AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Libros abiertos (Isabelle de Merteuil-Benoit de Sade)
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Libros abiertos (Isabelle de Merteuil-Benoit de Sade)
Isabelle se sentó en la mesa de siempre, pidió un Boeuf Bourguiñon y un Marsala. La gente iba y venía, insistentemente, por la calle. Era curioso ver a estos hombres y mujeres de hoy día, absolutamente despreocupados, acolchados frente a la realidad que los rodeaba...como si no fuera con ellos...En cualquier caso,a Isabelle le producía placer ver cómo los humanos cambiaban de una manera tan lenta, cómo expresaban sus sentimientos y cómo combatían el aburrimiento que la vida traía consigo a través de diversiones mundanas y pequeños detalles...
- ¿Está todo al gusto de la señora?- dijo el Maïtre con un aire de cortés indiferencia, ya que era obvio que todo era exquisitamente preparado, hecho con un mimo tal que era imposible una imperfección tan insolente como una mancha en el mantel, un cubierto desgastado por el uso o , Dios no lo quisiera, un pelo en la servilleta. El Maïtre le recomendó unas ostras fresquísimas, recién llegadas esta mañana de los puertos de Bretaña -No se preocupe, Jean-- dijo Isabelle, a la vez que sonreía- todo está sublime, como siempre...no,ostras no, gracias...pero sí puede traer una porción de tarta Sacher y un café, por favor.... El hombrecillo se retiró con una reverencia.
En aquel momento, un extraño hombre pasaba justo por delante de la enorme luna de cristal que miraba a la calle, llena de letras y cenefas serigrafiadas. Ella le miró a los ojos, fríos e indiferentes, como los de ella,llenos de aburrimiento y de desprecio por todo ¿Querría acaso él sentarse a comer con ella y relatar su punto de vista del mundo? ¿Se habría encontrado por arte de magia con otra persona similar a ella?
- ¿Está todo al gusto de la señora?- dijo el Maïtre con un aire de cortés indiferencia, ya que era obvio que todo era exquisitamente preparado, hecho con un mimo tal que era imposible una imperfección tan insolente como una mancha en el mantel, un cubierto desgastado por el uso o , Dios no lo quisiera, un pelo en la servilleta. El Maïtre le recomendó unas ostras fresquísimas, recién llegadas esta mañana de los puertos de Bretaña -No se preocupe, Jean-- dijo Isabelle, a la vez que sonreía- todo está sublime, como siempre...no,ostras no, gracias...pero sí puede traer una porción de tarta Sacher y un café, por favor.... El hombrecillo se retiró con una reverencia.
En aquel momento, un extraño hombre pasaba justo por delante de la enorme luna de cristal que miraba a la calle, llena de letras y cenefas serigrafiadas. Ella le miró a los ojos, fríos e indiferentes, como los de ella,llenos de aburrimiento y de desprecio por todo ¿Querría acaso él sentarse a comer con ella y relatar su punto de vista del mundo? ¿Se habría encontrado por arte de magia con otra persona similar a ella?
Isabelle de Merteuil- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/10/2015
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Re: Libros abiertos (Isabelle de Merteuil-Benoit de Sade)
Malditos bastardos. ¿Cómo podía ser? Se le había escapado uno. ¡Uno! Hacía años que no cometía tal imprudencia, impropia de alguien como Benoit. Por supuesto, para sus mandatarios eso no había sucedido. Todos habían caído bajo su yugo, tan oscuro y perverso como de costumbre. Pero, esta vez no había sido así. Esta vez había dejado uno libre, ¿piedad? ¿incompetencia fruto de los años, que se empezaban a notar? Qué sabía Benoit. A él sólo le importaba, en ese momento, que aquel pequeño hijo de puta no se fuese de la lengua. Caminaba por las calles de París, como de costumbre. Esta vez había sido citado en uno de esos restaurantes, llenos de viejos gordos a los que le gustaba más el vino tinto que mover sus sudorosos y asquerosos cuerpos. Por Dios, si es que hubiese alguno, deberían ser guillotinados sólo por el asco que pueden llegar a dar.
Estaba situado ya a la altura de la enorme cristalera del lugar, mirando fugazmente su interior. Una de tantas miradas inertes captó su atención. Una señora de avanzada edad, curioso. Benoit se adentró en aquel tugurio que desprendía un repulsivo olor a perfumes tan caros como vacíos estaban las almas de aquellos desdichados. O, mal-dichados, si se pudiere introducir el término. Avanzó entre el pasillo del restaurante dos pasos hasta que el maitre, tan cortés como pudo, le advirtió que quizás debería ir a otro sitio a cenar más tranquilamente. Benoit ni siquiera le prestó atención, buscó con la mirada a su contacto. Según le habían dicho, estaría ahí esa noche y tendría un encargo para él.
