Baile de locos ( Anouk Oldekamp )

por **Niord Süskind** Mar Ene 20, 2015 8:31 pm

A veces el silencio
convoca algarabías
parodias de coraje
espejismos de duende
tangos a contrapelo
desconsoladas rabias
pregones de la muerte
sed y hambre de vos

Oscuridad y luz. Estrellas brillantes que caen del cielo llenándolo de estelas infinitas y cegadoras. miles de insectos que danzan en el aire, creando numerosas circunferencias, antes de caer con energía, un arrebato mortal y efímero, penetrando la tierra, fecundándola. ¿ Cuándo había helado tanto el roce de las luciérnagas sobre la piel?. ¿ Cuando las estrellas se convirtieron en piedras sobre sus pies, nubes en la arena?.

El ensordecedor ruido de los tambores lo llevaba a balancearse suavemente para seguir una coreografía sin sentido. Pies que se adelantaban y atrasaban, provocando un dulce estremecimiento en los miembros antes de moverlos en un grácil e insinuante roce de tela sobre la piel de unas estrechas caderas. Habían tantos seres danzando con él, ayudándolo a no olvidarse de los pasos a seguir, que casi creyó haber conseguido enmudecer el grito de soledad que le abrazaba el alma.

Tomó una mano que le era ofrecida, una figura sin cara, una voz en su cabeza que tenía el propósito claro de obligarlo a divertirse. no pudo evitar sonreír a su inexistente rostro juvenil. Cabellos oscuros al viento, un cuerpo que seguía danzando, girando sin detenerse sobre las ruinas de alguna mansión derruida con el tiempo. Haces de luz golpeándolo para hacer brillar su mortecina belleza. Locura hecha carne, soledad convertida en hombre. Hambriento, perdido en un baile sucedido hacía mucho tiempo atrás, mientras las almas de los difuntos lo perseguían, animándolo a continuar su locura por un tiempo más. Seres benevolentes que lo acompañaban en la noche para que no comenzara a torturar su cuerpo en pos de una satisfacción por su mayor pecado. Ése que a penas podía volver a recordar sin lanzar un grito de angustia.

- Perdóname, Perdóname...- Murmuró al viento, sabiendo que su amado jamás volvería a escuchar sus palabras. Un dolor que se extendía después de milenios de autocastigo. Pero todas las luces de aquellas almas desaparecieron una a una, dejándolo solo en medio de la nada cuando el crujir de unos pies sobre el suelo atrajo la mirada clara de Ulrik.

Los ojos del hombre no se alejaron de aquella persona que lo había capturado en medio de una danza sin canción. Su cabello, revuelto por sus movimientos salvajes, así como las prendas que colgaban de su cuerpo, a penas una camisa blanca mal metida en sus pantalones oscuros y botas de un brillante tono negro que demostraba que a pesar de su, mal aprovechada figura, él poseía el dinero suficiente como para moverse con zapatos recién lustrados. Parecía un príncipe perdido, un poeta sin musa.

por **Anouk Oldekamp** Miér Ene 21, 2015 9:46 pm

La vida de una jovencita de dieciséis años podía cambiar demasiado. De un momento a otro de ser inmensamente rica pasó a ser una secuestrada, de ser secuestrada, pasó a vivir con un pescador en una cabaña, y en ese momento se encontraba vistiendo como una clase alta viviendo en una casa que no le pertenecía. Lo peor de todo es que se sentía incomoda, que algo andaba mal, que ella no encajaba. Por sino fuera poco, ahora venía menos al señor Ichabod. Lo cual la ponía un poco más triste de lo normal. Cuando no se encontraba cerca de él, tenía miedo, mucho miedo, y las cosas le parecían algo extrañas, le aterraba pensar que pudieran descubrirla y llevarla de vuelta con su secuestrador.

Aquella noche, Ichabod y el dueño de la casa habían salido a una cena importante, ella había decidido no salir porque tenía un serio dolor de estomago. Aquel anfitrión creía que seguramente ya se encontraba embarazada, lo que no sabía es que ambos no se habían tocado, y que sólo se habían dado un par de besos, antes incluso de llegar a su residencia, por lo que ella sabía que de ese mal no sufría. Lo cierto es que su dolor había sido oportuno, porque no tenía deseos de salir, estaba harta de aparentar algo que no era.

Tomó un te, después se dio un baño largo, y al final decidió que no podía permanecer mucho tiempo en la residencia, por lo que sin llamar demasiado la atención se dispuso a salir. Antes de hacerlo del todo se colocó un abrigo grueso, unos guantes y un gorro que pudieran amortiguar un poco el frío tan intenso que hacía esa noche. Parecía una pequeña muñeca salida de un envoltorio, pero lo cierto es que nada de eso era, estaba demasiado maltrecha y necesitaba respirar.

Lo bueno de vivir a las afueras de la ciudad, es que nadie te molestaba, podías pasear sin ningún problema, y todo, o al menos la mayoría de los lugares, eran muy seguros. Por eso avanzó, ignorante de los peligros que pudieran encontrarse a su alrededor, así hasta encontrarse ya lejos del lugar dónde vivía, se sentía sola, pero al menos en tranquilidad. Y todo cambió cuando topó con una figura masculina. Se le hacía raro, nunca lo había visto antes.

— ¿Se ha extraviado? — Preguntó con su tono dulzón, uno que en vez de fastidiar, siempre encantaba, hacía que todos se sintieran cómodos, y la voltearan a ver. En más de una ocasión le propusieron que debía practicar el canto, pero era tan penosa que no se atrevía, así que prefirió seguir bajo las faldas de Ichabod, atendiéndolo a él sólo dándole la luz que tenía a él — Si quiere puedo guiarle para que encuentre su camino — Así era ella, sin importar los peligros, sin importar lo que había vivido, siempre era bondadosa, y se paraba a auxiliar a los de más.

por **Niord Süskind** Mar Mar 03, 2015 9:52 am

Se yergue, flecha, en la rama
se desvanece entre alas
y en música se derrama.

Sus cabellos castaños giraron en el aire alrededor de su rostro, mecidos por el viento, convirtiéndose en lo único que parecía tener vida en aquel cuerpo completamente congelado ante la presencia de alguien que no había notado hasta el momento en el que todos los fantasmas se fueron. Bolas celestes que huían de él, transportados por el viento como miles de estrellas fugaces que partían de la tierra para volver al cielo. Aquel lugar al que jamás iría, pues su alma, como muchos decían de su especie, estaba condenada a arder eternamente en el infierno.

Había leído muchas cosas sobre el infierno cristiano, sobre aquel vacío en el que no había nada más que dolor y lágrimas. Jamás en su vida humana se dijo algo tan malévolo sobre los dioses, aunque sí se prometía dolor para aquellos que no vivían ajenos a lo que dictaban sus designios. Todos sabían lo que le pasaba a aquellos que realmente se atrevían a enfurecer a los dioses. Crueles castigos; miseria, hambre, muertes, enfermedades. Nada parecía ser suficiente para ellos, cuando se disponían a vengar una falta cometida, todos pagaban por ello hasta que ellos decidieran que era suficiente.

