Momentus (Cid)

por **Schmetterling Verner** Lun Dic 22, 2014 12:22 pm

Su piel era el reflejo de los rayos de la luna llena que esa noche se mantenía en la cúspide –la primera de muchas- con su palidez, la silueta femenina reclamaba su existencia entre extraños nombres y grandes mausoleos, tal parecía que esa deslumbrante estatua tomaba forma mezclándose con el manto nocturno de París, más precisamente, en el cementerio por el cual se escabullía silenciosamente. Su alma estaba destinada a las llamas de los infiernos, no había salvación para esa que había atrapado el poder de su sadismo, de sus pulsiones más oscuras volviéndolas realidad, no había salvación para esa que se ponía la máscara del propio rey de los avernos, a pesar de, la mujer no temía por su futuro tan fortuito como la próxima víctima que se confinaba en el corazón del necrópolis esperando ser sacrificada por su captor.

-“Que silencio Shmetterling ¿imaginas poder transgredirlo con algunos lamentos ensordecedores? Y empezar historias vagas en las bocas de los hombres, la tierra que es sagrada, que embarga a la muerte ¡Existe la vida de otros planos!”- murmuró la voz desde el recoveco más profundo de su mente -¡Silencio! Es que acaso no comprendes que la muerte es un arte, una expresión de la vida incluso, el misterio detrás del maravilloso ser y estar…inentendible para mentes tan escuetas, para pensamientos tan cerrados, para visiones estrechas. Entenderla se ha vuelto un enigma, quizá el nacimiento y la creación de la vida sea igual pero no tan sorprendente como el misterio después de la muerte…- expresó avanzando con naturalidad por la senda, como si esa silueta femenina conociera el terreno en el que sus pisadas se hundían arropando las extremidades por la tierra removida del camposanto.

A lo lejos, el destello de las velas advertían la proximidad de su destino, pues ahí, las hebras carmesí caían con suavidad por el rostro solemne de la joven que se sometía a los encantos de su opresora, mientras que su cuerpo reposaba sobre el nicho que formaría parte de la escena más hipada por la propia alemana. En otrora, aquel instante se había imposibilitado por el causal del hombre en las tierras susodichas; brujería, satanismo, quien sabe cuántas nimiedades se alzaban en los recovecos de las mentes más podridas e iletradas de la sociedad, a lo que simplemente, era la vaga satisfacción de llevarse a la boca un aperitivo suspicaz e insuperable por los manjares permitidos, pues la delicia que aclamaba el cuerpo humano era solamente entendido por pensamientos visionarios.

Devórala despacio, siente como pulsan las venas en el cuello, observa detenidamente como la vida se escapa de sus orbes, como sus retinas se contraen dejando en ti el privilegio del abandono ¿Esa es el alma? ¿Qué es el alma en sí?, No, no temas pequeña moribunda, tu serás la cena de ésta noche, el platillo principal para degustar, primero, primero dejaré que tu piel ceda con el escarpelo, despacio, tus mejillas se enfriaran. Tu cuerpo palidecerá y cuando alcances el paroxismo, podré ver el verdadero milagro de la vida y la muerte…