- Cállate, inútil. Si estoy aquí es porque alguien quiere que lo esté. Y, te puedo asegurar, querido amante de los gorrinos, que no soy yo. – Advirtió, en un tono más calmado del habitual.
Siguió buscando con la mirada, pero no halló resultado alguno. ¿Le habían hecho venir aquí para nada? No podía creerlo. ¿Con quién cojones creían que estaban tratando? Justo cuando iba a darse la vuelta, algo pareció impedir su partida.
Estaba situado ya a la altura de la enorme cristalera del lugar, mirando fugazmente su interior. Una de tantas miradas inertes captó su atención. Una señora de avanzada edad, curioso. Benoit se adentró en aquel tugurio que desprendía un repulsivo olor a perfumes tan caros como vacíos estaban las almas de aquellos desdichados. O, mal-dichados, si se pudiere introducir el término. Avanzó entre el pasillo del restaurante dos pasos hasta que el maitre, tan cortés como pudo, le advirtió que quizás debería ir a otro sitio a cenar más tranquilamente. Benoit ni siquiera le prestó atención, buscó con la mirada a su contacto. Según le habían dicho, estaría ahí esa noche y tendría un encargo para él.
- Cállate, inútil. Si estoy aquí es porque alguien quiere que lo esté. Y, te puedo asegurar, querido amante de los gorrinos, que no soy yo. – Advirtió, en un tono más calmado del habitual.
Siguió buscando con la mirada, pero no halló resultado alguno. ¿Le habían hecho venir aquí para nada? No podía creerlo. ¿Con quién cojones creían que estaban tratando? Justo cuando iba a darse la vuelta, algo pareció impedir su partida.
Benoit De Sade- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/04/2016
Re: Libros abiertos (Isabelle de Merteuil-Benoit de Sade)
Isabelle miraba cómo el individuo decidió aventurarse dentro del restaurante, y como Jean lo intentaba parar en seco. Parece que Isabelle había llamado la atención de aquel hombre...
Cuando pareció desorientarse, Isabelle se levantó del asiento y se acercó a él...
- Ah, sois vos...!-dijo con naturalidad mientras le imprimaba dos besos-Seguidme la corriente...- le susurró a oido mientras se separaba de él, y aclaró al maitre-perdonad a mi amigo...podéis estar tranquilo, está bajo mi protección. Decidme...¿Qué queréis comer?-y guiñó al desconocido mientras lo tomaba de un brazo con fuerza...Siguió hablando en voz baja - Es obvio que buscabais a alguien y me habéis encontrado...dado que yo no os he llamado, y no conozco al posible individuo que os ha citado aquí, vais a informarme de todo y decirme qué se está cociendo en París, C'est ne pas?- dijo con su persuasión natural, mientras sentaba a su nuevo "amigo" en su mesa y le servía un poco de vino.
- Dejad que me presente, soy Madame de Merteuil. Atendiendo a vuestro atuendo, puedo deducir que os moveis como pez por el agua por los bajos fondos de París. Luego, si estais aquí, es porque habeis sido citado por alguien poderoso para llevar a cabo algún trabajo bastante sucio, y él- Y quedó pensativa- aunque podría ser una mujer...pero dudo que una dama respetable, y todas las damas intentan parecerlo, creyese conveniente verse en público, en un lugar tan frecuentado, con alguien de dudosa moralidad...como le supongo. Los hombres son más directos y más dados a permitirse esa liberalidad, por eso supongo que os ha citado un varón. En cuanto a mí- y dijo señalándose-yo soy claramente una mujer no respetable, y me importa bien poco lo que los demás puedan decir de mí. También podemos pensar que ese hombre está aquí ahora mismo y nos está vigilando, luego...cuando os contacte y os pregunte qué clase de relación teneis conmigo, espero que le mintáis y confirméis mi mala reputación...-y le sonrió mientras le acariciaba una mano- y digais que sois mi amante. Eso es una coartada muy convincente, es obvio que sois guapo y pícaro, por lo que no es de extrañar que tengais una amante en cada puerto....Dicho todo esto ¿Estais de acuerdo conmigo?- y le sonrió con candor disimulado y frío.
Cuando pareció desorientarse, Isabelle se levantó del asiento y se acercó a él...
