AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
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Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
Todo inicio como una mentira, y después... ¿Qué es lo que sucederá?
Besándola, bailando los labios de forma suave y lenta. Piero no tiene afecto cariñoso hacia la semi-humana, ni la atracción para desear besarla, más lo estaba haciendo. La estrechó entre sus brazos, y desvió el rostro hacia el ventanal del castillo. Observa de reojo a uno de los monstruos que se asoman de su escondite. Mirándolos como andan de cariñosos frente a las puertas. Acostumbran andar en las lejanías, mantenerse en anonimato bajo las sombras y peor, eran muy poderosos, por lo que no debían de ser descubiertos. No es que el inquisidor les tuviera miedo, sino, debían seguir la misión como ha sido pedida. Estudiar cada uno, encontrar la manera de utilizarlos a conveniencia. Y cosa que era demasiado difícil, ellos actuaban por sí solos. Por lo que la logia demandó una misión de espías, infiltración y suicida si no lleva a cabo con precisión y cuidado. Planearon el viaje a Rumanía, ejecutar un ataque contra uno de los miembros, era la última integrante de ese grupo a quien engañaron para orillada a ser salvada por Brünhilde y Piero, se centraron en defenderla de una cacería ejecutada por ellos mismos. Al ofrecer ayuda y protección, el principal objetivo era que fuesen llevados a la guarida, donde un grupo pequeño, de tres Nosferatus o quizás solo una pareja vivían. Eran del interés de nuestro papa. Y los motivos llevaban a la idea de que quizás esta vez, deseaba resucitar en uno de ellos, o extraer esas almas.
Por lo que así como fue planeado se realizó, los habían llevado frente a ellos, exponiendo el caso de defensa por la Nosferatu de nombre; Ellen. Como era de suponerse, habían sido rechazados de inmediato, en una convención de tan solo tres Nosferatus. La sorpresa era que el mayor, el más ambiguo cuyo nombre es: Orlok, había escuchado hablar de él en leyendas; como el pájaro de la muerte, quien perdió a su amada, donde al ser disparada se la lleva a las tinieblas de la neblina en la ciudad donde se pierde su rastro. Y justamente ese rastro había sido localizado. Llevados al castillo abandonado en las mismas cumbres de las montañas de Transilvania. Estando frente a él, frente a ellas. Que podían ser ejecutados en cualquier momento.
…Tras besarle repentinamente fue porque eran observados, después de ser criticados y juzgados por los tres. Ya que por sus esencias, por la fuerza que desprenden, y sin poder engañar en ese sentido a los inmortales. Confesaron lo que eran, un hechicero y un cambiante en unión. Pero al fin y al cabo la menor mujer (al menos su aspecto en la ciudad fue de una belleza sin igual, ya que se estaba alimentando de un niño) fueron abogados por ella. Ofreciendo sus servicios como guardianes, y sobre todo, de ser una pareja que busca escondite. Y el cual eran buscados por adulterio. Esta parte fue la más conmovedora para Ellen, pareciese que una vez fue amante. Y eso era un punto a su favor, por cierto interés, eran gratos para ella. Si supiera que era todo lo contrario, que no hay amor entre esos labios carnosos, ni un afecto que los mantengan unidos como lo estaban haciendo. Susurrando a esos labios una escasa y mentirosa confesión.—Te amo…—Dio por concluido el beso, posando las irises en las ajenas mientras con su mano acaricia su mejilla, sin soltarla. Tenían que verse sinceros, tenían que creerles que no mentían en nada. Cuidarse de lo que decían, o pensaban, cualquier movimiento en falso era ya su condena.—Vamos ya es hora.
La soltó con delicadeza, era una perfecta actuación que si se hubiese observado Piero, diría que es el mejor actor. Había llegado la hora de estar alertas, ya había caído la noche y los tres debían cazar. El jefe de las dos Nosferatus, cuyo cuerpo cadavérico, pálido, y con un apeste, duerme en la tierra muerta con su tumba especial, esta era envuelta en una capa de polvo santa que hace que sus poderes perduren eternamente si duerme con ella al día, se asemeja a una unión de rata y araña, con poderes algunos de hienas, calvo, orejas picudas y feo. Que por las noches vaga por la ciudad en busca de nuevas víctimas a las que chupar, y las dos mujeres bestiales se alimentan de hombres, destrozándolos después de satisfacerse. Y vaya que horror. Ambos, Brünhilde como Piero, peligraban de cualquier magnitud, podrían ser asesinados no solo con un salvajismo, sino que, podrían cometer las peores atrocidades con ellos. Porque ante sus ojos demoníacos, eran solo dos humanos más que veían como bocados.
Y el siguiente paso, era, esperar en ese castillo, los dos solos, revisar otro lado más, que les den información de ellos. Debían aprovechar sus salidas, e ingeniándose con sus aromas, ninguna pizca de ellos debía permanecer en cada objeto tomado de ellos, bebían de las pócimas que creaba el hechicero fuera de los limites del castillo. Con solo una prenda, una garra o un artefacto propio, podían crear el mismo hedor. Aunque todo tiene su efecto....
Por lo que así como fue planeado se realizó, los habían llevado frente a ellos, exponiendo el caso de defensa por la Nosferatu de nombre; Ellen. Como era de suponerse, habían sido rechazados de inmediato, en una convención de tan solo tres Nosferatus. La sorpresa era que el mayor, el más ambiguo cuyo nombre es: Orlok, había escuchado hablar de él en leyendas; como el pájaro de la muerte, quien perdió a su amada, donde al ser disparada se la lleva a las tinieblas de la neblina en la ciudad donde se pierde su rastro. Y justamente ese rastro había sido localizado. Llevados al castillo abandonado en las mismas cumbres de las montañas de Transilvania. Estando frente a él, frente a ellas. Que podían ser ejecutados en cualquier momento.
…Tras besarle repentinamente fue porque eran observados, después de ser criticados y juzgados por los tres. Ya que por sus esencias, por la fuerza que desprenden, y sin poder engañar en ese sentido a los inmortales. Confesaron lo que eran, un hechicero y un cambiante en unión. Pero al fin y al cabo la menor mujer (al menos su aspecto en la ciudad fue de una belleza sin igual, ya que se estaba alimentando de un niño) fueron abogados por ella. Ofreciendo sus servicios como guardianes, y sobre todo, de ser una pareja que busca escondite. Y el cual eran buscados por adulterio. Esta parte fue la más conmovedora para Ellen, pareciese que una vez fue amante. Y eso era un punto a su favor, por cierto interés, eran gratos para ella. Si supiera que era todo lo contrario, que no hay amor entre esos labios carnosos, ni un afecto que los mantengan unidos como lo estaban haciendo. Susurrando a esos labios una escasa y mentirosa confesión.—Te amo…—Dio por concluido el beso, posando las irises en las ajenas mientras con su mano acaricia su mejilla, sin soltarla. Tenían que verse sinceros, tenían que creerles que no mentían en nada. Cuidarse de lo que decían, o pensaban, cualquier movimiento en falso era ya su condena.—Vamos ya es hora.
La soltó con delicadeza, era una perfecta actuación que si se hubiese observado Piero, diría que es el mejor actor. Había llegado la hora de estar alertas, ya había caído la noche y los tres debían cazar. El jefe de las dos Nosferatus, cuyo cuerpo cadavérico, pálido, y con un apeste, duerme en la tierra muerta con su tumba especial, esta era envuelta en una capa de polvo santa que hace que sus poderes perduren eternamente si duerme con ella al día, se asemeja a una unión de rata y araña, con poderes algunos de hienas, calvo, orejas picudas y feo. Que por las noches vaga por la ciudad en busca de nuevas víctimas a las que chupar, y las dos mujeres bestiales se alimentan de hombres, destrozándolos después de satisfacerse. Y vaya que horror. Ambos, Brünhilde como Piero, peligraban de cualquier magnitud, podrían ser asesinados no solo con un salvajismo, sino que, podrían cometer las peores atrocidades con ellos. Porque ante sus ojos demoníacos, eran solo dos humanos más que veían como bocados.
Y el siguiente paso, era, esperar en ese castillo, los dos solos, revisar otro lado más, que les den información de ellos. Debían aprovechar sus salidas, e ingeniándose con sus aromas, ninguna pizca de ellos debía permanecer en cada objeto tomado de ellos, bebían de las pócimas que creaba el hechicero fuera de los limites del castillo. Con solo una prenda, una garra o un artefacto propio, podían crear el mismo hedor. Aunque todo tiene su efecto....
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 158
Fecha de inscripción : 30/11/2014
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Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
¿En qué demonios estaban pensando sus líderes? Brünhilde entendía menos los nuevos intereses del gran maestre de Los Custodios. Había sido enviada a Rumanía, bajo las sombras de un antiguo castillo, junto con su detestable compañero: Piero D’Páramo. La misión era arriesgada, necesitaba suspicacia. Cualquier error podía pagarse muy caro; las advertencias de Cagnazzo habían sido bastante claras. No irían con más nadie al alcázar, no deseaban levantar sospechas. Ambos debían hacerse pasar por los héroes y a su vez, tenían que ser víctimas del propio ataque que la logia tramó exhaustivamente.
Brünhilde era buena actuando y obteniendo información provechosa. Sin embargo, últimamente no estaba tan atenta; encontrarse con su hermana menor no había sido algo tranquilizador. No podía ignorar la escena que se repetía una y otra vez en su mente, y aunque no sintiera remordimiento por haber traicionado a su clan, la mirada de Chantry logró perturbarla lo suficiente. Sólo aquel pensamiento la distrajo lo suficiente mientras fingía sentir algo por Piero; dejándose llevar por las caricias que no despertaban nada en ella. Sólo deseaba que los minutos transcurrieran rápido para poder salir de ahí lo antes posible. Pero debía contener la desesperación, Cagnazzo ya se lo había dejado bastante claro, ella lo comprendía, era evidente. Por eso no se descuidaba, no bajaba la guardia. Sin embargo, no quería tener a D’Páramo cerca. ¿Por qué no simplemente enviaron a otro en su lugar? Todo aquello se convertía en un terrible dolor de cabeza.
Sólo cuando él se separó, cortando aquel beso indeseado, pudo sentir alivio. Debía calmar la ansiedad, pero ante tal situación, era realmente complicado. Al menos podía usar esas emociones a su favor, pues, siendo una supuesta adultera, debía experimentar el miedo de verse descubierta por enemigos que ni siquiera existían. Desvió la mirada y sonrió tímidamente.
—Yo también —respondió en voz baja, desviando luego la mirada, sabiendo que las sombras tenían ojos siniestros que los observaban—. Bien, vamos.
Cuanto más rápido saliera de ahí, mejor. Por eso se apresuró junto con el otro inquisidor a reconocer los recovecos de la fortaleza antigua. Las habilidosas pócimas eran capaces de disfrazar sus propias fragancias, para así no levantar ninguna sospecha entre las bestias que habitaban la propiedad, quienes se encontraban de cacería. Los sentidos agudos de Brünhilde la ayudaban a avanzar con rapidez y cautela. Después de todo, los lobos eran expertos cazadores, especialmente en los climas más extremos y agresivos.
—¿Qué edad crees que tengan? Parecen muy antiguos —habló en voz baja, de manera casi distraída, como si fuese parte de un trato común entre ambos—. Espero que al menos sepan usar los libros o tengan alguna biblioteca. Quizás posean algún códice importante y eso siempre es bueno.
Observó a Piero enarcando una ceja, cubriéndose la boca luego a causa del terrible hedor. A diferencia de su compañero, ella poseía un olfato mucho más sensible, por lo que el olor de los tres monstruos era mucho más intenso.
—¿Cuánto tiempo dura este efecto? Debemos darnos prisa, antes de que termine vomitando. Aunque podría decir que estoy encinta; Ellen se lo creería, pero luego sería un perfecto bocado. —Suspiró—. Olvídalo, vamos mejor al segundo piso. Ve primero, yo estaré atrás; mis oídos son más agudos que los tuyos.
