AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Guillaume de Beaune
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Guillaume de Beaune
Guillaume de Beaune
Datos
Nombre: Guillaume de Beaune.
Edad: 27 años.
Especie: Humano/Hechicero.
Tipo de clase social o cargo: Clase Media.
Orientación sexual: Heterosexual.
Lugar de Origen: En algún lugar de Francia.
Edad: 27 años.
Especie: Humano/Hechicero.
Tipo de clase social o cargo: Clase Media.
Orientación sexual: Heterosexual.
Lugar de Origen: En algún lugar de Francia.
Habilidades
► PODERES INNATOS:
→ Hechicería: Habilidad para hacer que cosas sucedan, ya sean a favor o en contra de alguna persona, por medio de conjuros, hierbas y pociones. Esto incluye altos conocimientos de herbolaria que les permiten hacer también curaciones.
→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder les permite reconocer a licántropos y cambiantes cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida.
► PODERES DESARROLLADOS:
→ Reminiscencia: Poder para bucear en los recuerdos humanos de los mortales e inmortales.
→ Atmokinesis: Habilidad para controlar ocasional y relativamente el clima y los sucesos meteorológicos (Rayos, tempestades...).
→ Creación de Ilusiones: Habilidad que le permite crear ilusiones a su alrededor; imitará texturas, sonidos, olores, etc., desconcertando así a su oponente y brindándole una excelente arma defensiva. El poseedor de este don será capaz de entrar a la mente de su adversario con sus ilusiones.
→ Hechicería: Habilidad para hacer que cosas sucedan, ya sean a favor o en contra de alguna persona, por medio de conjuros, hierbas y pociones. Esto incluye altos conocimientos de herbolaria que les permiten hacer también curaciones.
→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder les permite reconocer a licántropos y cambiantes cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida.
► PODERES DESARROLLADOS:
→ Reminiscencia: Poder para bucear en los recuerdos humanos de los mortales e inmortales.
→ Atmokinesis: Habilidad para controlar ocasional y relativamente el clima y los sucesos meteorológicos (Rayos, tempestades...).
→ Creación de Ilusiones: Habilidad que le permite crear ilusiones a su alrededor; imitará texturas, sonidos, olores, etc., desconcertando así a su oponente y brindándole una excelente arma defensiva. El poseedor de este don será capaz de entrar a la mente de su adversario con sus ilusiones.
Personalidad
Siempre dicen que quien mejor conoce a una persona son sus padres y quizás no sea un decir tan errado, pues, los padres somos quienes nos encargamos de la formación de nuestros hijos desde que nacen. Somos los responsables de sus primeras palabras y de quienes serán más adelante. Por eso, me atrevo a hablar abiertamente de quien es Guillaume de Beaune, más allá de su historia y de cómo coincidimos en la vida.
Cuando estuve dentro de la inquisición se me formó para ser un espía adecuado, un observador y alguien que pudiese conocer a otros sin tener que convivir demasiado tiempo con ellos. En el caso de Guillaume, he estado en toda su existencia a su lado, cuidándolo y siendo el mejor padre para él. Hemos compartidos alegrías y tristezas, triunfos y derrotas. Siempre nos hemos apoyado mutuamente, porque eso es el deber ser de una familia. Le he enseñado a desconfiar para poder confiar; que aquellas personas que nos brindan su lealtad sin esperar nada a cambio, son los seres más nobles que conseguiremos en nuestro largo trecho por la vida. Guillaume siempre ha sido un muchacho atento, observador y quien en silencio sabe aceptar cuando ha cometido errores, demostrando la verdadera humildad de sí mismo. Poco le ha gustado excusarse, siempre ha preferido la honestidad ante todo. Eso, tal vez, es algo que aprendió durante sus primeros años conviviendo con los dominicos.
Guillaume tiende a reflejar tranquilidad, es alguien pacífico y un tanto distraído, también, es un joven muy bromista. Digamos que es quien suele liberar tensiones en el clan, especialmente cuando todo estamos muy nerviosos. Nunca puede faltar alguna de sus bromas o comentarios chistosos y sacados de lugar. Guillaume siempre demuestra su optimismo y cuando menos lo pensamos, tiene un plan perfectamente trazado por si algo sale mal, lo que lo convierte en un chico astuto, quien piensa antes de actuar. Porque sí, una de las características de Guillaume, es que es una persona calculadora e inteligente. Su amor por los libros e incluso, la ciencia, lo convierten en un hombre que ha sabido aprovechar sus habilidades para el aprendizaje de muy buena manera.
