Esperanza de mi Pueblo

por **Cinderelle Orage** Sáb Dic 12, 2015 2:43 pm

DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

Osun Obba Cinderelle Orage

▲EDAD▲

21 años

▲ESPECIE▲

HUMANA- HECHICERA.

.

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Esclava.

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Heterosexual.

▲LUGAR DE ORIGEN▲

Se cree que en el Reino de Oyó- Nigeria-

▲HABILIDADES/PODERES▲

Atmokinesis* Limpieza * Encandilamiento

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

A pesar de las situaciones penosas y dolorosas por la que debe atravesar este personaje, se muestra atenta y cordial con todas las personas que se cruzan en su vida. Sus relaciones interpersonales están llenas de buenos sentimientos y celos funestos. Quien se acerque a Cinderelle tendrá que comprender que ella nació en la versión del “limbo” en África. Ver a un hombre o una mujer le llama poderosamente la atención. Es un juguete nuevo.
Posee dos dones de los hechiceros, sus conjuros, llamados por ella “trabajos” siempre llegan a destino, y su invocación a espíritus- elementales o de difuntos- la hacen pertenecer a esta raza de humanos especiales. Pero son esos mismos dones los que la colocan en un lugar de vulnerabilidad y de ilusoria locura con respecto a los demás esclavos. Si tuviera que resumir la personalidad de esta africana, tendría que advertir a quien la quisiera conocer que: No se aburrirá con ella, pero que tenga cuidado, porque detrás de esa ingenuidad y dulzura hay un lado tenebroso que rogará nunca despertar.

HISTORIA

En tierras africanas hay un lugar, de mágico proceder. Las montañas, los ríos y el mar, las plantas, tormentas y caminos, todo en ese sitio es distinto. Se respira la energía sagrada de los dioses africanos, seres que alguna vez tuvieron vida y que, ahora, forman parte de las fuerzas de la naturaleza. Allí, donde ningún hombre blanco ha logrado entrar, nació una niña de enorme poder. El cómo llegó allí es un misterio.
Algunos, creen que existe una tribu dentro de esas tierras, desconfiados por naturaleza y protectores de esa antigua magia ancestral. Otros, creen que llegó a la orilla del mar, cuando era apenas una bebé y que, la diosa del mar, Yemanjá la cuidó desde entonces.
La niña creció, se convirtió en mujer. Conducida por su curiosidad dio con la tribu que moraba en las periferias. Su porte señorial y temerario desconcertó a hombres y mujeres ¿Era un Orixá? ¿Un ser elemental enviado? ¿Era una mujer? La trataron como si se tratara de una diosa. Aunque ella se los negaba con lenguaje de señas.
Poco a poco, comprendieron que se trataba de una mujer. Aquella recién llegada llevaba en su ser una cualidad de cada dios pero no sabía hablar, sino cantar. El brujo de la tribu la recibió como si se tratara de una hija perdida. Le enseñó las palabras, la historia de su gente, y la casó con su hijo mayor. Un guerrero llamado Odé Orim.
Su captura fue una noche sin luna. Los hombres blancos irrumpieron una ceremonia de iniciación en el culto a sus dioses, mientras sonaban los tambores. La capturaron golpeándola en la cabeza, esto es lo que ocurrió después:

“Estaba en casa. A mi lado, Madre Yemanjá danzaba protegiéndome del peligro, Madre Iansá batía sus manos al cielo en señal de victoria, y Madre Oxúm, decoraba mi pescuezo con sus collares de caracoles. Padre Oxalá se acercó despacio, con su calma característica. Se apoyó en su bastón y dijo:
- Hija, llegó el día en que tu existencia toma valor propio. Fuiste protegida y criada en nuestros reinos pero nunca perteneciste a alguno de ellos. Estuviste entre el mundo de los vivos y el de los muertos todos tus años de vida. Conociste lo sagrado y lo terrenal, y ahora, ha llegado el momento de partir a tu misión. Tú eres la esperanza para todos nuestros hijos que están prisioneros por bestias en forma de hombres. Te encargo su tranquilidad espiritual.

