Victorian Vampires
Domenic Vaisser 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Domenic Vaisser

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Mensaje por Domenic Vaisser Vie Abr 10, 2015 5:58 am


Domenic Vaisser

"Largo y escabroso es el camino, que del infierno conduce a la luz."

Nombre Completo

Domenic Athelus Vaisser


Grupo

Vampiros


Clase Social

Alta


Edad

640 años. Aparenta 30.



Gustos

+ Los tratos
+ La música
+ El arte
+ La literatura
+ El poder

Hobbies

+ El piano
+ La pintura
+ La política
+ Coleccionar arte
+ La caza

Disgustos

+ Los malos modos
+ La desconsideración
+ La estupidez
+ Los cazadores
+ El sol

Fobias

+ La religión
+ Los gatos
+ Lo sencillo
+ Los entrometidos
+ Los conformistas

Virtudes

+ Educado
+ Obsesivo
+ Culto
+ Apasionado
+ Perfeccionista

Defectos

+ Ambicioso
+ Controlador
+ Cree tener la razón
+ Algo Cruel
+ Posesivo





Poderes.


ATRIBUTOS
Colmillos afilados, uñas afiladas (en algunos casos), piel y cuerpo resistentes (aunque suave al tacto y a la vista), e inmortalidad.

SANACION ACELERADA
Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.

PERCEPCIÓN
Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor..

INFLIGIR DOLOR
Capacidad que consiste en infringir dolor a una persona. Esto sólo funciona por medio de la concentración mental y el contacto visual.

MANIPULACION MEMORIA
Concede la amnepatia y la recuperación mental, además ver los recuerdos de la gente y si se quiere proyectarlos en imágenes visibles para todos. También se puede aturdir a la gente mediante confusiones mentales dejándolos como "Enfermos mentales", pero solo temporalmente. Es muy difícil usar esta capacidad sin contacto ya que se requiere de mucha experiencia.

BLOQUEO MENTAL
Es la habilidad para bloquear su mente y nadie (ni siquiera los vampiros que leen mentes) pueden saber lo que piensa..

Descripción Física

Se dice que describir a alguien físicamente es fácil, que lo complicado es describir como es psicológicamente. Esa norma no es aplicable en el caso de Domenic. Su aspecto varía en muchos aspectos, no solo en su vestimenta, sino también en sus expresiones. Es un hombre que parece regocijarse en sus propios éxitos, pero por otro lado hay veces que, cuando consigue lo que parece querer, no altera el rostro lo mas mínimo. Es un hombre alto, de aproximadamente metro noventa. De cuerpo esbelto y bien definido, tiene el aspecto de alguien que ha hecho ejercicio para conservarse, no para lucirse. El pelo castaño claro, prácticamente rubio, lo lleva siempre bien peinado por detrás de las orejas con un mechón cayéndole sobre la sien izquierda, no es el típico que se peina constantemente, pero le gusta tener un aspecto presentable siempre que es posible.

Su forma de vestir también suele ser bastante elegante, sobre todo dependiendo de a lo que se tenga que enfrentar. No obstante siempre suele llevar pantalones oscuros de largo acompañado de zapatos oscuros y ropajes de colores nobles, además de que dichos trajes siempre están a la moda de la ciudad. A primera vista parece alguien de clase alta común y corriente, tanto que ni siquiera parezca que es alguien con suficiente dinero en el banco como para comprarse su propio reino. Su aspecto predilecto no es simple en realidad, pues Domenic posee una elegancia propia que se ve acentuada por sus ropajes no disimulados, y sobre todo por su forma de llevarlos. Es de destacar que lleva dos anillos: el primero lo lleva en el anular de la mano izquierda, es una alianza de matrimonio, aunque nadie sabe de qué, puesto que no está casado que la gente sepa; el segundo es un sello de tamaño medio que lleva en el anular de la mano derecha, con una piedra negra que lleva una caléndula tallada. De vez en cuando se le puede ver con una ligera barba, siempre está bien perfilada, cuidada y no demasiado poblada, solo lo bastante para que sea notoria.

