AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Límite De Disidencia +Privado+
2 participantes
Página 1 de 1.
Límite De Disidencia +Privado+
Me mudé. No como al principio cuando conté mi historia, no fue de país o ciudad, pero si fue un cambio que necesitaba realizar. Sé que llevaba poco tiempo en aquel pequeño pero acogedor local, que apenas me estaba dando a conocer, pero una idea, una pequeñita idea se había instalado en mi cerebelo y había comenzado a florecer al punto de provocarme jaquecas a menudo. Era como aquella criatura molesta de la que uno desea deshacerse; de esas de las que deseas deshacerte, en que, cuando tienes la mínima oportunidad te das la vuelta y le gritas: “¡¡Muy bien, muy bien!! ¡Ya te oí! ¡¿Qué demonios quieres?!”, con la diferencia de que yo sabía exactamente qué es lo que quería. Así pues, con un sentimiento extraño de reflexión, decidí mudarme a un sitio más céntrico y con mayor afluencia de gente. Usando mi propia empresa de bienes raíces, logré encontrar un sitio que cumplía con mis deseos y, está vez, en lugar de rentarlo, decidí comprarlo.
Claro que el dueño del local en el que me encontraba hasta entonces estuvo tan feliz de que me fuera como si le hubiera dado tisis a su hija, o hijo, si es que tiene, no sé, uno no sabe esas cosas, pero todos se calman con un poco de dinero de por medio y quien no lo hace es por qué tiene más dignidad y orgullo que necesidad de comer. El mundo funciona así ahora, pero todavía hay personas que no se venden. No sé si yo sea una de esas personas, pero he contribuido a que haya menos personas orgullosas en el mundo y eso es algo. Como fuera, le permití quedarse con el depósito y le pagué integro el mes que estaba corriendo, entonces quede libre para poder mudarme. El lugar en sí contaba con dos habitaciones y un anexo detrás que llevaba a un baño y a un pequeño pero elegante patio central con una fuente. Me gustó, era el típico sitio que a cualquier catrín podría acostumbrarse con poca queja.
Con el lugar ya elegido, tuve, entre otras cosas, que mandar una elegante, pulida y bien detallada carta a, sino todos, por lo menos si la mayoría de mis clientes. La meticulosidad de aquella acción me dejaba en buenos términos con ellos y lo cierto es que si reciba una carta negativa por el repentino cambio, no me podría importar menos. Yo me sentía emocionado y unos cuantos líos de tiempo y lugar con ciertos clientes, no me iban a importunar, ya aguantaba suficiente de algunos riquillos dos caras que pensaban que les estaba uno haciendo el favor, pero, hablando de favores... Sí, sí, hubo uno que otro apreciado cliente al que no podía avisar, pero no era algo que me preocupara. Sin duda podría encontrarme sin ayuda mía, ya fuera cuando me necesitara o requiriera que yo le diera algún avance de lo que he hecho bajo sus órdenes. Ahh, criaturas encantadoras.
Contrate a un par de fuertes mozos para que me ayudaran con el traslado de los muebles y el acomodó de estos en mi nueva oficina, compré un exquisito escritorio con cajones de caoba labrado a mano y lo convertí en el sitio de trabajo de, esperaba, una bonita secretaria. Sí, sí. Me gusta la carne, eso no debería sorprenderle a nadie. Yo admiro un par de fuertes muslos de la misma manera en que admiro la redondez y firmeza de unos senos levantados por un elegante corsé, todo muy simple. Como decía, conseguí también un bonito juego de sala para que fuera el sitio de espera y pocos días después, colgué en la bonita entrada enrejada del lugar, un pequeño, discreto pero elegante letrero, capaz de atraer únicamente al tipo de dama que estaba buscando. Lo cierto es que no me importaba mucho sus conocimientos, buscaba su disposición, su capacidad para aprender y su deseo de buscar nuevos retos en la vida. Tratar conmigo será un reto, casi puedo jurarlo, ¿Apostarían por qué no?
Claro que el dueño del local en el que me encontraba hasta entonces estuvo tan feliz de que me fuera como si le hubiera dado tisis a su hija, o hijo, si es que tiene, no sé, uno no sabe esas cosas, pero todos se calman con un poco de dinero de por medio y quien no lo hace es por qué tiene más dignidad y orgullo que necesidad de comer. El mundo funciona así ahora, pero todavía hay personas que no se venden. No sé si yo sea una de esas personas, pero he contribuido a que haya menos personas orgullosas en el mundo y eso es algo. Como fuera, le permití quedarse con el depósito y le pagué integro el mes que estaba corriendo, entonces quede libre para poder mudarme. El lugar en sí contaba con dos habitaciones y un anexo detrás que llevaba a un baño y a un pequeño pero elegante patio central con una fuente. Me gustó, era el típico sitio que a cualquier catrín podría acostumbrarse con poca queja.
Con el lugar ya elegido, tuve, entre otras cosas, que mandar una elegante, pulida y bien detallada carta a, sino todos, por lo menos si la mayoría de mis clientes. La meticulosidad de aquella acción me dejaba en buenos términos con ellos y lo cierto es que si reciba una carta negativa por el repentino cambio, no me podría importar menos. Yo me sentía emocionado y unos cuantos líos de tiempo y lugar con ciertos clientes, no me iban a importunar, ya aguantaba suficiente de algunos riquillos dos caras que pensaban que les estaba uno haciendo el favor, pero, hablando de favores... Sí, sí, hubo uno que otro apreciado cliente al que no podía avisar, pero no era algo que me preocupara. Sin duda podría encontrarme sin ayuda mía, ya fuera cuando me necesitara o requiriera que yo le diera algún avance de lo que he hecho bajo sus órdenes. Ahh, criaturas encantadoras.
