acostumbrada a hacerlo, no era tan poco pudorosa, ella quería provocarlo, saber más de él y cuando logró con sus movimientos de cadera el cometido no puedo evitar que aquel sentimiento de satisfacción no se le reflejara en el rostro. – Ciertamente hablamos de mí, sin embargo, a mí ya la soledad me da igual, tú hablas mucho de ella y no creo que sepas realmente que es estar solo.- La gitana sonrió clavando sus ojos negros en los ojos del hombre que hasta ese momento la mantenía fuertemente sujeta con una de sus manos y continuo moviendo sus caderas al compás de un ritmo suave inexistente, todo con la finalidad de provocar aún más a su interlocutor.
-Esa pregunta es capciosa, ¿Acaso piensas matarme?.- Solis levanto ambas cejas pero sin perder la ligera sonrisa, podía ver la ferocidad de los ojos de aquel hombre mientras con una de sus manos recorría su cuerpo, provocando con ello que tanto su respiración como su corazón se acelerara de formas delatadoras, pudo ver como aquel hombre observaba la curvatura de sus senos de una forma casi animal muy propia de su instinto lican y fue totalmente consciente de la situación que estaba enfrentando, más el miedo no se apodero de ella sino que la incito aun más a provocar a aquel “depredador”, muy en el fondo sabía que aquel hombre no le haría nada o por lo menos no nada que ella no quisiese ya que le hiciera.
Al sentir como las manos del lican iban bajando hasta feminidad, unos temblores involuntarios se apoderaron de la zona baja de su abdomen y le erizaron levemente la piel de una forma casi vergonzosa.- Supongo que puedo ayudarte a sobrevivir por una noche.- La gitana logro soltar una de sus manos del agarre del joven y la subió lentamente por el pecho de su camisa hasta hacerse con su cuello, paso sus dedos lentamente por el mismo al tiempo que acercaba su boca a su oreja izquierda a la que le mordisqueo suavemente el lóbulo para posteriormente decirle en un susurro.- Pero no será gratis, me imagino que lo sabes.- se separó ligeramente de él y pudo notar como algo en su mirada cambio.
Aquel muchacho eral realmente intrigante, era apuesto sin lugar a dudas pero su interés por él iba más allá, era bastante misterioso y por lo que había notado de un temperamento de fácil variabilidad, pensó todo esto al tiempo que se arreglaba nuevamente la falda con una compostura que no dejaba entrever la situación comprometedora en la que ambos se habían encontrado hasta hace pocos segundos, sin embargo, podía sentir aun la sangre encendida por debajo de las telas que la vestían. – Digamos que puedes encontrarme a donde sueles ir o ¿Tienes una mejor idea?.- esto lo pregunto con total naturalidad, como si estuviesen hablando del clima al tiempo que pasaba sus dedos con delicadeza peinándose el suave cabello que le llegaba hasta la cintura.
Sarahí estaba en su elemento, algo en aquel joven la hacía comportarse de esa forma, que aunque estaba acostumbrada a hacerlo, no era tan poco pudorosa, ella quería provocarlo, saber más de él y cuando logró con sus movimientos de cadera el cometido no puedo evitar que aquel sentimiento de satisfacción no se le reflejara en el rostro. – Ciertamente hablamos de mí, sin embargo, a mí ya la soledad me da igual, tú hablas mucho de ella y no creo que sepas realmente que es estar solo.- La gitana sonrió clavando sus ojos negros en los ojos del hombre que hasta ese momento la mantenía fuertemente sujeta con una de sus manos y continuo moviendo sus caderas al compás de un ritmo suave inexistente, todo con la finalidad de provocar aún más a su interlocutor.