- Ah, sois vos...!-dijo con naturalidad mientras le imprimaba dos besos-Seguidme la corriente...- le susurró a oido mientras se separaba de él, y aclaró al maitre-perdonad a mi amigo...podéis estar tranquilo, está bajo mi protección. Decidme...¿Qué queréis comer?-y guiñó al desconocido mientras lo tomaba de un brazo con fuerza...Siguió hablando en voz baja - Es obvio que buscabais a alguien y me habéis encontrado...dado que yo no os he llamado, y no conozco al posible individuo que os ha citado aquí, vais a informarme de todo y decirme qué se está cociendo en París, C'est ne pas?- dijo con su persuasión natural, mientras sentaba a su nuevo "amigo" en su mesa y le servía un poco de vino.
- Dejad que me presente, soy Madame de Merteuil. Atendiendo a vuestro atuendo, puedo deducir que os moveis como pez por el agua por los bajos fondos de París. Luego, si estais aquí, es porque habeis sido citado por alguien poderoso para llevar a cabo algún trabajo bastante sucio, y él- Y quedó pensativa- aunque podría ser una mujer...pero dudo que una dama respetable, y todas las damas intentan parecerlo, creyese conveniente verse en público, en un lugar tan frecuentado, con alguien de dudosa moralidad...como le supongo. Los hombres son más directos y más dados a permitirse esa liberalidad, por eso supongo que os ha citado un varón. En cuanto a mí- y dijo señalándose-yo soy claramente una mujer no respetable, y me importa bien poco lo que los demás puedan decir de mí. También podemos pensar que ese hombre está aquí ahora mismo y nos está vigilando, luego...cuando os contacte y os pregunte qué clase de relación teneis conmigo, espero que le mintáis y confirméis mi mala reputación...-y le sonrió mientras le acariciaba una mano- y digais que sois mi amante. Eso es una coartada muy convincente, es obvio que sois guapo y pícaro, por lo que no es de extrañar que tengais una amante en cada puerto....Dicho todo esto ¿Estais de acuerdo conmigo?- y le sonrió con candor disimulado y frío.
Isabelle de Merteuil- Vampiro Clase Alta
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Re: Libros abiertos (Isabelle de Merteuil-Benoit de Sade)
Justo cuando pensaba dirigirse a la entrada del restaurante, que en este caso sería su salida, alguien interfirió en su camino. Se trataba de una mujer, con todas las letras. Su avanzada edad no era algo disimulable; era la misma mirada que había interceptado la de Benoit antes de entrar al lugar. Ella, con unos aires de complicidad impropios en cualquier persona que frecuentase aquellos lugares, le inquirió que le siguiese la corriente y que, por ende, la acompañase a la mesa.
Una vez allí y tras presentarse le explicó, con una intuición más propia de los años que de una inteligencia brillante, lo que creía que sucedía. Ya se sabe; más sabe el diablo por viejo, que por diablo. Lo curioso es que no había fallado en nada. Tampoco era muy difícil; entre ellos era normal recurrir a los servicios bajo mesa de gente como Benoit y, dada su fama, lo extraño es que no llegase a conocerle. – Yo soy Benoit, si no has oído hablar de mí en lugares como este es porque no has conocido a suficientes hijos de puta. – Respondió, a modo de basta presentación. Los años de relación con este tipo de gente lo habían hecho abandonar los estúpidos e hipócritas modales. Benoit se sentía entre ellos como una ramera a la que acudían cuando tenía un asunto que tratar y, siendo sinceros, se alegraba de que no fuera para descargar sus velludos escrotos. Cada uno escoge su rol, solía decirse Benoit. Aunque muchas veces era sólo un modo de engañarse.
-No, probablemente no se trate de una mujer. – Confirmó la hipótesis que la señora Merteuil había propuesto anteriormente. – Nunca son mujeres, aunque los planes sean suyos. Mandan a sus maridos a que hablen conmigo, no se fían de que yo pueda hacerles algo. – Sonrío de medio lado, haciendo que su bigote se torciese de una forma cómica. – Lo que no saben, las pobres diablas, es que yo no hago nada a nadie gratis. – Miró a la señora a los ojos, arqueando una ceja, sin apartar la media sonrisa.
-¿Vuestro amante? – Una carcajada salió de su garganta, tan profunda como seca. – ¿Por qué habría yo de decir algo así? ¿Cree usted que aquel que me haya contactado tenga el más mínimo interés en saber con quién o qué trato? Sólo habría de interesarse en mi eficacia y rapidez en lo que sea que me quisiera o quiera encargar; que, visto lo visto, parece haberse arrepentido a última hora. – Asestó, rotundo. En esta ocasión, sus ojos se tornaron hacia el local, contemplando la posibilidad de que hallase allí a la persona que le pudiese hacer el encargo.
Miró de nuevo a la señora De Merteuil. – Y, dígame, señora de…Merteuil, ¿por qué coño me ha sentado aquí y a quién quiere que mate?
Una vez allí y tras presentarse le explicó, con una intuición más propia de los años que de una inteligencia brillante, lo que creía que sucedía. Ya se sabe; más sabe el diablo por viejo, que por diablo. Lo curioso es que no había fallado en nada. Tampoco era muy difícil; entre ellos era normal recurrir a los servicios bajo mesa de gente como Benoit y, dada su fama, lo extraño es que no llegase a conocerle. – Yo soy Benoit, si no has oído hablar de mí en lugares como este es porque no has conocido a suficientes hijos de puta. – Respondió, a modo de basta presentación. Los años de relación con este tipo de gente lo habían hecho abandonar los estúpidos e hipócritas modales. Benoit se sentía entre ellos como una ramera a la que acudían cuando tenía un asunto que tratar y, siendo sinceros, se alegraba de que no fuera para descargar sus velludos escrotos. Cada uno escoge su rol, solía decirse Benoit. Aunque muchas veces era sólo un modo de engañarse.
-No, probablemente no se trate de una mujer. – Confirmó la hipótesis que la señora Merteuil había propuesto anteriormente. – Nunca son mujeres, aunque los planes sean suyos. Mandan a sus maridos a que hablen conmigo, no se fían de que yo pueda hacerles algo. – Sonrío de medio lado, haciendo que su bigote se torciese de una forma cómica. – Lo que no saben, las pobres diablas, es que yo no hago nada a nadie gratis. – Miró a la señora a los ojos, arqueando una ceja, sin apartar la media sonrisa.
-¿Vuestro amante? – Una carcajada salió de su garganta, tan profunda como seca. – ¿Por qué habría yo de decir algo así? ¿Cree usted que aquel que me haya contactado tenga el más mínimo interés en saber con quién o qué trato? Sólo habría de interesarse en mi eficacia y rapidez en lo que sea que me quisiera o quiera encargar; que, visto lo visto, parece haberse arrepentido a última hora. – Asestó, rotundo. En esta ocasión, sus ojos se tornaron hacia el local, contemplando la posibilidad de que hallase allí a la persona que le pudiese hacer el encargo.
Miró de nuevo a la señora De Merteuil. – Y, dígame, señora de…Merteuil, ¿por qué coño me ha sentado aquí y a quién quiere que mate?
Benoit De Sade- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/04/2016
Re: Libros abiertos (Isabelle de Merteuil-Benoit de Sade)
-Habeis hecho dos preguntas, dejadme responderlas- dijo riendo un poco -Sobre la primera, es obvio que a él, a quien os ha citado aquí, puede importarle bien poco qué es lo que tengais que tratar conmigo. Sin embargo, dudo que él pueda resistirse a preguntaros quién soy yo y qué es lo que quiero de vos....Es obvio que ese personaje hipotético del que hablamos no quiere que sus planes se vayan a la basura por imprevistos, y dado que os he sentado conmigo, yo cuento perfectamente como imprevisto. De manera que, si no represento una amenaza para sus planes, me dejará en paz...- tomaba un trozo de tarta- Así que es preferible que en lugar de decir que soy una loca que os ha preguntado por qué es lo que haceis aquí y a quién servis, digais que soy una prostituta sumisa a vuestros favores. Si obrais así, os dejará a vos y a mí, y no se verá obligado a matarnos a los dos cuando hayais acabado el trabajo que os encargue...porque es obvio que os matará- y le miró a los ojos- Podréis preguntaros cómo es que estoy tan segura, pero es obvio que una persona respetable evitará ser manchada si alguien se va de la lengua...y dado que os ha citado aquí, eso significa que hablará a cara descubierta con vos, cosa que os hace el único capaz de acusarle y de..."chantajearle", por así decirlo. Ergo si sois vos el único capaz de implicarle y acusarle en el asunto que os llevais entre manos, será mejor haceros desaparecer, lo que hará desaparecer la única prueba que lo relacionaba con el crimen...- y sonrió mientras le señalaba.
- Con respecto a la segunda pregunta, no deseo sino charlar. Maquiavelo dice "ten cerca a tus amigos, pero ten más cerca aun a tus enemigos". Ese hombre ¿Os dejó un recado? ¿Una nota? ¿Habeis hablado con él? ¿ Ya se ha decidido a quién eliminareis?...Querido, una debe estar bien informada de todo, ¿Por qué no me hablais de a quiénes comenzasteis matando y por orden de quien? Seguro que teneis una historia interesante...y por favor...- señaló apuntando a sus sienes -No sigais pensando que soy una especie de anciana...en cualquier caso, mujer madura...- se rió.
- Con respecto a la segunda pregunta, no deseo sino charlar. Maquiavelo dice "ten cerca a tus amigos, pero ten más cerca aun a tus enemigos". Ese hombre ¿Os dejó un recado? ¿Una nota? ¿Habeis hablado con él? ¿ Ya se ha decidido a quién eliminareis?...Querido, una debe estar bien informada de todo, ¿Por qué no me hablais de a quiénes comenzasteis matando y por orden de quien? Seguro que teneis una historia interesante...y por favor...- señaló apuntando a sus sienes -No sigais pensando que soy una especie de anciana...en cualquier caso, mujer madura...- se rió.
Isabelle de Merteuil- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/10/2015
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Re: Libros abiertos (Isabelle de Merteuil-Benoit de Sade)
Parecía bastante claro que aquella ‘mujer madura’, como ella misma se había descrito, tenía algo entre manos y Benoit había sido la oportunidad, el enlace adecuado. Quizás tratase de enterarse de la información por algún motivo en especial o, simplemente, quería divertirse un rato. En las altas esferas el sentido común escasea, aún más que en las otras esferas, puesto que el tiempo y la desocupación vuelven loco a cualquier ser. Aunque, a decir verdad, había algo de raro en aquella señora…algo realmente extraño. Parecía saber en qué piensa Benoit en todo momento; eso le inquietaba.
- La persona que me haya citado aquí puede ser simplemente un idiota que quería cargarse a alguien y se ha echado atrás. Tengo experiencia con vosotros, los ricos sois de lo más cobarde. Hasta para que otro os haga el trabajo os acabáis acobardando. – Respondió, mirando de nuevo a su alrededor. Aunque, esta vez, no era encontrar a su misterioso contratante, sino ver qué clase de bebida servían allí. – Oye, a ti te harán más caso que a mí. ¿Por qué no pides algo de beber? – Propuso, con una sonrisa de medio lado, mientras se acomodaba un poco en aquel pomposo asiento.
-Así que me quieres usar de puente para joder a alguien, ¿no es así? – Una leve carcajada salió de sus labios. - ¿Qué os hace pensar que yo puedo llevaros hasta esa persona a la que no parecéis tenerle gran aprecio? – Preguntó, casi retóricamente, puesto que Benoit no era alguien que soliese hacerle favores a nadie, incluso sin ser consciente. Los favores, pensaba él, son una absoluta pérdida de tiempo si se hacen gratis. Al menos, llévate algo, pensaba.
Lo cierto es que, ahora que enfocaba más su retina en la señora Merteuil, parecía más joven de lo que en un principio le había parecido a Benoit. Sin embargo, había algo en su mirada que la hacía parecer mucho más vieja que todos los que estaban allí presentes. ¿Qué sería? Se preguntó Benoit. - Está bien, mujer madura, disculpa mis prejuicios. No suelo tratar con mujeres como vos. -
- La persona que me haya citado aquí puede ser simplemente un idiota que quería cargarse a alguien y se ha echado atrás. Tengo experiencia con vosotros, los ricos sois de lo más cobarde. Hasta para que otro os haga el trabajo os acabáis acobardando. – Respondió, mirando de nuevo a su alrededor. Aunque, esta vez, no era encontrar a su misterioso contratante, sino ver qué clase de bebida servían allí. – Oye, a ti te harán más caso que a mí. ¿Por qué no pides algo de beber? – Propuso, con una sonrisa de medio lado, mientras se acomodaba un poco en aquel pomposo asiento.
-Así que me quieres usar de puente para joder a alguien, ¿no es así? – Una leve carcajada salió de sus labios. - ¿Qué os hace pensar que yo puedo llevaros hasta esa persona a la que no parecéis tenerle gran aprecio? – Preguntó, casi retóricamente, puesto que Benoit no era alguien que soliese hacerle favores a nadie, incluso sin ser consciente. Los favores, pensaba él, son una absoluta pérdida de tiempo si se hacen gratis. Al menos, llévate algo, pensaba.
Lo cierto es que, ahora que enfocaba más su retina en la señora Merteuil, parecía más joven de lo que en un principio le había parecido a Benoit. Sin embargo, había algo en su mirada que la hacía parecer mucho más vieja que todos los que estaban allí presentes. ¿Qué sería? Se preguntó Benoit. - Está bien, mujer madura, disculpa mis prejuicios. No suelo tratar con mujeres como vos. -
Benoit De Sade- Humano Clase Media
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