AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Howls...and the slave's groan
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Howls...and the slave's groan
Las cadenas de la esclavitud solo es un decorado más para el templo. Pero es la mente lo que hace a uno, libre o esclavo.
Muy pronto se había muerto la viuda negra, decían que los lobos terminaban enamorados de esta, pero era una burla, estaban enjaulados en ese poder, era y sigue siendo una obsesión que termina por aullar del dolor de la metamorfosis. Fue que el sonido se prolongaba de un aullar grotesco hasta llegar a ser un grito humano. Aunque desapareciera su pelaje, el hocico al desnudo de una ira asesina donde cayera la primera mordida y la sublime maldición, aun con eso, no dejaba de ser el perro; el físico como un humano pero su manía peores a las del animal.
Y de esa forma era su aspecto real, la carne se exponía al metal de las cadenas que le colgaban, desde una especie de grillete en su cuello hasta las muñecas donde le mantenían protegido de sí mismo, pero era más por la pasión que ejercía sentirles, asemejándose a un esquizoide que diferenciaba una cruel seducción. Por lo tanto, su apariencia a un esclavo de su propio consentimiento, su amo y fiel a sí mismo. ¡Ni se diga de su bozal! Peligroso si alguien se lo quita, asquerosmaente atractivo para ser una bestia...
El perro camina con los pies desnudos sobre el suelo, paso tras paso ejercido, acompañado con el sonar de unas cadenas arrastrándose, colocándose su slip para cubrir su hombría del mundo exterior que podía codiciarlo. Pese a que estaba fuera del alcance de los parisienses. Y así liberado se paseaba por el paraje abandonado, envuelto del silencio y el eco que producía sus pisadas, careciendo de la fuerza sobrenatural, equilibrando su respirar con el movimiento del poco viento, retumbando su corazón como el de un león que recién rugía victoria por un enfrentamiento, a pesar de que su melena se hallara sujetada por un lazo y su coraje quede representado en su barba y en los bellos que en su pecho decoraba.
Emancipado por esa noche de la viuda negra, ya no más luna llena para esa ocasión, observando la tranquilidad por donde pasaba, olfateando el trasnochado entorno, repleto de descuidos…
Siguiendo el sendero hasta posarse en el poco pasto bajo la sombra de aquellos árboles, vislumbrándose un perro encadenado que descansa tras revolcarse y quedar cómodo en su espacio. Este era su reino, su detallada belleza a la horrorosidad, estirando las piernas boca abajo, puesto que su instinto le decía que su palco de libertinaje era permanecer en esa zona de maleza, no había castigo, ni prohibiciones, era el olor del albedrío. Una significante disponibilidad dibujada en la naturaleza, esa confianza para salir de la cotidiana vida y explorar cada faceta perversa en cada trena que era concebible, estableciendo que es lo que uno quiere, que como salvajes ansían que, nada dentro de sí mismos sean domesticados.
¿Qué era esta especie de burla? El perro solo comparte su aullido para aquellos que se someten a una prescripción de la normalidad y la restricción, que deben retorcerse, gemir y celebrar en éxtasis que nadie tiene mandato más que las propias cadenas que uno se impone.
Mihăiță- Licántropo Clase Alta
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Re: Howls...and the slave's groan
Jamás en la historia se ha sabido de esclavos con privilegios. Incluso cuando sus amos les tienen consideraciones, todo es a escondidas, cuando la luz no les da, y la luna es complice de cualquier pecado. Se sabe de esclavas que han dado a luz a criaturas de piel morena, se conoce el porqué, pero jamás se dirá, todos son murmullos temerosos, porque las voces pueden ser reconocidas, de esa manera las cabezas develadas. No existe ser humano, o incluso sobrenatural que desee ser visto dando tal exclusividad. Al menos hasta 1800.
Damien no era un hombre cualquiera. Cargaba un peso enorme sobre los hombros; demasiadas responsabilidades, tristezas, y también pensamientos muy por encima de la actualidad. Un hombre que cargaba culpas, mismas que iban relacionadas con ella, una pobre esclava que perdió a su familia en un trágico accidente, y que, según él, había hecho un juramento para no dejarla desprotegida, sin importar que cualquier ser humano normal terminara por quitarle inversiones, negociaciones; parte de sus riquezas. ¡Y ya lo estaban haciendo!
Era una negra, como cualquier otra, una que encima de todo era mujer. Que cuidaba un hogar donde a duras penas la querían, y que para su desgracia tenía privilegios. ¡Y se dice desgracia porque la envidiaban! Los demás empleados notaban cómo la veía el dueño, con esa adoración que se le da un ser amado, pero ella no lo notaba, y aunque ellos enviaban, la realidad es que no lo culpaban. Sin importar las desgracias o el color de su piel, Doìngn era buena, servicial, y mostraba un amor por la vida extremo, incluso embriagador. También le envidiaban eso, sus emociones positivas. La vida misma se debía enfrentar con dignidad sin importar las desgracias. Ella lo sabía.
¿Qué pasaría ahora? ¿Qué ocurriría después de la cercanía que estaban teniendo últimamente? Porque todo iba estrechándose a un grado que el cariño parecía más sincero que nunca. Do’ingn estaba confundida, y necesitaba poder respirar. Ir lejos de todo aquello que le daba seguridad, porque sus pensamientos se nublaban, y de esa manera ya no actuaba como se esperaba.
Su día libre debía aprovechar. Con un vestido blanco decidió por fin salir de su hogar. Lo hizo con sigilo, nadie debía saber su camino lejos de ahí. Los ojos marrones de la joven visualizaron su trayecto. Era de noche, la luna llena ya no se encontraba, ella notaba la tranquilidad de los bosques, avanzó hasta llegar a la orilla de un pequeño riachuelo. No le importó y retiró los zapatos de sus pies, los adentró al agua disfrutando de la temperatura. Aquellos detalles nimios le recordaban que seguía viva. Así rondó por un tiempo, hasta que encontró una roca cercana, una grande y alta, lo suficiente para sentarse manteniendo sus pies dentro del agua.