Brünhilde era buena actuando y obteniendo información provechosa. Sin embargo, últimamente no estaba tan atenta; encontrarse con su hermana menor no había sido algo tranquilizador. No podía ignorar la escena que se repetía una y otra vez en su mente, y aunque no sintiera remordimiento por haber traicionado a su clan, la mirada de Chantry logró perturbarla lo suficiente. Sólo aquel pensamiento la distrajo lo suficiente mientras fingía sentir algo por Piero; dejándose llevar por las caricias que no despertaban nada en ella. Sólo deseaba que los minutos transcurrieran rápido para poder salir de ahí lo antes posible. Pero debía contener la desesperación, Cagnazzo ya se lo había dejado bastante claro, ella lo comprendía, era evidente. Por eso no se descuidaba, no bajaba la guardia. Sin embargo, no quería tener a D’Páramo cerca. ¿Por qué no simplemente enviaron a otro en su lugar? Todo aquello se convertía en un terrible dolor de cabeza.
Sólo cuando él se separó, cortando aquel beso indeseado, pudo sentir alivio. Debía calmar la ansiedad, pero ante tal situación, era realmente complicado. Al menos podía usar esas emociones a su favor, pues, siendo una supuesta adultera, debía experimentar el miedo de verse descubierta por enemigos que ni siquiera existían. Desvió la mirada y sonrió tímidamente.
—Yo también —respondió en voz baja, desviando luego la mirada, sabiendo que las sombras tenían ojos siniestros que los observaban—. Bien, vamos.
Cuanto más rápido saliera de ahí, mejor. Por eso se apresuró junto con el otro inquisidor a reconocer los recovecos de la fortaleza antigua. Las habilidosas pócimas eran capaces de disfrazar sus propias fragancias, para así no levantar ninguna sospecha entre las bestias que habitaban la propiedad, quienes se encontraban de cacería. Los sentidos agudos de Brünhilde la ayudaban a avanzar con rapidez y cautela. Después de todo, los lobos eran expertos cazadores, especialmente en los climas más extremos y agresivos.
—¿Qué edad crees que tengan? Parecen muy antiguos —habló en voz baja, de manera casi distraída, como si fuese parte de un trato común entre ambos—. Espero que al menos sepan usar los libros o tengan alguna biblioteca. Quizás posean algún códice importante y eso siempre es bueno.
Observó a Piero enarcando una ceja, cubriéndose la boca luego a causa del terrible hedor. A diferencia de su compañero, ella poseía un olfato mucho más sensible, por lo que el olor de los tres monstruos era mucho más intenso.
—¿Cuánto tiempo dura este efecto? Debemos darnos prisa, antes de que termine vomitando. Aunque podría decir que estoy encinta; Ellen se lo creería, pero luego sería un perfecto bocado. —Suspiró—. Olvídalo, vamos mejor al segundo piso. Ve primero, yo estaré atrás; mis oídos son más agudos que los tuyos.
Brünhilde Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 04/03/2015
Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
Bestias. Era la perfecta descripción empleada para esos dos, y no solo para Brünhilde o Piero, era para todo aquel que juega el rol de espía. Porque sus verdades nunca se saben, nunca se conoce su auténtica personalidad, dejaban ver simplemente aquello que los demás deseaban ver. El manipular sentimientos que jamás son ciertos, transformar escenas perfectas para que sus actuaciones no fuesen descubiertas. Más la agilidad de sus estrategias, el controlar las mentes era solo para aquellos firmes en sus decisiones, indiferentes al mundo que los rodea, y tener el enfoque exacto de a donde se desea llegar. Ese fue el principal motivo del porque esos dos que son diferentes y a su vez parecidos uno del otro, están manipulando sus encuentros para algo amoroso. Y es que siempre se da más de lo que uno posee para cumplir con sus misiones. Que en esa palabra, la manera en la que le observa, y se dirige hacia ella, es de un hombre que ama y respeta a la mujer con quien mantiene una estrecha relación. No había ni duda de que esos dos se amaban, él demostrarse el afecto en un acto solemne. Nadie, ni esos nosferatus podrían ponerlo a duda. Era un perfecto acto.
Ejecutando la investigación, sin más se apresuran a revisar el interior del castillo, el tiempo era muy valioso, y peligroso por dos razones; una, los nosferatus deben de regresar antes del amanecer, y la otra, la pócima dejaba de hacer efecto en aproximadamente unas horas. No eran exactas en cuanto a la duración, depende del humor de la persona. Pero lo que era seguro, que mínimo 2 horas, si eran empleadas. Debían sacar provecho. Y con lo que refutan su instancia, debían pensar como ellos, el descifrar los precisos lugares donde buscar con el debido cuidado de no ensuciar, desacomodar y el que caiga alguna evidencia de sus presencias. Porque la pócima podría encubrir el aroma, mas no impedía que un cabello o una huella no fuesen hayas. —Por la manera en la que se miran unos con otros, el trato y sobre todo sus modismos, se asemejan a civilizaciones antiguas. Y si no me equivoco, hay una leyenda. Y eso es lo que averiguare justo en este momento. — entre muebles, reexaminando de cualquier retorno, no deja ningún hueco por revisar. Al igual que de hojas, recortadas de los grandes rollos. —Hay mucho que revisar, y de ellos, debemos inspeccionar cada objeto. Y, ¿quién no posee un libro? Hasta un ciego esconde una mina de ellos. — En el pasillo nada se encontraba, debían continuar al otro cuadro, un seguimiento ordenado empleaban. Acercándose a su compañera, tomándole del hombro, yendo al otro lado de la pieza, — Tenemos como mínimo dos horas, no se sabe la exactitud del efecto, ya que todo depende del hedor… —tras pasar detrás de ella, se detuvo, tomando su cabellera desde la base del cuello, y le formula una trenza, sujetando sus cabellos. —Eso es lo que ansía Orlok, he visto la manera en la que te observa. Es muy fácil adivinarlo al tenerlas a ellas, y que seas tú la preferida. Ten cuidado, todos dicen que todo lo que se comete por amor, es con el decoro que comete con el labor. Nos está mostrando su punto más débil, y si es necesario matarlo, hay que hacer que tenga una buena distracción que logre que no llegue a tiempo suficiente para poder esconderse bajo las luces del sol. — abandonó la trenza al sujetar con un listón. Tomándole de ambos brazos, girándola, quedando frente a frente. —Solo esto funcionará utilizando a una mujer de puro corazón como cebo cuya sangre sea tan deleitosa para su gusto. Para que no lleguemos a cumplir sus expectativas de un bebe. No por algo es llamado el pájaro de la muerte. — palmeo su hombro y se giró. Sin siquiera imaginarse lo que resultan esas palabras. —Apresúrate. —y prosiguió hacías las escaleras, no era extraño ver las paredes de un estilo gótico, de un arte sumamente reservado, y enriquecido en la infraestructura. Llegando al área de las habitaciones, donde Piero se enfocó en solo la de Orlok, registrando cada rincón, la madera tocando y delineando las extremidades, por si de aberturas secretas se tratara, ya que todo en ese lugar era una cueva de claves. Por lo que les otorgaba un crédito, sabían como no poner al alcance sus tesoros de los demás. Pero no imposible de ser descubiertos.
Ejecutando la investigación, sin más se apresuran a revisar el interior del castillo, el tiempo era muy valioso, y peligroso por dos razones; una, los nosferatus deben de regresar antes del amanecer, y la otra, la pócima dejaba de hacer efecto en aproximadamente unas horas. No eran exactas en cuanto a la duración, depende del humor de la persona. Pero lo que era seguro, que mínimo 2 horas, si eran empleadas. Debían sacar provecho. Y con lo que refutan su instancia, debían pensar como ellos, el descifrar los precisos lugares donde buscar con el debido cuidado de no ensuciar, desacomodar y el que caiga alguna evidencia de sus presencias. Porque la pócima podría encubrir el aroma, mas no impedía que un cabello o una huella no fuesen hayas. —Por la manera en la que se miran unos con otros, el trato y sobre todo sus modismos, se asemejan a civilizaciones antiguas. Y si no me equivoco, hay una leyenda. Y eso es lo que averiguare justo en este momento. — entre muebles, reexaminando de cualquier retorno, no deja ningún hueco por revisar. Al igual que de hojas, recortadas de los grandes rollos. —Hay mucho que revisar, y de ellos, debemos inspeccionar cada objeto. Y, ¿quién no posee un libro? Hasta un ciego esconde una mina de ellos. — En el pasillo nada se encontraba, debían continuar al otro cuadro, un seguimiento ordenado empleaban. Acercándose a su compañera, tomándole del hombro, yendo al otro lado de la pieza, — Tenemos como mínimo dos horas, no se sabe la exactitud del efecto, ya que todo depende del hedor… —tras pasar detrás de ella, se detuvo, tomando su cabellera desde la base del cuello, y le formula una trenza, sujetando sus cabellos. —Eso es lo que ansía Orlok, he visto la manera en la que te observa. Es muy fácil adivinarlo al tenerlas a ellas, y que seas tú la preferida. Ten cuidado, todos dicen que todo lo que se comete por amor, es con el decoro que comete con el labor. Nos está mostrando su punto más débil, y si es necesario matarlo, hay que hacer que tenga una buena distracción que logre que no llegue a tiempo suficiente para poder esconderse bajo las luces del sol. — abandonó la trenza al sujetar con un listón. Tomándole de ambos brazos, girándola, quedando frente a frente. —Solo esto funcionará utilizando a una mujer de puro corazón como cebo cuya sangre sea tan deleitosa para su gusto. Para que no lleguemos a cumplir sus expectativas de un bebe. No por algo es llamado el pájaro de la muerte. — palmeo su hombro y se giró. Sin siquiera imaginarse lo que resultan esas palabras. —Apresúrate. —y prosiguió hacías las escaleras, no era extraño ver las paredes de un estilo gótico, de un arte sumamente reservado, y enriquecido en la infraestructura. Llegando al área de las habitaciones, donde Piero se enfocó en solo la de Orlok, registrando cada rincón, la madera tocando y delineando las extremidades, por si de aberturas secretas se tratara, ya que todo en ese lugar era una cueva de claves. Por lo que les otorgaba un crédito, sabían como no poner al alcance sus tesoros de los demás. Pero no imposible de ser descubiertos.
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 158
Fecha de inscripción : 30/11/2014
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Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
Por unos segundos la ansiedad intentó hacerse espacio entre las emociones de Brünhilde. Por suerte ya aquellas criaturas nefastas se habían retirado del alcázar. Era una fortaleza antigua, con la humedad destruyendo la piedra con la que fue construida; era incluso más arcaica que cualquiera del medioevo. Quizás por eso a Los Custodios les llamó tanto la atención; además, estaban seguros de que los seres que ahí habitaban resguardaban algún secreto valioso. Un secreto que podría estar relacionado con la inmortalidad y los secretos del mundo. Lo que llevó a dudar a la inquisidora. ¿Sabrían esos nosferatus acerca de Agartha? Dudó, pues, conociendo a la hermandad, no le era ajeno que seres como esos estuvieran participando en la alianza de la nueva utopía. Era un asunto complicado, del que quería alejarse lo antes posible.
La voz de su compañero la sacó de sus cavilaciones, ya ni siquiera pensaba en lo molesto que resultaba estar en compañía de él. Ya Piero había perdido interés en su mente. Ahora sólo debía centrarse en su misión; el peligro que ambos corrían era inminente. Por más que tuvieran habilidades, resultaban ser una significante nada en frente de los inmortales regentes de ese castillo.
—Una leyenda —repitió en voz, intentando recordar alguna conversación de sus líderes. Sabía que Malacoda era antiguo, pero los nosferatus, de seguro, lo superaban—. Creo que más allá de la leyenda, Los Custodios estarían detrás de alguna reliquia o manuscrito, algo de la época de los profetas —aseguró—. Si queremos saber qué es, deberíamos averiguar el origen de las criaturas. —Estaba usando todas las pistas necesarias. Conocía suficiente a la logia para poder avanzar con éxito en aquella misión—. Bueno, en dos horas tenemos que resolver este enigma. En las cosas que se aferra el Papa...
Murmuró con hastío. A veces le eran un poco exageradas las decisiones dictadas desde Roma; era como continuar en Agartha. Su vista viajaba por todos los rincones, mientras su oído se agudizaba mucho más. Se tentó en convertirse en un zorro ártico, pero debido al efecto de la pócima, podía resultar un gran error hacer eso. Sabía que los aromas de un cambiante al transformarse eran fácilmente detectables por las grandes bestias.
—No me recuerdes esas miradas, me causan asquito —confesó. De verdad odiaba estar ahí—. ¿Amor? Que cursis son estos señores. Digo, ¿viste su aspecto? Da mu... Un momento. —Se detuvo a pensar en algo. Tal vez su aspecto fuera algo repulsivo, al punto de tildarlos de bestias asesinas, sin embargo, cabía la posibilidad de que sus salidas no eran precisamente por cacería—. Piero, yo creo que ellos no salen a buscar a damiselas inocentes.
