AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Mon précieux victime.
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Mon précieux victime.
Aferré su rostro con brusquedad, notando la carne frágil bajo mis dedos.
-Deberías cerrar ya esa bocaza tuya, Dimitri –siseé de modo que sólo pudiera escucharlo él.
Sus ojos se volvieron opacos por un momento, acatando dócilmente mi orden. Elevé una comisura, burlona y satisfecha.
-Bien.
Solté sus mejillas sin mucha delicadeza, dejando a aquel muchacho rubio y demasiado charlatán algo anonadado. Se tocó el rostro, con cierta irritación en sus facciones. Yo solté una risita traviesa a modo de respuesta. Observé aquel cuello joven y latente mientras volvía a recitarme una enorme lista de comentarios estúpidos y adulaciones sin sentido.
Me incliné ligeramente para acercarme más a aquella garganta provocativa, mi nariz quedó a pocos centímetros de su piel motosa, y aspiré el dulce aroma de su sangre caliente debajo de aquel olor almizclado de su sudor. Sin embargo, pude advertir cómo sus pensamientos lo interpretaban de una manera muy poco acertada y ciertamente burda.
La irritación ascendió por mi garganta mientras me centraba en conducir sus reflexiones hacia otra parte que no fueran mis senos, que quedaban a pocos centímetros de su rostro. Pareció funcionar, pero aquello no detuvo aquella súbita sensación de repugnancia. Sin embargo, aquel muchacho olía demasiado bien, quizá sería la hora de acabar con todo el juego y convertirlo en mi presa en aquella extravagante noche…
La taberna y yo no congeniábamos de ninguna manera, con mi ostentoso vestido de cintura ajustada en aquel sucio ambiente lleno de borrachos y hombres en busca de prostitutas baratas. Sin embargo, me encargué de que toda aquella pintoresca escena no llamara la atención, conduciendo los pensamientos de aquellos que me miraban a verme como alguien más.
¿El motivo de ensuciarme las manos en aquel antro? Dimitri.
Llevaba un par de días encaprichada con aquel joven, el cual apenas tenía 17 años. Su olor me atrapó en uno de los paseos por el muelle, y automáticamente le seguí para averiguar que se trataba del hijo de un humilde tabernero.
Me aparté ligeramente y alargué una mano para acariciar su mejilla dolorida. Nunca había sido capaz de beber de un humano y dejarlo con vida. Simplemente, no le veía el sentido a detenerme cuando su esencia vital era lo que más placer me hacía sentir.
Sin embargo… recurrir al mejor de los manjares infinitamente… era una opción que no podía descartar.
“Quizá” me dije.
Entonces, mis ojos se apartaron del rostro del muchacho para dirigirlos hacia la puerta.
Alguien había entrado en la taberna.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon précieux victime.
Ya era de noche y se notaba en la palpitante sangre que corría por la cabeza del vampiro pidiendo una vez más del preciado elixir que le daba algo más de vida. O al menos se la daba por unas cuantas horas mas. Temía no poder controlar esto jamás… Temía no saber cómo parar y beber solo lo necesario, se había puesto mal la primera vez que había terminado con la vida de alguien, temiendo también por la vida de quienes rodeaban a ese ser. La realidad es que siempre alguien quedaba mal en toda esa historia. La de él también. Su ideal le pedía que mantuviera la compostura y solo bebiera lo necesario para sobrevivir. Un festín era ingrato, degradante y rebajarse a lo mas bajo que podía caer. Era de asesino, y si empezaba no iba a parar jamás.
Cantaba a medida que sus pasos se hacían sonar en las maderas del muelle, había tenido el presentimiento que la noche iba a ser por lo menos interesante. Silbaba mientras descansaba sus manos en los bolsillos del pantalón de salir ajustado que lo vestía, había olvidado traer una levita, capa o algo que tapara su chaleco y corbatín pero… ¿Quién realmente en todo este mundo de ebrios al cual venía iba a notar esa falta? Los sonidos del bar lo alcanzaron y antes de entrar encendió uno de los cigarrillos porque no tenía ganas de ser molestado por algún borracho que le pidiera cosas solo por verlo fumar. No buscaba soledad pero si algo con lo que entretenerse, quizá beber algo de sangre y seguir adelante con su noche. No tenía muchas expectativas a pesar de sus presentimientos. Suspiró y con un empujón se adentró en la taberna.
El vicioso aire lo envolvió, el aroma a pieles sudadas, alcohol y puros, muchos puros. Al menos tenía compañía. Su mirada vagó de aquí para allá hasta dar con una vampiresa. Joven, buscando saciar su sed. Su cintura destacaba por atraparla en un provocativo corset. Nadie iba a notarlo por el hechizo. Podía dominar las mentes de estos hombres.
El vampiro frunció el ceño. Ella tenía a un joven entre sus brazos, su mirada perdida en su embriagante hechizo y la de ella ávida de sangre. Eso podía ser una carnicería o bien podía solo probarlo apenas. ¿Acaso lo haría allí cerca de la barra?. Se fue lentamente a un costado oscuro acercándose por allí a la barra en el medio del bullicio y espero solo para ver que tenía en mente la joven. Si pensaba dejar expuesta a toda la raza de vampiros masacrando a ese chico allá, estaba equivocada de lugar. La mirada del vampiro se volvió platinada, expectante y fría desde la esquina donde seguía con su cigarrillo en la mano despidiendo el humo con tranquilidad.
(*) Black Hole Sun - Soundgarden
“In my eyes, indisposed
in disguise as no one knows
hides the face, lies the snake
the sun in my disgrace” (*)
in disguise as no one knows
hides the face, lies the snake
the sun in my disgrace” (*)
Cantaba a medida que sus pasos se hacían sonar en las maderas del muelle, había tenido el presentimiento que la noche iba a ser por lo menos interesante. Silbaba mientras descansaba sus manos en los bolsillos del pantalón de salir ajustado que lo vestía, había olvidado traer una levita, capa o algo que tapara su chaleco y corbatín pero… ¿Quién realmente en todo este mundo de ebrios al cual venía iba a notar esa falta? Los sonidos del bar lo alcanzaron y antes de entrar encendió uno de los cigarrillos porque no tenía ganas de ser molestado por algún borracho que le pidiera cosas solo por verlo fumar. No buscaba soledad pero si algo con lo que entretenerse, quizá beber algo de sangre y seguir adelante con su noche. No tenía muchas expectativas a pesar de sus presentimientos. Suspiró y con un empujón se adentró en la taberna.
El vicioso aire lo envolvió, el aroma a pieles sudadas, alcohol y puros, muchos puros. Al menos tenía compañía. Su mirada vagó de aquí para allá hasta dar con una vampiresa. Joven, buscando saciar su sed. Su cintura destacaba por atraparla en un provocativo corset. Nadie iba a notarlo por el hechizo. Podía dominar las mentes de estos hombres.
El vampiro frunció el ceño. Ella tenía a un joven entre sus brazos, su mirada perdida en su embriagante hechizo y la de ella ávida de sangre. Eso podía ser una carnicería o bien podía solo probarlo apenas. ¿Acaso lo haría allí cerca de la barra?. Se fue lentamente a un costado oscuro acercándose por allí a la barra en el medio del bullicio y espero solo para ver que tenía en mente la joven. Si pensaba dejar expuesta a toda la raza de vampiros masacrando a ese chico allá, estaba equivocada de lugar. La mirada del vampiro se volvió platinada, expectante y fría desde la esquina donde seguía con su cigarrillo en la mano despidiendo el humo con tranquilidad.
(*) Black Hole Sun - Soundgarden
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon précieux victime.
Un aura realmente vibrante envolvía a aquel hombre de rasgos quizá demasiado perfectos y una tez tan pura y pálida como sólo los de nuestra especie eran capaces de poseer. Ver a un vampiro en aquel lugar me llamó la atención, no sabía que un ser perteneciente a una raza tan caprichosa y altiva pudiese encontrar algo interesante en aquel lugar mundano.
Aparté la mirada con cierto recelo, fuera cual fuese su propósito, la víctima era mía, y aquella era una línea infranqueable para nuestra especie, o eso suponía. Dimitri aún parloteaba sobre algo relacionado con las exuberantes redondeces de una de las camareras, pero yo sólo podía escuchar las suaves pisadas de aquel ser mortífero que se aproximaba a la barra.
Se sentó a una distancia prudente, lo cual hizo que algunos de mis músculos tensos se relajaran. La irritación comenzaba a agolparse en mi pecho, y yo odiaba aquella facilidad para alterarme que había adquirido tras mi conversión. Pude “notar” aquel recelo en su mirada y en su aura, como si estuviera evaluando mis movimientos.
Sin embargo, una idea un tanto más divertida y menos venenosa comenzó a inundar mis pensamientos. Quizá todo aquello no acabara con una absurda pelea por poseer la sangre de aquella tierna y blanca garganta joven. Cuadrando ligeramente los hombros, y así destacando con cierto descaro mi figura, me bajé de la barra, en la cual me encontraba sentada.
Dimitri frunció el ceño algo confuso y yo sonreí socarrona. Con delicadeza, agarré uno de sus hombros y tiré levemente de él para que su oído quedara a la altura de mis labios. Mordisqueé el lóbulo de su oreja deleitándome por la fragilidad de aquella carne blanda.
-Ahora, vas a intentar estar quietecito y comportarte, no tardaré mucho… -mordí ligeramente su piel para dejar que una minúscula gota de sangre se deslizara por mi boca-… Mon précieux victime.
Me alejé relamiéndome los labios y con las pupilas ligeramente dilatadas y los iris de un ligero tono morado, culpa de la exquisitez de aquel manjar en mi paladar.
Me di la vuelta decidida, fingiendo estar paseando tranquilamente entre aquellos hombres que agitaban la cerveza y el vino de una forma muy tosca en sus jarras de madera. Tras unos leves empujones conseguí alcanzar mi objetivo, pero sin permitir que nuestras pupilas se encontraran.
Cuando sentí su presencia a medio metro de mí, deslicé mi mirada desde mi derecha hasta su rostro, con una sonrisa traviesa en los labios. Sus ojos escépticos no hicieron mella en mí, los cuales parecían no haberse apartado de mí; y en un acto de lo más descarado, alcé la mano y lentamente, recogí aquel cigarrillo de sus dedos para llevármelo a la boca y dar una profunda calada.
Coloqué el objeto de nuevo en su sitio y expulsé el humo lentamente desde mis labios a su rostro mientras pronunciaba aquellas palabras con una sonrisa burlona:
-¿Ha perdido a alguien, monsieur?
Aparté la mirada con cierto recelo, fuera cual fuese su propósito, la víctima era mía, y aquella era una línea infranqueable para nuestra especie, o eso suponía. Dimitri aún parloteaba sobre algo relacionado con las exuberantes redondeces de una de las camareras, pero yo sólo podía escuchar las suaves pisadas de aquel ser mortífero que se aproximaba a la barra.
Se sentó a una distancia prudente, lo cual hizo que algunos de mis músculos tensos se relajaran. La irritación comenzaba a agolparse en mi pecho, y yo odiaba aquella facilidad para alterarme que había adquirido tras mi conversión. Pude “notar” aquel recelo en su mirada y en su aura, como si estuviera evaluando mis movimientos.
Sin embargo, una idea un tanto más divertida y menos venenosa comenzó a inundar mis pensamientos. Quizá todo aquello no acabara con una absurda pelea por poseer la sangre de aquella tierna y blanca garganta joven. Cuadrando ligeramente los hombros, y así destacando con cierto descaro mi figura, me bajé de la barra, en la cual me encontraba sentada.
Dimitri frunció el ceño algo confuso y yo sonreí socarrona. Con delicadeza, agarré uno de sus hombros y tiré levemente de él para que su oído quedara a la altura de mis labios. Mordisqueé el lóbulo de su oreja deleitándome por la fragilidad de aquella carne blanda.
-Ahora, vas a intentar estar quietecito y comportarte, no tardaré mucho… -mordí ligeramente su piel para dejar que una minúscula gota de sangre se deslizara por mi boca-… Mon précieux victime.
Me alejé relamiéndome los labios y con las pupilas ligeramente dilatadas y los iris de un ligero tono morado, culpa de la exquisitez de aquel manjar en mi paladar.
Me di la vuelta decidida, fingiendo estar paseando tranquilamente entre aquellos hombres que agitaban la cerveza y el vino de una forma muy tosca en sus jarras de madera. Tras unos leves empujones conseguí alcanzar mi objetivo, pero sin permitir que nuestras pupilas se encontraran.
Cuando sentí su presencia a medio metro de mí, deslicé mi mirada desde mi derecha hasta su rostro, con una sonrisa traviesa en los labios. Sus ojos escépticos no hicieron mella en mí, los cuales parecían no haberse apartado de mí; y en un acto de lo más descarado, alcé la mano y lentamente, recogí aquel cigarrillo de sus dedos para llevármelo a la boca y dar una profunda calada.
Coloqué el objeto de nuevo en su sitio y expulsé el humo lentamente desde mis labios a su rostro mientras pronunciaba aquellas palabras con una sonrisa burlona:
-¿Ha perdido a alguien, monsieur?
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon précieux victime.
Si, al parecer quería matarlo allá mismo, frente a todos los demás en la barra. Era obviamente una desquiciada.
Suspiró resignado, evaluando que podía hacer, podía intervenir o solamente hacer la vista gorda del caso. El hecho era que después el problema venia de mano de la Inquisición que ya bastante tiempo llevaba rompiendo los esquemas y enviando agentes encubiertos, disfrazados bajo mantas de ovejas del Señor que mas que serlo eran prácticamente lobos huargos, los mismos trucos de la Iglesia a pesar de los años.
En realidad no llevaba más que un año sin ver el sol, pero bien sabia como venia la cosa porque siempre había tenido una cierta tendencia a conocer lo que suponía sobrenatural, se había hecho con un arsenal de información que luego le fue útil ahora que contaba con la eternidad para subsistir como vampiro. Por todo lo que había investigado sabia que la inquisición estaba siempre presente en cuanto lugar vaya y si quería vivir por una noche más no solo debía evitar ser visto sino que además tenía que ser precavido. Gracias a una mocosa eso iba a terminar, se le crisparon los nervios de solo pensarlo. Los ojos de la Iglesia puesta en estos lugares de fáciles presas.
Idiota. ¿Y luego que sería de él? No se movió, se quedo en ese oscuro y distante lugar observando ahora como se bajaba de la barra, mordisqueaba a su presa y luego se acercaba haciendo vaivenes entre las mesas.
