Look into my eyes,It’s where my demons hide.|| Ferdinand

por **Angelic Van Helsing** Dom Feb 08, 2015 3:20 pm

¨La naturaleza de los hombres soberbios y viles
es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad.¨

Nicolás Maquiavelo

El maldito no se mostraba, llevaba siguiéndole el rastro por mucho tiempo, el suficiente para desesperarla, y aquello era una gran osadía. Angelic estaba provista de una paciencia jamás demostrada en su familia, la inquisidora había adoptado aquel mecanismo de defensa para poder soportar a su abuela durante los años que siguieron a la muerte de su madre, pero habían momentos, en los cuales simplemente le bastaba ser tan paciente y allí era donde desataba esa oculta parte de ella que nadie debía desear de conocer. Todos tenemos demonios, unos más contenidos que otros, pero no por eso menos peligrosos. Ella no amenazaba, ella advertía y a veces simplemente solo actuaba. Dos caras de la moneda en una mujer, cualidades letales y peligrosas para quien se atreviese a perturbar la paz de la violenta loba que contenía en su interior, y lidiaba una lucha en la que poco a poco ganaban terreno.

La persona que perseguía se había vuelto una constante, si algo le molestaba a ultima de los Van Helsing era la cobardía de no hacerse responsable a sus actos. ¿Qué ganaba su contrario dejarle sangrientas pistas de su locación? ¿Al final no la vería? Como si aquellas amenazas le amedrentaran, como si en el pasado no las hubiese recibido y fuera a reaccionar como cualquier mujer asustadiza… más fría ella no solía ser. Lo que realmente le molestaba era el rastro que estaba dejando de criaturas sobrenaturales en su intento por atraer su atención. Dejándolas a la vista y de forma descuidada alimentando el terror en la población humana de parís. Haciendo ver como si ella misma cometiese esos crímenes ante los ojos de la inquisición, cuando en realidad no se ensuciaba las manos más de lo requerido. Ganándose así un par de reprimendas por parte de sus superiores. Y eso era lo que más le cabreaba, que cuestionaran un trabajo que por años había sido limpio, sin rastros…perfecto. La inquisidora no se podía dar el lujo de estar tan expuesta, y la orden había sido acabar con aquel estorbo, y ella lo habría hecho igual por gusto, no solo por cumplir una maldita orden.

-Aquí debe ser el lugar...típico. – murmuro con desdén negando con la cabeza. -Tanto circo para acabar en un callejón. – suspiro pesadamente, se sentía decepcionada de su acosador, aunque bueno, al final con falta de creatividad y todo, la tenía donde quería. O eso era lo que pretendía hacerle creer a aquel o aquella, pues no sabía con exactitud de quien se trataba. Si este le conocía lo suficiente sabría que no vendría indefensa como un cordero al matadero, ella siempre estaba preparada, en ese momento más que en muchos otros. Angelic miro a su alrededor, calle oscura y húmeda, ni un alma visible, ningún aroma diferente tampoco, ningún sonido que su agudo audición pudiera registrar como amenaza. Solo el presuroso andar de las ratas que corrían hacia las alcantarillas. Aún estaba sola.

-Que pérdida de tiempo…- Murmuro sentándose en una de las escalones que daban a otro callejón contemplando la luna que por aquellos días se mostraba menguante, dándole unos minutos a la persona que la había citado a ver si por fin terminaban con ese asunto y podía volver a lo que realmente importante, su trabajo . Pero el tiempo pasaba y nada…pensaba que la tendrían como idiota allí se equivocaban, no se podía jugar con el precioso tiempo de un inquisidor, eran seres con muchas ocupaciones. Se levantó de su lugar y sacudió su pantalón, cuando todos sus sentidos se pusieron alerta apenas percibió unos pasos, el aroma que percibió fue masculino, eso le hizo esbozar una sonrisa socarrona. Ella lo había intuido. Los pasos se detuvieron en la oscuridad, ella podía sentir los ojos ajenos puestos en ella. No utilizo su habilidad de mimetizarse con el entorno porque quería que él diese la cara, no estaba para perder más tiempo.