La mente de Brünhilde funcionaba de manera veloz. Estaba a punto de descubrir algo importante y podrían zafarse del asunto antes del cantar del gallo. En lo que Piero inspeccionaba la habitación de Orlok, ella prefirió inclinarse por una que estaba justo al fondo. Su olfato percibió el dulce aroma del incienso y mirra, justo los regalos que fueron dados a Jesús por parte de los Reyes Magos.
—¡Piero! ¡Oye! —Lo buscó de inmediato, cuando éste no atendió a su llamado—. Deja esto, me parece que estamos ante otra cosa y... tengo mis dudas. —¿La estaría carcomiendo la conciencia? Ser parte de los peones del tablero le estaba generando malestar—. En esa habitación del fondo, percibí dos aromas que forman parte de la historia de Los Reyes Magos, ¿y si son ellos? ¿Y si llevaron algo más a Jesús y Gian Pietro Caraffa lo quiere?
La voz de su compañero la sacó de sus cavilaciones, ya ni siquiera pensaba en lo molesto que resultaba estar en compañía de él. Ya Piero había perdido interés en su mente. Ahora sólo debía centrarse en su misión; el peligro que ambos corrían era inminente. Por más que tuvieran habilidades, resultaban ser una significante nada en frente de los inmortales regentes de ese castillo.
—Una leyenda —repitió en voz, intentando recordar alguna conversación de sus líderes. Sabía que Malacoda era antiguo, pero los nosferatus, de seguro, lo superaban—. Creo que más allá de la leyenda, Los Custodios estarían detrás de alguna reliquia o manuscrito, algo de la época de los profetas —aseguró—. Si queremos saber qué es, deberíamos averiguar el origen de las criaturas. —Estaba usando todas las pistas necesarias. Conocía suficiente a la logia para poder avanzar con éxito en aquella misión—. Bueno, en dos horas tenemos que resolver este enigma. En las cosas que se aferra el Papa...
Murmuró con hastío. A veces le eran un poco exageradas las decisiones dictadas desde Roma; era como continuar en Agartha. Su vista viajaba por todos los rincones, mientras su oído se agudizaba mucho más. Se tentó en convertirse en un zorro ártico, pero debido al efecto de la pócima, podía resultar un gran error hacer eso. Sabía que los aromas de un cambiante al transformarse eran fácilmente detectables por las grandes bestias.
—No me recuerdes esas miradas, me causan asquito —confesó. De verdad odiaba estar ahí—. ¿Amor? Que cursis son estos señores. Digo, ¿viste su aspecto? Da mu... Un momento. —Se detuvo a pensar en algo. Tal vez su aspecto fuera algo repulsivo, al punto de tildarlos de bestias asesinas, sin embargo, cabía la posibilidad de que sus salidas no eran precisamente por cacería—. Piero, yo creo que ellos no salen a buscar a damiselas inocentes.
La mente de Brünhilde funcionaba de manera veloz. Estaba a punto de descubrir algo importante y podrían zafarse del asunto antes del cantar del gallo. En lo que Piero inspeccionaba la habitación de Orlok, ella prefirió inclinarse por una que estaba justo al fondo. Su olfato percibió el dulce aroma del incienso y mirra, justo los regalos que fueron dados a Jesús por parte de los Reyes Magos.
—¡Piero! ¡Oye! —Lo buscó de inmediato, cuando éste no atendió a su llamado—. Deja esto, me parece que estamos ante otra cosa y... tengo mis dudas. —¿La estaría carcomiendo la conciencia? Ser parte de los peones del tablero le estaba generando malestar—. En esa habitación del fondo, percibí dos aromas que forman parte de la historia de Los Reyes Magos, ¿y si son ellos? ¿Y si llevaron algo más a Jesús y Gian Pietro Caraffa lo quiere?
Brünhilde Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 04/03/2015
Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
— Concuerdo contigo, pero no olvides lo esencial, el secreto de las leyendas es que son verdaderas, más el tiempo se nos agota, lo que sea, debemos darnos prisa, y de su origen, solo hay una forma de saberlo, es adentrarnos a su mente, en cualquiera de los tres, pero en especial Orlok. Él es el único objetivo. Tú, solo intenta no mirarlo a los ojos, evita estar a solas con él, creo que siendo el cordero, no funcionará, te devorara en un segundo, y si salen a cazar o no, lo averiguare en cuanto una de ellas caiga y beba de mi sangre, corres peligro, a menos que quieras ser tú a quién muerdan, no me opondría mi vida.
¿Que clase de juego era ese? El ser y no ser a su vez su pareja, porque entre las palabras la ironía radica, y en las acciones se unen más. El haber caído en esa situación, el permitir que un inmortal incrusta sus colmillos en él, se había convertido en una idea que espero jamás llegar a eso, pero no quería decir que nadie lo ha hecho, lo han atacado y por consiguiente el destrozarle la yugular han querido. Que los cielos y la tierra son testigos de lo que D’ Páramo está ejecutando como misión, le están poniendo una prueba más a su fé sacrosanta, ante lo que yace, permanece en ese castillo, son secretos del mundo que su creador unificó en templo y sangre, los secretos con los que fueron construidos, vestigios de divinidades que deslumbran a un creyente, justo al brujo se le otorgó la posibilidad de descubrir los tesoros de la fé, del nacimiento de esta y sobre todo, los regalos que como hijos se porta, ¿cómo es que debía hacer frente a todo esto? Porque existen solo dos resultados; una que se fortalezca su ideología, y otra y la menos convincente que la destruya en ponerlo a duda. Es sorprendente como han educado al inquisidor, realmente es la armadura que está salvaguardando el credo, fortaleciendo las creencias e ir más allá de una comprensión. Es fuerte, demasiado poderoso espiritualmente, si ha logrado vivir con el demonio adentro y seguir impartiendo los deberes que como hijo del señor le fueron encomendados, podrá soportar los obstáculos más pesados, así es como con Brünhilde se mueve, habían avanzado más de lo que se veía. La leyenda era parte de la historia, aquellos nosferatus por supuesto que saben que están en peligro con ellos dos, que sí, había una posibilidad de que no fueran a cazar, pero D’Paramo en su mente se formularon supuestos, actuando con rapidez, y agilidad estratégica, ya maquinando las causas, el porqué de los objetos encontrados en la habitación, y de las sospechas de su compañera (merecen respeto, ambos están ejecutando la misión con impecabilidad). Que detrás de la puerta secreta, era una cueva, un laberinto, como la entrada a una catacumba, las paredes eran decoradas de una escritura antigua, perdiendo los sonidos exteriores. Había tomado una especie de candelabro, aprovechando el fuego para inspeccionar. Interrumpido, los pasos se escucharon, alguien entró y al ver a Brünhilde, después de interpretar sus palabras, le tomó de la cabeza, girándola hacia la pared, distraída de lo que había hallado, no se percató de lo que se transcribe en las paredes. Y llegar a la conclusión de los reyes, era una equivocación, ¿cómo podrían ser ellos? ¿que blasfemia le recorría?
— No saques aún conclusiones por tu cuenta, ¿por qué decir que son los reyes? Estas cometiendo blasfemia, en primer lugar, ¿que aromas percibiste? No hay otra cosa que puedan dar ellos, ¿crees que la inmortalidad? Por favor, mi amor…
Siguió el pasadizo, llevándose la luz, traduciendo los jeroglíficos, una escritura muy antigua que en esas piedras se sembró maldiciones. Era imposible, incorrecto, ¿por qué llegó a ello? Si hablaba de lo que ofrecieron los reyes magos, fue, mirra, incienso, y oro, pero, ¿acaso eran todos aquellos que guardan estos preciados regalos? No, la iglesia tiene de esto, algunas personas lo emplean, entonces, se concentró en la escritura, habla sobre el Necronomicón; una biblia satánica de los desiertos escarlatas. Mejor se conoce como un libro de las artes negras, conteniendo una metafísica astral prohibida, ya que posee conjuros que avivan y atraen demonios del mundo antiguo. Y al sentir a la cambiante, le brindó un conocimiento. Aclarando las ideas, reservándose la duda de la misión, porque para él, para su opinión debían destruir todo eso.
— Estamos frente a lo que fue condenado por el patriarca Miguel, había sido declarado opúsculo infame de las artes diabólicas, un testimonio de satanás, es un antitestimonio de Cristo, esto debió arder, pero aquí yace. Dios libre a los hombres del rastro de esta obra, pues la bestia mira y presiente a través de ella y sus brujos. Esta es la manera de despertar a los demonios bíblicos, aqui esta la manera de avivar y atraer demonios del mundo antiguo. ¿Por qué la Orden no demandó su destrucción si conocían de esta existencia?
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
Había algo extraño, no sólo en el alcázar, sino en ella misma, sin embargo, no lo demostró, más bien evitaba alterar su supuesto estado letárgico y seguir fielmente las indicaciones de Cagnazzo. En un principio sintió que estaba yendo con los ojos vendados tras algo que desconocía, ¿por qué demonios no le habían dado suficientes detalles? Además, también debía contar con la compañía de Piero, y eso era algo que no le terminaba de agradar en lo absoluto. Ya lo había observado antes, se comportaba de manera arrogante y era, quizá, muy devoto, de esos que no entraban en razón alguna por más que se les hablara con cortesía. ¡La verdad lo iba a desquiciar! Pero ella no era quien para revelarle algo tan complicado como el origen del universo mismo. Simplemente tuvo que darle igual y continuar fingiendo, como se supone debía ser.
Pero resultó que, mientras más avanzaban entre los muros de piedra y gracias a esos aromas tan característicos, algo en ella empezó a revolverse desde su interior. Nunca antes había tenido la misma sensación, a pesar de haberse expuesto a otras reliquias antiguas en veces anteriores. Incluso, aquel castillo, le era excesivamente familiar; hasta creyó oír susurros entre la piedra sólida de la fortaleza y observar figuras que se desplazaban con prisa a través de los extensos corredores. Sin embargo, logró adquirir conciencia propia cuando Piero le habló.
Orlok no era el problema esta vez, de eso podía estar segura. ¿Acaso el problema era ella? Tal vez la punzada en el lado derecho de su cuello le advirtió. Aun así, mantuvo la compostura.
—¿Qué tan seguro estás de eso? No creo que nos quieran atacar, hasta me parece que saben sobre nosotros, no son tan estúpidos —habló con soltura, no como solía hacerlo, era como si alguien más se expresara a través de ella. Pero seguía siendo Brünhilde, a pesar de todo—. Créeme, nadie soportaría mirarlo a los ojos ni un segundo; es más, nadie es capaz de fijar la vista en nadie por mucho tiempo. Dicen que los ojos son las ventanas del alma, o al menos es contaban en Noruega.
Un deje de nostalgia invadió su interior junto con la imagen de su hermana menor, luego le sobrevino la ocasión en la que asesinó a una joven que su jefe había mordido por accidente durante la luna llena, más los olores propios de los obsequios dados al niño Jesús, la hicieron balbucear aquella idea estúpida. Por eso, cuando fue sorprendida por el inquisidor, sólo se quedó inmóvil, viendo a la nada. Algo no estaba bien con ella, y eso le aterraba. ¿A qué estaba jugando Cagnazzo esta vez?
—Quítame las manos de encima —gruñó—. Eso es cualquier cosa, un... códice antiguo. ¡Vaya! —Sus dedos acariciaron las escrituras, como si su mente despertara algo antiguo; no pudo evitar sentirse interesada, aunque la piel de su cuello estuviera ardiendo, al punto que hizo que abandonara su labor—. ¡Qué diablos! Creo que me picó algo. Espero que no haya sido una araña o alguna alimaña ponzoñosa. —Se llevó la mano al área afectada con evidente molestia, mientras le observaba incrédula—. ¡Yo qué demonios voy a saber! Cagnazzo no explicó nada; tal vez no sabían sobre esa cosa hasta ahora y el Santo Padre demanda destruirlo junto con los eruditos. Tal vez sea eso, no me cuestiones más.
Respiró hondo, alejándose unos pasos de él en lo que se serenaba. Debía mantener la compostura, y así lo hizo.