En tranquilidad, así se encontraba, y por eso decidió dedicarle a Dios alguna de las canciones que recordaba de su pasado. Una canción de cuna, esa misma que su madre le canturreaba antes de dormir. No sabía de la compañía. Nunca media el peligro, así era ella, un alma pisoteada que aún confiaba en el ajeno.
Damien no era un hombre cualquiera. Cargaba un peso enorme sobre los hombros; demasiadas responsabilidades, tristezas, y también pensamientos muy por encima de la actualidad. Un hombre que cargaba culpas, mismas que iban relacionadas con ella, una pobre esclava que perdió a su familia en un trágico accidente, y que, según él, había hecho un juramento para no dejarla desprotegida, sin importar que cualquier ser humano normal terminara por quitarle inversiones, negociaciones; parte de sus riquezas. ¡Y ya lo estaban haciendo!
Era una negra, como cualquier otra, una que encima de todo era mujer. Que cuidaba un hogar donde a duras penas la querían, y que para su desgracia tenía privilegios. ¡Y se dice desgracia porque la envidiaban! Los demás empleados notaban cómo la veía el dueño, con esa adoración que se le da un ser amado, pero ella no lo notaba, y aunque ellos enviaban, la realidad es que no lo culpaban. Sin importar las desgracias o el color de su piel, Doìngn era buena, servicial, y mostraba un amor por la vida extremo, incluso embriagador. También le envidiaban eso, sus emociones positivas. La vida misma se debía enfrentar con dignidad sin importar las desgracias. Ella lo sabía.
¿Qué pasaría ahora? ¿Qué ocurriría después de la cercanía que estaban teniendo últimamente? Porque todo iba estrechándose a un grado que el cariño parecía más sincero que nunca. Do’ingn estaba confundida, y necesitaba poder respirar. Ir lejos de todo aquello que le daba seguridad, porque sus pensamientos se nublaban, y de esa manera ya no actuaba como se esperaba.
Su día libre debía aprovechar. Con un vestido blanco decidió por fin salir de su hogar. Lo hizo con sigilo, nadie debía saber su camino lejos de ahí. Los ojos marrones de la joven visualizaron su trayecto. Era de noche, la luna llena ya no se encontraba, ella notaba la tranquilidad de los bosques, avanzó hasta llegar a la orilla de un pequeño riachuelo. No le importó y retiró los zapatos de sus pies, los adentró al agua disfrutando de la temperatura. Aquellos detalles nimios le recordaban que seguía viva. Así rondó por un tiempo, hasta que encontró una roca cercana, una grande y alta, lo suficiente para sentarse manteniendo sus pies dentro del agua.
En tranquilidad, así se encontraba, y por eso decidió dedicarle a Dios alguna de las canciones que recordaba de su pasado. Una canción de cuna, esa misma que su madre le canturreaba antes de dormir. No sabía de la compañía. Nunca media el peligro, así era ella, un alma pisoteada que aún confiaba en el ajeno.
Do'ingn Mbah- Esclavo
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Re: Howls...and the slave's groan
«Libertad es la ilusión de una mente encarcelada.»
Una bestia rendida: con cuerpo de hombre yace sobre la sombra de los árboles, más pudo su cansancio de ser quien es bajo la maldición, que la fuerza natural a la que está sujeto. Sin máscara alguna descansa, pasó a ser un indefenso hombre, sus ojos del mal se cerraron para atraer control de sí mismo, era fuerte e irracional, agresivo y un asesino. ¡Todo le destruye su templo! Sus duros colmillos se desvanecieron. Agotado se consume en un sueño, duerme sin ser de su consentimiento las muertes que arrasó...Quien diría que ese sujeto en forma de hombre, trataba de protegerse con las cadenas colgantes, pero ahora está perdido en una serenidad.
Llevado a un sueño, con el aliento de lo externo, a lo lejos. No muy lejano, se escucha el alulu de las aves mientras él aspiraba el húmedo pasto y es que sus pies se sienten en la gloria. Ya que, era un hombre bajando la guardia, confiando en su instinto, siendo mecido entre las voces de la naturaleza, cada uno era un masajeo para su mente, se calmaba, ¡ya no había bestia alguna! infundió un aliento donde su dormitar le indica que algo en su vida no es lo que parece. Es un símbolo de miedo y de violencia incontrolada. Era su pasado reflejado:
Su corazón latia con tranquilidad, el viento se confundía con el sonido de su respirar, percibiendo una humedad, ¿Eran acaso lágrimas? No, aquí es donde esas palabras se reflejaban, Mihăiță era esclavo del pasado y de la crueldad que le convirtió en una bestia desalmada, la que dia con dia carga. ¡Esas representaban sus cadenas! No lloraba, aquella esencia humedad provenía del riachuelo, removiendose entre su territorio al entonarse una especie de canción de ruego, como si quisieran darle un fondo melodioso a lo que estaba terminando por ensoñar.
No pudo más y en un extraño olor captó, e hizo que abriera sus fosas nasales, olfateando esa fragancia, por el aliento podía tratarse de una mujer. Por consiguiente, entreabriendo los ojos, se pasa la mano por sus cabellos y el sonido de las cadenas agitándose le delata, aquello no le preocupó, al contrario, le orillaron a gatear, arrastrando lo que no osa quitarse. Se dirige hacia la dueña de esa voz. Observaba ya su espalda, ¡Que hermosura se vislumbra de esa tez morena! Combinada a la perfección con el blanco, parecía ser un vestido y en lo que avanzaba hacia ella, su voz era armoniosa que le encantó aún más en el aura. —Por favor, no se detenga, es un canto esplendoroso. Me gustaria saber su origen ya que es algo inusual. Además, ¿Qué significado tiene? ...Espero que no sea inapropiado —Quería que aquella tonada siguiera fluyendo, por su aspecto esperaba no asustarle, ya que su bozal se removió, haciendo conjunto con la boca al hablar, su voz era gruesa, destacaba muy a pesar del sonido del metal.
