Noe Tsvetkov

Por generaciones, la familia Tsvetkov vivió entregada en cuerpo, alma y corazón al servicio de Dios, hombres de fe que enfrentaban los pecados y peligros de la herejía desterrándolos de esta tierra, encerrándolos en lo más profundo para que no pudieran salir jamás. Milenios y milenios de grandes hombres y mujeres que se enfrentaron a la muerte, soledad, tristeza, la gloria y victoria de llevarse en sus espadas la vida de muchos. Hombres cuya fe y amor por dios es tan fuerte que nada la puede quebrar, para ellos no hay pecados vivían vidas de austeras y prácticamente en penitencias.

Nadie podría desear otra vida que no fuera esa, nadie podría soñar otra cosa que no fuera esa, pero entre tanta santidad, entre tanta buena fruta una debe resultar dañada, y así fue que nació el pequeño Samael, séptimo hijo, quienes sus padres quisieron para él la mayor grandeza que en su pueblo pudieran desear, servir al gran señor. Pero la naturaleza divina no quiso eso. Noah se desarrolló toda su vida en el aprendizaje de los textos bíblicos así como el forjar una espada propia para ser capaz de blandirla con la mayor precisión en el campo de batalla.

Sus entrenamientos fueron tan duros y oscos que en su cuerpo aun lleva las marcas que niegan en borrarse de su cuerpo se grabaron con hierro y fuego así como las tres marcas que tiene en su cuerpo, las dos son iguales y las tiene en sus brazos específicamente en sus muñecas. Son las insignias de su pueblo que las grabaron tatuándoselas para siempre como un recuerdo de que orden pertenece hasta la muerte, se las fue otorgada al cumplir los doce años, como una iniciación de su adultez y con ello se daba paso a su ingreso al grupo de hombres de fe que luchaban contra los males. Y la otra marca que ganó fue una en el centro de su espalda tan grande como dolorosa que es la única que recordará con dolor y agonía, su padre se la impuso antes de arrojarlo del pueblo como un hereje que espera la muerte cuando tenía treinta años, ese fue el inicio de sus desventuras y aventuras entre el mal y bien que experimentó en los años venideros.

Con respecto a sus dos primeros marcas, con ello él podía escoger en ser un hacedor de la voluntad o un parlante de esta (soldado o clérigo). Sus padres querían que él fuera un hombre de espada y trajera la honra a la familia pero él se decidió por las palabras las encontraba mucho más interesantes que el filo de la espada, la decisión tomada por el joven no agradó mucho a su padre que en vista de ello lo desalojó de la casa a su suerte en el poblado, no tuvo opción alguna que refugiarse en la pequeña iglesia de la villa, el sacerdote le enseñó todo lo que sabía, de formas poco ortodoxas e inaceptables por cualquiera, pero no se le puede culpar a un chico que prácticamente fue empujado a esa vida o a morir.

Sus años pasan entre el pecado, lo ostentoso y una vida de hipocresía rectitud. Una vida en la que con actos de penitencia piensa que podrá redimirlos, solo que esos actos nunca se ejecutan, porque enseguida sigue pecando, aunque su mayor pecado jamás debe ser mencionado y menos perdonado.

Un hombre mayor cuya voluntad es la de “hacer el bien” pero termina haciendo el mal, uno tan doloroso como para terminar bajo tierra, es considera un demonio, y quizás eso con el paso del tiempo fue en lo que aquel joven, ahora un hombre, se convirtió bajo la protección y enseñanza de su maestro clérigo, solo que algunas de esas lecciones nunca de le quedaron en su mente. Poco a poco el se iba haciendo de la parroquia hasta que un día el fue considerado el nuevo sacerdote que acompañaría a los grandes soldados, entre ellos uno de sus hermanos, a las batallas contra los demonios que aun caminaban por esta tierra.

