Quenya ID

Particularmente secreta y reservada, parece muy misteriosa. Es una persona introvertida, que tiende a hacerse muchas preguntas. No falta aquí un lado inquieto y angustiado, pero también puede desembocar en intereses filosóficos, metafísicos o espirituales. Es verdad que, más que cualquier otra, Quenya tiene sentido del análisis. Posee cierto espíritu crítico, lo que puede hacer que también se interese en las ciencias exactas. Si no se ocupa con una actividad intelectual, puede pasar por estados depresivos, lo cual es bastante lógico en una persona hipersensible. Elitista, determina sus elecciones en función de sus afinidades espirituales o intelectuales. Para ella, la amistad es sagrada, y está lejos de cualquier tipo de superficialidad. Sin embargo, tiende a ser solitaria. Su personaje es fuera de serie.

Tiene mucha intuición y a menudo tiene presentimientos y premoniciones. Incluso puede ser médium. Busca adquirir sabiduría. Muy tímida y emotiva, se encuentra desarmada frente a las dificultades de la vida. Huye de los enfrentamientos y ante el mínimo choque se repliega sobre sí misma. Sin duda es por eso que se siente atraída por movimientos que compartan sus mismos ideales. De niña, Quenya tiene una gran fragilidad emocional y a menudo una vitalidad disminuida. Necesita de la simbiosis con su medio familiar para su equilibrio: una desarmonía entre los padres podría tener efectos desastrosos sobre su desarrollo. Soñadora y angustiada, es proclive a hacer preguntas desde muy pequeña, a las que siempre hay que responder. Es estudiosa por naturaleza, más bien austera, y está hecha para los estudios, si en su camino no aparecen bloqueos afectivos o de salud.

A Quenya le gusta el secreto, la tranquilidad y se siente muy atraída por las religiones, el esoterismo o cualquier tema que salga de lo común y venga a colmar su cuota necesaria de maravilla. Si no, podría encontrarla en caminos más sinuosos… Sentimentalmente, se ilusiona tanto con quimeras y utopías que tiene muchas dificultades para concretizar su sueño de ideal. La marginalidad puede formar parte de su vida… También corre el riesgo de conocer la soledad, aunque se trate de una “soledad de a dos”.

Quenya era una bruja muy poderosa de la que han querido muchos deshacerse de ella. Hasta un ejército se enfrentó a ella pero dicho ejército pereció en la batalla, dejando a la bruja aun con más hambre de venganza, pero un grupo de personas consiguió sellarla en lo más profundo de las profundidades marinas del antártico. Pero nadie supo que antes de que fuese sellada con un montón de sellos protectores y de imposible rastrear, dejo una descendiente en el mundo, en uno de los orfanatos más desconocidos de Bulgaria.  

Quenya II fue adoptada por una familia de brujos que al saber que la joven también lo era, se alegraron de su buena suerte, pero nadie supo que la niña se asociaba con el lado oscuro de la fuerza, la niña tenía poderes oscuros, poderes de poder gobernar sobre los muertos, dominaba a los niños del orfanato a placer y a los sirvientes ahora que vivía bajo un techo, pero lo que más le gustaba era dormir entre los cadáveres de las tumbas del cementerio. Fue arrestada varias veces por la policía por haberla descubierto en mitad de saqueos en los cementerios solo por querer dormir dentro de los ataúdes podridos de los muertos. El asesor al menor quito la custodia a los padres adoptivos por no parar los pies de Quenya y la pequeña volvió de nuevo al orfanato, pero cuando esta se volvió completamente loca tras escribir con sangre “Satán me hace cometer locuras”  fue directa al sanatorio con tan solo 16 años de edad.

En el sanatorio mental era una prisión para ella. Intento escaparse varias veces pero sus conclusiones fueron nulas. Siempre le pillaban y le pusieron una camisa de fuerza. Luego un hombre de edad avanzada, atlético y buen vestido la rescato de aquella cruz del sanatorio mental adoptándola de nuevo como su “hija”. Este hombre le contó a Quenya que pertenecía a un grupo de gente especial y que cuidarían demasiado bien de su persona y que los poderes que le hacían perder la cabeza, eran un don que tenía que pulirlos, que tenía que saber a manejarlos.  Pasaron tres años en los que estuvo manejando aquellos hilos que salían con sus poderes de nigromante, hizo un montón de catástrofes y nunca fue atrapada por aquellos caballeros de negro a los que solían llamarlos inquisidores.


Cuando se enteró de que su madre fue sellada por la inquisición en la Antártida y de muchas otras cosas más, Quenya adquirió odio infinito, por lo que quiso introducirse como inquisidora de alguna otra sede, hacerse pasar por un soldado que venía de intercambio a ofrecer servicios de alguna misión de alguna otra parte. Sus secuaces introdujeron información falsa para que su cuartada diera resultado y hasta ahora nadie parece haberse dado cuenta. De momento nadie había sospechado de ella. Su información para entrar había sido una mujer que había nacido mal, una mujer que se creía maldita pero bien sabia ella que no era así.

Ha recibido noticias de un alto cargo de la inquisición que participo en la captura de su madre y que ahora está en Paris, por lo que se desplaza con todas sus pertenencias hasta allí en busca de aquel hombre y que pague por su error.