Con estas palabras, como si se tratara de espectros creados por mi mente, desaparecieron los cuatro abandonándome a mi suerte. Desperté, en un sitio oscuro, con olor a muerte. Miles de personas como yo estaban atadas de pies y manos. No podíamos escapar, nuestro cuerpo estaba cansado, y nuestros espíritus luchaban contra la realidad en la que nos habían sumergido. Éramos escoria.

Un hombre de distinta piel y facciones nos puntaba con algo que nos debía dar miedo. Gritaba, parecía darnos órdenes. Se enojaba, mandaba a empujarnos. Ahora, andábamos por una madera que nos acercaba a la tierra. De los miles que éramos, quedamos apenas unos pocos. Miré el cielo, estaba despejado y soleado. Por un momento, me sentía en casa.
Una mujer de la tribu del hombre gritón se acercó a mí tapándose la nariz con un pedazo de tela. Vestía de otra manera, más adornada, más llamativa. Su vestido era de oro, y por un momento creí que se trataba de una de mis guardianas: La hermosa reina de las aguas dulces, Oxúm. Me tiré al suelo, saludándola como me había enseñado ella misma en mi infancia. Unas manos pesadas me levantaron. La mujer sonrió. Me señaló. Llamó a ese hombre que parecía tener mucho poder en sus manos. Me liberaron pies y manos. La mujer me ató a ella con una cinta, y poquito a poco me condujo hacia un extraño objeto tirado por caballos. Ella subió. Otra mujer, como yo, negra como la noche, me indicó que la siguiera. El extraño objeto se movió y nosotros lo seguimos caminando.
Un enorme castillo se abría paso entre los caminos. ¿Allí viviría? Me condujeron hacia un altar, pero no estaban las comidas de mis dioses, sino que, una enorme cruz llena de joyas se levantaba impetuosa por encima de nuestras cabezas. Se pusieron de rodillas. Yo no los entendía. Me empujaron por detrás para que yo los imitara. Un hombre con vestido negro se acercó a nosotros. Su mirada se posaba en mí como si se tratara de un bicho. Tomó dos recipientes. Me condujo hacia una pequeña fuente y me arrojó agua en mi cabeza. Una corriente eléctrica me recorrió desde la cabeza hasta los pies, no quería estar allí. Me tiré para atrás cuando quiso que comiera un círculo blanco. Me agarraron de las orejas y me obligaron a que lo llevara a mi boca. No tenía feo sabor pero, significaba más que un simple alimento. Y eso lo sabía bien.
- Mi nombre- dijo un africano imitando a la mujer.- Es Lucrecia Orage. A partir de ahora, tú eres Cinderelle Orage, la nana de mis sobrinos. Tu deber es cuidarlos y enseñarles las buenas costumbres. Me perteneces de día y de noche. No te olvides de eso.

Algo en mi interior rugió. Rayos y truenos comenzaron a hacer su presencia fuera del castillo. Un rayo entró rompiendo el ventanal yendo directamente a la mujer de traje dorado. Los demás africanos me condujeron por un antiguo pasadizo, con la espera de que pudiera escapar. Para cuando salí del pasadizo ya habían mandado a capturarme, y ahora, viajaba a una ciudad llamada París para ser otra vez vendida a quién sabe quién. Para hacer qué sabe qué cosa.”

DATOS EXTRA

* Cuando está en el río o el mar su capacidad de influenciar sobre el clima es mucho más fuerte.
*Cuando era niña se cortó la oreja izquierda jugando a la historia de las antiguas Osun y Obbá, dos hermanas muy hermosas que entraron en disputa por el amor de su rey.
*Gusta de usar vestidos viejos de las damas más finas.

por Invitado Sáb Dic 12, 2015 3:39 pm

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