—Mira, ¿sabes qué? Mejor tú busca el libro, o lo que sea esa cosa, y yo vigilo a ver si vienen. No puedo estar tranquila aquí sabiendo que puedan aparecer en cualquier momento. —Y dicho esto se retiró de la habitación, recorriendo el extenso pasillo, asomándose por los amplios ventanales de vez en cuando—. Ya debería largarme de este lugar y dejarlo solo con su misión... —Se detuvo al escuchar una voz perfectamente clara, una que replicaba el nombre Ciriatto—. ¿Qué quieres? ¡Oh Dios mío! Me estoy volviendo loca.
«Así es, demonio. Orlok fue un descuidado en haberlos dejado solos. Ciriatto... has recuperado tu cuerpo, otra vez. Esta noche es tu luna.»
—Lo hice. Espera, ¿lo hice? ¿Qué eres, un espectro? Al menos avisa si esos tres ya vienen —le susurró a la nada, dejándose caer en el borde de un peldaño, observando si los huéspedes arribaban en algún momento—. Sólo quiero largarme de este lugar.
Pero resultó que, mientras más avanzaban entre los muros de piedra y gracias a esos aromas tan característicos, algo en ella empezó a revolverse desde su interior. Nunca antes había tenido la misma sensación, a pesar de haberse expuesto a otras reliquias antiguas en veces anteriores. Incluso, aquel castillo, le era excesivamente familiar; hasta creyó oír susurros entre la piedra sólida de la fortaleza y observar figuras que se desplazaban con prisa a través de los extensos corredores. Sin embargo, logró adquirir conciencia propia cuando Piero le habló.
Orlok no era el problema esta vez, de eso podía estar segura. ¿Acaso el problema era ella? Tal vez la punzada en el lado derecho de su cuello le advirtió. Aun así, mantuvo la compostura.
—¿Qué tan seguro estás de eso? No creo que nos quieran atacar, hasta me parece que saben sobre nosotros, no son tan estúpidos —habló con soltura, no como solía hacerlo, era como si alguien más se expresara a través de ella. Pero seguía siendo Brünhilde, a pesar de todo—. Créeme, nadie soportaría mirarlo a los ojos ni un segundo; es más, nadie es capaz de fijar la vista en nadie por mucho tiempo. Dicen que los ojos son las ventanas del alma, o al menos es contaban en Noruega.
Un deje de nostalgia invadió su interior junto con la imagen de su hermana menor, luego le sobrevino la ocasión en la que asesinó a una joven que su jefe había mordido por accidente durante la luna llena, más los olores propios de los obsequios dados al niño Jesús, la hicieron balbucear aquella idea estúpida. Por eso, cuando fue sorprendida por el inquisidor, sólo se quedó inmóvil, viendo a la nada. Algo no estaba bien con ella, y eso le aterraba. ¿A qué estaba jugando Cagnazzo esta vez?
—Quítame las manos de encima —gruñó—. Eso es cualquier cosa, un... códice antiguo. ¡Vaya! —Sus dedos acariciaron las escrituras, como si su mente despertara algo antiguo; no pudo evitar sentirse interesada, aunque la piel de su cuello estuviera ardiendo, al punto que hizo que abandonara su labor—. ¡Qué diablos! Creo que me picó algo. Espero que no haya sido una araña o alguna alimaña ponzoñosa. —Se llevó la mano al área afectada con evidente molestia, mientras le observaba incrédula—. ¡Yo qué demonios voy a saber! Cagnazzo no explicó nada; tal vez no sabían sobre esa cosa hasta ahora y el Santo Padre demanda destruirlo junto con los eruditos. Tal vez sea eso, no me cuestiones más.
Respiró hondo, alejándose unos pasos de él en lo que se serenaba. Debía mantener la compostura, y así lo hizo.
—Mira, ¿sabes qué? Mejor tú busca el libro, o lo que sea esa cosa, y yo vigilo a ver si vienen. No puedo estar tranquila aquí sabiendo que puedan aparecer en cualquier momento. —Y dicho esto se retiró de la habitación, recorriendo el extenso pasillo, asomándose por los amplios ventanales de vez en cuando—. Ya debería largarme de este lugar y dejarlo solo con su misión... —Se detuvo al escuchar una voz perfectamente clara, una que replicaba el nombre Ciriatto—. ¿Qué quieres? ¡Oh Dios mío! Me estoy volviendo loca.
«Así es, demonio. Orlok fue un descuidado en haberlos dejado solos. Ciriatto... has recuperado tu cuerpo, otra vez. Esta noche es tu luna.»
—Lo hice. Espera, ¿lo hice? ¿Qué eres, un espectro? Al menos avisa si esos tres ya vienen —le susurró a la nada, dejándose caer en el borde de un peldaño, observando si los huéspedes arribaban en algún momento—. Sólo quiero largarme de este lugar.
Brünhilde Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
El necronomicón; los jeroglíficos de aquella escritura antigua bajo el escondite de la biblia, comenzaba a entrelazarse uno con otro los fragmentos del castillo, en especial ese escondite, con lo que sus pasadizos de esas paredes tapizadas de secretos, ocultan un poder maldito para el inquisidor. Un hechizo emana esta aura, como si el leer, o el oler esas piedras malditas, representarán cada jeroglífico un nombre, ¡era un llamado, un despertar! Por lo que observo entre los estampados y las figuras, sabiéndose que ellos atienden a petición del templo, y no del alma, a los deseos de la carne, y no de la mente, cualquiera podía ser víctima, más ahí es donde el renacimiento vislumbra, ¿cómo podría explicarse esas metamorfosis? ¿En dónde diablos se ha involucrado? Él, que la auténtica fe lo motiva, vive para ella y que ahora, una imagen, una presencia quería destruir todo, más hay una manera, el brujo se guía por lo que examina con discreción, su compañera cambio, la energía que contiene se desplazó como si de otra persona se tratara, los brujos saben identificar las distintas esencias, los espíritus se reconocen por el olor del perfume de su alma, y ella, conservó lo descubierto; el incienso, la mirra… un cambio incontrolable e inexplicable, porque volvía y a su vez regresaba ese lazo extraño que había formulado con Brünhilde, porque supo cómo identificarla, conocía su humor, su esencia y quizás eso descubrió Malacoda, que por ello se la encargó, deposito la confianza de esta misión, para lo que estaba sucediendo, quizás es por ello que tenía que ser D’Páramo el indicado, porque solo él haría de frente correcta a la situación venidera.
— Alguien me dijo que los monstruos también pueden enseñarte el cielo, que el diablo necesita su propio ángel, más es pura calumnia, blasfemia, no dejarán de proteger su reino, están defendiendo su naturaleza, saben de nosotros, eso está claro, la idea es, ¿por qué nos permitieron seguir esta farsa? Algo están protegiendo, creo que las bestias somos nosotros, ello escondieron este lugar, ¿por qué? ¿Qué es lo que no quieren que despierte? Debemos salir de aquí.
Le guiaba a la salida después de mostrarle, era evidente que su compañera se veía afectada, y es que la pócima estaba llegando a su final, ya debían regresar, no tardarían en volver y lo peor es que si seguían ahí, serían descubiertos. Pero, ella se familiariza, como si fuese dueña de los escritos, como si a ella le estuviera llamando. Su maestro un día le comento que pueden posesionarse los demonios de los recipientes de los humanos, y que esa especie de biblia era el claro ejemplo, poniendo al inquisidor en un dilema, y aun cuando sufría cambios la cambiante y era testigo de ello. Aunque ella se alejaba, trataba siempre en estar a la deriva, siguiendo sus pasos, más se cercioro de ir dejando las cosas a como estaban, no debían inculcar más dudas, ni dejar huella de que estuvieron ahí.
— ¡Basta Brünhilde, tenemos que salir de aquí! ¡Tú, vámonos! No debemos seguir aquí. No es el libro, desde un principio no lo fue. No puedo dejarte marchar sola, ahora comprendo porque estoy aquí, y contigo, eres tú mi misión, desde un principio fui asignado a protegerte, ¿por qué? aun lo desconozco, pero confía en mí, por primera vez hazlo. ¡Tranquilízate! Ven, vamos a la habitación…
Tomo de su brazo cuando cayó al peldaño, jamás le había visto de aquella manera, si, estaba loca, no lo niega, pero eso superó el concepto en el que la tenía, le veía frágil, e indefensa, y al tocarla, sabía que debía actuar rápidamente, ya que ella no permitiría dicho contacto, por lo que la alzó, teniéndola entre sus brazos y avanzó a la habitación, encerrándose con ella, y poniéndola sobre la cama, y en cuanto llegaron, los sonidos, las presencias se agudizaron, los olores se penetraron. Ellos habían llegado, y no deben de sospechar de ellos dos más de lo que desde el principio lo hacían, porque sus vidas peligran. Acostándose junto con ella, abrazándola, susurrando para ser cómplice de un acontecimiento que a partir de ese momento cambiarían por completo. Y todo porque juro protegerla, y llevar a cabo su labor sin ningún error. Lo juro por su propio valor. — Tranquilízate, no te muevas, cierra los ojos y busquemos la manera de irnos sin que se den cuenta, ya hemos hecho lo que ellos querían que hiciéramos, tenemos que ir con Malacoda lo antes posible.
— Alguien me dijo que los monstruos también pueden enseñarte el cielo, que el diablo necesita su propio ángel, más es pura calumnia, blasfemia, no dejarán de proteger su reino, están defendiendo su naturaleza, saben de nosotros, eso está claro, la idea es, ¿por qué nos permitieron seguir esta farsa? Algo están protegiendo, creo que las bestias somos nosotros, ello escondieron este lugar, ¿por qué? ¿Qué es lo que no quieren que despierte? Debemos salir de aquí.
Le guiaba a la salida después de mostrarle, era evidente que su compañera se veía afectada, y es que la pócima estaba llegando a su final, ya debían regresar, no tardarían en volver y lo peor es que si seguían ahí, serían descubiertos. Pero, ella se familiariza, como si fuese dueña de los escritos, como si a ella le estuviera llamando. Su maestro un día le comento que pueden posesionarse los demonios de los recipientes de los humanos, y que esa especie de biblia era el claro ejemplo, poniendo al inquisidor en un dilema, y aun cuando sufría cambios la cambiante y era testigo de ello. Aunque ella se alejaba, trataba siempre en estar a la deriva, siguiendo sus pasos, más se cercioro de ir dejando las cosas a como estaban, no debían inculcar más dudas, ni dejar huella de que estuvieron ahí.
— ¡Basta Brünhilde, tenemos que salir de aquí! ¡Tú, vámonos! No debemos seguir aquí. No es el libro, desde un principio no lo fue. No puedo dejarte marchar sola, ahora comprendo porque estoy aquí, y contigo, eres tú mi misión, desde un principio fui asignado a protegerte, ¿por qué? aun lo desconozco, pero confía en mí, por primera vez hazlo. ¡Tranquilízate! Ven, vamos a la habitación…
Tomo de su brazo cuando cayó al peldaño, jamás le había visto de aquella manera, si, estaba loca, no lo niega, pero eso superó el concepto en el que la tenía, le veía frágil, e indefensa, y al tocarla, sabía que debía actuar rápidamente, ya que ella no permitiría dicho contacto, por lo que la alzó, teniéndola entre sus brazos y avanzó a la habitación, encerrándose con ella, y poniéndola sobre la cama, y en cuanto llegaron, los sonidos, las presencias se agudizaron, los olores se penetraron. Ellos habían llegado, y no deben de sospechar de ellos dos más de lo que desde el principio lo hacían, porque sus vidas peligran. Acostándose junto con ella, abrazándola, susurrando para ser cómplice de un acontecimiento que a partir de ese momento cambiarían por completo. Y todo porque juro protegerla, y llevar a cabo su labor sin ningún error. Lo juro por su propio valor. — Tranquilízate, no te muevas, cierra los ojos y busquemos la manera de irnos sin que se den cuenta, ya hemos hecho lo que ellos querían que hiciéramos, tenemos que ir con Malacoda lo antes posible.
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
¿Cómo podía ser? ¿Qué clase de embrujo se hallaba en aquel lugar? Las preguntas iban y venían, pero ninguna sin respuesta. No cabía en sí con todo lo que estaba ocurriendo, y sólo en ese fragmento de lucidez, sintió una profunda molestia hacia Cagnazzo, como si, de algún modo, él la había conducido a ese abismo. Desconocía las verdaderas intenciones del Custodio, aunque no se le escapaba la posibilidad de que no se trataba de ir a cazar nosferatus. Esas criaturas poseían algo antiguo, muy especial para la logia, a pesar de no favorecer directamente las recientes ambiciones del líder. Incluso cabía la mínima posibilidad de que se trataba de ella misma; se notaba diferente, como si en su conciencia habitaran dos personalidades y no una; la de siempre, la Brünhilde antipática a la que todos conocían, pronto dejarían de conocer. Las sombras que se esparcían, escaleras abajo, anticipaban lo peor.