Nobleza y lealtad son sus principales cualidades. Si puedes confiar en alguien, ese es Guillaume, pues tiende a guardar muy bien los secretos y también se muestra muy reservado ante los desconocidos. Me he empeñado que con el tiempo aprendiera a regular sus emociones y me sorprende que a pesar de ser tan joven, lo haya conseguido. Aunque muy pocas veces lo haya visto verdaderamente molesto, no me extrañaría que pudiese perder los estribos si le hacen alguna mala jugada o traicionan su confianza. Guillaume es el tipo de personas en el que se puede estar seguro, pero si se le traiciona, no es nada condescendiente. Incluso pienso en que se mostraría indiferente. Ya lo hizo una vez con alguien que pertenecía a nuestro clan.
¿Miedos? Todos los tenemos. Sólo que él ha preferido lidiar con esos temores directamente y si algo no sale bien, su terquedad no le permite fracasar. Es muy decidido a la hora de tomar decisiones importantes y el arrepentimiento no existe en su "diccionario personal".
En fin, no quisiera extenderme con más detalles o no acabaría nunca. Pero como bien dicen, nunca acabas conociendo del todo a alguien. Yo al menos creo conocer a Guillaume de Beaune, pero no sé cómo acabará toda esta historia y que nuevas cosas surjan en el camino. Sólo espero que sean buenas y que Dios permita que así sean
Cuando estuve dentro de la inquisición se me formó para ser un espía adecuado, un observador y alguien que pudiese conocer a otros sin tener que convivir demasiado tiempo con ellos. En el caso de Guillaume, he estado en toda su existencia a su lado, cuidándolo y siendo el mejor padre para él. Hemos compartidos alegrías y tristezas, triunfos y derrotas. Siempre nos hemos apoyado mutuamente, porque eso es el deber ser de una familia. Le he enseñado a desconfiar para poder confiar; que aquellas personas que nos brindan su lealtad sin esperar nada a cambio, son los seres más nobles que conseguiremos en nuestro largo trecho por la vida. Guillaume siempre ha sido un muchacho atento, observador y quien en silencio sabe aceptar cuando ha cometido errores, demostrando la verdadera humildad de sí mismo. Poco le ha gustado excusarse, siempre ha preferido la honestidad ante todo. Eso, tal vez, es algo que aprendió durante sus primeros años conviviendo con los dominicos.
Guillaume tiende a reflejar tranquilidad, es alguien pacífico y un tanto distraído, también, es un joven muy bromista. Digamos que es quien suele liberar tensiones en el clan, especialmente cuando todo estamos muy nerviosos. Nunca puede faltar alguna de sus bromas o comentarios chistosos y sacados de lugar. Guillaume siempre demuestra su optimismo y cuando menos lo pensamos, tiene un plan perfectamente trazado por si algo sale mal, lo que lo convierte en un chico astuto, quien piensa antes de actuar. Porque sí, una de las características de Guillaume, es que es una persona calculadora e inteligente. Su amor por los libros e incluso, la ciencia, lo convierten en un hombre que ha sabido aprovechar sus habilidades para el aprendizaje de muy buena manera.
Nobleza y lealtad son sus principales cualidades. Si puedes confiar en alguien, ese es Guillaume, pues tiende a guardar muy bien los secretos y también se muestra muy reservado ante los desconocidos. Me he empeñado que con el tiempo aprendiera a regular sus emociones y me sorprende que a pesar de ser tan joven, lo haya conseguido. Aunque muy pocas veces lo haya visto verdaderamente molesto, no me extrañaría que pudiese perder los estribos si le hacen alguna mala jugada o traicionan su confianza. Guillaume es el tipo de personas en el que se puede estar seguro, pero si se le traiciona, no es nada condescendiente. Incluso pienso en que se mostraría indiferente. Ya lo hizo una vez con alguien que pertenecía a nuestro clan.
¿Miedos? Todos los tenemos. Sólo que él ha preferido lidiar con esos temores directamente y si algo no sale bien, su terquedad no le permite fracasar. Es muy decidido a la hora de tomar decisiones importantes y el arrepentimiento no existe en su "diccionario personal".