La cara no se inmutaba, además de sus ojos mas gélidos que nunca ya se le había fruncido el ceño. Era molesta su actitud, porque era tan descarada. Y cuando ya pensó que no podía serlo más, se atrevió a calar su cigarrillo.
Criatura de Lucifer. Sí, todos lo éramos pero ella provocaba recelo por la libertad con la que se movía en ese mundo de sombras.
- Si, he perdido a una criatura atrevida por aquí, quizá la conozcas... tiene una ganas inmensas de llamar la atención de la puta inquisición - la enfrentó, cerrando su enojo en la última frase, ahora estaban frente a frente. El humo del cigarrillo ahora al lado de ellos envolviéndolos en una nube. Miró de reojo al muchacho en la barra para hacerle notar a que se refería.
- ¿Acaso estas demente? - le preguntó con enfado, teniendo ganas de golpearla contra la pared, pero sabía que ello solo significaría mas miradas sobre ellos y no era lo que buscaba.
Suspiró resignado, evaluando que podía hacer, podía intervenir o solamente hacer la vista gorda del caso. El hecho era que después el problema venia de mano de la Inquisición que ya bastante tiempo llevaba rompiendo los esquemas y enviando agentes encubiertos, disfrazados bajo mantas de ovejas del Señor que mas que serlo eran prácticamente lobos huargos, los mismos trucos de la Iglesia a pesar de los años.
En realidad no llevaba más que un año sin ver el sol, pero bien sabia como venia la cosa porque siempre había tenido una cierta tendencia a conocer lo que suponía sobrenatural, se había hecho con un arsenal de información que luego le fue útil ahora que contaba con la eternidad para subsistir como vampiro. Por todo lo que había investigado sabia que la inquisición estaba siempre presente en cuanto lugar vaya y si quería vivir por una noche más no solo debía evitar ser visto sino que además tenía que ser precavido. Gracias a una mocosa eso iba a terminar, se le crisparon los nervios de solo pensarlo. Los ojos de la Iglesia puesta en estos lugares de fáciles presas.
Idiota. ¿Y luego que sería de él? No se movió, se quedo en ese oscuro y distante lugar observando ahora como se bajaba de la barra, mordisqueaba a su presa y luego se acercaba haciendo vaivenes entre las mesas.
La cara no se inmutaba, además de sus ojos mas gélidos que nunca ya se le había fruncido el ceño. Era molesta su actitud, porque era tan descarada. Y cuando ya pensó que no podía serlo más, se atrevió a calar su cigarrillo.
Criatura de Lucifer. Sí, todos lo éramos pero ella provocaba recelo por la libertad con la que se movía en ese mundo de sombras.
- Si, he perdido a una criatura atrevida por aquí, quizá la conozcas... tiene una ganas inmensas de llamar la atención de la puta inquisición - la enfrentó, cerrando su enojo en la última frase, ahora estaban frente a frente. El humo del cigarrillo ahora al lado de ellos envolviéndolos en una nube. Miró de reojo al muchacho en la barra para hacerle notar a que se refería.
- ¿Acaso estas demente? - le preguntó con enfado, teniendo ganas de golpearla contra la pared, pero sabía que ello solo significaría mas miradas sobre ellos y no era lo que buscaba.
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon précieux victime.
- Si, he perdido a una criatura atrevida por aquí, quizá la conozcas... tiene una ganas inmensas de llamar la atención de la puta inquisición.
¿Inquisición? Fruncí el ceño ligeramente mientras él me indicaba con aquellos iris cristalinos a mi presa.
- ¿Acaso estas demente?
No pude evitar que una de mis comisuras se alzara, burlona. ¿No era la locura y el despilfarro lo que caracterizaba nuestro mundo inmortal? Sin embargo, entre mis aires de suficiencia y seguridad, albergaba aquella punzada de incredulidad y quizás de… miedo por lo recientemente dicho.
Todos sabíamos qué era la Inquisición y a quiénes perseguía: herejes, paganos, rebeldes, ateos… Pero… ¿vampiros? No podía evitar que todo aquello me sonara a broma, es decir, un puñado de clérigos armados de crucifijos y túnicas no eran razón de amenaza para nuestra raza. Ni siquiera las afiladas lanzas de los guardias que los acompañaban podían herir nuestra pétrea piel.
-¿Sería un inconveniente si lo fuera, señor? –contesté, aún con aquella sonrisa traviesa en los labios.
Observé su rostro marfileño, tan perfecto y pulido como si de una estatua de mármol se tratase. Sin embargo, eran aquellos ojos los que atraían la atención en su semblante, tan claros y tan limpios que se podría decir que eran dos puertas al limbo.
Batí mis espesas pestañas con fingida inocencia.
-Aunque, si es mi cordura lo que le preocupa, puedo asegurarle que mis desvaríos no tienen nada de peligroso. Mi… -aparté mis pupilas de las suyas, haciendo un ligero movimiento de cabeza para señalar a Dimitri, sin dejar de sonreír pícaramente -… presa, no será echada en falta por nadie. Puede dormir tranquilo, monsieur. ¿O es su delicioso aroma lo que le trae aquí?
Un brillo amenazante se reflejó en mis ojos, dejando claro de quién pertenecía aquel muchacho. Me toqué el labio inferior con el dedo índice, sin abandonar mi gesto burlón.
-Me temo que la Iglesia no podrá hacer mucho por su alma inocente después de haberse encontrado en mi camino.
Un recuerdo sacudió mi mente en aquel instante. Ya me había topado con otra criatura vampírica que me había advertido sobre aquellos absurdos peligros. No sólo nombró a la Inquisición, si no que también comenzó a delirar sobre otros seres sobrenaturales.
¿Acaso la raza vampírica tenía un extraño temor cristiano hacia las fuerzas eclesiásticas y las leyendas sobre cuentos de hadas? Oh, por favor. Por algo se nos denominaba “inmortales”. Sin embargo, algún instinto en mi interior me empujaba a creer en las palabras de aquellos dos vampiros.
-Aun así, no debería inquietarle lo que el Divino Señor pueda hacer con su espíritu –solté una risita.
Con descaro, me acerqué suavemente a su oído para susurrarle el final de aquella reflexión.
-Tanto tú como yo sabemos perfectamente a quien vendimos nuestras almas… Y ha de admitir que la retribución por ello ha sido realmente… magnífica.
Me aparté lentamente, con una sonrisa divertida y la petulancia reluciendo en mis ojos.
¿Inquisición? Fruncí el ceño ligeramente mientras él me indicaba con aquellos iris cristalinos a mi presa.
- ¿Acaso estas demente?
No pude evitar que una de mis comisuras se alzara, burlona. ¿No era la locura y el despilfarro lo que caracterizaba nuestro mundo inmortal? Sin embargo, entre mis aires de suficiencia y seguridad, albergaba aquella punzada de incredulidad y quizás de… miedo por lo recientemente dicho.
Todos sabíamos qué era la Inquisición y a quiénes perseguía: herejes, paganos, rebeldes, ateos… Pero… ¿vampiros? No podía evitar que todo aquello me sonara a broma, es decir, un puñado de clérigos armados de crucifijos y túnicas no eran razón de amenaza para nuestra raza. Ni siquiera las afiladas lanzas de los guardias que los acompañaban podían herir nuestra pétrea piel.
-¿Sería un inconveniente si lo fuera, señor? –contesté, aún con aquella sonrisa traviesa en los labios.
Observé su rostro marfileño, tan perfecto y pulido como si de una estatua de mármol se tratase. Sin embargo, eran aquellos ojos los que atraían la atención en su semblante, tan claros y tan limpios que se podría decir que eran dos puertas al limbo.
Batí mis espesas pestañas con fingida inocencia.
-Aunque, si es mi cordura lo que le preocupa, puedo asegurarle que mis desvaríos no tienen nada de peligroso. Mi… -aparté mis pupilas de las suyas, haciendo un ligero movimiento de cabeza para señalar a Dimitri, sin dejar de sonreír pícaramente -… presa, no será echada en falta por nadie. Puede dormir tranquilo, monsieur. ¿O es su delicioso aroma lo que le trae aquí?
Un brillo amenazante se reflejó en mis ojos, dejando claro de quién pertenecía aquel muchacho. Me toqué el labio inferior con el dedo índice, sin abandonar mi gesto burlón.
-Me temo que la Iglesia no podrá hacer mucho por su alma inocente después de haberse encontrado en mi camino.
Un recuerdo sacudió mi mente en aquel instante. Ya me había topado con otra criatura vampírica que me había advertido sobre aquellos absurdos peligros. No sólo nombró a la Inquisición, si no que también comenzó a delirar sobre otros seres sobrenaturales.
¿Acaso la raza vampírica tenía un extraño temor cristiano hacia las fuerzas eclesiásticas y las leyendas sobre cuentos de hadas? Oh, por favor. Por algo se nos denominaba “inmortales”. Sin embargo, algún instinto en mi interior me empujaba a creer en las palabras de aquellos dos vampiros.
-Aun así, no debería inquietarle lo que el Divino Señor pueda hacer con su espíritu –solté una risita.
Con descaro, me acerqué suavemente a su oído para susurrarle el final de aquella reflexión.
-Tanto tú como yo sabemos perfectamente a quien vendimos nuestras almas… Y ha de admitir que la retribución por ello ha sido realmente… magnífica.
Me aparté lentamente, con una sonrisa divertida y la petulancia reluciendo en mis ojos.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon précieux victime.
- Emmm.... si,lo es - asintió sabiendo que era un problema su cabecita descabellada de ideas de muerte.
El vampiro buscó paciencia y serenidad donde no la había, hace mucho no la tenía, pero al menos iba a hacer el intento. Ese tema estaba sanjeado. Suspiró.
- Por lo que veo, no entiendes en lo más mínimo a que me estoy refiriendo- comentó mientras bajaba la vista resignado y lentamente se incorporó buscando en su mente una respuesta adecuada.
No podía creer que una criatura sin ninguna enseñanza saliera a la vida de esta forma, de seguro había escapado de su tutor o había quedado cual caballo descarriado por la vida porque obviamente no tomaba dimensión del peligro que ocasionaba al exponerse tanto, no solo a ella sino a toda su raza, pasaríamos de ser solo una leyenda a ser una realidad de la época. Era mejor pensar que esos asesinatos eran el objetivo de algún desquiciado suelto por las calles de París antes que confirmar que éramos los hijos de la noche los causantes.
De pronto sentí algo de pena por ella ya que en realidad no estaba al tanto del peligro que la esperaba. Posiblemente neófitos como nosotros no sobrevivían mas de unos pocos años sin tutores si se atrevían a mostrarse demasiado. Había que ser precavido, a veces incluso los mismos vampiros ya mayores optaban por terminar con la vida de los neófitos para no alborotar al resto del mundo. Julien también era neófito, apenas tenía un año de vida dentro de las sombras, se sentía empático con la posible vida de la joven vampiro y a la vez se encaprichaba de saber que ella era un poco a su imagen y semejanza, en parte el también sentía ese impulso de salir por las noches a matar a mansalva, en perderse en la sangre y su historia detrás de cada cuerpo vaciado. Tentado incluso de ofrecer sopor a cada uno antes de matarlos dándole una experiencia completa a la víctima, deleitándose con el sabor de la sangre excitada por el miedo y los músculos del ser que se tensan en el abrazo de la muerte.
- Mira... No estamos solos y debes saber que cualquier acto desmedido nos deja expuestos solo por ser neófitos. Miles de vampiros con muchos años mas que los nuestros se aprovechan de esto y nos dan caza, a veces vienen bajo el ala de la Inquisición, otras por cuenta propia y a veces los humanos terminan aliándose con otras razas para darnos caza porque les molesta nuestra inmortalidad. Es por eso que no somos ghouls que solo Velamos por sangre cherie, además se mantuvo nuestra inteligencia por algo... Créeme que puedo conseguir un Dimitri pero no es la forma, aquí y ahora al menos - le explicó manteniendo su mirada en ella y bajando la cabeza, buscando mantener la tranquilidad frente a la situación. Estaba analizando como ella lo tomaba para ver si seguir o no, la batalla no estaba perdida ni aun vencido.
El vampiro buscó paciencia y serenidad donde no la había, hace mucho no la tenía, pero al menos iba a hacer el intento. Ese tema estaba sanjeado. Suspiró.
- Por lo que veo, no entiendes en lo más mínimo a que me estoy refiriendo- comentó mientras bajaba la vista resignado y lentamente se incorporó buscando en su mente una respuesta adecuada.
No podía creer que una criatura sin ninguna enseñanza saliera a la vida de esta forma, de seguro había escapado de su tutor o había quedado cual caballo descarriado por la vida porque obviamente no tomaba dimensión del peligro que ocasionaba al exponerse tanto, no solo a ella sino a toda su raza, pasaríamos de ser solo una leyenda a ser una realidad de la época. Era mejor pensar que esos asesinatos eran el objetivo de algún desquiciado suelto por las calles de París antes que confirmar que éramos los hijos de la noche los causantes.
De pronto sentí algo de pena por ella ya que en realidad no estaba al tanto del peligro que la esperaba. Posiblemente neófitos como nosotros no sobrevivían mas de unos pocos años sin tutores si se atrevían a mostrarse demasiado. Había que ser precavido, a veces incluso los mismos vampiros ya mayores optaban por terminar con la vida de los neófitos para no alborotar al resto del mundo. Julien también era neófito, apenas tenía un año de vida dentro de las sombras, se sentía empático con la posible vida de la joven vampiro y a la vez se encaprichaba de saber que ella era un poco a su imagen y semejanza, en parte el también sentía ese impulso de salir por las noches a matar a mansalva, en perderse en la sangre y su historia detrás de cada cuerpo vaciado. Tentado incluso de ofrecer sopor a cada uno antes de matarlos dándole una experiencia completa a la víctima, deleitándose con el sabor de la sangre excitada por el miedo y los músculos del ser que se tensan en el abrazo de la muerte.
- Mira... No estamos solos y debes saber que cualquier acto desmedido nos deja expuestos solo por ser neófitos. Miles de vampiros con muchos años mas que los nuestros se aprovechan de esto y nos dan caza, a veces vienen bajo el ala de la Inquisición, otras por cuenta propia y a veces los humanos terminan aliándose con otras razas para darnos caza porque les molesta nuestra inmortalidad. Es por eso que no somos ghouls que solo Velamos por sangre cherie, además se mantuvo nuestra inteligencia por algo... Créeme que puedo conseguir un Dimitri pero no es la forma, aquí y ahora al menos - le explicó manteniendo su mirada en ella y bajando la cabeza, buscando mantener la tranquilidad frente a la situación. Estaba analizando como ella lo tomaba para ver si seguir o no, la batalla no estaba perdida ni aun vencido.