Anillo negro:

Des. Psicológica

¿Podemos ser sinceros? No, vale, era una broma. Lo cierto es que no puedes pretender que haya sinceridad para alguien que se ha pasado toda su vida ocultando secretos. De hecho, pensar que haya gente que realmente pueda saberlo todo sobre alguien es inconcebible. ¿O me equivoco? Domenic no es una persona a la que puedas entender de buenas a primeras, no porque sea complicado o reservado, sino porque tratar de comprimir todas las experiencias de un hombre como el en apenas unos segundos no resulta nada fácil. Se trata de un hombre que ha tenido altibajos a lo largo de su existencia, momentos de felicidad y tristeza; de seguridad y de desesperación hasta tal punto que desearía haberse entregado al sol. No se puede, por tanto, decir que se pueda ser sincero en todo lo que se refiere a él, puesto que algunas preguntas ni él mismo es capaz de responderlas. Lo que si podemos decir es que es un hombre que sabe lo que quiere, por el simple hecho de que presume de haber probado absolutamente todo lo que un hombre puede desear. Ha alimentado todas las sensaciones que el hombre ha querido experimentar: placer, dolor, amor, venganza, arte… muerte. Siempre se ha preocupado por lo que quería y nunca ha juzgado sus decisiones como algo malo porque simplemente sabe que esas decisiones las tomo porque creía que eran lo mejor. A diferencia de muchos vampiros, Domenic jamás se ha rechazado a si mismo por ser algo inhumano, más bien se ha sentido afortunado de ser lo que es, de lo contrario todo lo que ha aprendido y vivido seria irrelevante. Cuando has amado a alguien como lo ha hecho este vampiro, parece imposible pensar que renunciaría a todos esos sentimientos y vivencias por algo tan simple como la mortalidad. No es un hombre que se conforme con poco, ni con sobras, en ese aspecto es alguien muy orgulloso, pues siempre ha gustado tener todo lo mejor, estar rodeado de todo lo que es hermoso y simétrico por sí mismo, detalle que se puede apreciar en la mayoría de sus posesiones. No obstante, no por ello se le debe considerar alguien egoísta y snob, más bien se podría decir que le gusta que las cosas salgan lo mejor posible, y si obtiene todo eso para sí, ¿no es lo mínimo darle al mundo algo a cambio? Aunque a veces sea algo que ni el pueblo mismo sabe que lo quiere y/o necesita.

Alma de artista. Domenic aprecia la belleza en todas sus formas, desde la simple pintura de un artista callejero al sutil tono de voz de un político antes de clavarle una daga por la espalda; o intentarlo al menos. Considera los placeres del mundo como algo que debe experimentarse y explorarse, pues no hay nada mejor en el mundo que conocerse a sí mismo y cree que la perfección puede encontrarse en cualquier parte. Ve su trabajo como un servicio público, pero también como una fuente de entretenimiento personal de grandes proporciones, pues su mente siempre busca desafíos y retos, por lo que nadie termina de entender nunca cuáles son sus objetivos, si es que tiene alguno en específico. Sus rivales le han definido en numerosas ocasiones como alguien hermético, arrogante y demasiado apegado a sí mismo. ¿Tienen razón? Sí y no. Desde el inicio de su no vida siempre pensó que la clave para conseguir algo era una mezcla entre fuerza y astucia, una combinación que te permitía esgrimir el cuchillo sin que nadie te pillase. No ansia el poder de los reyes, aunque sería perfectamente capaz de hacerse con él. No obstante, sus metas son bastante diferentes a las de los otros vampiros. Para él, el mundo mortal es su patio de recreo, un paraíso terrenal donde puede poner de manifiesto todo lo que se le pasa por la cabeza, tanto psicológica como físicamente. Cada vez que habla con alguien, desde antes de que le dirija la siguiente frase, él ya parece tener una idea clara de lo que su interlocutor está pensando o del más auténtico y profundo deseo que invade su corazón en ese momento. Esa es precisamente su mayor arma, pues es capaz de entender los más profundos deseos de aquellos que le rodean, ve su ambición, su envidia, su codicia, pero sobre todo, los terribles actos que están dispuestos a realizar con tal de ver esos sueños cumplidos. En cuanto a la segunda parte, está claro que no es un alguien que sea tan desconsiderado por la gente como sus enemigos piensan, es más, es capaz de darlo todo por una persona a la que quiere; y cuando no puede hacer nada, siempre se asegura de que sus enemigos paguen las consecuencias.