Quizás él solo fuera un muñeco zarandeado por los azares de un Dios que áun le guardaba rencor por haber burlado a la muerte. Quizás algún día su vida solo terminase, convirtiéndose en polvo, tal y como había visto cuando otros vampiros morían. No parecía un mal final. Flotar en el aire, mecido por las manos del aire, viendo el mundo desde las alturas, siendo repartido en distintas partes.

La voz de la mujer hizo que algo dentro de sí hiciera conexión sobre sus brazos y piernas, ya que, antes de que fuera consciente, comenzó a caminar hacia ella. Su camisa revoloteó en el aire, dejando que parte de su pecho fuera revelado a medida que caminaba, sus ojos claros un remanso de solitario dolor. Llevaba dos mil años portando siempre un gesto de dolor o soledad en su rostro, haciendo que incluso su sonrisa fuese un gesto melancólico. Algunos de los trovadores medievales llegaron a cantar algunas canciones sobre aquel caballero siempre pálido que lloraba sin derramar lágrimas.

Alzó sus dedos fríos hacia los labios ajenos, llegando a apretarlos con tal suavidad que parecía más una caricia que un gesto para acallarla. Su otro brazo rodeó su cadera y la atrajo contra él para comenzar a moverse sobre la tierra seca del suelo, creando un crujido cada vez que sus pies se movían arrastrando a la mujer consigo para animarla a que danzara con él.

- Solo calla mujer. – Dijo mirándola a los ojos, deslizando sus dedos de sus labios a la mejilla cálida a pesar del frío que debía azotar aquel frágil cuerpo humano.

– Calla y acúname con tus brazos en este baile infernal. – Murmuró pegando su cabeza a la de la mujer, agachándose un poco para poder salvar la diferencia de altura que había entre ellos y así poder mantener el contacto mientras la guiaba sobre las ruinas de aquel lugar.

- Acúname con tus brazos porque estoy muriendo por dentro. – Dijo con una expresión de dolor fugaz que desapareció cuando alzó uno de sus brazos para darle una vuelta antes de volver a tomarla entre sus brazos y volver a continuar un compás de una canción que solo él escuchaba.

por **Anouk Oldekamp** Vie Mar 13, 2015 3:36 pm

Fue inevitable que sus ojos se abrieran cargados de sorpresa. La jovencita jamás había experimentado así. Todo contacto que había conocido fue cruel en el periodo de su secuestro, un poco cálido pero distante ahora con Ichabod, y alegre con el dueño de la casa en la que ahora trabajaban, pero algo así de natural, tan intimo, y que rompía con todo lo conocido, y cruel del mundo, la llegó a abrumar. Tomó grandes bocanadas de aire intentando calmar así su nerviosismo, al poco tiempo lo logró. Que difícil era encontrarse en situaciones externas a lo comunes. ¿Por qué no simplemente se dejaba guiar?

¿Qué estaría pensando el señor Ichabod si la descubría estando de esa manera? Probablemente se sentiría decepcionado, también con ganas de echarla a patadas, y decirle que era una total malagradecida. Anouk era una joven que había sufrido demasiado, que había encontrado a un hombre bueno que le estaba entregando más que esperanzas a seguir respirando. Se sentía una malagradecida, sin embargo no deseaba salir de esos brazos largos, fuertes, y fríos. de cierta forma la ponían alerta, la hacía sentir viva. ¿Estaba mal eso? Claro que no.

Anouk al poco tiempo comprendió lo que el hombre quería. Se aferró a su espalda, pecho contra pecho, y recargó su frente en la ajena. Deslizó sus piernas de un lado a oro, ella había practicando unos pasos de baile debido a su nuevo estatus, en las fiestas a las que debían de asistir su mejor presentación debían mostrar. Con la sincronización vino un tarareo suave y dulce. Los pasos de baile necesitaban tener música, una que calmara el alma marchita y el interior derrotado de los dos. Tragó saliva antes de seguir, y al poco rato su voz se apagó.

— Cualquier persona estaría asustada con esta situación, ¿lo comprende verdad? — Con cuidado movió sus manos, su espalda acarició de arriba hacía abajo, y el movimiento lo repitió un par de veces más de forma consecutiva. Se mordisqueó los labios, no sabía que debía de decirle — No es correcto que aborde a alguien de dicha manera, no lo es — Articuló con suavidad. Al final una de sus manos descansó en el cabello alejo. El hombre era alto, pero ella con esfuerzo podría hacerle cariños en aquella zona.

— No se deje morir en el interior, no lo haga, la vida está llena de situaciones que pueden regresarle la esperanza ¿no lo ve? — Suspiró profundamente. Con cuidado buscó separarse, no deseaba ser grosera, pero la cercanía ajena, y más aún la masculina no estaba muy bien vista, ellos apenas y se conocían. ¡Ella deseaba ser el orgullo de su señor Ichabod! — ¿Qué le sucede? ¿Por qué se encuentra de esa manera? — Estiró sus pequeñas manos para tomar el rostro ajeno. Le hizo verla, y pudo comprender que el hombre no mentía, en su mirada se encontraba la oscuridad, la tristeza de alguien que añora encontrar motivos, o revivir los perdidos - Aquí estoy para usted, no lo dejaré - Susurró acariciándole las mejillas con sumo cuidado, con miedo a lastimarle.

por **Niord Süskind** Jue Abr 02, 2015 9:44 pm

¿ Palabras? Sí, de aire,
y en el aire perdidas.
También la luz en sí misma se pierde.

La dulce sensación de la calidez de su cuerpo rodeándole la espalda le trajo recuerdos hermosos y dolorosos. Aunque en su mente, ella era mucho más alta, más fuerte, indudablemente un hombre que le había amado. O al menos eso quería llegar a pensar, no podría afrontar la idea de que la única criatura que le había acompañado durante mucho tiempo, jamás le hubiera correspondido a aquel sentimiento atroz que llamaban amor.

Se había bañado en la dolorosa sensación de la pérdida y no podía dejarla ir, ya que, a pesar de todo, sus recuerdos habían sido su única compañía durante su soledad. Era lo más familiar que tenía, tanto como el hambre que le corroía el estómago, atenazando su garganta, convirtiéndolo en un desierto ansioso por la calidez de aquellos oasis vivientes que constituían los humanos.

A diferencia de otros vampiros, él se mantenía en medio de todos sin ocultar qué era. Simplemente ignoraba todo lo que le rodeaba, centrado profundamente en su escritura. Aquello era el único motivo por el que aún se preocupaba mínimamente por vestirse acorde a lo que se solía llevar en la época en la que se encontraba. Aunque no era la primera vez que cuando terminaba de asesinar a todo su servicio y debía buscar nuevos humanos que le sirviesen, todo en la sociedad había cambiado. Tenía largos períodos en los que sólo escribía, danzaba de un lado a otro y se alimentaba del servicio para subsistir. Quizás por eso se había olvidado de los modales. Si es que alguna vez los tuvo.

