An Anatomy of Addiction

por **John W. Halsted** Vie Feb 26, 2016 7:19 pm

One is very crazy when in love
S.F

En su oficina, detrás de un biombo, estaba una habitación similar a la que tenían las salas de cirugía de todos los hospitales, en la que los cirujanos se aseaban antes y después de un procedimiento. La construcción de esta habitación fue una de las condiciones que John le había dado al director del hospital para aceptar trabajar ahí. Para muchos la existencia de aquella habitación fue por un tiempo un gran misterio, los rumores sobre su utilidad no terminaban y cada uno de ellos era tan descabellado como el anterior. La explicación más razonable, según los psicólogos del hospital, era una especie de trastorno de personalidad, veían a John como un singular y misterioso hombre que seguramente no apreciaba la interacción con sus semejantes, quizá mucho menos con sus colegas. La verdadera razón de aquella habitación era mucho más difícil de comprender que el mismo misterio.

John se encontraba en aquella misma habitación esa noche. Había pasado casi dos horas ahí, inmóvil. Sus manos estaban apoyadas sobre el lavamanos mientras que el resto de su cuerpo estaba ligeramente inclinado hacia enfrente. Aquella imagen era recurrente pues sucedía casi cada vez que él participaba en un procedimiento, lo cual ya era en sí raro pues él sólo lo hacía en casos especiales o para demostrar un nuevo procedimiento. Aquella noche le había mostrado a un grupo selecto de colegas un nuevo procedimiento para la extracción de la apéndice que en realidad se trataba de un nuevo método para encontrar el punto exacto de corte que le permitía al cirujano hallar el órgano sin tener que filetear al paciente en el proceso y al que denomino “el punto Halsted”.

Toda la demostración no había durado más de 15 minutos, él ni siquiera se había quedado a suturar al paciente, tampoco había contestado preguntas ni se había quedado a charlar con sus colegas. Justo al momento de terminar su demostración y de despedirse había casi corrido hasta su oficina y entrado después hasta la habitación en la que se encontraba, aunque jamás, después de todas la veces que lo había hecho, había demorado tanto tiempo en quitarse la sangre de las manos.

Frente a un gran espejo miraba su reflejo sin mostrar ningún tipo de expresión. Sus manos, cubiertas de sangre hasta la mitad del antebrazo había disparado en él un estado único del cual no podía salir. Desde que su participación en aquella operación había terminado lo único que había logrado hacer era llegar hasta ahí y apoyar sus manos contra la fría porcelana. Y después, nada, ningún tipo de manifestación que demostrase que no se había convertido en una estatua hecha del mismo material del que estaba construido el lavamanos. Si de alguna forma John pudiese exteriorizar, como un humano, lo que estaba pasando con él en ese momento, seguramente sería muy similar a lo que un hombre en estado de shock emocional mostraría, las pupilas dilatadas, el cuerpo cubierto de sudor, las manos no dejarían de temblar, su respiración sería muy baja y probablemente no estaría ahí después de todo es tiempo. En su lugar, John mostraba nada. Su lucha era más bien interna pues su cuerpo ya no era capaz de expulsar todo aquello que estaba ocurriendo con él. Éste se había convertido en un mero cascarón de lo que alguna vez había sido.

Fue en ese momento de mayor debilidad que escucho a alguien cerca de él. No sabía quién era pues sus sentidos apenas le habían permitido percibirlo. Pensó en una enfermera, una enfermera nueva, alguien que había entrado recién y que no conocía las reglas del lugar las cuales incluían nunca, bajo ninguna circunstancia, entrar a su oficina — Debes de ser nueva en el hospital — le dijo con su mejor tono, con el mejor que pudo obtener a pesar de la falta de aliento. — Usualmente esto sería una grave falta, sin embargo, no puedo decir que de alguna forma no me alegra que estés aquí — añadió.

— Acércate. Detrás de la cortina. Necesito de su asistencia enfermera... ¡No! Espera. Antes de venir. Segundo cajón a la izquierda. Toma el pequeño frasco y el artefacto brillante y tráelos contigo - En ese momento cada una de sus palabras sonaban como una súplica y como una orden también.

por **Leah Windsor** Mar Mar 01, 2016 11:54 am

Aprendí que no se puede dar marcha atrás,

que la esencia de la vida es ir hacia adelante.