Orlok no es idiota... Demasiados siglos han agotado su esfuerzo por proteger la maldición. Se aisló para no ser testigo del horror. Fue mucha su condena; si lo libera, descansará su alma como siempre deseó.
La voz hizo eco en su cabeza. Evidentemente se trataba de una psicofonía, una que, curiosamente, ella sólo escuchaba; ni Piero la oiría, a pesar de ser un hechicero. Brünhilde empezaba a perder el juicio y sólo quería salir corriendo, alejarse de aquel extraño alcázar para siempre. En un principio sólo se había negado a asistir por no querer servir de compañía de Piero, pero las cosas habían cambiado; él ya ni le importaba. El inquisidor se reducía a ser alguien más que se cruzó en su camino. Ahora tenía cosas más importantes que resolver, las mismas que se relacionaban íntimamente con esa búsqueda inconclusa.
Los eventos acontecidos recientemente en su vida se abalanzaron en sus memorias. Incluso recordó con lujo de detalle el encuentro con Chantry, ¿y qué decir de ello? Le albergó la profunda sensación de que no la vería nunca más. Al menos supo que se encontraba bien, feliz, como debía serlo; como la recordaba. Sin embargo, poco duró esa abstracción de la realidad, pues las voces espectrales continuaron torturándola.
—¡Basta! Ustedes no saben nada —alegó, llevándose las manos en la cabeza, ignorando que D’Páramo se acercaba a ella cada vez más—. ¿No es cierto? ¿O sí? No comprendo...
Enmudeció apenas cuando hubo silencio, convirtiéndola en testigo de las palabras del inquisidor. ¿De qué diablos estaba hablando? ¡Se había vuelto tan loco como ella! No quería tener cerca a nadie, le resultaba incómodo, realmente atroz. Sin embargo, él actuó demasiado rápido, y se encontraba tan aislada en sus delirios, que sólo se percató de todo cuando se hallaban de nuevo en la habitación.
Removiéndose lo suficiente, apartó el brazo que la rodeaba. Sus ojos buscaban algo entre las penumbras aparentes de la pieza, pero no encontró nada, salvo los recuerdos de toda su vida. Sabía que D’Páramo iba a intentar acercarla y no se lo permitió. Podía esperar eso de todos, menos de él; hasta sintió deseos de poder ver de nuevo a Cagnazzo, la única persona que se merecía su más sincera lealtad.
—No menciones a ese hombre —refutó. El simple hecho de recordar al vampiro le erizó la piel—. Si quieres ve tú con él, yo iré directamente con Cagnazzo. —¿Terca? No. Realmente tenía la necesidad de hallar respuestas en él, solamente en él—. Ya saben todo... las bestias van a descansar por fin. Lo que tanto custodiaban, se fue abajo; no fueron lo suficientemente fuertes.
Orlok no es idiota... Demasiados siglos han agotado su esfuerzo por proteger la maldición. Se aisló para no ser testigo del horror. Fue mucha su condena; si lo libera, descansará su alma como siempre deseó.
La voz hizo eco en su cabeza. Evidentemente se trataba de una psicofonía, una que, curiosamente, ella sólo escuchaba; ni Piero la oiría, a pesar de ser un hechicero. Brünhilde empezaba a perder el juicio y sólo quería salir corriendo, alejarse de aquel extraño alcázar para siempre. En un principio sólo se había negado a asistir por no querer servir de compañía de Piero, pero las cosas habían cambiado; él ya ni le importaba. El inquisidor se reducía a ser alguien más que se cruzó en su camino. Ahora tenía cosas más importantes que resolver, las mismas que se relacionaban íntimamente con esa búsqueda inconclusa.
Los eventos acontecidos recientemente en su vida se abalanzaron en sus memorias. Incluso recordó con lujo de detalle el encuentro con Chantry, ¿y qué decir de ello? Le albergó la profunda sensación de que no la vería nunca más. Al menos supo que se encontraba bien, feliz, como debía serlo; como la recordaba. Sin embargo, poco duró esa abstracción de la realidad, pues las voces espectrales continuaron torturándola.
—¡Basta! Ustedes no saben nada —alegó, llevándose las manos en la cabeza, ignorando que D’Páramo se acercaba a ella cada vez más—. ¿No es cierto? ¿O sí? No comprendo...
Enmudeció apenas cuando hubo silencio, convirtiéndola en testigo de las palabras del inquisidor. ¿De qué diablos estaba hablando? ¡Se había vuelto tan loco como ella! No quería tener cerca a nadie, le resultaba incómodo, realmente atroz. Sin embargo, él actuó demasiado rápido, y se encontraba tan aislada en sus delirios, que sólo se percató de todo cuando se hallaban de nuevo en la habitación.
Removiéndose lo suficiente, apartó el brazo que la rodeaba. Sus ojos buscaban algo entre las penumbras aparentes de la pieza, pero no encontró nada, salvo los recuerdos de toda su vida. Sabía que D’Páramo iba a intentar acercarla y no se lo permitió. Podía esperar eso de todos, menos de él; hasta sintió deseos de poder ver de nuevo a Cagnazzo, la única persona que se merecía su más sincera lealtad.
—No menciones a ese hombre —refutó. El simple hecho de recordar al vampiro le erizó la piel—. Si quieres ve tú con él, yo iré directamente con Cagnazzo. —¿Terca? No. Realmente tenía la necesidad de hallar respuestas en él, solamente en él—. Ya saben todo... las bestias van a descansar por fin. Lo que tanto custodiaban, se fue abajo; no fueron lo suficientemente fuertes.
Brünhilde Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
Oscuras sensaciones, presentimientos intranquilos, un momento lleno de intentos fallidos a la duda, quieren hacer caer al brujo, destruir su auténtica fuerza espiritual, mancharlo de la peor manera pero se aferra a una realidad, a la absoluta verdad de quien es y el porqué está ahí; para proteger en lo que cree. Es un escudo, un besador de la mano del señor, y sin permitir que le conduzcan a la catástrofe, Orlok y sus novias protegían el camino entre la vida, la muerte, y la resurrección de los peores demonios, ahora lo comprende, un mal ha nacido, se despertó aquello que no debió jamás salir de aquel pasadizo, de aquellas escrituras, todo fluía en su mente, descubierto por el real estado de su compañera, ¿que debía hacer en ese momento? Solo pensaba en Malacoda, en sus demandas, y luego ella, más era extraño, algo en su interior quería calmarla, adormecerla, tanto que el sujetarla entre sus brazos, y el escucharla, era como si todo lo farsante de su unión le haya afectado. Consciente de que el lugar está maldito, juegan con lo interno, se retuerce lo maligno, debía ser solo ese efecto, porque no existía al menos otra cosa que le hiciera sentirse atraído por ese despertar, porque era obvio que a ella, algo más le envolvía, y las fuerzas lo predecían, emanan energías distintas y desplegadas, eran tres en esa habitación, y las recientes agregadas, deben salir de ahí cuanto antes.
— ¿Quiénes no saben nada? ¿A qué te refieres Brünhilde? Shhh, guarda silencio, ellos ya están aquí. Debemos salir ya, piensa por un momento, han estado custodiando este castillo, y la razón es porque es la guarida de los demonios, ellos querrán matarnos, y al verte de esta manera, serás el principal objetivo. No les subestimes, aún esto no acaba. Una de dos, te transformas y corres hasta más no poder, o te atiendes a las consecuencias al seguir mi plan. Tú decide.
Intentaba retenerla entre sus brazos, inconsciente su tacto era conocido, que al alejarse, le permitió hacerlo, debía retomar la compostura, mantener la cabeza fría, que el aura estaba jugando de mala manera, ese castillo estaba embrujado, podía percibirlo después de que se leyeron los jeroglíficos, el abrir la puerta del secreto, todo se había esparcido, el mal los estaba rodeando, que el plan ideado era ese, tomar a favor lo descubierto, levantándose de aquella cama, posesionándose de las cosas que jamás se desempacaron, porque estaban siempre preparados para marcharse el dia menos pensado. Dirigiéndose a la puerta donde se asomó, vigilando el camino para salir de ahí, no había nadie, por lo que salió con el paso a prisa hacia un pasadizo que lleva a una de las cuevas y de la cual el recorrido era subterráneo, no había llegado hasta la salida pero era beneficioso porque conducía en dirección al monte, era muy extenso el sendero, por lo que con el mismo atuendo que ingresaron, han salido de ahí, el clima no era muy favorecido y debían recurrir al puerto, era el principal objetivo, y después partir de puerto a puerto hasta llegar al recinto de los custodios, era la única alternativa para evitar enfrentamientos, porque de su lado las llevaban de perder, y lo que buscaban ya lo habían hallado, y ella con exactitud debía de saberlo. Más, seguía esa intranquilidad con presentirla, disminuyendo la fuerza con la que atrae conforme camina, conforme se van alejando de la zona de afectación por la oscura magia, observándola discretamente, ¿quién realmente era? ¿Qué fue lo que obtuvo en ese lugar y por qué se siente perjudicado por ello? Tratando de no pronunciar palabra alguna, no hasta salirse del alcance de la habilidad de esos nosferatus, realmente le preocupaba que algo sucediera con esa cambiapieles.
— ¿Quiénes no saben nada? ¿A qué te refieres Brünhilde? Shhh, guarda silencio, ellos ya están aquí. Debemos salir ya, piensa por un momento, han estado custodiando este castillo, y la razón es porque es la guarida de los demonios, ellos querrán matarnos, y al verte de esta manera, serás el principal objetivo. No les subestimes, aún esto no acaba. Una de dos, te transformas y corres hasta más no poder, o te atiendes a las consecuencias al seguir mi plan. Tú decide.
Intentaba retenerla entre sus brazos, inconsciente su tacto era conocido, que al alejarse, le permitió hacerlo, debía retomar la compostura, mantener la cabeza fría, que el aura estaba jugando de mala manera, ese castillo estaba embrujado, podía percibirlo después de que se leyeron los jeroglíficos, el abrir la puerta del secreto, todo se había esparcido, el mal los estaba rodeando, que el plan ideado era ese, tomar a favor lo descubierto, levantándose de aquella cama, posesionándose de las cosas que jamás se desempacaron, porque estaban siempre preparados para marcharse el dia menos pensado. Dirigiéndose a la puerta donde se asomó, vigilando el camino para salir de ahí, no había nadie, por lo que salió con el paso a prisa hacia un pasadizo que lleva a una de las cuevas y de la cual el recorrido era subterráneo, no había llegado hasta la salida pero era beneficioso porque conducía en dirección al monte, era muy extenso el sendero, por lo que con el mismo atuendo que ingresaron, han salido de ahí, el clima no era muy favorecido y debían recurrir al puerto, era el principal objetivo, y después partir de puerto a puerto hasta llegar al recinto de los custodios, era la única alternativa para evitar enfrentamientos, porque de su lado las llevaban de perder, y lo que buscaban ya lo habían hallado, y ella con exactitud debía de saberlo. Más, seguía esa intranquilidad con presentirla, disminuyendo la fuerza con la que atrae conforme camina, conforme se van alejando de la zona de afectación por la oscura magia, observándola discretamente, ¿quién realmente era? ¿Qué fue lo que obtuvo en ese lugar y por qué se siente perjudicado por ello? Tratando de no pronunciar palabra alguna, no hasta salirse del alcance de la habilidad de esos nosferatus, realmente le preocupaba que algo sucediera con esa cambiapieles.
Última edición por Piero D'Páramo el Mar Mayo 30, 2017 4:00 pm, editado 2 veces (Razón : nO LA)
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
No quería que se le acercara más, como si cada roce de sus manos contra su piel le abriera una herida más; le asfixiaba, sentía como la angustia le cerraba la garganta, impidiéndole respirar. Parecía otra y la realidad era esa: Brünhilde se había transformado en otra persona. Por eso su mente estaba hundida en la confusión, en el desvarío y en ese deseo enfermo de salir corriendo de ahí, cuando ella no solía actuar de esa manera, más bien aceptaba sus misiones con eficiencia, a pesar de que algunas no solían ser sus favoritas o resultarle agradables. Sin embargo, lo que había ocurrido en ese lugar superó todas sus expectativas; estaba nerviosa, extrañada... confundida. ¿Qué ocurrió con ella? Su vida se presentó ante sus ojos, como cuando alguien está a punto de entregarse al descanso eterno de la muerte. ¿Se iba a morir? No. Se trataba de otra cosa y sabía que tenía que ver con la decisión de Cagnazzo. Pero Piero jamás debería enterarse de eso, ¡jamás!