-Esa pregunta es capciosa, ¿Acaso piensas matarme?.- Solis levanto ambas cejas pero sin perder la ligera sonrisa, podía ver la ferocidad de los ojos de aquel hombre mientras con una de sus manos recorría su cuerpo, provocando con ello que tanto su respiración como su corazón se acelerara de formas delatadoras, pudo ver como aquel hombre observaba la curvatura de sus senos de una forma casi animal muy propia de su instinto lican y fue totalmente consciente de la situación que estaba enfrentando, más el miedo no se apodero de ella sino que la incito aun más a provocar a aquel “depredador”, muy en el fondo sabía que aquel hombre no le haría nada o por lo menos no nada que ella no quisiese ya que le hiciera.
Al sentir como las manos del lican iban bajando hasta feminidad, unos temblores involuntarios se apoderaron de la zona baja de su abdomen y le erizaron levemente la piel de una forma casi vergonzosa.- Supongo que puedo ayudarte a sobrevivir por una noche.- La gitana logro soltar una de sus manos del agarre del joven y la subió lentamente por el pecho de su camisa hasta hacerse con su cuello, paso sus dedos lentamente por el mismo al tiempo que acercaba su boca a su oreja izquierda a la que le mordisqueo suavemente el lóbulo para posteriormente decirle en un susurro.- Pero no será gratis, me imagino que lo sabes.- se separó ligeramente de él y pudo notar como algo en su mirada cambio.
Aquel muchacho eral realmente intrigante, era apuesto sin lugar a dudas pero su interés por él iba más allá, era bastante misterioso y por lo que había notado de un temperamento de fácil variabilidad, pensó todo esto al tiempo que se arreglaba nuevamente la falda con una compostura que no dejaba entrever la situación comprometedora en la que ambos se habían encontrado hasta hace pocos segundos, sin embargo, podía sentir aun la sangre encendida por debajo de las telas que la vestían. – Digamos que puedes encontrarme a donde sueles ir o ¿Tienes una mejor idea?.- esto lo pregunto con total naturalidad, como si estuviesen hablando del clima al tiempo que pasaba sus dedos con delicadeza peinándose el suave cabello que le llegaba hasta la cintura.
Sarahí L. Solis- Gitano
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Fecha de inscripción : 17/12/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
No dejaba de haber cierto humor negro en todo el asunto, en la mirada burlona de la gitana y en sus palabras que de tan directas resultaban insolentes, pero a Sebastian no le molestaban, muy por el contrario, le resultaba agradable tratar con alguien que dijera directamente lo que pensaba, sobre todo si se trataba de una fémina ya que en la mayor parte de la sociedad en que vivía existían demasiadas dobleces y tapujos por lo que las conversaciones con las damas resultaban casi siempre afectadas y carentes de naturalidad.
No respondió al comentario sobre su supuesta soledad, la gitana remarcaba bastante el tema pero ágilmente retornaba la conversación a él desviándola de su persona con lo cual lograba no revelarle gran cosa a pesar de que pretendiese no necesitar envolverse en un halo misterioso como había sugerido que lo hacía él.
De la situación dedujo que la joven estaba realmente sola, y que no habría nadie que la reclamase sino regresaba a su hogar esa noche ni tampoco nadie que reclamase un honor que ella misma había indicado no poseer ya debido a los alcances de su profesión.
Sonrió de medio lado, examinándola en silencio. No la juzgaba por lo que hubiese tenido que hacer o los medios por los cuales tuviera que subsistir, de hecho, las conversaciones entre sábanas solían ser agradables y relajadas, la gente de bajos recursos no tenía porque guardarse las cosas y usualmente después de un buen acostón con una mujer de moral relajada había notado que tendían a bajar la guardia y charlar animadamente.
-Creo que no me has comprendido, no me refiero a que vuelvas a tu hogar y nos veamos otro día.- Se acercó a ella nuevamente esta vez pasando el dorso de sus dedos por la fina cabellera oscura que ella acababa de peinar con los suyos. Sonrió con carencia de alegría. Si acababa con la vida de la gitana, si apretaba el terso cuello hasta extinguir todo aliento prematuramente, si lo hacía se desharía del problema de que su naturaleza pudiera conocerse de un momento a otro. En ese momento no veía otra solución o de lo contrario tendría que arriesgarse a confiar en su silencio, pero el que le agradara o que le pareciera hermosa no le cegaba lo suficiente como para confiar en ella.
