Bloody footprints [Milenka]]

por **Aura Núñez** Lun Jun 15, 2015 8:44 am

Llevaba horas y horas caminando por la orilla de la playa, dejando una hilera de huellas casi diminutas tras de mí. No tenía rumbo alguno, de hecho, parecía estar sumida en una especie de trance; como si no me importara otra cosa que no fuera avanzar y avanzar. Como si me fuera la vida en ello. ¿Que por qué me comportaba de esa manera?. ¡Y yo qué sé!. Quizás aquello mantenía mi mente ocupada, impidiendo que los pensamientos se abalanzaran sobre mí y me invadieran de nuevo con el único fin de quebrarme en pedazos. De nuevo. Ya no me quedaba otro enemigo más que mi propia mente.

Pasada una media hora, me detuve por primera vez. Había algo que fallaba, y me costó asimilar que mis piernas ya no estaban en funcionamiento. Entonces, me obligué a mí misma a sentarme cuando comencé a notar ligeros pinchazos provenientes de ambos pies. Una vez con las piernas cruzadas, eché un vistazo a las palmas y descubrí que tenía bastantes conchas clavadas por todo su diámetro; se habían incrustado en la carne y me estaban haciendo sangrar. No era algo demasiado serio, pero tampoco era bonito para la vista. Mi expresión apenas había cambiado. Estaba desconcertada, sí, pero mi mirada aún seguía perdida. Curiosa, alcé un poco la vista para vislumbrar de nuevo mis propias pisadas, las cuales habían adquirido un tono rojizo.

Sin más dilación, comencé a despojarme de las conchas, una a una. Pinchazo a pinchazo. Creía que aquella tarea volvería a distraerme, pero en realidad, cuánto más dolor sentía más volvía a ser yo misma. Fue entonces cuando las lágrimas retenidas estos últimos días salieron a la luz y se turnaban para recorrer el camino de mis mejillas hasta la arena, con la cual se fusionaban ágilmente. -Oh, cuánto os envidio...De nuevo os vais y me dejáis con esta presión en el pecho. Simplemente desaparecéis entre la arena y yo tengo que quedarme aquí...- pensé, notando el cosquilleo de las fugitivas. Ya casi había terminado de deshacerme de todas las conchas, y lo único en lo que podía pensar era en cómo sería capaz de soportar el intenso dolor aquel día. Cuánto tardaría en escapar de nuevo de él.

por **Milenka Mayfair** Jue Jun 18, 2015 9:58 am

Se percató de que el tiempo que llevaba sin pisar una playa era más del que podía recordar, años habían pasado desde que se mojó los pies en la orilla del mar. Las ganas pudieron con la vampira que, sin dudarlo, escogió su atuendo -oscuro como de costumbre- y salió de su suntuosa vivienda en dirección a la playa. Por irónico que pudiera parecer, el trayecto hasta llegar a su destino se le resultó tediosamente largo. Esa sensación no era propia de Milenka ya que el tiempo para ella no significaba apenas nada, pero los recuerdos de su vida pasada cabalgaban ahora libres por su mente. Aquellos ataques a los poblados junto a su familia, su pueblo vikingo... cerró los ojos recordando la sensación al saltar de los enormes barcos y caer en el agua, correr por la arena o por las piedras de la playa y atacar sin piedad los pueblos a conquistar y someter. Realmente siempre fue la mujer dura, despiadada y poco sensible que es ahora, salvando una humanidad que ahora creía ya haber perdido.

Una vez el carruaje se detuvo, bajó el escalón hasta el suelo y admiró la grandiosidad de la zona. Libre de edificaciones, de gente, de ira. Por un breve instante se sintió en paz. Con los zapatos en la mano y el los bajos del vestido arrastrando, fue paso a paso caminando por la orilla. Ese olor a humedad y a sal le agradaba demasiado, pero algo irrumpió en su mente con una fuerza devastadora, otro olor que conocía demasiado bien como para poder ignorarlo. Sus ojos azules, se tornaron oscuros de inmediato y sus pies antes calmos, se movían ahora certeros y veloces sobre la arena. Sangre.

La figura de una hermosa joven no tardó en aparecer, lo que provocó una sonrisa ladina en los labios de Milenka. Una noche en la que no había salido a cazar, el menú estaba expuesto ante ella y aún no era consciente. Pobre chiquilla. Escuchó sus palabras asqueada por la debilidad que reflejaban, no soportaba que nadie se auto-compadeciera ni demostrara debilidad.

Ya delante de Aura se quedó clavada en el sitio, la garganta seca por la sangre que tenía a sus pies y la mirada clavada en la joven rubia que aún reposaba en la arena. - Levántate - ordenó ejerciendo el control sobre su mente para evitar una respuesta negativa. - ¿Te mato directamente o juego contigo antes? - le divertía demasiado aquello, ese juego del gato y el ratón, asustarles era sencillo pero algo que decía que fuera de la fachada débil que había visto, esa joven tenía algo de coraje. Si lo veía, jugaría con ella, permtiéndola -quizás- continuar con vida. Si, en cambio, seguía lloriqueando; la mataría.

Una mano vagó por la mejilla de Aura, esperando a la respuesta de la humana. Era quizás una costumbre pues solía hacerlo, ahora se preguntaba el por qué de aquel gesto. Reflejaba ternura y nada distaba más de Milenka que ese sentimiento. Posó entonces el índice sobre el cuello, en el punto justo donde la carótida bombeaba sangre a un ritmo frenético, la joven humana está nerviosa... perfecto. Clavó la uña en la zona dejando un hilo de sangre salir, bajando generoso hasta colarse entre su pecho. - Tic-tac querida - murmuró con los colmillos afilados dispuestos a catar su suculenta sangre.

La espera le permitió percatarse de que lo cierto es que para ser humana, esa deliciosa joven, era poseedora de una belleza peculiar, el gesto denotaba tanto rasgos angelicales como cargados por el diablo. Parecía la doble cara de todas las monedas.

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