Contrate a un par de fuertes mozos para que me ayudaran con el traslado de los muebles y el acomodó de estos en mi nueva oficina, compré un exquisito escritorio con cajones de caoba labrado a mano y lo convertí en el sitio de trabajo de, esperaba, una bonita secretaria. Sí, sí. Me gusta la carne, eso no debería sorprenderle a nadie. Yo admiro un par de fuertes muslos de la misma manera en que admiro la redondez y firmeza de unos senos levantados por un elegante corsé, todo muy simple. Como decía, conseguí también un bonito juego de sala para que fuera el sitio de espera y pocos días después, colgué en la bonita entrada enrejada del lugar, un pequeño, discreto pero elegante letrero, capaz de atraer únicamente al tipo de dama que estaba buscando. Lo cierto es que no me importaba mucho sus conocimientos, buscaba su disposición, su capacidad para aprender y su deseo de buscar nuevos retos en la vida. Tratar conmigo será un reto, casi puedo jurarlo, ¿Apostarían por qué no?
Drazel Sarbu- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 21/04/2015
Localización : Por aquí, por allá
Re: Límite De Disidencia +Privado+
Trabajo, trabajo, trabajo, aquello de lo que mucha gente se quejaba ya sea por ausencia o presencia, pero para mí no era más que algo que nunca había tenido el placer de experimentar…
La idea se me hacía cada vez más y más atrayente, llegué a la conclusión de que en definitiva, quería un empleo, no importaba si era solo por un par de horas, meses o incluso años, ¿qué tan difícil podía ser? Creo tener todo lo necesario, belleza, juventud, inteligencia y empeño ¿O es que acaso era necesario algo más?
Mi elección antes de aventurarme en dicha búsqueda fue un vestido color esmeralda de escote bateau con corset; con detalles en encaje color dorado, mangas tres cuartos un par de sencillos pendientes de perlas y mi cabello recogido de un lado con una peineta dorada y un par de hermosas plumas. Me encamine a la zona comercial, no sabía con exactitud dónde podía encontrar un trabajo pero si preguntaba sabía que si o si llegaría a algún lado, camine prestando atención a todo letrero que mis ojos alcanzasen a ver, pero nada llamaba totalmente mi atención como para comprometerme a hacerlo con dedicación y esmero. Vi acercarse a una señora de caminar distinguido, mirada fija al frente, llevaba puesto un hermoso vestido en un extraño tono mostaza, observé un ventalle que llevaba entre sus finos dedos, ya que llevaba un par de minutos observándola me detuve a preguntarle si sabía de algún lugar en el cual podía encontrar un empleo; ella muy amablemente detuvo su paso, sonrió fijando su mirada mis ojos y respondió con un tono dulce en su voz "Sí, hace un momento he pasado por un lugar en el cual ofrecen un empleo, que quizá pueda interesarte, sigue de frente por esta calle y podrás encontrarlo, mucha suerte, querida" a lo cual yo agradecida y con una sonrisa en mis labios, respondí "muchas gracias, es usted muy amable, madam"
Por mi mente pasaban todos y cada uno de los letreros que ya sabía leído y me imaginaba en esos empleos abriéndome a la posibilidad de ingresar a trabajar en alguno puesto que no encontraba ninguno más, sin embargo continúe caminando mientras pensaba, a lo lejos observé un elegante letrero que en apenas segundos llamo mi atención, apresure el paso para poder leer bien. Era bastante interesante, nada difícil y el lugar era hermoso, realmente acogedor.
Mi mirada vacilaba entre lo poco que alcanzaba a ver desde fuera, sonreí volteando hacia la calle dando un último vistazo antes de tomar una decisión e ingresar, entrelace mis dedos e ingresé a paso lento, me distraje mirando los detalles que engalanaban cada sector de aquel sitio; la decoración, el piso, las paredes, el marco de la puerta, las cortinas, todo era de mi total agrado, inhalé el agradable aroma, un aroma de esos que al percibirlos es inevitable que los pensamientos de elegancia y distinción invadan tu mente, cerré mis ojos por apenas unos segundos, para permitirme disfrutar de ese momento, mientras mi mente descartaba todos aquellos otros letreros que había leído horas antes, después de todo la caminata realmente había valido la pena. Sí, definitivamente había encontrado lo que buscaba, pero... en mi mente se formulaba una pregunta, ¿Era seguro que me aceptaran en aquel lugar?
La idea se me hacía cada vez más y más atrayente, llegué a la conclusión de que en definitiva, quería un empleo, no importaba si era solo por un par de horas, meses o incluso años, ¿qué tan difícil podía ser? Creo tener todo lo necesario, belleza, juventud, inteligencia y empeño ¿O es que acaso era necesario algo más?
Mi elección antes de aventurarme en dicha búsqueda fue un vestido color esmeralda de escote bateau con corset; con detalles en encaje color dorado, mangas tres cuartos un par de sencillos pendientes de perlas y mi cabello recogido de un lado con una peineta dorada y un par de hermosas plumas. Me encamine a la zona comercial, no sabía con exactitud dónde podía encontrar un trabajo pero si preguntaba sabía que si o si llegaría a algún lado, camine prestando atención a todo letrero que mis ojos alcanzasen a ver, pero nada llamaba totalmente mi atención como para comprometerme a hacerlo con dedicación y esmero. Vi acercarse a una señora de caminar distinguido, mirada fija al frente, llevaba puesto un hermoso vestido en un extraño tono mostaza, observé un ventalle que llevaba entre sus finos dedos, ya que llevaba un par de minutos observándola me detuve a preguntarle si sabía de algún lugar en el cual podía encontrar un empleo; ella muy amablemente detuvo su paso, sonrió fijando su mirada mis ojos y respondió con un tono dulce en su voz "Sí, hace un momento he pasado por un lugar en el cual ofrecen un empleo, que quizá pueda interesarte, sigue de frente por esta calle y podrás encontrarlo, mucha suerte, querida" a lo cual yo agradecida y con una sonrisa en mis labios, respondí "muchas gracias, es usted muy amable, madam"
Por mi mente pasaban todos y cada uno de los letreros que ya sabía leído y me imaginaba en esos empleos abriéndome a la posibilidad de ingresar a trabajar en alguno puesto que no encontraba ninguno más, sin embargo continúe caminando mientras pensaba, a lo lejos observé un elegante letrero que en apenas segundos llamo mi atención, apresure el paso para poder leer bien. Era bastante interesante, nada difícil y el lugar era hermoso, realmente acogedor.