- ¿ Asustada?- Preguntó mientras giraban alrededor de una de las columnas que aún se mantenían perfectamente erguidas entre todas aquellas ruinas. Le gustaba la capacidad creativa que tenían los humanos para poder crear hogares cada vez más amplios y mejor estructurados para la vida diaria. Era una de las ventajas que tenía el ser vampiro, si hubiese tenido que vivir en una cabaña en medio del bosque, como si fuese un enfermo capaz de contagiar a una población entera, se hubiera suicidado. Aunque era lo suficiente cobarde como para llevar realmente a cabo tal blasfemia del destino. Un inmortal arrancándose la vida. Divertido.

- ¿ Estás asustada?. ¿ Me temes? - Su mirada era quizás demasiado intensa, no sólo por la cercanía, sino porque realmente le parecía interesante la idea de que ella pudiera considerarle aterrador. Todos lo calificaban más como un loco, un ser melancólico, un enamorado del dolor. Pero nunca consideró que sus actos pudieran causar miedo. ¿ Era eso lo que brillaba en los ojos de sus sirvientes cuando veían que sus compañeros, aquellos humanos que vivían también sirviéndole en la mansión, morían entre sus brazos cuando él olvidaba no excederse de tomar demasiada sangre de ellos?.

La caricia de sus dedos rozando el cabello castaño que tenía una extraña tendencia a revelarse contra todo pronóstico, elevándose con un remolino que desde pequeño hacía reír a sus padres, creó un escalofrío por todo su cuerpo. Le era tan extraño, que casi era aterrador el notar a alguien tocándolo. No le gustaba la sensación, se sentía como un gato siendo mojado. Aquella caricia despertaba en él unas ganas aterradoras de pedirle que siguiera haciéndolo. Así que no puso ninguna objeción cuando ella se separó, rompiendo así su baile.

- ¿ Esperanza?. Estúpida boca blasfema, ¿acaso puedes pedir a la flor que se marchita el que vuelva a florecer?.- Retrocedió varios pasos lejos de ella, alejándose de su caricia, refugiándose en las sombras de aquellos restos abandonados de lo que fue una gran mansión en el pasado.

Al igual que el edificio, él era tan solo la cáscara del humano que una vez fue. Jamás volvería a sentir su corazón latir aceleradamente al recibir un beso. Jamás se sonrojaría cuando viese a su persona amada mirarle. No podría respirar para vivir enamorado. Estaba muerto, y con él, yacían sus sueños rotos. Por eso jamás amaría a nadie de nuevo, ya que su corazón; vivo o muerto, siguió lleno de aquel que había matado.

- Cállate. - Gruñó llevando sus manos hacia su cabeza para despeinar su cabello, mostrando una verdadera expresión de soledad. Había tal dolor en su interior, que creyó poder llorar de nuevo, una vez más. Solo por él.

- Todos mueren. Todos me dejan solo. ¿ Por qué habrías de ser diferente?.- Murmuró con una voz cargada de angustia, mientras sus brazos caían, muertos, desde su cabeza hacia los costados de su cadera. Se estaba cansando de aquel baile, la música parecía querer llegar a su final, pero él no podía dejar que lo hiciera. Tenía miedo del silencio. Esa aterradora nada adueñándose de él, dejándolo vacío.

por **Anouk Oldekamp** Sáb Abr 18, 2015 9:59 pm

Ella podía comprender cuando la soledad se adueñaba de la tranquilidad. Incluso con su corta edad la experimentó, y en más de una ocasión le arrebató esperanza. Sin embargo sentir pena, tristeza, y vacío no te da motivo para desquitar lo que uno mismo provoca con los demás. En algunas ocasiones no se provoca, pero siempre hay escapatoria, maneras de poder alejarse de lo que nos duele, porque claro, todo viene de la mano del interés, del deseo, y de poder superarse, seas quien seas. Ella lo sufrió, ella puede juzgar a quien ve de esa forma.

Anouk hizo una mueca evidente cuando la criatura la calló, también se cruzó de brazos dejando en claro su molestia, y no se hizo esperar el golpeteo de la punta de su zapato, de esa forma también transmitía un descontento claro. Él único que tenía derecho de callarla era su señor Ichabod, y sin embargo aquel brujo la animaba a alzar la voz, es más, la animaba a hacerse escuchar, porque ella misma ni siquiera escuchaba sus pensamientos, todo por miedo. En ese momento todo era ofensa y enojo, así que intentó relajarse. ¡Le parecía aquel hombre un desconsiderado!

— No me vuelva a callar ¿Cómo se le ocurre hacer eso con alguien que muestra afinidad con usted? — Chasqueó la lengua de forma maleducada, sin embargo él no podría decirle algo al respecto, él se había comportado de peor forma — Ahora comprendo porque termina sólo — Sus palabras habían sonado como crueldad pura, y quizás lo eran, pero el no tener completo conocimiento de las situaciones te daban libertad de decir, siempre y cuando te dieran motivos para decir disparates, como en ese momento. La vida de Anouk había cambiado más de la cuenta.

— Es un ciclo natural, eso debe entenderlo, la muerte es inevitable, y también el perder a las personas, algunas sólo vienen a dejarnos un aprendizaje, no todas puedes permanecer, ni siquiera aquellas a las que amamos, resulta que muchas veces esas son las que primero nos abandonan, las que quizás no eran para nosotros — Anouk lo decía por sus padres, pero estaba más que claro que aquello podría ser para todos, dependiendo de la situación de perdida, y el tipo de amor. A veces por muy pequeña que fuera sus palabras resultaban sabias. No importaban mil años mal vividos a dieciséis bien procesados.

— Salga de las sombras — Ordenó la jovencita de forma valiente, su voz se escuchaba más que autoritaria, y no era para menos, después de la forma en que le habló aquel poco caballero ella se sentía con fuerza para poder exigir lo mismo. — ¿Por qué sufre en vez de buscar claras respuestas? Y si las tiene ¿por qué no busca otras más si le ocasionen más interrogantes? — Se mordió el labio inferior con claro nerviosismo — A veces yo me cuestiono el porque sigo viva después de todo aquello que viví, después encuentro las respuestas, y vienen más preguntas, pero está vida es así, de miles de planteamientos que buscan prontas respuestas para luego ambicionar a más, como las metas. — Ya ni siquiera entendía la pelirroja lo que hablaba. — Con valentía se acercó a él y le tomó la mano - No sufra, por favor… — Pidió con total sinceridad.

por **Niord Süskind** Miér Jul 29, 2015 2:29 pm

¡Cuántos dramas de familia, cuántas tragedias sangrientas había producido aquel monstruo con sus trampas!

Gastón Leroux

Las certeras, pero crueles palabras, no hicieron mella en Niord, él era un hombre acostumbrado a la crudeza de las conversaciones. En su época no existía la modestia, sino la moderación para impedir que aquel que poseía una posición más elevada a la tuya, no te arrancase la cabeza. E incluso en aquellas ocasiones, sólo bastaba una pelea a espadas para callar al del honor dañado. Le era más cómodo que le hablaran de forma directa, ya que él no iba a reducir la verdad de su lengua. No por una humana anónima.

