Eveshka Fyodorovna | ID

► HABILIDADES:

→ Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.

→ Atributos: Colmillos afilados, uñas afiladas (en algunos casos), piel y cuerpo resistentes (aunque suave al tacto y a la vista), e inmortalidad.


► PODERES INNATOS:

→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.

→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor.


► PODERES:

→ Persuasión: Habilidad para controlar las acciones o el razonamiento de otra persona. Este poder logra que otras personas realicen acciones, sin que éstas puedan negarse o incluso darse cuenta, mediante palabras con entonación imperativa, es decir, ordenándolas.

→ Telepatía: Habilidad para sondear los pensamientos superficiales de cualquier sujeto cercano y escucharlos como escucharía hablar a esa persona. Con el tiempo suficiente, puede enterarse casi de cualquier cosa sobre el sujeto.

→ Seducción: Esta habilidad hace que cualquier persona se sienta atraída ya sea físicamente o emocionalmente a la persona poseedora del poder. El vampiro seduce a los demás hasta lograr controlar las emociones de su adversario a su antojo. Funciona en cualquiera de los dos sexos. Este poder funciona únicamente como atracción.

Si hubiese que definir a Charlize, o Eveshka (según se le conozca), con una sola palabra esa sería "Ambición". Si bien en su juventud había estado siempre rodeada de lujos, perdió la inocencia a muy temprana edad, lo bastante para saber que si quería conseguir algo en la vida debía trabajar duro para conseguirlo. Y con trabajar se refiere a hacer cualquier cosa que fuese necesaria, incluso matar a una condesa y a su hija para poder pasarse por ella y tomar el título y las riquezas en su lugar.

Al abandonar Francia, y a sus hermanos, Charlize dejó atrás el fraude que había sido su familia y se procuraba a sí misma su éxito. Estaba más que deseosa de grandeza, riqueza, poder. Los hombres eran en su vida algo meramente pasajero, y generalmente los utilizada como medio para conseguir un fin; desde lo más simple como satisfacer sus deseos sexuales hasta para hacerla inmortal y eternamente joven. Siempre había un motivo para cada uno de sus actos.

Si bien había dejado atrás a sus hermanos, no los había olvidado. Si había alguien a quien Charlize amaba esos eran Clyde y Colette, pero al irse necesitaba un tiempo para ella, para sus ambiciones, y no para servir a alguien más. Roger la había herido profundamente, y su madre la había hecho enfurecer con su débil carácter. Pero el pasado era pasado y debía seguir adelante con su nueva vida y su nueva identidad, aún así esperaba poder reunirse pronto con Colette, se había marchado estando ambas molestas con la otra y temía que no pudiera salir adelante sola.

La ruina de los Dumont

La familia Dumont fue, durante varios siglos y numerosas generaciones, una de las familias más acaudaladas en toda Francia e incluso buena parte de Europa. No eran parte de la realeza, nunca había existido un título ligado a su buen nombre, pero muchas veces eran tomados en cuenta como tal gracias a su rancio abolengo.

Roger, padre de Charlize, al igual que sus muchos antepasados, fue instruido en diversas áreas de aprendizaje tales como economía, política, arte…, con el mismo afán que se le dedicaría a la educación de cualquier príncipe. Sin embargo, así como las buenas costumbres, el dinero, los castillos y el buen gusto, la debilidad por los juegos de azar y las apuestas eran algo que pasaba de generación en generación entre los hombres Dumont, y claro, Roger no sería la excepción.

A los 30, se casó y tuvo su primer hijo, también la primera deuda importante en su carrera como apostador. Necio y orgulloso, Roger nunca abandonó una mano hasta haber perdido mucho más de lo que estaba dispuesto a apostar en una noche. Había recibido una excelente educación, había heredado más dinero del que muchos podrían pensar que existía en el mundo, lo único que no había sacado de sus ancestros era el buen juicio y la voluntad para saber cuándo detenerse.

Cinco años más tarde, su mujer dio a luz a dos hermosas gemelas. Las niñas eran la luz de los ojos de Roger, un par de ángeles rubios con unos ojos de un intenso verde. Con su nacimiento, Roger prometió dedicar más tiempo a sus negocios que a las apuestas, pero no había sido la primera vez y tampoco sería la última. Así pues, no fue hasta pasados 20 años que Roger reparó en la magnitud de sus deudas y la pesadilla de los Dumont comenzó.

Tras la inminente bancarrota, la familia tuvo que recurrir a rematar muchas de las propiedades que habían pertenecido a los Dumont durante siglos para poder saldar las deudas con los prestamistas, las deudas de juegos y otras tantas que había adquirido a través de los años. En el proceso de pagar hasta el último centavo que se debía, Nicolette, su esposa, enfermó; una enfermedad extraña que le había arrancado la vida demasiado joven debido a que no tenían los recursos para costear los buenos médicos de antaño.

Como es evidente, las familias que antes se hicieron llamar “sus amigos” poco a poco se fueron alejando de ellos, rompiendo no sólo relaciones de amistad, sino también de negocios. Los compromisos pautados para las gemelas fueron abolidos y, como si fuera poco, fueron completamente rechazados por la sociedad que antes les dio cobijo.