Es un hombre extremadamente culto, pues sabe que la información es poder, pero también lo que se haga con ella determina el tipo de poder que esgrimes. Otro aspecto a destacar es que es tremendamente educado. En todo momento, por dura o complicada que sea la situación, Domenic mantiene unos modales que resultan envidiables. Es caballeroso, cortes y elegante, todo ello dentro de los paradigmas de la sugestión y de una manipulación magistral de la mente y el comportamiento. A su modo de ver, esa es la clase de comportamiento que se debe de tener, pues es la inteligencia la que determina lo que somos. Aquellos que han tenido la desfachatez de ser maleducados en su presencia han visto las consecuencias en el alter-ego de su aspecto común, que se permite manifestar en instancias más privadas, es un comportamiento cínico, manipulador y con cierta tendencia a castigar con una severidad variable lo que él estima como "malos modos". Si alguien le preguntase qué quiere diría: “Lo quiero todo”. A todos los niveles imaginados. Su ambición es lo bastante grande como para querer todo lo que se posa ante sus ojos, razón por la que jamás se doblega ante nada ni nadie con tal de obtener sus metas. Para explicar a Domenic de una forma generalizada, y no por ello del todo concreta y correcta, podríamos decir que hay tres Domenic: el bueno, el malo y el travieso. El bueno es alguien que cuida de sus amigos y su familia, alguien que toma todas las medidas necesarias para que los suyos tengan todo cuanto necesitan y desean, siendo un hombre honrado y decente a la vez. No obstante, no soporta de forma constante el peso de ser esa clase de hombre, por lo que de ahí deriva su lado “malo”, que prácticamente echa a perder todo lo que podría llegar a ser bueno en su vida; no por miedo, sino porque es consciente de que, como todo vampiro sabe, el único y desbordante defecto de la eternidad es tener que vivirla en soledad. Por último, aunque no por ello menos importante, esta su cara traviesa. Este aspecto lo presenta siempre tremendamente mezclado con su lado malo, un aspecto camorrista, seductor y descalabrado que lleva a la locura a la gente. Es precisamente en este aspecto de su vida donde reside la mayor parte de su diversión particular, especialmente con las mujeres, pues la ve como los seres más impresionantes de la creación, criaturas fascinantes que aún no son conscientes de que, en toda su vida de simpleza y humanismo, nunca conocerán su verdadero potencial, una perfección latente que se oculta en lo más profundo de ellas, sepultado por una vida de monotonía y conformismo…



o. sexual

Heterosexual


Ocupación

Consul Republicano.


Nacionalidad

Francesa.


Apodos

Bloodhand


Nacimiento

7 Diciembre de 1160

Historia

Nacido del siete de Dicimbre de 1160 en la ciudad de Marsella en el seno de una familia humilde. Domenic vivió desde siempre criado por su madre, una ama de casa que tenía que mantener a otros dos niños más mientras su padre, primer marinero de un barco mercante, permanecía fuera de casa la inmensa mayoría del tiempo. Desde niño, se le enseño que el mundo no iba a darle nada porque si, y que solo el trabajo le daría la oportunidad de la supervivencia. Sin embargo, el niño que era Domenic tenía en mente cotas más altas, lugares de ensueño en los que el valor y el heroísmo suponían la verdadera recompensa, y tierras hacia el este que, según se decían, estaban llenas de oro y buena fortuna para cualquiera que se atreviese a reclamarlo. En Jerusalén, el rey Balduino era capaz de dar el gobierno de unas tierras a un hombre que mendigaba en Francia sin que a nadie le importase. Aquellas fantasías de caballerosidad y fortuna coparon su mente durante toda su infancia, haciendo que su madre le mirase con una sonrisa llena de cariño, pero sin poder decirle a su hijo que la realidad nunca era como en los cuentos y las historias. Durante quince años, el joven que era permaneció en la misma ciudad, cuidado de su familia en la medida que le permitían sus recursos, y trabajando como ayudante de su tío materno. Debido a esto, Domenic se convirtió en un experto con muy buen ojo para los caballos y gran parte del ganado de la zona, considerando a estos animales como bellas criaturas que merecían toda su atención. Eso desde luego, si Clarice no estaba presente en la misma sala. Ya desde su más tierna infancia, la hija única de los Rechaunt había supuesto el único impedimento entre él y sus responsabilidades, aquella joven, tan cercana a la familia de Domenic, escuchaba con pasión sus historias y sus ansias de partir hacia tierra santa, un lugar donde esperaba poder llevarla en un futuro no muy lejano. Oh, cuán grande era el amor que creía sentir por ella pero, ¿lo era realmente? Incluso hoy en día se sigue preguntando si realmente fue amor, pues es consciente de que la juventud y los deseos de gloria le nublaban la mente, y en cierta medida, la propia Clarice también lo hacía. Solo podía pensar en lo que supondría tenerla a su lado para siempre.