La vida, en realidad, es una calle de sentido único.

A mi consulta había llegado una nota escrita por el mismísimo director del hospital la abrí con cuidado mientras hacía pasar a uno de mis pacientes al sillón del confort. Con cuidado abrí “Señorita Windsor, del sanatorio mental nos ha llegado una joven con varios problemas intento suicidarse y la tenemos bajo observación continua, nos han dicho que usted es quien trataba a esta paciente, por favor necesitamos de su ayuda, despertó pero no quiere decir absolutamente nada” doble la nota dejándola en el escritorio – Veronika – murmure bien despacio, no sabía con certeza si era o no ella, pero estaba un ochenta por ciento segura que se trataba de ella – Cristóbal, crees que puedas venir mañana a primera hora, me han venido a buscar del hospital y es urgente – dije con calidez mientras el Señor Dupont me miraba sin entender lo que ocurría, no podía quedarme tranquila sabiendo que podía ser Veronika o cualquier otro de mis pacientes del Sanatorio, luego de disuadir a Sr. Dupont, me dispuse a cerrar la consulta por el día de hoy, las horas dentro de ahí se me pasaban volando, el sol ya se había ocultado en la lejanía, tome mi abrigo y camine en dirección al hospital que estaba en dirección sur.

Entre por la puerta de servicio y me fui en completo silencio hacia el director del Hospital, suponía que me estaba esperando. Me adentre entre pasillos una que otra enfermera pregunto por mi identidad y luego de oír quien era solo sonreían, el aroma a la sangre fresca me ponía tensa y no por sed sino mas bien por culpa, por repudio, lamentablemente era el elixir que me permitía vivir, apreté los ojos tras pasar por una zona en la que supuse había sangre fresca desparramada, toque la puerta y entre a la oficina, el trato fue cordial igual que siempre, el Director comenzó hablar de la paciente cosas que en realidad no me interesaban, no del todo – Señor, Necesito el expediente del paciente y el nombre según leí despertó, ¿cuantos días lleva en el hospital? – prontamente entro un medico hablando sobre una operación que se había realizado hacia pocos momentos, hablaba del éxito de esta y del actuar del médico cirujano, el director del hospital tomo unos documentos de su escritorio y me los facilito, prontamente salí de aquel lugar buscando la habitación de Veronika Krumm doble por unos pasillos, avanzaba mirando el expediente, obviamente estaba el perfil psicológico que yo había escrito de Veronika, me lo sabía de memoria llevaba toda la vida de ella visitándola, haciéndola hablar y no había podido prever este intento de suicidio, sentí culpa por no prestar más atención de la debida, la última vez que le había hecho una visita al sanatorio mental se encontraba bien, feliz hasta había vuelto a tocar el piano, ¿Qué había pasado en estos cuatro días? Inspire y el aroma volvió a llegar como una ráfaga el aroma dulce, metálico y fresco del carmín liquido que todo humano poseía moví mi cabeza aun no, faltaban días para mi alimentación, no podía desconcentrarme, por un largo pasillo continué caminando y llegue hasta donde se suponía debía estar Veronika sin mirar simplemente entre, el lugar no era una habitación del hospital – Diablos - susurre y cuando iba a salir una voz mandante se dirigía hacia mi persona, con los documentos en las manos me gire haciendo una mueca abrí la boca pero no dije nada, solo actué he hice en completo silencio lo que la voz solicitaba, normalmente me hubiera disculpado pero los años para un vampiro no pasan en vano y los reflejos, sentidos y todo estaba más que aumentado – Aquí tiene Señor, lamento la intromisión andaba en busca del ala de Psiquiatría, estaba más que segura que quedaba por acá – me excuse mientras analizaba la tonalidad de la voz masculina, no era normal, no era cualquier mortal… definitivamente no era cualquier persona, sus palabras rectas tenían un deje de suplica escondida que no cualquiera notaria – ¿Se encuentra usted Bien? - me atreví a preguntar mientras estiraba el brazo con lo que había pedido.