En fin, no quisiera extenderme con más detalles o no acabaría nunca. Pero como bien dicen, nunca acabas conociendo del todo a alguien. Yo al menos creo conocer a Guillaume de Beaune, pero no sé cómo acabará toda esta historia y que nuevas cosas surjan en el camino. Sólo espero que sean buenas y que Dios permita que así sean
Ernest de Beaune.
París, año 1800.
París, año 1800.
Historia
Quizás no muchos estén acostumbrados a que sean otros los que cuenten la historia de alguien en un principio, pues siempre se presta para malos entendidos o simplemente se considera que nadie es lo suficientemente honesto y sensato para decir algo sobre un tercero sin necesidad de irse a los extremos. Pues en mi caso, es diferente. Mi nombre es Ernest y hoy por hoy he venido a contarles la historia quien se oculta tras la figura de Guillaume, aquel joven al que he adoptado como mi hijo.
Eran días grises y lluviosos, para ese entonces servía como agente inquisitorial al Arzobispo de Carcasona y me encargaba que viajase por casi todos los rincones del país en busca de la herejía que tanto depravaba a los hombres. Cuando era apenas un joven de unos dieciséis años, jamás, me afectaron esas palabras de mi maestro, pero cuando la desgracia me azotó una noche de otoño, con la luna en el horizonte, eché a un lado muchas de mis ideas impuestas. Fui convertido a la licantropía a los veintiún años y desde ese entonces comprendí muchas cosas sobre el mundo sobrenatural. Pero callé, por respeto o tal vez fue porque en todo ese tiempo, había aprendido que a un inquisidor no se le puede engañar.
Ese día me había internado en el bosque en busca de algún hechicero al que pudiera atrapar y así mis superiores se contentarían torturándolo, dejándome un poco de alivio. Iba en compañía de Friedrich, quien hacía poco se había retirado de la armada germana. Ambos conversábamos sobre asuntos variados y ya la edad y los malestares del pasado me pesaban. Necesitaba la libertad que mis huesos y mi mente tanto pedían.
Mientras avanzábamos por aquellas montañas, gracias a nuestros sentidos sobrenaturales (Friedrich era cambiante), logramos reconocer la presencia de agua, ésta chocaba fuertemente con las rocas, pues aquel lugar montañoso era bastante pedregoso, demasiado para mi gusto. Como teníamos sed y ya el cansancio nos jugaba sucio, decidimos acercarnos a aquella vertiente de agua. Divisamos la zona y luego de refrescarnos y tomar nuestras provisiones, nos retiramos, o al menos esa fueron mis intenciones antes de escuchar un llanto. Si, un llanto de un bebé en medio del bosque. Me quedé perplejo un rato al no observar nada, pero fue Friedrich, con su sexto sentido de un buen felino, quien logró reconocer el origen de aquel lamento infantil. Nos acercamos y nuestra sorpresa fue mayor cuando escuchábamos los llantos desde el suelo. Por un momento, y como hombres criados en la Iglesia, creímos que se trataba de la broma de un brujo que nos pilló sin que nos diéramos cuenta. Pero fue mi corazón y una extraña sensación de que algo me hablaba, pidiéndome que no desistiera. Fue en ese momento cuando empecé a excavar en el suelo para encontrarme con lo que parecía ser un féretro. El agua había ayudado a dejarlo bastante superficial, como por cosas de la naturaleza. No supe que hacer hasta que las palabras de Friedrich, pidiéndome que abriera aquel cajón, me sacaron de mi ensoñación.
Rápidamente quité la tapa que lo cubría y mis ojos no pudieron creer lo que veían. Era un bebé. Uno muy pequeño y que dada por la condición que mostraba, no lo había pasado nada bien. Mi compañero se retiró un poco y yo no supe qué hacer. En mi oficio nunca me ensañé con niños, pues había perdido a mi dos hijos junto con mi esposa hacía unos años. Aquello todavía me revolvía la conciencia. Por lo que al estar frente a aquel infante, esas emociones afloraron en mí como lo hacen las flores en primavera. Tomé al bebé en mis brazos y tras limpiarlo, lo envolví en mi abrigo y le ofrecí agua fresca, la cual bebió como si hubiera pasado días sin probar ni una gota.