Durante su adolescencia, ya consciente de que era un hombre y que debía comportarse como tal, creyó que era el momento de comenzar a tomar las riendas de su vida. Su primera acción fue marcharse de casa, tomando una modesta residencia cercana a los establos donde estaba trabajando con los caballos. Creía que, después de semejante paso, solo podía haber un curso de acción a tomar. Recuerda haber llegado a la puerta de aquella familia, haber sentido el miedo, el ansia y la expectación, al mismo tiempo que recordaba poner la rodilla en el suelo y pedirle a Clarice que se casase con él. Prometió hacerla feliz, darle lo que sabía que ella merecía, y cuando la joven contesto que sí, puede que fuese el momento más feliz de su vida. Era el matrimonio perfecto, decían todos, pues no había pareja que se llevase mejor y que se entendiese más, después de pasar toda su infancia juntos. La pareja se mudó a la pequeña casita de Domenic, pero su felicidad no duro demasiado tiempo. Cuando apenas había cumplido los veinte años, el rey Ricardo de Inglaterra y las innumerables ordenes templarias francesas se alzaron con el pretexto de recuperar Jerusalén de manos de Saladino. Era el momento que tanto había estado esperando Domenic, la oportunidad de ir hacia el este y hacer fortuna, una fortuna que podría llevarle a él y a su reciente esposa a una vida mejor, la vida que él le había prometido y que, en su humilde opinión, se merecía. A pesar de los profundos deseos y plegarias de Clarice porque permaneciese en el hogar, de que no se metiese en una guerra que no era suya, Domenic partió con los reclutas franceses en julio de 1189. Jamás ha habido una decisión que haya lamentado tanto.

La guerra no era en absoluto como él se lo había imaginado. No había honor, ni gloria, ni despampanantes cabalgadas en nombre de una justicia superior. En aquella guerra, perdió la fe en todo cuanto había creído desde niño. Los ejércitos cristianos avanzaron como una marea de sangre y muerte sobre tierra santa, matando a todo lo que se le ponía por delante con visos de creer en Ala. Durante dos años, lo único que pudo ver era a fanáticos que, en nombre de una religión que creía ser suya, cometían toda clase de atrocidades, y se justificaban en sus actos diciendo que era la voluntad divina. Como muchos otros plebeyos, Domenic jamás había leído las escrituras, pero no podía creer que de verdad el Dios que creo al hombre, creyese que la matanza indiscriminada fuese verdaderamente su deseo. Todo se vio confirmado en 1191, cuando la ciudad antes cristiana conocida como Acre, fue tomada por los ejércitos de Ricardo. Obsesionado con que Saladino otorgase tributos por los prisioneros, tributos que nunca llegaron, el rey ingles ordeno la muerte de todos los prisioneros ante las puertas de Acre. En aquel momento, la niña de no más de dieciséis años que estaba arrodillada a los pies de Domenic, no le miraba con odio o desprecio, mas bien le miraba con pena, una pena que le seguiría por años ante la idea de que ya estaba maldito solo por sus actos. Nunca ha olvidado su cara. Aquella noche, borracho y sin poder olvidar, se adentró en la noche por los suburbios de Acre, solo para encontrarse con la oscuridad. La figura que vio aquella noche, encima de un soldado, no parecía ser humana, sino una especie de demonio sacado de los cuentos que le contaban de niño. Aquella criatura se lanzó sobre él, y sus ojos inyectados en sangre demostraron no tener compasión. El dolor que siguió después solo es un vago recuerdo, pero al ver sus ojos, ver cómo le examinaba… solo deseaba una muerte rápida.