Algo tenía claro cuando me viera notaria que no era una enfermera del lugar ni nada parecido que pudiera encontrar en el hospital, mi especialidad era una muy diferente a la de todo el mundo en este hospital, pocos éramos quienes poseíamos el entendimiento humano y sus trastornos varios conocían mi nombre y mi persona y sabían que siempre acudía al hospital por una razón… a visitar a los locos, a investigar e intentar de ayudar mediante ya sea conversaciones, medicamentos, terapias o simplemente observaciones… la Psiquiatría tenia consigo una infinidad de métodos… antes que todo había sido medico… luego me había ido por la psicología y descubierto lo que me apasionaba la psiquiatría… una mezcla para mí de un todo… seguí aguardando silencio mientras esperaba alguna reacción de aquel hombre… - ¿Se encuentra bien? – repetí.

por **John W. Halsted** Sáb Mayo 28, 2016 11:07 pm

¿Cómo se sentía? ¿Qué si estaba bien? Para esas preguntas siquiera él tenía una respuesta. Los efectos de las diferentes combinaciones que probaba nunca eran los mismos. Antes de entrar en la sala de cirugía había inyectado en su cuerpo una nueva combinación del compuesto. Había sido descuidado, impulsivo, nunca antes había probado los efectos que esta nueva substancia le podía causar y estaba pagando el precio por ello.

Una broma del destino. Fue lo único que pudo pensar al tener plena conciencia sobre quién había acudido a su ayuda. — Una afortunada –susurro para sí mismo al reparar en las consecuencias que pudo haber acarreado el que fuese un humano quien hubiera respondido a su llamado. Ya antes había tenido que ocultar las secuelas de una escena similar, en esa ocasión una enfermera había estado a punto de perder su vida sino fuese por Lucy quien había llegado a tiempo para evitarlo. Asumir que este tipo de situaciones podían seguir ocurriendo era parte también de la lucha de John la cual no sólo incluía su adicción ni lo que ésta trababa de compensar.

Cuando decidió regresar a un hospital después de haber dejado de ser humano, aceptar los riesgos que ello representaba había sido una de las decisiones más difíciles que había enfrentado. El saberse aún vulnerable al hambre y el no tener completo control de su adicción le convertían en una bomba de tiempo. Sin embargo, una dieta estricta y un régimen mucho más rigoroso habían hecho más ligera su estadía en el hospital de Paris, aunque episodios como el que estaba sufriendo comenzaban a ser cada vez más frecuentes.

— Podría haberle dicho a cualquiera que hubiese atravesado esa puerta lo contento que estaría de verle… aunque hubiese sido mucho menos elocuente con un humano – le dijo después de un tiempo sin responder aún a su pregunta — Es irónico ¿cierto? Alegrarse más por ver el rostro de un vampiro que el de un humano cuando en lo único que se puede pensar es en sangre… – aquel tono lleno de súplica había desaparecido, en su lugar se podía apreciar mucha más confianza en su voz.

— Va a tener que disculparme, doctora. Esta no es la forma en la que hubiera querido conocerle – John había reconocido a la mujer que había acudido a su llamado casi de inmediato pues además de haber leído un par de tratados escritos por ella el reconocer a los de su especie involucrados en su mismo circulo profesional se había vuelto casi una manía para él — Mi nombre es John William Halsted –el William casi nunca lo usaba, tan sólo se presentaba con su nombre completo cuando quería causar algún tipo de impresión — Soy cirujano de este hospital y como podrá darse cuenta no estoy bien. Necesito de su asistencia.

— Quiero que haga uso del artefacto que sostiene en sus manos. Estoy seguro que en cualquier otra situación usted misma sería capaz de descifrar su funcionamiento pero por ahora le ruego siga mis instrucciones al pie de la letra –nunca antes John había tenido que mostrarle a alguien alguno de sus artefactos, mucho menos su extractor — No puedo explicarle ahora qué es lo que contiene aquel frasco, tan sólo puedo decirle que no corre ningún riesgo al manipularlo sin protección. Lo que necesito que haga es introducir la punta de extractor en el frasco y que obtenga, halando el pistón, una muestra exactamente igual a 6 mililitros.

La situación no podía parecer más dramática de lo que ya era, siquiera una cirugía en el circo que era la sala de exhibiciones del hospital había requerido que John pronunciase tantas palabras para explicar un procedimiento. La mente era sin duda un tema fascinante para quienes se embarcaban en el mundo del entendimiento del cuerpo humano, sin embargo, John siempre había creído que entender y manipular cada parte de un organismo era mucho más eficaz que conocer cómo es qie su cerebro trabajaba. En este caso por ejemplo, nada que Leah Winsdor pudiese hacer o decir para ayudarle, podía hacer lo que su substancia le hacía.