Mi mirada vacilaba entre lo poco que alcanzaba a ver desde fuera, sonreí volteando hacia la calle dando un último vistazo antes de tomar una decisión e ingresar, entrelace mis dedos e ingresé a paso lento, me distraje mirando los detalles que engalanaban cada sector de aquel sitio; la decoración, el piso, las paredes, el marco de la puerta, las cortinas, todo era de mi total agrado, inhalé el agradable aroma, un aroma de esos que al percibirlos es inevitable que los pensamientos de elegancia y distinción invadan tu mente, cerré mis ojos por apenas unos segundos, para permitirme disfrutar de ese momento, mientras mi mente descartaba todos aquellos otros letreros que había leído horas antes, después de todo la caminata realmente había valido la pena. Sí, definitivamente había encontrado lo que buscaba, pero... en mi mente se formulaba una pregunta, ¿Era seguro que me aceptaran en aquel lugar?
Rosette Lefebvre- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 120
Fecha de inscripción : 19/08/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Límite De Disidencia +Privado+
Siempre he sido alguien impaciente, para cualquier circunstancia de mi vida y momento el tiempo desperdiciado en que espero a otros o esperar sólo por algo me han parecido insufrible a veces. Había sido la vida, con sus constantes golpes lo que me había enseñado que la paciencia era un mal necesario en el mundo. ¿Mal? Disculpen, quise decir bien. Al menos para algunos. Pero en ese instante yo me sentía muy bien, de pie en medio de la sala de espera, nombre irónico al estar hablando sobre la impaciencia pero que servía completamente al sentido de la habitación. Me gustaba el olor a nuevo del mueble escritorio, el olor de las tintas alineadas en un desorden ordenado y el papel tipo pergamino hecho a mano por aquel entonces, guardado en uno de los cajones fuera de la vista de la gente. Me gustaba el lugar por completo y de pronto lo sentía como si fuera mío desde hace mucho antes de haberlo comprado.
Y el tema de esa tarde era mi trabajo, mis papeles y mi necia impaciencia. Caminé por el lugar sin hacer ruido, moviéndome muy despacio, sin producir sonido alguno, obsesionado con la idea misma de la espera. Demasiado tiempo libre. Salí al exterior y tras comprobar una vez más que el letrero estaba justo como lo deseaba, entré de nuevo y me encerré en mi despacho. Si tenía tiempo libre, tendría que hacer algo con este. No estaba de vacaciones, seguía teniendo trabajo, sin importar cuanto quisiera hacerme el tonto con la posibilidad de ocupar mi tiempo esperando. Pero me costaba concentrarme, de pronto me asaltaba una visión, la imagen de una noche cualquiera, de esa noche como todas en la que piensas demasiado. Miraba la hoja enfrente de mí, pero no leía nada. No fue nada sorpresivo descubrir que no podría trabajar está tarde, o por lo menos durante un largo rato. Al mismo tiempo me sentía cansado, con el inherente deseo de querer considerar la opción de destruir los papeles en los que trabajaba.
No seas obsesivo Darío. Obsesivo. Pensé en ello repentinamente y se me enchinó el vello de la nuca. Pero no era obsesión, era la predisposición de estar a la espera de algo. ¿Cuánto tiempo llevaba ya el letrero puesto allí? Lo suficiente para considerar quitarlo. Sí. Necesitaba una paciencia de la que parecía carecer. Me puse de pie, girando la silla en un movimiento de mi mano, rotándola sin sentido, con mi mente tratando de enfocarse sin lograrlo. Fue entonces, que escuché sus pasos. Unos pasos particulares que subieron el par de escalones que debía recorrer para llegar a la sala en cuestión. Era humana, lo supe con la primera visión que tuve de ella. Su perfume me agradó como me gustan los abetos al soplar el viento.
Caminé hasta el centro de la habitación, hasta que me coloqué enfrente de ella a una distancia prudente, examinándola con la discreción propia de un caballero. Su belleza no me sorprendió, pero no iba a negar que era hermosa. ¿Qué podría querer una dama como ella aquí? ¿Sería que la suerte le sonreía a este lobo y sería ella la dama que esperaba? Con todo, no me arriesgué a adelantarme a conclusiones.
— Buenas tardes, madame… ¿Puedo servirle en algo? — Me sentía extraño, pero no era culpa de ella. Eran demasiadas mis expectativas al mismo tiempo que no podía ya desear por nada. Era la única y total realidad del momento.
Y el tema de esa tarde era mi trabajo, mis papeles y mi necia impaciencia. Caminé por el lugar sin hacer ruido, moviéndome muy despacio, sin producir sonido alguno, obsesionado con la idea misma de la espera. Demasiado tiempo libre. Salí al exterior y tras comprobar una vez más que el letrero estaba justo como lo deseaba, entré de nuevo y me encerré en mi despacho. Si tenía tiempo libre, tendría que hacer algo con este. No estaba de vacaciones, seguía teniendo trabajo, sin importar cuanto quisiera hacerme el tonto con la posibilidad de ocupar mi tiempo esperando. Pero me costaba concentrarme, de pronto me asaltaba una visión, la imagen de una noche cualquiera, de esa noche como todas en la que piensas demasiado. Miraba la hoja enfrente de mí, pero no leía nada. No fue nada sorpresivo descubrir que no podría trabajar está tarde, o por lo menos durante un largo rato. Al mismo tiempo me sentía cansado, con el inherente deseo de querer considerar la opción de destruir los papeles en los que trabajaba.
