Pain is nothing that a downpour won't erase [Katia Plisétskaya]

Datos

Nombre: Katia Fiódorovna Plisétskaya.
Edad: 23 años.
Especie: Humana.
Tipo de clase social o cargo: Clase Alta.
Orientación sexual: Heterosexual.
Lugar de Origen: San Petersburgo, Rusia.

Personalidad

Katia es una muchacha compleja, a quien le cuesta trabajo expresar sus emociones. Desde pequeña, y luego de los innumerables problemas con sus padres, se volvió una chica muy cerrada, incapaz de sentirse cómoda en un hogar tan hostil, pero aún así, y gracias al apoyo de su hermana mayor, logró acoplarse al ambiente en el que vivía constantemente. Katia pasaba días enteros encerrada en su habitación o en el ático, imaginando cosas que jamás pasarían, pero con el simple hecho de imaginarlas, se sentía bien. Era como si se refugiara en un lugar diferente, en donde no existía la tristeza, ni la indiferencia de sus padres.

Aunque por fuera parezca que está bien, puede resultar lo contrario. Ha reprimido tanto sus emociones y sentimientos, que en muchas ocasiones le ha costado expresarse con facilidad. Claro, tampoco es algo extremo, pero si le ha traído uno que otro problema, en especial, con aquellas personas que desean acercarse a ella y al no comprender exactamente qué es lo que desean, puede herir susceptibilidades sin siquiera desearlo. Se le complica aceptar a otros de buena manera, pues, no considera que nadie más, aparte de sus hermanas y nana, sean personas de bien, simplemente se limita a mantener una distancia prudente. Incluso, con sus compañeros de ballet, mantiene esa misma prudencia a la hora de tratarlos, conservando sólo relaciones meramente profesionales.

Es una adicta al trabajo, por así decirlo. Katia puede pasar días enteros metida en sus ensayos, olvidándose, inclusive, de alimentarse correctamente, pues, para ella es importante mantener esa constancia dentro de su profesión. Quizás todo esto ha sumado a su personalidad, un carácter obsesivo y hasta ególatra cuando se trata del ballet. No es por querer destacarse ante otros, sino, ante sí misma. Katia es una persona auto exigente y hasta no quedar conforme consigo misma, no se rinde. Ha aprendido a luchar por lo que quiere, sin importarle más nadie. No es porque sea una mala chica, sino, que todas las carencias afectivas que sufrió durante su niñez han quedado grabadas a fuego en su interior y a veces, no se da cuenta cuando hiere a alguien con sus palabras y acciones. Su constante encierro y los escasos contactos que tuvo con personas ajenas a la familia la han hecho así. Esto le ha traído malos ratos en su vida artística, sin embargo, Katia no es una muchacha que se deje intimidar tan fácilmente. El no comprender a otros le molesta, al punto, de tener, por momentos determinados, crisis de personalidad, pasando de estados de tranquilidad a una ira que podría resultar perjudicial. Incluso, luego de estos puntos extremos en su carácter, puede llegar a deprimirse, sintiéndose alguien inferior e insegura.

No ha sido fácil lidiar con sus propios demonios, sin embargo, se esmera día a día por cambiar aquello que tanto le perjudica. Por los momentos, su único y verdadero refugio, es el ballet.

Historia

En muchas ocasiones, las personas no se sienten parte de su familia, por alguna que otra razón. Sencillamente, creen que no encajan y que en algún momento no fueron deseadas; lo que las lleva a sentirse constantemente culpables por el simple hecho de existir. Lo mismo le ocurre a Katia. Cuando nació, una tarde de invierno, su madre prácticamente la hizo a un lado y su padre siempre estaba ausente. Era como si para ellos no existiera. Pero ella no era la única a la que hacían a un lado, sus dos hermanas mayores también eran, igualmente, ignoradas. Por suerte, Katia tuvo la atención de su hermana mayor Inna, y por supuesto, de su nana. Ambas no la dejaron a un lado en ningún momento. Sin embargo, para una niña, valía más la atención de sus padres, que de otras personas. Eso, de cierta manera, hizo que Katia se convirtiera en una chica solitaria y callada, que poco mostraba interés en relacionarse con otras personas. Solía pasar días enteros mirando por la ventana de su habitación, quizás, con la esperanza de que en algún momento, su padre llegase a casa y ella pudiera recibirlo con un abrazo. Pero toda esa esperanza fue marchitándose lentamente, como lo hacen las hojas en otoño.

Su padre jamás se aparecería por el otro lado del cristal y no podría darle la bienvenida a casa junto con su madre y hermanas. Todo eso era un cuento de hadas... Sólo era real en su mente.