- ¿ Crees que hablo de un mero animal o un primo?.- El eco de su carcajada llenó la distancia que los separaba a ambos, una que había impuesto el vampiro cuando se separó. Necesitaba que el aire le enfriase aquellas partes que ella había calentado con su presencia. No podía creer cuánto le picaban las manos por volverla a tocar, para sentirla de nuevo. Aquella carne joven y flexible. Él ansiaba su calor, su vida.

Sus colmillos comenzaron a dolerle en sus encías como respuesta a sus pensamientos, el hambre se elevaba de nuevo en él, permitiéndole escuchar una canción diferente; aquella que provocaba aquella pequeña mujer con su corazón. Cada latido que emitía aquel órgano, haciendo que toda aquella deliciosa sangre se moviera, fluctuando en círculos, una y otra vez.

- Deténgase. – Murmuró con voz débil, un mero quejido similar a un suspiro. Aquellas palabras dichas con bondad, exigiéndole que buscase unas preguntas de algo que ya no conseguía recordar por la sed que se despertaba en su interior. Tembló al verla acercarse a él, asustado de la forma en la que caía en el encanto de aquel suave palpitar. La miró como si no pudiera salir de aquel hechizo en el que se encontraba sumido. Así que, cuando ella le tocó la mano, sólo pudo desviar sus ojos claros a aquella mano que lo tocaba.

- Estoy condenado a sufrir hambre y dolor. – Le confesó, cerrando su mano sobre la de ella, deslizando sus ojos por la muñeca, subiendo por el pálido antebrazo, admirando la fragilidad de su hombro y el pequeño refugio que constituía su cuello. Podría escribir sobre aquel momento, sobre ella y su voz quebrada. Del miedo que había visto en sus ojos, de su enfado causado por su brusquedad.

- Tengo sed de vida, pero sólo destruyo todo aquello que es hermoso. – Tragó el nudo que se formó en su garganta al oler la fragancia que emanaba y tuvo que cerrar sus ojos para contener aquella brusca sequedad de su garganta. Cuando los abrió, su mirada sólo mostró un vacío inhumano, como si al marcharse el dolor humano, sólo quedase el monstruo que habitaba en su interior.

por **Anouk Oldekamp** Mar Sep 01, 2015 6:28 pm

Cuando Anouk se encontraba encerrada por culpa del secuestro, la jovencita se había vuelto débil, casi todo el tiempo se retraía, y asentía a todo lo que le decían sin poner objeción. Su vida había dado un vuelco tan grande, que a causa de lo desconocido, su carácter se fragmentaba, y también su alma. Sin embargo en momentos de desesperación, aparecía su naturaleza salvaje, esa que salvó a muchos otros niños de ser vendidos para que los violaran.

En aquella situación, en un principio su inseguridad salió a flote, sin embargo el enojo emergió. A nadie le gustaba que le trataran mal, y mucho menos lo trataran con brusquedad. El señor Ichabod la había defendido en más de una ocasión, y con el paso de los días le mostró su valor, por eso mismo no se estaba quedando de brazos cruzados, y alzaba la voz cuando creía la atacaban. Sin embargo, la pelirroja sentía empatía por aquella criatura, misma que le resultó ciertamente inexplicable tomando en cuenta la situación en la que se encontraban.

Anouk no entendía los riesgos de la actualidad, no tenía idea que existieran las criaturas de la noche, y mucho menos lo letales que podían llegar a ser. Para ella si existía el bien y el mal, pero nunca llegó a comprender la magnitud de aquella separación. ¿Lo comprendería aquella noche? Probablemente, porque el destino los había llevado a ese momento, y las situaciones se tornaban dependiendo del cause que le daba cada persona. Suspiró intento que su estado defensivo comenzara a tranquilizarse. No le gustaba mostrar emociones negativas, la mayor parte del tiempo su pasividad le otorgaba ventajas y beneficios; podía perder eso.

— Lo hermoso es aquello que aún conserva su esencia natural. Por ejemplo, una flor que no ha sido cortada, o un pequeño pájaro antes de escapar de su nido. Los bebes, algunos niños, e incluso mujeres bien educadas y protegidas, pero yo no, eso puedo asegurarle — La sonrisa que apareció en su rostro mostraba la sinceridad de sus palabras. — Estoy destruida por dentro, oscurecida hasta la ceguera, así que no se preocupe por mi, no me hará más daño del permitido, ya nadie puede hacerlo — Se encogió de hombros, aquellas platicas siempre la terminaban por poner reflexiva y melancólica.

— ¿Cómo puede tener sed de la vida? Es decir, la vida transcurre, no se consume, a menos que la relacionemos con el tiempo ¿Me doy a entender? — En ocasiones su intelecto parecía privilegiado, en otras, más bien un enredo. Lo miró por unos instantes, y el escalofrío de sentirse en peligro volvió a aparecer. La pelirroja dio dos pasos hacía atrás, cómo creyendo que aquello le daría una ventaja considerable para correr, en caso de ataque. Ignorar la existencia de las criaturas de la noche tiene grandes desventajas, entre ellas la ingenuidad, aunque si lo ven de distintos puntos de vista, podría ayudar a ahorrar mucho sufrimiento.

por **Niord Süskind** Lun Oct 12, 2015 5:10 pm

"El viento es como yo y hoy quiere seguirte
y nos encontrarás junto a tu cuerpo herido"

Inspiró con brusquedad el aire nocturno, llenándose el pecho con el aroma de la mujer, extasiándose de forma cruel al saber que se estaba hundiendo en el hambre. Su sed era similar a un demonio que habitaba en su interior; una bestia sagaz que jamás parecía estar satisfecha con la muerte que ocasionaba diariamente.

De su boca emergió un seseo bajo y seco, una ligera advertencia de que estaba observando aquello que deseaba tener entre sus manos. Su pecho se agitó con una respiración rápida y superficial, un reflejo humano que a veces revivía en su inconsciencia, idéntico a los movimientos frenéticos que emitía la cola de un lagarto después de haber sido amputada. Un mero vestigio de su breve existencia humana.

La quería. Deseaba hundir sus colmillos en su piel, notar si realmente su carne era tan suave como parecía, si el aroma dulce que desprendía sabía tal y como su olfato le decía. Notar aquel líquido cálido recorrerle el gaznate, deslizando hacia abajo todas las palabras de advertencia que tenía para salvarla, para ponerla a buen recaudo antes de que su última conciencia humana desapareciera. Pero le resultaba difícil cuando ella seguía cerca, demasiado cerca.

Sus palabras eran como un zumbido dentro del vacío que iba creciendo en su interior, solo una de sus frases se gravó en su mente, haciéndole sonreír. Una mueca lenta y deliberada de maldad, como una burla del hombre paciente que habitaba en el mismo cuerpo que la bestia, ése con el que se podía bailar tarareando una canción hablando de la muerte y la vida.