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon précieux victime.
Escuché aquel sermón con cierto resquemor por su tono clemente y paternal, pero el contenido de aquellas palabras fue borrando mi sonrisa petulante lentamente, dando paso a un ceño fruncido y unos ojos marcados por la perplejidad.
¿Vampiros matando vampiros? ¿E incluso sirviendo a la Iglesia? ¿Otras razas? ¿Ghouls? La cabeza comenzaba a darme vueltas ante tantas majaderías que, inexplicablemente, me provocaban un cierto sudor frío en la nuca.
No podía creer que un ser tan perfecto, tan inmortal, estuviera expuesto a peligros que parecían emanar de cada rincón de la Tierra. ¿Acaso sólo había ido a parar a un mundo donde mi libertad de actuación se iba a ver igualmente limitada? Aunque si bien era cierto que ya no estábamos hablando de matrimonio o el qué dirán, si no de un peligro letal, amenazas en contra de una vida supuestamente incorruptible.
De repente, toda aquella seguridad en mi invencible figura e ilimitada fuerza se vino abajo por unos segundos. ¿Y si aquel vampiro tenía razón? ¿Y si todos mis actos estaban siendo vigilados por criaturas de mi especie, indignadas ante mi poco sentido de la sutileza, o incluso monstruos que nada tenían que ver con el vampirismo?
Aparté la mirada, confundida e irritada a la vez. ¿Por qué nadie se había molestado en advertirme?
Negué con la cabeza, no podía ser cierto. Tantas incursiones por Europa actuando a mi antojo sin ninguna consecuencia… No tenía sentido que ahora todo se me echara encima sin haberlo vivido siquiera.
El recuerdo de aquel vampiro que también me habló de aquellos peligros se repitió en mi mente, aumentando mi irritación. Me giré ligeramente para mirar de reojo a Dimitri, el cual parecía no saber qué hacer. La ira que comenzaba a ascender por mi estómago estaba haciendo mella en mis pensamientos.
Mi poco autocontrol me estaba pasando factura, y en aquellos momentos sentí el repentino deseo de aplastarle la cabeza a mi futura víctima y beber de su garganta desenfrenadamente.
No entendía el por qué de mi reacción exagerada, pero sospechaba que la razón se escondía tras aquel sentimiento de estar enfrentándome a algo obvio que yo me había negado a ver. Noté el sabor de la bilis en la boca. Tenía que salir de allí.
Sin ni siquiera mediar palabra y con los iris tornándose por momentos de color escarlata, me dirigí hacia la puerta. El aire fresco del exterior me ayudó en cierto modo a calmar mi mirada envenenada.
“…a veces los humanos terminan aliándose con otras razas para darnos caza porque les molesta nuestra inmortalidad.”
¡Maldita sea! Se supone que nadie cree en los monstruos que sólo se cuentan en leyendas antiguas e historias de niños. Sin embargo, yo misma era la prueba de que aquello era una realidad oculta, y si yo había sido capaz de descubrirlo en mi vida humana, ¿por qué no iban a ser capaces los demás?
Darnos caza…
Yo, una criatura tan dura como la piedra y tan fría como el invierno, siendo cazada… Un depredador humillado y perseguido por su propia presa, al amparo de otros enemigos de nuestra especie. A pesar de lo inverosímil de aquellas afirmaciones, podía intuir que, para mi desgracia, tenía sentido.
Unos pasos a mi espalda me hicieron suspirar con fastidio y darme la vuelta con los iris enfebrecidos por la furia y el temor.
-Espero que no se trate de una broma… -siseé, perforando con las pupilas a aquel vampiro de iris transparentes.
¿Vampiros matando vampiros? ¿E incluso sirviendo a la Iglesia? ¿Otras razas? ¿Ghouls? La cabeza comenzaba a darme vueltas ante tantas majaderías que, inexplicablemente, me provocaban un cierto sudor frío en la nuca.
No podía creer que un ser tan perfecto, tan inmortal, estuviera expuesto a peligros que parecían emanar de cada rincón de la Tierra. ¿Acaso sólo había ido a parar a un mundo donde mi libertad de actuación se iba a ver igualmente limitada? Aunque si bien era cierto que ya no estábamos hablando de matrimonio o el qué dirán, si no de un peligro letal, amenazas en contra de una vida supuestamente incorruptible.
De repente, toda aquella seguridad en mi invencible figura e ilimitada fuerza se vino abajo por unos segundos. ¿Y si aquel vampiro tenía razón? ¿Y si todos mis actos estaban siendo vigilados por criaturas de mi especie, indignadas ante mi poco sentido de la sutileza, o incluso monstruos que nada tenían que ver con el vampirismo?
Aparté la mirada, confundida e irritada a la vez. ¿Por qué nadie se había molestado en advertirme?
Negué con la cabeza, no podía ser cierto. Tantas incursiones por Europa actuando a mi antojo sin ninguna consecuencia… No tenía sentido que ahora todo se me echara encima sin haberlo vivido siquiera.
El recuerdo de aquel vampiro que también me habló de aquellos peligros se repitió en mi mente, aumentando mi irritación. Me giré ligeramente para mirar de reojo a Dimitri, el cual parecía no saber qué hacer. La ira que comenzaba a ascender por mi estómago estaba haciendo mella en mis pensamientos.
Mi poco autocontrol me estaba pasando factura, y en aquellos momentos sentí el repentino deseo de aplastarle la cabeza a mi futura víctima y beber de su garganta desenfrenadamente.
No entendía el por qué de mi reacción exagerada, pero sospechaba que la razón se escondía tras aquel sentimiento de estar enfrentándome a algo obvio que yo me había negado a ver. Noté el sabor de la bilis en la boca. Tenía que salir de allí.
Sin ni siquiera mediar palabra y con los iris tornándose por momentos de color escarlata, me dirigí hacia la puerta. El aire fresco del exterior me ayudó en cierto modo a calmar mi mirada envenenada.
“…a veces los humanos terminan aliándose con otras razas para darnos caza porque les molesta nuestra inmortalidad.”
¡Maldita sea! Se supone que nadie cree en los monstruos que sólo se cuentan en leyendas antiguas e historias de niños. Sin embargo, yo misma era la prueba de que aquello era una realidad oculta, y si yo había sido capaz de descubrirlo en mi vida humana, ¿por qué no iban a ser capaces los demás?
Darnos caza…
Yo, una criatura tan dura como la piedra y tan fría como el invierno, siendo cazada… Un depredador humillado y perseguido por su propia presa, al amparo de otros enemigos de nuestra especie. A pesar de lo inverosímil de aquellas afirmaciones, podía intuir que, para mi desgracia, tenía sentido.
Unos pasos a mi espalda me hicieron suspirar con fastidio y darme la vuelta con los iris enfebrecidos por la furia y el temor.
-Espero que no se trate de una broma… -siseé, perforando con las pupilas a aquel vampiro de iris transparentes.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon précieux victime.
Observe su mirada mientras mis ojos volvían a su frio habitual y ya no estaban tan gélidos como al momento de enfrentarla, lentamente todo iba cobrando más sentido. Era una neófita descarriada no por cuenta propia y a sabiendas de ello. Era a causa de su ignorancia sobre el tema. Posiblemente la edad y la vida que había llevado antes de ser convertido le habían dado a Julien una visión más general sobre el tema. Ella apenas parecía ser una niña al momento de la conversión. Sus rasgos eran pulidos y jóvenes.
Suspiré aliviado al comprender por fin de que venía esto. Los ojos de ella iban de Dimitri a la gente alrededor del bar que olía a tabaco y rancio, a podredumbre, de pronto todo estaba muy viciado y contaminado y de repente ella sale corriendo golpeando la puerta. Antes de salir, miré al joven que había quedado en la barra, parecía indefenso pero estaba más seguro allí hurgándose las uñas. Di media vuelta y salí al encuentro de la joven vampiro para hallarla contra unos barrales de madera cercanos tomando aire sin necesidad, a la distancia podía sentirse la respiración.
- Hey ¿estás bien? - mi tono ya había bajado bastante la irritación en comparación a como había estado anteriormente dentro del bar. Empatía era lo que sentía, mas aun a sabiendas que ella estaba tan perdida en este mundo, me recordó bastante a mis primeras noches como vampiro y aun hoy en día cuando hacer algo no estaba permitido y tenía que preguntarlo por una cuestión moral.
- No, lamentablemente no es una broma. Bien quisiera ser un ser como tu. En realidad tenia pensado algo por el estilo... - me sinceré con ella después de la pregunta. Realmente antes de morir pensaba en vampiros como seres prehistóricos, hoy más bien los veía como seres que si podían morir y si se les daba caza. Mejor mantener el anonimato.
Siendo humano pensaba que la frase "estar en boca de todos" era la mejor de todas porque podía llevarte al éxito. Hoy en día y a sabiendas que tenía que mantener su empresa prefería mantenerse en el máximo silencio y solo destacarse cuando la situación lo ameritaba. De momento prefería cumplir mi primer año primero. Con la ayuda de unos cuantos vampiros más la reunión que estaban organizando iba a dar que hablar pero solo entre ellos, nada fuera de sus círculos, allí siempre estarían cómodos.
“El teatro de los vampiros " le habían citado. Obviamente iba a ser la próxima parada. Allí tenían libre albedrio y era un lugar donde la policía no entraba. "Los festines en el sótano, mi amigo" dijeron...
Suspiré aliviado al comprender por fin de que venía esto. Los ojos de ella iban de Dimitri a la gente alrededor del bar que olía a tabaco y rancio, a podredumbre, de pronto todo estaba muy viciado y contaminado y de repente ella sale corriendo golpeando la puerta. Antes de salir, miré al joven que había quedado en la barra, parecía indefenso pero estaba más seguro allí hurgándose las uñas. Di media vuelta y salí al encuentro de la joven vampiro para hallarla contra unos barrales de madera cercanos tomando aire sin necesidad, a la distancia podía sentirse la respiración.
- Hey ¿estás bien? - mi tono ya había bajado bastante la irritación en comparación a como había estado anteriormente dentro del bar. Empatía era lo que sentía, mas aun a sabiendas que ella estaba tan perdida en este mundo, me recordó bastante a mis primeras noches como vampiro y aun hoy en día cuando hacer algo no estaba permitido y tenía que preguntarlo por una cuestión moral.
- No, lamentablemente no es una broma. Bien quisiera ser un ser como tu. En realidad tenia pensado algo por el estilo... - me sinceré con ella después de la pregunta. Realmente antes de morir pensaba en vampiros como seres prehistóricos, hoy más bien los veía como seres que si podían morir y si se les daba caza. Mejor mantener el anonimato.
Siendo humano pensaba que la frase "estar en boca de todos" era la mejor de todas porque podía llevarte al éxito. Hoy en día y a sabiendas que tenía que mantener su empresa prefería mantenerse en el máximo silencio y solo destacarse cuando la situación lo ameritaba. De momento prefería cumplir mi primer año primero. Con la ayuda de unos cuantos vampiros más la reunión que estaban organizando iba a dar que hablar pero solo entre ellos, nada fuera de sus círculos, allí siempre estarían cómodos.
“El teatro de los vampiros " le habían citado. Obviamente iba a ser la próxima parada. Allí tenían libre albedrio y era un lugar donde la policía no entraba. "Los festines en el sótano, mi amigo" dijeron...
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Re: Mon précieux victime.
- No, lamentablemente no es una broma. Bien quisiera ser un ser como tu. En realidad tenia pensado algo por el estilo...
Sus palabras sonaron en algún recóndito resquicio de mi cabeza, haciendo eco en mi cráneo pero sin llegar realmente a mis oídos de forma consciente. Me cosquilleaba todo el cuerpo por la ira reciente, y el sentido común parecía haberse esfumado por completo.
Apreté los puños hasta perforar la pétrea piel de mis manos con las uñas, intentando controlarme ante aquel ceño preocupado y en cierto modo paternalista. ¿Por qué ahora se derrumbaba todo aquello a lo que me había aferrado? ¡Una vida malgastada para pasar a otra todavía más peligrosa y menos libre!
-Parece ser que se olvidaron de contarme ese “pequeño” dato... –casi escupí las palabras, con las pupilas fijas en las suyas.
En la oscuridad de la noche, tuvo la desgracia de pasar junto a mí una andrajosa mujer que parecía dirigirse a la taberna para mendigar. La agarré del pescuezo bruscamente, sintiendo claramente el latido de su arteria bajo mis dedos, inflamadas por el miedo y el sobresalto. Hice un esfuerzo enorme por no aplastar su garganta hasta sentir que se desgarraba bajo mis uñas.
Sus ilusos ojillos se encontraron con los míos, dilatados por el temor, mientras se retorcía bajo mi firme agarre. Fue sólo un segundo de dilación, en el cual conseguí recuperar algo de mí misma, y mirando de reojo a mi acompañante algo indignado, deshice mi trampa y dejé que aquella mujer respirara de nuevo.
Obligué a la mendiga a mirarme otra vez, centrándome en su semblante asustadizo e invadiendo su mente para que se tranquilizara.
-Tú no me has visto –susurré, a punto de arrepentirme de mi clemencia.
La orden invadió sus pensamientos al instante, y sus ojos perdieron el brillo mientras dejaba el cuerpo flácido y asentía levemente con la cabeza.
-Bien. Ahora márchate y olvida todo esto –sentencié, dejándola ir.
Dejé que mis ojos se deleitaran por última vez en aquella casi presa y volví a centrarme en mi acompañante, percatándome de que la furia parecía haber disminuido en mi cuerpo.
Aún no podía creer mi enorme autocontrol frente a la situación, ¿quizás se debía al condicionante de tener otro vampiro delante que lo desaprobaba? Mi mirada se suavizó al entender que él no tenía por qué explicarme nada, y que si estaba allí contándome todo aquello, era por puro desinterés. ¿Acaso un vampiro era capaz de actuar de forma desinteresada?
Suspiré, frustrada por lo extraño de la situación.
-Siento el espectáculo, señor… -dejé las palabras en el aire, esperando a que él me diera a conocer su nombre.