— Cuando lo haya hecho revertirá el proceso en mí, hágalo en el cuello. Una vez el líquido haya abandonado su contenedor, tiene dos opciones, doctora. La primera, es alejarse de aquí y cerrar la puerta detrás suyo… y la otra es quedarse y esperar, esperar que la substancia haga su efecto, del cual mucho me temo conozco tanto como usted.

por **Leah Windsor** Sáb Jun 04, 2016 9:07 pm

La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento,

sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica.

Los años me habían enseñado que nada pasaba por casualidad, al menos por mi propia experiencia todo venía tejido como si se tratara de una enredadera que uno mismo iba desenredando a medida que pasaban los años, algo así como un laberinto sin salida, así era la vida de un vampiro, un laberinto donde puedes pasar años dando vueltas por los mismos pasillos, o avanzar sin medir nada como también analizar cada lugar por donde se ha pasado, revisar y darse el tiempo de dejar una huella, aquello era, dejar una huella en esto que los humanos llamaban vida y los muertos la llamábamos ¿no vida?, las preguntas abordaron mi cabeza intentando unir las piezas del puzle que se presentaba ante mis ojos, un pequeño desafío del conocimiento que poseíamos. Los vampiros éramos seres susceptibles a muchas cosas, todo dependía de la alimentación que nos diéramos, en conjunto con la cantidad de años, y las habilidades especiales que poseyéramos, ¿Qué hacían dos vampiros en un hospital? Masoquistas podría pensar la mayoría, pero para nosotros mismos era algo así como vocación.

Suponiendo que las enfermeras lo conocen, creo que hubiera asustado a la primera que se atreviera entrar sin tocar la puerta, a lo que supongo es su oficina o consulta, si se ha alegrado por ver un rostro digamos familiar, creo que puedo ayudar en lo que necesita, por lo contrario puedo llamar alguna enfermera para que lo asista – no solía involucrarme con personas del hospital por una razón, la mayoría eran humanos con sangre hirviente y chorreante, pero encontrar un igual siempre era digno de admiración. Además ya había proclamado que le seria de ayuda, así que no me iría del lugar por el momento - John William Halsted – pronuncie su nombre completo, había oído hablar de él, mas nunca me hacía algún prejuicio por lo que hablaban las personas siempre prefería conocer a un distinguido vampiro y cirujano en persona – No se preocupe, mi nombre es Leah Windsor Dupont, la médico psiquiátrico del hospital suelo venir cuando se me necesita, no soy de planta como supongo usted lo es. – añadí mientras seguía sus instrucciones, él necesitaba ayuda y yo estaba ahí, no tenía porque negarme, hice exactamente lo que él me había indicado, sin hacer preguntas, aun cuando quería hacerlas, primero a lo primero.

Con el artefacto en mis manos y con los seis mililitros que él había exigido deje el expediente de Veronika sobre una mesa que había en el lugar – Con permiso – dije mientras me acercaba para invadir su espacio personal, no acostumbraba acercarme a las personas más de lo necesario pero la situación ameritaba aquella cercanía, puse una de mis manos en su cuello para visualizar donde clavar la punta del artefacto – Si no me equivoco ya lo ha hecho antes – hable con confianza y sin dar muchos rodeos clave aquello en su cuello vertiendo el contenido donde él lo había solicitado, volví a tener el artefacto entre mis manos para luego dejarlo sobre el expediente.

Me gire para visualizar el lugar y me acomode de espaldas a la puerta de entrada – Sonará atrevido pero me ha cautivado – no era una propuesta amorosa – Es la forma más creativa para conocer a un vampiro- no podía seguir mi camino simplemente, sería descortés le mire unos instantes – Me gusta que me den opciones, siempre he creído que existe más de una, ¿que sería la vida sin opciones? – levante los hombros mientras movía las manos – Opto por quedarme a esperar, quiero… ¡no!, mejor dicho deseo la explicación que por tiempo no me dio hace un momento, mi paciente sobrevivirá sin mí al menos una noche mas – por lo que había leído del expediente la tenían amarrada para que no se hiciera daño y estaba completamente sedada, situación que no me serbia en lo absoluto ya que necesitaba que Veronika se encontrara totalmente lúcida.

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