-Esta noche vendrás conmigo.- Zanjado el asunto la tomó del codo acercándola a él. -Solo espero que tu oferta de ayuda a mi supervivencia sea tan atractiva como lo que esconde tanta tela.- Sonrió socarronamente, sabía exactamente lo que le había provocado al delicado cuerpo tan solo unos minutos atrás. Sus dedos jugaron con las delgadas cintas de la blusa de la joven, permitiéndose unos instantes de lujuria al imaginarse lo que habría debajo. Se estaba impacientando.
Aun sujetando su brazo la hizo girar e igualmente caminar junto a él para abandonar el oscuro callejón y de esa manera dirigirse al lugar en el cual se estaba hospedando esa noche, lo prefería así ya que de a esas horas nadie los vería llegar y para lo que habría de suceder no se necesitaban testigos de ninguna clase.
-No te preocupes, sé que quedarás satisfecha con la paga.- Observó su blanca tez brevemente bajo la luz nocturna admirándola un momento. -Espero estés acostumbrada a caminar ya que el lugar está algo lejos.- Aflojó el agarre de su mano sintiéndose irritado por sus propias reacciones al mirarla y a la vez concluyendo que no era necesario sujetarla demasiado, si la joven estaba bien dispuesta y esperaba una buena paga no tenía por qué intentar alejarse de él.
No respondió al comentario sobre su supuesta soledad, la gitana remarcaba bastante el tema pero ágilmente retornaba la conversación a él desviándola de su persona con lo cual lograba no revelarle gran cosa a pesar de que pretendiese no necesitar envolverse en un halo misterioso como había sugerido que lo hacía él.
De la situación dedujo que la joven estaba realmente sola, y que no habría nadie que la reclamase sino regresaba a su hogar esa noche ni tampoco nadie que reclamase un honor que ella misma había indicado no poseer ya debido a los alcances de su profesión.
Sonrió de medio lado, examinándola en silencio. No la juzgaba por lo que hubiese tenido que hacer o los medios por los cuales tuviera que subsistir, de hecho, las conversaciones entre sábanas solían ser agradables y relajadas, la gente de bajos recursos no tenía porque guardarse las cosas y usualmente después de un buen acostón con una mujer de moral relajada había notado que tendían a bajar la guardia y charlar animadamente.
-Creo que no me has comprendido, no me refiero a que vuelvas a tu hogar y nos veamos otro día.- Se acercó a ella nuevamente esta vez pasando el dorso de sus dedos por la fina cabellera oscura que ella acababa de peinar con los suyos. Sonrió con carencia de alegría. Si acababa con la vida de la gitana, si apretaba el terso cuello hasta extinguir todo aliento prematuramente, si lo hacía se desharía del problema de que su naturaleza pudiera conocerse de un momento a otro. En ese momento no veía otra solución o de lo contrario tendría que arriesgarse a confiar en su silencio, pero el que le agradara o que le pareciera hermosa no le cegaba lo suficiente como para confiar en ella.
-Esta noche vendrás conmigo.- Zanjado el asunto la tomó del codo acercándola a él. -Solo espero que tu oferta de ayuda a mi supervivencia sea tan atractiva como lo que esconde tanta tela.- Sonrió socarronamente, sabía exactamente lo que le había provocado al delicado cuerpo tan solo unos minutos atrás. Sus dedos jugaron con las delgadas cintas de la blusa de la joven, permitiéndose unos instantes de lujuria al imaginarse lo que habría debajo. Se estaba impacientando.