Y renació. Por alguna razón, aquello no fue la muerte, al menos no del todo. Por algún motivo, aquella criatura le había concedido una segunda oportunidad. Aunque, si bien su cuerpo era más fuerte, más rápido y lleno de un vigor extraño para un muerto, también traía consecuencias. El sol demostró ser su peor enemigo, y la necesidad de devorar humanos como si fuese ganado casi le lleva a la locura; una que no podía compartir con nadie, pues todos le habrían tachado de monstruo. Durante los tres años siguientes, Domenic vago por los campamentos de ambos bandos, siempre buscando a aquellos que habían demostrado ser dignos de morir por su mano. Tiranos, fanáticos, asesinos como él… Su sangre le mantuvo con vida. Tras tanto tiempo, solo podía pensar que, después de todo, debía de volver a casa. Al hogar del que nunca debería haberse marchado. Contemplo de nuevo su casa después de siete años, solo para darse cuenta de que ya no había nada que fuese suyo. La casa que tanto le había costado adquirir ahora estaba colmada de los gritos y las risas de tres niños, rubios como su madre, que le miraba desde el marco de la puerta con una expresión de miedo y pena. Clarice, ante la falta de comunicación y vuelta de Domenic, había rehecho su vida. Un hombre ponía la mano sobre su hombre con tono reconfortante y cariñoso; y aquellos niños jamás serian suyos. Todas sus emociones, amplificadas por su nueva condición, le llevaron a ser el monstruo que siempre temió ser. La casa se llenó de temor y sangre, y sus colmillos desgarraron el cuerpo de la mujer a que había creído amar durante toda su infancia. Solo sus hijos sobrevivieron. Atormentado por la culpa y por una eternidad de soledad que solamente estaba comenzando, el joven vampiro vago por Europa, cargando su cruz como una verdadera maldición y desquitándose con los inocentes solo por la envidia que sentía hacia ellos y sus vidas perfectas, vidas que podían ser mejores que la suya. Fue en 1319 cuando aquella espiral de autodestrucción se acabó, tras haber convertido la ciudad de Mónaco en su patio de recreo, se topó una noche con un vampiro mucho más viejo que él. Era uno de los pocos miembros de su especie que veía en un siglo; se llamaba Sebástian. A pesar de la inminente ansia de sangre de Domenic, aquel vampiro se armó de paciencia, le acogió, le crio y le enseño cosas con las que él solo había soñado. Durante cincuenta años, Domenic aprendió a controlar sus ansias de sangre, adquirió los conocimientos con los que eran educados los hijos de los reyes y convivio con los humanos guiado por su mentor, siempre en el anonimato. Fue él quien le enseño las artes de la vida: “¿Por qué perderte en tu propia miseria cuando el mundo puede ofrecer tanto?” Eso era lo que le decía siempre. Con el tiempo, encontrar una paz propia resulto posible, hasta se permitía relacionarse y tener sentimientos con mujeres sin necesidad de querer devorarlas después. Fue su mejor etapa como vampiro.

Los años pasaron, y a medida que el mundo entraba en el Renacimiento, Domenic tenía la impresión de que el también cambiaba con el mundo. Inspirado por las grandes artes que copaban el mundo por entonces, viajo a Florencia, cuna del arte y de la diversidad de ideas, un lugar que no estaba firmemente arraigado en las supersticiones cristianas que tanta crueldad habían llenado el mundo. Fue en aquella misma ciudad, en la primavera de 1477, cuando conoció al que sin duda, sería el primer verdadero amor de su vida. Participando como era costumbre en el carnaval florentino, Domenic y su gran amigo de por entonces Leonardo Da Vinci, fueron presentados ante lady Lorelei, hija del barón de Armanzi. Desde aquel momento, comprendió las ideas de Leonardo sobre la belleza inestimable y la constante devoción que se podía tener por ella. Tardo un año en casarse con Lorelei, y los cincuenta años que paso casado con ella fueron sin duda los más felices que ha tenido nunca. Incluso cuando murió, en el invierno de 1525, solo podía pensar en recordarla durante toda la eternidad. Durante los siglos siguientes, todo le pareció mucho más oscuro, como si de repente todo lo que había conocido durante aquellos años en Italia se hubiese difuminado para dar lugar a una época oscura y desprovista de inspiración. El arte se volvió grotesco y la única belleza que se veía en el mundo era la dominada por la perversión; fue esa perversión la que llevo a Domenic a ser mas cínico, mas despiadado con algunas acciones, puesto que simplemente, veía como inconcebible que la gente se comportase así y luego condenase a los de su especie como criaturas demoniacas y malvadas. Pero cada año era un nuevo dilema, los poderosos se hacían más fuertes y los miembros de la plebe se hacían incluso más pobres, todo esto empezó a llevar a la gente a querer solo sangre.