Sus palabras sonaron en algún recóndito resquicio de mi cabeza, haciendo eco en mi cráneo pero sin llegar realmente a mis oídos de forma consciente. Me cosquilleaba todo el cuerpo por la ira reciente, y el sentido común parecía haberse esfumado por completo.
Apreté los puños hasta perforar la pétrea piel de mis manos con las uñas, intentando controlarme ante aquel ceño preocupado y en cierto modo paternalista. ¿Por qué ahora se derrumbaba todo aquello a lo que me había aferrado? ¡Una vida malgastada para pasar a otra todavía más peligrosa y menos libre!
-Parece ser que se olvidaron de contarme ese “pequeño” dato... –casi escupí las palabras, con las pupilas fijas en las suyas.
En la oscuridad de la noche, tuvo la desgracia de pasar junto a mí una andrajosa mujer que parecía dirigirse a la taberna para mendigar. La agarré del pescuezo bruscamente, sintiendo claramente el latido de su arteria bajo mis dedos, inflamadas por el miedo y el sobresalto. Hice un esfuerzo enorme por no aplastar su garganta hasta sentir que se desgarraba bajo mis uñas.
Sus ilusos ojillos se encontraron con los míos, dilatados por el temor, mientras se retorcía bajo mi firme agarre. Fue sólo un segundo de dilación, en el cual conseguí recuperar algo de mí misma, y mirando de reojo a mi acompañante algo indignado, deshice mi trampa y dejé que aquella mujer respirara de nuevo.
Obligué a la mendiga a mirarme otra vez, centrándome en su semblante asustadizo e invadiendo su mente para que se tranquilizara.
-Tú no me has visto –susurré, a punto de arrepentirme de mi clemencia.
La orden invadió sus pensamientos al instante, y sus ojos perdieron el brillo mientras dejaba el cuerpo flácido y asentía levemente con la cabeza.
-Bien. Ahora márchate y olvida todo esto –sentencié, dejándola ir.
Dejé que mis ojos se deleitaran por última vez en aquella casi presa y volví a centrarme en mi acompañante, percatándome de que la furia parecía haber disminuido en mi cuerpo.
Aún no podía creer mi enorme autocontrol frente a la situación, ¿quizás se debía al condicionante de tener otro vampiro delante que lo desaprobaba? Mi mirada se suavizó al entender que él no tenía por qué explicarme nada, y que si estaba allí contándome todo aquello, era por puro desinterés. ¿Acaso un vampiro era capaz de actuar de forma desinteresada?
Suspiré, frustrada por lo extraño de la situación.
-Siento el espectáculo, señor… -dejé las palabras en el aire, esperando a que él me diera a conocer su nombre.
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Re: Mon précieux victime.
Que prometedor espectáculo, menudo autocontrol el que buscaba tener en mi propio ser y que buscaba enseñar como si fuera un maestro con plenos conocimientos del tema. Que falacia, si ella se enteraba de la bestia infernal que había sido y aun era de seguro mataría a Demetrio y a la viejecita que tuvo por desgracia pasar justo en el momento menos indicado por esos lugares. Por la noche siempre era mejor permanecer en la cama y dormir plácidamente mientras criaturas de la noche, despreciables como nosotros nos deleitábamos con festines de sangre, alegrías sin fines.
Y así la mirada que encontraba en ella sentía que era también la mía propia, tan gélida y vibrante cuando se trataba de dolor y sufrimiento, de jugar con la vida del que aun tenía un corazón palpitante bajo el esternón. Suspiré aliviado o fatigado por saber que ella era mi imagen y semejanza en tiempos pasados, como si me hubieran convertido una veintena de años antes y deambulara por la noche sin rumbo alguno. ¿Qué verdades eran las mías y que cierto era lo que ella proponía, éramos inmortales, seres invencibles y quien podía negarlo?
Por un momento había pensado que la suerte de la mendiga iba a ser morir allí mismo bajo las fauces de ella e instintivamente levanté una mano, no iba a tocarla pero era una simple advertencia. Tenía que haber una forma de disfrutar como era debido. Obviamente iba a terminar en el Theatre des Vampires como siempre, buscando ser parte de un elenco de comediantes donde cada noche se deleitaban haciendo una obra de arte que terminaba en sangre, un conjunto de esclavos de sangre alimentándose solo para conseguir mas glóbulos rojos en sus cuerpos. Era el paraíso de cualquiera que no tuviera más de unos cuantos años haciéndolo. En mi caso imaginaba que esa etapa duraría no más de 6 años y luego acabaría huyendo, en busca de aventuras.
Pero un consejo no afectaba a nadie. De todo París era el lugar donde más confiado estaba.
La mendiga sobrevivió al igual que la moral que se cernía sobre nosotros dos, una figura menuda y femenina y un hombre recto y frio frente a la luz de la luna que bañaba el lugar, Luna Llena...
-Ven, caminemos un poco - comenté tomando su hombro con una mano instándola a hacerlo.
-Esto de todas formas no es espectáculo, pero sé donde podremos conseguir uno donde la sangre corra en fuentes con solo abonar la entrada. Si tenemos suerte puede que incluso presenciemos una fiesta - concluí esperanzado pensando en esos telones rojos, estaba agotado, no por caminar sino porque también necesitaba sangre, no había bebido demasiado y estar rodeado de humanos no hacía más que empeorar las cosas, además mi aspecto comenzaba a tornarse demasiado irreal incluso para un hombre de piel blanquecina como yo.
- "En el Theatre des Vampires encontrarás, cuanto nuevo arte hay que mostrar. Maravillado usted saldrá..." -canturrié a medida que caminábamos por los tablones de madera flojos y podridos por el agua.
Y así la mirada que encontraba en ella sentía que era también la mía propia, tan gélida y vibrante cuando se trataba de dolor y sufrimiento, de jugar con la vida del que aun tenía un corazón palpitante bajo el esternón. Suspiré aliviado o fatigado por saber que ella era mi imagen y semejanza en tiempos pasados, como si me hubieran convertido una veintena de años antes y deambulara por la noche sin rumbo alguno. ¿Qué verdades eran las mías y que cierto era lo que ella proponía, éramos inmortales, seres invencibles y quien podía negarlo?
Por un momento había pensado que la suerte de la mendiga iba a ser morir allí mismo bajo las fauces de ella e instintivamente levanté una mano, no iba a tocarla pero era una simple advertencia. Tenía que haber una forma de disfrutar como era debido. Obviamente iba a terminar en el Theatre des Vampires como siempre, buscando ser parte de un elenco de comediantes donde cada noche se deleitaban haciendo una obra de arte que terminaba en sangre, un conjunto de esclavos de sangre alimentándose solo para conseguir mas glóbulos rojos en sus cuerpos. Era el paraíso de cualquiera que no tuviera más de unos cuantos años haciéndolo. En mi caso imaginaba que esa etapa duraría no más de 6 años y luego acabaría huyendo, en busca de aventuras.
Pero un consejo no afectaba a nadie. De todo París era el lugar donde más confiado estaba.
La mendiga sobrevivió al igual que la moral que se cernía sobre nosotros dos, una figura menuda y femenina y un hombre recto y frio frente a la luz de la luna que bañaba el lugar, Luna Llena...
-Ven, caminemos un poco - comenté tomando su hombro con una mano instándola a hacerlo.
-Esto de todas formas no es espectáculo, pero sé donde podremos conseguir uno donde la sangre corra en fuentes con solo abonar la entrada. Si tenemos suerte puede que incluso presenciemos una fiesta - concluí esperanzado pensando en esos telones rojos, estaba agotado, no por caminar sino porque también necesitaba sangre, no había bebido demasiado y estar rodeado de humanos no hacía más que empeorar las cosas, además mi aspecto comenzaba a tornarse demasiado irreal incluso para un hombre de piel blanquecina como yo.
- "En el Theatre des Vampires encontrarás, cuanto nuevo arte hay que mostrar. Maravillado usted saldrá..." -canturrié a medida que caminábamos por los tablones de madera flojos y podridos por el agua.
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Re: Mon précieux victime.
-Ven, caminemos un poco…
Su frío contacto rozó la piel de mi hombro, instándome a seguir sus pasos, lo cual obedecí algo sorprendida por no haberme dicho todavía su nombre, ¿acaso estaba siendo demasiado confiada?
-Esto de todas formas no es espectáculo, pero sé donde podremos conseguir uno donde la sangre corra en fuentes con solo abonar la entrada. Si tenemos suerte puede que incluso presenciemos una fiesta.
Denoté cierto cansancio en aquella voz masculina y cortés, que parecía guardar algo oscuro bajo aquella apariencia de rectitud y moral.
- "En el Theatre des Vampires encontrarás, cuanto nuevo arte hay que mostrar. Maravillado usted saldrá..."
Sonreí divertida por aquella canción, así que a eso se refería… Gilbert, mi creador, trabajaba en aquel famoso teatro, lugar de recreación para los nuestros. La expectativa de compartir aquel instinto con otros de mi especie se me hacía extraña pero implacablemente atractiva. Sin embargo, no fue suficiente para aplacar mi irritación ante la cruda realidad de tener que volver a vigilarme las espaldas como una criatura indefensa.
-Todo cuanto acontece en estos rincones abandonados por la mano de Dios no parecen ser interés de nadie más que de nuestra propia ansia de sed, ¿entonces por qué habría nadie de preocuparse por esas almas desdichadas?
Mis palabras difusas y ciertamente poco coherentes denotaban cuán perdida me encontraba ante todo lo confesado por aquel vampiro de ojos inquietantemente claros.
-Pero sí nuestra especie es, como usted me afirma, tan cauta y decorosa como para organizar fiestas clandestinas donde dar rienda suelta a sus mortíferos instintos… debe ser por alguna razón, por muy increíble que se me haga…
Chasqueé la lengua, ya era suficiente divagación en voz alta. Dejando de lado todas aquellas molestas preocupaciones terrenales, me detuve obligando a mi compañero a hacer lo mismo, dejando que el rumor de un mar calmo y el crujir de los muelles fuera lo único que nos rodeara.
-¿No tendrá algo de tabaco que ofrecer a una pobre mujer malhumorada?
Sonreí traviesa mirando al vampiro directamente a sus iris resplandecientes.
Su frío contacto rozó la piel de mi hombro, instándome a seguir sus pasos, lo cual obedecí algo sorprendida por no haberme dicho todavía su nombre, ¿acaso estaba siendo demasiado confiada?
-Esto de todas formas no es espectáculo, pero sé donde podremos conseguir uno donde la sangre corra en fuentes con solo abonar la entrada. Si tenemos suerte puede que incluso presenciemos una fiesta.
Denoté cierto cansancio en aquella voz masculina y cortés, que parecía guardar algo oscuro bajo aquella apariencia de rectitud y moral.
- "En el Theatre des Vampires encontrarás, cuanto nuevo arte hay que mostrar. Maravillado usted saldrá..."
Sonreí divertida por aquella canción, así que a eso se refería… Gilbert, mi creador, trabajaba en aquel famoso teatro, lugar de recreación para los nuestros. La expectativa de compartir aquel instinto con otros de mi especie se me hacía extraña pero implacablemente atractiva. Sin embargo, no fue suficiente para aplacar mi irritación ante la cruda realidad de tener que volver a vigilarme las espaldas como una criatura indefensa.
-Todo cuanto acontece en estos rincones abandonados por la mano de Dios no parecen ser interés de nadie más que de nuestra propia ansia de sed, ¿entonces por qué habría nadie de preocuparse por esas almas desdichadas?
Mis palabras difusas y ciertamente poco coherentes denotaban cuán perdida me encontraba ante todo lo confesado por aquel vampiro de ojos inquietantemente claros.
-Pero sí nuestra especie es, como usted me afirma, tan cauta y decorosa como para organizar fiestas clandestinas donde dar rienda suelta a sus mortíferos instintos… debe ser por alguna razón, por muy increíble que se me haga…
Chasqueé la lengua, ya era suficiente divagación en voz alta. Dejando de lado todas aquellas molestas preocupaciones terrenales, me detuve obligando a mi compañero a hacer lo mismo, dejando que el rumor de un mar calmo y el crujir de los muelles fuera lo único que nos rodeara.
-¿No tendrá algo de tabaco que ofrecer a una pobre mujer malhumorada?
Sonreí traviesa mirando al vampiro directamente a sus iris resplandecientes.
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Re: Mon précieux victime.
Canturreaba para apaciguar su temple, siempre lo hacia mientras no molestara al resto. Pensar en el Theatre lo ponía de buen humor, seguramente por las vivencias allí, que aunque breves lo solían cautivar por las noches. Sus sueños se volvían carne allí y sabían a sangre.
- En eso coincidimos, aquí nadie vale mas que el dinero que llevan en sus bolsillos - dijo restándoles importancia. Todos por estos lugares eran marineros o fanáticos del opio que buscaban desperezarse en bancos hasta desfallecer o a beber varias copas hasta desmayarse. El chico del bar debería de ser un pobre bastardo criado por su madre. Posiblemente era los que mas valían en el lugar. Solo por sentimientos no por dinero.
Frenó el paso ante sus palabras y con mas seriedad en la mirada gélida informó con sinceridad - Lo se, créeme. Todos los seres chupasangres como nosotros dos adoramos la sangre, el corazón palpitando una vez mas dentro nuestra, el calor y el fuego que conlleva. Solo hay un problema... La Inquisición. Esos puritanos inmundos nos viven persiguiendo.
Pero cuidado! Esos no son solo sacerdotes hiper fanáticos, ahora también hay otras razas. La nuestra también fue seducida por ellos - un escalofrío lo hizo contener las siguientes palabras y tuvo que tomar aire innecesariamente para continuar.
- Muchos de los nuestros han sido perseguidos no solo por cazadores sino también por estos que entrenados son letales. Tienen armas y conocen nuestras debilidades. No andan en grupos a menos que sean cazas de grupos, pero solitarios envían a condenados que conocen todo sobre nosotros. Algunos se vendieron otros solamente fueron sometidos... - el dolor arrancaba las palabras con total sinceridad. En el poco tiempo que había tenido Julien en la oscuridad, los casos bailaron frente a él.
Había visto al momento un solo condenado siendo arrastrado hasta la Iglesia mas cercana a su morada, lo habían capturado con otros dos más, dos de ellos reducidos a cenizas grises, su piel chamuscándose hasta la nada misma. Y el único sobreviviente raptado en su dolor y sometido. Nunca mas se lo vio.