-¿Sera que podemos terminar con esto de una vez? No creas que tengo mucho tiempo para estar aquí. Y créeme que el poco tiempo disponible para estos asuntos no suelo gastarlos con cobardes que no se hacen cargo de sus asuntos.– El gélido e indiferente tono de voz de la inquisidora fue en dirección a donde sabía que se encontraba. – Así que deja de ser una rata y da la cara. Me estoy cansando de este juego.

por **Ferdinand Leroy** Miér Feb 25, 2015 11:30 pm

¿Qué es lo mejor que un hombre puede tener? ¿Una casa? ¿Un buen matrimonio? ¿Hijos? ¿Un gran trabajo? Pero Ferdinand no es un hombre cualquiera, es un humilde cazador que fue colocado en ese mundo para eliminar la basura, aquellos seres no humanos que perturban la paz de las personas; como si la humanidad no tuviera suficiente con ellos mismos matándose como si no hubiera mañana. Así que él, aquel joven alto con mirada fría no espera lo que los demás hombres sin sentido pueden poseer, no tiene ambiciones banales y no puede atarse a un solo lugar. Es un alma libre, errante, con deseos de proteger pero a su vez de no ser reconocido por ello, el saber que los demás viven sin miedo a lo hay en la oscuridad le tranquiliza, no sabe porque, debería ser una persona más consciente de su entorno y saber que lo él llama vida, no lo es ni por un segundo pero eso le toco, así fue criado y el mismo se ha dicho que así morirá.

Leroy hace tiempo regreso a París, su ciudad natal, estuvo en Inglaterra durante años cazando a un vampiro con el cual tenía problemas, le siguió por varias ciudades, siempre eran lugares grandes donde sus asesinatos pasaran desapercibidos ya que la policía se sobrepasaba de trabajo, de esa manera tendría tiempo de eliminar toda evidencia y poderse marchar sin ningún problema. Siempre fue el mismo “modus operandum” y siempre él iba detrás de aquel ser repugnante que el mismísimo infierno escupió. Pero en el momento crucial, aquel donde por fin acabaría con aquel ser por siempre, apareció ella, aquella mujer arrogante, de mirada fría y por su comportamiento debía ser una inquisidora, ella se atrevió a meterse en su territorio, en su cacería el Vampiro era suyo y de nadie más, su cuchillo debía ser el que cortara esa cabeza y sus manos debían mancharse con esa sangre contaminada y muerta, pero no fue así.

Así que hizo lo que cualquiera hubiera hecho… la investigo, descubrió donde vivía, quienes eran sus superiores y como terminar esta situación sin una muerte dolorosa ya que ella después de todo es humana o eso creyó al principio, pero ahora no está del todo seguro. Ciertas circunstancias le han hecho pensar que esconde algo más que aún no puede asegurar del todo, así que en lugar de enfrentarle directamente le acoso, entro en su territorio y coloco a sus superiores como locos, debían enviar a alguien a investigar y debía ser ella. Fredinand tiene mucha experiencia por ella sabe esconder su olor, de esa manera les sería más difícil seguirlo, si se atrevían a enviar a una abominación a seguirle le sería muy difícil encontrarlo a menos que él lo quisiera así. De esa manera lo hizo, dejo cuerpos de seres sobrenaturales exponiéndolos de tan manera que era difícil no tener esa conjetura, ese fue el juego que mantuvo aquel joven de cabellos negros durante un tiempo, pero al igual que un niño no puede mantenerse entretenido con ello por siempre, se canso, se desespero y no encuentra la respuesta que quiere, le mando varias pistas y al final una carta directa donde especifica la hora y lugar de un encuentro, uno que debería terminar con aquel juego retorcido, después de todo lo que salió lastimado en esa situación fue el orgullo del joven nadie se mete con sus presas y sale impune de ello.

Sus pasos resonaron por aquel pasillo estrecho que le llevan al callejón acordado, dejo su bolsa de hechizos aquella le permite ocultar su aroma y su presencia de toda criatura sobrenatural, quiere ser descubierto, quiere que recuerde su aroma ya que está seguro que ella o es una bruja o un animal salvaje que debe morir, después de todo a la iglesia le gusta reclutar a los mismos demonios para hacer el trabajo sucios y que sus manos sigan siendo tan puras como la misma alcantarilla Parisina. Las sombras ocultaron su apariencia al momento de llegar, le miro fijamente esperando el momento en que ella hablara, quiere saber cuan hábil para hacer su trabajo o solo era una mujer que debía tener un matrimonio e hijos que mantener, pero su voz viajo por el callejón provocando un ligero eco y una sonrisa burlona apareció de inmediato en su rostro –La desesperación conduce a la locura- dijo con voz tranquila mientras disfrutaba el momento y camino por las sombras sin dar la cara -¿Qué debes hacer hoy?- dijo –Tengo entendido que tus superiores te han ordenado atraparme, por lo tanto tu tiempo es mío, en este momento soy tu dueño o acaso tu fiel sirviente de seres despreciables ¿desobedecerás una orden directa? – normalmente él no suele ser ese tipo de persona meticulosa, es de aquellos que golpean primero y preguntan después, solo que esta vez era algo más personal, algo que quería saber y para ello debía tomarse el tiempo -¿Por qué la prisa Angelic? Mi información me dice que no debes ir a una cena familiar o ¿sí?- pregunto tranquilamente esperando la respuesta de la joven.