¿Qué padres desalmados se atreven a abandonar a un recién nacido de aquella manera? Mi ira fue apaciguada por la extraña paz de la montaña, quien parecía haber entrado en una calma cuando aquel niño fue rescatado por Friedrich y por mí. De inmediato decidimos irnos al pueblo más cercano, al pie de la montaña, para que alguna buena mujer pudiera darle la asistencia necesaria. Como sabían que éramos agentes de la Inquisición, el lugar que nos recibió con los brazos abiertos, fue el monasterio. Ahí atendieron al infante. Le dieron de comer, lo bañaron y le pusieron ropa nueva, también se encargaron de darle asistencia médica, pues, estaba desnutrido y eso podría acarrearle problemas de salud. Me sentía incapaz de dejarlo solo, pues, algo me ataba a él. Sin pensármelo mucho fui directamente con el párroco, un dominico de buen corazón. Sus palabras se marcaron en mí durante la confesión y sin más me permitió la adopción de aquel niño a quien bauticé como Guillaume, en honor a mi padre.
Pero había un problema. Yo no podía arrastrar a ese pequeño al mundo oscuro de la Inquisición, quería que se alejara de todas aquellas depravaciones y que su nombre no apareciese en los registros. Así que, fue Friedrich quien se excusó ante nuestros superiores, el párroco dominico de aquel pequeño monasterio, decidió darme alojo mientras Guillaume se recuperaba y las matronas, que también ofrecían asistencia en el orfanato, me ayudaron con el pequeño.
Sin esperarlo, me había convertido nuevamente en padre. Y no me molestaba; gracias a ese pequeño fue que tomé la firme decisión de retirarme de las filas inquisitoriales. Aunque igual terminé dedicándome a una venganza que con el pasar de los años acepté de absurda. Pero seguir hablando de mí, carece de sentido ahora. El protagonista, es Guillaume.
Los primeros años, para evitar de exponerlo en peligro constante, lo dejé al lado de aquellos monjes dominicos que tanto conocía y que me habían ofrecido su apoyo en momentos críticos. Ellos se encargaron de enseñarle a Guillaume todo lo necesario, desde aprender y a escribir, hasta filosofía. Lo instruyeron en todo sentido y hoy en día estoy muy agradecido por ese apoyo incondicional. Son de las pocas personas rescatables en una Iglesia tan corrompida. Ya cuando cumpliría once años, decidí finalmente llevármelo, él estaba muy ilusionado de estar finalmente a mi lado, pues desde muy pequeño yo fui la única imagen paterna que conoció. A veces me interesaba en conocer su pasado, pero era una tontería, a esas alturas, lo mejor era no atormentarlo con semejante bobería.
Fue justo a esta edad cuando Guillaume desarrolló su talento para las artes mágicas. Para mí, era complicado, pues, aunque conviví con hechiceros durante mis años de servicio como agente de la inquisición, no era practicante de dichos conocimientos. Sin embargo, me las ingenié para hallar al tutor, o mejor dicho, a la tutora adecuada. Su nombre era Minerva, una hermosa griega heredera del culto a la diosa Hécate y quien había conocido hacia unos años. Su condición social la habían librado de los inquisidores y eso era una gran ventaja y más en esos momentos que necesitaba de alguien de confianza. Minerva y Guillaume congeniaron muy bien, pues el chiquillo empezaba a desarrollar los primeros rasgos de ser una persona tranquila, pero con ideas firmes.
Guillaume viajaría conmigo por varias partes del continente, debía a aprender a ser ágil, astuto y desconfiado. Debía hacerlo, pues teníamos que ganarnos la vida de alguna manera, así, junto con Friedrich y otros más, formaríamos un pequeño grupo de cazadores. No teníamos un lugar en específico en donde vivir, muchas ciudades se volverían nuestro hogar y de vez en cuando visitábamos las montañas. Fue en una de esas visitas al viejo monasterio cuando decidí contarle toda la verdad a Guillaume. A pesar de ser una cruda verdad, ya tendría la edad suficiente para asimilar mejor todo aquello que le contaba. Pensé que se sentiría avergonzado y quizás me odiaría, pero muy al contrario, estuvo agradecido conmigo y para él siempre sería su padre, sin importar que nuestra sangre era diferente.
Luego de aquella vez, no hay demasiado que contar, los siguientes años transcurrieron con la monotonía de siempre. Guillaume ya me conocía bastante bien y estoy seguro que si hubiera sido inquisidor, sería un espía muy bueno. Pero la vida, o mejor dicho, yo, no quise que así fuese.
