Cassandra Von Amsberg

-Está inundado, posiblemente sabrán de nuestra huida. Por aquí….

-Solo podrás salvarte tú.
-No comiences una disputa, sabes que no me viene bien en estado.
-Serás tú misma hasta el último momento. Escucha, solo podrás salvarte tú, podremos sacarte de aquí, pero tendrás que seguir sola. Ve al refugio. Quédate hasta que todo esté más tranquilo.
-No, ahora no quiero. Yo…
-Lo prometí, lo sé pero tienes que seguir sin mí, olvidar que alguna vez nos conocimos, olvidar que tuvimos algo entre nosotros.
-Sí…y yo te prometí olvidarte, seguir sin ti, olvidar que alguna vez nos conocimos, olvidar que alguna vez tuvimos algo entre nosotros-Anduvieron y giraron esquinas-¿Harás lo mismo de siempre? ¿Estar sentado?
-Sí. Me temo que sí - Observa la tripa ajena - Será hermosa, orgullosa y vanidosa como tú…
-Tampoco se salva de ser obstinada y ególatra como su padre.

-Hemos llegado.

-¡LEONORE! ¡Cuidado! ¡APARTATÉ! –Como buen hidalgo aferra la espada de la verdad contra el mal que acecha en las catacumbas mientras el siervo protege a su conquistada. Amada y siervo dejan atrás el lúgubre paisaje inundado junto con el hidalgo que otorgaba horas, minutos y segundos de ventaja para huir.


En el pueblo de Schwichtenberg cerca de Borrentin, entonces parte de la Pomerania sueca. Los Amsberg fueron plebeyos al principio y la preposición fue utilizada probablemente para significar a la familia a partir del nombre de sus padres, en lugar de por el nombre del lugar del que se originó. Eran tres hermanos, Philip, Claus y Cassandra von Amsberg. Un miembro notable era su hijo Philipp August von Amsberg quien tenía un proyecto en curso que era la participación en la creación del ferrocarril y que estaría prevista con buenos augurios ser inaugurada dentro de varios años. La familia recibió la aprobación oficial para celebrar el título nobiliario por decreto del Gran Ducado de Mecklemburgo-Schwerin en 1799.

Claus von Amsberg fue enseguida comprometido con la princesa Beatriz de Orange-Nassau, princesa de Lippe-Biesterfeld quien se convirtió en la mejor amiga de la joven y silenciosa Cassandra quien a su vez, tenía título de Duquesa Von Amsberg pero también destacaba por su reputada perfección, aunque no había que ignorar lo ególatra y obstinada que era frente a la multitud. Maria-Antonietta era una cortesana de poca monta a su lado. Era la más deseada, todos querían un trocito de atención de Cassandra y ahora más, que era Duquesa tras haberse casado y –enviudado- misteriosamente rápido.

Había un evento especial, ahí que estaba ella. Había un cotilleo, ella ya lo sabía antes que nadie. Nada se le escapaba excepto las horas que iban pasándole por su eterna belleza, una belleza que tarde o temprano comenzaría a marchitarse. Rechazaba cada invitación de implorantes caballeros que arrodillados querían de su atención, pero no invitación a perderse entre las sabanas cada noche con cada amante, cada cual tenía su toque especial, cada cual tenía algo que les hacía diferente de cada uno. Era una muchacha superficial, vanidosa y ególatra que disfrutaría hasta que tuviera que tocar fondo.

Ahora, ella y Beatriz se encontraban en París donde habían oído del próximo desfile de moda Parisino. Oh la la, no se perdían nunca una exhibicion donde estarían expuestos los ultimos gritos en moda, joyas y belleza. Lo que veían, lo absorbian para despues plasmarlo con su propio estilo personal. Beatriz y Cassandra eran inseparables, pero ¿Cuanto duraría esta nube de algodón para Cassandra?