Continuaron la caminata, pensaba y pensaba el vampiro en silencio. Que cruel destino. El grupo siempre se habían manejado juntos, eran hermanos de sangre, su padre era el mismo. Las maderas rechinaban bajo sus botas, al menos el ruido lo distraía. Siguió meditando y escuchando a su compañera un tramo mas del camino. Hasta que ella frenó también y solicitó tabaco. La miró con desaprobación mientras sacaba la tabaquera del bolsillo - Mi madre reprocharía a mi hermana si lo pidiera diciendo que no es propio de una dama el fumar sin boquilla - no quiso contener mas la risa por el comentario anterior y la dejó salir, mas frente a la mirada de la chica liberal e independiente. Era fuerte para ser tan joven. Quizá fue convertida por uno de los antiguos vampiros.
- Toma - indicó colocando un cigarrillo en su boca y encendiéndose con una cerilla tapándola para que el viento de la intemperie allí rodeando el mar no apagara el fuego.
- ¿Quien es tu creador? ¿Sigues viéndolo?- preguntó curioso en una actitud típicamente de él, frunciendo un poco el entrecejo y dándole espacio a sus respuestas que consideró sería reveladoras.
- En eso coincidimos, aquí nadie vale mas que el dinero que llevan en sus bolsillos - dijo restándoles importancia. Todos por estos lugares eran marineros o fanáticos del opio que buscaban desperezarse en bancos hasta desfallecer o a beber varias copas hasta desmayarse. El chico del bar debería de ser un pobre bastardo criado por su madre. Posiblemente era los que mas valían en el lugar. Solo por sentimientos no por dinero.
Frenó el paso ante sus palabras y con mas seriedad en la mirada gélida informó con sinceridad - Lo se, créeme. Todos los seres chupasangres como nosotros dos adoramos la sangre, el corazón palpitando una vez mas dentro nuestra, el calor y el fuego que conlleva. Solo hay un problema... La Inquisición. Esos puritanos inmundos nos viven persiguiendo.
Pero cuidado! Esos no son solo sacerdotes hiper fanáticos, ahora también hay otras razas. La nuestra también fue seducida por ellos - un escalofrío lo hizo contener las siguientes palabras y tuvo que tomar aire innecesariamente para continuar.
- Muchos de los nuestros han sido perseguidos no solo por cazadores sino también por estos que entrenados son letales. Tienen armas y conocen nuestras debilidades. No andan en grupos a menos que sean cazas de grupos, pero solitarios envían a condenados que conocen todo sobre nosotros. Algunos se vendieron otros solamente fueron sometidos... - el dolor arrancaba las palabras con total sinceridad. En el poco tiempo que había tenido Julien en la oscuridad, los casos bailaron frente a él.
Había visto al momento un solo condenado siendo arrastrado hasta la Iglesia mas cercana a su morada, lo habían capturado con otros dos más, dos de ellos reducidos a cenizas grises, su piel chamuscándose hasta la nada misma. Y el único sobreviviente raptado en su dolor y sometido. Nunca mas se lo vio.
Continuaron la caminata, pensaba y pensaba el vampiro en silencio. Que cruel destino. El grupo siempre se habían manejado juntos, eran hermanos de sangre, su padre era el mismo. Las maderas rechinaban bajo sus botas, al menos el ruido lo distraía. Siguió meditando y escuchando a su compañera un tramo mas del camino. Hasta que ella frenó también y solicitó tabaco. La miró con desaprobación mientras sacaba la tabaquera del bolsillo - Mi madre reprocharía a mi hermana si lo pidiera diciendo que no es propio de una dama el fumar sin boquilla - no quiso contener mas la risa por el comentario anterior y la dejó salir, mas frente a la mirada de la chica liberal e independiente. Era fuerte para ser tan joven. Quizá fue convertida por uno de los antiguos vampiros.
- Toma - indicó colocando un cigarrillo en su boca y encendiéndose con una cerilla tapándola para que el viento de la intemperie allí rodeando el mar no apagara el fuego.
- ¿Quien es tu creador? ¿Sigues viéndolo?- preguntó curioso en una actitud típicamente de él, frunciendo un poco el entrecejo y dándole espacio a sus respuestas que consideró sería reveladoras.
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Re: Mon précieux victime.
- Mi madre reprocharía a mi hermana si lo pidiera diciendo que no es propio de una dama el fumar sin boquilla.
Alcé una ceja, incrédula y burlona a la vez. En aquellos momentos mi última preocupación era el decoro o la propiedad, necesitaba desahogarme con algo físico, por muy mundano que fuera. Su risa llegó a mis oídos, y yo no pude evitar sonreír ante ellas.
- Toma.
Di una larga, quizás demasiado, bocanada a aquel vicio que pocas veces había probado, y descubrí que, en cierto modo, aquello no consiguió clarificar mi mente del todo. Sin embargo, el poder apoyarme en algo físico, algo que realmente podía expulsar por la boca en volutas de humo, me hacía ver los problemas de una manera más sencilla y menos dolorosa.
-Supongo que el protocolo quedó obsoleto en el momento en que usted comenzó a hablarme de vampiros traidores, armas mortales para inmortales y otros desvaríos que aún intento asimilar –respondí, mientras volvía a llevarme el cigarro a la boca.
- ¿Quién es tu creador? ¿Sigues viéndolo?
Apreté los labios, en una mueca algo contrariada. ¿Sería seguro hablarle de Gilbert y toda la historia que nos envolvía a ambos? Miré a mi acompañante con ojos cínicos y calculadores, recorriendo su anatomía como si analizara su temperamento basándome en el físico. Bueno, estaba claro que si él se había ofrecido a inculcarme la manera correcta de desenvolverme en este mundo, no buscaría malicia alguna en sus actos.
-Mi creador… -comencé a decir, desviando la mirada por unos instantes hacia los barcos de la lejanía que se mecían en el mar-. Ese sí es un relato de lo más peculiar.
Alcé una comisura, nostálgica.
-Se preguntará por qué él no me habló de todo esto que usted me confiesa. Bueno, la respuesta es más bien simple, pero guarda una gran complejidad: escapé. Pandora, una vampiresa que comparte nuestros gustos por la sangre, se apiadó de mí cuando aún era una muchacha que buscaba escapar de las obligaciones de la alta sociedad. Y yo, una criatura peligrosa e impulsiva, decidí no levantar sospechas y vivir durante una temporada en el extranjero.
Volví a fijar mis pupilas en aquellos iris traslúcidos.
-Si le soy franca, no hace más de tres meses desde mi regreso. Y sí, he vuelto a ver a mi creador, supongo que es una necesidad de todo vampiro en algún momento de su existencia.
Dando una última bocanada, tiré la colilla y me mantuve unos instantes observando a aquel vampiro. ¿Había hablado demasiado? ¿Realmente él tenía algún interés en mi estilo de vida, mi seguridad o mi historia?
Al fin y al cabo, me había comparado con su hermana. Quizás existía un vínculo que yo jamás había contemplado entre los de nuestra especie. Si lo pensaba detenidamente, habían muchas razones para simpatizar con otros vampiros: aliarse en la caza, compartir la sangre, poder hablar de nuestros instintos sin recibir miradas juiciosas o reprochadoras…
De alguna forma, un vampiro entendía mucho mejor la esencia de nuestro carácter, aunque cada uno adoptara distintos matices. Quizás por esa razón él había sido capaz de comprender mis arriesgados actos y redirigirlos hacia un rumbo más seguro.
-¿Y usted? ¿Siente ese lazo de unión con aquel que le brindó esta nueva vida llena de posibilidades? ¿O prefiere mantenerse al margen?
Mis ojos destilaban diversión, y yo pude regodearme en el hecho de haberme recuperado a mí misma, por fin, después de tanta agitación.
Alcé una ceja, incrédula y burlona a la vez. En aquellos momentos mi última preocupación era el decoro o la propiedad, necesitaba desahogarme con algo físico, por muy mundano que fuera. Su risa llegó a mis oídos, y yo no pude evitar sonreír ante ellas.
- Toma.
Di una larga, quizás demasiado, bocanada a aquel vicio que pocas veces había probado, y descubrí que, en cierto modo, aquello no consiguió clarificar mi mente del todo. Sin embargo, el poder apoyarme en algo físico, algo que realmente podía expulsar por la boca en volutas de humo, me hacía ver los problemas de una manera más sencilla y menos dolorosa.
-Supongo que el protocolo quedó obsoleto en el momento en que usted comenzó a hablarme de vampiros traidores, armas mortales para inmortales y otros desvaríos que aún intento asimilar –respondí, mientras volvía a llevarme el cigarro a la boca.
- ¿Quién es tu creador? ¿Sigues viéndolo?
Apreté los labios, en una mueca algo contrariada. ¿Sería seguro hablarle de Gilbert y toda la historia que nos envolvía a ambos? Miré a mi acompañante con ojos cínicos y calculadores, recorriendo su anatomía como si analizara su temperamento basándome en el físico. Bueno, estaba claro que si él se había ofrecido a inculcarme la manera correcta de desenvolverme en este mundo, no buscaría malicia alguna en sus actos.
-Mi creador… -comencé a decir, desviando la mirada por unos instantes hacia los barcos de la lejanía que se mecían en el mar-. Ese sí es un relato de lo más peculiar.
Alcé una comisura, nostálgica.
-Se preguntará por qué él no me habló de todo esto que usted me confiesa. Bueno, la respuesta es más bien simple, pero guarda una gran complejidad: escapé. Pandora, una vampiresa que comparte nuestros gustos por la sangre, se apiadó de mí cuando aún era una muchacha que buscaba escapar de las obligaciones de la alta sociedad. Y yo, una criatura peligrosa e impulsiva, decidí no levantar sospechas y vivir durante una temporada en el extranjero.
Volví a fijar mis pupilas en aquellos iris traslúcidos.
-Si le soy franca, no hace más de tres meses desde mi regreso. Y sí, he vuelto a ver a mi creador, supongo que es una necesidad de todo vampiro en algún momento de su existencia.
Dando una última bocanada, tiré la colilla y me mantuve unos instantes observando a aquel vampiro. ¿Había hablado demasiado? ¿Realmente él tenía algún interés en mi estilo de vida, mi seguridad o mi historia?
Al fin y al cabo, me había comparado con su hermana. Quizás existía un vínculo que yo jamás había contemplado entre los de nuestra especie. Si lo pensaba detenidamente, habían muchas razones para simpatizar con otros vampiros: aliarse en la caza, compartir la sangre, poder hablar de nuestros instintos sin recibir miradas juiciosas o reprochadoras…
De alguna forma, un vampiro entendía mucho mejor la esencia de nuestro carácter, aunque cada uno adoptara distintos matices. Quizás por esa razón él había sido capaz de comprender mis arriesgados actos y redirigirlos hacia un rumbo más seguro.
-¿Y usted? ¿Siente ese lazo de unión con aquel que le brindó esta nueva vida llena de posibilidades? ¿O prefiere mantenerse al margen?
Mis ojos destilaban diversión, y yo pude regodearme en el hecho de haberme recuperado a mí misma, por fin, después de tanta agitación.
- **:
- Julieeeen
Última edición por Molly Winslet el Sáb Jun 20, 2015 5:31 am, editado 1 vez
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Re: Mon précieux victime.
Un lazo... un lazo, seguramente debería de haberlo. Algún punto de encuentro con el ser que lo había dejado abandonado a su suerte y le había dado este don que desde siempre supo que tenia: el amor por la sangre, la adrenalina que le generaba el ver el miedo y terror en los demás... eran parte de lo que su vida le mostró como normal a medias y el circulo se había terminado de completar con su conversión en el monstruo que hoy era. Aunque era solo un titulo el de "monstruo", no se consideraba como algo negativo como tampoco había esperado demasiado de su conversor.
- Él... básicamente me dio lo que necesitaba. Un arma. Quizá sea el lazo que me une a él: el deberle una - meditó después de unos instantes cuando la pregunta de la chica había quedado en el aire y se había congelado en él. No siempre contaba con la charla de un par que le pusiera estas preguntas frente a él y era algo que lo invitaba a proseguir, seguramente iba a tener entretenimiento de sobra durante el día mientras pensaría y soñaría sobre las posibilidades de conocer a su creador, de hablar con él, de estar a la par.
Levantó la vista y se encendió un nuevo cigarro. La observó. El de ella se había terminado así que antes de guardarlos una vez mas le entregó otro mas y le ayudó a encenderlo.
- Ya no nos perjudica - afirmó mientras elevaba sus hombros, resignado a la verdad. Ademas lo podía necesitar en caso que haya aun mas cosas que desconocía.
Algo en ella lo invitaba a sacar un poco su lado mas humano, lo conectaba mas a la vida por mas que fuera la mismísima muerte en persona. Incluso le había traído los recuerdos de su familia que suponía tenia encerrados en un cajón en lo mas profundo de su ser. Se sorprendió solo de notarlo pero continuó.
- Interesante esta Pandora. Por lo que veo pudo crearte pero no te comentó mas que la parte bonita de la historia - asintió mientras calaba una pitada mas para proseguir - Es bueno, aunque no entiendo de que podría servirle a él. Quizá te tiene amor... - concluyó suponiendo una verdad que él no sabia si era así, pero cuya historia le agradaba. Amor vampírico - Oh L'amour, l'amour... quizá los años me devuelvan al menos un vestigio de lo que era eso! - La joven noruega que había amado aun aparecía en su mente, era su karma. Por ella moriría y volvería a nacer, pero era tarde para eso y decidió apartar esos pensamientos de su cabeza.
Continuaron con su caminata, el olor nauseabundo del pescado al cual ya se había acostumbrado su nariz había desaparecido, dejando el aroma al tabaco y ciudad. Las primeras luces se pispeaban por entre las bajas edificaciones del puerto y los tablones de madera que pisaban tenían menos historias que los que habían pisado antes.
La miró y volviéndola a ver nuevamente como por primera vez y con animas ya mas renovadas preguntó - Y bien niña... ¿vamos al teatro por algo de diversión o tienes planes mas tentadores?-
- Él... básicamente me dio lo que necesitaba. Un arma. Quizá sea el lazo que me une a él: el deberle una - meditó después de unos instantes cuando la pregunta de la chica había quedado en el aire y se había congelado en él. No siempre contaba con la charla de un par que le pusiera estas preguntas frente a él y era algo que lo invitaba a proseguir, seguramente iba a tener entretenimiento de sobra durante el día mientras pensaría y soñaría sobre las posibilidades de conocer a su creador, de hablar con él, de estar a la par.