No seas obsesivo Darío. Obsesivo. Pensé en ello repentinamente y se me enchinó el vello de la nuca. Pero no era obsesión, era la predisposición de estar a la espera de algo. ¿Cuánto tiempo llevaba ya el letrero puesto allí? Lo suficiente para considerar quitarlo. Sí. Necesitaba una paciencia de la que parecía carecer. Me puse de pie, girando la silla en un movimiento de mi mano, rotándola sin sentido, con mi mente tratando de enfocarse sin lograrlo. Fue entonces, que escuché sus pasos. Unos pasos particulares que subieron el par de escalones que debía recorrer para llegar a la sala en cuestión. Era humana, lo supe con la primera visión que tuve de ella. Su perfume me agradó como me gustan los abetos al soplar el viento.
Caminé hasta el centro de la habitación, hasta que me coloqué enfrente de ella a una distancia prudente, examinándola con la discreción propia de un caballero. Su belleza no me sorprendió, pero no iba a negar que era hermosa. ¿Qué podría querer una dama como ella aquí? ¿Sería que la suerte le sonreía a este lobo y sería ella la dama que esperaba? Con todo, no me arriesgué a adelantarme a conclusiones.
— Buenas tardes, madame… ¿Puedo servirle en algo? — Me sentía extraño, pero no era culpa de ella. Eran demasiadas mis expectativas al mismo tiempo que no podía ya desear por nada. Era la única y total realidad del momento.
Drazel Sarbu- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 21/04/2015
Localización : Por aquí, por allá
Re: Límite De Disidencia +Privado+
Mi mirada se encontraba perdida en el suelo, mientras muchos pensamientos cruzaban mi mente, y la inseguridad inundaba mi cuerpo, pues ahora ya no creía que esos requisitos que creía reunir fueran suficientes; belleza, juventud, inteligencia y empeño, ¿y si buscaban a alguien de cabello claro, o tez más oscura o quizá más clara? ¿Qué pasaría si sus estándares eran más específicos en cuanto al físico? O tal vez buscaban a alguien con conocimientos determinados sobre algún tema en particular, tener experiencia, ¿Aceptarían a alguien sin absoluta experiencia solo con ganas de aprender y trabajar? ¿Por qué no había pensado en esas cosas antes de aventurarme a buscar un empleo? Ya no estaba segura de estar ahí, quizá debí empezar por algún lugar más sencillo así reuniría experiencia y tal vez más adelante aspiraría a un lugar mejor, más lujoso y de mejor aspecto, aún teniendo en cuenta mi posición social. No dejaba de formularme preguntas de esa clase, una y otra vez.
En ese instante oí una voz varonil un tanto gruesa la cual me sacó de mis pensamientos, — Buenas tardes, madame… ¿Puedo servirle en algo? — apenas la escuché levanté la mirada observándolo de pie en frente mío, asumo fue la inseguridad quien me hizo sentir de algún modo intimidada ante aquel hombre, presioné mis labios y pasé saliva. Me detuve un par de segundos a observar su serio semblante, con mi rostro hacia arriba en dirección al suyo, debido a su altura, poseía facciones duras, bastante varoniles, nariz alargada, labios con un perfecto balance de grosor, mentón ligeramente partido y unos ojos verdes que llamaron en demasía mi atención, pasaron algunos segundos mientras observaba sus ojos, pues ni la inseguridad me hizo bajar la mirada.
— M-Messie — respondí inclinando un poco mi cabeza lamentando terriblemente el haber titubeado al saludarle pues vaya primera impresión de inseguridad que acababa de dar — Vengo por el letrero que se encuentra colgado fuera, pues estoy interesada en encontrar algún empleo — hice una ligera seña con mi mano izquierda señalando la dirección en la que se encontraba el letrero, volteando por un segundo hacia esa dirección antes de continuar hablando. Tras responderle me quedé en silencio pero realmente inquieta por saber cual sería su respuesta, mis uñas ejercían presión contra la palma de mi mano, la cual coloqué detrás de mi vestido, en un intento de ocultar la inseguridad que sentía. Mantenía mi cuerpo erguido con la mirada hacia arriba, pero en mi mente aun no cesaban esos pensamientos sobre si reunía o no los requisitos para aquel trabajo, o quizá ya habían encontrado a alguien y aun no quitaban el letrero, alguna parte en mi quería dar marcha atrás y retirarme de aquel acogedor lugar, pasaban muchas cosas por mi mente, incluso reconsiderando alguno de los letreros que había visto antes, aquellos los cuales había ignorado apenas haberlos visto, al mismo tiempo pensaba en porque no irían de aceptarme, mis pensamientos se contradecían una y otra vez, llegando incluso a pensar en que quizá aún no era tiempo de trabajar, tal vez más adelante, cuando reúna más experiencia de vida, quien sabe lo que podría pasar en un par de semanas o meses, pero… ¿esperar más? Este lugar me había agradado lo suficiente como para hacerme querer trabajar aquí, la paga era lo último en lo que pensaba.
Logré calmar un poco todas esas contradicciones en mi cabeza y ahora mis pensamientos rogaban me aceptaran en aquel sitio de modo que aquel día habría valido la pena, la caminata y por fin mis anhelos de trabajar se harían realidad y sería nada más y nada menos que en este bello lugar, al pensar en aquello involuntariamente levanté un poco las comisuras de mis labios y mis cejas, tratando de reprimir una sonrisa.
En ese instante oí una voz varonil un tanto gruesa la cual me sacó de mis pensamientos, — Buenas tardes, madame… ¿Puedo servirle en algo? — apenas la escuché levanté la mirada observándolo de pie en frente mío, asumo fue la inseguridad quien me hizo sentir de algún modo intimidada ante aquel hombre, presioné mis labios y pasé saliva. Me detuve un par de segundos a observar su serio semblante, con mi rostro hacia arriba en dirección al suyo, debido a su altura, poseía facciones duras, bastante varoniles, nariz alargada, labios con un perfecto balance de grosor, mentón ligeramente partido y unos ojos verdes que llamaron en demasía mi atención, pasaron algunos segundos mientras observaba sus ojos, pues ni la inseguridad me hizo bajar la mirada.