Katia no tuvo una infancia feliz, aunque, no le faltara nada, no la pasó tan bien como otros niños. Ella quería a su familia unida, pero, eso no sucedería. Lo único que si recuerda con especial devoción, eran aquellas hermosas presentaciones de ballet a las que asistía junto con su hermana mayor, quien, para ese entonces, era una de las bailarinas más importantes del momento. Entre tanta tristeza, aquello fue lo único que la motivaba realmente y la hacía sonreír, al menos, por un breve instante. Incluso, era en esos momentos, en donde se olvidaba de todo lo malo y no se sentía sola.

Básicamente, Katia, tuvo que aprender a responsabilizarse de sí misma cuando se fue haciendo más grande y así poder ayudar a Inna en lo que pudiera. Esta cercanía fue la que empezó a afianzar mejor sus lazos con el ballet, pues, su hermana, al darse cuenta de que ella también tenía habilidades para ello, decidió apoyarla.

La aceptación de que su familia se había quebrado, fue un proceso doloroso, al que difícilmente se acostumbró con el pasar del tiempo. Aunque, por fuera demostrara ser una muchacha que le daba poca importancia a la situación familiar, por dentro estaba destrozada. Por eso fue que se propuso en ocultar, como mejor podía, sus verdaderas emociones. Las reprimió a tal punto, que nadie sabía con exactitud si estaba bien o mal. Ni siquiera Inna, quien fue la responsable de su crianza. Katia no quería que más nadie fuera parte de su dolor, eso lo consideraba algo muy personal, a pesar de que, sus dos hermanas se veían igualmente afectadas por el abandono de sus padres. Katia lo comprendía, pero se sentía incapaz de hacer cualquier cosa para cambiar lo inevitable. Tenía que lidiar como pudiera con toda aquella terrible situación, demostrar que estaba lo bastante bien para no preocupar a Inna, pues, ya era mucho para ella tener que lidiar con su otra hermana, Zoya, quien tenía retraso y desde luego, con su trabajo como una de las más respetadas bailarinas del ballet real. Aparte, de que también, tendría que hacerse cargo de sus obligaciones como esposa y madre. Katia sencillamente no quiso incordiarla y daba gracias a Dios que Inna le había ayudado a ingresar al ballet y así lograría ocupar su mente en algo que la hacía olvidar por completo sus males.

Katia se metió de lleno en el ballet, no era tan buena como su hermana, pero era lo único que le proporcionaba paz. Podía pasar día y noche ensayando y eso no era molestia alguna. Al contrario, era la única manera de evadir a la familia y no tener que lidiar con su madre. Era como si estuviera en una burbuja en donde nadie pudiera lastimarla nunca más. Incluso, se distanció de Inna y de Zoya, desconociendo todo lo que habían vivido sus hermanas en ese tiempo. No era que no les importara, sino, que no tenía el valor para regresar a ese pasado que tanto daño le había causado durante su infancia. Se fue volviendo más cerrada y menos comunicativa, dedicándole el cien por ciento de su tiempo al ballet. Así fue, que gracias a todo su esfuerzo, Katia fue obteniendo papeles más importantes.

La muerte de sus padres no le afectó en lo absoluto, Katia pensó que ellos se lo merecían por todo el daño que le habían causado tanto a ella, como a sus dos hermanas. Ni siquiera se presentó en el funeral, no tenía tiempo para una tontería así (porque así lo consideraba). Lo último que supo de Inna, era que estaba casada con otro hombre y ahora vivía con él, sus dos hijos y Zoya, a quien no dejó a un lado. Katia se sintió bien por aquella noticia, después de todo lo que había padecido su hermana, estaba bien que al fin encontrara paz, tanto como ella lo encontrado en el ballet.

Datos Extra

o Katia padece de alexitimia, un trastorno neurológico en donde el individuo es incapaz de identificar emociones propias. Se caracteriza especialmente por la inhabilidad para verbalizar sentimientos y discriminarlos, por el cual el sujeto presenta una tendencia a la acción frente a situaciones conflictivas. Le cuesta expresar sus estados afectivos mediante palabras y en muchos casos no logra identificar sensaciones corporales de afectos, hasta puede llegar a sentirse inútil o en otros casos, se cree superior a los demás y hasta puede volverse completamente un dictador.

o Desconoce que Inna es un licántropo y debido a su constante desinterés con todo lo que no sea el ballet, ha pasado por alto lo bien conservada que se ha mantenido su hermana durante todos estos años.

o Ignora la existencia de criaturas sobrenaturales y no por que no haya escuchado rumores, sencillamente, no le importa.

o Sufre de insomnio con regularidad y en los momentos cuando siente mucha presión, descuida su alimentación.