Nuestro clan iba creciendo, no demasiado, pero sí se integraron nuevos miembros, entre esos, un joven de nombre Zéphyr, quien se volvería el compañero inseparable de Guillaume y como otro hijo para mí. Ambos muchachos se la llevaron bastante bien y se entendían a la perfección. Eso, me hacía sentir satisfecho, pues Guillaume, en mucho tiempo, siempre demostró ser algo solitario y apático con las demás personas. Me preocupaba, no podía negarlo, pero la realidad era que sencillamente no había encontrado aquel hermano que quizás pudo haber tenido cuando fue abandonado en aquel féretro en medio del bosque.
Ahora que estamos en París, Guillaume se ha mostrado interesado, por primera vez, en su pasado y pretende que sea la magia quien lo guíe a esa verdad. Su decisión no me contenta mucho que digamos, pero es algo personal, en lo cual, no debo interferir, sino apoyarlo en lo necesario y así lo haremos, porque Zéphyr está dispuesto a ayudarlo en esa aventura.
Eran días grises y lluviosos, para ese entonces servía como agente inquisitorial al Arzobispo de Carcasona y me encargaba que viajase por casi todos los rincones del país en busca de la herejía que tanto depravaba a los hombres. Cuando era apenas un joven de unos dieciséis años, jamás, me afectaron esas palabras de mi maestro, pero cuando la desgracia me azotó una noche de otoño, con la luna en el horizonte, eché a un lado muchas de mis ideas impuestas. Fui convertido a la licantropía a los veintiún años y desde ese entonces comprendí muchas cosas sobre el mundo sobrenatural. Pero callé, por respeto o tal vez fue porque en todo ese tiempo, había aprendido que a un inquisidor no se le puede engañar.
Ese día me había internado en el bosque en busca de algún hechicero al que pudiera atrapar y así mis superiores se contentarían torturándolo, dejándome un poco de alivio. Iba en compañía de Friedrich, quien hacía poco se había retirado de la armada germana. Ambos conversábamos sobre asuntos variados y ya la edad y los malestares del pasado me pesaban. Necesitaba la libertad que mis huesos y mi mente tanto pedían.
Mientras avanzábamos por aquellas montañas, gracias a nuestros sentidos sobrenaturales (Friedrich era cambiante), logramos reconocer la presencia de agua, ésta chocaba fuertemente con las rocas, pues aquel lugar montañoso era bastante pedregoso, demasiado para mi gusto. Como teníamos sed y ya el cansancio nos jugaba sucio, decidimos acercarnos a aquella vertiente de agua. Divisamos la zona y luego de refrescarnos y tomar nuestras provisiones, nos retiramos, o al menos esa fueron mis intenciones antes de escuchar un llanto. Si, un llanto de un bebé en medio del bosque. Me quedé perplejo un rato al no observar nada, pero fue Friedrich, con su sexto sentido de un buen felino, quien logró reconocer el origen de aquel lamento infantil. Nos acercamos y nuestra sorpresa fue mayor cuando escuchábamos los llantos desde el suelo. Por un momento, y como hombres criados en la Iglesia, creímos que se trataba de la broma de un brujo que nos pilló sin que nos diéramos cuenta. Pero fue mi corazón y una extraña sensación de que algo me hablaba, pidiéndome que no desistiera. Fue en ese momento cuando empecé a excavar en el suelo para encontrarme con lo que parecía ser un féretro. El agua había ayudado a dejarlo bastante superficial, como por cosas de la naturaleza. No supe que hacer hasta que las palabras de Friedrich, pidiéndome que abriera aquel cajón, me sacaron de mi ensoñación.
Rápidamente quité la tapa que lo cubría y mis ojos no pudieron creer lo que veían. Era un bebé. Uno muy pequeño y que dada por la condición que mostraba, no lo había pasado nada bien. Mi compañero se retiró un poco y yo no supe qué hacer. En mi oficio nunca me ensañé con niños, pues había perdido a mi dos hijos junto con mi esposa hacía unos años. Aquello todavía me revolvía la conciencia. Por lo que al estar frente a aquel infante, esas emociones afloraron en mí como lo hacen las flores en primavera. Tomé al bebé en mis brazos y tras limpiarlo, lo envolví en mi abrigo y le ofrecí agua fresca, la cual bebió como si hubiera pasado días sin probar ni una gota.