- Yo puedo enseñarte cuán hermoso es tu interior para mí- Sus palabras danzaron el aire, quedando suspendidas entre el pequeño espacio que había entre ellos, sabiendo que ella se alejaba lentamente al notar la tensión que comenzaba a establecerse. Como un campo eléctrico lleno de sentimientos intensos; eran el paradigma mismo de la vida y la muerte. Un duelo silencioso que sólo se decidiría de un lado al otro de la balanza si Niord conseguía tomar las riendas de su locura.

- ¿ Tienes curiosidad pequeña Anouk? - Mantuvo su sonrisa, aunque esta vez extendió una mano hacia ella, una oferta para adentrarse en las puertas del infierno. Un malicioso movimiento que sólo quería tentarla a abrazar la muerte, averiguar porqué alguien como él lloraba por las noches una y otra vez por todas esas brillantes almas que habían expirado su último aliento mientras sus labios aún permanecían sobre su piel.

- Ven a mí y te mostraré- Susurró mientras su sonrisa dejaba paso a una expresión tranquila y paciente, casi como un ángel caído; hermoso aún en su locura, joven a pesar de su decrepitud, indolente ante el miedo que provocaba en aquella que sólo cometió el error de demostrarle que tenía algo que él jamás poseería. Su lozana y curiosa humanidad.

por **Anouk Oldekamp** Dom Nov 15, 2015 1:39 pm

Anouk estaba tomando sus reservas. Guardaba silencio pero sus ojos viajaban con discreción por la figura del hombre. No debía perder detalle alguno de él. No debía siquiera ignorar porque parecía no necesitar el aire para respirar. Debía cuidarse, incluso aunque su tristeza no se lo permitiera. Debía protegerse porque existían quien llegaba a esperarla en casa, alguien que probablemente ya se encontrara buscándola en este momento.

Sonrió, lo hizo de forma abierta. Su gesto positivo no iba dedicado a él, iba precisamente a ella misma, a esa fortuna que tenía gracias a tener ya a alguien que quisiera verla atravesar el marco de la puerta. Quiso correr hasta Ichabod, abrazarlo y decirlo lo afortunada que había sido en conocerlo. Se sentía bendecida, y no debía descartar aquello que le hacía libre, porque en su tobillo ya no existía un ancla que le impidiera avanzar con soltura, o volar hacía cualquier lado que la inspirara.

Lo dudó, era normal que lo hiciera, se trataba de una joven que desconfiaba hasta de su propia sombra. No se le podía echar nada en cara, la habían secuestrado, le habían arrancado del lado de su familia, incluso de sí misma, porque sus valores habían cambiado, se había convertido en una joven que sólo buscaba poder sobrevivir. Por eso dudó, no sólo una vez, sino varias veces, al final terminó por tomar la mano del hombre, estrecharla, y aprender a hacer familiar el frío que su cuerpo manaba. Nada difícil, ella siempre fue demasiado friolenta, así que sus extremidades parecían tener la temperatura de un inmortal.

— ¿Mi interior le parece hermoso? Espero que su respuesta no sea algo superficial, porque este mundo está tan lleno de cosas superficiales que cansa, parece que sólo se dejan llevar por la reacción, parece que sólo piensan con el deseo, no con la razón, está sociedad se dice educada y no lo es ¿no lo cree? — Anouk era una joven pensante, a veces llegaba a fondos que nadie más poseía, y es que veía detalles que ninguno otro, quizás porque algunos no tenían la necesidad de analizar para ponerse en peligro. No los juzgaba, para nada.

— Enséñeme… Enséñeme un mundo distinto, muéstreme porque vemos todo tan diferente, y no me lo diga porque usted es hombre y yo mujer, tampoco por la posición económica, enséñeme la vida que ve con el alma. Por favor — Imploró. Anouk necesitaba conocer personas reales, aunque no supiera su existencia, también criaturas que fueran autenticas. Porque no se podía contra la naturaleza de una bestia, pero si se podría descubrir lo que existía en un alma, en un corazón sagrado. Porque lo puro era una cosa, pero para ella lo sagrado venía del corazón, del alma; de lo autentico de cada uno que estuviera frente a nosotros.

por **Niord Süskind** Lun Nov 30, 2015 1:26 pm

Observó en silencio cómo se acercaba a él, su tranquilidad y paciencia le facilitaba siempre sus cacerías. Un buen depredador sabía cómo esperar el momento indicado en que su presa decidiese ir voluntariamente hacia él.

- Mis palabras no tienen nada que ver con aquello que crees conocer. - Tomó su mano, cerrando sus dedos sobre aquella cálida extremidad que le era ofrecida con tal sinceridad que casi le dolía tener que demostrarle de lo que estaba hablando. Llevó aquella pequeña y pálida mano hacia sus labios para depositar un frío beso en ella. Sus labios descendieron hasta su estrecha muñeca, donde arañó su piel suavemente con sus dientes. Sus colmillos emitieron un brillo en la noche, como los dientes de sable de un depredador antiguo que mostraba sus armas antes de atacar sin que hubiese posibilidad de retornar a un lugar seguro. - Olvida la sociedad, sus normas, incluso tu posición en ella. Tú eres más que eso, eres lo único que necesito para poder vivir.- Murmuró con sinceridad, embriagándose con el olor de la sangre y el sonido que hacía la misma al recorrer su cuerpo con cada bombeo de su corazón.

La locura tenía una cualidad positiva, y era precisamente el permitirle recorrer el mundo sin siquiera pertenecer a él. Su belleza, sus gestos, incluso su idioma, nada de ello era relevante. Solo su hambre y su necesidad de saciarse.

- Cuando la noche llegue a su fin, recuerda que tú me exigiste el mostrar qué se oculta en todo lo que te rodea. - Le murmuró antes de que su mano libre rodease su cintura y la apretase contra su cuerpo para que no tuviera posibilidad de huir. Sus dedos aferraron su cadera, mientras sus colmillos se alargaban como respuesta a su liberación. Acarició su muñeca con la punta de su nariz, deslizándola por su piel como un gato que se frota contra las piernas de su amo buscando alimento. Gimió con el dolor de su necesidad, entreabriendo sus labios para poder cortar la piel de su brazo y liberar así aquel río carmesí que le ofrecía vida y felicidad. Su sangre se deslizó lentamente por su brazo ante sus ojos, mientras él se limitaba a lamer el camino que trazaba antes de que llegase al codo de la muchacha. A pesar de sus ganas de morderla, sólo trazó una superficial herida en la muñeca con la punta de sus colmillos. Un corte limpio con el que iniciaba el saborear aquello que guardaba en su interior.