— M-Messie — respondí inclinando un poco mi cabeza lamentando terriblemente el haber titubeado al saludarle pues vaya primera impresión de inseguridad que acababa de dar — Vengo por el letrero que se encuentra colgado fuera, pues estoy interesada en encontrar algún empleo — hice una ligera seña con mi mano izquierda señalando la dirección en la que se encontraba el letrero, volteando por un segundo hacia esa dirección antes de continuar hablando. Tras responderle me quedé en silencio pero realmente inquieta por saber cual sería su respuesta, mis uñas ejercían presión contra la palma de mi mano, la cual coloqué detrás de mi vestido, en un intento de ocultar la inseguridad que sentía. Mantenía mi cuerpo erguido con la mirada hacia arriba, pero en mi mente aun no cesaban esos pensamientos sobre si reunía o no los requisitos para aquel trabajo, o quizá ya habían encontrado a alguien y aun no quitaban el letrero, alguna parte en mi quería dar marcha atrás y retirarme de aquel acogedor lugar, pasaban muchas cosas por mi mente, incluso reconsiderando alguno de los letreros que había visto antes, aquellos los cuales había ignorado apenas haberlos visto, al mismo tiempo pensaba en porque no irían de aceptarme, mis pensamientos se contradecían una y otra vez, llegando incluso a pensar en que quizá aún no era tiempo de trabajar, tal vez más adelante, cuando reúna más experiencia de vida, quien sabe lo que podría pasar en un par de semanas o meses, pero… ¿esperar más? Este lugar me había agradado lo suficiente como para hacerme querer trabajar aquí, la paga era lo último en lo que pensaba.
Logré calmar un poco todas esas contradicciones en mi cabeza y ahora mis pensamientos rogaban me aceptaran en aquel sitio de modo que aquel día habría valido la pena, la caminata y por fin mis anhelos de trabajar se harían realidad y sería nada más y nada menos que en este bello lugar, al pensar en aquello involuntariamente levanté un poco las comisuras de mis labios y mis cejas, tratando de reprimir una sonrisa.
Rosette Lefebvre- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 120
Fecha de inscripción : 19/08/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Límite De Disidencia +Privado+
Era la luna. Mi pequeño pero perjudicial descuido de olvidar, por unas horas, la fecha que siempre era tan importante. Más importante que ninguna otra fecha. Que ninguna que yo deseara celebrar al menos. Pero era eso, ese detalle el que me tenía, podía decirlo, ligeramente alterado. Fue un alivio descubrirlo; uno nunca puede encontrarse en paz cuando las cosas se le escabullen, cuando la memoria no funciona bien y tienden a escapársete cosillas como estás, pequeños delirios de envejecimiento, ¿Quizás? Cómo sea, estoy demasiado viejo para verme tan joven y me siento demasiado joven como para tener problemas de mayores. ¡Y debía de sentirme contento! ¡Una dama ha respondido a mi mensaje en la puerta y parece dispuesta a ponerse en mis manos como mi secretaria personal!
¡Listo! ¡Ella misma lo ha dicho! Por mi mente se paseó la imagen del letrero en el exterior de mi oficina y ante su señal, mi vista se desvió a la puerta, como si pudiera ver el letrero a través de las paredes. Volví a mirarla y me fijé en el cabello, en cómo se le ondulaba y en el tono oscuro y vibrante de cada hebra. Hasta donde yo estaba me llegaba su dulce aroma, incluso podía sentir la suavidad de su piel. No estaba ante una mujer de clase baja, en absoluto. Miré sus ropas y estiré el momento lo más posible, lo estiré antes de que fuera imposible mostrarme grosero. Esta vez mi mutismo era de interés, ya no me sentía en las nubes, no estaba pensando en la inmortalidad del cangrejo como dicen por allí. Por cierto que odio el cangrejo. Desde que pude escoger que comer por mí mismo, nunca he vuelto a comerlo. Eso, el caviar y el ostión. Vaya porquería de comidas, habiendo venados por allí. ¿Deberían intentar comer eso ustedes? Los pondría enfermos. Ya quisiera verlo.
— Efectivamente, madame. — Dije y avancé al escritorio que, si todo marchaba bien, sería destinado al uso de ella. Le indiqué que se sentará en la silla de enfrente, moviendo mi mano con precaución y elegancia, y en seguida hice yo lo propio. — Ha llegado usted en el momento idóneo, es curioso que lo diga, puesto que las casualidades me parecen funestas y poco confiables, pero estaba a punto de retirar el letrero, iba a salir a hacerlo, cuando la encontré en la entrada. Sea bienvenida entonces. — Hice una pausa mientras repasaba superficialmente, por mi mente, los pormenores de una entrevista. — ¿Ha trabajado usted antes en este tipo de empleo? — No voy a tutearla, no me parece adecuado, no con una dama y menos con una a la que acabo de conocer. He de reconocerme a mí mismo que me gustaría mucho tenerla trabajando junto a mí. Si ella pertenece a la alta clase, no es una mujer prepotente, como esas que veo en las aburridas fiestas de té a las que he ido con un buen amigo, un amigo que se aburre mucho más que yo en esas fiestas.
No había preparado nada, ninguna hoja de guía para cuando tuviera que entrevistar a alguien. Pero ahora incuso parecía algo extra e innecesario. Ella era la única que había respondido al anuncio. No quería buscar a nadie más. La espera era fastidiosa y está situación fue de lo más oportuna. Pero necesitaba escucharla primero.
¡Listo! ¡Ella misma lo ha dicho! Por mi mente se paseó la imagen del letrero en el exterior de mi oficina y ante su señal, mi vista se desvió a la puerta, como si pudiera ver el letrero a través de las paredes. Volví a mirarla y me fijé en el cabello, en cómo se le ondulaba y en el tono oscuro y vibrante de cada hebra. Hasta donde yo estaba me llegaba su dulce aroma, incluso podía sentir la suavidad de su piel. No estaba ante una mujer de clase baja, en absoluto. Miré sus ropas y estiré el momento lo más posible, lo estiré antes de que fuera imposible mostrarme grosero. Esta vez mi mutismo era de interés, ya no me sentía en las nubes, no estaba pensando en la inmortalidad del cangrejo como dicen por allí. Por cierto que odio el cangrejo. Desde que pude escoger que comer por mí mismo, nunca he vuelto a comerlo. Eso, el caviar y el ostión. Vaya porquería de comidas, habiendo venados por allí. ¿Deberían intentar comer eso ustedes? Los pondría enfermos. Ya quisiera verlo.