¿Qué padres desalmados se atreven a abandonar a un recién nacido de aquella manera? Mi ira fue apaciguada por la extraña paz de la montaña, quien parecía haber entrado en una calma cuando aquel niño fue rescatado por Friedrich y por mí. De inmediato decidimos irnos al pueblo más cercano, al pie de la montaña, para que alguna buena mujer pudiera darle la asistencia necesaria. Como sabían que éramos agentes de la Inquisición, el lugar que nos recibió con los brazos abiertos, fue el monasterio. Ahí atendieron al infante. Le dieron de comer, lo bañaron y le pusieron ropa nueva, también se encargaron de darle asistencia médica, pues, estaba desnutrido y eso podría acarrearle problemas de salud. Me sentía incapaz de dejarlo solo, pues, algo me ataba a él. Sin pensármelo mucho fui directamente con el párroco, un dominico de buen corazón. Sus palabras se marcaron en mí durante la confesión y sin más me permitió la adopción de aquel niño a quien bauticé como Guillaume, en honor a mi padre.
Pero había un problema. Yo no podía arrastrar a ese pequeño al mundo oscuro de la Inquisición, quería que se alejara de todas aquellas depravaciones y que su nombre no apareciese en los registros. Así que, fue Friedrich quien se excusó ante nuestros superiores, el párroco dominico de aquel pequeño monasterio, decidió darme alojo mientras Guillaume se recuperaba y las matronas, que también ofrecían asistencia en el orfanato, me ayudaron con el pequeño.
Sin esperarlo, me había convertido nuevamente en padre. Y no me molestaba; gracias a ese pequeño fue que tomé la firme decisión de retirarme de las filas inquisitoriales. Aunque igual terminé dedicándome a una venganza que con el pasar de los años acepté de absurda. Pero seguir hablando de mí, carece de sentido ahora. El protagonista, es Guillaume.
Los primeros años, para evitar de exponerlo en peligro constante, lo dejé al lado de aquellos monjes dominicos que tanto conocía y que me habían ofrecido su apoyo en momentos críticos. Ellos se encargaron de enseñarle a Guillaume todo lo necesario, desde aprender y a escribir, hasta filosofía. Lo instruyeron en todo sentido y hoy en día estoy muy agradecido por ese apoyo incondicional. Son de las pocas personas rescatables en una Iglesia tan corrompida. Ya cuando cumpliría once años, decidí finalmente llevármelo, él estaba muy ilusionado de estar finalmente a mi lado, pues desde muy pequeño yo fui la única imagen paterna que conoció. A veces me interesaba en conocer su pasado, pero era una tontería, a esas alturas, lo mejor era no atormentarlo con semejante bobería.
Fue justo a esta edad cuando Guillaume desarrolló su talento para las artes mágicas. Para mí, era complicado, pues, aunque conviví con hechiceros durante mis años de servicio como agente de la inquisición, no era practicante de dichos conocimientos. Sin embargo, me las ingenié para hallar al tutor, o mejor dicho, a la tutora adecuada. Su nombre era Minerva, una hermosa griega heredera del culto a la diosa Hécate y quien había conocido hacia unos años. Su condición social la habían librado de los inquisidores y eso era una gran ventaja y más en esos momentos que necesitaba de alguien de confianza. Minerva y Guillaume congeniaron muy bien, pues el chiquillo empezaba a desarrollar los primeros rasgos de ser una persona tranquila, pero con ideas firmes.
Guillaume viajaría conmigo por varias partes del continente, debía a aprender a ser ágil, astuto y desconfiado. Debía hacerlo, pues teníamos que ganarnos la vida de alguna manera, así, junto con Friedrich y otros más, formaríamos un pequeño grupo de cazadores. No teníamos un lugar en específico en donde vivir, muchas ciudades se volverían nuestro hogar y de vez en cuando visitábamos las montañas. Fue en una de esas visitas al viejo monasterio cuando decidí contarle toda la verdad a Guillaume. A pesar de ser una cruda verdad, ya tendría la edad suficiente para asimilar mejor todo aquello que le contaba. Pensé que se sentiría avergonzado y quizás me odiaría, pero muy al contrario, estuvo agradecido conmigo y para él siempre sería su padre, sin importar que nuestra sangre era diferente.