- Tú existes para que yo pueda vivir. - Le susurró con una expresión demudada en su felicidad por la alimentación. Todo en él era una contradicción, gestos suaves en un depredador dispuesto a tomar su sangre, costase lo que costase. - ¿ Ves ahora por qué sufro y sólo veo muerte? - Murmuró mientras abría para ella su alma, su dolor al ser meramente un espectador de la vida. Alguien ansioso por tener y alcanzar su humanidad, repudiado por el sol, la normalidad y todo lo que constituía la bondad y felicidad. Su eternidad le había sido otorgada con crueldad y desde entonces, sólo había aprendido a perder todo aquello que le importaba. Quizás por ello se refugiaba en su soledad, nada le dolería si nada llegaba a penetrar la barrera con la que protegía su corazón.

por **Anouk Oldekamp** Miér Mar 16, 2016 9:35 pm

La piel erizada era un claro punto que enviaba señales de alerta. Son instintos de supervivencia, algo que no tiene una definición precisa, pero que evidentemente existe. Anouk lo estaba experimentando en ese momento. Su cuerpo le gritaba desesperado para que reaccionara, huyera y pudiera sobrevivir aquella noche. Le quedaba mucho que experimentar, un amor al cual amar, una familia para formar, el crecimiento por escalas naturales. Algo que el vampiro pudo experimentar en su momento, pero que claramente ya no sabía existía, o más bien si lo sabía, pero no lo recordaba, porque esas criaturas olvidan su humanidad, la dejan perdidas para no doblegarse jamás.

Se paralizó. El ardor de la carne rasgada le recordó que seguía con vida. La misma que podía esfumarse de un momento a otro. Pestañeó un par de veces. Tragó saliva, aunque con dificultad porque no podía ingerir aquel liquido cristalino que su propia boca producía. No se movió ni un pelo, quizás porque el miedo le hacía que su cuerpo no respondiera. La pelirroja se sentía amenazada. Cerró los ojos pensando en Ichabod. De morir, el brujo estaría demasiado angustiado buscándola noche y día. Desesperado por no haberla cuidado bien, incluso en la muerte ella se sentiría culpable. Aquel hombre no se merecía tales angustias. Su curiosidad del mundo la había vuelto egoísta con su única persona cercana e importante.

Anouk se encontraba confundida. Sentía asco, tristeza, decepción. Podía oler y percibir la muerte, sabía que ella rondaba a su alrededor, la podía ver porque se la había topado antes muchas veces. Se habían saludado, incluso ella le había limpiado las lagrimas recogiéndola del suelo. Se habían vuelto las mejores amigas, cómplices, y entre ellas existió un pacto para llevarse a alguien más antes. Sonaba feo, incluso cruel, pero no estaba alejado de la realidad, porque la pelirroja a pesar del dolor, terminaba por aferrarse a la vida.

Supo lo que ocurría, pero no comprendía como un hombre que parecía común y corriente, se alimentaba de la vida, y no de la muerte. Los humanos siempre se alimentaban de la muerte. Le quitaban la vida a los animales para poder convertirlo en alimento, pero él debía ir apagando una flor conforme los segundos iban pasando. Un depredador nato. El peor en su especie, ¿por donde empezar? Ella no terminaba de detallar cada pequeño detalle del rostro ajeno. Descubrió un par de cosas en él, no iba a callarlas, era ahora o nunca.

— No me matarás — Aseguro con temor, pero al mismo tiempo con seguridad — Te duele hacerme daño, lo meditaste mucho, lo resististe, sabes que no debes consumir de todos, sino de algunos cuantos ¿no es así? — Observaba como el inmortal seguía saboreando de su sangre — ¿Qué es usted? Nunca antes alguien me hablo de seres que se alimenten como lo hace — Suspiró tan profundo, que incluso se mareo, y sus pulmones dolieron — Parece que le duele ser lo que es, que se niega a aceptarlo, no lo culpo, debe ser triste saber que debe alimentarse de la vida del mundo — ¿Él comprendería sus palabras? Anouk sabía que si — Cuénteme de usted, por favor, pero cuénteme la verdad — Necesitaba saber sobre ese mundo en el que vivía y desconocía, creía que la crueldad de su secuestro era secreto a voces ocultos, pero siempre había más.

por **Niord Süskind** Sáb Abr 02, 2016 5:54 pm

El miedo siempre había sido un perfume embriagador en sus víctimas, porque le permitían sentirse un verdadero monstruo, pudiendo actuar así como deseaba sin tener siquiera una verdadera conciencia que le torturase por ello más tarde. Pero era diferente cuando veía a su compañía temblar por su presencia, cuando la persona con la que deseaba mantener una conversación lo veía con esos enormes ojos azules asustados. Tuvo que luchar consigo mismo para mantener la mirada de la niña sin sentirse como un violador de la inocencia femenina.

Debía haberla dejado en su ignorancia, era mejor tener los ojos tapados al mal que rodeaba el mundo. Lo sabía por experiencia propia, cosas horribles ocurrían cuando uno perdía todo lo bueno que había en su interior por mera curiosidad. Asesinar dejaba una huella indestructible en el alma, pues nada había peor que arrancarle la vida a alguien que amabas.

- Por favor, callad y no me obliguéis a hablar de mis pecados. Prefiero ser un ser vil, a la mostraros el terrible pasado que ensucia mi pútrida alma. - Su voz se estranguló cuando terminó de hablarle, necesitando apartar finalmente sus ojos de ella antes de que pudiera ver su angustia reflejada en su mirada. Necesitaba reconponerse, alzarse de nuevo, ¿qué hacía antes de asustarla?.

Tembló recordando el sabor de su piel, mientras ella pedía más información. Su pasado y su historia sólo tenían un único protagonista y ése no era él, sino su ser amado. Ni siquiera podía recordar nada de sí como humano sin ver su rostro juvenil, aquel niño con el que jugaba y que le enseñó todo cuanto sabía. Se habían hecho hombres juntos y cuando se convirtió en monstruo, él murió junto con su humanidad, la misma noche.

- Alejaros de mí, retomad el camino que os lleva a la seguridad del hogar y no miréis atrás. Las pesadillas de la noche deben quedar en las sombras, no volvéis a convocar a mi demonio, porque si no os quiero matar ahora, no prometo no hacerlo si seguís preguntando. - Le advirtió antes de soltarla y alejarse de nuevo de ella. La quería lejos, donde sus palabras de niña-mujer no le recordasen aquel deseo que lo convertía en una criatura desesperada. La angustia del pasado, serían terribles pesadillas que lo perseguirían durante días, no quería volver a verlo.

Tapó su rostro con las manos y gimió con dolor, todo lo que había hecho había sido destruir. Que los dioses se apiadaran de su alma, alejando a aquella bruja de él. No más palabras por aquella noche o no respondería para callarla por siempre.

por **Anouk Oldekamp** Dom Jul 17, 2016 10:37 pm

Para Anouk todo aquello la llenaba de confusión. No existía algo de claridad. Comprendía la gran diferencia entre él y ella, entendía que la naturaleza de ambos distaba, pero sin duda alguna aquella criatura la estaba poniendo de un humor muy insoportable, porque no llegar a comprender del todo, siempre llegaba a irritar o enfurecer. Primero la criatura actuaba de una forma, después de otra, pero parecía que no es que quisiera molestarla, sino protegerla a costa de sus deseos. ¿En serio podría ser tan malo? Para ella no existía alguien más malo que quien la secuestró.