— Efectivamente, madame. — Dije y avancé al escritorio que, si todo marchaba bien, sería destinado al uso de ella. Le indiqué que se sentará en la silla de enfrente, moviendo mi mano con precaución y elegancia, y en seguida hice yo lo propio. — Ha llegado usted en el momento idóneo, es curioso que lo diga, puesto que las casualidades me parecen funestas y poco confiables, pero estaba a punto de retirar el letrero, iba a salir a hacerlo, cuando la encontré en la entrada. Sea bienvenida entonces. — Hice una pausa mientras repasaba superficialmente, por mi mente, los pormenores de una entrevista. — ¿Ha trabajado usted antes en este tipo de empleo? — No voy a tutearla, no me parece adecuado, no con una dama y menos con una a la que acabo de conocer. He de reconocerme a mí mismo que me gustaría mucho tenerla trabajando junto a mí. Si ella pertenece a la alta clase, no es una mujer prepotente, como esas que veo en las aburridas fiestas de té a las que he ido con un buen amigo, un amigo que se aburre mucho más que yo en esas fiestas.
No había preparado nada, ninguna hoja de guía para cuando tuviera que entrevistar a alguien. Pero ahora incuso parecía algo extra e innecesario. Ella era la única que había respondido al anuncio. No quería buscar a nadie más. La espera era fastidiosa y está situación fue de lo más oportuna. Pero necesitaba escucharla primero.
Drazel Sarbu- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 21/04/2015
Localización : Por aquí, por allá
Re: Límite De Disidencia +Privado+
El sonido de su voz interrumpió mis pensamientos, “Efectivamente, madame” dijo, estaba casi segura de que sus siguientes palabras estarían seguidas de un pero. Se dirigió hacia un escritorio, indicándome que tomara asiento en la silla que se encontraba frente al escritorio, obedecí a la mayor brevedad posible.
Tomé asiento, acomodando delicadamente mi vestido procurando irradiar seguridad en cada uno de mis movimientos; levanté mi mirada fijándola en su rostro, escuchando todas sus palabras con suma atención, temía que me preguntara sobre mi experiencia laboral, ya que ese era un fuerte motivo para no darme el empleo, sus palabras tranquilizaron mis pensamientos, pero para tras una pequeña pausa, mis temores se hicieran realidad. Y sí, así es, pregunto por mi experiencia laboral, aunque al menos pregunto por esa clase de empleo y no en general, pero yo sabía que debía ser sincera y decirle, que no tenía experiencia laboral, dudé, quise ocultarle esa verdad y de ese modo hacer más cercana la oportunidad de que me aceptase — Verá Messie, me apena tener que confesarle que de usted darme este empleo será el primero que tendré, no he tenido la necesidad de trabajar, pero me gustaría obtener experiencia, saber lo que es, sé que ese punto me juega en contra, imagino que usted lo que busca es alguien con al menos un poco de experiencia — hice una pausa bajando la mirada hacia mis manos por unos segundos antes de volverla a levantar con la firme intención de continuar hablando, pero al levantar la mirada y fijarla en sus ojos, me mantuve en silencio, con los labios entreabiertos como para pronunciar palabra, pero preferí no decir más, pues mi pausa ya había sido bastante larga.
Inevitablemente mi cuerpo se mantenía tenso, los segundos en espera de su respuesta se me hacían larguísimos y me hacían dudar de mis capacidades para poder obtener ese empleo.
Tomé asiento, acomodando delicadamente mi vestido procurando irradiar seguridad en cada uno de mis movimientos; levanté mi mirada fijándola en su rostro, escuchando todas sus palabras con suma atención, temía que me preguntara sobre mi experiencia laboral, ya que ese era un fuerte motivo para no darme el empleo, sus palabras tranquilizaron mis pensamientos, pero para tras una pequeña pausa, mis temores se hicieran realidad. Y sí, así es, pregunto por mi experiencia laboral, aunque al menos pregunto por esa clase de empleo y no en general, pero yo sabía que debía ser sincera y decirle, que no tenía experiencia laboral, dudé, quise ocultarle esa verdad y de ese modo hacer más cercana la oportunidad de que me aceptase — Verá Messie, me apena tener que confesarle que de usted darme este empleo será el primero que tendré, no he tenido la necesidad de trabajar, pero me gustaría obtener experiencia, saber lo que es, sé que ese punto me juega en contra, imagino que usted lo que busca es alguien con al menos un poco de experiencia — hice una pausa bajando la mirada hacia mis manos por unos segundos antes de volverla a levantar con la firme intención de continuar hablando, pero al levantar la mirada y fijarla en sus ojos, me mantuve en silencio, con los labios entreabiertos como para pronunciar palabra, pero preferí no decir más, pues mi pausa ya había sido bastante larga.
Inevitablemente mi cuerpo se mantenía tenso, los segundos en espera de su respuesta se me hacían larguísimos y me hacían dudar de mis capacidades para poder obtener ese empleo.
Rosette Lefebvre- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 120
Fecha de inscripción : 19/08/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Límite De Disidencia +Privado+
Sobre mi escritorio yacían esas cosas que con regularidad dejaba sobre la superficie, las hojas con los datos sobre los casos que estaba llevando en ese momento, las plumas fuente con su cojín y el tintero debidamente situado donde debía de estar. Todo estaba puesto en su debido orden, tanto en la superficie del escritorio nuevo, así como en el archivero que me había mandado a instalar debidamente junto a mi mesa, a la sombra de las paredes, lejos de la ventana, donde el sol no podría borrar la tinta que con tanto esmero mis clientes y yo habíamos impreso en los bordes de los documentos. Aquel escritorio era el nuevo, se apoyaba en sus robusta y elegantemente labradas cuatro patas; dentro de lo que era mi nueva oficina. ¿Y qué es lo que había en este escrito, en el que había ocupado antes y que ahora sería para mi secretaria y ayudante? Nada. Estaban mis manos, los dedos entre cruzados y, enfrente de mí, sentada bien derecha, la dama que me proponía entrevistar.