—No tenga miedo, no le hare nada. — ¿Quien no iba a temerle con tremenda horrorosidad puesta? Por ello, es que mira directamente a sus pupilas. Era insólito que alguien como ella le haya hecho liberar unas palabras amables, carentes de alguna malicia. Pero, por primera vez, obtuvo un recuerdo, la figura de su padre la habia olvidado, y ahora lo recordaba como si aún le tuviera al lado del trono. Asimismo, sintió paz con alguien más y no el tormento que le hacía cometer barbaridades.
Llevado a un sueño, con el aliento de lo externo, a lo lejos. No muy lejano, se escucha el alulu de las aves mientras él aspiraba el húmedo pasto y es que sus pies se sienten en la gloria. Ya que, era un hombre bajando la guardia, confiando en su instinto, siendo mecido entre las voces de la naturaleza, cada uno era un masajeo para su mente, se calmaba, ¡ya no había bestia alguna! infundió un aliento donde su dormitar le indica que algo en su vida no es lo que parece. Es un símbolo de miedo y de violencia incontrolada. Era su pasado reflejado:
«Era Mihăiță de pequeño, era un príncipe gozando del trono que iba heredar, su padre le contaba sobre los hombres, que cada vez que viera uno, estos eran esclavos de la vida, esa esclavitud que llena sus días con miseria y desesperación, donde todas sus noches inundaban lágrimas y angustias. Tanto como ricos, como pobres; se encuentran infantes mamando del pecho de su madre, la leche de la esclavitud, esa atadura ciega que traspasan los padres a sus hijos, de un hombre a una mujer, la sorda cárcel que sofoca el alma junto con el corazón y la lastimosa sombra de un cuerpo.»
Su corazón latia con tranquilidad, el viento se confundía con el sonido de su respirar, percibiendo una humedad, ¿Eran acaso lágrimas? No, aquí es donde esas palabras se reflejaban, Mihăiță era esclavo del pasado y de la crueldad que le convirtió en una bestia desalmada, la que dia con dia carga. ¡Esas representaban sus cadenas! No lloraba, aquella esencia humedad provenía del riachuelo, removiendose entre su territorio al entonarse una especie de canción de ruego, como si quisieran darle un fondo melodioso a lo que estaba terminando por ensoñar.
No pudo más y en un extraño olor captó, e hizo que abriera sus fosas nasales, olfateando esa fragancia, por el aliento podía tratarse de una mujer. Por consiguiente, entreabriendo los ojos, se pasa la mano por sus cabellos y el sonido de las cadenas agitándose le delata, aquello no le preocupó, al contrario, le orillaron a gatear, arrastrando lo que no osa quitarse. Se dirige hacia la dueña de esa voz. Observaba ya su espalda, ¡Que hermosura se vislumbra de esa tez morena! Combinada a la perfección con el blanco, parecía ser un vestido y en lo que avanzaba hacia ella, su voz era armoniosa que le encantó aún más en el aura. —Por favor, no se detenga, es un canto esplendoroso. Me gustaria saber su origen ya que es algo inusual. Además, ¿Qué significado tiene? ...Espero que no sea inapropiado —Quería que aquella tonada siguiera fluyendo, por su aspecto esperaba no asustarle, ya que su bozal se removió, haciendo conjunto con la boca al hablar, su voz era gruesa, destacaba muy a pesar del sonido del metal.
—No tenga miedo, no le hare nada. — ¿Quien no iba a temerle con tremenda horrorosidad puesta? Por ello, es que mira directamente a sus pupilas. Era insólito que alguien como ella le haya hecho liberar unas palabras amables, carentes de alguna malicia. Pero, por primera vez, obtuvo un recuerdo, la figura de su padre la habia olvidado, y ahora lo recordaba como si aún le tuviera al lado del trono. Asimismo, sintió paz con alguien más y no el tormento que le hacía cometer barbaridades.
Mihăiță- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/05/2014
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Re: Howls...and the slave's groan
Do’ingn cantaba con el corazón. Todo recuerdo de sus santos padres le hacían erizar la piel, y recordar que aquel sentimiento llamado amor existía. Cada palabra que volvía un canto parecía un abrazo a un desconsolado, y aunque ella no aceptara del todo que tenía una buena voz, de igual manera realizaba aquella acción. Lo cierto es que la mayor parte del tiempo lo hacía en solitario, porque de hacerlo en público sería una falta de respeto. Algunos de los otros sirvientes de la mansión se lo recordaban firmemente.
La noche le recordaba mucho a ella. Pocos, o nadie la preferían, y es que la oscuridad nunca fue bien recibida, muchos secretos escondía. Nada como la claridad, ni cómo la piel blanca. Ella jamás lo comprendería, porque la piel no se aclaraba, ni siquiera por obra divina. Así pues siguió evitando sus pensamientos tristes, siguió cantando para recordar y sentir que aún había esperanza y felicidad en ella. Nadie le cobraría un sólo franco por eso, mucho menos por pensar, a fin de cuentas sus pensamientos eran sólo suyos, y de nadie más.
Tan ensimismada se encontraba Do’ingn que no se dio cuenta del acercamiento del hombre. Sólo bastó la voz para sobresaltarse. Detuvo en seco su canto, dio un salto lejos de la piedra, y el agua cubrió casi llegando a sus rodillas. Su mirada se perdió por lo bajo. Ella no era digna de ver a los ojos a alguien, mucho menos de contradecir su mandato. Nunca se olvidaba de su realidad: era negra, y además de eso una esclava. Aunque tuviera privilegios con su amor, eso no garantizaba que los llegara a poseer con los demás. Con la mayor rapidez que se le permitía tener, la muchacha comenzó de nuevo aquella canción de cuna de su madre. Aunque no lo demostrara, su corazón se alegraba al saber que alguien llegara a apreciarla.
