Amparo Federighi

Amparo Federighi

Descripción psicológica

El primer rasgo que se distingue en Amparo, es su naturaleza emotiva. Es una muchacha de una gran sensibilidad y de una marcada introspección. De pocas palabras, siempre dice lo justo y lo necesario, aunque a veces menos. Tiene un constante aire melancólico, extrañando el pasado que fue y que no volverá, mezclado la con la desesperanza de un presente nada próspero. A pesar de que puede parecer débil, no hay nada más alejado de la realidad. Amparo tiene una gran capacidad para adaptarse a todas las circunstancias, es una joven completamente camaleónica, que se hará de los recursos necesarios para subsistir en cualquier tipo de ambiente, sea éste hostil o no. Quizá por eso puede parecer que tiene cierto grado de hipocresía, pero lo cierto es que Amparo tiene una sensibilidad especial, que le permite captar los sentires ajenos fácilmente, haciéndose de sus necesidades y convirtiéndolas en propias. Le cuesta mucho separar sus emociones de aquellas que no le pertenecen, motivo por el cual, puede ser difícil de comprender. Se involucra con rapidez en los problemas que no son propios, y siempre intentará mediar en los conflictos. Sin embargo, se muestra sumamente inaccesible con los demás; en extremo reservada, sería una verdadera empresa intentar socavar en sus pensamientos, aunque inspira gran confianza en quienes la rodean. Se cuida demasiado de no demostrar lo que siente, sea dolor, felicidad, alegría, tristeza. Amparo es amorosa, sí, pero no es demostrativa; se retrae cuando está acompañada, pero en un dúo se siente cómoda y con libertad de acción. Es temerosa y también cuidadosa, desconfiada, no siente curiosidad por aquellas cosas que le generan incomodidad; lejos está de los grandes desafíos, abandonó sus sueños y sus deseos, y decidió reprimir todo aquello que le evocase los tiempos felices, como una manera de resguardarse y de resguardarlos de la oscuridad. A pesar de que es solitaria, tiene una pequeña porción de necesidad de sentirse aceptada por los demás, de ser parte de un colectivo que le de seguridad. Es bastante sensible a las críticas, quizá porque ella es muy cuidadosa de no herir con sus palabras, y es por ello que espera que los demás sean de la misma forma; aunque, al cuidarse de no decir lo que pasa por su corazón, es complicado que los otros sepan qué quiere, qué siente, qué le gusta y qué no.

Historia

La primavera de 1781 fue testigo del nacimiento de la tercera hija de los Federighi. Nicanor Federighi, un próspero comerciante sevillano, había contraído nupcias con Lucrecia, una joven empleada de escasos recursos, que encontró en él la posibilidad de crecer y asegurarse su futuro económico. Esperaron con alegría el alumbramiento, rogando a Dios y a la Virgen que les enviasen, por fin, el ansiado hijo varón, pero éste no llegó, y tampoco llegaría jamás. Sin embargo, el ferviente cristianismo que ambos profesaban, les impedía rechazar a la pequeña, quien al principio fue recibida con cierto cuidado, aunque terminó ganándose el cariño de sus dos hermanas mayores y de sus progenitores.

Criada en un ambiente armónico, tuvo una infancia sin demasiados sobresaltos. Una posición, tanto social como financiera, lo suficientemente holgada para darse los gustos necesarios, una educación aceptable, una familia sin demasiadas complicaciones más que la decisión de qué comer en la cena o qué vestido usar para la misa dominical. Los Federighi no eran más que un grupo de parentesco, unido por esa consanguinidad que los obligaba a permanecer juntos el tiempo suficiente para casar a las tres muchachas con jóvenes de renombre y luego, dedicarse a retozar sus últimos días de vida en algún lugar alejado de la muchedumbre. Lucrecia dedicándose a disfrutar de sus nietos y Nicanor fumando puros con sus yernos. Pero nada de eso que tanto habían planeado, salió de la manera esperada.

Salma, la mayor de las hijas, había terminado casada con un patán, que se había presentado como uno de los mejores partidos de la sociedad romulense, y que, luego de un año de matrimonio, todos agradecían que no hubieran sido sus hijas las esposas de un ser tan despreciable. Se dedicó al juego, empeñó todos y cada uno de sus bienes, vivía alcoholizado y no prestaba atención a su mujer, que era consolada por su hermana menor, Amparo, la única que aún no había contraído nupcias. Nicanor, en más de una oportunidad, se vio obligado a pagar las deudas de juego de su yerno, ya que amenazaban de muerte tanto al joven como a su esposa. Lucrecia no soportó la presión, vivía nerviosa y el carácter tranquilo que alguna vez había poseído, había terminado esfumándose por completo. Murió una noche mientras tenía una pesadilla terrible; Nicanor no toleró la soledad y se lanzó a la mala vida como el esposo de su hija mayor.

Amparo y Salma vendían joyas y objetos valiosos para resguardar a los hombres de los males del vicio. La mayor encontró la solución al gran conflicto que los aquejaba, y con aprobación de su padre, buscó un marido adinerado para Amparo. Se decantó por un joven militar, de cabello oscuro, piel bronceada y los ojos más negros que el carbón, una sonrisa luminosa que la encandiló fácilmente. A pesar de la renuencia de la más joven, el matrimonio se llevó a cabo con bombos y platillos; todos lucieron espléndidos el día de la boda, que se celebró previamente al natalicio número diecinueve la muchacha.

Pero, una vez más, las cosas no saldrían como lo esperaban. La noche de consumación no se llevó a cabo; el militar se excusó con un pronto viaje, y a los pocos minutos de llegada al que sería su nuevo hogar, la obligaron a empacar y subirse a un carruaje, que comenzó una marcha sin fin. Amparo le preguntaba a su esposo a dónde la llevaba, le rogaba que le permitiese despedirse de su familia, pero él no contestaba y se limitaba a echarle vistazos que la hacían callar rápidamente.

Por su parte, los Federighi por fin esperaban la aparición de la recién casada, pero al cabo de una semana, no recibían noticias de ella. Cuando Salma y Nicanor acudieron a una visita sin invitación, se encontraron con que la dirección que les habían dado, era inexistente; o, al menos, la casa donde debía vivir Amparo, era una construcción derruida y vacía. Se dieron cuenta, con gran pesar, que no volverían a tener noticias de la menor de la familia; el poderoso marido de la segunda hija, hizo las averiguaciones correspondientes y tuvo que anoticiar sobre una red de prostitución, que engañaba a las familias en problemas económicos, mostrándoles la fachada de un joven millonario, que resultaba ser un reclutador de meretrices. Amparo podía terminar en cualquier prostíbulo de Europa, nunca más volverían a saber de ella.

Datos Extra

• Cumplió 19 años en el viaje.
• Ha llegado a París recientemente, aún está intentando comprender la terrible situación en la que está envuelta.
• No domina demasiado bien el francés, por lo que le cuesta mucho relacionarse con sus pares.
• Siempre lleva colgado el rosario que le regaló su madre para la primera comunión.
• Le teme a la oscuridad.
• Detesta el calor y los insectos.
• Tiene debilidad por los postres.

Creado por Frozen •