Petra Sayn

Una cosa es lo que uno piensa de si mismo, y otra lo que uno es de verdad. Petra piensa muchas cosas buenas de ella misma, pero no sabría definirse en conjunto ya que la locura prima en su vida. Lo cierto es que sí, está algo loca. La conversión y el posterior abandono de su creador ha hecho de ella una persona algo desequilibrada, para no decir mucho. No es que antes, como humana, fuese muy equilibrada, pero tampoco estaba tan en un extremo y tampoco disfrutaba con las experiencias más extremas. Para sentirse viva ella lo que hace es jugar con su propia salud. Cada mañana expone alguna parte de su cuerpo al sol y con el dolor se hace más resistente en espíritu y en cuerpo. También está obsesionada con crear armas para matar a cualquier tipo de criaturas, incluso para matarse, aunque no ha llegado a probar ningún arma con su persona, pero si los ha probado con otros vampiros.

Por otro lado siente frustración por no poder disponer de humanos cuando le da la gana para poder alimentarse. Por esa misma razón en sus antiguas tierras, cerca de su residencia, creo una casa para todos los esclavos de sangre y para todos los vampiros invitados. Su intención es crear una casa igual en Paris para disponer de sangre cada mañana después de autolesionarse. Por otro lado, no hay nadie a quien le procese amor, pero si siente cariño. A su padre adoptivo le tenía cariño aunque hace mucho que murió y lo mismo con sus parientes de sangre.  Al que actualmente le tiene cariño es al vampiro que cuidó de ella en esos momentos del principio  y es por él cuál daría  su vida sin dudarlo. Se puede decir que desde este último vampiro no ha vuelto a estar cerca de ninguno, o al menos tan íntimamente cerca, lo que en parte puede causar esa personalidad tan desequilibrada. Sabe que los vampiros necesitan de otros para poder estar bien, pero antes de juntarse a algunos necesita algo más que simplemente conocerlos de oído o de escasas palabras.

Vivió muchos años una vida que no le pertenecía. Después de nacer, fue raptada del seno de su familia por fines monetarios, profundamente egoístas, y la llamaron Anneke, en vez de Petronella Sayn, nombre que por derecho le pertenecía. Creyó durante toda su niñez, adolescencia y parte de su vida adulta que solo era hija de sirvientes y que no merecía otra cosa que una vida humilde. Estaba resignada a ello, pero una serie de acontecimientos en su adolescencia la llevaron a donde ahora está.

A los quince años, sus supuestos padres, la echaron de casa cuando no les reportó más beneficios. Aquellas viles personas habían sacado todo el dinero posible de los padres verdaderos de Petronella y cuando estos últimos se negaron a pagar más, perdiendo del todo la esperanza, los supuestos padres ya no estaban dispuestos a mantener a la niña. Tampoco era muy bella por aquel entonces como para venderla u obligarla a prostituirse, pues la cara llena de granos y los ojos saltones la hacían realmente indeseable. En las calles, estuvo a punto de morirse de hambre hasta que un hombre, un total desconocido, se le acercó un día. Ese hombre tenía una mirada aterradora en los ojos y un aura de demencia lo envolvía, pero aun así cuando le hablo a Petronella lo hizo con la mayor suavidad posible.

Él era un cazador que no tenía descendencia, ni ganas de buscar una, pero quería enseñar a alguien y se había apiadado de Petronella pues era apenas una adolescente y aquellas calles eran peligrosas. La acogió en su casa, la hizo su hija legal ante los ojos de los demás y paso a ser Anneke Vries Azn. A partir de entonces su vida fue hacía mejor. El cazador la cuidó bien e incluso cuidó su aspecto. Le enseño todo lo que sabía sobre las armas, le enseño como fabricar armas en momentos de urgencia y por ultimo le mostró su libro sobre todas las bestias que tenía etiquetadas. La hizo a su imagen y semejanza y durante quince años fue su única amiga, hasta que inesperadamente, un día, murió. Lo curioso es que no murió debido a alguna bestia sino a una herida infectada que se había hecho y no se lo había contado a nadie. Después de su muerte, ella heredó todas sus posesiones y se quedó realmente impresionada al saber que su padre adoptivo y mentor la había querido hasta el punto de dejarle todo. Por aquel entonces estaba tan harta simplemente de luchar contra las bestias, que durante un par de años se tomó el tiempo y la libertad de visitar los salones de baile, los cocteles y conocer toda la alta sociedad. Tres años después de la muerte padre adoptivo, aceptó una invitación para una cena de gala que le hizo una de las familias más ricas de los Países Bajos. Fue enorme su sorpresa al conocer a la anfitriona, su marido y sus hijos, más que nada porque la anciana mujer era igual a ella, una copia idéntica.

A partir de ese momento su vida fue toda una locura, pero excitante. Supo que esos eran sus verdaderos padres y que los sirvientes de la casa la habían raptado cuando tenía cinco meses. Supo que sus padres la habían buscado, pero que acabaron perdiendo la esperanza y ella se dio cuenta que eso debía ser por las fechas en la que la habían echado de casa. Ella no les contó toda su historia, ya que no quería añadirles más carga sobre los hombros, simplemente se preocupó de pasar todo el tiempo posible con ellos. Conoció a sus hermanos, la reconocieron ante toda la alta sociedad y toda la vida después de eso fue prácticamente un … cuento de hadas. Pero la dulce Petronella no quería un cuento de hadas. Se preocupó de seguir con el legado de su padre adoptivo tras acabar esos años locos de bailes y cocteles. Desarrolló una obsesión realmente asombrosa por la pólvora, todos aquellos materiales explosivos y las nuevas pistolas que salían derivaciones de los mosquetes y fusiles. Fue una de las mujeres que acabó proporcionando armas a todos los cazadores de la zona y eso no sentó nada bien a aquellas bestias que a veces cazaba.

A los 37 años, se casó con un viudo cazador, Conde de Nassau-Dillenburg, y los dos disfrutaron de una vida de emociones. Crearon una tienda de armas dedicada simplemente a todos los cazadores y así siguió con su vida hasta que a los 45 años cuando empezó a rondarla una de aquellas bestias. Intentó matarlo, pero no lo logró. De hecho la bestia enfurecida mató a su marido y jugó con ella hasta volverla realmente loca. A los 47 años al final la convirtió como castigo, pero la abandonó. La verdad, es que no recuerda quien era ese hombre, ni su cara, ni su voz, ni nada. Simplemente se despertó de la transición y se vio sola, desprotegida, sin saber que hacer realmente. Fue acogida por un vampiro y él cuido de ella durante todo ese periodo inicial.

En un principio se odiaba, pero con el tiempo se fue reconciliando con su parte vampirica hasta que empezó a disfrutarlo. Pero los hábitos antiguos fueron imposible de quitar. Eso la ha acompañado a lo largo de todos los años que lleva como vampira. Ahora está en Francia porque francamente esta entusiasmada con la idea de estar en una ciudad tan variada además de que necesitaba alejarse de su condado, pues todos los humanos se están empezando a dar cuenta de su condición.

• Está totalmente loca por los nuevos inventos derivados de los mosquetes y le gusta experimentar con ellos hasta crearlos a su gusto.
• Siente atracción hacía las mujeres, aunque nunca ha probado a una mujer.
• En ocasiones tiene la sensación de que en esencia sigue siendo una cazadora. Solo los colmillos y la sed de sangre le recuerdan que ya no lo es.
• El más ferviente de los deseos es encontrar a su creador, exponerlo al sol y luego bañarse en sus cenizas para que sienta lo que ella ha sentido al despertarse sola y desamparada tras la transición.