No pudiendo soportar el desastre que él mismo había provocado, Roger se suicida, dejando a su hijo de 27 años a cargo de las deudas a su nombre que aún no habían podido solventar, con sólo una de las muchas propiedades que antes mostraron el escudo Dumont con orgullo, y un par de hermanas de 22 años de las que hacerse cargo.


Charlize Dumont

Charlize, a diferencia de su hermana pequeña Colette, nunca fue dócil u obediente. Por el contrario, siempre fue muy vivaz, inquieta, rebelde, necia y curiosa. Se metió en muchos problemas por meterse donde nadie la llama, problemas de los que casi siempre salía gracias a la ayuda de su hermano mayor Clyde.

Fue en una noche de travesuras, en la que Clyde la traía a rastras a casa, que ambos escucharon una discusión muy fuerte entre sus padres y las deudas que estaban adquiriendo por culpa de sus juegos de apuestas. A pesar de tener sólo 12 años, Charlize se soltó del fuerte agarre de su hermano, mayor por 5 años, y entró en defensa de su madre, recibiendo ella el golpe que su padre pensaba darle a Nicolette.

Todos los presentes se quedaron sin palabras ante la escena. La mirada de la menor de los presentes hacia su padre fue una de autentico desprecio en aquel momento, y desde entonces nunca volvió a ser el trato entre ellos igual que antes. "Nunca vuelvas a levantarle la mano a mi madre" fueron las palabras que pronunció la chica luego de ponerse en pie y sin derramar una sola lagrima, contrario a lo que todos pensaron.

Aquella noche marcó un antes y un después para Charlize.

A los 17 años, tras escuchar una fuerte discusión entre su padre y un hombre que según lo que hablaban parecía ser un prestamista, la chica interrumpió. El hombre extraño exigía que se le cancelara la deuda, y que de no ser así se llevaría a su esposa y haría con ella lo que quisiera. Charlize notó cómo su padre sopesaba la idea y fue entonces que hizo su magistral entrada.

-Mi madre es débil, y ya entrada en años. Apuesto a que usted estaría mucho más contento con algo de carne... Fresca- fue así como ella se ofreció a tomar el lugar de su madre, y como Roger la entregó sin miramientos. La única condición que Charlize había puesto a ambos hombres es que nadie más que ellos tres podía saberlo.

Por 3 años Roger la entregó como garantía de pago a multiples hombres, quienes disfrutaron de su cuerpo como quisieron, en más de una ocasión haciéndole daño no sólo físico sino también psicológico. Consiguió sus colmillos gracias a uno de los muchos hombres a los que su padre le debía dinero, por un tiempo sólo lo dejó alimentarse de ella y finalmente le pidió que la convirtiera. Lo peor de todo es que no había valido de nada, las deudas de su padre no hicieron otra cosa más que crecer y crecer, hasta el punto en que se lo comieron vivo y destruyeron a la familia Dumont.


Eveshka Fyodorovna

Cuando finalmente las deudas fueron saldadas y los 3 hermanos se separaron, Charlize cogió rumbo al Sacro Imperio Romano Germánico, más específicamente a Viena. Llegó a la ciudad sin una moneda en el bolsillo, pero con todas las ganas de cambiar su vida. Sin importar lo que tuviera que hacer, no volvería nunca a pasar hambre o a dormir en el lecho de un hombre viejo y asqueroso.

Con una ambición tan grande como su sed de sangre, Charlize comenzó a trabajar en el castillo de la Condesa del condado donde vivía, era una mansión enorme y lujosa, pero eso no la amedrentaba, ella había vivido rodeada de esa riqueza desde siempre, conocía todas las costumbres.

Fue una noche en que la hija de la Condesa llegó tan ebria a casa que no podía ni ponerse en pie, que Charlize vio su oportunidad. Luego de beber hasta la última gota de su sangre y luciendo su precioso vestido, participó en la presentación a la sociedad de Eveshka Fyodorovna, heredera natural del título de Condesa, haciéndose pasar por ella. La Condesa, al ver que la impostora se desenvolvía bien en su papel, y sin duda que tenía un mejor comportamiento en sociedad que su propia hija, no la desmintió.

Al finalizar la fiesta, cuando ambas se sinceraron, quedó claro que la verdadera heredera no haría más que llevar el buen nombre de la familia a mal puerto y que lo mejor para todos es que Charlize tomara su lugar. De cualquier forma, la chica no le dio elección a la Condesa pues, tras dejarle saber que su hija había muerto, la mujer no tendría ningún otro heredero si no la aceptaba a ella (y le habría encajado el colmillo de haberse negado, después de todo ya era reconocida por la sociedad como la próxima Condesa).

Tras algunos años, en los que se aprovechó de su 'madre' para conocer a aquellos que eran cercanos a la condesa, se deshizo de ella en cuanto comenzó a parecerle molesta. Tomando entonces el título, el dinero, y las propiedades. Era oficialmente la Condesa del Sacro Imperio Romano Germánico.