Aun sujetando su brazo la hizo girar e igualmente caminar junto a él para abandonar el oscuro callejón y de esa manera dirigirse al lugar en el cual se estaba hospedando esa noche, lo prefería así ya que de a esas horas nadie los vería llegar y para lo que habría de suceder no se necesitaban testigos de ninguna clase.
-No te preocupes, sé que quedarás satisfecha con la paga.- Observó su blanca tez brevemente bajo la luz nocturna admirándola un momento. -Espero estés acostumbrada a caminar ya que el lugar está algo lejos.- Aflojó el agarre de su mano sintiéndose irritado por sus propias reacciones al mirarla y a la vez concluyendo que no era necesario sujetarla demasiado, si la joven estaba bien dispuesta y esperaba una buena paga no tenía por qué intentar alejarse de él.
Sebastian Delacour- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 27/11/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
La gitana sonrió complacida ante el escrutinio del joven licantropo, estaba claro que ambos se habían provocado al punto de caer en aquella situación. Él la observó con esa mirada impaciente y carnal que solo provocó aun más al deseo que hormigueba placentero en la zona baja de su vientre y ella se sentó de nuevo en el barril que hasta hace pocos momentos le había servido de mesa con la intención de subir un poco más su falda de forma sutil y así no perder el calor del momento.
El joven visiblemente le atraía a diferencia de otros con los que había estado y eso era un cambió bien recibido en aquella noche de trabajo, además estaba muy interesada en la paga, hace ya un tiempo que no se había acostado con ningún hombre ya que no estaba muy al tanto de como se manejaba la prostitución en las calles parisinas y mucho menos para una gitana, por lo que se había dedicado a la danza y la lectura de cartas mientras reconocía el terreno, esto había conllevado a que pasara un periodo de tiempo con poco dinero para comer como Dios manda.
Sarahí volvió sonreír pero esta vez con una picardia nada disimulada cuando le escuchó decir que sería esa misma noche cuando lo acompañaría. Una vez zanjado el asunto, la gitana aprovechó para traerlo hacia si misma con una de sus piernas y se vio complacida ante la ausente resistencia del sobrenatural a estar cerca de ella a pesar de haberse apartado abruptamente hace pocos segundos. Conocía su trabajo y sabia que no estaba permitido que el hombre perdiese el estimulo, por lo que recorrió su camisa con sus manos y desabrocho el botón superior de la camisa de su interlocutor con los dientes dientes, pero sin perder la suavidad seductora. - De ser así, debes saber que estoy desde este momento para complacerte en lo que pidas.-
Posteriormente, notó la impaciencia del lican y al escuchar sus palabras no pudo evitar dejar escapar una risa burlona pero coqueta, casi musical. Se levantó del barril dejando que la tela de la falda volviese a caer a su lugar y se permitió bajar su mano hasta la zona del vientre que estaba muy cercana a su virilidad para luego soltarle en un susurro.- Ni siquiera vas a querer dejarme ir.- se separó sin perder el gesto burlón para luego guiñarle un ojo sin remordimiento.
El joven la tomó por el codo y Solis comenzó a caminar notando como el aura del sobrenatural seguía en aquel cambio constante e inseguro.- Estoy sola como tú, deja tus preocupaciones para cuando amanezca, ya mañana veras que hacer conmigo, no creas que no sé donde me estoy metiendo.-la chica lo dijo con indiferencia y notó como el agarre de aquel misterioso hombre aflojaba.-Estarás satisfecho con la noche.- le aseguró volviendo a guiñarle al tiempo que aprovechaba caminar un poco por delante de él para dejarse ver, seguidamente se volteo y sonrió despreocupada.- Estoy acostumbrada, ve adelante, te sigo.-
El joven visiblemente le atraía a diferencia de otros con los que había estado y eso era un cambió bien recibido en aquella noche de trabajo, además estaba muy interesada en la paga, hace ya un tiempo que no se había acostado con ningún hombre ya que no estaba muy al tanto de como se manejaba la prostitución en las calles parisinas y mucho menos para una gitana, por lo que se había dedicado a la danza y la lectura de cartas mientras reconocía el terreno, esto había conllevado a que pasara un periodo de tiempo con poco dinero para comer como Dios manda.