Aun así y aunque estuviera al tanto de que él no podía saber la verdad (misma que ella desconocía igual, a pesar de mantener sospechas por ser la más afectada), no pudo evitar removerse para alejarse de su contacto. No lo quería, ¿era tan complicado entenderlo? Mucho menos le preocupaban los nosferatus, porque algo muy dentro de ella le hacía ver que aquellas criaturas no iban a hacer nada en su contra, porque habían perdido la guerra después de tantas batallas. ¿Batallas de qué? ¡Ya daba igual! Para ella era demasiado tarde, o tal vez no... Se encontraba entre la espada y la pared.
Por eso ignoraba las palabras de Piero, porque sólo la lastimaban más, ¿por qué no se callaba? ¡Que dejara de preguntarle cosas de una maldita vez! Sentía que su cordura iba consumiéndose junto con las luces de los candiles en la habitación, mientras acechaban los dueños del alcázar. No le importó en lo más mínimo; ya no les temía, porque de seguro ellos tendrían más miedo de lo que se escondía en su interior.
—¡Que no! No nos van a matar... deja tu paranoia de una vez, ¿sí? —espetó, sentándose al borde de la cama—. ¡Vale! Nos vamos de aquí, así, sin más. Cosa que debimos haber hecho desde un principio.
Se quejó porque la única afectada era ella y eso la irritaba. Nunca quiso ser partícipe de esa misión, pero no le había quedado de otra. Así que, resignada a lo que sea que le había ocurrido, siguió los pasos del otro inquisidor. Lo hizo en silencio, ignorando las voces que sentía a sus espaldas, a pesar de no tener a nadie persiguiéndolos; aquello parecía una broma de su mente. Sin embargo, luego de haber sufrido todo ese drástico cambio en esa habitación, cualquier cosa se podía esperar. Brünhilde supo, para su pésima mala suerte, que algo había emergido desde su interior, alguna fuerza poderosa que se encontraba aletargada por los siglos y que por eso Cagnazzo se empeñó en protegerla siempre. El corazón el dio un vuelco cuando reconoció algo: ¿acaso sería uno de ellos?
—¿Hacia dónde iremos ahora? —inquirió, ya cuando estaban bastante lejos del castillo. Fue una manera de dispersar la tensión ante su propio descubrimiento—. Necesito descansar...
Aun así y aunque estuviera al tanto de que él no podía saber la verdad (misma que ella desconocía igual, a pesar de mantener sospechas por ser la más afectada), no pudo evitar removerse para alejarse de su contacto. No lo quería, ¿era tan complicado entenderlo? Mucho menos le preocupaban los nosferatus, porque algo muy dentro de ella le hacía ver que aquellas criaturas no iban a hacer nada en su contra, porque habían perdido la guerra después de tantas batallas. ¿Batallas de qué? ¡Ya daba igual! Para ella era demasiado tarde, o tal vez no... Se encontraba entre la espada y la pared.
Por eso ignoraba las palabras de Piero, porque sólo la lastimaban más, ¿por qué no se callaba? ¡Que dejara de preguntarle cosas de una maldita vez! Sentía que su cordura iba consumiéndose junto con las luces de los candiles en la habitación, mientras acechaban los dueños del alcázar. No le importó en lo más mínimo; ya no les temía, porque de seguro ellos tendrían más miedo de lo que se escondía en su interior.
—¡Que no! No nos van a matar... deja tu paranoia de una vez, ¿sí? —espetó, sentándose al borde de la cama—. ¡Vale! Nos vamos de aquí, así, sin más. Cosa que debimos haber hecho desde un principio.
Se quejó porque la única afectada era ella y eso la irritaba. Nunca quiso ser partícipe de esa misión, pero no le había quedado de otra. Así que, resignada a lo que sea que le había ocurrido, siguió los pasos del otro inquisidor. Lo hizo en silencio, ignorando las voces que sentía a sus espaldas, a pesar de no tener a nadie persiguiéndolos; aquello parecía una broma de su mente. Sin embargo, luego de haber sufrido todo ese drástico cambio en esa habitación, cualquier cosa se podía esperar. Brünhilde supo, para su pésima mala suerte, que algo había emergido desde su interior, alguna fuerza poderosa que se encontraba aletargada por los siglos y que por eso Cagnazzo se empeñó en protegerla siempre. El corazón el dio un vuelco cuando reconoció algo: ¿acaso sería uno de ellos?
—¿Hacia dónde iremos ahora? —inquirió, ya cuando estaban bastante lejos del castillo. Fue una manera de dispersar la tensión ante su propio descubrimiento—. Necesito descansar...
Brünhilde Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
En total reserva se despliegan a la única salida, entre el silencio, y el sendero marcado en una sola oscuridad que entre hechizos podía mitigar el lugar, destellar una luz en lo que caminan, era una caminata larga pero no la suficiente para acabar con ellos. Avanzando, con los pensamientos despejados, no podía permitirse interesarse con lo sucedido en referencia a la cambiapieles, no en ese momento, pero, fluyó solo uno en especial: el despertar, ¿qué magnitud de peligro renació? Al menos ya la conexión se iba alejando, dejar de agobiarse por su presencia, ya no había inquietudes ni alteraciones por su aura, era como antes, al fin eran esos dos animales peleándose por todo, volviendo a la momentánea tranquilidad emocional, más, parecía que a ella no resultaba de la misma forma, por lo que la intriga de saber que sucedió volvía, era inevitable dejarlo pasar. Pues él, que algún día fue agua, viento, luz, alguna vez fue humano, hizo trozos a los enemigos de su señor, los hizo carmín, hasta que, la maldad comenzó a desterrar del mundo, y el convivir con ella para eliminarla, se convirtió en un juego de armas tomar, se necesitaba de una cáscara irrompible, incorruptible, que toque el pecado pero jamás se haga pecador. Pero, ¿cómo podría continuar siéndolo cuando está solo mirando, relacionándose con ella, con lo peor?...Describiendo esa relación a la perfección en ese subterráneo donde ya en poco estarían saliendo al monte.
Aunque, no terminaba ahí, podría seguir caminando pero su mente, esa mentalidad nunca deja de funcionar, siempre procesando los momentos, las palabras, las emociones, y todo lo de su alrededor, ella sabía más de la cuenta, siempre rodeado de secretos, ¡malditas mentiras! ¿Qué es lo que le están escondiendo? ¿Qué es esa verdad? Porque, los malditos Nosferatus no iba tras de ellos, ¿en realidad no eran peligro, y que quizás ellos lo eran? ¿Por qué no respondía? ¡Maldición! Y un aire, el frío golpeando las piedras y el sonido del viento, al fin ya habían llegado al final de esa cueva, salió de está observando, con el cuidado de no caer, o resbalar, ofreciendo a su compañera la mano, que se sostuviera de él, y en cuanto la tomo, le jalo, (hubiese sido con un coraje, con la fuerza de dañar pero no fue así, se tuvo que contener) tomando con ambas manos ese rostro al traerla a él, penetrando esas irises, quería saber con quién estaba, y más si iban a viajar.
— Dime, ¿quién eres? ¿Qué fue lo que sucedió contigo ahí? Necesito entender antes de bajar por este camino y llegar al embarcadero. No está lejos, pero Brünhilde, quiero saber qué fue eso, y si no puedes decirlo, al menos prométeme que llegando lo harás. Iremos al barco, recuerda que siempre sale uno al amanecer, ahí es donde podrás descansar, pero debemos darnos prisa, viajaremos como mercaderes, y al menos debo saber si estás bien, no quiero que en el transcurso del viaje sucedan cosas inesperadas.
Le soltó, no hacía falta demorar, dejó en claro la situación, y si no confiaba en ella, ahora mucho más, no fue grosero, ni trataba de discutir, o herir, simplemente a esas alturas necesitaba comprender, y no por ser caballeroso, ni preocuparse más por ella, le sujetó de la mano, bajando de las piedras de esa montaña, siendo su apoyo por el cansancio visto, un camino difícil por la bajada, una mala pisada y se podrían caer rodando, hasta estamparse con algo, y con el clima complicaba la situación. Jamás le soltó por más que lo pidiera, o lo advirtiera con sus arrebatos, paso a paso fijo, con el cuidado en cada zona pisada, estaba fuerte el aire, y los sonidos de la noche comenzaban a despertar los instintos de defensa, podrían ser los animales que cazan, desde diminutos insectos hasta bestias enormes, ya hoy en día se podía esperar de todo, que es por ello que no se da el lujo de perder más tiempo, las aguas ya se podían escuchar golpeando salvajemente. Alumbrando con la mano libre, el sujetar una especie de antorcha para alumbrarse el camino, y esto lo ejecuto cuando dio un breve descanso a mitad del camino, cuando ya ni con la luz nocturna podían vislumbrar. Ya un poco más, unas bajadas, un corto recorrido hacia el puerto, y ya dejar a la marea que les lleve a su destino. Ya un paso más para la guarida de los custodios. Porque, era extraño mirarla, como si todo lo sucedido nunca haya pasado y siga viviendo ese juego de parejas, en verdad tenía que aclarar demasiadas cosas, una por una, para así comprender que le esta pasando, porque le afectó la presencia de ella, ¿por qué? Siempre esa incógnita se sujeta al mundo de esa.
Aunque, no terminaba ahí, podría seguir caminando pero su mente, esa mentalidad nunca deja de funcionar, siempre procesando los momentos, las palabras, las emociones, y todo lo de su alrededor, ella sabía más de la cuenta, siempre rodeado de secretos, ¡malditas mentiras! ¿Qué es lo que le están escondiendo? ¿Qué es esa verdad? Porque, los malditos Nosferatus no iba tras de ellos, ¿en realidad no eran peligro, y que quizás ellos lo eran? ¿Por qué no respondía? ¡Maldición! Y un aire, el frío golpeando las piedras y el sonido del viento, al fin ya habían llegado al final de esa cueva, salió de está observando, con el cuidado de no caer, o resbalar, ofreciendo a su compañera la mano, que se sostuviera de él, y en cuanto la tomo, le jalo, (hubiese sido con un coraje, con la fuerza de dañar pero no fue así, se tuvo que contener) tomando con ambas manos ese rostro al traerla a él, penetrando esas irises, quería saber con quién estaba, y más si iban a viajar.
— Dime, ¿quién eres? ¿Qué fue lo que sucedió contigo ahí? Necesito entender antes de bajar por este camino y llegar al embarcadero. No está lejos, pero Brünhilde, quiero saber qué fue eso, y si no puedes decirlo, al menos prométeme que llegando lo harás. Iremos al barco, recuerda que siempre sale uno al amanecer, ahí es donde podrás descansar, pero debemos darnos prisa, viajaremos como mercaderes, y al menos debo saber si estás bien, no quiero que en el transcurso del viaje sucedan cosas inesperadas.
Le soltó, no hacía falta demorar, dejó en claro la situación, y si no confiaba en ella, ahora mucho más, no fue grosero, ni trataba de discutir, o herir, simplemente a esas alturas necesitaba comprender, y no por ser caballeroso, ni preocuparse más por ella, le sujetó de la mano, bajando de las piedras de esa montaña, siendo su apoyo por el cansancio visto, un camino difícil por la bajada, una mala pisada y se podrían caer rodando, hasta estamparse con algo, y con el clima complicaba la situación. Jamás le soltó por más que lo pidiera, o lo advirtiera con sus arrebatos, paso a paso fijo, con el cuidado en cada zona pisada, estaba fuerte el aire, y los sonidos de la noche comenzaban a despertar los instintos de defensa, podrían ser los animales que cazan, desde diminutos insectos hasta bestias enormes, ya hoy en día se podía esperar de todo, que es por ello que no se da el lujo de perder más tiempo, las aguas ya se podían escuchar golpeando salvajemente. Alumbrando con la mano libre, el sujetar una especie de antorcha para alumbrarse el camino, y esto lo ejecuto cuando dio un breve descanso a mitad del camino, cuando ya ni con la luz nocturna podían vislumbrar. Ya un poco más, unas bajadas, un corto recorrido hacia el puerto, y ya dejar a la marea que les lleve a su destino. Ya un paso más para la guarida de los custodios. Porque, era extraño mirarla, como si todo lo sucedido nunca haya pasado y siga viviendo ese juego de parejas, en verdad tenía que aclarar demasiadas cosas, una por una, para así comprender que le esta pasando, porque le afectó la presencia de ella, ¿por qué? Siempre esa incógnita se sujeta al mundo de esa.