La canción duró escasos minutos, no recordó ningún párrafo. El silencio duró apenas un instante, y escuchando las palabras ajenas decidió que debía levantar el rostro. Do’ingn no mostró sorpresa alguna por el bozal, aunque en su interior lo estaba. No comprendía el porqué aquel aparato en su rostro. Le resultaba cruel, incluso podría interpretarse como una especie de esclavitud. ¿Así se vería ella por su comportamiento al ser una mujer de piel tostada? Reflexionó unos momentos, mismos que intentó no fueran demasiado largos. Debía interactuar. O al menos eso creía correcto.
— No le tengo miedo — Contestó apenas en un susurro. — Sin embargo no comprendo como puede llegar a hablarle a una persona como yo — Se encogió de hombros. — Mi nombre es Do’ingn, y soy de una tierra muy lejana, no sé si nombre, nunca me lo dijeron, en la casa de mis amos prefieren no recordarlo, al mayor de ellos esos recuerdos le ponen muy triste, incluso más que a mi — Aunque la negra no entendía el porqué — Mi madre siempre decía que era paz, quizás sea eso ¿No lo cree? — Muchas cosas que ignoraba porque no se le permitió conocer.
— Sino le parece un atrevimiento de mi parte… ¿Me diría lo mismo de usted? ¿Su nombre? — Miró a los ojos del hombre y luego al aparato que lo acompañaba en el rostro — ¿Por qué lleva eso? Pareciera que quisieran detenerle de algo — Lo decía de forma inconsciente. ¿Por qué detener a un hombre? Al menos él llevaba telas finas encima, y esa sociedad era de apariencias, mismas que sólo endulzaban los ojos ajenos y daban un renombre, no una realidad.
La noche le recordaba mucho a ella. Pocos, o nadie la preferían, y es que la oscuridad nunca fue bien recibida, muchos secretos escondía. Nada como la claridad, ni cómo la piel blanca. Ella jamás lo comprendería, porque la piel no se aclaraba, ni siquiera por obra divina. Así pues siguió evitando sus pensamientos tristes, siguió cantando para recordar y sentir que aún había esperanza y felicidad en ella. Nadie le cobraría un sólo franco por eso, mucho menos por pensar, a fin de cuentas sus pensamientos eran sólo suyos, y de nadie más.
Tan ensimismada se encontraba Do’ingn que no se dio cuenta del acercamiento del hombre. Sólo bastó la voz para sobresaltarse. Detuvo en seco su canto, dio un salto lejos de la piedra, y el agua cubrió casi llegando a sus rodillas. Su mirada se perdió por lo bajo. Ella no era digna de ver a los ojos a alguien, mucho menos de contradecir su mandato. Nunca se olvidaba de su realidad: era negra, y además de eso una esclava. Aunque tuviera privilegios con su amor, eso no garantizaba que los llegara a poseer con los demás. Con la mayor rapidez que se le permitía tener, la muchacha comenzó de nuevo aquella canción de cuna de su madre. Aunque no lo demostrara, su corazón se alegraba al saber que alguien llegara a apreciarla.
La canción duró escasos minutos, no recordó ningún párrafo. El silencio duró apenas un instante, y escuchando las palabras ajenas decidió que debía levantar el rostro. Do’ingn no mostró sorpresa alguna por el bozal, aunque en su interior lo estaba. No comprendía el porqué aquel aparato en su rostro. Le resultaba cruel, incluso podría interpretarse como una especie de esclavitud. ¿Así se vería ella por su comportamiento al ser una mujer de piel tostada? Reflexionó unos momentos, mismos que intentó no fueran demasiado largos. Debía interactuar. O al menos eso creía correcto.
— No le tengo miedo — Contestó apenas en un susurro. — Sin embargo no comprendo como puede llegar a hablarle a una persona como yo — Se encogió de hombros. — Mi nombre es Do’ingn, y soy de una tierra muy lejana, no sé si nombre, nunca me lo dijeron, en la casa de mis amos prefieren no recordarlo, al mayor de ellos esos recuerdos le ponen muy triste, incluso más que a mi — Aunque la negra no entendía el porqué — Mi madre siempre decía que era paz, quizás sea eso ¿No lo cree? — Muchas cosas que ignoraba porque no se le permitió conocer.
— Sino le parece un atrevimiento de mi parte… ¿Me diría lo mismo de usted? ¿Su nombre? — Miró a los ojos del hombre y luego al aparato que lo acompañaba en el rostro — ¿Por qué lleva eso? Pareciera que quisieran detenerle de algo — Lo decía de forma inconsciente. ¿Por qué detener a un hombre? Al menos él llevaba telas finas encima, y esa sociedad era de apariencias, mismas que sólo endulzaban los ojos ajenos y daban un renombre, no una realidad.
Do'ingn Mbah- Esclavo
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Re: Howls...and the slave's groan
¿Qué era lo que estaba viendo? ¿Por qué sus pupilas perciben dolor a una libertad? Él contempla. Mantenía la mirada fija en aquella muchacha, su sobresalto le hizo detenerse, descendiendo la mirada al agua que cubría sus pies y parte de sus rodillas. ¿Acaso no era espléndido, deleitar una piel morena tras la transparencia? Era inusual apreciar una belleza de esa magnitud. Y por la manera en la que se dirige a ella, es que claramente no hace diferencia alguna. Su padre le educó sabiamente, que como futuro rey, su deber era cuidar de aquellos débiles, de la humanidad que las tierras de la gran Alemania representaba en sus corazones, pero. ¿Paris? Se había convertido en una catástrofe, esas enseñanzas se fueron perdiendo, su venganza pudo más que los recuerdos. Hasta que, con una morena reflejo lo que era en verdad.