Levantó la vista y se encendió un nuevo cigarro. La observó. El de ella se había terminado así que antes de guardarlos una vez mas le entregó otro mas y le ayudó a encenderlo.
- Ya no nos perjudica - afirmó mientras elevaba sus hombros, resignado a la verdad. Ademas lo podía necesitar en caso que haya aun mas cosas que desconocía.
Algo en ella lo invitaba a sacar un poco su lado mas humano, lo conectaba mas a la vida por mas que fuera la mismísima muerte en persona. Incluso le había traído los recuerdos de su familia que suponía tenia encerrados en un cajón en lo mas profundo de su ser. Se sorprendió solo de notarlo pero continuó.
- Interesante esta Pandora. Por lo que veo pudo crearte pero no te comentó mas que la parte bonita de la historia - asintió mientras calaba una pitada mas para proseguir - Es bueno, aunque no entiendo de que podría servirle a él. Quizá te tiene amor... - concluyó suponiendo una verdad que él no sabia si era así, pero cuya historia le agradaba. Amor vampírico - Oh L'amour, l'amour... quizá los años me devuelvan al menos un vestigio de lo que era eso! - La joven noruega que había amado aun aparecía en su mente, era su karma. Por ella moriría y volvería a nacer, pero era tarde para eso y decidió apartar esos pensamientos de su cabeza.
Continuaron con su caminata, el olor nauseabundo del pescado al cual ya se había acostumbrado su nariz había desaparecido, dejando el aroma al tabaco y ciudad. Las primeras luces se pispeaban por entre las bajas edificaciones del puerto y los tablones de madera que pisaban tenían menos historias que los que habían pisado antes.
La miró y volviéndola a ver nuevamente como por primera vez y con animas ya mas renovadas preguntó - Y bien niña... ¿vamos al teatro por algo de diversión o tienes planes mas tentadores?-
- Off:
- Ya volví de nuevo u.u
Pensé que este tema ya estaba respondido... disculpame T.T
Última edición por Julien el Dom Jun 21, 2015 9:01 pm, editado 1 vez
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon précieux victime.
Mientras nuevamente volvía a entregar mis esfuerzos en concentrarme en el humo que iba y venía de mis pulmones, intentando con todas mis fuerzas no desatar aquella incertidumbre, aquella angustia, que se arrebujaba en mi pecho y pugnaba por salir a la superficie, derrotando todo autocontrol que hubiera podido conseguir en aquellos momentos. Pero fui más fuerte que aquellos detestables sentimientos que me debilitaban y me convertían en una bestia, y aspirando nuevamente el tabaco me dediqué a observar con una sonrisa a mi acompañante.
-El amor… -susurré con cierto abatimiento y aversión hacia la palabra.
Dejé que el humo contenido saliera suavemente entre mis labios, mientras entornaba los ojos y los desviaba del vampiro para fijarlos en el camino que se abría frente a nosotros.
-Tan dichoso para algunos, tan humillante para otros… -me quedé unos instantes pensativa, y luego solté una ligera risa-. ¿Usted cree posible que una mujer pueda odiar el amor?
El asfalto comenzaba a alejarnos de aquel aroma a sal, hacia otros olores algo más sucios e igualmente desagradables, pero que ya se me hacían tan usuales y acogedores.
-La debilidad, la dependencia, la angustia, la incertidumbre… El amor no es más que un limitante de nuestra propia libertad, ¿no cree?
Clavé mis pupilas en las ajenas, con el semblante algo más serio, reflejando aquella verdad que se escondía en mis palabras. El amor hacia mi familia, el amor hacia mis amistades, el amor hacia lo que me rodeaba, hacia aquella estúpida e inútil humanidad… Despojarme de todos aquellos sentimentalismos me había brindado una vida tan llena de esperanza, posibilidades...
No, el amor no era más que un veneno, una ponzoña que nos convertía en esclavos de otras personas, y aplacaba todos nuestros sueños o deseos. Así, resuelta y orgullosa de mi propia convicción, sonreí quitándole importancia y me llevé nuevamente el cigarro a los labios.
- Y bien niña... ¿vamos al teatro por algo de diversión o tienes planes mas tentadores?
Alcé una ceja, divertida.
-¿Acaso no era usted quien tan compungido y preocupado se encontraba por el hecho de tener que ver con sus propios ojos cómo la vida de un muchacho se esfumaba entre mis manos? –bromeé, enlazando mi brazo con el suyo nuevamente-. Aunque, ciertamente, tras todo lo acontecido y confesado en esta noche, no podría resistirme a su tentadora propuesta.
Solté una risita y pestañeé teatralmente, fingiendo real preocupación por lo que nos pudiera deparar en aquel teatro que tan buenas opiniones había recibido de mi acompañante.
-¿Tendré el honor de conocer su nombre alguna vez, caballero? –sentencié, sin rodeos y con la diversión plasmada en mis pupilas-. Oh, perdone mi impertinencia. Supongo que habré de empezar yo con las presentaciones, teniendo en cuenta mis pocas atenciones al protocolo anteriormente.
Así, estirando ligeramente el cuello, rocé con la boca el lóbulo de su oreja para susurrar mi nombre en su oído.
-Mi nombre es Molly, Molly Winslet –me separé y esbocé una sonrisa traviesa-. Para servirle. Espero ser una grata compañera en nuestras macabras y poco usuales costumbres gastronómicas… Si le place, señor…
Dejé nuevamente la palabra en el aire, esperando que se autodenominara y, por fin, conociera su nombre, comenzando así el juego al que tanto acudía cuando de relaciones se trataba.
-El amor… -susurré con cierto abatimiento y aversión hacia la palabra.
Dejé que el humo contenido saliera suavemente entre mis labios, mientras entornaba los ojos y los desviaba del vampiro para fijarlos en el camino que se abría frente a nosotros.
-Tan dichoso para algunos, tan humillante para otros… -me quedé unos instantes pensativa, y luego solté una ligera risa-. ¿Usted cree posible que una mujer pueda odiar el amor?
El asfalto comenzaba a alejarnos de aquel aroma a sal, hacia otros olores algo más sucios e igualmente desagradables, pero que ya se me hacían tan usuales y acogedores.
-La debilidad, la dependencia, la angustia, la incertidumbre… El amor no es más que un limitante de nuestra propia libertad, ¿no cree?
Clavé mis pupilas en las ajenas, con el semblante algo más serio, reflejando aquella verdad que se escondía en mis palabras. El amor hacia mi familia, el amor hacia mis amistades, el amor hacia lo que me rodeaba, hacia aquella estúpida e inútil humanidad… Despojarme de todos aquellos sentimentalismos me había brindado una vida tan llena de esperanza, posibilidades...
No, el amor no era más que un veneno, una ponzoña que nos convertía en esclavos de otras personas, y aplacaba todos nuestros sueños o deseos. Así, resuelta y orgullosa de mi propia convicción, sonreí quitándole importancia y me llevé nuevamente el cigarro a los labios.
- Y bien niña... ¿vamos al teatro por algo de diversión o tienes planes mas tentadores?
Alcé una ceja, divertida.
-¿Acaso no era usted quien tan compungido y preocupado se encontraba por el hecho de tener que ver con sus propios ojos cómo la vida de un muchacho se esfumaba entre mis manos? –bromeé, enlazando mi brazo con el suyo nuevamente-. Aunque, ciertamente, tras todo lo acontecido y confesado en esta noche, no podría resistirme a su tentadora propuesta.
Solté una risita y pestañeé teatralmente, fingiendo real preocupación por lo que nos pudiera deparar en aquel teatro que tan buenas opiniones había recibido de mi acompañante.
-¿Tendré el honor de conocer su nombre alguna vez, caballero? –sentencié, sin rodeos y con la diversión plasmada en mis pupilas-. Oh, perdone mi impertinencia. Supongo que habré de empezar yo con las presentaciones, teniendo en cuenta mis pocas atenciones al protocolo anteriormente.
Así, estirando ligeramente el cuello, rocé con la boca el lóbulo de su oreja para susurrar mi nombre en su oído.
-Mi nombre es Molly, Molly Winslet –me separé y esbocé una sonrisa traviesa-. Para servirle. Espero ser una grata compañera en nuestras macabras y poco usuales costumbres gastronómicas… Si le place, señor…
Dejé nuevamente la palabra en el aire, esperando que se autodenominara y, por fin, conociera su nombre, comenzando así el juego al que tanto acudía cuando de relaciones se trataba.
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Re: Mon précieux victime.
Una calada mas y mas humo entre las dos figuras desiguales: "como si fuéramos dos chimeneas, así deberemos de vernos desde lejos" pensó el vampiro.
- Si, si lo creo Cherie - afirmó al momento de suponer que las damas también pudieran odiar al amor. Algunas de ellas seguramente eran del estilo romántico, pero como había hombres violentos y machistas también había de los otros. Todo era posible en esta época, la época de los cambios. El libre albedrío a flor de piel y algunos desnudos refugiados bajo el nombre de "Arte" que unos años atrás hubieran levantado altas criticas en las sociedades, hoy eran un paisaje mas allá, un objetivo superado por la gente del ahora.
- Sabes... hace mucho tiempo se intenta diferenciar a los sexos. Las mujeres esto, los hombres aquello y lo peor es que casi terminan por hacérnoslo creer... al menos a mi ser humano. Hasta que llega un día que te das cuenta que no es así... ambos sangramos, nuestros cuerpos perecen igual y nuestros pecados terminan siendo los mismos: lujuria, ambición, gula... todos somos iguales ante nuestros ojos vampíricos. Algún alma libre de culpa de vez en cuando pero son solo la minoría - se dio un espacio al pensamiento, el cigarrillo parecía ayudarlo a llegar a conclusiones. Tendría que fumar mas seguido aun y quizá encontrara soluciones mas trascendentales. Que ideas Julien! se auto reprendió y volvió a la conversación una vez mas. Estaba feliz de saber que podía divagar con su mente mas su cuerpo ya no divagaba. Actuaba varias veces por inercia e instinto. En el pasado no prestar atención al piso hubiera significado tropezar contra algún tablón.
- Pura opresión de la libertad que se nos ha concedido. Tienes la definición justa niña! - aclamó, tan joven y tan racional. Obviamente las mentes ahora estaban mas abiertas a decisiones y a ver al mundo real, el que estaba bajo esa cortina de mentiras que encerraba a cada habitante de la ciudad. Era fantástico.
Su sonrisa era algo difícil de esquivar, era contagiosa mas buscó su semblante mas parcial, su mejor cara de poker para retomar la charla con la pequeña dama.
- Mademoiselle... me extraña que me diga eso. No es digno de usted esas acusaciones que salen de su boca - continuó con la caminata aplicando presión a los pasos con seguridad mientras la mirada del vampiro de reojo la contemplaba en su contorno.
- Acabo de ganarme mis alas! - proclamó con esmero como si la vida de Dimitri pudiera pagar por todas las demás tomadas sin permiso alguno - ... y eso obviamente merece un festejo. Medido, pero festejo al fin. Podemos degustar todas las sangre que queramos sin entrar mas personas en los dominios de la muerte - terminó con una sonrisa volviendo a la caminata habitual.
- Oh ... pero que clase de caballero puedo pretender ser así! Mucho cigarrillo y poca presentación! Mon Dieu! - comentó fingiendo exasperación al tiempo que se tomaba el espacio necesario para hacer una inclinación en el piso cual novio pidiendo la mano o saludo a la mismísima reina para agregar un poco de humor a la situación. Era divertido estar así son ella. Molly. Ella bien podía haber sido él si lo hubiesen convertido de mas joven.
- Julien Mademoiselle, mi apellido pasó a ser el mismo que mi nombre desde mi conversión, es por eso que no poseo ninguno. Soy hijo de nadie y de mi mismo a la vez - recitó para luego apoyar sus labios en el dorso de su mano y liberarla grácilmente con una reverencia ante una chica que seguía de pie frente a él. Sorprendida? quizá. Divertida? seguro.
- Si, si lo creo Cherie - afirmó al momento de suponer que las damas también pudieran odiar al amor. Algunas de ellas seguramente eran del estilo romántico, pero como había hombres violentos y machistas también había de los otros. Todo era posible en esta época, la época de los cambios. El libre albedrío a flor de piel y algunos desnudos refugiados bajo el nombre de "Arte" que unos años atrás hubieran levantado altas criticas en las sociedades, hoy eran un paisaje mas allá, un objetivo superado por la gente del ahora.
- Sabes... hace mucho tiempo se intenta diferenciar a los sexos. Las mujeres esto, los hombres aquello y lo peor es que casi terminan por hacérnoslo creer... al menos a mi ser humano. Hasta que llega un día que te das cuenta que no es así... ambos sangramos, nuestros cuerpos perecen igual y nuestros pecados terminan siendo los mismos: lujuria, ambición, gula... todos somos iguales ante nuestros ojos vampíricos. Algún alma libre de culpa de vez en cuando pero son solo la minoría - se dio un espacio al pensamiento, el cigarrillo parecía ayudarlo a llegar a conclusiones. Tendría que fumar mas seguido aun y quizá encontrara soluciones mas trascendentales. Que ideas Julien! se auto reprendió y volvió a la conversación una vez mas. Estaba feliz de saber que podía divagar con su mente mas su cuerpo ya no divagaba. Actuaba varias veces por inercia e instinto. En el pasado no prestar atención al piso hubiera significado tropezar contra algún tablón.
- Pura opresión de la libertad que se nos ha concedido. Tienes la definición justa niña! - aclamó, tan joven y tan racional. Obviamente las mentes ahora estaban mas abiertas a decisiones y a ver al mundo real, el que estaba bajo esa cortina de mentiras que encerraba a cada habitante de la ciudad. Era fantástico.
Su sonrisa era algo difícil de esquivar, era contagiosa mas buscó su semblante mas parcial, su mejor cara de poker para retomar la charla con la pequeña dama.
- Mademoiselle... me extraña que me diga eso. No es digno de usted esas acusaciones que salen de su boca - continuó con la caminata aplicando presión a los pasos con seguridad mientras la mirada del vampiro de reojo la contemplaba en su contorno.
- Acabo de ganarme mis alas! - proclamó con esmero como si la vida de Dimitri pudiera pagar por todas las demás tomadas sin permiso alguno - ... y eso obviamente merece un festejo. Medido, pero festejo al fin. Podemos degustar todas las sangre que queramos sin entrar mas personas en los dominios de la muerte - terminó con una sonrisa volviendo a la caminata habitual.