Tenía muchas dudas en su interior, la curiosidad la carcomía. Durante su secuestro, la joven, que en ese entonces era una niña, no tenía derecho de preguntar nada. Ni siquiera se le dejaba pensar, a duras penas podría realizar actividades por inercia, sin embargo no estaba ya en esa posición, de alguna manera era libre, sus pensamientos y deseos podrían ser escuchados o cubiertos, aunque claro, en el momento correcto, con las personas indicadas. No se le había olvidado que la sociedad seguía rigiéndose por reglas inquebrantables, protocolos absurdos, y pretensiones altas. Refunfuñó de mala gana, pero no dijo nada. Al menos por un momento.

Llevaba mucho tiempo en el que Anouk no se dejaba llevar. Vivía asustada, se escondía en lo primero que encontraba, incluso de ella misma. ¿Era correcto? Por supuesto que no, pero a veces era la única manera de seguir con vida. En ese instante quiso poder salir de la rutina, romper barreras que la habían impedido cometer riesgos, mismos que le impidieron experimentar ciertas situaciones. ¿Sino se atrevía de que servía la vida? De nada, pero en ese instante lo analizaba, aunque fuera un claro ejemplo extremo. Acto suicida, eso era.

— Creo que usted es muy infeliz — Comentó la joven sintiéndose muy identificada. — Cuando llegamos a ese punto, creemos que no vamos a salir, que no hay opciones, que no hay salida, que somos tan malos que no merecemos buenos tratos o compañía, pero no es cierto, nunca es tarde para enderezar el camino, tampoco para encontrar opciones, aunque hay cosas que hacemos por inercia, por nuestra naturaleza, y eso no significa que sea malo, simplemente es parte de lo que somos, de como nos educaron, o algo que no podemos arrancar de nuestro ser, no sé si me doy a entender — Negó — La realidad es que esto no tiene porqué terminar de forma fatal — Se encogió de hombros y dio cinco pasos hacía atrás, si él quería espacio se lo estaba dando.

— Mi camino es este, no sé porque se aferra a que vaya a otro lado, vine a dar un paseo, a esclarecer mi mente, a poder conocer un poco más de la vida, a comprender la realidad del mundo, pasé mucho tiempo encerrada a menos de gente mala, y usted no puede impedirme que haga lo que quiera sólo porque es infeliz — Refunfuñó de mala gana. — Además, estoy harta de la gente que cree todo gira alrededor de su persona, y no se trata esta noche de usted, sino de mi — Le regañó muy molesta.

por **Niord Süskind** Jue Ago 04, 2016 6:55 pm

El silencio se estableció entre ambos, dejándolo adormecido durante unos segundos. Era agradable ver cómo la normalidad regresaba, estaba acostumbrado a escuchar el silencio, a mecerse entre el sopor del sueño y el hambre. Existiendo sólo porque sus manos seguían moviéndose cuando escribía sus novelas, entendiendo que seguía vivo porque alguna vez alguien rompía su silencio y le hablaba.

Ya le había dicho antes que su mundo no era el mismo que el de ella, no por la diferencia social, de edad e incluso de sexos. Entre ellos había un vacío tan grande, tal contradicción, que los separaba: la vida, su corazón palpitante y pulso.

- Sigues parloteando sin cesar, sin saber si deseas abrazarme o golpearme. – Rió y dejó que sus manos cayeran sin vida a ambos costados de su cuerpo, mientras comenzaba a retroceder, internándose en las sombras, buscando más espacio entre ellos que aquellos vacuos cinco pasos. Si quisiera podría romper la distancia, estrangularla y callarla para siempre.

Pero ella seguía creyendo en la bondad, en la inocencia del dolor, que realmente alguien como él tenía un remordimiento que le decía que la dejara con vida. Pero lo que no llegaba a comprender, era precisamente que sólo el hambre le hacía olvidar aquella existencia que lo hacía similar a ella. Sólo su sangre le permitía que el desgarrarle el cuello fuera algo normal y comprensible. Totalmente perdonable, dada su naturaleza.

- Por supuesto, que egocéntrico, sólo soy un asesino más. – Rió aún con más fuerza al escucharla y se movió por las ruinas en silencio, hasta que apareció, varios metros por encima de ella, sentado sobre una de las ventanas de aquel lugar ruinoso. La observó y le señaló las escaleras.

- Ven, háblame de tu soledad. ¿Qué hace que una doncella abandone la seguridad de su calidad y cómoda cama, para venir hasta aquí, donde los demonios esperan a las almas incautas como tú?. – Apoyó su cabeza en el marco de la ventana y meció sus pies sobre el vacío que había entre su cuerpo y el suelo.

por **Anouk Oldekamp** Miér Sep 07, 2016 1:55 pm

Cuando un ser humano deseaba eliminar una existencia, sólo bastaba con hacerlo, no se detenía a escucharlo demasiado tiempo, no intercambiaba palabras rebuscadas, mucho menos sentires internos; para nada. Apagar una vida resultaba todo un reto, o para algunos un hobbie, pero el punto no era adornar una escena, el punto era aniquilar a un ser humano, tan fácil y sencillo como ello, ese era la punta de la emoción, el momento cumbre, lo que se requería. Sino se deseaba verdaderamente matar, no se realizaba, sólo quedaba en amenazas, así como lo hacía él.

Anouk había visto un par de veces la maldad pura, la completa, esa que no se escondía, que dejaba verse en la oscuridad, y que irónicamente iluminaba todo, porque era lo único que existía. Había visto amenazas nunca realizadas, pero también había visto cientos de actos que no llegaron a tener palabras previas; sólo fueron realizados. Quien tenía ganas de asesinar, lo hacía, lo vio cientos de veces, lo seguiría probablemente presenciando, ya no de forma tan directa, pero lo haría.

La pelirroja fue víctima, pero también fue espectador, uno que jamás tuvo permitido intervenir en una acción, sólo una vez lo hizo, recibió una gran paliza, casi la llevaba a la muerte, pero la libró, quizás por eso seguía viva, para poder enseñarle al mundo la diferencia, lo que era bueno o malo, tocar vidas, quizás también las no vidas, y enseñar que existe un mundo que puede ser distinto, balanceado, controlado y con la consciencia necesaria para poder hacer un cambio correcto.

— A usted no le disgusta mi parloteo, de hecho me parece le encanta — Sonrió, se notaban hoyuelos en sus mejillas, su inocencia no le restaba la gran percepción e inteligencia que había en ella. — Sino, ya se habría marchado — Se encogió de hombros, aquello era lógico, mucho más de lo imaginado, lógico y emocional. La existencia aburrida del vampiro, el vacío en su interior, la añoranza de poder hacer a un lado la soledad y jamás traerla de regreso, le hacía ver que quizás él necesitaba más esta distracción que ella — ¿Por qué se empeña en ser un hombre malo? ¿Acaso ama ser así? ¿Acaso le ha resultado? A mi me parece que no, me parece que es infeliz, pero porque usted mismo se lo ha hecho, porque usted mismo se destruye, es un masoquista — Sonrió de nuevo, no quería ofenderlo, quería dejarle en claro que quizás había cosas que él mismo no podía notar.