Era inútil despejar la mirada en ella, entre cada movimiento que ejercía la joven. Él más se enfocaba. Y por sus modales, era claro que era discriminada. Acto por el cual, solo sus posaderas descansaron, escuchando aquella canción. ¿Cómo podía ser la voz tan poderosa para transmitir las evocaciones? ¿Cómo un simple gesto radicaba más en una enseñanza? ¿A qué se refería? Que, a pesar de la crueldad que la vida recalcaba en ser, una mujer. Ella seguía adelante, sin cambiar, continuando con la humildad que poseía, eso le estaba ofreciendo a éste que solo la represalia y la perdición dominaba.
Y, en ese mismo instante, está en calma, disfrutado aquellos segundos que duro su cantar y ahí, esas iris sujeto.
—Agradezco su sinceridad —hablo tras confesar que el miedo era inexistente —Aquí no hay diferencia alguna, de si es blanca o morena, ante mis ojos es un ser más. No debería catalogarse de esa manera. Al contrario, posee habilidades que quisieran muchos tener. —recalcó, sabiendo que era mal visto pero nunca prohibido. Más a alguien que no pertenecía a esas tierras. Pero así era en todas partes, y eso se debía a la educación que impartían. Ya que al perro solo le inculcaron el bien estar de su pueblo; no importa si son ricos o pobres, blanco o negros, era reconfortar a quien lo necesitara.
Y entre sus palabras, se diferencia su amabilidad, algo que solo se brindaba cuando la humildad veía. Por ello, es que se sentía a gusto, no necesitaba de mascara algún para actuar y ni maniobrar para desatar la furia. El libre albedrio era lo que hablaba en ese lugar, era él aliento que brindaba en su voz.
No le resultó extraño saber que desconocía su tierra, más le dio interés. — Así es, es paz lo que se transmite, por algo es que su señora le cantaba. Es hermoso que tenga algo que le reconforte en los peores momentos. —Replicó cuando fue requerido.
—Por supuesto. Velkan Antonescu Mihăiță de Hohenzollern-Sigmaringen para servirle —era evidente que su raíz pertenecía a otras tierras, su acento a la hora de hablar no era perfecto. Brindando la mano, en forma de saludo —Pertenezco a las tierras de la gran Alemania.
Elevo la mano en cuanto sus cadenas fueron la duda, deslizando los dedos en esta especie de armadura. Era un bozal diseñado solo para hablar cuando lo requería, limitado a una pequeña altura, y con la plata pesada. Nunca se atrevía a quitárselo. Se detenía, temía dañar a quien no lo mereciera, solo lo hacía con sus enemigos y con las bestias que quieren jugar
—Dígame algo, ¿Cree en los mitos de las bestias, maldiciones y relatos de perros gigantes atacando? —cuestionó, mirando el agua, amaba la pureza que desprendía, y se detuvo. Si continuaba dentro de ella, su piel se le perjudicaría, y podría ser que tomara algún resfriado—Puede salir del agua cuando lo desee, no tiene por qué estar al pendiente de alguna invitación, o mejor dicho algún mandato. No soy su dueño, no soy un superior, véame como un amigo…—se hizo a un lado, invitándole a que tomara asiento.
Aunque, comprendería que desconfiara de él, ¿Quien no lo haría? Con ese atuendo, su piel desnuda, ¡Gracias a sus patas! Es que logro cubrirse parte de su hombría, la prenda íntima la arrastraba que por ello, era lo único que llevaba en el cuerpo. Quizás por ello, es que marca distancia. Más sus cadenas fueron movidas, demostrando que podía confiar en sus intenciones, y sobre todo con lo que comenzó a decir.
—Nunca creí que llegaría este momento, donde alguien lograra hacerme recordar mi pasado, que me dijera con una sola mirada la esclavitud hacia mi origen. Me estoy asfixiando con esta carga que llevo. — Dejo de mirarle, sus ojos se posaron al frente, más allá de ese paisaje. —Esas historias que se rumoran en las calles, no son como parecen, si existen, pero son más terroríficas. La realidad es que, así como me ve, soy un licántropo, un hombre lobo que no grita, sino llora por la maldición que me fue dada. Es peor que una maldición porque cada que la luna llena se asoma, la bestialidad paga por ello. Yo soy parte de la historia, sobre bestias devorando lo que encuentren, por esa razón hay cadenas por todo mi cuerpo. ¡Quise detenerme con este bozal! No temo a ser esa bestia, sino a este mismo, de carne y hueso, sin pelo, ni hocico. Dirás, que absurdo, pero, el recelo hacia mí mismo es mayor; el odio, el rencor me están invadiendo. ¡Peor! La sed de venganza corre por mis venas. No logro distinguir quien es mi enemigo. Sin embargo, es que cargo con esta apariencia para recordarme quién soy en verdad. Esta jaula que creé, solo con manos ajenas se puede quitar.
¿Quién diría? Que el mismo odio es el que me está atacando. Por tanto, es que esta plata me adiestra, que solo a la bestia que llevo, debo dejarle ese resentimiento.
Y silencio guardo.
Era inútil despejar la mirada en ella, entre cada movimiento que ejercía la joven. Él más se enfocaba. Y por sus modales, era claro que era discriminada. Acto por el cual, solo sus posaderas descansaron, escuchando aquella canción. ¿Cómo podía ser la voz tan poderosa para transmitir las evocaciones? ¿Cómo un simple gesto radicaba más en una enseñanza? ¿A qué se refería? Que, a pesar de la crueldad que la vida recalcaba en ser, una mujer. Ella seguía adelante, sin cambiar, continuando con la humildad que poseía, eso le estaba ofreciendo a éste que solo la represalia y la perdición dominaba.