Sus palabras tomaron forma, y respondió a mis preguntas como esperaba que lo hiciera. En su tono no percibí vacilación a pesar de su nula experiencia, lo que, continuando con la cadena de hechos, me orilló un poco más a la sospecha de que era de clase alta. Si era, así, cosa que quizás le preguntara, más adelante, el hecho de que trabajara me llamaba aún más la atención. Pero yo no la interrumpí, espere pacientemente a que ella concluyera de responder mis preguntas y me percaté de cada silaba suya, buscando la entonación, la mentira, lo que fuera. Me preocupaba que viéndose tan fina, pudiera tener un motivo que yo desconociera. Los cazadores eran unos monstruos y ya habían destruido mi vida en dos ocasiones. No dejaría que hubiera una tercera.
Me incliné sobre la mesa, aprovechando la pausa y mi sombra se proyectó con cierto tono amenazador, diferente a mi voz que fue tranquila, bien entonada, profesional.
—Según sus palabras, puedo hacerme a la idea de que comprendes el porqué de lo que voy a preguntarte. —comencé, midiendo mis palabras con calma, dándoles un aire pensativo. —No debe preocuparse, esto no tiene nada que ver con sus capacidades para el trabajo. Si hay algo que no sepa se lo enseñaré y pronto se habrá adaptado y todo será muy sencillo. Mi pregunta se refiere a usted. A su interés sobre este empleo. —lentamente giré la cabeza y observé la antesala; observé la reja que estaba enfrente de mí, que custodiaba la puerta con la rigidez propia del hierro. Luego, la miré de nuevo. La dama tenía un extraño olor consigo. Un aroma que inquietaba al lobo dentro de mí. —¿Cúal es su motivo para buscar trabajo? —puntualicé, especificando mi deseo, mi curiosidad y todo lo que rondaba la pregunta. Quería saber quién era ella. Y si el empleo era sólo una cuestión de su curiosidad, de aprender cosa nuevas o, a diferencia, había algo más allí.
Sus palabras tomaron forma, y respondió a mis preguntas como esperaba que lo hiciera. En su tono no percibí vacilación a pesar de su nula experiencia, lo que, continuando con la cadena de hechos, me orilló un poco más a la sospecha de que era de clase alta. Si era, así, cosa que quizás le preguntara, más adelante, el hecho de que trabajara me llamaba aún más la atención. Pero yo no la interrumpí, espere pacientemente a que ella concluyera de responder mis preguntas y me percaté de cada silaba suya, buscando la entonación, la mentira, lo que fuera. Me preocupaba que viéndose tan fina, pudiera tener un motivo que yo desconociera. Los cazadores eran unos monstruos y ya habían destruido mi vida en dos ocasiones. No dejaría que hubiera una tercera.
Me incliné sobre la mesa, aprovechando la pausa y mi sombra se proyectó con cierto tono amenazador, diferente a mi voz que fue tranquila, bien entonada, profesional.
—Según sus palabras, puedo hacerme a la idea de que comprendes el porqué de lo que voy a preguntarte. —comencé, midiendo mis palabras con calma, dándoles un aire pensativo. —No debe preocuparse, esto no tiene nada que ver con sus capacidades para el trabajo. Si hay algo que no sepa se lo enseñaré y pronto se habrá adaptado y todo será muy sencillo. Mi pregunta se refiere a usted. A su interés sobre este empleo. —lentamente giré la cabeza y observé la antesala; observé la reja que estaba enfrente de mí, que custodiaba la puerta con la rigidez propia del hierro. Luego, la miré de nuevo. La dama tenía un extraño olor consigo. Un aroma que inquietaba al lobo dentro de mí. —¿Cúal es su motivo para buscar trabajo? —puntualicé, especificando mi deseo, mi curiosidad y todo lo que rondaba la pregunta. Quería saber quién era ella. Y si el empleo era sólo una cuestión de su curiosidad, de aprender cosa nuevas o, a diferencia, había algo más allí.
Drazel Sarbu- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 21/04/2015
Localización : Por aquí, por allá
Re: Límite De Disidencia +Privado+
Levanté la vista hacia él, deteniéndome por unos segundos en sus labios, antes de fijarla en sus ojos y unir su mirada con la mía.
Tomé valor para ser sincera arriesgándome a perder la oportunidad de trabajar en tan agradable y bello lugar, eché los hombros atrás enderezando la espalda y seguidamente inicié diciendo. — antes que nada, Messie, agradezco sus palabras, mis ansias de aprender y ganar experiencia son grandes eso puedo asegurárselo, sin lugar a dudas trataré de hacer lo que deba de la mejor manera posible. —
Guardé silencio unos segundos antes de continuar, las dudas empezaban a inundar mi cabeza, pero la decisión estaba tomada, yo había decidido decirle mi real y casi injustificado motivo, así que debía continuar hablando. —…me temo que, el motivo por el cual he decidido buscar trabajo es realmente simple y casi injustificado, es solo por aprender y ganar experiencia, no tengo necesidad de recibir un salario — relamí mis labios, parpadee un par de veces con la mirada inquieta antes de continuar — Créame que entiendo completamente si estas palabras que acaban de salir de mis labios le hagan desistir de darme el empleo, es completamente entendible que desee a alguien que merezca el pago que usted ofrece y que realmente lo necesite. — culminé lo que tenía que decir, con una ligera sonrisa en mis labios, reflejando en ella un poco de resignación y tristeza a la vez.