Pero, en ese tiempo la villa quedaba desprotegida y entonces volvió a suceder, los jóvenes al ver el desenvolvimiento de su clérigo y del anciano que le acompañaba, algunos tomaron ese camino, jóvenes y jovencitas que anhelaban encontrar su misión en ese camino maravilloso, pero encontraron otra cosa. Años llevaron en silencio de agonía y deleite algunos aquel tipo de vida que el mismo hombre que admiraban había llevado, pero nunca nada esta oculto entre el cielo y la tierra. Un día la verdad salió a la luz trayendo consigo la caída y deshonra de toda la familia, quienes culparon de todo al joven como una semilla del mal, que desde pequeño mostró cualidades opuestas a los miembros de aquella comunidad. La sentencia fue severa llevaría la marca de la traición y expulsado a que muera en la calle como una bestia.

Esperaban todos por ello verlo morir con las cadenas a sus manos siendo arroja al río y arrastrado por la corriente, el anciano miró con ternura su partida al abrazar a los nuevos jóvenes que se harían cargo de la iglesia, con una sonrisa él se despidió de su antigua vida.

El agua lo llevo tierras abajo, a un nuevo poblado donde una jovencita lo había rescatado y llevado a su hogar para tratar sus heridas, tenía marcas de flagelos y más aquella marca de hierro y fuego en su espalda que originó sus altas temperaturas por días. Al borde de la muerte y sin la suficiente energía, escuchó la voz de un hombre que le ofrecía una nueva vida pero como su sirviente, no como su semejante. Ante la posibilidad de una vida tomó ese camino del infierno. Mejoró notablemente a la vista y asombro de los aldeanos ignorante que atribuyeron a un milagro, ello le permitió desempeñar en ese lugar su oficio de un mentiroso clérigo.

Sus días pasaban, entre sus pasos de pecado y rectitud, pero nunca olvidó aquella voz que le dio la oportunidad de seguir vivo, trató de buscarlo pero sin éxito, una noche cuando el cigarro estaba por terminarse el hombre apareció mostrándose como era realmente, mostrándole lo que se ocultaba y que era aquello que los de su especies y congéneres cazaban, todo lo que repudiaban pero anhelaban como lo que él hacía libremente.

En ese momento el fuego abrazó la aldea con todos los habitantes muertos, hombres, mujeres y niños nadie se salvó ni intentó escapar de las llamas, la voluntad “divina” se había manifestado. Nadie supo que el sacerdote sobrevivió y que ahora buscaba venganza contra los que le hicieron aquello, pero ahora con la ayuda de su “amigo” que compartía, casi, sus mismos gustos. Entre ambos idearon la forma de acabar con cada uno de ellos lentamente hasta que el último que quede en pie sea el padre de él.

Años pasaron donde pudo deleitarse con los gritos de agonía de cada uno de ellos, prácticamente los estaban cazando solo para hacer más divertida la vida de aquel ser, para luego entregar el regalo a alguien más. Cuando la edad se aproximó y quien quedó en esa árida tierra ya olvidada fue el hombre que lo marcó de por vida, el regalo de la inmortalidad y herejía le fue otorgado y con ello el mejor presente fue acabar con la vida de su padre él mismo.

Al final quedó todo en manos de su propio señor luego de acabar con su creador y enterrarlos a ambos en esa tierra de olvido. Desde entonces camina por el mundo de un lugar a otro cambiando de nombre pero nunca de apellido, aprendió tanto del mundo desde un punto de vista religioso y casi moralista hasta los confines de la perdición, desentrañando des ambos caminos una especie de guía para él, donde las prácticas oscuras el pecado podían servir para un bien mayor.

Entre sus viajes de mundo y conocimiento llegó a ser un hombre común por varios años llenándose de los lujos que cualquier persona pudiera desear incluso hasta saciarse pero no quedaba satisfecho, el quería más, por eso cambiaba de hombre a sacerdote con aquel estímulo que a él le hacía falta. Así iba su vida de lado a lado. No dejó a un lado el ser sacerdote, aun lo practica, aunque desde otros puntos de vista