Thackery Laine [ID]

Datos

Nombre: Thackery Laine
Edad: 27 años
Especie: Humano
Tipo de clase social o cargo: Clase Media
Orientación sexual: Demisexual
Lugar de Origen: Porvoo, Finlandia

Personalidad

Posee temperamento flemático, el cual fue acentuando a lo largo de los años a través de diversos eventos que lo alejaron de intentar cambiar esa faceta. Su expresión taciturna es constante,  y esto comúnmente se confunde con apatía. La realidad es que, irónicamente, es una persona muy emotiva, y no es alguien que busque tampoco guardar sus sentimientos cuando estos se manifiestan, sólo que, de exteriorizarlo, se mostrarán con nula exaltación o sosegados.
Detesta el alboroto, las personas violentas. Con estas últimas se dejará ver indiferente, mas no será grosero, pues sus respuestas están lejos de ser irrespetuosas. Transmite paz en su habla. Posee un tono de voz grave, imperturbable y pausado, no es la clase de hombre que se moleste en levantar el volumen del mismo. Todavía así, si se halla acompañado de alguien, le costará concentrarse con su interlocutor, más si es alguien desconocido; lo más probable es que se encuentre absorto en algún otro asunto, como pueden ser sus escritos, sus obituarios, así como en alguna doctrina social que recientemente haya encontrado interesante para su análisis. Esto lleva a deducir que no le agrada que lo saquen de sus propios pensamientos con frecuencia. Aunque le fascina estudiar el comportamiento humano, sus condicionamientos culturales y demás porqués, el hecho de tener que interactuar con alguien lo incomoda, dado que le cuesta desenvolverse, y esto lo vuelve ansioso en algunas oportunidades.

Sus lugares de redacción, por excelencia, son las zonas costeras. Pueden ser playas, puertos, u otras áreas donde pueda inspirarse con la vista hacia algún mar, o paisaje semejante. Como excepción a veces elige algún parque de París, en donde la gente tienda a concurrir con más frecuencia. Esto por supuesto tiene su propósito útil, pues en muchas ocasiones sus oídos se abren a alguna historia ajena, que a veces ayudan en la creación de sus relatos.

Su mente se ve contradicha en múltiples ocasiones por sus mismos deseos. Endiosa al amor consumado en su forma más íntegra, siendo este un tópico frecuente en sus textos independientes, y sin embargo se siente incapaz de establecerse con alguien; aún cuando es un deseo, lo mantiene como una quimera lejana.
Tiene una relación complicada con la soledad. A pesar de sacar provecho de ella, no puede estar mucho tiempo sin alguna presencia cerca, sólo que no necesita mantener algún tipo de conversación con el susodicho, pues al instante se lo ve inmerso en sus asuntos. Dicha presencia suele ser su pequeña hermana, a quien cuida. Estando en su hogar prefiere, en todo caso, el sonido de un piano ante que las palabras. Su madre le habría enseñado a tocarlo, y él a su vez le habría enseñado a Anelli.
En el fondo todavía guarda una pequeña porción de esperanza con su futuro profesional, aunque en parte sea por querer salvar el futuro de su familia restante.

Historia

Aquí no encontrará historia fantástica, ni por asomo sugestiva. No hallará transformaciones, ni amos del averno. No hallará excepto a un chico, cuyas anécdotas nunca son oídas, pues sus labios están sellados y no es sino su mirada quien guarda y vela por aquellos mundos desamparados, de poco interés para aquel que busque al temerario. Laine provenía de una familia mundana, mitad finesa, mitad francesa. Se ubicaban en Porvoo, una pequeña ciudad costera a cincuenta kilómetros del este de Helsinki. Su padre, antropólogo, ejercía el cargo de profesor en una de las universidades prestigiosas de Helsinki; por lo que, mientras él viajaba, su esposa se encargaba de cuidar a Thackery, y a su hermana quince años menor que él, Anelli. En contadas ocasiones, la familia mandaba algo de dinero a los tíos de los menores, hermanos de su madre, quienes vivían en Francia y apenas podían sustentarse del trabajo del hombre como enterrador del cementerio de París. Con esto también se aseguraban de mantener el contacto con su familia francesa.