- Oh ... pero que clase de caballero puedo pretender ser así! Mucho cigarrillo y poca presentación! Mon Dieu! - comentó fingiendo exasperación al tiempo que se tomaba el espacio necesario para hacer una inclinación en el piso cual novio pidiendo la mano o saludo a la mismísima reina para agregar un poco de humor a la situación. Era divertido estar así son ella. Molly. Ella bien podía haber sido él si lo hubiesen convertido de mas joven.
- Julien Mademoiselle, mi apellido pasó a ser el mismo que mi nombre desde mi conversión, es por eso que no poseo ninguno. Soy hijo de nadie y de mi mismo a la vez - recitó para luego apoyar sus labios en el dorso de su mano y liberarla grácilmente con una reverencia ante una chica que seguía de pie frente a él. Sorprendida? quizá. Divertida? seguro.
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Re: Mon précieux victime.
- Oh ... pero que clase de caballero puedo pretender ser así! Mucho cigarrillo y poca presentación! Mon Dieu!
Sus gestos teatrales provocaron que un soplo de risa sincera se escapara entre mis labios, tintineando entre mis dientes de forma deliciosa. Le miré con los reluciendo de diversión y de cierto anhelo, al comprobar que los gustos y el sentido del humor de aquel caballero eran muy similares al mío.
- Julien Mademoiselle, mi apellido pasó a ser el mismo que mi nombre desde mi conversión, es por eso que no poseo ninguno. Soy hijo de nadie y de mi mismo a la vez.
Su beso acarició la piel de mi mano suavemente, y yo me dejé inundar por aquellos iris que poseían el mismo brillo que los míos. Algo en la complicidad que desprendía su mirada me llevaba a relajarme en su compañía, como si pudiera entrever perfectamente que nuestros intereses se abrían camino de forma paralela, pudiendo unirse en algunos puntos de una forma muy prometedora.
Tirando lo que quedaba de aquel cigarrillo, agarré ligeramente el dobladillo de su chaqueta y alcé el rostro con una amplia sonrisa pícara.
-Vayamos a ese teatro del que tanto promete y perjura, Julien.
Liberé mi agarre y le insté a caminar hacia aquel lugar donde tantas promesas parecían aguardarnos, donde nuestra condición no era un limitante si no la libertad que tanto había creído tener. Y, sin embargo, él aseguraba que lo que allí acontecía era mucho más que una sencilla cacería nocturna entre tabernas, se trataba del culmen de la deshinibición, en la cual los seres de la noche daban rienda suelta a sus instintos sobre los humanos, dejándolos milagrosamente con vida para no terminar el festín.
Mis ojos enrojecieron ante aquellos pensamientos, ¿cómo lo harían? ¿Cómo eran capaces de negarse a aquel sentimiento de gozo en el instante en el que la última fuerza vital de un alma mortal se fundía con nuestro ser? Negué con la cabeza, intentando no darle demasiadas vueltas a aquel asunto, pues al fin y al cabo pronto lo descubriría.
-Hijo de nadie… e hijo de sí mismo.
Volví a sacudir suavemente la cabeza, provocando que mis cabellos se ondearan en torno a mi rostro consternado y divertido por la similitud de aquella afirmación con lo que yo ansiaba conseguir. Y, sin embargo, seguía manteniendo las raíces de un pasado que quería creer que fue peor, asegurando mi apellido a pesar de haber renunciado a todo lazo familiar.
-Es usted desconcertante, Julien -clavé inmediatamente mi mirada en la ajena, fingiendo verdadera aflicción-. Por un instante, le preocupa que mis instintos desbocados conlleven consecuencias para su incógnito, después me revela que el mundo es un lugar inadecuado para los inmortales; y no contento con ello, remata toda la ola de confesiones admitiendo que existe un lugar conocido por todos nosotros para dar rienda suelta a nuestros deseos. ¿Acaso pretende volverme loca en una sola noche, monsieur?
A pesar del tono fatídico de mi voz, no pude evitar que una sonrisa traviesa cruzara mi rostro, dando a entender el teatro que suponía nuestra conversación.
-Está bien, pues. Me comportaré como una dama discreta y comedida, y seguiré sus consejos, siempre y cuando sea cierto todo lo que cuenta sobre las maravillas de ese teatro.
No andábamos lejos, pues la aglomeración de auras similares a las nuestras era fácilmente palpable en el ambiente nocturno. Cerré los ojos por unos segundos, agudizando el oído para advertir qué se desarrollaba en su interior. El canto de la ópera me acarició en un principio, pero una invitación mucho más tentadora palpitaba tras aquella fachada tan delicadamente tramada entre bastidores.
Risas, gritos, uñas, dientes, carne… una composición mucho más deliciosa que la mujer que cantaba de forma angelical en el teatro.
Volví a fundir nuestras pupilas de repente, exultante y excitada por aquello que nos deparaba en el interior del edificio que ahora sólo se encontraba a unos metros de nosotros.
Sus gestos teatrales provocaron que un soplo de risa sincera se escapara entre mis labios, tintineando entre mis dientes de forma deliciosa. Le miré con los reluciendo de diversión y de cierto anhelo, al comprobar que los gustos y el sentido del humor de aquel caballero eran muy similares al mío.
- Julien Mademoiselle, mi apellido pasó a ser el mismo que mi nombre desde mi conversión, es por eso que no poseo ninguno. Soy hijo de nadie y de mi mismo a la vez.
Su beso acarició la piel de mi mano suavemente, y yo me dejé inundar por aquellos iris que poseían el mismo brillo que los míos. Algo en la complicidad que desprendía su mirada me llevaba a relajarme en su compañía, como si pudiera entrever perfectamente que nuestros intereses se abrían camino de forma paralela, pudiendo unirse en algunos puntos de una forma muy prometedora.
Tirando lo que quedaba de aquel cigarrillo, agarré ligeramente el dobladillo de su chaqueta y alcé el rostro con una amplia sonrisa pícara.
-Vayamos a ese teatro del que tanto promete y perjura, Julien.
Liberé mi agarre y le insté a caminar hacia aquel lugar donde tantas promesas parecían aguardarnos, donde nuestra condición no era un limitante si no la libertad que tanto había creído tener. Y, sin embargo, él aseguraba que lo que allí acontecía era mucho más que una sencilla cacería nocturna entre tabernas, se trataba del culmen de la deshinibición, en la cual los seres de la noche daban rienda suelta a sus instintos sobre los humanos, dejándolos milagrosamente con vida para no terminar el festín.
Mis ojos enrojecieron ante aquellos pensamientos, ¿cómo lo harían? ¿Cómo eran capaces de negarse a aquel sentimiento de gozo en el instante en el que la última fuerza vital de un alma mortal se fundía con nuestro ser? Negué con la cabeza, intentando no darle demasiadas vueltas a aquel asunto, pues al fin y al cabo pronto lo descubriría.
-Hijo de nadie… e hijo de sí mismo.
Volví a sacudir suavemente la cabeza, provocando que mis cabellos se ondearan en torno a mi rostro consternado y divertido por la similitud de aquella afirmación con lo que yo ansiaba conseguir. Y, sin embargo, seguía manteniendo las raíces de un pasado que quería creer que fue peor, asegurando mi apellido a pesar de haber renunciado a todo lazo familiar.
-Es usted desconcertante, Julien -clavé inmediatamente mi mirada en la ajena, fingiendo verdadera aflicción-. Por un instante, le preocupa que mis instintos desbocados conlleven consecuencias para su incógnito, después me revela que el mundo es un lugar inadecuado para los inmortales; y no contento con ello, remata toda la ola de confesiones admitiendo que existe un lugar conocido por todos nosotros para dar rienda suelta a nuestros deseos. ¿Acaso pretende volverme loca en una sola noche, monsieur?
A pesar del tono fatídico de mi voz, no pude evitar que una sonrisa traviesa cruzara mi rostro, dando a entender el teatro que suponía nuestra conversación.
-Está bien, pues. Me comportaré como una dama discreta y comedida, y seguiré sus consejos, siempre y cuando sea cierto todo lo que cuenta sobre las maravillas de ese teatro.
No andábamos lejos, pues la aglomeración de auras similares a las nuestras era fácilmente palpable en el ambiente nocturno. Cerré los ojos por unos segundos, agudizando el oído para advertir qué se desarrollaba en su interior. El canto de la ópera me acarició en un principio, pero una invitación mucho más tentadora palpitaba tras aquella fachada tan delicadamente tramada entre bastidores.
Risas, gritos, uñas, dientes, carne… una composición mucho más deliciosa que la mujer que cantaba de forma angelical en el teatro.
Volví a fundir nuestras pupilas de repente, exultante y excitada por aquello que nos deparaba en el interior del edificio que ahora sólo se encontraba a unos metros de nosotros.
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Re: Mon précieux victime.
"¿Acaso pretende volverme loca en una sola noche, monsieur?"
-Realmente me fascina la idea de conseguir volverla loca. Pero no, no es el caso. Lo que le cuento es así de desconcertante y real. Es como en una comedia- afirmó con cierto aire galante muy confiado en la certeza de sus afirmaciones y explicaciones antes mencionadas.
Ya alejados de los aromas a opio, pescados o simplemente a lo que denominaban como puerto las luces se dejaban relucir en los adoquines de las calles y las pisadas tomaban mas protagonismo retumbando en las fachadas de las casas ya dormidas por ser altas horas de la noche para los simples humanos que al día siguiente tendrían que despertar un día mas para emprender sus labores diarias. No imaginaba la vida de una persona que tenia que trabajar para pagar su casa y menos aun su comida. Él la encontraba todas las noches donde fuera sin pagar ni un miserable franco por ello.
Volviendo a la conversación que se ponía divertida por el tono que había llevado, empezando por una confrontación, las afirmaciones moralistas de siempre y luego la jocosidad. Le divertía conocer algún vampiro como él con quien pudiera hablar y pasar el tiempo ya que solía ser solitario por su forma de ser. Aparte era mejor estar solo que mal acompañado de la desolación de otro vampiro resignado a una vida eterna sin siquiera merecerla como varios con los que se había cruzado en alguna noche parisina.
- Es la comedia de todo vampiro, al menos acá en París Mademoiselle... Hay de todo para todos pero es mejor dejarlo para el anonimato. No soy nadie para juzgarte ni menos hacerlo con otros vampiros, pero algunos están impacientándose allá en las sombras y terminaran por matarnos a todos dejando solo cenizas de nuestros bellos cuerpos eternos... - culminó para cerrar su idea que había quedado pendiente por sus divagaciones anteriores. Soltó el aire del puro por la nariz saboreando su aroma y ansió sentir el opio nuevamente del puerto. Se volvería adicto a su olor en un abrir y cerrar de ojos si seguía sus impulsos.
El Theatre des Vampires.
Otra de las comedias del lugar, ruidos extraños solo audibles a oídos sobrenaturales, sabor férreo de sangre en el aire y alcohol, mucho alcohol para dormir las mentes de los humanos.
Traspasaron la puerta, después de conseguir los boletos en unos asientos de las filas del costado. Pero antes era necesario saludar a los locales. Era importante, sabiendo la influencia de estos vampiros en la sociedad: eran actores, cantantes, artistas, además de ser cercanos con algunos de ellos por el mutuo amor al arte.
Antes que ingresara tras el telón que separaba la boletería del teatro, Julien tomo a la dama por la mano y la condujo por el mismo pasillo pero hacia el fondo.
- Primero lo primero, ven que te presento a algunos de por aquí... - dijo sin mas mientras con expectativa avanzaba entre un aglutinamiento de seres entre humanos y vampiros que seguían al montón mientras se acomodaban en sus asientos. Una puerta de madera al fondo informaba que estaba prohibido pasar... pero en ella las marcas de unos dedos ensangrentados invitaban a pasar sin anunciarse.
Abrió la puerta. Acababa de terminarse una de las funciones principales y el espectáculo allí era mucho mejor que el de las funciones sobre el escenario. la voz de la soprano seguía ejecutándose en segundo plano a lo lejos.
El vampiro volvió a medir la mirada de Molly, seguramente había visto matanzas antes, pero... nunca se sabe con neófitos.
-Realmente me fascina la idea de conseguir volverla loca. Pero no, no es el caso. Lo que le cuento es así de desconcertante y real. Es como en una comedia- afirmó con cierto aire galante muy confiado en la certeza de sus afirmaciones y explicaciones antes mencionadas.
Ya alejados de los aromas a opio, pescados o simplemente a lo que denominaban como puerto las luces se dejaban relucir en los adoquines de las calles y las pisadas tomaban mas protagonismo retumbando en las fachadas de las casas ya dormidas por ser altas horas de la noche para los simples humanos que al día siguiente tendrían que despertar un día mas para emprender sus labores diarias. No imaginaba la vida de una persona que tenia que trabajar para pagar su casa y menos aun su comida. Él la encontraba todas las noches donde fuera sin pagar ni un miserable franco por ello.
Volviendo a la conversación que se ponía divertida por el tono que había llevado, empezando por una confrontación, las afirmaciones moralistas de siempre y luego la jocosidad. Le divertía conocer algún vampiro como él con quien pudiera hablar y pasar el tiempo ya que solía ser solitario por su forma de ser. Aparte era mejor estar solo que mal acompañado de la desolación de otro vampiro resignado a una vida eterna sin siquiera merecerla como varios con los que se había cruzado en alguna noche parisina.
- Es la comedia de todo vampiro, al menos acá en París Mademoiselle... Hay de todo para todos pero es mejor dejarlo para el anonimato. No soy nadie para juzgarte ni menos hacerlo con otros vampiros, pero algunos están impacientándose allá en las sombras y terminaran por matarnos a todos dejando solo cenizas de nuestros bellos cuerpos eternos... - culminó para cerrar su idea que había quedado pendiente por sus divagaciones anteriores. Soltó el aire del puro por la nariz saboreando su aroma y ansió sentir el opio nuevamente del puerto. Se volvería adicto a su olor en un abrir y cerrar de ojos si seguía sus impulsos.
***
El Theatre des Vampires.
Otra de las comedias del lugar, ruidos extraños solo audibles a oídos sobrenaturales, sabor férreo de sangre en el aire y alcohol, mucho alcohol para dormir las mentes de los humanos.
Traspasaron la puerta, después de conseguir los boletos en unos asientos de las filas del costado. Pero antes era necesario saludar a los locales. Era importante, sabiendo la influencia de estos vampiros en la sociedad: eran actores, cantantes, artistas, además de ser cercanos con algunos de ellos por el mutuo amor al arte.