Luego de aquella vez, no hay demasiado que contar, los siguientes años transcurrieron con la monotonía de siempre. Guillaume ya me conocía bastante bien y estoy seguro que si hubiera sido inquisidor, sería un espía muy bueno. Pero la vida, o mejor dicho, yo, no quise que así fuese.
Nuestro clan iba creciendo, no demasiado, pero sí se integraron nuevos miembros, entre esos, un joven de nombre Zéphyr, quien se volvería el compañero inseparable de Guillaume y como otro hijo para mí. Ambos muchachos se la llevaron bastante bien y se entendían a la perfección. Eso, me hacía sentir satisfecho, pues Guillaume, en mucho tiempo, siempre demostró ser algo solitario y apático con las demás personas. Me preocupaba, no podía negarlo, pero la realidad era que sencillamente no había encontrado aquel hermano que quizás pudo haber tenido cuando fue abandonado en aquel féretro en medio del bosque.
Ahora que estamos en París, Guillaume se ha mostrado interesado, por primera vez, en su pasado y pretende que sea la magia quien lo guíe a esa verdad. Su decisión no me contenta mucho que digamos, pero es algo personal, en lo cual, no debo interferir, sino apoyarlo en lo necesario y así lo haremos, porque Zéphyr está dispuesto a ayudarlo en esa aventura.
Datos Extras
• Tiene un hermano gemelo del cual fue separado por su propia madre, quien pretendía sacrificarlo para revivir a su esposo.
• Heredó las artes mágicas por parte de su madre.
• Considera a Zéphyr como un verdadero hermano, incluso, lo ve como el hermano mayor entre ambos.
• Admira a Ernest más que a nadie en este mundo.
• Le encantan los perros, incluso, tiene a un Pastor Alemán, no como mascota, porque no lo considera de esa manera, sino más bien, es su compañero.
• Le gustan los dragones. Cuando estaba con los monjes dominicos, descubrió las historias sobre estos fantásticos seres míticos.
• Siempre ha querido controlar el fuego, pues, es su elemento favorito.
• Colecciona libros, siempre se la pasa con uno debajo del brazo, costumbré que heredó gracias a los monjes dominicos.
• También como le gusta leer, le apasiona escribir. Tiene un talento innato para escribir relatos de todo tipo. El oficio de escritor lo ha asumido de manera clandestina y piensa dedicarse profesionalmente a ello muy pronto.
• Heredó las artes mágicas por parte de su madre.
• Considera a Zéphyr como un verdadero hermano, incluso, lo ve como el hermano mayor entre ambos.
• Admira a Ernest más que a nadie en este mundo.
• Le encantan los perros, incluso, tiene a un Pastor Alemán, no como mascota, porque no lo considera de esa manera, sino más bien, es su compañero.
• Le gustan los dragones. Cuando estaba con los monjes dominicos, descubrió las historias sobre estos fantásticos seres míticos.
• Siempre ha querido controlar el fuego, pues, es su elemento favorito.
• Colecciona libros, siempre se la pasa con uno debajo del brazo, costumbré que heredó gracias a los monjes dominicos.
• También como le gusta leer, le apasiona escribir. Tiene un talento innato para escribir relatos de todo tipo. El oficio de escritor lo ha asumido de manera clandestina y piensa dedicarse profesionalmente a ello muy pronto.
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Última edición por Guillaume de Beaune el Vie Dic 18, 2015 7:04 pm, editado 1 vez
Guillaume de Beaune- Hechicero Clase Media
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Re: Guillaume de Beaune
FICHA EN PROCESO
incompleta
TU FICHA ESTÁ INCOMPLETA. CUANDO HAYAS TERMINADO, POR FAVOR POSTEA A CONTINUACIÓN EN ESTE MISMO TEMA PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF PASE A REVISARLA Y TE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN.
NO OLVIDES QUE PARA PODER ACEPTARLA ES NECESARIO QUE PRIMERO HAYAS REALIZADO LOS REGISTROS OBLIGATORIOS EN ESTE APARTADO Y QUE CUMPLAS CON LO QUE PEDIMOS EN EL ESQUELETO DE LA FICHA, INFORMACIÓN QUE PUEDES VER AQUÍ.
GRACIAS.
CODE BY NIGEL QUARTERMANE
Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Guillaume de Beaune
FICHA TERMINADA
Guillaume de Beaune- Hechicero Clase Media
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Re: Guillaume de Beaune
FICHA APROBADA
bienvenido/a a victorian vampires
¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.
ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
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