Algo nuevo [Lune Pantich]

por **Colleen Hanigan** Dom Abr 03, 2016 1:30 pm

"To love a man enough to help him,
you have to forfeit the warm, self-righteous glow
that comes from judging."
Ron Hall

Durante la semana la vida en la finca podía ser un verdadero caos. Los trabajadores se movían de un lado a otro cumpliendo con las tareas que se les había asignado y Colleen procuraba supervisar que todo funcionara correctamente y se mantuviese en orden. Se encontraban en plena rotación de cultivos, recogiendo lo que quedaba de la cebada y el trigo de invierno. No habían tenido una buena cosecha; el rendimiento de los campos solía ser malo en esas épocas, pero no recordaba un año en el que hubiese sido tan bajo como aquel. Colleen empezaba a preocuparse, y aunque tenía esperanzas de que la llegada de la primavera cambiaría el destino de los cultivos, no sabía a quién debía escuchar. Algunos de sus empleados aseguraban que habían tenido mala suerte con la dureza de ese invierno, y que el año siguiente sería mejor. Otros decían que las plagas de insectos estaban causando estragos en toda Francia, y que por el momento poco se podía hacer al respecto. Y había también quienes sugerían que la culpa la tenía la tierra, que ya no daba para continuar con la producción.

La idea de abandonar todo lo que había logrado conseguir a causa de las dificultades de mantenerlo se le había pasado por la cabeza en varias ocasiones, pero la descartaba tan pronto como aparecía. No podía hacerlo. No podía traicionar de esa forma al único sitio que ahora podía considerar su hogar.
Era media mañana cuando Colleen desmontó de su caballo frente a los establos. Como si fuera poco, no sólo estaban teniendo problemas con los cultivos, sino que varias ovejas habían desaparecido en los últimos días y todos empezaban a sospechar que les estaban robando. Había salido a recorrer los perímetros de la granja para asegurarse de que los alambrados estuviesen en buen estado, y había encontrado un sitio en el que estaban completamente cortados. Apenas bajó del caballo dio la orden de que fuesen a revisarlo y repararlo esperando que así el problema de las ovejas se solucionara, ya que realmente no podían seguir con las pérdidas. Tras dejar al caballo en una de las pesebreras y guardar los aperos, se dirigió a casa.

Aún debía hacer cuentas y preparar algunos papeles de venta antes del almuerzo, así que sin cambiarse la ropa de montar entró a una de las salas de la antigua casa que utilizaba como despacho. Allí se sentó tras un raído escritorio y con un suspiro se llevó la mano a la frente, mentalizándose para el trabajo que le esperaba.
No supo cuánto tiempo pasó cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta. Tras un sencillo "adelante", Enzo apareció frente a ella. Era quien se encargaba de la organización de los demás trabajadores de la granja.
-Señora, ha llegado una joven por la vacante de empleada -le informó el hombre.
Colleen lo miró extrañada en un principio hasta que entendió a qué se refería.
-Dios, lo había olvidado por completo -confesó mientras dejaba los papeles a un lado. Sabía que aquello era importante también y que requería de su atención -. Está bien Enzo, hazla pasar.
El hombre pareció dudar y no se movió, mirándola con cierta preocupación.
-¿Ocurre algo? -Colleen enarcó una ceja.
-Señora… la joven es una gitana.

Se produjo un incómodo silencio durante el cual Enzo bajó la mirada como si acabara de informarle de algo grave y vergonzoso. Colleen conocía a sus empleados y sabía cómo pensaban, pero no estaba allí para hacerles cambiar de opinión así como ellos tampoco estaban allí para que sus opiniones se interpusieran con sus propias decisiones. Pero no podía evitar sentirse un tanto decepcionada cuando presenciaba ese tipo de prejuicios. ¡Si supiera Enzo lo que ella era realmente!
Desde luego, para ella el hecho de que la joven fuese gitana decía tan poco como si tenía el cabello oscuro o los ojos azules. Podría haberle dado una lección de moralidad al hombre que tenía en frente, pero no tenía las ganas ni el tiempo para ello.
-Bien, ¿qué esperas para hacerla pasar? -repitió la orden como si no hubiese escuchado su comentario anterior y esta vez Enzo asintió y volvió a desaparecer tras la puerta. Colleen se puso de pie y se sacudió la ropa mientras esperaba a que la recién llegada se presentara.

por **Lune Pantich** Vie Jun 10, 2016 11:03 pm

Después de varios incidentes nocturnos con vampiros y de incontables maltratos que sufría a diario en el campamento gitano por ser una niña que no venía de sus filas Lune por fin decidió tomar una de esas decisiones importantes que era la de dejar ese lugar para siempre y encaminarse a una vida mejor. Su hermana mayor le había explicado que la vida era un poco mas complicada de lo que podía ser dentro del circo gitano pero no lo quería creer asi. Menos aun después de ser perseguida y mordida por un vampiro hacia algunas noches.

Había visto de cerca la muerte, había visto como se acercaba de vuelta a esos ataques espontáneos de locura, de rabia contenida y de desolación que tanto odiaba. En el centro había encontrado a Belial, una modista de alta alcurnia que fabricaba la tendencia entre la adinerada clase alta. Había empezado bien por ahí. Una de esas tardes cuando ya estaba libre de tareas pasando por un comercio de menesteres encontró un pedido de empleada en una finca ubicada en las afueras. Era una sabida amante del aire libre por lo que se vistió y empacando sus pertenencias mas importantes se preparó para lo que podía ser una posible mudanza en caso que nadie hubiera tomado el trabajo ya.

Una carreta de frutas la acercó al cruce de las carreteras y de allí se fué por el camino de tierra vislumbrando a lo lejos la fachada de la finca y mientras se acercaba contempló a los trabajadores del lugar que dejaban sus tareas para dirigirle una claras miradas lascivas que buscó evitar pensando que era parte de lo que ella veía y no de la realidad. Seguramente esta gente no solía ver mujeres andando solas por la mitad del camino de tierra y sin carruaje.

Por fin llegó a la entrada, fue recibida por uno de los trabajadores que inmediatamente se fue en busca de su superior. Este hombre la miró varias veces, estaba con su pañuelo cubriéndola por los vientos de la mañana y para no ser reconocida al salir del campamento en plan de fuga.

Este hombre la invitó a pasar a la casa principal, allí le pidió aguardar y volvió al rato informando que pasara. Lune traspasó el espacio de la puerta y encontró del otro lado una mujer menuda, joven y de cabellos rizados, aunque no estaba arreglada tenía una belleza de lo mas rustica que había visto en mucho tiempo y le recordó los movimientos de Belial apenas al ingresar al lugar.

Se acerco con rigidez en la espalda para demostrar predisposición y le ofreció la mano – Buenos días, soy Lune Pantich, he venido por el puesto de empleada si es que aun está disponible – comentó luego para soltar su agarre y aguardar la respuesta de quien sería la que tomaba la decisión. Para ese momento ya se había quitado el pañuelo que la cubría y sus rasgos aniñados se mostraban claros.

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