Sarahí volvió sonreír pero esta vez con una picardia nada disimulada cuando le escuchó decir que sería esa misma noche cuando lo acompañaría. Una vez zanjado el asunto, la gitana aprovechó para traerlo hacia si misma con una de sus piernas y se vio complacida ante la ausente resistencia del sobrenatural a estar cerca de ella a pesar de haberse apartado abruptamente hace pocos segundos. Conocía su trabajo y sabia que no estaba permitido que el hombre perdiese el estimulo, por lo que recorrió su camisa con sus manos y desabrocho el botón superior de la camisa de su interlocutor con los dientes dientes, pero sin perder la suavidad seductora. - De ser así, debes saber que estoy desde este momento para complacerte en lo que pidas.-
Posteriormente, notó la impaciencia del lican y al escuchar sus palabras no pudo evitar dejar escapar una risa burlona pero coqueta, casi musical. Se levantó del barril dejando que la tela de la falda volviese a caer a su lugar y se permitió bajar su mano hasta la zona del vientre que estaba muy cercana a su virilidad para luego soltarle en un susurro.- Ni siquiera vas a querer dejarme ir.- se separó sin perder el gesto burlón para luego guiñarle un ojo sin remordimiento.
El joven la tomó por el codo y Solis comenzó a caminar notando como el aura del sobrenatural seguía en aquel cambio constante e inseguro.- Estoy sola como tú, deja tus preocupaciones para cuando amanezca, ya mañana veras que hacer conmigo, no creas que no sé donde me estoy metiendo.-la chica lo dijo con indiferencia y notó como el agarre de aquel misterioso hombre aflojaba.-Estarás satisfecho con la noche.- le aseguró volviendo a guiñarle al tiempo que aprovechaba caminar un poco por delante de él para dejarse ver, seguidamente se volteo y sonrió despreocupada.- Estoy acostumbrada, ve adelante, te sigo.-
Sarahí L. Solis- Gitano
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 17/12/2014
Re: El que busca, encuentra [Sebastian]
Al parecer la joven conocía bastante bien su oficio por la manera en que buscaba provocar en él reacciones ante estímulos como lo era su tacto o su seductora actitud, pero a pesar de que se encontraba lo suficientemente alterado en su humor debido a la proximidad de la siguiente luna llena, ya tenía trazado un plan, al menos en cuanto a sus acciones inmediatas, por lo que continuó sus pasos en absoluto silencio.
Contrario a lo que la gitana afirmaba y aunque ella lo creyera así, por su mente no podía cruzarse la menor idea de en que se estaba metiendo o su actitud no hubiese sido tan casual y ligera. El talante inquieto del licántropo cambió entonces al tomar una determinación, gracias precisamente a las propias palabras femeninas que le recordaron el por qué se había alejado de su hogar en primer lugar. Lo había hecho por sus hermanas, por la bella Julianne, a quien siempre había admirado por su sensatez y su generosidad, y por Amélie, su hermana menor, quien con su alegría y sus travesuras alegraba su alma, aligerando sus cargas y logrando que por momentos el mundo pareciese un mejor lugar del que pudiera esperarse a pesar de su maldición.
Y aún así ambas jóvenes aún dependían de él y así seguiría siendo por un largo tiempo. No era cierto que no le importase nada o que no estuviese dispuesto a matar por nadie. Aceleró el paso y antes de que la gitana se percatase de lo que estaba por suceder se escuchó un golpe seco seguido del joven cuerpo que inconsciente estuvo a punto de caer sobre el suelo pero que el licántropo alcanzó a sostener con rapidez.