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
¿Qué quién era ella? Obviamente que Brünhilde, ¿quién más podría ser? (¿lo era?) ¡Bien! Ya no estaba tan segura, pues la confusión era inminente; ni ella misma comprendía del todo la situación. Habían pasado demasiadas cosas en tan poco tiempo y no se sentía en capacidad de razonar adecuadamente. Lo único que realmente deseaba era descansar y poder desconectarse de toda esa porquería. Brünhilde no era persona de estar lamentándose por las cosas, ni mucho menos dejarse apabullar por nada, sin embargo, aquella vez fue una excepción que pondría en jaque toda su existencia, y lo sabía, algo muy dentro de sí se lo aseguraba con una insistencia insoportable. Ni siquiera había prestado atención al camino, simplemente continuó avanzando, hasta que finalmente Piero la encaró.
¿Qué podía responderle? No, ¿qué era lo que quería escuchar en realidad? Le estaba exigiendo mucho a alguien que mínimamente podía estar tranquila consigo misma. Alguien cuya fortaleza se había disipado de un momento a otro. Se sentía terrible por mostrar esa flaqueza, lo odiaba con las pocas fuerzas que conservaba en lo que quedaba de su pobre alma. ¿Tendría una? ¡Ya ni lo sabía! Lo único que no dejaba de rondar en su cabeza era en lo que había hallado en aquel castillo, en lo que aquellos seres custodiaban con tanto recelo, y por qué Los Custodios pretendían llegar a ello. No, Los Custodios no, Cagnazzo, para ser más específicos. Y no, tampoco podía revelarle nada a Piero sobre sus propias dudas, sería poner en juego demasiadas realidades ocultas tras la máscara de la Iglesia. Además, él todavía seguía en prueba, ¿iba a ser tan leal después de aquello? Complicada respuesta.
—Soy Brünhilde. Que pregunta más absurda —replicó, luego de un par de minutos—. ¡Bien! Ya basta, me exiges demasiado. Estoy tan confundida como tú, ¿no lo ves? No sé qué demonios pasó ahí, ¿feliz? ¡Ya deja de fastidiarme con eso! Quizá haya sido alguna tontería de esas cosas, no lo sé —murmuró, apartándose de él lo más que podía—. Sólo lleguemos al maldito embarcadero cuanto antes, ¿sí? Me duele la cabeza como para seguir dándole vueltas al asunto.
Aunque se haya mostrado un poco recelosa, terminó aceptando el apoyo por parte del inquisidor. Claro, quería distanciarse, pero dada su situación, lo mejor era cooperar, al menos por su propio bienestar. Se encontraba agotada, como si no hubiera dormido en una semana entera, además del caos que había en su mente en ese momento. Iba a aclarar todas las dudas posibles con Cagnazzo; por primera vez, en tantos años, iba a encararlo, y no le importaban los resultados, estaba dispuesta a hacerlo.
Mientras se dirigían hacia el puerto, no dijo palabra alguna, él tampoco lo hizo. Intentó centrarse más en las complicaciones del camino, a pesar de que perdía la noción de su situación por breves períodos de tiempo, como si alguien se hiciera con su voluntad. Sin embargo, permaneció en silencio, al menos hasta que llegaron a su destino final, lo que hizo que la ansiedad en Brünhilde aumentara mucho más, pero, por fortuna, logró controlarla, y esta vez, se la reservó para sí misma.
—No es común en mí preguntar estas cosas, pero, ¿tú estás bien? Pareces tan perturbado como yo...
¿Qué podía responderle? No, ¿qué era lo que quería escuchar en realidad? Le estaba exigiendo mucho a alguien que mínimamente podía estar tranquila consigo misma. Alguien cuya fortaleza se había disipado de un momento a otro. Se sentía terrible por mostrar esa flaqueza, lo odiaba con las pocas fuerzas que conservaba en lo que quedaba de su pobre alma. ¿Tendría una? ¡Ya ni lo sabía! Lo único que no dejaba de rondar en su cabeza era en lo que había hallado en aquel castillo, en lo que aquellos seres custodiaban con tanto recelo, y por qué Los Custodios pretendían llegar a ello. No, Los Custodios no, Cagnazzo, para ser más específicos. Y no, tampoco podía revelarle nada a Piero sobre sus propias dudas, sería poner en juego demasiadas realidades ocultas tras la máscara de la Iglesia. Además, él todavía seguía en prueba, ¿iba a ser tan leal después de aquello? Complicada respuesta.
—Soy Brünhilde. Que pregunta más absurda —replicó, luego de un par de minutos—. ¡Bien! Ya basta, me exiges demasiado. Estoy tan confundida como tú, ¿no lo ves? No sé qué demonios pasó ahí, ¿feliz? ¡Ya deja de fastidiarme con eso! Quizá haya sido alguna tontería de esas cosas, no lo sé —murmuró, apartándose de él lo más que podía—. Sólo lleguemos al maldito embarcadero cuanto antes, ¿sí? Me duele la cabeza como para seguir dándole vueltas al asunto.
Aunque se haya mostrado un poco recelosa, terminó aceptando el apoyo por parte del inquisidor. Claro, quería distanciarse, pero dada su situación, lo mejor era cooperar, al menos por su propio bienestar. Se encontraba agotada, como si no hubiera dormido en una semana entera, además del caos que había en su mente en ese momento. Iba a aclarar todas las dudas posibles con Cagnazzo; por primera vez, en tantos años, iba a encararlo, y no le importaban los resultados, estaba dispuesta a hacerlo.
Mientras se dirigían hacia el puerto, no dijo palabra alguna, él tampoco lo hizo. Intentó centrarse más en las complicaciones del camino, a pesar de que perdía la noción de su situación por breves períodos de tiempo, como si alguien se hiciera con su voluntad. Sin embargo, permaneció en silencio, al menos hasta que llegaron a su destino final, lo que hizo que la ansiedad en Brünhilde aumentara mucho más, pero, por fortuna, logró controlarla, y esta vez, se la reservó para sí misma.
—No es común en mí preguntar estas cosas, pero, ¿tú estás bien? Pareces tan perturbado como yo...
Brünhilde Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
El monte es visto, al fin van dejando atrás el lugar al que debe de describir para su informe; cada suceso expuesto, cada magnitud de artilugios vistos debía de resaltar, sin duda sería uno de los más extensos y complejos escritos a tratar, porque por más que viese, aún seguían existiendo secretos, cosas que podría deducirse pero ser aceptadas, quien sabe. Como aquella mirada de la cambia pieles, todo, exclusivamente todo cambio, ella no era la misma, y no solo por el comportamiento, sino por su expresión, su mirada desnuda intrigas, una profundidad de secretos advertidos por la manera de su réplica. Él, D’Páramo necesitaba descubrir la verdad por muy mala que sea, debía de hacerlo, tiene que. Más ninguna pregunta fue respondida, lo ocultaba, se mantenía lo sucedido con ella, ¿por qué? ¿Qué es lo que sucedió realmente allá? ¡Malditas confusiones! Esa maldita necedad de protegerla, ¿por qué razón? Su instinto era un punto de atracción hacia con ella, pero así como ella se mantenía reservada, él lo hacía de la misma manera. Aún cuando fue revelado su estado de confusión, perturbación y el caótico sentir. No debía al menos en ese momento continuar con sus inquietudes, el primer objetivo era llegar cuanto antes al embarcadero, porque se corría el riesgo de que zarparan sin ellos, y eso era lo que se pactó, no arriesgarían a su gente por ellos dos, por lo que en silencio prosiguieron, al menos con cierta satisfacción de que al fin se estaba abriendo Brünhilde con él, ya que, ¿cuándo se ha visto que fuera de la farsa de parejas, se confiesen sus reales estados? Nunca, fue sorprendente porque ahí, ya desde que abandonaron el castillo, el juego había terminado, ya no eran más una pareja romántica, pero no quedaría ahí, en cuanto pueda así le siga explotando la cabeza, insistiría para sacarle la verdad. Porque no fue una simple tontería, como ella lo expresó, claro que no, ella estaba consciente de todo, aunque su delirio mental indague en ocasiones, y quiera confundirlo o desviarlo de la realidad.
Ah, pero en cuanto abordaron a la embarcación después de haber bajado la montaña, el recorrer ese sendero peligroso y el deshacerse de los rastros de que estuvieron ahí, podían abordar con seguridad, a punto de que el barco les dejara, sino hubiese sido por la antorcha, ya habían cavado su propia tumba. Que ante los demás se presentaron como mercaderes; donde cada uno ayudaba a la tripulación para echar a andar el barco, corriendo con la suerte de morir o sobrevivir, por lo que el destino no era seguro pero aun así se aventuraban por la necesidad, más ellos era porque era el único medio por donde llegar, y tras estar por la toldilla de este, le miro, respondiendo al fin a su interrogante, no era algo que debía ocultar, porque sólo así llegaría a descubrir lo que quiere y por qué tuvo que ser él quien le afectara el cambio en ella.
— Brünhilde, no, no lo estoy, no sé realmente qué fue lo que sucedió allá, o quizás sí pero necesito que me lo digas, que lo confirmes con tus propios labios. Porque nunca había reaccionado de esta manera ante un despertar, porque eso es lo que se intuyó, y la energía es extraña contigo, hay algo que me está perturbando más de lo normal, me siento de alguna manera atraído a tu fuerza, como si ya te hubiese sentido en una vida pasada, como lo llaman los viejos sabios.
Y comenzó el aire a golpear, las velas se alzaron y ahí se arrojó la intriga, mirando al frente, sintiendo como la marea arrasaba, fluyendo sus palabras con la gallardía del mar, supliendo la fuerza con ingenio y maña para con ella, dejando a pensar con sus palabras, meditado de nueva cuenta lo sucedido y buscando el porqué ante ello.
Ah, pero en cuanto abordaron a la embarcación después de haber bajado la montaña, el recorrer ese sendero peligroso y el deshacerse de los rastros de que estuvieron ahí, podían abordar con seguridad, a punto de que el barco les dejara, sino hubiese sido por la antorcha, ya habían cavado su propia tumba. Que ante los demás se presentaron como mercaderes; donde cada uno ayudaba a la tripulación para echar a andar el barco, corriendo con la suerte de morir o sobrevivir, por lo que el destino no era seguro pero aun así se aventuraban por la necesidad, más ellos era porque era el único medio por donde llegar, y tras estar por la toldilla de este, le miro, respondiendo al fin a su interrogante, no era algo que debía ocultar, porque sólo así llegaría a descubrir lo que quiere y por qué tuvo que ser él quien le afectara el cambio en ella.
— Brünhilde, no, no lo estoy, no sé realmente qué fue lo que sucedió allá, o quizás sí pero necesito que me lo digas, que lo confirmes con tus propios labios. Porque nunca había reaccionado de esta manera ante un despertar, porque eso es lo que se intuyó, y la energía es extraña contigo, hay algo que me está perturbando más de lo normal, me siento de alguna manera atraído a tu fuerza, como si ya te hubiese sentido en una vida pasada, como lo llaman los viejos sabios.
Y comenzó el aire a golpear, las velas se alzaron y ahí se arrojó la intriga, mirando al frente, sintiendo como la marea arrasaba, fluyendo sus palabras con la gallardía del mar, supliendo la fuerza con ingenio y maña para con ella, dejando a pensar con sus palabras, meditado de nueva cuenta lo sucedido y buscando el porqué ante ello.
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
Nunca antes había experimentado una sensación tan desagradable, rara, completamente impropia de ella, como en aquel momento. Ni siquiera se le cruzó algo así cuando abandonó a lo que quedaba de su familia, con la firme intención de vengar la muerte de su padre; mucho menos cuando aceptó la oferta de Cagnazzo para unirse a Los Custodios, a pesar de que éstos eran enemigos de su estirpe desde hacía varias generaciones atrás. No obstante, viéndose hundida en aquel embrollo mental, causado por quién sabe que cosa, dentro de ese maldito castillo, empezaba a tener sospechas de que todo aquello no se había suscitado por pura casualidad. Que, tarde o temprano, eso tenía que pasar, y que, además, esa extraña familiaridad con Helié Seguier, iba más allá de simples acuerdos personales. Quizá él ya lo sabía y... ¿La habría hasta ese lugar por esa razón? Sin embargo, ¿por qué tuvo que acompañarla Piero D'Páramo?