Y, en ese mismo instante, está en calma, disfrutado aquellos segundos que duro su cantar y ahí, esas iris sujeto.
—Agradezco su sinceridad —hablo tras confesar que el miedo era inexistente —Aquí no hay diferencia alguna, de si es blanca o morena, ante mis ojos es un ser más. No debería catalogarse de esa manera. Al contrario, posee habilidades que quisieran muchos tener. —recalcó, sabiendo que era mal visto pero nunca prohibido. Más a alguien que no pertenecía a esas tierras. Pero así era en todas partes, y eso se debía a la educación que impartían. Ya que al perro solo le inculcaron el bien estar de su pueblo; no importa si son ricos o pobres, blanco o negros, era reconfortar a quien lo necesitara.
Y entre sus palabras, se diferencia su amabilidad, algo que solo se brindaba cuando la humildad veía. Por ello, es que se sentía a gusto, no necesitaba de mascara algún para actuar y ni maniobrar para desatar la furia. El libre albedrio era lo que hablaba en ese lugar, era él aliento que brindaba en su voz.
No le resultó extraño saber que desconocía su tierra, más le dio interés. — Así es, es paz lo que se transmite, por algo es que su señora le cantaba. Es hermoso que tenga algo que le reconforte en los peores momentos. —Replicó cuando fue requerido.
—Por supuesto. Velkan Antonescu Mihăiță de Hohenzollern-Sigmaringen para servirle —era evidente que su raíz pertenecía a otras tierras, su acento a la hora de hablar no era perfecto. Brindando la mano, en forma de saludo —Pertenezco a las tierras de la gran Alemania.
Elevo la mano en cuanto sus cadenas fueron la duda, deslizando los dedos en esta especie de armadura. Era un bozal diseñado solo para hablar cuando lo requería, limitado a una pequeña altura, y con la plata pesada. Nunca se atrevía a quitárselo. Se detenía, temía dañar a quien no lo mereciera, solo lo hacía con sus enemigos y con las bestias que quieren jugar
—Dígame algo, ¿Cree en los mitos de las bestias, maldiciones y relatos de perros gigantes atacando? —cuestionó, mirando el agua, amaba la pureza que desprendía, y se detuvo. Si continuaba dentro de ella, su piel se le perjudicaría, y podría ser que tomara algún resfriado—Puede salir del agua cuando lo desee, no tiene por qué estar al pendiente de alguna invitación, o mejor dicho algún mandato. No soy su dueño, no soy un superior, véame como un amigo…—se hizo a un lado, invitándole a que tomara asiento.
Aunque, comprendería que desconfiara de él, ¿Quien no lo haría? Con ese atuendo, su piel desnuda, ¡Gracias a sus patas! Es que logro cubrirse parte de su hombría, la prenda íntima la arrastraba que por ello, era lo único que llevaba en el cuerpo. Quizás por ello, es que marca distancia. Más sus cadenas fueron movidas, demostrando que podía confiar en sus intenciones, y sobre todo con lo que comenzó a decir.
—Nunca creí que llegaría este momento, donde alguien lograra hacerme recordar mi pasado, que me dijera con una sola mirada la esclavitud hacia mi origen. Me estoy asfixiando con esta carga que llevo. — Dejo de mirarle, sus ojos se posaron al frente, más allá de ese paisaje. —Esas historias que se rumoran en las calles, no son como parecen, si existen, pero son más terroríficas. La realidad es que, así como me ve, soy un licántropo, un hombre lobo que no grita, sino llora por la maldición que me fue dada. Es peor que una maldición porque cada que la luna llena se asoma, la bestialidad paga por ello. Yo soy parte de la historia, sobre bestias devorando lo que encuentren, por esa razón hay cadenas por todo mi cuerpo. ¡Quise detenerme con este bozal! No temo a ser esa bestia, sino a este mismo, de carne y hueso, sin pelo, ni hocico. Dirás, que absurdo, pero, el recelo hacia mí mismo es mayor; el odio, el rencor me están invadiendo. ¡Peor! La sed de venganza corre por mis venas. No logro distinguir quien es mi enemigo. Sin embargo, es que cargo con esta apariencia para recordarme quién soy en verdad. Esta jaula que creé, solo con manos ajenas se puede quitar.
¿Quién diría? Que el mismo odio es el que me está atacando. Por tanto, es que esta plata me adiestra, que solo a la bestia que llevo, debo dejarle ese resentimiento.
Y silencio guardo.
Mihăiță- Licántropo Clase Alta
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Re: Howls...and the slave's groan
Se sentía confundida. A ella nunca le dejaban escuchar historias, en la mansión a la que trabajaba se le tenía prohibido, no deseaban que creyeran en cosas que supuestamente no existían, no deseaban que las personas se desviaran de lo que realmente se vivía, o al menos eso era lo que decían. Nunca cuestionó alguna de los mandatos, sin embargo ahora que tenía palabras al aire la curiosidad apareció. ¿Qué debía de pensar? Más bien ¿Tenía derecho de pensar?
Su alma negra estaba sintiendo igualdad con la del hombre. Ambos tenía el porqué del ser juzgados. Muchas de sus historias seguramente venían del dolor, del rechazo, del ser juzgados por aquellos que se creían por encima de lo cotidiano. Tomó su mano cuando el hombre se la ofreció. No sintió miedo, tampoco que estaba haciendo un abuso, o tomando ventaja de las cosas. ¡Para nada! Se sintió en confianza, y creyó en él. Sólo una persona antes había deseado ser su amiga, no le creyó por completo, no hasta encontrarse con aquel hombre que tenía enfrente.