Alzándola entonces en sus brazos la observó un momento, retirando el oscuro cabello que rebelde caía sobre su frente, había perdido el conocimiento pero su respiración era pausada y rítmica. La colocó sobre su hombro con facilidad siendo el pequeño cuerpo ligero como una pluma.
Debido al manto nocturno y a lo entrada que se encontraba la noche nadie fue testigo de lo sucedido, decidió entonces proseguir por el camino más solitario y transcurrió algo de tiempo antes de que llegase finalmente al lugar que buscaba. Se trataba de un sótano en una zona aislada cuya trampilla abrió con un movimiento de su zapato para así descender por las escaleras. Manipulando el cuerpo de la gitana con cuidado avanzó hasta el lugar adonde se encontraba la única cama del recinto, adonde le depositó cuidadosamente.
El lugar era sencillo pero práctico y contaba tan sólo con el mobiliario necesario. Lo había alquilado hacía algunos meses al prever la necesidad de contar con sitio adonde pudiera retirarse en ciertos momentos de cada mes.
Dió entonces la media vuelta para encender una lámpara, subir nuevamente los escalones y echar el cerrojo de la única entrada y por ende, salida del lugar. Con tranquilidad miró a su alrededor, tomó una de las sillas del pequeño juego de comedor y la colocó a la par del lecho adonde tomó asiento y estiró sus piernas, cruzándose de brazos.
Contrario a lo que la gitana afirmaba y aunque ella lo creyera así, por su mente no podía cruzarse la menor idea de en que se estaba metiendo o su actitud no hubiese sido tan casual y ligera. El talante inquieto del licántropo cambió entonces al tomar una determinación, gracias precisamente a las propias palabras femeninas que le recordaron el por qué se había alejado de su hogar en primer lugar. Lo había hecho por sus hermanas, por la bella Julianne, a quien siempre había admirado por su sensatez y su generosidad, y por Amélie, su hermana menor, quien con su alegría y sus travesuras alegraba su alma, aligerando sus cargas y logrando que por momentos el mundo pareciese un mejor lugar del que pudiera esperarse a pesar de su maldición.
Y aún así ambas jóvenes aún dependían de él y así seguiría siendo por un largo tiempo. No era cierto que no le importase nada o que no estuviese dispuesto a matar por nadie. Aceleró el paso y antes de que la gitana se percatase de lo que estaba por suceder se escuchó un golpe seco seguido del joven cuerpo que inconsciente estuvo a punto de caer sobre el suelo pero que el licántropo alcanzó a sostener con rapidez.
Alzándola entonces en sus brazos la observó un momento, retirando el oscuro cabello que rebelde caía sobre su frente, había perdido el conocimiento pero su respiración era pausada y rítmica. La colocó sobre su hombro con facilidad siendo el pequeño cuerpo ligero como una pluma.
Debido al manto nocturno y a lo entrada que se encontraba la noche nadie fue testigo de lo sucedido, decidió entonces proseguir por el camino más solitario y transcurrió algo de tiempo antes de que llegase finalmente al lugar que buscaba. Se trataba de un sótano en una zona aislada cuya trampilla abrió con un movimiento de su zapato para así descender por las escaleras. Manipulando el cuerpo de la gitana con cuidado avanzó hasta el lugar adonde se encontraba la única cama del recinto, adonde le depositó cuidadosamente.
El lugar era sencillo pero práctico y contaba tan sólo con el mobiliario necesario. Lo había alquilado hacía algunos meses al prever la necesidad de contar con sitio adonde pudiera retirarse en ciertos momentos de cada mes.
Dió entonces la media vuelta para encender una lámpara, subir nuevamente los escalones y echar el cerrojo de la única entrada y por ende, salida del lugar. Con tranquilidad miró a su alrededor, tomó una de las sillas del pequeño juego de comedor y la colocó a la par del lecho adonde tomó asiento y estiró sus piernas, cruzándose de brazos.
Sebastian Delacour- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 27/11/2014
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