Ganzúas para compartir (Shine)

Apenas hacia unas noches que había atravesado el portal espacio temporal que me había traído del París futuro de hace 26 años a este nuevo París que encontraba muy cambiado.
Apenas me quedaban unos francos en los bolsillos, había tenido que aligerar la carga para alcanzar mi destino, así que mis dos cimitarras, la ropa y unas monedas era todo cuanto tenia. Podría decirse que era lo mas parecido a un vagabundo que había.

Hacia frio, el invierno había caído sobre la ciudad con su manto brumoso, las dos noches anteriores las pasé en la taberna, sobre el mullido sofá como un borracho mas, pero esta noche el tabernero me había pedido amablemente que abandonara el antro, así que..de nuevo estaba en la calle.
No me costo demasiado trazar un nuevo plan, a grandes males, grandes remedios.

Sonreí de medio lado alcanzando el hotel de la ciudad, sin duda no había cambiado aquel majestuosos edificio, era cierto que se hicieron algunas reformas en la fachada, pero por lo demás seguía luciendo idéntico al de mi tiempo.
No me costaría demasiado colarme en alguna habitación, improvisaría sobre la marcha.
Así me adentre recolocando las pieles sobre mis hombros en la recepción del hotel. El vaivén de gente, y dos extranjeros que hablaban afanados con el recepcionista me permitió sin ninguna dificultad adentrarme en aquellas escaleras de madera que lucían como si el tiempo no pasara por ellas.

Alcancé le primer piso con rapidez, mirando a sendos lados del pasillo principal, no se veía demasiado trasiego en el ,supongo que por las altas horas de la noche que eran.
Bien, ahora solo tenia que elegir bien donde entrar. Miré las puertas como si estas pudieran decirme la respuesta, mas como no hablaban me deje llevar por la suerte.

Frente a la 12, introduje dos ganzúas hasta que la cerradura cedió entre mis manos, sonrisa ladina en mi rostro empujando la puerta con suavidad, mientras me adentraba por ella como un hospedado mas.
La sorpresa de la mujer que dormía en el lecho fue mayúscula, la vi alzarse cubriendo su cuerpo con la sabana sin comprender muy bien que hacia un hombre entrando con total seguridad en su cámara.
-¿que haces tu aquí? -pregunté frunciendo el ceño, como si esa habitación fuera tan mía como suya -maldita sea, seguro que el de recepción se ha equivocado y nos ha asignado a los dos le mismo numero de habitación.

Negué con la cabeza caminando en un fingido ofuscamiento hacia el sofá, no pude evitar sonreír de medio lado cuando la mujer no alcanzaba a ver mi rostro entre la penumbra del cuarto.
-A estas horas debe estar todo cerrado, pero mañana por la mañana me ocuparé de solucionar este mal entendido personalmente.

Me dejé caer en el sofá, recostándome, desde luego era mas cómodo que el de la taberna.
-No se preocupe Madam, dormiré en le sofá, ni reparará en mi presencia.