— ¿Usted quiere ser mi amigo? ¿Lo dice en serio? — Sonrió ampliamente. Nunca antes alguien quiso tenerla de amiga, al menos un varón. En la mansión las sirvientas decían que acercarse mucho a un hombre podía ser malinterpretado. Le contaron de violaciones, abusos, y muchas cosas terroríficas, pero nada le habían dicho de hombres que quisieran ser amigos. ¡Amigos de una negra! Se sentía sorprendida, se sentía única, afortunada y mucho muy feliz. — Usted tiene un nombre muy largo. No quisiera ser una grosera, pero quizás puedo olvidarlo ¿habría alguna forma de llamarlo que sea más pequeño? — Hizo una mueca de vergüenza antes de soltarle la mano.
— ¿De verdad existen esas criaturas? ¿De verdad lo es usted? No es que dude de su palabra, aunque parezca, es que suena como algo tan extraño, muy extraño, nunca nadie me había hablado de eso, sólo conozco a los perros, a los gatos, y a algunas aves, nunca a un lobo, tampoco a un hombre lobo, ¿por que las personas no hablan de eso? ¿lo esconden? ¿todos lo saben? — No comprendía mucho, pero si quería hacerlo, y es por eso que preguntaba como una imprudente. Además él le había dicho que eran amigos, por lo tanto podía confiar en él. Según sus enseñanzas, los amigos nunca mentían, al menos eso decían los blancos.
— ¿Usted está dispuesto a hacerse tanto daño por no lastimar a los otros? Nunca había conocido a nadie igual, es usted extraño, y no por lo que lleva en su rostro, además, ¿por que no me juzga? ¿quién lo educó? usted debería poner una escuela, en esa deberían enseñar igualdad a las personas de color y a los blancos, debería existir una mezcla ¿no lo cree? — Ideas locas, ideas extrañas, todas y cada una de las cosas que soñaba y que deseaba, pero se sentía contenta, demasiado eufórica, por esa razón no dejaba de hablar.
— Yo creo que un bozal, y una condición sobrehumana no dicen nada de lo que es en realidad, yo creo que el alma, el corazón son aquellos que definen en verdad, las acciones, las huellas que dejamos, eso es lo que en realidad nos definen. Yo por ejemplo, diario hago mis deberes de la casa, eso me define como una buena criada — Se encogió de hombros, esperaba que la entendiera.
Su alma negra estaba sintiendo igualdad con la del hombre. Ambos tenía el porqué del ser juzgados. Muchas de sus historias seguramente venían del dolor, del rechazo, del ser juzgados por aquellos que se creían por encima de lo cotidiano. Tomó su mano cuando el hombre se la ofreció. No sintió miedo, tampoco que estaba haciendo un abuso, o tomando ventaja de las cosas. ¡Para nada! Se sintió en confianza, y creyó en él. Sólo una persona antes había deseado ser su amiga, no le creyó por completo, no hasta encontrarse con aquel hombre que tenía enfrente.
— ¿Usted quiere ser mi amigo? ¿Lo dice en serio? — Sonrió ampliamente. Nunca antes alguien quiso tenerla de amiga, al menos un varón. En la mansión las sirvientas decían que acercarse mucho a un hombre podía ser malinterpretado. Le contaron de violaciones, abusos, y muchas cosas terroríficas, pero nada le habían dicho de hombres que quisieran ser amigos. ¡Amigos de una negra! Se sentía sorprendida, se sentía única, afortunada y mucho muy feliz. — Usted tiene un nombre muy largo. No quisiera ser una grosera, pero quizás puedo olvidarlo ¿habría alguna forma de llamarlo que sea más pequeño? — Hizo una mueca de vergüenza antes de soltarle la mano.
— ¿De verdad existen esas criaturas? ¿De verdad lo es usted? No es que dude de su palabra, aunque parezca, es que suena como algo tan extraño, muy extraño, nunca nadie me había hablado de eso, sólo conozco a los perros, a los gatos, y a algunas aves, nunca a un lobo, tampoco a un hombre lobo, ¿por que las personas no hablan de eso? ¿lo esconden? ¿todos lo saben? — No comprendía mucho, pero si quería hacerlo, y es por eso que preguntaba como una imprudente. Además él le había dicho que eran amigos, por lo tanto podía confiar en él. Según sus enseñanzas, los amigos nunca mentían, al menos eso decían los blancos.
— ¿Usted está dispuesto a hacerse tanto daño por no lastimar a los otros? Nunca había conocido a nadie igual, es usted extraño, y no por lo que lleva en su rostro, además, ¿por que no me juzga? ¿quién lo educó? usted debería poner una escuela, en esa deberían enseñar igualdad a las personas de color y a los blancos, debería existir una mezcla ¿no lo cree? — Ideas locas, ideas extrañas, todas y cada una de las cosas que soñaba y que deseaba, pero se sentía contenta, demasiado eufórica, por esa razón no dejaba de hablar.
— Yo creo que un bozal, y una condición sobrehumana no dicen nada de lo que es en realidad, yo creo que el alma, el corazón son aquellos que definen en verdad, las acciones, las huellas que dejamos, eso es lo que en realidad nos definen. Yo por ejemplo, diario hago mis deberes de la casa, eso me define como una buena criada — Se encogió de hombros, esperaba que la entendiera.
Do'ingn Mbah- Esclavo
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Re: Howls...and the slave's groan
Bella alma pura, el contacto entre su mano y la propia, al ser estrechada. Sembró la confianza, ¿Quién diría que la aflicción propia les haría conocerse? Que el padecer es condimento necesario para la vida e indispensable para aprender en la medida en que los dolores se convierten en experiencias, eso fue lo que obtuvo al sentir su calor. Ese toque respetuoso que le haría recordar que entre la soledad siempre habrá alguien para escucharle.