Su vuelta a Paris en 1774 solo sirvió para confirmar aún más sus sospechas: el pueblo estaba comenzando a tomar partido contra los constantes abusos de poder del mundo. Los reyes, en su decadencia, habían perdido por completo el sentido de lo que era la política: un arte, uno que habían olvidado practicar y al que habían degradado hasta límites conocidos solo por la codicia. A pesar de su más que evidente conocimiento del mundo, se veía incapaz de tomar partido por nadie en aquella contienda… hasta que apareció ella. Era una noche como otra cualquiera cuando aquella bruja se sentó a su lado en la taberna, los ojos del color de las lilas y unos bucles negros como ala de cuervo, en principio su idea había sido matarle por varias ofensas que había cometido contra esta bruja u este hechicero, cosa que a Domenic le traía sin cuidado, pero que le llevo a estar enfrentado a aquella mujer durante los meses siguientes. Yennefer… aún cuando recuerda su nombre y piensa en su genio, su voluntad inquebrantable y sus ansias de justicia para todo el mundo siente un calor en el pecho parecido a un latido. Ella siempre decía que se acercaba una revolución, un momento en que el pueblo tomase de verdad el poder y que, de alguna manera, todo ello llevaría a un nuevo tipo de mundo, donde nadie debiera tener miedo de decir lo que pensaba en el momento en que lo pensaba. Claro, por aquel entonces la idea le pareció absurda, pero eso solo la hacía parecer aún más hermosa de lo que hubiese creído posible. Jamás le había costado tanto seducir a una mujer, y nunca se había sentido tan complacido como cuando acepto casarse con él. Durante los años que vivió con Yennefer sintió lo que podía significar ser padre, tener familia y vivir como un mortal al menos durante un tiempo. Sin embargo, la desgracia no tardo demasiado en cernirse sobre ellos. La revolución había estallado y los disturbios en las calles llegaron hasta puntos desmedidos. Fue en noviembre de 1790 cuando, al caer la noche, Domenic solo pudo ver lo que había quedado de su familia, masacrada por las tropas lealistas a la monarquía. Dijeron que era justicia. Una vez más, lo había perdido todo. No obstante, esta vez no actuaría como las veces anteriores, estaba harto de quedarse oculto mientras los humanos se mataban entre ellos. Él llevaría a cabo las acciones necesarias para que el pensamiento de Yennefer se hiciese realidad. Apoyo a la revolución activamente desde entonces, tanto económica como políticamente, pues su inteligencia y métodos dejaban por los suelos las penosas artimañas de los nobles, y pronto vio a personas normales, gente sin títulos, tomando posesión de poder. Hizo que la sangre de aquellos que le habían quitado todo regase Paris, y se aseguró de que sus hijos jamás olvidasen esa simple lección.

Acabada la revolución, y con el pueblo en posesión del poder, Domenic uso sus actos en su favor, otorgándose un puesto de importancia como miembro del senado republicano y adopto a una hija. En su visita por los cuarteles de campaña revolucionarios, mientras encontraba una presa moribunda con la que poder alimentarse, Domenic encontró a una joven, de apenas veinte años, que agonizaba por la fiebre. No había nada en ella que pudiese ser reconocible como un ser humano, y sin embargo su constante deseo de vivir ese nuevo mundo que él había creado la hacía hermosa. Lo que era más importante de todo, él había perdido a su familia, y si no podía recuperarla, crearía una nueva, una que no fuese tan fácil de destruir. En los últimos cinco años ha cultivado una de las fortunas más grandes de Francia, invirtiendo ingeniosamente en varios bancos del país, pero donde realmente ha obtenido beneficios es en la industria del llamado “oro negro”. El petróleo se ha convertido en la mayor fuente del poder económico desde el uso de los motores de combustión, sustituyendo al carbón en las ciudades. Había sobrevivido seiscientos años, ahora solo le quedaba la eternidad.

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Mensaje por Doreen Jussieu Dom Abr 12, 2015 12:55 pm

FICHA APROBADA
bienvenido/a a victorian vampires
¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.

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