Antes que ingresara tras el telón que separaba la boletería del teatro, Julien tomo a la dama por la mano y la condujo por el mismo pasillo pero hacia el fondo.
- Primero lo primero, ven que te presento a algunos de por aquí... - dijo sin mas mientras con expectativa avanzaba entre un aglutinamiento de seres entre humanos y vampiros que seguían al montón mientras se acomodaban en sus asientos. Una puerta de madera al fondo informaba que estaba prohibido pasar... pero en ella las marcas de unos dedos ensangrentados invitaban a pasar sin anunciarse.
Abrió la puerta. Acababa de terminarse una de las funciones principales y el espectáculo allí era mucho mejor que el de las funciones sobre el escenario. la voz de la soprano seguía ejecutándose en segundo plano a lo lejos.
El vampiro volvió a medir la mirada de Molly, seguramente había visto matanzas antes, pero... nunca se sabe con neófitos.
Julien- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/02/2014
Localización : Paris
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Re: Mon précieux victime.
El ambiente me envolvió como un agradable elixir, saturando mis sentidos de los más exquisitos sabores y olores que nuestro mortífero instinto podía conocer. No pude evitar que mis pasos se volvieran perezosos hasta detenerse, y que mis párpados cayeran dulcemente sobre mis iris, dejando que mi oído y mi olfato viajaran por toda la estancia. Los débiles pero constantes latidos de aquellas almas poco precavidas, engatusadas por aquella trampa, por aquel embrujo que nosotros mismos creábamos, me golpeaban los tímpanos como una delicada melodía.
La mano de Julien me sacó de mi ensueño, volviendo a poner en marcha mi cuerpo y convirtiendo aquella unión de nuestras frías pieles en un instante de complicidad, que guardaba promesas escabrosas. Sus palabras me hicieron sonreír, pues mis amistades entre los de mi especie no eran demasiado numerosas, y no sabía si aquella camadería se extendía entre el vampirismo de una forma tan natural como la nuestra.
Atravesamos unas puertas supuestamente prohibidas, cuyo rastro de sangre me hicieron aletear por la excitación de aquello que pudieran esconder. Quizás fue la agonía de aquella magnífica voz que llegaba tenuemente tras las paredes, o el coro de voces suplicantes y susurros llenos de malicia y puro pecado… Pero el espectáculo que allí se desarrollaba era mucho más que exhultante, y casi me resultó imposible entender que se trataba de algo real, de algo que estaba ocurriendo ante nuestros semblantes.
Miré a mi compañero de reojo, que parecía medir mi reacción. Una sonrisa se asomó en mis comisuras, guardando un rastro sanguinario, malicioso…
-He de admitir que sabe complacer más que satisfactoriamente a una señorita, Julien…-mi voz dejaba entrever la fascinación por aquel escenario.
Mis pupilas no pudieron esperar mucho más tiempo, y volvieron a aquellos cuerpos débiles, desangrados, jadeantes, que se aferraban a sus depredadores buscando compasión. Me deleité en la forma en que los ojos carmesí se dejaban llevar por el placer de robar aquella vitalidad, aquel dulce líquido espeso que parecía inundar la estancia en todos los rincones y en todos los retazos de piel pálida visibles.
Casi hechizada, y sin soltar la mano del vampiro, dejé que mis pasos nos llevaran a mimetizarnos con el ambiente, deteniéndome al lado de una pequeña mesa donde descansaba una botella prometedora y algunas copas. Hice yo misma los honores, creando fantasías en mi mente con el color enrojecido de aquella bebida, y ofreciéndole lo debido a mi acompañante para brindar.
-¿Y cuáles son las debidas presentaciones que usted ha mencionado, monsieur? -inquirí, alzando la copa y bebiendo durante un instante antes de hacer un gesto que abarcaba la sala abarrotada de auras mortíferas.
Alcé una ceja, juguetona.
-No negaré que éste no es un buen lugar para una primera cita, monsieur… - bromeé, soltando una risita-. Pero creo que usted y yo compartimos la misma afinidad por lo macabro y poco protocoloso, me temo…
Mis ojos volvieron a viajar por inercia entre las múltiples escenas que podían contemplarse a nuestro alrededor, sintiendo una chispa de impaciencia por comenzar a participar en aquella función.
La mano de Julien me sacó de mi ensueño, volviendo a poner en marcha mi cuerpo y convirtiendo aquella unión de nuestras frías pieles en un instante de complicidad, que guardaba promesas escabrosas. Sus palabras me hicieron sonreír, pues mis amistades entre los de mi especie no eran demasiado numerosas, y no sabía si aquella camadería se extendía entre el vampirismo de una forma tan natural como la nuestra.
Atravesamos unas puertas supuestamente prohibidas, cuyo rastro de sangre me hicieron aletear por la excitación de aquello que pudieran esconder. Quizás fue la agonía de aquella magnífica voz que llegaba tenuemente tras las paredes, o el coro de voces suplicantes y susurros llenos de malicia y puro pecado… Pero el espectáculo que allí se desarrollaba era mucho más que exhultante, y casi me resultó imposible entender que se trataba de algo real, de algo que estaba ocurriendo ante nuestros semblantes.
Miré a mi compañero de reojo, que parecía medir mi reacción. Una sonrisa se asomó en mis comisuras, guardando un rastro sanguinario, malicioso…
-He de admitir que sabe complacer más que satisfactoriamente a una señorita, Julien…-mi voz dejaba entrever la fascinación por aquel escenario.
Mis pupilas no pudieron esperar mucho más tiempo, y volvieron a aquellos cuerpos débiles, desangrados, jadeantes, que se aferraban a sus depredadores buscando compasión. Me deleité en la forma en que los ojos carmesí se dejaban llevar por el placer de robar aquella vitalidad, aquel dulce líquido espeso que parecía inundar la estancia en todos los rincones y en todos los retazos de piel pálida visibles.
Casi hechizada, y sin soltar la mano del vampiro, dejé que mis pasos nos llevaran a mimetizarnos con el ambiente, deteniéndome al lado de una pequeña mesa donde descansaba una botella prometedora y algunas copas. Hice yo misma los honores, creando fantasías en mi mente con el color enrojecido de aquella bebida, y ofreciéndole lo debido a mi acompañante para brindar.
-¿Y cuáles son las debidas presentaciones que usted ha mencionado, monsieur? -inquirí, alzando la copa y bebiendo durante un instante antes de hacer un gesto que abarcaba la sala abarrotada de auras mortíferas.
Alcé una ceja, juguetona.
-No negaré que éste no es un buen lugar para una primera cita, monsieur… - bromeé, soltando una risita-. Pero creo que usted y yo compartimos la misma afinidad por lo macabro y poco protocoloso, me temo…
Mis ojos volvieron a viajar por inercia entre las múltiples escenas que podían contemplarse a nuestro alrededor, sintiendo una chispa de impaciencia por comenzar a participar en aquella función.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 308
Fecha de inscripción : 29/11/2011
Localización : Nuevamente en París.
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Re: Mon précieux victime.
El salón trasero del teatro estaba lleno de vida y no exactamente por la vitalidad de sus actores sino por lo concurrido de la habitación. La mayoría era parte de la obra que se daba lugar en el escenario y otros tantos eran los que la hacían posible desde detrás de bambalinas. Estaba el dueño del lugar, sentado tranquilamente en uno de sus sillones, rodeado de esclavos de sangre que no eran mayores a los 7 o 9 años que se encargaban de proveerle de sangre y a su vez recibían el pago por su entrega en gotas de sangre inmortal. Había otros que vivían allí, en el Theatre des Vampires eran una comunidad de vampiros que tenían amor por el arte y a su vez eran familia.
Julien sintió desagrado que tradujo en envidia poco sana. Él no tenía familia, no tenía nada, y tampoco tenía posibilidades de momento de pertenecer a ese círculo por mas que se moría de ganas de hacerlo. Aun era demasiado conocido en París y tenía que mantener una fachada de escritor e investigador. No podía simplemente abandonar todo por un teatro de bohemios…
Midió las reacciones de Molly que estaba tan feliz como él de ver a esos vampiros libres de todo tapujo de expresar sus deseos mas oscuros y beber sangre hasta hartarse.
- Lo que te conté es muy real, hay reglas, políticas implícitas y valores que respetar, pero como no deseo que te quedes con esa imagen te traje aquí que es donde puedes despuntar el vicio que mas deseas. Como el teatro debe de haber miles de lugares mas asi, si es que no prefieres quedarte siempre en soledad estos lugares son ideales. Lamentablemente yo aun no puedo pertenecer aquí…- se lamentó el vampiro y sus gestos se habían teñido con algo de tristeza, seguramente encontraría su posibilidad en unos años cuando su inmortalidad genere dudas en los inversores y deba relegar los negocios en manos de terceros. De momento y para su mala fortuna tenia familia de sangre que por mas lejos que estuviese aun lo controlaban a distancia.
Encontró calidez en dejarse llevar por la vampira a una de las mesas donde se disponía una botella de Merlot que no demoró en servir para ambos. El vampiro lo pensó una vez más… ¿Era necesario presentarla ante los presentes? ¿No era mejor que las presentaciones las hiciera ella en otro momento? No quería perderla en conversaciones con otros vampiros aun, tendría toda una vida para ello y podía volver cuando quisiera por esos lugares. En cambio él solo la tenía por este momento, era demasiado caprichoso como para dejarla ir asi nomas además de egocéntrico cuando tenía a alguien entre manos. No, no iba a hacerlo asi que sin dejar espacio y observándola con su copa en la mano también brindó con ella – No es el momento, el dueño está muy ocupado en este preciso momento – comentó dirigiendo su vista fría hacia el sillón donde el vampiro se había empeñado con uno de los niños tomándolo directamente por el cuello y llegando al límite de su vida solo por capricho. Malnacido…
Una sonrisa se dibujó en sus labios devolviéndole la luz a su rostro, aceptando el hecho que ambos tenían en común el hecho de amar el dolor y lo macabro que conllevaban esas situaciones – Me temo que está en lo cierto mademoiselle. Ya habrá tiempo para tener esto para nosotros mismos desde la comodidad de nuestras casas... ¿Tú tienes domicilio? – consultó ya estando en el tema, no conocía ese dato por mas que lo daba como real. Un grupo de niños se acercaban a la pareja con aureolas negras alrededor de sus ojitos, sus miradas de soslayo y sus piernas calzadas con sandalias. Ese pequeño grupo lo enviaba como regalo de bienvenida a Molly el mismísimo dueño, su voz se había hecho presente en la cabeza de ambos. Éste había notado el desprecio en los gestos de Julien y su desagrado por lo que este hacia, su poder de lectura de mentes era fuerte así que buscó medir sus pensamientos a cualquier cosa menos cosas negativas sobre los demás y buscó de esa forma bloquear al máximo su mente para no dejarlo entrar allí donde no quería.
Un susurro resonaba en su cabeza y este rezaba “Ya verás como poco a poco te convertirás en ese monstruo del que buscas escapar, Julien…”
Julien sintió desagrado que tradujo en envidia poco sana. Él no tenía familia, no tenía nada, y tampoco tenía posibilidades de momento de pertenecer a ese círculo por mas que se moría de ganas de hacerlo. Aun era demasiado conocido en París y tenía que mantener una fachada de escritor e investigador. No podía simplemente abandonar todo por un teatro de bohemios…
Midió las reacciones de Molly que estaba tan feliz como él de ver a esos vampiros libres de todo tapujo de expresar sus deseos mas oscuros y beber sangre hasta hartarse.
- Lo que te conté es muy real, hay reglas, políticas implícitas y valores que respetar, pero como no deseo que te quedes con esa imagen te traje aquí que es donde puedes despuntar el vicio que mas deseas. Como el teatro debe de haber miles de lugares mas asi, si es que no prefieres quedarte siempre en soledad estos lugares son ideales. Lamentablemente yo aun no puedo pertenecer aquí…- se lamentó el vampiro y sus gestos se habían teñido con algo de tristeza, seguramente encontraría su posibilidad en unos años cuando su inmortalidad genere dudas en los inversores y deba relegar los negocios en manos de terceros. De momento y para su mala fortuna tenia familia de sangre que por mas lejos que estuviese aun lo controlaban a distancia.
Encontró calidez en dejarse llevar por la vampira a una de las mesas donde se disponía una botella de Merlot que no demoró en servir para ambos. El vampiro lo pensó una vez más… ¿Era necesario presentarla ante los presentes? ¿No era mejor que las presentaciones las hiciera ella en otro momento? No quería perderla en conversaciones con otros vampiros aun, tendría toda una vida para ello y podía volver cuando quisiera por esos lugares. En cambio él solo la tenía por este momento, era demasiado caprichoso como para dejarla ir asi nomas además de egocéntrico cuando tenía a alguien entre manos. No, no iba a hacerlo asi que sin dejar espacio y observándola con su copa en la mano también brindó con ella – No es el momento, el dueño está muy ocupado en este preciso momento – comentó dirigiendo su vista fría hacia el sillón donde el vampiro se había empeñado con uno de los niños tomándolo directamente por el cuello y llegando al límite de su vida solo por capricho. Malnacido…
Una sonrisa se dibujó en sus labios devolviéndole la luz a su rostro, aceptando el hecho que ambos tenían en común el hecho de amar el dolor y lo macabro que conllevaban esas situaciones – Me temo que está en lo cierto mademoiselle. Ya habrá tiempo para tener esto para nosotros mismos desde la comodidad de nuestras casas... ¿Tú tienes domicilio? – consultó ya estando en el tema, no conocía ese dato por mas que lo daba como real. Un grupo de niños se acercaban a la pareja con aureolas negras alrededor de sus ojitos, sus miradas de soslayo y sus piernas calzadas con sandalias. Ese pequeño grupo lo enviaba como regalo de bienvenida a Molly el mismísimo dueño, su voz se había hecho presente en la cabeza de ambos. Éste había notado el desprecio en los gestos de Julien y su desagrado por lo que este hacia, su poder de lectura de mentes era fuerte así que buscó medir sus pensamientos a cualquier cosa menos cosas negativas sobre los demás y buscó de esa forma bloquear al máximo su mente para no dejarlo entrar allí donde no quería.
Un susurro resonaba en su cabeza y este rezaba “Ya verás como poco a poco te convertirás en ese monstruo del que buscas escapar, Julien…”
Julien- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/02/2014
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