Con lentitud fue descendiendo la falange, escuchando las réplicas que parecían ser pensadas y quizás imprecisas o confusas para ella. — Le estoy hablando con sinceridad, después de mi padre y madre, usted sería mi primera amiga. — No pudo decir más cuando contemplo aquella sonrisa, bien decían que traerían esperanzas aquellos que poseen humildad. Y comprendió acerca del apelativo, era siempre para todo la primera vez, así como dejar que se dirigieran a él con un nombre. —No se preocupe, puede llamarme Antonescu…
La crueldad era lo único que daba valor para salir adelante, comenzaba a interesarle la vida que ha llevado, reconocer su esfuerzo y la valentía que pocos tienen para salir a la luz. Porque ahora el perro, poseía una memoria excelente pero que no termina de ser una maldición cuando no se da cuenta con virtud que ya debe de dejar de recordar ciertas cosas que lo están destruyendo. —De verdad existen. En efecto, si va en contra de lo establecido, pero sobre todo de la estabilidad social al dar a conocer lo que no es de comprensión para la humanidad. Por ello, es preferible que esto no se dé a conocer, algunos piensan que es cosa del diablo. Que aquello maligno se debe destruir, por eso es que algunos se ocultan u otros temen a revelarlo y que peligren sus vidas, por ello lo mantienen en secreto. No todos saben y unos prefieren vivir cegados.
Se daba cuenta que había cometido un grave error, en dar esa información a alguien que su vida siempre dependerá de otros. Aunque así le prevenía, no siempre estaría con ella en sus ratos libres, como en esta ocasión que de casualidad la hallo. Más sonrió, pudo liberar una verdadera sonrisa con sus palabras y deseos.
—No quiero lastimar a nadie que no lo merece, pero, no soy digno de que me tenga en un concepto quizás de perfección. He hecho mal a la gente que me daña. Nada es extraño. Solo son las cosas que en la realidad deben de ser. También es cierto que, para mi naturaleza, siempre ha sido más cómodo declarar odio. Pero me hizo recordar a mi padre, él me decía que todos somos iguales. Nadie es diferente que lo único que nos separa era el aprendizaje que uno adquiría. Sin embargo, uno podía alcanzarlo, hasta llegar a esa igualdad.
Mientras que ella hablaba, era escuchar a su propio padre, solía decirle que existen varias profesiones creadas bajo las perspectivas de cualquier habilidad del hombre. Y de acuerdo con ella, las acciones eran lo que definían.
—Sabe, sus palabras me hacen pensar que usted es la que deberían poner una escuela y educarnos con esa ideología. Aunque, tengo curiosidad en algo. —Ladeo un poco el rostro, descubriendo si ella poseía un sueño, algo en lo que aspiraba. Podían ser privadas de ello, pero el sentimiento siempre existiría cuando uno anhelaba — Usted, ¿Tiene algún deseo, una aspiración que le haga exigirse cada día?... ¿Algo que siempre ha querido hacer?
Y en pocas palabras, ella le mostro que la apariencia no era nada, y allí fue que fortaleció la confianza.
Con lentitud fue descendiendo la falange, escuchando las réplicas que parecían ser pensadas y quizás imprecisas o confusas para ella. — Le estoy hablando con sinceridad, después de mi padre y madre, usted sería mi primera amiga. — No pudo decir más cuando contemplo aquella sonrisa, bien decían que traerían esperanzas aquellos que poseen humildad. Y comprendió acerca del apelativo, era siempre para todo la primera vez, así como dejar que se dirigieran a él con un nombre. —No se preocupe, puede llamarme Antonescu…
La crueldad era lo único que daba valor para salir adelante, comenzaba a interesarle la vida que ha llevado, reconocer su esfuerzo y la valentía que pocos tienen para salir a la luz. Porque ahora el perro, poseía una memoria excelente pero que no termina de ser una maldición cuando no se da cuenta con virtud que ya debe de dejar de recordar ciertas cosas que lo están destruyendo. —De verdad existen. En efecto, si va en contra de lo establecido, pero sobre todo de la estabilidad social al dar a conocer lo que no es de comprensión para la humanidad. Por ello, es preferible que esto no se dé a conocer, algunos piensan que es cosa del diablo. Que aquello maligno se debe destruir, por eso es que algunos se ocultan u otros temen a revelarlo y que peligren sus vidas, por ello lo mantienen en secreto. No todos saben y unos prefieren vivir cegados.
Se daba cuenta que había cometido un grave error, en dar esa información a alguien que su vida siempre dependerá de otros. Aunque así le prevenía, no siempre estaría con ella en sus ratos libres, como en esta ocasión que de casualidad la hallo. Más sonrió, pudo liberar una verdadera sonrisa con sus palabras y deseos.
—No quiero lastimar a nadie que no lo merece, pero, no soy digno de que me tenga en un concepto quizás de perfección. He hecho mal a la gente que me daña. Nada es extraño. Solo son las cosas que en la realidad deben de ser. También es cierto que, para mi naturaleza, siempre ha sido más cómodo declarar odio. Pero me hizo recordar a mi padre, él me decía que todos somos iguales. Nadie es diferente que lo único que nos separa era el aprendizaje que uno adquiría. Sin embargo, uno podía alcanzarlo, hasta llegar a esa igualdad.
Mientras que ella hablaba, era escuchar a su propio padre, solía decirle que existen varias profesiones creadas bajo las perspectivas de cualquier habilidad del hombre. Y de acuerdo con ella, las acciones eran lo que definían.
—Sabe, sus palabras me hacen pensar que usted es la que deberían poner una escuela y educarnos con esa ideología. Aunque, tengo curiosidad en algo. —Ladeo un poco el rostro, descubriendo si ella poseía un sueño, algo en lo que aspiraba. Podían ser privadas de ello, pero el sentimiento siempre existiría cuando uno anhelaba — Usted, ¿Tiene algún deseo, una aspiración que le haga exigirse cada día?... ¿Algo que siempre ha querido hacer?
Y en pocas palabras, ella le mostro que la apariencia no era nada, y allí fue que fortaleció la confianza.
Mihăiță- Licántropo Clase Alta
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