El joven siempre se había interesado en el oficio de su padre, y era común encontrarlo perdido en las lecturas pertenecientes a la materia, ¡el ser humano podía ser tan fascinante como aterrador en todos sus estudios! Creció teniendo compasión por su misma raza, siendo consciente de lo miserable que podía llegar a ser. Al finalizar sus estudios medios vio la posibilidad de estudiar a fondo Antropología, puesto que una de sus actividades más habituales era leer acerca de la conducta humana desde el análisis psicosocial, y dado que la ciencia estaba en su auge, gracias a la posición de su padre, no sería difícil conseguir empleo.
Sin embargo, en aquel momento Finlandia mantenía enfrentamiento con Rusia, y el destino de varias instituciones educativas — y por consiguiente empleos — se vieron afectados por la guerra, entre ellas la de su padre. El desempleo provocó la inminente depresión económica de la familia, y para ese entonces la única salida laboral era de trasladarse a Francia. Los años habían pasado, y el deterioro del tío de Thackery era tan evidente como natural; el cargo de enterrador podía ser tomado por su padre, y así al menos conseguiría un sustento básico. Aún así, por motivos de formalidad y tramitación aún debían permanecer unos meses en su Estado, pero en vista de los riesgos que presentaba el país, se le ordenó a los dos hermanos embarcar a Francia antes de lo pactado, quienes serían acogidos en la casa de su familia francesa. Cuando sus padres llegaran, podrían mudarse a la choza deshabitada que se encontraba a unos pocos metros.
Las semanas pasaban, y el asunto empeoraba; la guerra había tomado fuerza. El matrimonio, justos de tiempo, tomarían un barco rumbo a París, esperando llegar a destino. Pero este nunca llegó. La tragedia no habría sido impartida por la guerra en sí, sino por una impetuosa tormenta nocturna que azotaría a la pequeña embarcación de tal manera que terminaría con la vida de sus tripulantes. La guerra, al parecer, era motivo suficiente para ignorar el clima que se avecinaba aquella tarde. Los cuerpos nunca fueron encontrados.
Thackery, ya con veinte años, debió encargarse del empleo inmediatamente, aún estando de luto, porque de él dependía su hermana ahora. Su nueva residencia estaba, para ser precisos, a dos casas de la de sus tíos. Era pequeña, y la humedad aún la invadía, pero gozaba un extenso y hermoso jardín. A pesar de su simpleza, su hermana gastaba muchas energías allí.

En sus horas libres continuaría leyendo libros de Antropología, a los que también se le habían sumado los de Filosofía. Si no podía acceder a un estudio seguiría aprendiendo por su parte, no dejaría con hambre a sus constantes preguntas. Con el tiempo se volvería alguien aislado, pensativo, retraído. Disfrutaba más las conversaciones internas que él mismo se daba, a las que podría conseguir con alguien más. Desde luego nunca conseguía oportunidad para forjar siquiera un vínculo amistoso con nadie, y menos un vínculo romántico. El amor era algo que había aprendido a venerar, y aún así no sentía seguridad por desear formar algo con alguien.

Los meses en el cementerio habían logrado despertar aún más su compasión, pero no por las tumbas de las familias que podían asegurar su muerte en Montmartre, sino por un “cementerio” que carecía de honradez, que carecía de lápidas cuidadosamente cinceladas, con sus respectivos ángeles de piedra velando sobre ellas. La fosa común, hogar eterno de los sin-nombre, no era más que un atropello para los esclavos, y para la gente de clase social baja. ¿No tenían derecho ellos a dejar una memoria en esta tierra? Cientos de rostros consumiéndose en la tierra podrida, algunos diferenciándose solo por el ropaje, sin tener algún otro tipo de individualización. Si nadie se había hincado a llorar a orillas del pozo, él les daría a los caminantes una razón. Así comenzaría su pequeña labor extra, quizá clandestina, pero que al menos él le daba sentido: crear falsos obituarios. En ellos creaba aventuras, y sin duda tragedias. Inventaba nombres, fechas, para fingir que habían existido, con más dignidad de la que habían sido enterrados, para fingir que importaban. Él, sin querer, cada vez se volvía más invisible a los ojos de la misma sociedad. Sus prioridades habían cambiado. Nadie le había advertido, que de seguir así, terminaría en el mismo sitio.

Datos Extras

↠Maneja bien el francés, aunque su acento finés es notorio.

↠ Su tesoro material más preciado es su pequeña biblioteca.

↠ Le desagrada su propia risa.

↠ El único instrumento que maneja es el piano, y la única vez que se lo escuchó cantar fue a su hermana cuando esta lloraba por sus padres.

↠ Además de dedicarle tiempo a la necrología, suele escribir textos independientes que guarda para sí mismo, donde toca temas como la muerte, el amor, sin mencionar las indagaciones sobre el hombre.

↠ Recientemente ha tenido sus primeros encuentros con vampiros. Aún cuando llegan a parecerles criaturas interesantes, aprendió a desconfiar de estos. La única excepción a esta regla es Berenice, con quien logró encariñarse.