Tomé valor para ser sincera arriesgándome a perder la oportunidad de trabajar en tan agradable y bello lugar, eché los hombros atrás enderezando la espalda y seguidamente inicié diciendo. — antes que nada, Messie, agradezco sus palabras, mis ansias de aprender y ganar experiencia son grandes eso puedo asegurárselo, sin lugar a dudas trataré de hacer lo que deba de la mejor manera posible. —
Guardé silencio unos segundos antes de continuar, las dudas empezaban a inundar mi cabeza, pero la decisión estaba tomada, yo había decidido decirle mi real y casi injustificado motivo, así que debía continuar hablando. —…me temo que, el motivo por el cual he decidido buscar trabajo es realmente simple y casi injustificado, es solo por aprender y ganar experiencia, no tengo necesidad de recibir un salario — relamí mis labios, parpadee un par de veces con la mirada inquieta antes de continuar — Créame que entiendo completamente si estas palabras que acaban de salir de mis labios le hagan desistir de darme el empleo, es completamente entendible que desee a alguien que merezca el pago que usted ofrece y que realmente lo necesite. — culminé lo que tenía que decir, con una ligera sonrisa en mis labios, reflejando en ella un poco de resignación y tristeza a la vez.
Rosette Lefebvre- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 120
Fecha de inscripción : 19/08/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Límite De Disidencia +Privado+
Era una mujer tan hermosa como abierta a las posibilidades. Esto era tan sorpresivo como atrayente, y aunque ese olor, esa ínfima esencia seguía rodando debajo de mi nariz, podía dejarla de lado por un momento para enfocarme en lo que ella esperaba de mí. Ella era humana, de eso no había duda, aunque si podía, me acercaría lo suficiente para tocarla y acabar de comprobar lo que esta bella mujer era. ¿Me arriesgaría a provocar una situación así? Puede que lo pudiera hacer sin quebrar el límite de un caballero.
Escuché sus palabras con detenimiento, fijándome en su titubeo, en su manera de guardar silencio que me hizo pensar en un criminal que estaba arrepintiéndose de cometer un crimen antes de tener que hacerlo. Fue casi divertido.
—Me temo que eso no será posible. Mi ética me obliga a darle un salario, más allá de la necesidad de hacerlo o no. Pero, afortunadamente, lo que haga usted con el dinero es completamente de su poderío. —No pude contenerme, esperaba que esto fuera un poco más serio, pero, al contrario, resulto que lo acabé diciendo casi como una broma. Pero el aspecto legal era real. Al escucharla, me llevé una nueva impresión de su parte. Curiosamente, aquel desinterés por el dinero, la volvía perfecta para trabajar para mí. —Por el contrario, su deseo de trabajar por el simple hecho de aprender cosas, me parece fascinante.
Guardé silencio entonces, centrándome un poco en una imagen a futuro. Una proyección de lo que podría ser mi vida laboral como una semana ya con mi nueva asistente. Parecía despierta y segura de sí misma y, la mejor parte, es que había sido honesta. No requiero de más caras falsas que las de la alta sociedad, en mi vida. Por otro lado, me sentía aturdidamente interesado en el ligero olor que ella despedía debajo de su perfume. Familiar, pero desconocido.
—Madame, mucho me temo que las formalidades y la etiqueta estricta francesa no son mi fuerte. Por el contrario, prefiero la cruda claridad de la charla frente a frente, por lo mismo, olvidé pedirle su nombre cuando se presentó ante mí. Mi nombre, como ya habrá visto, es Darío Sarbu, licenciado en leyes. —Extendí la mano al frente, para tomar la suya, en el clásico saludo y cierre de tratos que se acostumbra entre caballeros. —Acepto su respuesta, madame, y le doy la bienvenida su nuevo empleo.
Esto fue el primer paso. Aún debíamos hablar de los por menores y otros asuntos, considerando que mi ritmo de trabajo, no era normal.
Escuché sus palabras con detenimiento, fijándome en su titubeo, en su manera de guardar silencio que me hizo pensar en un criminal que estaba arrepintiéndose de cometer un crimen antes de tener que hacerlo. Fue casi divertido.
—Me temo que eso no será posible. Mi ética me obliga a darle un salario, más allá de la necesidad de hacerlo o no. Pero, afortunadamente, lo que haga usted con el dinero es completamente de su poderío. —No pude contenerme, esperaba que esto fuera un poco más serio, pero, al contrario, resulto que lo acabé diciendo casi como una broma. Pero el aspecto legal era real. Al escucharla, me llevé una nueva impresión de su parte. Curiosamente, aquel desinterés por el dinero, la volvía perfecta para trabajar para mí. —Por el contrario, su deseo de trabajar por el simple hecho de aprender cosas, me parece fascinante.
Guardé silencio entonces, centrándome un poco en una imagen a futuro. Una proyección de lo que podría ser mi vida laboral como una semana ya con mi nueva asistente. Parecía despierta y segura de sí misma y, la mejor parte, es que había sido honesta. No requiero de más caras falsas que las de la alta sociedad, en mi vida. Por otro lado, me sentía aturdidamente interesado en el ligero olor que ella despedía debajo de su perfume. Familiar, pero desconocido.
—Madame, mucho me temo que las formalidades y la etiqueta estricta francesa no son mi fuerte. Por el contrario, prefiero la cruda claridad de la charla frente a frente, por lo mismo, olvidé pedirle su nombre cuando se presentó ante mí. Mi nombre, como ya habrá visto, es Darío Sarbu, licenciado en leyes. —Extendí la mano al frente, para tomar la suya, en el clásico saludo y cierre de tratos que se acostumbra entre caballeros. —Acepto su respuesta, madame, y le doy la bienvenida su nuevo empleo.
Esto fue el primer paso. Aún debíamos hablar de los por menores y otros asuntos, considerando que mi ritmo de trabajo, no era normal.
Drazel Sarbu- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 21/04/2015
Localización : Por aquí, por allá
Temas similares
» Mi limite llegó.
» Límite de participación en temas On-Rol
» Fly away-privado
» If You Believe | Privado
» Cuando los placeres de los hombres parecen alcanzar un limite -Glen-
» Límite de participación en temas On-Rol
» Fly away-privado
» If You Believe | Privado
» Cuando los placeres de los hombres parecen alcanzar un limite -Glen-
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour