AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Tintas que manchan.
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Tintas que manchan.
La noche llegó tan rápida que no nos habíamos dado cuenta, por la ventana se filtraba ya la luz de los faros de las calles siendo iluminadas, ¿Cuánto tiempo había permanecido en aquel estado en el sillón recostada mirando el techo de mi consultorio? ¿Horas, minutos, segundos? Pero para mi parecieron la eternidad por una sola razón.
No deseaba llegar a casa aun.
Lo vi entrar con su bata de médico y esa peculiar sonrisa de “todo está bien”, pero no lo estaba y ambos lo sabíamos al cruzar por aquella puerta.
Devolví su sonrisa ante su pregunta
–Estás bien Tarja– ingresa despacio como un ratón.
Aunque es el mayor por minutos se comporta como si fuera en el menos, la menos delante de mi, quizás sea ese pasado el que nos unió de esta manera.
–Tarja, Tarja ¿Dónde estás? Bim bom tan ya te vi ya te vi ahora voy por ti– risas y pasos pequeños que corren por toda la casa es lo que se puede escuchar.
–No es justo Tarja, no hagas trampa. Si te cambias de escondite le diré a mamá– con un puchero le reclama a su hermana que aparece debajo de la mesa
–eeeeh no metas a mamá en nuestros juegos, que llorón eres– sale riéndose a abrazar a su hermano.
–Tu eres la tramposa, pero ya te vi– responde el abrazo de su hermana riéndose ambos.
Hasta que la noche llegara y las pesadillas los comiera vivos a los dos lo que fue el pie para que al día siguiente el mal se presentara en forma de frutas venenosas que acabaría con toda su familia. Si, a la mañana siguiente una mujer con una sonrisa amable se acercó a ellos ofreciéndoles unas moras azules que les ayudaría, y como todo inocente niño las aceptaron los dos sin saber que ello sería la perdición de ellos y de toda su familia. La maldición que vino producto de ello ni dios ni el demonio la podría romper, obligándolos a ellos a presenciar y enfrentar la muerte a diario, día tras día sus alegrías se fueron borrando para dejar en aquellas personas que no pueden llegar a conocer el amor.
–Si estoy bien, solo estaba algo cansada de tantos pacientes– sonreía mientras arreglaba mi ropa y cabello –Volvamos a casa Steph– con una bella sonrisa de que “todo estará bien ahora” traté de alejar todo pensamiento negativo entre él y yo.
Al menos por el momento.
No deseaba llegar a casa aun.
Lo vi entrar con su bata de médico y esa peculiar sonrisa de “todo está bien”, pero no lo estaba y ambos lo sabíamos al cruzar por aquella puerta.
Devolví su sonrisa ante su pregunta
–Estás bien Tarja– ingresa despacio como un ratón.
Aunque es el mayor por minutos se comporta como si fuera en el menos, la menos delante de mi, quizás sea ese pasado el que nos unió de esta manera.
PASADO — Hace 15 años atrás
–Tarja, Tarja ¿Dónde estás? Bim bom tan ya te vi ya te vi ahora voy por ti– risas y pasos pequeños que corren por toda la casa es lo que se puede escuchar.
–No es justo Tarja, no hagas trampa. Si te cambias de escondite le diré a mamá– con un puchero le reclama a su hermana que aparece debajo de la mesa
–eeeeh no metas a mamá en nuestros juegos, que llorón eres– sale riéndose a abrazar a su hermano.
–Tu eres la tramposa, pero ya te vi– responde el abrazo de su hermana riéndose ambos.
Hasta que la noche llegara y las pesadillas los comiera vivos a los dos lo que fue el pie para que al día siguiente el mal se presentara en forma de frutas venenosas que acabaría con toda su familia. Si, a la mañana siguiente una mujer con una sonrisa amable se acercó a ellos ofreciéndoles unas moras azules que les ayudaría, y como todo inocente niño las aceptaron los dos sin saber que ello sería la perdición de ellos y de toda su familia. La maldición que vino producto de ello ni dios ni el demonio la podría romper, obligándolos a ellos a presenciar y enfrentar la muerte a diario, día tras día sus alegrías se fueron borrando para dejar en aquellas personas que no pueden llegar a conocer el amor.
Fin...
–Si estoy bien, solo estaba algo cansada de tantos pacientes– sonreía mientras arreglaba mi ropa y cabello –Volvamos a casa Steph– con una bella sonrisa de que “todo estará bien ahora” traté de alejar todo pensamiento negativo entre él y yo.
Al menos por el momento.
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Re: Tintas que manchan.
¿Cuántos pacientes había atendido ya? ¿Cinco, diez, veinte? El número ya carecía de importancia al final del día; incluso aun con el sol ocultándose podía ver que habían paciente en la pequeña sala de espera, sabía que no eran de ella si no míos, y aún asi ella estaba ayudándome con algunas personas. .
Esto no es normal, en lo absoluto.
Suspiré cuando la noche ya avanzó y solo quedaba la soledad en el consultorio ¿Cuánto había pasado?, miré por la ventana viendo que pocos quedaban deambulando, incluso aquella parte del sándwich que no comí por estar ocupado con el trabajo. Comencé a preguntarme sobre ella, si estaría bien o habría comido, siempre suele olvidarse el comer cuando está tan ocupada y concentrada.
–Debes comer Tarja, si no lo haces mamá se enojará– la sostiene de sus hombros mientras su hermana trata de subir al árbol.
–Si no comes no podrás crecer ni tendrás fuerza, no te olvides de comer– trata de soportar el dolor de tener a su hermana sobre sus hombros
–Calla, no ves que primero tengo que dejar al polluelo en su nido, eso es más importante que comer, además no tengo hambre ya comí un pan con mermelada– se estira tratando de alcanza la rama con el polluelo en una pañoleta.
–ESO FUE AYER TARJA, NO HOY– grita mientras ambos caen al suelo riéndose y con el polluelo en el nido justo en el momento que la madre llega, al igual que la de ambos regañando a los pequeños por la culpa de la chiquilla de Tarja, el regaño dura minutos y para librarse de ello, la pequeña mira a su hermano guiñándole el ojo y en un segundo esta viendo a su madre con ojos arrepentidos que lentamente van perdiéndose en la inconsciencia hasta caer desmayada; su hermano se apura para pedir algo de agua a las criadas mientras da golpecitos (tan suaves) en el rostro de su hermana mientras esta ríe por la hazaña hecha.
Ambos ríen y su madre se mantiene preocupada por las travesuras que cree verdaderas de sus pequeños hijos.
Su voz decía que estaba bien, pero sabía que no lo estaba, ella no jamás estuvo bien luego de todo lo que ocurrió, con una sonrisa me acerque despeinándola más de lo que estaba –Eres mentirosa, en tus ojos se que no estás bien, antes de ir a casa es mejor pasar a comer algo en algún lugar– amablemente tome su abrigo para ponérselo –No acepto una negativa de tu parte Tarja Hauks o de lo contrario te enviaré a consulta con un psiquiatra que conozco– río viendo aquella sonrisa más sincera en su rostro y un poco más relajada.
Es verdad, ninguno de los dos queremos llegar a casa.
Esto no es normal, en lo absoluto.
Suspiré cuando la noche ya avanzó y solo quedaba la soledad en el consultorio ¿Cuánto había pasado?, miré por la ventana viendo que pocos quedaban deambulando, incluso aquella parte del sándwich que no comí por estar ocupado con el trabajo. Comencé a preguntarme sobre ella, si estaría bien o habría comido, siempre suele olvidarse el comer cuando está tan ocupada y concentrada.
PASADO — Hace 15 años atrás
–Debes comer Tarja, si no lo haces mamá se enojará– la sostiene de sus hombros mientras su hermana trata de subir al árbol.
–Si no comes no podrás crecer ni tendrás fuerza, no te olvides de comer– trata de soportar el dolor de tener a su hermana sobre sus hombros
–Calla, no ves que primero tengo que dejar al polluelo en su nido, eso es más importante que comer, además no tengo hambre ya comí un pan con mermelada– se estira tratando de alcanza la rama con el polluelo en una pañoleta.
–ESO FUE AYER TARJA, NO HOY– grita mientras ambos caen al suelo riéndose y con el polluelo en el nido justo en el momento que la madre llega, al igual que la de ambos regañando a los pequeños por la culpa de la chiquilla de Tarja, el regaño dura minutos y para librarse de ello, la pequeña mira a su hermano guiñándole el ojo y en un segundo esta viendo a su madre con ojos arrepentidos que lentamente van perdiéndose en la inconsciencia hasta caer desmayada; su hermano se apura para pedir algo de agua a las criadas mientras da golpecitos (tan suaves) en el rostro de su hermana mientras esta ríe por la hazaña hecha.
Ambos ríen y su madre se mantiene preocupada por las travesuras que cree verdaderas de sus pequeños hijos.
Fin...
Su voz decía que estaba bien, pero sabía que no lo estaba, ella no jamás estuvo bien luego de todo lo que ocurrió, con una sonrisa me acerque despeinándola más de lo que estaba –Eres mentirosa, en tus ojos se que no estás bien, antes de ir a casa es mejor pasar a comer algo en algún lugar– amablemente tome su abrigo para ponérselo –No acepto una negativa de tu parte Tarja Hauks o de lo contrario te enviaré a consulta con un psiquiatra que conozco– río viendo aquella sonrisa más sincera en su rostro y un poco más relajada.
Es verdad, ninguno de los dos queremos llegar a casa.
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Re: Tintas que manchan.
Me crujían las mandíbulas, y estaba demasiado lejos de parecer una vil broma . El follaje debajo de mi vestido me asfixiaba, pero según mi madre, este vestido estaba ya destinado a usarlo. ¿Como podía hacerlo?, ella y mis hermanas estaban en España y aun así tenia que cumplir su voluntad, nada del otro mundo, una reunión más en donde debías tener para siempre una sonrisa congelada, debía estar pues era necesario para el negocio familiar.
- Que quede claro que ninguna de las dos hará comentarios sobre esto, y este vestido - Sabía que las doncellas eran discretas pero se que sentían un poco de libertad de hablar abiertamente, les tenia confianza y estaba segura que me estarían vigilando por si trataba de deshacerme del follaje y de incluso de la faja para solo quedarme con el vestido. Estúpidas costumbres, demasiada ropa y perfumes caros. Seguiría discutiendo sola, porque las dos señoritas simplemente se intercambiaban miradas picaras ante mis comentarios.Mi mano quedo suspendida en el aire mientras discutía conmigo misma, al parecer tenia esa manía de hacer demasiados movimientos con las manos pero esta vez no pude terminar el ademan y mis labios quedaron casi abiertos, incluso solo falto el efecto de mis cabellos dejaran de pasearse con el viento, que quedaran casi en pause. Sí, era real, era verdadero estaba ahí. El mismo cazador, y por lo que se podía ver estaba metido en serios problemas por su torpeza y su carencia de reflejos.
- Que quede claro que ninguna de las dos hará comentarios sobre esto, y este vestido - Sabía que las doncellas eran discretas pero se que sentían un poco de libertad de hablar abiertamente, les tenia confianza y estaba segura que me estarían vigilando por si trataba de deshacerme del follaje y de incluso de la faja para solo quedarme con el vestido. Estúpidas costumbres, demasiada ropa y perfumes caros. Seguiría discutiendo sola, porque las dos señoritas simplemente se intercambiaban miradas picaras ante mis comentarios.Mi mano quedo suspendida en el aire mientras discutía conmigo misma, al parecer tenia esa manía de hacer demasiados movimientos con las manos pero esta vez no pude terminar el ademan y mis labios quedaron casi abiertos, incluso solo falto el efecto de mis cabellos dejaran de pasearse con el viento, que quedaran casi en pause. Sí, era real, era verdadero estaba ahí. El mismo cazador, y por lo que se podía ver estaba metido en serios problemas por su torpeza y su carencia de reflejos.
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Re: Tintas que manchan.
Había decidido ir a dar un paseo por las calles de París,la nieve nos había dado una tregua y aunque aún hacía un frío bastante desagradable estaba cansada de estar encerrada en casa o en el estudio.Llevaba días rodeada de pinturas,libros y la verdad es que estaba bastante estresada.No solo por mi búsqueda personal,sino porque éste ocupaba mi mente y el trabajo se me estaba acumulando,aún tenía que catalogar dos esculturas,una tiara y un diario,demasiado trabajo.Era incapaz de ponerme en serio y hacer las cosas bien con la mente tan embotada,así que decidí que un paseo,quizás una taza de té,me relajarían y me harían más productiva.
Llevaba un sencillo vestido de color crema,con algunos adornos de encaje.No suelo ponerme piezas con colores tan pálidos,pero era un regalo reciente de mi tío y debía admitir que es vestido era bastante cómodo y calentito.El pelo lo llevaba prácticamente suelto,a excepción de un prendedor de plata que retenía los mechones que caían sobre mi rostro.
SPOILER:
Llevaba un rato caminando y caí en la cuenta de que unos ojos me observaban,sentí una extraña sensación de alerta,como si alguien me estuviese siguiendo,pero en varias ocasiones me había dado la vuelta y no había visto a nadie.Inquieta decidí entrar en una librería,aquello me distraería y quizás encontrase algún ejemplar interesante.Saludé al dependiente y tras ello me puse a caminar entre las estantería cuando de repente alguien se me acercó y me abordó sin pudor alguno.
-Saludos monsieur...¿En qué puedo ayudaros?-dije observando al desconocido,mi tono era recatado y educado pero aún así mi mirada era seria y fría-
Llevaba un sencillo vestido de color crema,con algunos adornos de encaje.No suelo ponerme piezas con colores tan pálidos,pero era un regalo reciente de mi tío y debía admitir que es vestido era bastante cómodo y calentito.El pelo lo llevaba prácticamente suelto,a excepción de un prendedor de plata que retenía los mechones que caían sobre mi rostro.
SPOILER:
Llevaba un rato caminando y caí en la cuenta de que unos ojos me observaban,sentí una extraña sensación de alerta,como si alguien me estuviese siguiendo,pero en varias ocasiones me había dado la vuelta y no había visto a nadie.Inquieta decidí entrar en una librería,aquello me distraería y quizás encontrase algún ejemplar interesante.Saludé al dependiente y tras ello me puse a caminar entre las estantería cuando de repente alguien se me acercó y me abordó sin pudor alguno.
-Saludos monsieur...¿En qué puedo ayudaros?-dije observando al desconocido,mi tono era recatado y educado pero aún así mi mirada era seria y fría-
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Re: Tintas que manchan.
El tiempo pasaba, y El Hermano Hauks no se había percatado que la cita que le hacía falta no era de su consultorio sino del hospital, luego de unos quince minutos, se percató por el color de la carpeta, fue a buscar a su hermana pero lamentablemente ella estaba en una consulta que demoraría, con un paciente que siempre iba a ese mismo horario, dejó una nota pegada en la puerta para luego salir corriendo al hospital, corrió lo más que pudo lo más que quiso, porque el jamás dejaba una consulta sin atender era lo peor que podía hacer un médico.
Cuando llegó ya era tarde, miró a todos lados buscando la respuesta que tenía perdida ¿su paciente, dónde estaría?, miró a una de la enfermeras, algo cansado, estaban hablando, cuando la mujer le indicó que la joven había estado, esperando desde hace mucho, Stephen sonrió y caminó ya más lento a su consultorio del hospital, ahí se tranquilizó un rato tomando algo de agua para luego colocarse la bata del hospital.
Uno a uno fue llamando a los pacientes, hasta que tocó de nuevo a la joven anunció el nombre de la joven, volviendo a su escritorio a terminar de colocar en los papeles el nombre de la joven, cuando la vio entrar y tomar asiento, el lugar era amplio, tenía el escritorio cerca a la ventana que era de tamaño medio, tras es escritorio había una camilla y una cortina, justo al este se contaba con una botiquín como aparador, largo con medicinas e inyecciones, del lado oeste, estaba la balanza y una mesa cubierta con instrumentos de medicina, tras la espalda del doctor había una biblioteca con unos libros sobre medicina, anatomía, psicología, enfermedades, y un libro sin nombre (era el diario de él, sobre sus pacientes).
Cuando llegó ya era tarde, miró a todos lados buscando la respuesta que tenía perdida ¿su paciente, dónde estaría?, miró a una de la enfermeras, algo cansado, estaban hablando, cuando la mujer le indicó que la joven había estado, esperando desde hace mucho, Stephen sonrió y caminó ya más lento a su consultorio del hospital, ahí se tranquilizó un rato tomando algo de agua para luego colocarse la bata del hospital.
Uno a uno fue llamando a los pacientes, hasta que tocó de nuevo a la joven anunció el nombre de la joven, volviendo a su escritorio a terminar de colocar en los papeles el nombre de la joven, cuando la vio entrar y tomar asiento, el lugar era amplio, tenía el escritorio cerca a la ventana que era de tamaño medio, tras es escritorio había una camilla y una cortina, justo al este se contaba con una botiquín como aparador, largo con medicinas e inyecciones, del lado oeste, estaba la balanza y una mesa cubierta con instrumentos de medicina, tras la espalda del doctor había una biblioteca con unos libros sobre medicina, anatomía, psicología, enfermedades, y un libro sin nombre (era el diario de él, sobre sus pacientes).
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Re: Tintas que manchan.
El trabajo es la parte más importante del ser humano, ayuda en cuanto a la forma física como mental, siempre alerta y activo, no hay nada de malo en ello, pero ¿existe un punto de quiebre?, existe algún punto en donde este sea malo para el ser humano? La verdad? Quizás, depende de las mentes y sus dueños, algunos trabajos han trastornado a muchos hombres y mujeres al punto de quebrar su sentido de la realidad ¿solución? Alguien que pueda trabajar en el problema en las mentes humanas para ver cuál es el daño y como recuperar a aquellos hombres y mujeres de bien para la sociedad o ver si los encierran para el bien el de la misma, persona y sociedad.
Temprano en la mañana, debían los hermanos Hauks salir a su trabajo en el consultorio privado de aquel hombre que había contratado sus servicios para él y para gente de elite, pero aun así no olvidaban a las personas que no podían acceder a una consulta, por lo que en la tarde iban los dos al sanatorio mental, para brindar sus servicios de estudio de la mente humana y sus problemas a gente de escasos recursos, así que como buscar las soluciones de aquellas personas que han perdido su razón, ese era su aporte a la sociedad, así como un escape de su trabajo privado para aquel hombre. Llegan a su lugar de trabajo, con una sonrisa Tarja ingresa al lugar, su hermano casi no habla con nadie, es porque no le gusta involucrarse con nadie por miedo a la maldición de aquella bruja.
Reciben la lista de pacientes para los hermanos, ambos revisan uno a uno los nombres y sus problemas, dividiéndose los pacientes y viendo cual atender los dos juntos, entre sonrisas cómplices comienzan a atender a los pacientes, uno a uno van llenando el consultorio de ellos dos, la auscultación general por parte de Stephen y el diagnóstico mental por parte de Tarja, cuando de pronto en manos de Tarja cae la ficha médica de una joven nueva que ha llegado al sanatorio porque la han encontrado en las calles desvariando sobre vampiros, muertes, sexo salvaje, en fin un sin número de incoherencias y actitudes algo extrañas en gente “normal” (denominación social que se efectúa bajo el concepto de clases sociales aceptadas).
La joven había estado internada porque había llegado con un severo cuadro de deshidratación, inanición y desnutrición, la tendrían ahí por unos días para luego enviarla a la calle de nuevo, pero Stephen por pedido de su hermana evita que eso ocurra, pasando el caso médico a ellos dos, tanto el de diagnóstico médico como mental.
Pero para ese momento lastimosamente la Doctora Hauks no se encontraba Aquella mañana a primera hora, la doctora Hauks sale de su consultorio dirigiéndose a toda prisa por la calle olvidándose de los modales de una dama para ir corriendo hasta aquel lugar, a la chocolatería tenía que hacerlo rápido antes que su hermano se diera cuenta de su ausencia. De tanto correr no se percató de uno de los caballeros que tenía una taza de café en la mano y con la cual terminó bañada ella, ahora olía a café y a lavanda. Evitó que se aglomerarán más las personas pero al dar un paso terminó cayendo de bruces levantándose inmediatamente pero sus medias se habían desgarrado un poco, su trenza que quedaba hasta el hombro se había desaliñado un poco por todo el ajetreo, sumando la sudor de haber corrido, su presencia como psicóloga dictaba mucho.
Temprano en la mañana, debían los hermanos Hauks salir a su trabajo en el consultorio privado de aquel hombre que había contratado sus servicios para él y para gente de elite, pero aun así no olvidaban a las personas que no podían acceder a una consulta, por lo que en la tarde iban los dos al sanatorio mental, para brindar sus servicios de estudio de la mente humana y sus problemas a gente de escasos recursos, así que como buscar las soluciones de aquellas personas que han perdido su razón, ese era su aporte a la sociedad, así como un escape de su trabajo privado para aquel hombre. Llegan a su lugar de trabajo, con una sonrisa Tarja ingresa al lugar, su hermano casi no habla con nadie, es porque no le gusta involucrarse con nadie por miedo a la maldición de aquella bruja.
Reciben la lista de pacientes para los hermanos, ambos revisan uno a uno los nombres y sus problemas, dividiéndose los pacientes y viendo cual atender los dos juntos, entre sonrisas cómplices comienzan a atender a los pacientes, uno a uno van llenando el consultorio de ellos dos, la auscultación general por parte de Stephen y el diagnóstico mental por parte de Tarja, cuando de pronto en manos de Tarja cae la ficha médica de una joven nueva que ha llegado al sanatorio porque la han encontrado en las calles desvariando sobre vampiros, muertes, sexo salvaje, en fin un sin número de incoherencias y actitudes algo extrañas en gente “normal” (denominación social que se efectúa bajo el concepto de clases sociales aceptadas).
La joven había estado internada porque había llegado con un severo cuadro de deshidratación, inanición y desnutrición, la tendrían ahí por unos días para luego enviarla a la calle de nuevo, pero Stephen por pedido de su hermana evita que eso ocurra, pasando el caso médico a ellos dos, tanto el de diagnóstico médico como mental.
Pero para ese momento lastimosamente la Doctora Hauks no se encontraba Aquella mañana a primera hora, la doctora Hauks sale de su consultorio dirigiéndose a toda prisa por la calle olvidándose de los modales de una dama para ir corriendo hasta aquel lugar, a la chocolatería tenía que hacerlo rápido antes que su hermano se diera cuenta de su ausencia. De tanto correr no se percató de uno de los caballeros que tenía una taza de café en la mano y con la cual terminó bañada ella, ahora olía a café y a lavanda. Evitó que se aglomerarán más las personas pero al dar un paso terminó cayendo de bruces levantándose inmediatamente pero sus medias se habían desgarrado un poco, su trenza que quedaba hasta el hombro se había desaliñado un poco por todo el ajetreo, sumando la sudor de haber corrido, su presencia como psicóloga dictaba mucho.
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Re: Tintas que manchan.
Tenía que visitar a su paciente más problematica de todas en el psiquiatrico, la mirada que iba a aquella joven de cabellos castaños estaban cargados de dulzura su labio se curvaba al oír sus explicaciones, verla en ese estado y como luchaba por mover sus manos y pies, era doloroso para el verla así porque se veía él en ella, sus ojos eran la oscuridad que llenaban su corazón, la desató completamente sentándose a su lado curando aquella herida que presentaba, las laceraciones que mostraba su blanca piel le estremecía incluso en su nuca sintió hincones algo que le llevo a recuerdos del pasado.
Al negar aquellos recuerdos que se aferraban en volver con aquella voz dejó una paño con agua oxigenada en su herida apartando luego los mechones del cabello –El fuego daña mucho, se lleva a lo que más quieres, no te lo esperas pero cuando llega todo se termina y te deja en nada– un suspiro profundo le hace sonreír –Mientras que la soledad en cambio lastima hasta la muerte, nunca te deja en paz y siempre te ataca cuando menos te lo esperas– se levanta de la cama con la mano temblándole, algo que le ocurría cuando tocaba a una mujer, trato de calmar esos temblores desviando su atención a ella aún más –Juegas siempre a esconderte, Anja?– le pregunta tomando una venda limpia y esterilizada.
Se acerca a ella mostrando la venda e indicando que es para su herida –Anja por qué cubres tus ojos siempre, si son muy bonitos– busca la respuesta sobre el fuego sin que se entere, que al menos le cuente la historia a su forma , venda la mano de la joven dejando un beso, siente que es como una niña pequeña aun –Pronto sanará, en unos días no habrá seña de esto– frota la venda con una cálida sonrisa –Sabes mi hermana también cubre sus ojos en algunos momentos pero ella lo hace para poder contarme mejor sobre ella ¿te gustaría intentarlo?– sonríe con la mano de ella entre las de él, buscaba su amistad para ayudarle en todo lo que pudiera.
Al negar aquellos recuerdos que se aferraban en volver con aquella voz dejó una paño con agua oxigenada en su herida apartando luego los mechones del cabello –El fuego daña mucho, se lleva a lo que más quieres, no te lo esperas pero cuando llega todo se termina y te deja en nada– un suspiro profundo le hace sonreír –Mientras que la soledad en cambio lastima hasta la muerte, nunca te deja en paz y siempre te ataca cuando menos te lo esperas– se levanta de la cama con la mano temblándole, algo que le ocurría cuando tocaba a una mujer, trato de calmar esos temblores desviando su atención a ella aún más –Juegas siempre a esconderte, Anja?– le pregunta tomando una venda limpia y esterilizada.
Se acerca a ella mostrando la venda e indicando que es para su herida –Anja por qué cubres tus ojos siempre, si son muy bonitos– busca la respuesta sobre el fuego sin que se entere, que al menos le cuente la historia a su forma , venda la mano de la joven dejando un beso, siente que es como una niña pequeña aun –Pronto sanará, en unos días no habrá seña de esto– frota la venda con una cálida sonrisa –Sabes mi hermana también cubre sus ojos en algunos momentos pero ella lo hace para poder contarme mejor sobre ella ¿te gustaría intentarlo?– sonríe con la mano de ella entre las de él, buscaba su amistad para ayudarle en todo lo que pudiera.
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