Desde un principio había mantenido sus reservas hacia él, porque no lo consideraba capaz para entrar dentro de la cofradía. Aparte, creía que iba a ser todo un riesgo, aunque Malacoda, y el mismo Cagnazzo, no resultaban ser muy estúpidos; ellos sabían perfectamente a quien se enfrentaban. Pero eran las mismas órdenes de Gian Pietro Caraffa las que estaban removiendo absolutamente todo, y sus razones las conservaba bajo llave, para más dolor de cabeza. Lo cierto es que para Brünhilde representaba un mal incurable, sólo que justo ahora... ¿Ahora qué?
Lo mejor que podía hacer, en tal caso, era silenciar el conflicto de su propia cabeza, y dejar a un lado toda esa experiencia nefasta que la abrumó, y continuaba abrumándola, ¿a quién engañaba? Lo bueno de todo, por lograr rescatar alguna cosa, era que se estaban alejando de aquel siniestro lugar, dejándolo atrás para siempre, porque ella no pensaba regresar ahí nunca; ni muerta lo haría. O eso creía desde la superficie de su mente, ya que en el abismo de sus memorias... ahí no había logrado entrar por completo. Y no era como si quisiera hacerlo. Estaba más centrada en los detalles del barco, en las formas nebulosas que se escapaban de un lado a otro; en la brisa helada que golpeaba su rostro y en... esa voz.
No le miró, no quiso hacerlo. Al menos no en ese momento, en el que quería que todo se silenciara, pero estaba pidiendo demasiado. Así que no le quedó más alternativa que atender a Piero, por mucho que le desagradara la idea.
—¿Y qué quieres que te diga cuando yo ni siquiera sé lo que pasó? ¿Por qué habría de saberlo yo que fui la más afectada? Tú eres el brujo, no yo. Quizá se trataría de magia, ¡yo qué diablos voy a saber! —replicó. Luego dejó escapar un pesado suspiro, una exhalación tan densa como el aire en ese instante—. Otra cosa... ¿Atraído? ¿Tú? Eres más frígido que un monje —se burló, aunque no tenía muchas ganas de hacerlo—. De acuerdo, eso no fue gracioso. Sin embargo, tampoco me siento cómoda con todo esto, ¿sabes? No confío en ti, Piero. Pero...
¿Y qué significaba esa repentina oposición a sus propias palabras? Quizá él tenía razón, quizá no. Lo cierto es que, aún sin saber qué podría pasar en ese momento, se acercó a Piero, acarició su mejilla, y entonces hizo lo que su instinto le pidió: Lo besó.
—Esta vez coincido contigo. Quizá luego ya no lo haga... Quién sabe.
Desde un principio había mantenido sus reservas hacia él, porque no lo consideraba capaz para entrar dentro de la cofradía. Aparte, creía que iba a ser todo un riesgo, aunque Malacoda, y el mismo Cagnazzo, no resultaban ser muy estúpidos; ellos sabían perfectamente a quien se enfrentaban. Pero eran las mismas órdenes de Gian Pietro Caraffa las que estaban removiendo absolutamente todo, y sus razones las conservaba bajo llave, para más dolor de cabeza. Lo cierto es que para Brünhilde representaba un mal incurable, sólo que justo ahora... ¿Ahora qué?
Lo mejor que podía hacer, en tal caso, era silenciar el conflicto de su propia cabeza, y dejar a un lado toda esa experiencia nefasta que la abrumó, y continuaba abrumándola, ¿a quién engañaba? Lo bueno de todo, por lograr rescatar alguna cosa, era que se estaban alejando de aquel siniestro lugar, dejándolo atrás para siempre, porque ella no pensaba regresar ahí nunca; ni muerta lo haría. O eso creía desde la superficie de su mente, ya que en el abismo de sus memorias... ahí no había logrado entrar por completo. Y no era como si quisiera hacerlo. Estaba más centrada en los detalles del barco, en las formas nebulosas que se escapaban de un lado a otro; en la brisa helada que golpeaba su rostro y en... esa voz.
No le miró, no quiso hacerlo. Al menos no en ese momento, en el que quería que todo se silenciara, pero estaba pidiendo demasiado. Así que no le quedó más alternativa que atender a Piero, por mucho que le desagradara la idea.
—¿Y qué quieres que te diga cuando yo ni siquiera sé lo que pasó? ¿Por qué habría de saberlo yo que fui la más afectada? Tú eres el brujo, no yo. Quizá se trataría de magia, ¡yo qué diablos voy a saber! —replicó. Luego dejó escapar un pesado suspiro, una exhalación tan densa como el aire en ese instante—. Otra cosa... ¿Atraído? ¿Tú? Eres más frígido que un monje —se burló, aunque no tenía muchas ganas de hacerlo—. De acuerdo, eso no fue gracioso. Sin embargo, tampoco me siento cómoda con todo esto, ¿sabes? No confío en ti, Piero. Pero...
¿Y qué significaba esa repentina oposición a sus propias palabras? Quizá él tenía razón, quizá no. Lo cierto es que, aún sin saber qué podría pasar en ese momento, se acercó a Piero, acarició su mejilla, y entonces hizo lo que su instinto le pidió: Lo besó.
—Esta vez coincido contigo. Quizá luego ya no lo haga... Quién sabe.
Brünhilde Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Re: Tra le missioni e l'adulterio; non tutto finisce per essere una bugia
Cuando esa fría máscara se desprende al final del día, queda solo vacío en el ser, al final ni siquiera es necesario un nombre, todo se es como objetos reemplazables, y cadenas de vacíos siguen fluyendo de responsabilidades innecesarias. La utopía del desenlace es más terrible después de que la diferencia ideológica se libere. Atrás se hallan los miedos y caminos peligrosos, adelante no existe nada. Porque se ha comenzado a desvanecer una sensación para interponerse otra. Él, quien se dijo ser un escudo de la propia maldad ahora era víctima de esta, fue envuelto en los efectos del despertar de un demonio, lo intuyó en esa cueva, y ahora lo intuye frente a él, y ese maldito demonio, era ella; Brünhilde Vilhjalmsdottir. Cambio su esencia, su vigor se torno oscura, y la pesadez era lo que más le inquietaba, ya una vez se sintió acompañado con esa presencia, pero, ¿por qué debía de ser así? Era su primera vez ante ese despertar, pero era en su profundidad, conocida. Y esto le confirmó, que a través de las sombras serán marcadas las líneas que definen el camino por el cual la bestia seguirá, no iba a perder la razón, no ahora, junto a ella, en ese lugar, ni nunca. Desechando sus inquietudes, sus presentimientos, y lo hallado en ese lugar, ya que debió de ser una trampa, no quería volver a pensar mal de los Custodios, no quería ni tan siquiera suponer que el cordero fue llevado al banquete del propio diablo como ofrenda. Porque así lo veía, se requería de una vida oscura para descifrar el lugar de los jeroglíficos, y junto con él un recipiente para que ahí, fuese depositado el espíritu enterrado en las memorias de las piedras, de palabras que no debieron de traducirse. ¡Maldita sea! Que Dios lo ampare de ser así, pero aún la lucha es constante, no permitirá que le lleven a la duda, su destino lo forjó y no cambiara por un encuentro, el cual quiso arrojar a esas profundas y escandalosas aguas, percibiendo un frío tremendo, erizandole la piel, y deseando penetrar esa mirada. Por más que sostenía esas irises, un mundo le era mostrado, uno en el que se podría decir que pertenece, pero es extraño, aún cuando dio un paso hacia ella, aún cuando ella hablo, se mofo e hizo omiso a su confesión. ¡Que tan estupido lo fue todo!
Le ofreció posibles respuestas a lo sucedido pero ella no quiso hacer caso, D’ Páramo habló sobre un despertar, sobre embrujos, lo que determina la magia negra, más, ¿ella, qué hizo? Nada, realmente nada, le enfureció a tal magnitud de querer ahorcarla, sacarle los ojos, una rabia que le orillaba a despreciarla, afectando más de lo que se llegase a ver o sentir. Sin embargo, su palma se percibe suave, añorando posar la mano sobre la ajena, pero todo quedó en silencio, optó por detener el tiempo y sí, la deseo, le atrajo su besó, el cual respondió con una impulsada ansiedad, explotando un extrañar, tanto fue la conmoción que le tomó de ambas mejillas, sin que se apartara, y luego, le soltó de improviso, retomó el control de su cuerpo, de sus emociones, lucho porque no fuese débil, y rió, respirando hondo.
— Ya fue suficiente, el juego se ha terminado, y agradezco este gesto, me has devuelto el control de mi mismo. Tienes razón, no es contigo con quien deba de hablar de esto, y espero que esto se quede entre nosotros, Brunhilde, no confío en tí, y todo lo que haces me da la certeza que jamás cambiaré de parecer, quise intentarlo pero veo que es inútil tratar contigo. No fue necesario que me besaras, solo necesitaba asegurarme lo que vi, más respondeme esto, ¿por qué lo hiciste? Acaso, ¿has cambiado tus pensamientos hacia mí? Porque de ser así, déjame decirte que te has vuelto completamente una demente, o quizás ambos…
Desvió la mirada, estaba que se golpeaba el pecho por lo sucedido, él, el maldito inquisidor jamás había besado de aquella manera, si anteriormente lo había hecho, fue porque estaban en plena misión, pero ahora, se sentía incómodo, presintiendo que el viaje sería extenso y traicionero. — Será mejor que vayas a descansar, nos ha afectado todo esto, ya pronto regresaremos a la normalidad, ¿no crees? Será mejor que esto se quede aquí...
Era mejor de esa manera, que lo que fuese fuera de la misión se sepultara en un pasado que no fuese llamado por las memorias, quizás si el tenia razón, solo seguía el efecto de la magia negra, solo así podría tranquilizarse, pero absurdo es que se aferre a esa idea, y que no pueda dejar de pesar en todo.
Le ofreció posibles respuestas a lo sucedido pero ella no quiso hacer caso, D’ Páramo habló sobre un despertar, sobre embrujos, lo que determina la magia negra, más, ¿ella, qué hizo? Nada, realmente nada, le enfureció a tal magnitud de querer ahorcarla, sacarle los ojos, una rabia que le orillaba a despreciarla, afectando más de lo que se llegase a ver o sentir. Sin embargo, su palma se percibe suave, añorando posar la mano sobre la ajena, pero todo quedó en silencio, optó por detener el tiempo y sí, la deseo, le atrajo su besó, el cual respondió con una impulsada ansiedad, explotando un extrañar, tanto fue la conmoción que le tomó de ambas mejillas, sin que se apartara, y luego, le soltó de improviso, retomó el control de su cuerpo, de sus emociones, lucho porque no fuese débil, y rió, respirando hondo.
— Ya fue suficiente, el juego se ha terminado, y agradezco este gesto, me has devuelto el control de mi mismo. Tienes razón, no es contigo con quien deba de hablar de esto, y espero que esto se quede entre nosotros, Brunhilde, no confío en tí, y todo lo que haces me da la certeza que jamás cambiaré de parecer, quise intentarlo pero veo que es inútil tratar contigo. No fue necesario que me besaras, solo necesitaba asegurarme lo que vi, más respondeme esto, ¿por qué lo hiciste? Acaso, ¿has cambiado tus pensamientos hacia mí? Porque de ser así, déjame decirte que te has vuelto completamente una demente, o quizás ambos…
Desvió la mirada, estaba que se golpeaba el pecho por lo sucedido, él, el maldito inquisidor jamás había besado de aquella manera, si anteriormente lo había hecho, fue porque estaban en plena misión, pero ahora, se sentía incómodo, presintiendo que el viaje sería extenso y traicionero. — Será mejor que vayas a descansar, nos ha afectado todo esto, ya pronto regresaremos a la normalidad, ¿no crees? Será mejor que esto se quede aquí...
Era mejor de esa manera, que lo que fuese fuera de la misión se sepultara en un pasado que no fuese llamado por las memorias, quizás si el tenia razón, solo seguía el efecto de la magia negra, solo así podría tranquilizarse, pero absurdo es que se aferre a esa idea, y que no pueda dejar de pesar en todo.
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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