por **Angelic Van Helsing** Vie Mar 27, 2015 7:08 pm

¨En todas las cosas humanas, cuando se examinan de cerca;
se demuestra que no pueden apartarse los obstáculos sin que de ellos surjan otros. ¨

Nicolás Maquiavelo

¨La desesperación conduce a la locura¨ -Dijo la voz masculina desde el inicio del callejón. Por fin el cobarde se dignaba a mostrar el rostro, la inquisidora se dio la vuelta observando la silueta aparecer entre las sombras, no le pudo reconocer, era simplemente alguien que nunca había visto, de haberlo hecho le habría registrado con facilidad, y es que Angélic poseía el don de recordar aunque este no estuviera estimado en sus habilidades sobrenaturales, solo…tenia buena memoria. y ni él, ni su rostro, ni el tono altivo y antipático de su voz le traía a su subconsciente algún tipo de recuerdo. Por el contrario…El parecía saber mucho de ella y aquello no le gustaba en absoluto, pues era quien contaba con absoluta ventaja. Sin duda se había dedicado a la tarea de observarle, no solo por la convicción y certeza de las venenosas palabras que escupía, sino también por la forma en que había venido trabajando para atraer la atención tanto de la inquisición como la de ella, y aquello no era tarea fácil.

La gélida mirada de Angélic se posó en él, tanta altivez, tanto desdén, le parecía patético. Más teniendo en cuenta que era un simple humano, su olor lo delata, un humano claro, con las manos manchadas de sangres de algún vampiro, aun el podrido olor de su sangre impregnaban sus manos pese a que aquellas se veían limpias, por lo cual dedujo que debió haber sido de la noche anterior. Así que no tuvo dudas en que estaba ante la presencia de un cazador, y aunque aquello no le atemorizaba, aun así guardaba sus reservas. Ella no solía menos preciar a nadie, pero sabía que un cazador no tendría la experiencia que un inquisidor, menos un condenado, como ella, un espía, seres preparados para todo. Pero aplaudía su esfuerzo.

La inquisidora le dejo seguir hablando prestando cierto interés en sus palabras, especialmente cuando la llamo por su nombre de pila, seguramente también sabría su apellido. Pero antes de que siguiera con su verborrea la inquisidora le interrumpió aplaudiendo y reprimiendo una sonrisa, no por que quisiera demostrar que estuviese impresionada por todo aquello, si no como modo de burla, ella era muy observadora también sabía, que el comportamiento predecible de un humano con dotes de personalidad machista, como las que este reflejaba en su modo de actuar y su postura, no soportaría que menospreciaran su puesta en escena.

-Debo aplaudir. Lo siento…Esto ha estado jodidamente bueno.- Dejo escapar una leve risa negando con la cabeza. –¿Ya ha terminado con la presentación…? La noche avanza, querido. –hizo un gesto despectivo con la mano. –Si lo que quería era dejarme en claro que me conoce, o más bien cree conocerme.– Fijo su vista en el enarcando suavemente la ceja-Porque sabe mi nombre, y sabe para quien trabajo, al igual que mi nombre y seguramente mi apellido… Bueno, debo decir que para un vulgar cazador es un gran avance. – su sonrisa se curvo tornándose más burlona su expresión. – No voy a negar, claro, me tenía usted intrigada, todo el teatro, los cadáveres, las ¨pistas¨ - profundizo en aquello haciendo comillas en el aire- Si, capto mi atención, me tenía interesada descifrando este sangriento juego… y de paso me tenía cabreada. –Acoto cambiando su tono por uno no tan amable cargado del mismo desdén con el que él se expresaba, al recordar la forma en como él se había metido con algo tan importante para ella como su trabajo.

-Pero en fin, no sé si estarás bien o mal informado, pero si me haz seguido, como creo, debes entender que soy una mujer no solo con ocupaciones laborales y familiares, las cuales no le conciernen en nada a usted y de las cuales no tengo ni quiero darle información. Es mi asunto. –Concluyo ese tema con tono seco- Y ya que todo nos ha llevado a esto…- dijo señalando el lugar- ¿Es el acto final? Debo preguntar, porque de otra forma no me explico por qué y para que estamos aquí.

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