H a u g e n - ID

Exigente y riguroso consigo mismo. Es demasiado disciplinado y difícilmente quebrantaría una regla impuesta por la inquisición para fines personales. Perseverante y ambicioso. Luchará siempre para conseguir lo que desea. Arrojado y valiente en el campo de batalla. Los años posteriores a su encierro en la mansión de Cedric le han valido para pulir sus habilidades natas en combate, aunque no posee poderes como los sobrenaturales, no deja que este hecho le afecte, pues cree que con ahínco y trabajo todo se puede lograr.

Impulsivo y temerario, jamás se deja humillar o ser ofendido, pues defiende a capa y espada sus ideales. Honesto y buen compañero, es capaz de dar la vida por un amigo si hiciera falta. Sin embargo una de sus debilidades podría llegar a ser el amor. Un sentimiento irracional y desconocido hasta ahora por él, pero que causa un tormento en su cabeza debido a su aparente bisexualidad. Nunca se permite llorar frente a otros, pues considera que hacerlo es mostrar debilidad y en el ambiente donde se mueve, es algo imperdonable.

Responsable. Es un joven que se perfila como buen líder nato aunque para eso le falta mucho aún. Nunca se cierra a aprender cosas nuevas, siempre y cuando signifiquen un aditamento en su área. Predica siempre con el ejemplo. Entre muchas cosas que resultan molestas para él, está el saber que existen seres sobrenaturales al servicio de la iglesia. No obstante se mantiene a raya en ese tema tratando de colaborar lo menos posible con ese tipo de personajes.

Tenía apenas 5 años cuando sus padres fueron asesinados a sangre fría, por consiguiente sus memorias difícilmente le mostraban un panorama claro de cómo y por qué la tragedia había tocado a su puerta a tan temprana edad. La imagen de un hombre a su lado después de dicho incidente y a quien consideró su salvador desde entonces se convirtió en su único modelo paterno. Bastian, jugaba como cualquier otro niño de su edad bajo el cobijo y las reglas que regían las cuatro paredes de la mansión del hombre llamado Cedric, quien se hizo cargo del niño, siempre le tenía impuestas miles de normas que podrían rebasar el raciocinio de un pequeño de su edad.

Sin embargo Bastian siempre las acataba por el inmenso respeto acompañado de un dejo de miedo que sentía hacía él, con el paso de los años ni siquiera se atrevía a preguntar por qué Cedric se ausentaba por las noches o  por sus padres, encontrándose con respuestas negativas a cada una de las preguntas que el niño le hacía sobre estos detalles anormales en su rutina, como si fueran secretos guardados con un máximo recelo. Una noche cuando Cedric salió de la mansión, el ahora adolescente Bastian aprovechó para inspeccionar por cuenta propia las habitaciones que Cedric le tenía estrictamente prohibido visitar, no existía nada anormal en apariencia más que muebles, empastados y diarios empolvados.

Guiado por su curiosidad, bajó las escaleras hacia el ático. Lo que sus ojos vislumbraron aquella noche se quedaría grabado para siempre en su memoria. Artilugios extraños y armas y un pequeño guardapelo con la inscripción “B & M”. Bastian buscó debajo del pequeño mueble y para fortuna o desgracia suya, halló una pequeña llave que revelaría la existencia de una especie de diario. Nombres listados y fechas. Datos al azar que hablaban de una especie de caza hacia todo tipo de personas, descritas con meticulosidad. Todos estos datos carecerían de importancia de no ser por los dos últimos nombres que aparecían en aquella lista. Bastian y Miroslava Haugen, un matrimonio joven que servían como espías a la Inquisición y de acuerdo a la descripción habían sido blancos de Cedric durante mucho tiempo.

Bastian se llevó las manos a la boca cuando leía de forma escrupulosa el sadismo de tal descripción. ¿Sería posible que todo este tiempo hubiera convivido con el verdugo de sus padres todo este tiempo? Miró las iniciales grabadas y su mente aun confundida, pudo elaborar un par de sospechas. El sonido de la puerta abriéndose de par en par le provocó un sobresalto y se apresuró a ocultarse no sin antes ocultar el guardapelo en sus bolsillos. Cedric había vuelto buscando una respuesta lógica ante aquel desorden, mientras reacomodaba un par de cosas, Bastian intentó correr hacia la escalera, pero la mano firme de Cedric le jaló con tal fuerza que le hizo caer de espaldas.

-Pequeño bastardo, te atreviste a desobedecer aunque conocías las consecuencias ¡Maldita rata! Debí aniquilarte como lo hice con tus padres cuando tan sólo eras un mocoso-

Los orbes de Bastian se abrieron por completo. En efecto Cedric era un vampiro milenario que se dedicaba a asesinar inquisidores. Sus padres se habían aproximado demasiado a su objetivo y por dicha razón el monstruo se había encargado de aniquilarles antes de ser descubierto. Se arrojó contra el chiquillo para atestarle un par de golpes, no obstante, el cuerpo del milenario mostraba un par de heridas graves, que le imposibilitaban moverse con rapidez natural mermando sus habilidades. Las manos Cedric aprisionaron el cuello del jovencito quien a lo lejos pudo escuchar el sonido de un carromato aproximarse, después de eso se desvaneció.

Esa noche sin saberlo, Bastian había concluido la labor de sus padres, permitiéndole a otros inquisidores más aniquilar por completo a Cedric. Los años venideros resultaron un poco más tranquilos para el sobreviviente quien fue adoptado y enviado a la sede en Paris, donde continua al servicio de quienes salvaron su vida esa madrugada.

-Le molesta en gran medida saber que existen seres sobrenaturales en la inquisición, puesto que les considera una falla en el sistema de la organización.

-Conserva el guardapelo donde están inscritas las iniciales de sus padres.

-Vive con el constante peso de saber que sus padres fueron grandes inquisidores, el tiene mucho que demostrar.