— Añoranza — Una palabra que parecía enfermar a muchos, pero aclarar a un par. — Eso es lo que me pasa, añoro infinitamente poder encontrar a personas que ni sé si me están buscando, pero que siempre llevaré en mi corazón, además necesito aclarar ciertos pensamientos, necesito poder sacar de mi mente dolores y dudas, por eso necesitaba un paseo lejos de quienes pueden interrumpir lo que quiero aclarar, pero parece que ningún lugar se encuentra solitario en su totalidad, ¿No lo cree? — Le buscó entre las sombras y encontró su mirada.

por **Niord Süskind** Jue Nov 03, 2016 10:28 pm

No le gustaba aquella sonrisa infantil de autosuficiencia, precisamente porque aquella jovencita se estaba adentrando demasiado a la verdad que trataba de ocultar. Quizás no lo hacía con la suficiente eficiencia como para que realmente los demás ignorasen su dolor, ¿pero de qué forma podía sino una criatura como él, expresar lo que sentía?. Era un loco al que la inmortalidad le había quitado más de lo que le había dado. Y seguía allí, esperando a alguien lo suficiente fuerte como para romper sus miedos y matar su soledad.

Pero las ilusión era tan hermosa como imposible, era demasiado viejo como para albergar esperanzas de ello. Así que se obligaba a mutilar sus intenciones, cambiando y mutando cada pocos segundos, evitando que algún sentimiento durase más de algunos minutos. Estaba acostumbrado a algunos, y cuando otros aparecían, como la ansiada felicidad, corría al lado contrario. Lo nuevo asustaba, porque destruía lo viejo.

- ¿No te dije que frecuentemente mato aquello que me encanta?- Mantuvo su sonrisa en el rostro, sin dejar que volvieran las imágenes del amante que había matado una vez. No de nuevo. Tenía que proteger aquella conversación, la normalidad que se había establecido en un escenario atípico, con dos protagonistas tan diferentes como heridos por la vida. Era triste ver cómo las almas destrozadas se encontraban una y otra vez, para intercambiar vendajes y volver a proseguir su camino.

- Veo que no soy la única criatura que se encuentra sola, ¿cómo me denominaste antes, infeliz?. Disculpa mi memoria, pero todo lo que dijiste se borró cuando mencionaste que era un masoquista.- Su sonrisa se hizo pícara, aunque sus ojos parecían seguir recordándole que no tardaría mucho tiempo en tener su cabeza separada del cuerpo. A pesar de su locura, incluso alguien como él tenía cierto aprecio al orgullo y honor personal. Ser insultado por una mujer, joven y pobre era algo nuevo y ciertamente humillante.

- Deja que las personas que se fueron partan con tranquilidad, aferrarte a recuerdos del pasado sólo evitará que vivas. - Se rió con suavidad y meneó sus pies con rapidez.- Y a diferencia de mí, tú solo tienes una vida, niña.

por **Anouk Oldekamp** Sáb Dic 03, 2016 6:37 pm

Anouk era una jovencita silenciosa. Demasiado reservada para el gusto de las personas; en ocasiones incluso podía llegar a desesperar, pero le tenían paciencia quienes sabían la historia de su pasado, uno que no le daba vergüenza de contar, para ella era un relato que podía apoyar a que los descuidos fueran menores, y la vida diera más grandes oportunidades, sin embargo era algo que había trabajado con el tiempo. Algo que quizá en ese instante podría costarle la vida. De todas formas se quería arriesgar. Nada sería peor que lo ya vivido.

Parecía ella la masoquista, como si estuviera tentando su vida, como si la realidad no se resumiera a ser sólo una humana expuesta, sin embargo no le importaba. Le caía mal la actitud de la criatura, pero no iba a juzgarlo, quizá así eran todos los de su condición, quizá incluso les dolía llegar a ser eso. Confundida por no saber que más pensar decidió colocar su mente en blanco. ¿Para que cuestionar lo que no tendría respuestas?

Negó repetitivas veces, los nervios comenzaron a invadirla ¿y como no? Aunque no le tuviera miedo a la muerte, lo cierto es que no deseaba llegar aún a ella. Anouk sabía que le faltaba muchísimo para eso, debía hablar con el señor Ichabod, poder encontrar a sus padres. Unir cada una de las piezas necesarias de su rompecabeza llamado vida. ¿Lo lograría? Ella aseguraba que sí, por eso es que se empezó a sentir con demasiada intranquilidad.

- Por lo que me explica usted también tuvo una vida - Enfatizó. - Vida que ahora se.prolongará, sin embargo mi vida está aferrada a la felicidad, su eternidad está enfocada en la miseria ¿Quién está peor? - Anouk se siguió alejando, no supo cuanto tiempo llevana en la noche, lejos del señor Ichabod, seguramente estaría preocupado por ella. No podía ser una desconsiderada. - Suspiró. - Quizá es tiempo de despedirnos - Le sonrió con dulzura.

por **Niord Süskind** Lun Dic 19, 2016 10:01 pm

Quizás simplemente todas las criaturas tenían un momento en que debían extinguirse, ya fuera por su propia mano u otra ajena. Eso no importaba. No había precio en algo que ya se había perdido. Así sucedían los desastres, cuando una vida llegaba a su declive y se veía forzada a desaparecer. Por eso los humanos se unían y se reproducían constantemente, para dejar algo que los aferrase a la tierra.

- Yo siempre estaré peor; loco, muerto, herido, sin alma. - Enumeró sus carencias con total sinceridad, pues al igual que era brusco con los demás, no guardaba ningún apego a mentirse a sí mismo. Era una de las pocas cosas que aún le hacían ser una buena persona, a pesar de sus innumerables faltas. - Pero tú no te aferras a la felicidad, éso es lo que intentas, pero sigues insistiendo en arrastrar tu pasado. Mírame, eso no trae nada bueno.

Se rió ante su propio consejo, ya que aunque le daba lecciones de moral, no hacía nada para remediar su propio mal. Todo lo contrario, se revolcaba en su basura emocional para poder crear más obras.

- Adelante dulce jovencita, retrocede y regresa al calor del hogar.- Se levantó entre los restos del edificio y le ofreció una reverencia como muestra de respeto por su encuentro. Se necesitaba valor para enfrentarse a algo nuevo, así como para discutir con un monstruo sobre sus malas costumbres.

- Cuando llegues a la ciudad, recibirás una de mis obras, pero no habrá ningún nombre o dirección. - Le guiñó un ojo y le señaló al camino por el que había llegado a tropezar con él. - Cuando lo leas, quizás puedas entender mejor esta noche. Ése será mi regalo. Ahora vuela pajarito, regresa a tu nido.

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Baile de locos ( Anouk Oldekamp )

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